San Juan Apocaleta



Difundid Señor, benignamente vuestra luz sobre toda la Iglesia, para que, adoctrinada por vuestro Santo Apóstol y evangelista San Juan, podamos alcanzar los bienes Eternos, te lo pedimos por el Mismo. JesuCristo Nuestro Señor, Tu Hijo, que contigo Vive y Reina en unidad del Espíritu Santo, Siendo DIOS por los Siglos de los siglos.












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"Sancte Pio Decime" Gloriose Patrone, ora pro nobis.





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domingo, 25 de noviembre de 2012

DOMINGO VIGÉSIMO CUARTO Y ÚLTIMO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS



Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:En este último domingo después de Pentecostés la Iglesia quiere concluir el año litúrgico. Y cuando faltan domingos los suple con los domingos de Epifanía, pero deja siempre para la clausura del año litúrgico el domingo al cual corresponde el Evangelio sacado del discurso esjatológico de nuestro Señor Jesucristo. Y mucha atención, digo esjatológico porque como bien dice el padre Castellani, es un error gramatical decir escatológico, porque escatón en griego es lo pornográfico, lo sucio y no lo último como es esjatón; hasta en eso el error sobre los últimos tiempos se insinúa sobre el Apocalipsis, del cual hoy el evangelio nos recuerda la segunda venida de nuestro Señor en gloria y majestad. Con todo lo pavoroso que escuchamos del relato en el evangelio, y la Iglesia, que es madre de la esperanza, quiere que los fieles al finalizar el año litúrgico se encaminen hacia la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo, hacia su Parusía con todo lo que la antecede: gran tribulación, abominación de la desolación en el lugar santo, gran apostasía, gran persecución. Por lo mismo, la Iglesia es fundamentalmente esjatológica, apunta hacia la Parusía de nuestro Señor, nos guste o no nos guste. Que la incultura exegética de los predicadores y de los teólogos haya dejado de lado ese aspecto crucial y culminante de la historia del mundo y de la Iglesia es un error imperdonable; la prueba de ello es que la Iglesia no solamente quiere que culmine el año litúrgico con la mirada puesta en la Parusía de nuestro Señor con el Apocalipsis, sino que también, para confusión de los ignorantes y de los malos predicadores que escamotean el Apocalipsis y la Parusía, inicia con el primer domingo de Adviento el año litúrgico también con el texto paralelo de San Lucas, que es igualmente apocalíptico.


Y los que no estén de acuerdo, por error o por ignorancia, no tienen más que mirar con qué evangelio comienza el primer domingo del año, domingo de Adviento, y con qué evangelio culmina el año litúrgico. Esto nos demuestra, mis estimados hermanos, hasta dónde la ignorancia, la estulticia, la desidia, la debilidad del hombre lleva a olvidar las verdades fundamentales. La Iglesia, como una madre sapiente, nos coloca al terminar y comenzar el año litúrgico estos evangelios y sobre todo hoy, cuando no se quiere hablar del fin de los tiempos, del Apocalipsis, por temor, por lo que fuera.


Es la Iglesia que es eminentemente apocalíptica, y me duele decirlo, porque lo que estoy afirmando aquí desgraciadamente no todos los sacerdotes lo dicen, no lo afirman ni lo pregonan a los fieles; es más, a veces hasta se burlan y lo dejan relegado como la gente que hace lo mismo con la hora de la muerte, y que mientras más cerca se la tiene, menos se piensa en ella. Así como queremos ocultar la muerte con mariachis y cuanta música profana hay, así también se quiere escamotear con cualquier cosa el tema crucial de la segunda venida de nuestro Señor, la de su Parusía relatada en el Apocalipsis y por eso no es de extrañar que haya tanto error al respecto a lo largo de los tiempos y más hoy en día.


¿Y qué nos dice el evangelio hoy? Que habrá una gran abominación de la desolación en el lugar santo y nos remite al profeta Daniel, el cual nos habla en tres capítulos de esa abominación. El profeta Daniel dice que el culto y que el templo serán profanados, que se quitará el verdadero sacrificio y que se instaurará uno falso, una idolatría y se caerá en la apostasía; con esto vemos la corrupción del rito sagrado de la Iglesia católica, apostólica y romana, por el fanatismo puesto en el lugar santo, el ídolo, la abominación, a la cual también se refiere el profeta Daniel. Ya lo hubo en el Antiguo Testamento cuando Antíoco Epífanes puso la estatua de Júpiter en el templo (también Pilatos con la estatua del César) originando la lucha de los macabeos por la defensa del culto de Dios, destronando esa abominación de la desolación en el lugar santo, esa idolatría, esa apostasía. Por eso el evangelio de hoy nos remite a Daniel, para que tengamos inteligencia, conocimiento de qué podría ser esa abominación en el lugar santo.


Esa execración la vemos hoy comenzada, instaurada en la profanación del culto, de la Santa Misa, ya que la nueva es hecha según el corte y el concepto protestante, con todo lo que eso acarrea. ¿Por qué creen los fieles, que las iglesias de hoy no son como las de antes y sin embargo permanecen en los mismos edificios? El altar ya no está donde debiera, hoy sólo es una mesa; el tabernáculo queda en un rincón; esos bailes, músicas y cantos profanos, todo eso es porque hay un nuevo culto, habiendo destronado la Misa católica que es la que conservamos.


Y ¡ay de quien ose decir algo!, porque a ése se le persigue, se le excomulga, mientras a los excomulgados, que son enemigos de la Iglesia, se les invita como amigos; es absurdo y abominable, pero es así. Y los falsos cristos, los falsos profetas, esos falsos predicadores en el nombre de nuestro Señor, en el nombre de la Iglesia, enseñarán el error sutilmente promovido y la verdad será oscuramente perseguida. También eso lo vemos hoy, como la cantidad de herejías, ya que cualquier fiel que se dice católico piensa que fuera de la Iglesia católica hay salvación; ¿qué fiel de la Iglesia católica piensa que uno no se puede salvar en las falsas religiones? Entonces, ¿qué diálogo puede haber con el error? Ninguno. Esa es la obra del ecumenismo, falsos cristos, falsos profetas, la gran tribulación de la que habla nuestro Señor, cual no habrá jamás.
Santo Tomás, comentando el pasaje de hoy, nos dice y nos precisa que la corrupción doctrinal llegará a tal punto que si no se abreviaran los tiempos, aun los elegidos, es decir, los buenos, los que profesan la verdadera doctrina, caerían en el error, seducidos por él, por la presión de la aberración que pontificará, que tendrá el peso de la autoridad, que tendrá la investidura de la verdad, pero que es error y herejía. Y nuestro Señor dice que así como vemos la higuera cuando comienza a retoñar, y nos damos cuenta de que el verano comienza, así cuando percibamos todas estas cosas tengamos presente que su segunda venida está próxima, pronta, a las puertas. Por eso no es descabellado ni absurdo pensar que toda esta crisis no solamente social, política, económica, familiar, mundial, sino también religiosa, moral y doctrinal que afecta a la Iglesia misma, al clero mismo y a los fieles con todo lo que vemos, es el presagio de la gran apostasía, de la gran idolatría, de la abominación, de la desolación en el lugar santo y de la pronta venida de nuestro Señor en gloria y majestad.


Esa es la inteligencia, la comprensión y la exegesis del evangelio de hoy; poco más o poco menos, es la idea que la Iglesia nos quiere dar al terminar el año litúrgico y al comenzarlo también. Debemos estar hoy más preparados que nunca para que el error que campea dentro de la Iglesia no nos corrompa, así como campeó el error en el tiempo de los macabeos, en el templo con la estatua de Júpiter, con la estatua de César, con la efigie de Adriano.


¿Acaso no se puso en Asís, en la iglesia de San Pedro la estatua de Buda encima del sagrario? y luego, ¿qué pasó con Asís? El terremoto de la ira de Dios; ¿qué pasó con la iglesia de San Pedro? Todavía la están reconstruyendo; no son solamente imágenes, son hechos. La idolatría se enseña hoy bajo un falso cristianismo, bajo una falsa religión dentro de la Iglesia y esa es la abominación, por eso se necesitan macabeos, martillos, como su nombre lo indica –macabeo significa martillo–, con el celo al servicio del verdadero culto de Dios y esa fue la figura de Monseñor Lefebvre, que se levantó como uno de los macabeos por el honor y la gloria de Dios, para destronar la idolatría instaurada dentro del templo.


Esa es la necesidad de que haya un reducto fiel de la verdadera Iglesia católica, apostólica y romana que no está en cualquier esquina, sino donde se adora al verdadero Dios, rindiéndole el verdadero culto que únicamente garantiza la Misa de siempre, la Misa de San Pío V; de eso no nos debe caber el menor error y si lo hay es por ignorancia, por negligencia, por falta de interés religioso. Nos da lo mismo, una cosa que otra, porque como hoy todo es light, es igual, no importa que sea lo uno o lo otro, todo se vale, para eso es la “libertad” que se proclama hoy; libertad en definitiva para hacer todo lo que el hombre quiere, aun conculcar los derechos de Dios. ¡Qué mayor abominación! ¡Qué mayor desastre apocalíptico! Pero hacia eso vamos y lo estamos viviendo, por lo cual debemos tomar en serio las cosas, con interés religioso y con fe, esperanza y caridad, combatir por la verdad para defender a la Iglesia católica, para que no sea una cueva de ladrones, para que no sea un panteón de todos los falsos dioses, sino para que sea la cátedra de la verdad.


Pidámosle a nuestra Señora, la Santísima Virgen, que nos ayude a pasar esta prueba que llegará al culmen con lel enaltecimiento de la iniquidad, hecha persona con el Anticristo que se entronizará en la Iglesia y se hará adorar como si fuese Dios, es decir, proponiendo un falso culto, el culto del hombre que vemos hoy, engañando. Hombres que por desatentos, o por dejadez, o por lo que fuere, no han sabido defender su religión. De ahí la necesidad de pedirle a Ella que ha aplastado todas las herejías, para que nos sostenga en esa hora crucial y apocalíptica a la cual se refiere este evangelio, pero que nos da la gran esperanza de la Parusía de nuestro Señor glorioso y majestuoso. Pidámosle a Ella que nos fortifique y nos consuele en esta agonía, terrible agonía de la segunda crucifixión de nuestro Señor en su Iglesia que es su cuerpo místico. +





BASILIO MERAMO PBRO.
25 de noviembre de 2001


ESPECIAL:

AUDIO DEL SERMON DEL ÚLTIMO DOMINGO DEPUES DE PENTECOSTÉS
EN VERACRUZ MEXICO
NOVIEMBRE DEL 2008





Dom XXVIII último de Pentecostés 08.WMA