San Juan Apocaleta



Difundid Señor, benignamente vuestra luz sobre toda la Iglesia, para que, adoctrinada por vuestro Santo Apóstol y evangelista San Juan, podamos alcanzar los bienes Eternos, te lo pedimos por el Mismo. JesuCristo Nuestro Señor, Tu Hijo, que contigo Vive y Reina en unidad del Espíritu Santo, Siendo DIOS por los Siglos de los siglos.












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"Sancte Pio Decime" Gloriose Patrone, ora pro nobis.





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domingo, 27 de octubre de 2019

FIESTA DE CRISTO REY (ultimo domingo de Octubre, vigésimo domingo después de Pentecostés)


Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:
La Providencia divina ha querido que sin estar debidamente acabada esta capilla y a pesar de los trabajos, contratiempos y dificultades se pudiera realizar la ceremonia de hoy, se lleven a cabo estas primeras comuniones y también se celebre el aniversario de los diez años del Colegio en esta fiesta tan importante de Cristo Rey.

Festividad que proclama la realeza social de nuestro Señor Jesucristo, sobre todo en el mundo actual que da la espalda a la Iglesia, a Cristo y a Dios. Por eso su Santidad Pío XI, en 1925, la instituyó a instancias de los cardenales y de otros prelados, viendo la necesidad de concluir prácticamente el año litúrgico con una fiesta que proclamase la realeza de nuestro Señor en el mundo moderno, a pesar de la oposición de la Revolución francesa, de la protestante, de la comunista. Y no era que antaño no se festejara la realeza de nuestro Señor, el seis de enero en el día de la Epifanía de los Reyes magos. Pero era necesario darle más relevancia y por eso la necesidad de hacer una fiesta aparte y así fue que Pío XI quiso, como quien dice, hacer concluir el año litúrgico con esta celebración a nuestro Señor Jesucristo como a Cristo Rey en el último domingo del mes de octubre.

La divina Providencia ha querido que hoy esta capilla tradicional, apostólica y romana hasta los tuétanos y no protestante, no cismática como muchos enemigos quieren hacer ver sino católica, apostólica y romana, realice esa gran fiesta de la proclamación de la primacía universal de nuestro Señor Jesucristo, hoy combatida a la par que es atacada la Iglesia.

Porque la civilización moderna no quiere que Cristo impere, no quiere reconocer que Cristo es Rey del Universo y de las Naciones y ese es el Imperio que Satanás y sus secuaces que no quieren admitirlo; de ahí la pugna, la lucha, el combate que no se ha iniciado hoy sino que comenzó con la primera apostasía de los ángeles malos que no quisieron reconocer a nuestro Señor; esto lo dice el cardenal Pie resumiendo a los santos Padres de la Iglesia, porque les fue manifestado que nuestro Señor se encarnaría y la segunda persona del Verbo se haría hombre y eso fue lo que no pudo admitir Satanás, humillarse ante un hombre que también es Dios.

Ese combate continuó al rebelarse los hombres contra la revelación primitiva y por eso cayeron en el paganismo. Suscita entonces Dios un pueblo tenaz como el judío para que se mantenga esa promesa que sin embargo los judíos traicionan condenando a nuestro Señor y matándolo en la Cruz. Y la lucha continúa a través de los siglos: los mártires de la Iglesia primitiva y todas las revoluciones que se han sucedido con todas sus herejías, hasta la última, la gran apostasía para los últimos tiempos en los cuales ciertamente estamos viviendo y que por eso se da un combate tan atroz contra todo lo que se proclame verdaderamente católico, verdaderamente de Dios.

De ahí también, como lógica consecuencia, la batalla contra la Tradición de la Iglesia católica y contra nosotros, contra monseñor Lefebvre, que no hizo sino guardar el testimonio fiel de la Santa Misa, de la Santa Tradición de la Santa Iglesia católica, apostólica y romana aunque les pese a muchos obispos, a muchos cardenales y a muchos prelados que se dicen católicos pero que no profesan la doctrina de la religión católica. Uno de los dogmas de la religión católica que no profesan es precisamente el de la realeza universal y social de nuestro Señor Jesucristo. Por eso no quieren que las naciones se confiesen católicas y a eso se debe la libertad religiosa y el ecumenismo. Por lo mismo la igualdad con las falsas religiones; todo esto es una herejía, una apostasía a los ojos de la fe católica, apostólica y romana. Tengámoslo muy en cuenta, mis estimados hermanos, y no claudiquemos en la fe, para defender a Cristo, a la Iglesia, para ser los fieles testigos de nuestro Señor.

Nuestro Señor es aclamado también en el día de ramos, pero en el de la crucifixión fue incluso abandonado hasta por sus apóstoles más queridos; solamente estaban con Él nuestra Señora con algunas mujeres que la rodeaban y acompañaban junto con San Juan; pero nuestro Señor estaba allí solo.

Es muy fácil estar con la Iglesia y con nuestro Señor cuando todo va bien, cuando todo es gloria, pero cuando viene el combate, la lucha, la oposición, la contradicción y sobre todo la proclamación y la confesión íntegra de la fe rechazando todos los errores, entonces ¡ay, oh escándalo fariseo!, desaparecen los amigos, el clero, desgraciadamente para asociarse al mundo impío que reniega de nuestro Señor, que no quiere pertenecer a Cristo y no quiere pertenecer a Dios. Esa es obra de la judeomasonería, por eso las Naciones Unidas no quieren proclamar la realeza de nuestro Señor sino que están auspiciando el reinado del anticristo y eso hay que decirlo para que nosotros no nos añadamos a esas filas de apostasía que terminarán en el reinado del anticristo; por eso todos los gobiernos del mundo y de las grandes potencias no quieren ya ser el brazo de la Iglesia; peor aún, esos reyes y poderosos del mundo quieren que la Iglesia se haga su cómplice.

He ahí el drama, la división, la oposición que el mundo, que Satanás, que es el príncipe de este mundo gane para su causa al clero, a los ministros de la Iglesia y logre socavar desde dentro la Iglesia católica, apostólica y romana. De allí la gran importancia de defender la fe. La misma en la que hemos sido confirmados, la de la Iglesia. No creer como hoy se cree, que uno se salva en cualquier religión, que ya no hay infierno, que la Iglesia católica no es la única arca de salvación y tantas otras cosas que hoy parecieran dogmas comúnmente admitidos por todos, pero que son verdaderas herejías que conculcan la infalibilidad de la fe católica, apostólica y romana.

Por eso nosotros conservamos la santa liturgia tradicional, la Santa Misa de siempre, porque allí donde hay culto hay sacrificio y eso fue aun hasta en el paganismo, y ese sacrificio, ese verdadero culto es el de la Cruz, renovado sobre los altares; no es una sinapsis, no es una cena, por eso sacaron el altar y colocaron una mesa, sino el sacrificio de la Cruz renovado incruentamente, sacramentalmente bajo las especies del pan y del vino, que es el mismo de nuestro Señor en la Cruz.

Eso no puede cambiar y si sucede, es porque se ha alterado la Iglesia y la fe; se han renovado Cristo y Dios. Estos son inamovibles, son eternos. Por eso la Iglesia, aunque está en este mundo, vive en la eternidad de la verdad de Dios y de las cosas de Dios y en esa realidad debemos vivir y morir nosotros para ser de Dios. Por eso, estos niños que hoy van a hacer su primera comunión deben estar bien preparados sabiendo que reciben el cuerpo, sangre, alma y divinidad de nuestro Señor Jesucristo, que es la segunda persona de la Santísima Trinidad; no hay que olvidarlo, porque si uno sabe que cuando comulga recibe al Rey de los cielos y de la tierra, el cuerpo, sangre, alma y divinidad de nuestro Señor Jesucristo, ¿cómo es posible que le recibamos de pie, en la mano o en pecado mortal o viviendo en concubinato o creyendo que con el matrimonio civil se está casado? Eso es absurdo.

Todo esto pasa porque se está perdiendo la fe, mis estimados hermanos, la fe en las cosas esenciales de nuestra santa religión, de nuestra santa madre la Iglesia. Y eso es lo que nosotros queremos mantener y proclamar para seguir siendo fieles a nuestro Señor y a la santa madre Iglesia católica, apostólica y romana; no es más, simplemente eso. Y quizás nos cueste el martirio, porque proclamarlo y no callar ante un mundo como el de hoy no es posible sin que haya que verter la sangre. Por lo que todo católico fiel a nuestro Señor debe tener esa entrega de corazón a imitación de Él que dio su sangre en la Cruz por nosotros, y si es necesario, nosotros la demos para no claudicar en la fe y proclamar la realeza universal y primacía de nuestro Señor Jesucristo sobre todo el Universo.

Debemos, pues, pedir en esta Misa de primeras comuniones por estas almas tiernas que tienen la fe, para que conserven la pureza, para que no se manchen por el pecado, como lo deseó San Pío X cuando permitió que todo niño que tuviese entendimiento comulgara no un pedazo de pan sino el cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, e hiciese la primera comunión para que antes de caer víctima de Satanás por el pecado, fuese primeramente nuestro Señor quien reinara en esa alma pura.

Si nosotros hemos perdido esa pureza, debemos encontrarla a través de la oración, de la penitencia, del sacrificio y no vivamos de placer en placer como quisiera el mundo de hoy, en que todo es sensual; para eso están la técnica, la televisión, el cine, la radio, los dineros, todo conspira para que vivamos como paganos pensando en la comodidad y no como católicos que estamos en esta tierra de paso para merecer el cielo a través del sacrificio, la oración, la abnegación; para eso es que vivimos aquí, no para ser artistas, no para ser grandes personajes, no para ser ricos, millonarios, famosos o poderosos o lo que fuere, sino para ser buenos hijos de Dios; eso es lo que siempre ha predicado y predicará la Iglesia católica.

Pidamos a nuestra Señora, la Santísima Virgen María, nos proteja, que nos conserve en el amor divino, en el verdadero y no en la falsa caridad filantrópica masónica que hoy se nos quiere imponer y que es un puro sentimentalismo pero que no es verdadero amor de Dios, al punto de sacrificar la vida si es necesario por nuestros amigos. Que sea nuestra Señora la gran protectora, porque Ella permaneció de pie en la crucifixión de nuestro Señor Jesucristo y estará de pie en esta segunda crucifixión de nuestro Señor en su Cuerpo Místico, la Iglesia hoy perseguida, combatida; será Ella entonces nuestro sostén y nuestra abogada. A la hora de la muerte, será también Ella la que nos procure la gracia de la perseverancia final que es lo que rezamos todos los días al decir el Avemaría y al decir el santo Rosario. Supliquemos entonces a Ella que nos mantenga en ese fervor y en esa verdadera caridad y amor de Dios. +

P. Basilio Méramo
26 Octubre de 2002

domingo, 20 de octubre de 2019

DOMINGO DECIMONOVENO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS


Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:
Vemos cuántas veces en las Escrituras aparece la imagen de las bodas, de las fiestas, de los convites, y nos podemos preguntar el por qué pareciera que a Dios le place tomar esa imagen, aunque aquí en ésta vemos también lo desmesurado de la parábola, y el fin, diciendo: “Muchos son los llamados y pocos los escogidos”, que presenta bastante dificultad para interpretarla. Pues bien, no olvidemos que en los convites, en las bodas, se manifiesta la alegría, la caridad, la amistad, la generosidad de compartir un momento crucial de la vida con el prójimo, con los conocidos, con los familiares, y esa es la razón por la cual se toma muchas veces esa imagen de los festines y de las bodas.

También recuerdan las bodas esa unión de nuestro Señor como Verbo Encarnado en la naturaleza humana, unión entre el Verbo y la naturaleza humana, la unión que hay de nuestro Señor con el alma, entre nuestro Señor y su Iglesia y entre la Iglesia y nosotros; todo eso asemeja esa unión de las bodas.

Y vemos cómo los invitados no acuden, no hacen caso. El rey manda a buscar por las calles, buenos y malos, y cómo se escandaliza, se enoja porque uno solo es hallado sin vestidura nupcial y lo manda afuera, donde es el llanto y el rechinar de dientes. Nos asombra, pero hay algo de ello referido al pueblo judío quien fue el primero, el llamado en primer lugar y no aceptó, es más, ultrajó y mató a nuestro Señor. Y los llamados después, buenos y malos, son los gentiles, los otros pueblos distintos al pueblo judío; así que en la significación de la parábola es clara la alusión. Vemos además en otros pasajes donde dice que “los primeros serán los últimos y los últimos los primeros”. Pero lo que más asombra es cómo el rey saca de entre todos estos convidados a uno solo; termina rematando la parábola “muchos son los llamados y pocos los escogidos”.

Es quizás uno de los pasajes más difíciles de interpretar por los errores a que ha dado lugar, y el primer gran error cometido por la predicación común es el de decir enseguida que se refiere a que no todos se salvan porque muchos son los llamados y pocos los escogidos, siendo los que se salvan pocos. Esa es la interpretación común, de la que desgraciadamente los jesuitas han hecho una bandera, con el ánimo bueno de querer convertir a la gente, pero yo no puedo convertir a la gente con cosas que no son ciertas, ni reales ni verdaderas.

Puede ser que se salven pocos o que se salven muchos, en realidad y con exactitud nadie sabe si se salvan los muchos, otra cosa es que presumamos por los hechos y acontecimientos que vemos. Cuánta gente vive en el pecado y si muere en ese estado se condena; pero de allí a hacer de este texto la palabra infalible de que son pocos los que se salvan, es una tontería exegética, porque sencillamente si se toma de modo literal sería un grave error, ya que muchos no son los llamados, sino que son absolutamente todos. Entonces ya vemos que esa interpretación al pie de la letra no se puede aplicar, pues el evangelio estaría cometiendo un error gravísimo.

Las Escrituras y nuestro Señor no han querido decir nada explícitamente, luego es un error interpretarlo de ese modo, quizás con buenas intenciones, y puede ser que muchos nos condenemos, pero lo que no puede decirse es que esa afirmación es normal, y está basada en las Sagradas Escrituras, porque cuál no sería la desesperación si el mismo Señor misericordioso nos dice que vamos a ser pocos los que nos salvamos realmente, y sobre todo viendo el mundo cómo anda se haría más pesada nuestra cruz, por eso es un error grave. Está bien que el miedo al infierno sea una espuela, un acicate, un aguijón para que no pequemos, pero otra cosa es que hagamos decir a las Escrituras tonterias en el nombre de la palabra de Dios y que eso campee como cátedra normal dentro de la Iglesia y que los predicadores, como vedettes de turno, se repitan unos a otros sin profundizar en las Escrituras y lanzándose a predicar sin pensar en lo que dicen, sin suficiente preparación.

Es un deber prepararse para predicar pues la gran crisis que vivimos hoy, esa degeneración en el clero, es por falta de instrucción doctrinal y espiritual, instrucción moral porque lo uno va con lo otro.

Querer interpretar este pasaje literalmente es absurdo, además, porque no son muchos los que son llamados, son y somos todos los hombres, sin excepción. Dios no llama a unos a salvarse y a otros a condenarse, esa es la herejía del protestantismo de Lutero, el mismo error que cometió Calvino con la predestinación, según la cual unos son determinados al cielo y otros al infierno. “Los que tienen dinero y son ricos y poderosos como los gringos y los pueblos anglosajones del norte; esos se salvan y los pobres del sur, los colombianos, los latinoamericanos y pueblos del sur, esos son unos bobos que se condenan porque la gracia de Dios y la predestinación de Dios se ve en las riquezas; es el poder que Dios les da en este mundo”; esa es la mentalidad protestante derivada del judaísmo.

La famosa historia del Santo Job, “tú eres culpable porque has perdido las riquezas, luego Dios te ha castigado porque eres un maldito”, y el Santo Job decía: “Puedo ser pobre y, sin embargo, no ser un maldito”, porque la gracia de Dios no se palpa en las riquezas ni en el poder de este mundo como creen los judíos y las naciones judaizadas; error gravísimo porque solamente se predestina al cielo y no al infierno; entonces no son muchos los llamados al cielo, a la vida eterna sino que somos todos, aunque no todos desgraciadamente respondamos.

Vemos entonces que la interpretación al pie de la letra, no cabe en este pasaje; es más, el mismo contexto nos dice que uno solo fue el que se condenó, no fueron pocos, fue uno solo de tantos convidados; luego salta a la vista la contradicción de aplicar ese “pocos” a los que se salvan porque el que se condenó, según la parábola, fue uno solo. Queda claro que esa no es la exegesis correcta aunque sea la más predicada, la más difundida y eso conviene tenerlo en cuenta para que veamos cómo el error se introduce por inadvertencia, por falta de preparación, por no profundizar y predicar sin estudio previo. Vale más decir no entiendo y con eso no me meto a dar explicaciones erróneas, porque aunque el fin sea bueno, no justifica como medio una explicación si no es buena, si no es correcta, si no está basada en el texto, porque el mismo ejemplo y el mismo texto me dicen otra cosa.

En otros pasajes no se dice si son muchos o pocos los condenados sino la mitad exactamente, como en el caso de las diez vírgenes, cinco necias y cinco prudentes; cinco se salvan y cinco se condenan. Entonces vemos que tampoco son muchos ni pocos sino exactamente la mitad, y quedamos así en que en esta parábola uno solo se condena, y en la de las diez vírgenes, la mitad se condena; luego no se le puede hacer decir al texto lo que el él por sí mismo no dice. Hay más, en otro pasaje de San Mateo se habla, en el capítulo 20, 16, anterior a este pasaje, haciendo alusión a las mismas palabras de “muchos los llamados y pocos los escogidos”, hablando de lo difícil que es encontrar el camino angosto que va al cielo –“ancho es el camino de la perdición”–; y de lo mismo en otro pasaje, también, se hace alusión.

Por eso, Santo Tomás en su comentario al evangelio de San Mateo dice que estas palabras, “muchos los llamados y pocos los escogidos”, se refieren a que los escogidos son los pocos que hacen buenas obras, los pocos que encuentran el camino angosto que lleva al cielo; en consonancia con esto que dice Santo Tomás haciendo alusión a los dos pasajes anteriores, el padre Castellani dice que en la elección divina hay muchos planos: los electos por antonomasia que son los santos, como diría Santo Tomás, los que hacen buenas obras pero de un modo heroico; después están los píos, los buenos, hay toda una gradación.

Esos pocos elegidos o escogidos no significa, necesaria ni literalmente que son los que se salvan, los elegidos de Dios en sus diferentes planos de bondad, de santidad, de perfección, que no son muchos sino pocos; pues muy pocos son los que “huyen del mundanal ruido para seguir la escondida senda por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido”. Es la historia de la lucha entre el bien y el mal; es mucho más fácil hacer el mal, pero es mucho más difícil vivir haciendo el bien, incluyendo a quienes nos hacen el mal, sabiendo perdonar y olvidar dejando el juicio a Dios. Esa sería una interpretación en sentido verdaderamente espiritual, sabiendo que todos estamos llamados, pero que dice “muchos”, justamente para no caer en esa interpretación rigorista y literal que toma escogidos y elegidos por salvados y que pensásemos que Dios afirma que son pocos; lo cual ya nos obliga a matizar y ese matiz lo damos tomando elegidos no por salvados, sino por los grados de elección divina que hay siendo varios planos y siendo los elegidos por antonomasia los santos, los que hacen buenas obras, que son pocos, los que encuentran el camino que lleva a la vida eterna, que es angosto y difícil. Pocos son los verdaderos santos.

También dice Santo Tomás que el camino espiritual es oculto porque es mucho más fácil el camino de la carne, del mal, de la pasión, mientras que las cosas espirituales son más difíciles y en ese sentido las Escrituras hablan de un camino o de una vía oculta; así quedaría resuelta esa gran dificultad que presenta este pasaje y el otro paralelo a éste cuando manifiestan las Escrituras que muchos son los llamados y pocos los escogidos o los elegidos.

Estaría en consonancia también con San Luis María Grignión de Montfort, como Santa Teresa, como San Juan de la Cruz, que muestran que son pocos los que llegan a esa perfección, a esa vida de unión con Dios, a esa santidad; que son pocos también los que sin llegar a ser santos son buenos. La interpretación de este pasaje nos muestra el interés que debe despertar en nosotros esa vida de santidad, esa vida de buenas obras, esa vida de unión con Dios a la cual Él nos llama como a unas bodas, pero que pocos, muy pocos consiguen y logran, porque realmente pocos son los que abandonan todo, los que desprecian todo para amar a Dios sobre todas las cosas y tenerlo a Él como su todo.

Pidamos a nuestra Señora, la Santísima Virgen María, que como ninguna otra criatura estuvo más unida a Dios, a su Hijo que era Dios y al cual Ella dio la naturaleza humana, que tiene su carne, su sangre, sus huesos, y así unida por esa maternidad divina Ella estaba íntimamente ligada a Dios nuestro Señor; que Ella nos ayude para que podamos encontrar esa vía de la santidad y perfección y llegar a esa unión a la cual Dios nos llama
. +

P. BASILIO MERAMO
14 de octubre de 2001


domingo, 13 de octubre de 2019

DOMINGO DECIMOCTAVO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:

Vemos en este evangelio cómo nuestro Señor hace el milagro del paralítico en presencia de todos y cómo los judíos siempre estaban protestando, al asecho, en oposición a nuestro Señor, mientras que el pueblo de algún modo le era favorable y le pedía sus favores y sus milagros.

Según algunos buenos predicadores y exegetas, con este milagro nuestro Señor manifiesta por primera vez implícitamente su divinidad, porque ¿quién sino sólo Dios puede perdonar los pecados? Y eso fue lo que hizo nuestro Señor habiéndoles dicho que era muy fácil decir, “levántate y anda” o decir “tus pecados te son perdonados”, pero lo difícil es hacerlo. Nuestro Señor demostró al curar al paralítico que podía decirlo y hacerlo. Por eso los judíos le impugnan de blasfemo, porque solamente Dios podía perdonar los pecados, y ellos ante lo que veían y oían, en vez de ser cautos y prudentes, acusándolo, hacían, hacen todo lo contrario. 

Podemos preguntarnos la razón por la cual nuestro Señor no afirma su divinidad de una manera explícita desde el primer instante de su vida pública, y en vez, hace esta revelación implícita, gradual, progresiva. Sencillamente debemos recordar que en el mundo pagano los dioses eran moneda corriente, las divinidades que bajo formas humanas se vengaban de los hombres o traficaban con los hombres. Nuestro Señor no podía de primer momento ser confundido con ninguno de esos dioses de la mitología y mucho menos cuando el pueblo judío luchaba encarnizadamente contra esos dioses paganos.

Nuestro Señor va revelándose poco a poco para ir preparando así las mentes y los corazones y no ser confundido con uno de esos dioses paganos del Olimpo que eran asiduamente combatidos. Esa es la razón por la cual nuestro Señor se va manifestando poco a poco, va mostrando su divinidad hasta que después, al fin, lo dice claramente, explícitamente, para que creyesen tanto los judíos como los paganos.

Y esa relación trascendental del pecado, como nuestro Señor al perdonarle los pecados al paralítico nos muestra, nos hace ver nuestra condición pecaminosa, condición que tiene toda criatura por el hecho de haber sido hijos de Adán. El pecado que es delante de Dios, el pecado contraviene el orden de las cosas, el orden que Dios ha establecido según su sabiduría; el mal moral no es malo porque Dios lo diga por un acto de su voluntad, sino que es malo porque no corresponde a la naturaleza de las cosas que están en consonancia con su sabiduría. Por eso el pecado es contra Dios, delante de Dios.

Conculcamos ese orden, aunque muchas veces, cuando se peca, no se piensa en eso, y aquí podríamos decir que ese grave error de una moral o de una concepción que ya Santo Tomás tildaba de herética, era atribuir a la voluntad de Dios y no a la sabiduría divina lo bueno y lo malo. Un gran filósofo como Occam –que es un desastre– decía: “Si Dios me manda a adorar una burra como si fuera Él, yo tendría que obedecer y agradaría a Dios”; decía él, el muy burro; imposible que Dios me mande adorar a una burra, es absurdo, pues el voluntarismo consistía en eso, en hacer depender toda la moral, el orden de las cosas, de la voluntad de Dios, porque Dios era libre y todo se sometía a su libertad y a su voluntad. Ya Santo Tomás había dicho que era una herejía y no sólo una impiedad atribuir estas cosas a la voluntad y no a la sabiduría de Dios que es el que le da peso y medida a todas las cosas, el que les da una naturaleza, y que el orden moral se basa en esa relación que hay entre la naturaleza de esa cosa y su fin.

Dios entonces prohíbe algo no porque dictamine que sea malo, sino porque es malo en ese orden de cosas conforme a la naturaleza, según su sabiduría. Y por eso todo pecado vulnera esa relación de las cosas entre sí y relacionadas con Dios, con la sabiduría de Dios, con el orden impuesto por Dios. El pecador es un disociador y esa es nuestra condición, lamentable, al ser pecadores. Cada vez que pecamos vulneramos el orden de la sabiduría divina impuesto a las cosas; de ahí el gran error del indiferentismo de quitar esa idea, esa noción del pecado, cuando se piensa que uno puede salvarse en cualquier religión, creer que todas las religiones son buenas y otro, afirmar que todas son malas.

Finalmente dicen que no hay pecado. Como hoy acontece, eso es una realidad, la gente hoy se besuquea en la calle, , como si fuera lo más normal del mundo, y así otros pecados que se cometen en la vida pública y ¡ay del que diga algo!, ¡ay del que recrimine!, porque se ha perdido la noción de pecado. “Yo hago lo que me da la gana”, en definitiva esa es mi voluntad, no la voluntad de Dios; lo cual es un error como lo acabamos de ver. Tenemos así la voluntad del hombre, entonces es bueno o malo de acuerdo con mi voluntad, o a mi parecer, y si tengo ganas de salir desnudo, así salgo, porque la gente sale hoy desnuda a la calle; no me digan que va vestida una mujer con el ombligo al aire o con medio seno afuera o como fuese, porque si eso es andar vestido... ¡Válgame Dios!

No es una exageración ni una consideración de un cura beatongo, porque yo no soy tal, ni me voy a escandalizar por ver una mujer desnuda; pero sí me doy cuenta de que eso no es acorde con la naturaleza decaída... que tenemos, porque no es normal que el hombre vea a una mujer en cueros y no tenga tentaciones; ; las cosas como son. Debe haber un poder social, una moral, y que eso hoy se conculque es la prueba de que no hay noción de pecado, que no existe, está abolido.

¿Y si no existe el pecado qué queda? No hay orden, no hay sabiduría, mejor dicho, se destruye todo el orden que Dios ha puesto en las cosas. De ahí la gran revolución que hay en la sociedad moderna con toda esta inmoralidad pública que vemos y que corresponde a ideas falsas y nociones falsas y que atentan contra la religión, contra Dios. De ahí la gravedad de todo esto, porque se vicia toda nuestra relación con Dios, que debe ser una relación ordenada y debida como Él lo ha querido según su divina sabiduría.

En definitiva, en este estado de las cosas se conculca, se ofende la sabiduría divina, el orden que Dios ha impuesto a todas las cosas y el hombre se convierte en un revolucionario; así nos demos o no cuenta, el hecho es objetivo. Con este milagro del paralítico, queda establecida esa relación de pecado afirmada por el Evangelio y que nosotros no debemos olvidar hoy día viviendo en un mundo donde reina el indiferentismo.



Pidamos a nuestra Señora, la Santísima Virgen María, que nos ayude a perseverar y aunque seamos pecadores no pequemos tanto o por lo menos no gravemente para que nuestra vida sea más de santidad que de pecado. +

P. BASILIO MERAMO
6 de octubre de 2001

domingo, 6 de octubre de 2019

DOMINGO DECIMOSÉPTIMO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS


Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:


En este domingo 17 después de Pentecostés, vemos en el Evangelio la continua asechanza de los fariseos hacia nuestro Señor. Cómo un doctor de la ley, un teólogo, como podríamos decir nosotros hoy, le pregunta no para aprender, no para salir de su ignorancia, no para saber un poco más, sino para tentar a nuestro Señor cuál es el mandamiento que en definitiva resume toda la ley y todos los profetas, es decir, todo el Antiguo Testamento. Nuestro Señor le responde: “Amar a Dios sobre todas las cosas, amarlo con toda el alma, con todo el entendimiento, amarlo de todo corazón”. No a medias, no parcialmente, no a ratos, sino íntegra y totalmente.

El primer mandamiento es amar a Dios sobre todas las cosas; que todo lo otro sea secundario, que todo lo otro venga después, que primero sea Dios, y eso en todo, por encima de todo. No hacerlo implica pecado y pecado mortal, pecado grave; porque si yo no amo a Dios sobre todas las cosas, quiere decir que amo otra cosa como si fuera Dios, la antepongo a Dios, peco contra Dios y mortalmente, porque la prefiero antes que a Él y no la subordino a Él; y en eso consiste, amados hermanos, el pecado mortal, en amar algo que no es Dios –por ende criatura–, como si fuera Dios, como si fuera la Suma Verdad, el Supremo Bien, el último fin; anteponer la criatura sea cual fuere ésta, en el lugar de Dios.

El otro mandamiento es semejante porque se basa y deriva del primero: amar al prójimo, es decir, a todos los demás hombres por amor a Dios. El hombre no vive solo, sino entre sus semejantes y ese amor a Dios se refleja en la caridad que debe tener el hombre con ellos, y el incumplimiento de este amor al prójimo es lo que ocasiona tantas desgracias y tantos males, odios, peleas, riñas, disputas, envidias, guerras desastrosas en las que prácticamente se aniquilan los pueblos. Si hay tanto mal y tanta violencia entre los seres humanos y entre las naciones es porque esos seres humanos y esas naciones ya no se fundamentan en la caridad y el amor a Dios.

Y, dicho sea de paso, y no por criticar, pero es absurdo, es estúpido hablar de paz en el mundo, y menos en Colombia, donde no habrá proceso de paz si no se habla de Dios, si no se habla del verdadero y único Dios, de la verdadera religión católica. Es ilógico, pues mientras no se hable de Dios, no habrá paz sino una maldición y por eso es una falsa paz, es un amañado proceso de paz, internacional y nacionalmente, porque las naciones no proclaman al Dios único. Como dice San Pedro en la epístola de hoy, cuando se habla de libertad religiosa, de libertad de cultos, es decir, de libertad de religiones y de dioses como a cada uno le venga en gana, eso es una blasfemia y una herejía, y esa herejía circula como si fuese moneda corriente en este mundo y dentro de la Iglesia, desgraciadamente, cayendo en el error. No podrá haber verdadera paz, verdadero amor entre los hombres si no se proclama a Cristo Rey. Ya eso no se predica, lo tienen olvidado, y no solamente olvidado, sino proscrito, como si fuera palabra maldita, cuando es todo lo contrario.

Toda la Ley de los profetas se resume, se condensa en ese mandamiento que es doble mandamiento –amar a Dios y amar al prójimo–, y vemos que ni aun nosotros que queremos ser católicos cumplimos con estos dos mandamientos, porque si los cumpliéramos cabalmente, seríamos santos, verdaderamente santos. La santidad consiste en ese amor pleno a Dios, y porque se ama a Dios se ama al prójimo y no se peca; todo lo demás puede darse o no. Por eso ya San Agustín decía: “Ama y haz lo que quieras”, no para hacer lo que quiere hoy el mundo que llama amor a cualquier cosa según su capricho, según sus pasiones, sino porque quien verdaderamente ama a Dios no puede sino amar al prójimo; y por esos dos amores, no pecar contra ninguno de ellos; no faltarle al prójimo en sus bienes externos materiales, robándole y engañándole, no faltarle en su familia deseando su mujer; no ultrajándolo en sus bienes personales, calumniando a la misma persona, mintiendo. Si cumpliéramos los mandamientos, no le haríamos mal a nadie y todo por verdadero amor a Dios. Ese es el mandamiento que da la pauta, para que veamos, pues, cuán lejos estamos del real amor a Dios y le amemos con toda nuestra alma, con todo nuestro corazón, con todo nuestro entendimiento.

Así le responde nuestro Señor al fariseo para que ellos se conviertan, para que ellos reconozcan al Cristo. Por eso, inmediatamente, sin perder tiempo, Él hace la pregunta: ¿Quién es el Cristo? ¿Qué se dice de Él? Y ellos le responden que Cristo es el ungido de Dios; eso es lo que quiere decir Cristo –hijo de David–, y nuestro Señor entonces les repite para hacerlos pensar: “Y cómo es posible que sea hijo de David, si David dijo que era su Señor y nadie va a decir que su hijo es su Señor”; con lo cual les estaba demostrando que si las Escrituras decían que el Hijo de Dios, el Ungido de Dios, era hijo de David y David reconocía que era su Señor, entonce este ungido era hijo de Dios, que era Dios, estaba por encima de David. Por eso le decía el rey David “Señor”, y con eso, que los fariseos reconocieran que ese hijo de David era Dios y que ese hijo de David era nuestro Señor.

Cómo nuestro Señor se les insinúa a través de la misma Escritura a estos doctores de la ley que se convirtieron en falsos doctores, en falsos profetas, tergiversando las Escrituras, corrompiéndolas, para acabar crucificando al Mesías, a nuestro Señor. En eso acabaron los judíos, y de ahí la maldición, hasta que reconozcan a nuestro Señor como a su Dios y Señor, como el hijo verdadero de David, es decir, que proviene del linaje de David según la carne. Así, queda manifiesta esa doble genealogía de nuestro Señor, su genealogía eterna, divina, Hijo de Dios, y su genealogía humana, temporal, terrestre, terrena, como hijo de David, ya que Él era hombre y Dios al mismo tiempo. Ese es el gran misterio de nuestra religión que no debemos olvidar para adorar a Dios, para adorar a nuestro Señor Jesucristo como a Dios y amarlo sobre todas las cosas. +

BASILIO MERAMO PBRO.

8 de octubre de 2000

viernes, 4 de octubre de 2019

Es " Obligatorio el etiquetismo?



Pareciera que para las moderneadas masas atolondradas, fuese una especie de requisito escoger entre melón y sandia para poder "agruparse" entre melones o entre sandías.
Así pues tomas cacacola o psicopepsi.
America o Guadalajara, pri o pan,
Ultimamente con algunas "opciones" extras que empero , no dejan de ser como el circo del Box (por señalar un ejemplo concreto) en el que "se enfrentan el demonio rojo vrs: el de moño rojo, en donde el perdedor sera el espectador y el ganador sera el promotor.

Esta tendencia desviada no es otra cosa mas que una de las consecuencias de la revolución francesa expandida tras la desobediencia directa a la Santísima Virgen Maria , (RUSIA ESPARCIRA SUS ERRORES...)

por lo tanto es obvio que incluso están afectados tambien los estados de manera global (comunismo o capitalismo )
Demoniocracia o demoniocracia.

Lo que es mas triste e impactante es que incluso en las pusylus bien intencionadas y mas resistentes a los embates de la abominación desoladora (la que iba a causar DESOLACION (60's conciliabulo vatidillo II) e incluso para algunos sobrevivientes a la GRAN ABOMINACION DE LA DESOLACION (esta ultima la apocalíptica. Entiendase la caida de Ajenjo , el cometa rojo mejor identificado por los tradis como Bernard FELON.

también tienen ese prúrito escamoso del etiquetismo.
O son acuerdistas o son sedevacantontos .

No señor ni cacacola ni psicopepsi
Ni América ni Guardalajarra
Ni pri ni pan ni MALO

ni sede vacabte ni acuerdo , finalmente toda etiqueta o bando obedece al mismo principe de este mundo (el promotor).

(PORQUE SURGIRAN FALSOS CRISTOS Y FALSOS PROFETAS Y HARAN COSAS ESTUPENDAS Y PRODIGIOS, HASTA EL PUNTO DE DESVIAR, SI FUERA POSIBLE, AUN A LOS ELEGIDOS.
MIRAD QUE OS LO HE PREDICHO !
POR TANTO, SI OS DICEN:
ESTA EN EL DESIERTO, (sedevacantontos) NO SALGAIS; ESTA EN EL FONDO NO LO CREAIS (acuerdistas traidores de su Ministerio, traidores a la Real fraternidad Sacerdotal.San Pío X y de la intención de su Santo Fundador. (quien dicho sea de paso, pisotearon la intención de S.E:R. Mons. Marcel Lefrevbre de santa memoria, quien en acta formalmente constitutiva, dejó perfectamente claro que los avispetes de marras, no podían ser superiores de la fraternidad sacerdotal San Pio X, y fue en el desobediente capítulo 14 en donde fue demoniocraticamente electo Bernard Felon, irritamente, por estar en contra de la constitución de la misma fraternidad, además de que les ordenó en vida, que "depusieran sus tiaras en el remoto caso de que la roma, gran ramera moderna, volviera a ser católica, y esta nueva frater encabezada por el también judas ecónomo Felon, depuso las tiaras, buscó un "estatus jurídico" y se dejó convencer por el perverso rosacruz williamson y por el infiltrado es mi burguer", de poner de peana a la grey católica que quedaba)

Lo que cumplimentó asi la sexta trompeta apocalíptica hace 12 años, incluso con el desecamiento físico del eufrates en la época del medio tiempo más (principio del fin del periodo del anticristo) de la bestia de la tierra (Rat zinger) y actualizando también las profesías de San Malaquías, que no tuvo un solo fallo en sus lemas siendo en el periodo de la "rata cantante" LA GLORIA DEL OLIVO EN PERSECUSION EXTREMA Y PEDRO ROMANO un simple civil también la servicio del anticristo en un lema tripartito y unido, dado que en este preciso momento, nos ubicamos en el mapa, precisamente en la última parte del medio tiempo más del "profeta y sucesor del anticristo", quien dicho sea de paso no morirá segun la sagrada escritura, sino que será arrojado al fuego eterno del averno, sin haber muerto;

La pregunta obligada ¿que de verdad Bernard Felon, Toser de Mal Hareís, el rosacruz hijo de Willi y Al sonzo de gala reta, asi como es mi burguer, los Cendejas, los lastre (digo mestre) boca corta y boca larga, entre otros muchos no serán capaces de ver que "estaban muy tristes por estar lejos de la gran ramera apocalíptica???? ¿Que no quedara dentro de la neofornicaternidad uno solo que pueda distinguir que no se puede seguir a DIOS y al diablo???? ¿Que al estar re incomunicados (de excomunión) con la iglesia del anticristo, dejaron de pertenecer a la Una Santa Católica y Apostólica Iglesia????

DE SER POSIBLE AUN A LOS ELEGIDOS.
Aqui nos permitimos transcribir la nota al respecto de Mons. Straubinguer, al versiculo 24 del capítulo 24 de San Mateo, referido con antelación.
SIC.-LOS ELEGIDOS SE LIBRARAN DEL ENGAÑO POR QUE AL JUSTO SE LE DARA POR DEFENSA UN JUICIO SEGURO (Libro de la Sabiduría 5,19 y CF II Tes. 2, 10 y ss y nota)
Podríamos citar en este mismo sentido a San Luis María Griñon de Monfort, a San Agustín de Hipona, y a Santa Teresa de Ávila, entre otros, quienes previenen para estas ejatológicas épocas el mayor distintivo para poder apelar a conservarse entre las vírgenes del Evangelio, será específicamente estar atentos a los eventos y hacer uso de un recto juicio.

SEA PARA GLORIA DE DIOS
MARANATHA
ALBERTO GONZALEZ