San Juan Apocaleta



Difundid Señor, benignamente vuestra luz sobre toda la Iglesia, para que, adoctrinada por vuestro Santo Apóstol y evangelista San Juan, podamos alcanzar los bienes Eternos, te lo pedimos por el Mismo. JesuCristo Nuestro Señor, Tu Hijo, que contigo Vive y Reina en unidad del Espíritu Santo, Siendo DIOS por los Siglos de los siglos.












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"Sancte Pio Decime" Gloriose Patrone, ora pro nobis.





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domingo, 26 de febrero de 2023

Primer Domingo de Cuaresma

  


Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:
Con este primer domingo de Cuaresma comienza solemnemente el tiempo de sacrificio, de oración, de penitencia y de ayuno para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua de resurrección de nuestro Señor; por eso la Iglesia lo ha solemnizad, porque es especialmente sagrado. Por eso el demonio renueva sus ataques para que la gente y los fieles se disuadan de los ejercicios de oración, de ayuno, de penitencia y de sacrificios, pero los católicos estamos obligados a hacerlos para que nos asimilemos a los sufrimientos de nuestro Señor y para que la Cuaresma no se convierta, como en muchas partes, en un carnaval, en una parranda como si fuésemos animales que sin uso de razón vivimos según la carne y lo que la halaga. Maldita sea si esa es nuestra opinión de ser católicos porque otra muy distinta es la de la Iglesia.

La Iglesia misma en este día expone ante nosotros la tentación de nuestro Señor en el desierto, es decir, en la soledad, en una montaña no lejos de Jericó; no nos imaginemos un yermo como el Sahara sino una montaña solitaria; lo digo porque cuando conocí ese lugar me extrañó mucho, pero efectivamente sí es un desierto en la montaña, en la soledad y eso es lo que significa en definitiva, sobre todo espiritualmente; ese alejamiento que buscó nuestro Señor antes de comenzar su vida pública, preparándose con ese gran ayuno de cuarenta días y de cuarenta noches, no era ningún misterio, porque antaño ya lo habían hecho Moisés, San Elías y muchos otros.

Hoy que se ha perdido esa sabiduría sacerdotal y pareciera imposible, haciéndole decir tonterías a grandes exegetas como Salmerón o Ricciotti, quien desgraciadamente se apoyó en San Ambrosio. Sin embargo, de allí, de esos cuarenta días Mahoma sacó el Ramadán, atenuándolo, pero es muy probable que él haya hecho ese ayuno, porque naturalmente es posible, sin que se necesite un milagro.

Dice el padre Castellani, que es sin duda uno de los más grandes exegetas del siglo XX, aunque desconocido por la gran mayoría y despreciado por sus mismos compañeros y sacerdotes; pero ha sido una luz de exegesis sobre la cual debiéramos apoyarnos, sobre todo hoy. Al hablar de eso, menciona que si era una cuestión puramente divina él sería Dios porque ya lo había hecho, lo que dejaba en ridículo a otros exegetas por la ignorancia que a veces pulula y campea aun entre aquellos de mayor sabiduría y prestigio teológico en la Iglesia; porque la ignorancia desgraciadamente no respeta a nadie y por eso debemos cuidarnos de ella porque es atrevida y, entonces, nos hace decir estupideces.

También dice el padre Castellani, para explicar esta triple tentación de nuestro Señor, que no solamente el demonio quería hacerlo caer y pecar, sino que principalmente quería sacarse la gran duda que tenía de saber si era o no el Mesías, el Cristo, el Ungido de Dios, porque eso significa Cristo. El demonio, como vemos en el evangelio de hoy, conocía las Escrituras al dedillo, como lo hacen los protestantes, pero sin fe y por eso no creía; tenía esa gran duda, aunque ya lo había visto, no solamente en el desierto sino cuando fue la hora del bautismo en el Jordán por San Juan Bautista, cuando el Padre Eterno dice que Jesús es el Hijo amado en el cual ha puesto todas sus complacencias. El mismo San Juan Bautista había dicho “yo no soy digno de atar la correa de su sandalia”, y lo había señalado como al Cordero de Dios, al Agnus Dei.

Satanás sabía todo esto, por ello podemos preguntarnos por qué no creía, si nosotros con lo mismo o menos lo sabemos. La diferencia abismal es que el demonio no puede creer, no puede tener fe, está condenado. Y es más, los ángeles o creían, en un solo acto libre de amor a Dios, o se pervertían; esa fue su gran tragedia, sin que haya para ellos la posibilidad de la redención por la misma excelencia de su naturaleza angélica y espiritual que ve todo el bien y todo el mal de un solo golpe, y no como nosotros, de a poquito. Por eso Dios nos permite que podamos echarnos atrás y arrepentirnos viendo el mal y reconociéndolo aun después de haber pecado libremente.

Como hace ver el padre Castellani, Satanás tentó a nuestro Señor, no de sensualidad como dice la gran mayoría de los exegetas modernos, eso sería un desatino, inducir a un gran hombre religioso del desierto sensiblemente, sino que había que hacerlo espiritualmente con la soberbia, con el orgullo que es mucho peor que lo sensible, que lo sensual, que la concupiscencia de la carne; lo provocó con el orgullo, con la soberbia que no se ve, que no se manifiesta, que no se palpa pero que es peor; así, entonces, a través de esa triple tentación, de ese triple ataque quiere ver si en definitiva era el Mesías, el Enviado, el Ungido de Dios y por eso lo tienta con el pan, después de ayunar cuarenta días y cuarenta noches, en el momento neurálgico y más crítico en que debía romper el ayuno se lo ofrece. Le dice que convierta las piedras en pan y nuestro Señor le responde magistralmente: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra de Dios”.

El verdadero alimento es la palabra de Dios. Derrotado entonces en este intento Satanás, como dueño y amo del mundo o del universo, o por lo menos de esta tierra, atrevidamente, lo transporta de esa montaña cerca de Jericó a Jerusalén, a una distancia que puede ser de veinte o treinta kilómetros; lo lleva y lo pone encima del pináculo del templo y le dice que se tire porque escrito está que “los ángeles no dejarán que tropiece tu pie”, sino que ellos Le recogerían antes de que se hiciera daño al llegar abajo.

Pero nuestro Señor, ni lento ni perezoso, le responde y le replica: “También escrito está, no tentarás a Dios”; porque pedir milagros imprudentemente, indiscretamente, precipitadamente, es tentar a Dios. Cuántos no lo hacen, diciendo: “¿Por qué Dios no hace que me gane la lotería si estoy en la miseria”, “por qué Dios no cura a mi hijo que tiene cáncer o a mi madre o a mi padre”, o lo que sea. Y porque no les hace ese favor se ponen en contra de Dios y de la Iglesia por orgullo, cuando la enfermedad, la calamidad debiera acercarnos a Dios suplicantes y si Él quiere y nos conviene para la salvación de nuestra alma, entonces que se produzca la sanación si fuere el caso. Pero, ¿qué haría yo con ganarme la lotería?, ¿para malgastarla en un casino; para prostituirme en prostíbulos, para holgazanear en el mundo, para hacer maldad creyéndome todopoderoso, o abusar de la salud? Dios no obra muchos milagros que podría hacer porque sencillamente no nos convendría o a nosotros o a esa persona a la que queremos que se le haga.

No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra de Dios”, “no tentarás a tu Dios” le responde nuestro Señor. Queda Satanás por segunda vez destrozado, derrotado. Pero el muy pérfido vuelve insidiosamente, no se da por derrotado, sino como una mujer; por eso dicen los Santos Padres que es peor la mala mujer que el mal hombre.

Vuelve Satanás una tercera vez para quitarse la duda y si no para hacerse adorar; lo toma y lo lleva a un monte muy alto y le muestra todas las riquezas, pompas, glorias y poderes de este mundo y le dice que todo eso se lo daría si él le adorase. ¡Qué atrevido, qué sinvergüenza! Y eso que era una de las criaturas más excelsas, más inteligentes, quizás como dicen algunos Santos que era el ángel de luz por encima de todos y por eso su nombre Luzbel, luz bella, y quien sin embargo claudicó por la soberbia.

Podemos preguntarnos cómo tenía tanto poder al ofrecerle esas riquezas, cómo fue que nuestro Señor no lo desmintió ni le dijo ¡mentiroso, eso no es tuyo sino que es de Dios!, sin necesidad de haberle dicho que era suyo, porque en cierta forma, como dicen los Padres de la Iglesia, el mundo, el universo, o por lo menos esta tierra, este planeta, este sistema solar, o esta galaxia pertenece de algún modo a Satanás que fue predestinado para que fuera él quien gobernara esta maquinaria terrenal y por eso es el príncipe de este mundo, por eso tiene poder material físico, ese espíritu sobre las cosas, sobre la naturaleza. Por eso se dan las infestaciones, las posesiones demoniacas, diabólicas y de ahí también entonces la necesidad de los exorcismos y las bendiciones.

Finalmente, nuestro Señor le responde: “¡Vade retro, Satana!”, ¡retírate!, ¡hacia atrás, Satanás!, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a Él servirás.” Nuestro Señor tampoco le responde ni le dice: “Yo soy ese Dios”, sino que le contesta con esta otra parte de la Escritura que afirma que solamente a Dios se le debe adoración.

Vemos que en esta triple tentación, la primera, que nos queda a nosotros, a la Iglesia, a la parte humana de la Iglesia, a los hombres, procurarse bienes materiales a través de la religión. Primera tentación en la que vemos ya ha caído la jerarquía actual, preocupada por los bienes terrenales, por el pan, creando la dialéctica, interpretando el Evangelio en esta forma; de allí la teología de la liberación y todos los comunistas que han salido del seno de la Iglesia, los curas, los jesuitas y digo los estos, no porque los dominicos o los franciscanos no lo sean, sino porque ellos, siendo más poderosos, fueron pregoneros de la revolución en América como en Chile, Colombia, Guatemala donde usan la religión para procurar bienes materiales.

Segunda tentación: procurarse el prestigio y el poder, el imperio, el mando a través de la religión; y ¿no vemos eso hoy? Los obispos pavoneándose como grandes sabios cuando viven en el error; los sacerdotes, las monjas, todo consecuencias del Concilio Vaticano II, cambiando la faz de la Iglesia aprovechándose de la religión; la misma jerarquía, en países laicos y masones como Francia, como ver al cardenal Lustiger amigo de ese gobierno masón ha impedido que todos los bienes que los fieles han donado a su muerte para la Fraternidad de San Pío X pudiese recibirlos. Son hechos.
Y así, cuántos otros usando el poder, el prestigio, la fama en provecho propio, se procuran poder a través de la religión. Por ello mucha gente se aleja de la Iglesia escandalizada y muchos se vuelven protestantes, ateos, o comunistas.

Y, ¿no es en el mismo orden en que utilizan el poder desde el Vaticano para destruir a un obispo fiel como monseñor Lefevbre y para someterlo bajo una falsa obediencia a que sea como ellos? Porque hasta eso le propusieron: comprarle un palacete para que viviera como un cardenal, o mejor quizás, y se quedase tranquilo viviendo de vacaciones; eso le pidieron cuando era Superior de los padres del Espíritu Santo para que no predicara la verdad. ¿Eso no es acaso utilizar el poder en contra de la religión y de la verdad? ¿No es en gran parte lo que San Pablo en la epístola de hoy ha dicho, “consideraos como últimos, como si nada tuviésemos, como castigados cuando todo lo tenemos”?, cuando estamos en la verdad; eso nos pasa a los fieles que continuamos firmes en la Tradición. Y no se olviden: cuando se sientan tentados, lean la epístola de hoy para que se vean en cierta forma reflejados en esta gran persecución de Satanás, que en definitiva ha entrado en la Iglesia, como lo dijo Pablo VI, y hoy estamos viendo los frutos.

Tercera tentación. En las anteriores ya ha caído la gran parte de la jerarquía oficial porque nadie se atreve a decir y a predicar lo contrario; la tercera tentación diabólica, perversa, de adorar a Satanás, ¿lo logrará? He ahí el gran misterio de iniquidad. He ahí la abominación de la desolación en el lugar santo, ¿logrará hacer que la Iglesia en su contexto humano adore a Satanás? Tal vez esté por producirse, por verificarse. Y no me hago el profeta, sino que sencillamente sigo la exegesis de la Iglesia, lo que nuestro Señor dice en los evangelios: “Cuando vuelva, ¿encontraré fe...?”.
¿Qué hará el anticristo que se sentará en Roma?, porque así lo dice nuestra Señora en La Salette: “Roma perderá la fe y será la sede del anticristo”. ¿Para qué? Para hacer adorar en definitiva a Satanás, y por eso la gran apostasía, la gran tribulación de los últimos tiempos en los cuales vivimos y en los que, lejos de aterrarnos, con fe y esperanza debemos enfrentar. Hay que enfocar esa realidad que nos está tocando vivir y no pasárnoslas viendo televisión y leyendo revistas que por muy buenas y muy verdaderas no dejan de ser estupideces en comparación con todo lo que está involucrando a la Iglesia a punto de caer, en su parte humana, en esa terrible y demoniaca tercera tentación.

Que no nos demos cuenta es el colmo, porque no hay quien lo predique, quien lo diga, quien lo clame. ¿Por qué? Por cobardía, ignorancia, estupidez humana, o lo que fuera. Por eso el padre Castellani ha sido uno de los grandes exegetas del siglo XX, porque lo avizoró, lo dijo y lo anunció y por ello fue desterrado de la Compañía de Jesús cuando era el teólogo, el doctor sacro bulado por Pío XII.

Para que nos hagamos una idea, eso le permitía predicar y escribir sin el nihil obstat, como doctor sacro de la Iglesia universal. Y, ¿cómo murió? Recluido en un apartamento de dos habitaciones llenas de libros, pero aislado, difamado; se le había prohibido decir la Misa durante muchos años, casi lo vuelven loco en Manresa. Así trataron a este doctor por señalar con el dedo lo que ahora les estoy diciendo y por eso, mis estimados hermanos, esta triple tentación debemos meditarla hoy más que nunca, y tener cuidado porque Satanás no llegará a hacerse adorar de golpe, necesitará primero quitar la esencia a la religión católica. Por eso vaciará el culto de la Santa Misa, de los sacramentos, de la doctrina, de las verdades católicas, de los dogmas. Lo que se viene haciendo desde el Concilio Vaticano II, con toda la innovación revolucionaria de la liturgia y de la teología.
Satanás necesita un culto falso, vaciado de su contenido para lograr que le adoren, que la Iglesia en su contexto humano caiga en la tercera tentación y le alabe.

Pidamos a nuestra Señora que nos ayude a meditar y tener presente todo esto para que permaneciendo siempre fieles adoremos a nuestro Señor Jesucristo y no a otro. +

PADRE BASILIO MERAMO
9 de marzo de 2003

miércoles, 22 de febrero de 2023

Miércoles de Ceniza, MEMENTO HOMO

  


Extracto del Sermón del R.Padre Méramo del Domingo de Quincuagésima en febrero de 2001.



...Con los domingos de Septuagésima, Sexagésima y Quincuagésima, la Iglesia nos prepara para la Cuaresma que comienza con el Miércoles de Ceniza y que nos conduce, nos lleva al misterio de los misterios, la Pascua de Resurrección. Y para prepararnos bien a la Resurrección, a ese misterio fundamental de nuestra fe, la Iglesia nos invita a la oración, al sacrificio y a que vivamos también la Pasión de nuestro Señor y su crucifixión antes de resucitar. Este es el significado y simbolismo de la Cuaresma que con el preludio de estos tres domingos nos vayamos adentrando en ese espíritu de sacrificio de la Pasión de nuestro Señor que debemos tener presente a todo lo largo de nuestra vida.
La religión católica es inconcebible sin sacrificio, sin la Pasión de nuestro Señor. Lamentablemente el mundo pagano festeja para estas fechas todo lo opuesto, el carnaval, que es un festival pagano de la carne, es una fiesta antiquísima que ha sido imposible erradicar, ni siquiera con todos los siglos de cristianismo, por lo que en muchos lugares se hace durante estos días reparación ante el Santísimo, por los desmanes que se cometen en estos días cuando debiera ser lo opuesto, una preparación para la Cuaresma. Eso nos demuestra cuán opuesto es el espíritu católico al espíritu del mundo, son antagónicos y esos dos espíritus están en nosotros, el espíritu del mundo y de la carne simbolizados por el viejo hombre, y el espíritu católico simbolizado por el nuevo hombre.
Ese es el combate permanente que sostendremos durante toda nuestra vida, de ahí que debamos estar alertas para que no venza en nosotros el espíritu de la carne, el espíritu del viejo hombre. Ese es el ejemplo que nos han dado los Santos, la lucha y la victoria sobre la carne, y ese es el espíritu que se intensifica en la Cuaresma. No es que la religión pida que seamos masoquistas; simplemente la religión católica es una religión con espíritu de sacrificio, el sacrificio de nuestro Señor, su inmolación al Padre Eterno por nuestros pecados, la víctima inocente. Ese es el significado del sufrimiento cristiano católico y aun el de las víctimas inocentes como pueden ser los niños sin uso de razón, como el sacrificio de los Santos Inocentes y eso explica lo que el mundo no entiende por no tener la fe y la concepción católica de las cosas; cuando le reprocha a Dios el sufrimiento de personas inocentes, juzgan de acuerdo al mundo para reprocharle. De ahí la necesidad de que sepamos ofrecer los sufrimientos a imagen de nuestro Señor, por nuestros pecados y también por los de los demás. Los grandes Santos no sufrían solamente por sí, sino también por los demás, por la Iglesia.
Hoy, como nunca, hay que sufrir por la Iglesia, por todo lo que está aconteciendo dentro de ella, por la pérdida de fe, por la apostasía, por la corrupción de la religión, por la corrupción del orden social católico, por la destrucción de la familia y de las naciones católicas, por el mal ejemplo, los escándalos, el pecado institucionalizado. Siempre hubo pecados y maldad, pero nunca hubo el pecado como hoy, proclamado e institucionalizado con el descaro que se ve.
Antiguamente el pecador reconocía que lo era, que era miserable, que estaba conculcando la ley de Dios; hoy es todo lo contrario, esa ley de Dios ya no se proclama, ya no existe, lo que existe es la ley del hombre, la libertad del hombre, la dignidad del hombre, los derechos del hombre, la religión del hombre y por eso es una religión que no implica sacrificio, que no tiene la noción de la Santa Misa sino de una cena al estilo protestante, porque, en definitiva, es una religión del hombre, que utiliza el título de católica, se sirve de la reputación de la religión católica y se encubre bajo ese nombre, pero no es la religión católica, es la religión del hombre, no es la religión por Dios, por lo cual se la hace fácil, sin sacrificio, que “cada cual haga lo que quiera, es su conciencia la que determinará si está bien, si está mal”.
Y así se conculcan los derechos más sagrados de Dios y se destruye todo principio de orden, de felicidad y de bienestar, por eso el mal y la gran amenaza que hay sobre el mundo, el castigo de Dios que tarde o temprano vendrá, esa purificación que tendrán el mundo y la humanidad. De ahí que nosotros debemos purificarnos sufriendo con paciencia estos males que afectan a la Iglesia, que afectan a la religión y que hacen que la Iglesia sufra en carne propia la Pasión de nuestro Señor y que así, sufriendo el Cuerpo Místico de Cristo que es la Iglesia, salgamos acrisolados, purificados, como el metal que se purifica al contacto con el fuego.
Aprovechemos esta Cuaresma para que se intensifique el deseo de reparación, de purificación, de sacrificio, de inmolación; que dispongamos bien nuestras almas para poder regocijarnos después con la resurrección de nuestro Señor, esa resurrección que también es promesa para todos aquellos que somos sus fieles. De ahí la importancia de la fidelidad a la gracia divina, la fidelidad a nuestro Señor...

Nota del Editor, hace algunos años:

Posterior al doble rayo sobre la cúpula de la Basílica de San Pedro hoy sede del Anticristo,  perfectamente consumada del legado profético  de Daniel el santo profeta,  con  sus también consumados y  pomposos; Un tiempo, ( Paulo 6),  Dos tiempos de  JP p´s,  y  el  Medio tiempo más  de la  rata cantantante,  Acaecidos que fueran,  dando por parte del Cielo,  la señal de la finalización del periodo de los 7 reyes apocalípticos,  con el rayo sucedáneo sobre el corcovado,  lugar en el que tendría efecto   el festival de la carne encabezado por "El Pedro Romano" (Un simple Humano) de  San  Malaquías, (Similar a la forma en  la que los festines al  ente de la carne, por parte de antiteos y paganos, siempre precedieron a la Santa cuaresma)  y preanunciando la recta final, "ASÍ COMO EL RAYO CAE EN ORIENTE Y ES VISIBLE EN OCCIDENTE"  preparusiaco.  Da  Inicio  de manera  formal con este Miércoles de ceniza,  La cuaresma pre crucifixión de la Inmaculada esposa del Divino cordero,  con Los cuarenta días, (léanse meses) de tiempo de mortificación, para  la pusylus,  ( o los 1200 y tantos días del mismo Daniel Santo Profeta: (1290 desde la elección del falso Prometeo o Francisquito, que tienen "causalmente, su exacta cumplimentación, el 28 de Diciembre del 2016 ligeramente posterior al 2 de Octubre de ese año, en el que se cumplimentan  los 6000 años de la creación,  con la cumplimentación también  el siguiente 11 de febrero del 2017 Día de la festividad de Lourdes, los 1335 días también del Santo Profeta Daniel)),  cuaresma que justo culmina con el periodo del tiempo extra, posterior al medio tiempo Rat...zingereano,  Real profeta del  anticristo, que fue anunciado por el libro de la Revelación como  anterior pero posterior,  al  propio  JP2,  La bestia que fue,  que volvió a ser  y  que  ahora  sin  ser  sigue siendo, (como  emérito papa de la iglesia del AntiCristo), y que apegado al Mismo evangelio eterno,  será arrojado vivo  al  abismo, que también "Causalmente"  converge en el centenario de Fátima,  (indicio de que el "Dies Ire"  acontecerá en vida de la rata cantante,  bestia de la tierra, que hizo adorar con el falso milagro de la sangre incoagulada (criterio médico que significa vida)  de  JP 2, y con la presencia de su imagen parlante,  en aquél nefasto día, en donde se juntaron los águilas).


   Así pues, dispongámonos "In Nomine DOMINE"  para los cuarenta meses de Penitencia (expulsiones calumnias difamaciones y vejaciones)  de Ayuno (Sin pastores, sin sacramentos),  de  abstinencia, de meditación y de oración, SIN PERDER DE VISTA EL MAPA,  con los  indispensables prerequisitos,  menesteres imperiosos, para quienes pretendamos por inmerecida gracia, participar en las bodas del cordero, como Vírgenes (Sin haber fornicado, con  el mundo Cristiano moderno o modernizado,  y sus visibles posibles elecciones, (El Cristo No esta en el desierto,  Ni está en el fondo de la casa)),  pero vírgenes prudentes, ( con el aceite de la gracia),  Y  asegurados, de que sea con el exacto y perfecto vestido para las bodas, (LA VERDADERA CARIDAD),   de lo contrario, aun estando en el convite podemos ser expulsados a las tinieblas eternas,  Y  con La marca de Cristiano En la Frente, símbolo y figura de la cruz de cenizas con la que acompañamos al inicio de la cuaresma que comienza hoy con todas sus implicaciones.    Teniendo presente mas que  Nunca,  que  el rezo de los quince misterios del Santo Rosario,  "SON EL ÚLTIMO RECURSO, QUE EL CIELO DIO AL HOMBRE",  Que  en la  Crucifixión del Divino Cordero, Única y exclusivamente estuvieron presentes, San Juan (Apocalipsis),  Y la  Santísima  Virgen María, (EN PORTUGAL ("El portus calus",  el puerto hermoso,  en la devoción a la Santísima virgen María)  SE CONSERVARA  LO QUE SE DEBE CREER DE LA  VERDADERA FE".

SEA PARA GLORIA DE DIOS
Alberto González.


domingo, 19 de febrero de 2023

DOMINGO DE QUINCUAGÉSIMA

  


Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:
Nos encontramos en el domingo de Quincuagésima, que significa los cincuenta días que nos separan de la Pascua de nuestro Señor, estos tres domingos antes de comenzar la Cuaresma. El tiempo de Septuagésima, es un preludio para la Cuaresma, es decir una preparación para que nos dispongamos a celebrarla santamente, y con la mortificación de este tiempo a través de la penitencia, el ayuno, la oración, el sacrificio intensificado, nos preparemos para la gran fiesta de la Pascua.

En este domingo vemos cómo nuestro Señor anuncia su muerte, su Pasión, pero los discípulos no comprendían ese lenguaje. Sin embargo, nuestro Señor lo manifiesta para que cuando llegue la hora lo recuerden y se les mitigue esa gran pena, esa gran desolación, ese abandono por la muerte en la cruz. Y vemos cómo cura al ciego en esta ocasión que le llama Hijo de David. No había expresión más excelsa, más honorable, más que decir aquí doctor, como tontamente en estas tierras se le dice doctor a cualquiera. Pues mucho más que decirle así a alguien, era decirle antaño hijo de David. Era ensalzarlo a ese linaje del rey David, mucho más que el nombramiento de doctor tan vulgarizado en nuestro país.

Pues así este ciego le pide a nuestro Señor que le cure y Él al oír los gritos desaforados, podríamos decir impertinentes, lo manda traer y le pregunta que quién es, qué quiere y él le pide que vea, que le dé la vista, y nuestro Señor se la concede, lo cura y le dice que su fe le ha salvado. ¿Por qué? Porque sencillamente para pedirle a nuestro Señor ese milagro, tenía que tener fe y este buen ciego la tenía; nuestro Señor quiso entonces premiársela dándole la luz de la vista, puesto que la fe es la luz divina, la luz sobrenatural que nos hace conocer y adherir a la Verdad Eterna que es Dios y a toda otra verdad en el nombre de Dios.

La fe tiene por objeto tanto material como formal, a la Verdad Primera que es Dios en su doble aspecto objeto material y objeto formal, cosa que pasa desapercibida u olvidada; la fe es esa adhesión a la Verdad Primera, a Dios, propuesto como verdad a nuestra inteligencia. De ahí la gran corrupción que provoca Satanás y todos sus secuaces para destruir las inteligencias, para que no se adhieran a la Verdad primera. Por eso a este pobre ciego que algunos dicen que era Bartimeo, nuestro Señor quiso premiarlo con la luz natural como síntoma de esa luz espiritual que ya brillaba en él.

Y nuestro Señor elogia esta fe, la que es el fundamento de la Iglesia católica, apostólica, romana, junto con el otro gran basamento que son los sacramentos de la fe, como dice Santo Tomás de Aquino. Si se sacude la fe se está quitando el apoyo de la Iglesia católica, se tambalea la Iglesia y se socava la fe. De ahí el gran cuidado de conservarla, hoy más que nunca porque es de difícil adquisición. Ya no se sabe a dónde ir o recurrir para tener la fe, porque aun ni yendo a Roma encontramos la fe católica, apostólica, romana, mis estimados hermanos. Si vamos al clero, no encontramos la fe católica, sino una parodia, un sustituto, pero no encontramos la fe simple y pura.

Ese es el logro de las tinieblas, de Satanás, que ha complicado esa luz sobrenatural de la fe, dificulta que nuestra inteligencia que se adhiera a esa verdad primera y que se profese esa fe; son muy pocos los que la ejercen en estos tiempos de universal apostasía que nos ha tocado vivir, en los cuales debemos armarnos para no sucumbir y mantener esa llama viva de la fe, para no estar más ciegos que el del Evangelio de hoy, que no veía; mucho peor que no ver, es no tener la luz de la gracia de Dios en los corazones. Poco nos importaría ver o no con los ojos de la carne si nuestra alma estuviera inundada de la luz de la gracia de Dios. Y por eso el mundo está lleno de densas tinieblas, aunque alumbre la luz del sol porque falta el sobrenatural que es Cristo.

El mundo de hoy más que nunca le rechaza y ese rechazo hoy se hace con la connivencia, con la anuencia de aquellos pastores que por sus cargos debieran ser la luz del mundo y que lamentablemente no lo son.

Y por eso el nefasto acto de Asís se ha vuelto a repetir este año, y hay que decirlo y recordarlo. La pertinacia en el error, rebajando a Dios a cualquier concepto que se tenga de su dignidad; degradándolo a un concepto pagano de dios que no es el Dios de la revelación, no es el Dios Uno y Trino, ni el único camino que es el Verbo Encarnado, nuestro Señor, pues no hay otro camino. Buda no es un camino, ni Confucio, ni Mahoma, ni ningún fantoche de esos que fundarono dirigen las falsas religiones, invenciones del demonio como muy claramente lo dice el Salmo 95, que el dios de los gentiles, es decir, de los infieles, es obra del demonio.

Entonces es absurda, ilógica esa reunión, esa degradación, esa negación del Credo, de su primer artículo que es el símbolo de nuestra fe, pero que no lo ven, el mundo no lo quiere ver y Roma paganizada tampoco, convirtiéndose en una Babilonia como ya la llamaba San Pedro cuando escribía desde Roma; la Roma sin fe es la Babilonia del Apocalipsis, la falsa religión, la mujer vestida de escarlata, la mala mujer que cabalga sobre la bestia bebiéndose la sangre de los mártires y que en la frente lleva la palabra misterio, el misterio de la religión prostituida de los últimos tiempos. De todo lo cual ya nos hiciera advertencia, mil veces, nuestra Señora en sus apariciones y en la principal, la de La Salette; todo para advertirnos que no perdamos la fe a instancias de Roma paganizada, de la Roma moderna, para ser fieles a la Roma sempiterna, a la eterna, a la católica y apostólica.

Para que bajo una falsa obediencia, bajo pretexto de autoridad no se nos conculque a perder la fe; ese es el gran mérito de los pocos fieles que permanecen leales a nuestro Señor y a la Iglesia católica, apostólica y romana. Ese es el gran combate que pocos, muy pocos entienden o quieren entender y es el que les corresponde a ustedes mis estimados fieles, comprender y pedir para que no apostaten, para que no desertemos, porque es una visión espeluznante la caída de sacerdotes, inclusive tradicionalistas, que oyen a la sirena y caen por la presión espantosa del error bajo el peso de la autoridad corrompida.

“¿Qué será de la sal si pierde su sazón?”. Para nada vale ya, sino para que la tiren a la calle y la pise la gente, pues eso es lo que vale un cardenal, un obispo, un sacerdote o el clero que no tiene la sal de la fe, que le pisoteen la cabeza. Y eso no lo digo yo, mis estimados hermanos, lo dice el Evangelio de nuestro Señor; lo que pasa es que no tenemos fe, no sabemos juzgar las cosas con ella y ser consecuentes; por ello nos gusta entonces el contubernio, la amalgama, la combinación, la diplomacia. Para seducir y corromper siguiendo así la obra de Satanás.

Por eso es un gran deber de los pocos fieles, de los pocos sacerdotes, de los pocos obispos; no sé si quedará por ahí algún cardenal que ciertamente no es monseñor Castrillón, porque es uno de los peores, que hizo caer al clero fiel de monseñor don Antonio de Castro Mayer, ya reciclándolos, ya homologándolos bajo la presión de la autoridad y que nos haría caer, que haría caer a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, si no permanecemos fieles y vigilantes al espíritu de monseñor Lefebvre, de monseñor de Castro Mayer; estos fueron los San Atanasios del siglo XX, porque no hicieron más que recordar los principios de la fe, para que salvemos nuestras almas y no caer seducidos en el error, tonta y estúpidamente.

Por eso tenemos que pedir, mis estimados hermanos, más que la visión que pidió este ciego, la luz, la visión sobrenatural de la fe, para que nos adhiramos de todo corazón a la Verdad Primera que es Dios y así salvar nuestras almas y las del prójimo en esta gran confusión. Este es el mensaje que nos debe quedar si confrontamos el Evangelio de hoy, con lo que está pasando de un modo más agudo, más crítico y más grave, para el mundo y para la Iglesia, y por tanto, para nosotros, que sin ser del mundo, vivimos en este mundo queriendo ser fieles y dignos hijos de la Iglesia católica, apostólica y romana, fuera de la cual no hay salvación.

Pidámosle a nuestra Señora, a la Santísima Virgen María, que con esa fe podamos entrar en esta Cuaresma y en esta la verdadera Pasión de la Iglesia, porque al igual que nuestro Señor, la Iglesia está siendo crucificada. Por eso debemos permanecer de pie como nuestra Señora al pie de la Cruz mientras los apóstoles huyen aterrados abandonándolo; por eso es la hora de la Virgen María, de la Santísima Virgen María, para mantenernos de pie en esta segunda crucifixión de nuestro Señor en su Cuerpo Místico que es la Iglesia católica, apostólica y romana. +

PADRE BASILIO MERAMO
10 de febrero de 2002

domingo, 12 de febrero de 2023

Domingo de Sexagésima

  


Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:

Nos encontramos en el domingo de Sexagésima, con el cual nos vamos acercando a la Cuaresma. La Iglesia nos prepara a disponer bien nuestro espíritu y nuestro cuerpo en la oración, el sacrificio, la abnegación, la limosna. Prepararnos santamente durante la Cuaresma para después festejar la gran fiesta de la Pascua; este es un tiempo de introducción a la Cuaresma y ésta en sí misma es una preparación para la Resurrección de nuestro Señor. No olvidemos que así como Él resucitó, también resucitaremos nosotros, de ahí que nuestra estancia en este mundo, en esta tierra, no deja de ser una Cuaresma, una preparación para el cielo.

En este domingo consideramos la parábola del sembrador, parábola que nuestro Señor mismo les explica a sus apóstoles; esa semilla que es la palabra de Dios, la palabra que salva, que debe caer en terreno fértil para que produzca fruto, este es su mensaje. Es muy extraño que un sembrador riegue la semilla a diestra y siniestra, absurdo por naturaleza, pero justamente nuestro Señor quiere mostrar que la palabra de Dios Él la esparce por todas partes, a derecha e izquierda, a lo largo del camino, a través de toda esta vida, el problema es que no cae siempre en terreno adecuado, y que nosotros estamos allí estereotipados en alguno de esos sectores en los que cae la semilla y que divide la parábola.

Una semilla cae a la vera del camino, donde están los que oyen la palabra pero que después se las arrebata el demonio para que, no se salven. No hace falta solamente oír, hay que oír con atención, hay que escuchar, prestar atención a esa palabra de Dios y no tomarla distraídamente, Alegremente , porque así no da fruto; por eso la arrebata el demonio; eso pasa en muchas personas que oyen la palabra pero se las arrebata el demonio y yo no sé si en ese sector están incluidos todos aquellos que como en Colombia, siendo católicos, naciendo católicos, hoy forman una legión, una manada –son como animales en manada– de protestantes, de todos los matices. Oyeron la palabra de Dios, pero el demonio se las robó; se dedican a predicar un evangelio que no es el de la Iglesia, que no es el de Dios.

Después, vemos que la semilla cae entre piedras; nuestro Señor explica que no echa raíces, es decir, que la palabra de Dios no se arraiga, no se enraíza, no tiene raíces, no tiene profundidad, cae superficialmente y así tampoco produce fruto, porque la palabra de Dios tiene que caer en lo hondo, en lo profundo de nuestra alma, penetrarla, vivificarla, que la fe arraigue, que no quede a flor de piel, que no quede sin raíces hondas y profundas; la estabilidad de un árbol depende de lo hondo de sus raíces, con lo cual nuestro Señor muestra cómo esa semilla también deja sin frutos a quienes la escuchan, porque no echa raíces.

Otra parte de la semilla cae entre espinas; nuestro Señor nos dice que queda sofocada por los placeres, los deleites de esta vida y los halagos del mundo.

Una cuarta parte cae en terreno fértil y da fruto. Por otra parábola sabemos lo que nuestro Señor dice de ese fruto, que unos dan treinta, otros sesenta y otros dan el cien por cien, incluso el fruto no es parejo aun cayendo en terreno fértil, eso nos muestra el misterio. Como Dios predica para todos los hombres, para eso instituyó su Iglesia, para que enseñe la palabra de Dios y, oyéndola, el hombre se salve. Sin embargo, la semilla no cae en terreno fértil y ese terreno es el de nuestras almas, porque oímos sin prestar atención no echa raíces; los halagos y apetencias de este mundo sofocan esa semilla, por falta de virtud, por falta de abnegación; por eso entre las condiciones esenciales y para que la semilla, la palabra de Dios, produzca fruto, se requiere que se oiga, que se preste atención, que se escuche, que arraigue en nuestra alma, que ahonde, la penetre, la vivifique y después, tener cuidado y solicitud para que los vicios de este mundo no nos hagan sucumbir. Debemos entonces, estar alertas, diligentes, vigilantes, para que así dé fruto y salvemos nuestras almas.

No debe extrañarnos que en esta parábola nuestro Señor haya dicho, después de haberles advertido, que oigan, que escuchen, que entiendan, que hablaba en parábolas para que no entendieran; a simple vista sería una gran contradicción y la única explicación es el sentido irónico en el cual nuestro Señor se sitúa, al decir que hablaba en parábolas para que no entendieran, es como el ejemplo de una madre que manda al hijo a llevar un vaso o un plato a la cocina y en lugar de decirle que tenga cuidado para que no se le rompa le dice “que se te rompa”. La ironía se usa como estilo indirecto, pero a veces es mucho más preciso para decir verdades, mucho más breve; es un llamado de atención que sitúa en el plano de la reflexión para que pongamos cuidado y prestemos atención.

Nuestro Señor habla en parábolas, ejemplificando con imágenes sensibles de orden cotidiano que nos ayuden a comprender una realidad sobrenatural desconocida; por eso no hay ninguna contradicción y queda esclarecida esa aparente oposición que pudiéramos encontrar en la interpretación del evangelio de hoy. De ahí la necesidad de explicar el evangelio, de la exhortación por parte de los ministros de la Iglesia siguiendo a los Padres de la Iglesia, siguiendo el juicio y el veredicto de la Iglesia y no inventándose por su cuenta explicaciones que no tienen un respaldo en la Iglesia y en sus Santos, aunque a veces entre ellos haya discrepancia, pero no como interpretan los protestantes, cada uno a su gusto desconociendo olímpicamente la autoridad de la Iglesia, de allí su pecado y su error.

Pidamos a nuestra Señora, la Santísima Virgen María, que nuestra alma sea tierra fértil abonada con muy buenas disposiciones para que la semilla, la palabra de Dios, fructifique en nuestras almas y así podamos salvarnos y con el buen ejemplo ayudar a salvar a los demás. +

BASILIO MERAMO PBRO.
18 de febrero de 2001

domingo, 5 de febrero de 2023

San Felipe de Jesús Primer Santo Mexicano, y la burla de la masonería

  


Historia del Primer Santo Mexicano: 

"Felipe de las Casas Martínez nace en la Ciudad de México el primero de mayo de 1572, primogénito de once hijos del matrimonio español formado por honrados inmigrantes españoles: don Alonso de las Casas y doña Antonia Martínez. Su pila de Bautismo se conserva en la Catedral Primada Metropolitana.
En su niñez se caracterizó por su índole inquieta y traviesa. Se cuenta que su aya, una buena negra cristiana, al comprobar las diarias travesuras de Felipe, solía exclamar, con la mirada fija en una higuera seca que, en el fondo del jardín, levantaba a las nubes sus áridas ramas:
"Antes la higuera seca reverdecerá, a que Felipillo llegue a ser Santo"... El chico no tenía madera de Santo... Asistió al Colegio de San Pedro y San Pablo de donde sería expulsado debido a su carácter incontrolado y travieso.
Posteriormente es enviado al noviciado franciscano de Santa Bárbara en la Ciudad de Puebla, del cual escapa para regresar a su casa.
Don Alonso decide entonces, ponerlo a trabajar en un taller de platería en donde mostró habilidad para labrar la plata; sin embargo, su inconstancia y falta de disposición para trabajar entre cuatro paredes, llevó al fracaso este nuevo intento de forjarle un "porvenir" a Felipe.
Las cosas se habían puesto tensas en su casa y Felipe, de entonces 18 años, decide embarcarse hacia las filipinas para actuar como agente de compras en Manila para los negocios de su padre, corría el año de 1590. Manila, punto de confluencia de razas, de comercio, de tentaciones... Felipe se deja atraer por un tiempo por los juegos de azar, actividad muy popular entre los habitantes de aquellas tierras.
El joven Felipe gozó por un tiempo de los deslumbrantes atractivos de aquella ciudad; pero pronto se sintió angustiado: el vacío de Dios se dejó sentir muy hondo, hasta las últimas fibras de su ser; en medio de aquel doloroso vacío volvió a oír la llamada de Cristo: "Si quieres venir en pos de Mí, renuncia a ti mismo, toma tu cruz y sígueme" (Mt.16, 24).
Para el apuesto y próspero Felipe llegaba el momento de la decisión y escoge correctamente. Acude al convento franciscano de Santa María de los Ángeles en Manila en donde se entrega con fervor a la disciplina conventual y se prepara para la labor misionera que llevaba a cabo la orden y también, sin saberlo, se prepara para el martirio.
Profesó el 22 de mayo de 1594 con el nombre de Felipe de Jesús. Aparece así, el "hombre nuevo" de las cenizas del viejo; aparición que implica morir en cierto sentido, morir al mundo, implica dolor, dolor de "perder" nuestra vida cómoda.
Además de Felipe de Jesús, otros dos de los hijos de don Alonso y doña Antonia optaron por la vida religiosa: Juan, mártir también en las Islas Filipinas y Francisco, evangelizador agustino en México.
Y Felipe de Jesús volvió a tomar la cruz, y ahora si tomó muy en serio su conversión... Oró mucho, estudió, cuidó amorosamente a los enfermos y necesitados, y un buen día le anunciaron que ya podía ordenarse sacerdote, y que, por gracia especial, esa ordenación tendría lugar precisamente en su ciudad natal, en México, a la vista de sus Padres y amigos de la infancia...
En el siglo XVI, la aventura más espectacular era atravesar el inmenso Océano Pacífico de Asia a México; el viaje más arriesgado y largo que se hacía en el mundo era el de Manila al Puerto de Acapulco. Cada viaje iba acompañado de enfermedades, hambre y sed, inquietudes y desvelos.
El viaje de Manila a cualquier punto de América era, casi, un viaje a la Eternidad. Los navegantes sufrían por las tempestades que movían al galeón horriblemente, golpeándolo en forma espantosa. Muchos morían a consecuencia de los golpes, otros de miedo y algunos de mareo y debilidad.
La travesía duraba siete meses y a veces ocho meses. Felipe de Jesús empezó su viaje desde el Puerto de Cavite rumbo a su patria el 12 de julio de 1596, en un navío que tenía un nombre anticipatorio: el "San Felipe".
Dos fueron los tifones que golpearon al "San Felipe" de madera. Cuando el mar se serenó un poco se dieron a la tarea de reconstruir el "San Felipe", a curar las heridas y sepultar entre las bramantes olas a los muertos que la catástrofe había causado.
Siete días llevaban con tiempo sereno y mar en bonanza, cuando Fray Juan Pobre sugirió que se hiciese una arribada al Japón, lo que aceptó el General Matías Landecho, y cuando iban tomando rumbo hacia la costa les asaltó otro temporal más furioso que los anteriores, que duró 36 horas.
Era el 5 de octubre cuando ya el Galeón "San Felipe" se encontraba sin palo sano de Proa a Popa; y sin embargo, caminaba lentamente hacia el Japón.
Se dirigían al Gran Imperio del poderoso Taico Sama, la tierra de las ilusiones misioneras de Felipe de Jesús; él era el único que iba jubiloso, olvidado de todo, sólo pensaba en misionar. El cristianismo había entrado en Japón desde 1549, de la mano de San Francisco Javier S.J.
Felipe de Jesús se soñaba entre paganos alumbrándolos con la antorcha de la Fe y lavándolos con el agua regeneradora.
Soñaba que en Japón recibiría las Sagradas Ordenes de manos de un Obispo Misionero, y se quedaría en el fabuloso Japón, en el maravilloso Imperio del Sol Naciente, quemando su existencia en aras de un ideal sublime que llenaría toda su vida.
El Galeón "San Felipe" avanzaba sin cosa que para la navegación valiese y sin embargo, enfilaba derechamente al Japón. Todos palpaban que la navegación era milagrosa; hasta que por fin descubrieron tierra del Japón a la altura de Meaco, capital del Imperio.
Al intentar hacer tierra todavía correrían un último riesgo, temían chocar con alguna roca y destrozarse, pues el galeón no llevaba mando. Afortunadamente salieron del peligro y llegaron frente a las costas de Shikoku.
Todos los náufragos del "San Felipe", no se cansaban de dar gracias a Dios por aquel milagro y arrodillados en tierra japonesa entonaron el "TE DEUM LAUDAMUS". Felipe de Jesús besaba la tierra una y otra vez; tocaba ya no en sueños, sino despierto, la tierra de los mil atractivos y peligros.
El régimen político de Japón en la época de nuestro mártir se caracteriza por ser un gobierno militar presidido por un "Shogun", que de hecho controlaba y dirigía los destinos del país a espaldas del emperador, recluido en su palacio de Kyoto como figura decorativa.
Cinco ciudades del Imperio eran "shogunales", bajo el control directo del "generalísimo". Estas eran Kyoto, Tokyo, Osaka, Sakai y Nagasaki.
Oda Nobunaga fue el gran Shogun que comenzó el comercio con las potencias extranjeras; por ello favoreció el crecimiento del cristianismo. Toyotomi Hideyoshi cambió de actitud, y en 1587 publicó el "Edicto de expulsión de los misioneros". Taiko Sama dejó dormir su decreto pero seguía atentamente los movimientos de los misioneros por medio de espías.
Una delegación de los náufragos, incluyendo a Felipe de Jesús, decide viajar a la ciudad de Kyoto para encontrarse con otros franciscanos que predicaban ahí y solicitarle al embajador del gobernador de Filipinas, Fray Pedro Bautista, su intercesión ante el Shogun Taiko Sama para reparar la nave que había sido confiscada por el Shogun.
Pero el Shogun no quiso recibirlos; por el contrario, la mañana del 8 de diciembre de 1596 ordena la aprensión de los frailes del Convento de Santa María de los Ángeles en Kyoto "por haber desobedecido la orden para no predicar abiertamente". Aunque la verdadera razón de esta orden era el temor de los Shogun a ser dominados por las potencias extranjeras a través de la religión en un momento en que se estaba consolidando la unidad del país.
Felipe de Jesús pudo haberse sustraído al decreto de muerte: no había tenido tiempo de predicar y ni siquiera había elegido ir al Japón; era un náufrago, y como tal habría podido seguir su camino, como los otros náufragos lo hicieron, una vez reparado el barco.
Pero la puerta del Santo no es la puerta fácil... Siguió, pues, hasta el último suplicio a Fray Pedro Bautista y demás misioneros franciscanos que desde hacía años evangelizaban el Japón.
El 30 de diciembre, Taiko Sama decide trasladarlos a Nagasaki ubicada a 900 kilómetros, con el objeto de sacrificarlos en la única ciudad del Japón que había nacido cristiana.
Este recorrido tan largo, pensaba Taiko, serviría para erradicar la fe de aquellos japoneses que estuvieran tentados a acogerla por lo que durante todo el camino sometió a los prisioneros a innumerables afrentas.
El primero de enero se unen a los presos de Kyoto otros catequistas capturados en Osaka; más tarde se les unirían otros dos cristianos para completar el grupo de 26 prisioneros.
El 3 de enero se les mutila el lóbulo inferior de la oreja izquierda como forma de "marcar" a los que iban a morir. Este último hecho lleva a Felipe de Jesús a exclamar:
"Ya dimos la primera sangre; ya nadie nos quitará el gozo de darla toda por la fe".
26 cruces fueron dispuestas en la Colina de Nagasaki aquel 5 de febrero de 1597. Sus captores los crucificaron en una loma, la del Tateyama, que también era un trigal.
La cruz de Felipe de Jesús fue la del centro, la trece, como queriendo otorgarle a este extranjero que no hablaba japonés y con sólo unos meses en el Japón, el lugar más importante no sólo del Tateyama sino del comienzo de la evangelización del Japón.
Felipe de Jesús no podía hacer mucho por no tener las Sagradas Ordenes, ni dominar del todo la lengua. Lo que más hacía era orar, orar con fe pidiendo fortaleza para sí y para sus compañeros. Le parecía que no había hecho nada grande para merecer el martirio. 26 prisioneros sacrificados:
-Seis Misioneros Franciscanos: había cuatro españoles, fray Pedro Bautista Blásquez, fray Martín de la Ascensión, fray Francisco Blanco, y fray Francisco de Miguel. Y con ellos, fray Gonzalo García, indio portugués, y fray Felipe de Jesús, mexicano.
-Tres Jesuitas: Pablo Miki, un japonés de familia de la alta clase social, hijo de un capitán del ejército y muy buen predicador; Juan de Goto y Santiago Kisai, (dos hermanos coadjutores jesuitas).
-16 Cristianos Japoneses que eran catequistas y se habían hecho terciarios franciscanos. Entre ellos: un soldado: Cayo Francisco; un médico: Francisco (de Miako); Buenaventura y Matías (de Miako); Tomás Danki (de Ize); un enfermero: Juan Kisaka o Kinoia; Cosme y Máximo Takeya (padre e hijo); Joaquín Sakakibara, Pablo Suzuki, y tres muchachos de trece años que ayudaban a misa a los sacerdotes: Luis Ibarki, Antonio Deyman (de Nagazaki) y Tomás Kasaky, cuyo padre fue también martirizado.
-Un Coreano: León Karasuma.
Felipillo, Felipe de las Casas Martínez, se abrazó a la cruz de la cual fue colgado, suspendido mediante cinco argollas, pero las de sus tobillos estaban mal ajustadas, y sus pies resbalaron repentinamente del pedal de la cruz, quedando su garganta oprimida por el aro de acero puesto en su cuello.
Ahogándose, moviendo desesperadamente la cabeza, sólo pudo decir sus últimas palabras: "Jesús, Jesús, Jesús". A sus gritos corrieron los soldados y mirándole en agonía rematan al mártir clavando sus lanzas: dos lanzas atravesaron sus costados, una el costado derecho y otra en el corazón, y cruzándose en el pecho, salieron por sus hombros. Felipe de Jesús fue el primero en morir en medio de todos aquellos gloriosos mártires.
Era el 5 de febrero de 1597; muere el primer Santo Mexicano, San Felipe de Jesús, primer mártir del Japón, Mexicano Universal.
Cuenta la leyenda que ese mismo día la higuera seca de la casa paterna reverdeció de pronto y dio fruto. "¡Felipillo es santo, Felipillo es santo!", gritaba incrédula su nana en México al ver reverdecer la higuera muerta desde hace tiempo, mientras Felipe de Jesús cumplía con una misión, una misión grandiosa y que sin embargo pocos entendían en el lugar donde la llevaba a cabo.
"En la colina santa de Nagasaki había una selva de cruces y una turba de invictos mártires. Los cristianos se precipitaron a recoger sus vestidos para tenerlos consigo como reliquias y la sangre para humedecer paños llevados con esta finalidad. Entre tanto Dios glorificaba a sus mártires con ruidosos prodigios. Los cuerpos de los mártires difundían un delicioso perfume. Durante dos meses duraron colgados de las cruces sin dar signos de putrefacción. Las aves de rapiña que solían alimentarse de los cuerpos de los condenados en aquel lugar, dieron muchas vueltas alrededor de los cuerpos de los mártires sin tocarlos".
Felipe de Jesús fue beatificado, juntamente con sus compañeros Mártires de Nagasaki, el 14 de septiembre de 1627, por el Papa Urbano VIII. El Beato Felipe de Jesús fue canonizado el 8 de junio de 1862 por el hoy Beato Papa Pío IX, junto con sus 25 Compañeros Mártires de Nagasaki, Japón.
Sobre el frontispicio del Vaticano, junto al emblema del Pontífice reinante, lució el escudo mexicano y la imagen del Primer Santo Mexicano dentro de la imponente Basílica ante la regocijada y piadosa presencia, en Roma, de varios obispos mexicanos, entre ellos el de Guadalajara, don Pedro Espinoza y Dávalos. La Nación Mexicana declaró a San Felipe de Jesús su segundo Patrono, precedido, obviamente, por Santa María de Guadalupe. Y decretó el 5 de febrero como Fiesta Nacional. Sólo que el Congreso Constituyente en 1917, en esa fecha y en Querétaro, la hizo festividad en honor a la Carta Magna.(¿?) San Felipe de Jesús, el joven que supo convertirse hasta dar la vida por Cristo, ha sido declarado también Patrono de la Ciudad de México y de su Arzobispado. Don Francisco Orozco y Jiménez, quinto Arzobispo de Guadalajara, promovió, con el Obispo de Nagasaki, la construcción de una iglesia en el lugar del martirio de "San Felipito" (como él cariñosamente le llamaba), y en 1926 escogió el lugar en que habría de dedicarse un templo en el Sector Libertad tapatío. También escribió y difundió una obra sobre el Santo Protomártir, editada en español y en japonés.
(Lic. Juan Manuel Robles Gil en oremosjuntos.com)"
La burla de la Masonería ya infiltrada en México, asedió doblemente tan hermosa fecha, en la que los Mexicanos dedicaban el día al Culto del Patrono de la Ciudad de México: " Es tradición, en los oficios religiosos en la Catedral Metropolitana, en 5 de febrero, obsequiar higos a los fieles, en alusión al prodigio de la higuera.
En este 2017, sobreviven dos higueras nacidas, afirma la tradición oral, de un par de ramas arrancadas a la del milagro: una la tienen los padres jesuitas de la colonia Roma de la ciudad de México, y otra se encuentra en el atrio del templo de Santo Domingo de Guzmán, en el centro de lo que fue el pueblo de Mixcoac y que hoy es parte de la inmensa capital." (Bertha Hernández Cronica.com.mx)
Aqui la Historia de quien con Orgullo el pueblo mexicano honró hasta aquel fatídico año donde "La constitución liberal de 1857 fue promulgada un 5 de febrero"  ... 
"A los liberales de 1857 no les hizo el menor conflicto dar a la nación la nueva carta magna el día de la fiesta de uno de los símbolos más fuertes de “lo mexicano”
Sesenta años más tarde, el Constituyente de 1916-1917 eligió el 5 de febrero como la fecha en que se promulgaría la nueva carta magna. Otra vez los simbolismos: la nación se reconstruia en la misma fecha que se había elegido sesenta años antes. Y a Venustiano Carranza no le preocupaba mayormente el sentido estratégico con que se había determinado aquella fecha señera." (Bertha Hernández Cronica.com.mx)
"La constitución de 1917 proclama la separación de la Iglesia y el Estado, haciendo empero a aquella esclava de este. Proclama la libertad de conciencia y luego procede a imponer limitaciones tales, que nulifican dicha libertad." (México Tierra de volcanes, Joseph H.L. Shclarman, Cap. XXXIV, p.p. 572-573)
"En un México donde el 95% de la población era católica, al tiempo en que se escribió la constitución, esas incapacidades legales iban dirigidas en contra de la Iglesia Católica, sus instituciones y ministros" (México Tierra de volcanes, Joseph H.L. Shclarman, Cap. XXXIV, p.573)

Los Artículos 3, 24, 27 y 130 de la Constitución de 1917, son totalmente antiteos.

"Los obispos de México inmediatamente protestaron contra las injustas incapacidades a las que se sometía la Iglesia y a sus ministros e instituciones en la Constitución de 1917, pues alegaban que la Constitución debía reconocer el derecho de la Iglesia de fundar y regir seminarios, de crear órdenes y congregaciones religiosas y establecer casas para ellas, de abrir y regir organizaciones católicas, orfanatorios, escuelas de toda clase, hospitales y asilos para ancianos e instituciones benéficas.  La constitución debía reconocer el derecho de propiedad de la Iglesia a sus templos y capillas y salvaguardar los bienes que la Iglesia pudiera adquirir. Siendo México UNA NACIÓN PREDOMINANTEMENTE CATÓLICA, decían, la Constitución de la República habría de ser la de un ESTADO CRISTIANO, RECONOCIENDO A DIOS COMO SEÑOR DE TODO LO CREADO Y DANDO LEYES RESPETUOSAS DE LA CONCIENCIA DE LOS CATÓLICOS" (México Tierra de volcanes, Joseph H.L. Shclarman, Cap. XXXIV, p.p. 575-576)

Y todo esto gracias a que "A Carranza le halagaba sobremanera la idea de pasar a la historia como un "gran reformador" (¿?) (México Tierra de volcanes, Joseph H.L. Shclarman, Cap. XXXIV, p. 567)

Y para colmo hoy se encuentra en el Olvido la Verdadera Historia, y la presente es para hacer presentes las circunstancias en las que la Fe del pueblo mexicano, se ha entibiado con la presencia del anticristo en la Roma Actual

SEA PARA GLORIA DE DIOS.

DOMINGO DE SEPTUAGÉSIMA

  


Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:

Con este domingo de Septuagésima, se inicia el ciclo de la Pascua: segundo ciclo de la Pascua que gira alrededor de la Resurrección de nuestro Señor, y que es la fiesta más solemne, más importante del año litúrgico aunque no la más popular, como la Navidad. La fiesta más importante de todo el año litúrgico es el domingo de Pascua, el domingo de Resurrección y nos preparamos a esa Resurrección, a esa Pascua, con la Cuaresma: cuarenta días de ayuno, penitencia y oración. Con la Septuagésima nos introducimos levemente en esa preparación: mortificación del cuerpo como dice San Pablo, “yo someto mi cuerpo, mortifico mi carne para que después de haber predicado no sea yo inducido en tentación y sea réprobo”.

Todo católico debe mortificar su cuerpo, sus sentidos, sus apetitos y el mundo de hoy enseña lo opuesto totalmente: placer, gozo, diversión. Mientras que el cristianismo nos dice sujeción, represión, mortificación del cuerpo con todos sus sentidos, el mundo de hoy predica lo contrario. Lo que demuestra una vez más el carácter y el sello anticristiano de la civilización moderna. Mucho menos entonces se comprenderá el significado de la Semana Santa, de la Cuaresma y de este preludio a la preparación de la Cuaresma con estos domingos iniciados hoy con la Septuagésima, o setenta días de preparación antes de la Resurrección.

Así como setenta años estuvo el pueblo de Dios en el cautiverio de Babilonia, lo mismo estamos nosotros, como cautivos a lo largo de este mundo hasta que se produzca la Pascua de Resurrección de todos nosotros, cuando nuestro Señor venga a juzgar y culmine todas las cosas para la mayor gloria de aquellos que Él ama; esa es la motivación y la esperanza que tenemos: vamos a resucitar al igual que nuestro Señor y resucitar como bienaventurados, no como réprobos. El sentido de la Septuagésima y después de la Cuaresma es, pues, la mortificación y la penitencia simbolizadas con el color morado.

En el evangelio de hoy vemos la parábola de los obreros que reciben todos un denario. Esta parábola pertenece al género simbólico. Un símbolo es una cosa real que representa otra cosa real. Las imágenes de las parábolas a través de un ejemplo que podemos ver o entender representan, muestran, una realidad sobrenatural, espiritual de las cosas de Dios, que no son tan fáciles de inteligir, que son verdaderamente un misterio. En apariencia, si juzgamos por la parábola parecería injusto lo que hace este Paterfamilias, quien les paga a todos por igual, cuando unos habían trabajado todo el día y los últimos apenas un rato, y, sin embargo, no fue injusto, porque lo convenido había sido que por todo el día pagaría un denario.

No comprendemos la bondad de Dios y no comprendemos la gran moraleja de esta parábola llena de esperanza, para que no desesperen aquellos que son llamados al último momento, a la última hora, y no se enorgullezcan los que son llamados desde el primer instante. Ese denario en definitiva vendría a ser el cielo igual para todos, convertidos desde el primer instante o en el último. Qué gran esperanza nos transmite la parábola de hoy, que al mismo tiempo es una lección contra el orgullo. Aquellos que han sido convertidos desde la primera hora y aquellos que sean llamados tarde, si oyen el llamado de Dios se salvan igual que los otros que fueron llamados desde el principio. Vemos que la bondad de Dios está muy lejos de una interpretación puramente material, igual a como en apariencia se puede juzgar si miramos las cosas así, como juzgaron los obreros que trabajaron todo el día en la viña.

Esta parábola tiene una gran dificultad. Algunos, yo no lo creo así, dicen que es una “extrapolación”, para en cierta forma esquivar la dificultad que tiene al terminar: “Los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros; muchos son los llamados y pocos los escogidos”. Que los primeros sean los últimos y los últimos sean los primeros, no habría mayor dificultad, viendo lo que aconteció con el pago igual para todos, la salvación igual para todos sin importar si fueron contratados temprano o tarde; en ese sentido quedaron igualados y así es la igualación de la vida eterna, el cielo de la salvación tanto para los primeros como para los últimos, todos quedan equiparados. Pero la dificultad sigue al decir que: “muchos son los llamados y pocos los escogidos”, y la mayoría tiende a mal interpretar diciendo que son pocos los que se salvan, cuando de eso precisamente nuestro Señor no quiso jamás manifestar ni una palabra. Respecto a la salvación, si son muchos o pocos quienes se salvan y quienes se condenan, es un gran misterio de Dios.

Aquellos exegetas y predicadores, que los hay muchos y no de ahora sino desde mucho antes de que se produjera esta crisis, la mayoría interpretaba que eran pocos los que se salvaban, y no se dan cuenta que por interpretar estas palabras tomadas al pie de la letra, caen en el error de la predestinación protestante, que dice que: Dios llama a unos para el cielo y a otros, para condenación, al infierno; es el gran error de la justificación protestante y calvinista. Dios no llama a la salvación a muchos, nos llama a todos y todos no son muchos; Dios llama al cielo a todos los hombres y por eso murió por todos los hombres. La obra de la Redención es para todos los hombres, aunque a la hora de la salvación ya no sean todos sino muchos, como cuando se dice en la consagración del cáliz “pro vobis et pro multis”, no son pocos, aunque eso tampoco nos permita decir que son muchos, sencillamente no hay que tomar al pie de la letra “muchos los llamados y pocos los escogidos” como si fueran muchos los llamados (no todos) y pocos los que se salvan, lo que sería un grave error.

Lo que nuestro Señor quiere hacernos ver es que son muy pocos los escogidos de Dios en el sentido de la perfección, de la santidad. Son pocos los que hacen buenas obras y esa es la interpretación que da Santo Tomás; dentro de ese número de hombres que hacen buenas obras pocos son los santos, pocos son los píos, pocos son los virtuosos. Hay una gradación en la perfección cristiana, una cosa es ser virtuoso, otra cosa es ser pío y otra cosa es ser santo, porque el camino que lleva al cielo es estrecho, pero es ancho el que lleva al infierno; así entonces, nuestro Señor pudo decir “muchos los llamados y pocos los escogidos”; pocos, muy pocos los que siguen esa vida de virtud, menos aún esa vida de piedad y mucho menos esa vida de santidad a la cual Dios nos llama.

Pidámosle a nuestra Señora, a la Santísima Virgen, que esta crisis que desola a la Iglesia nos sea provechosa en sus efectos purificadores. Así como los metales se purifican y como el oro se acrisola en el fuego, así nosotros y la Iglesia misma conformada por hombres se purifique con el fuego de esta crisis, ya que bien mirada y sobrenaturalmente llevada es una crisis purificadora para aquellos pocos escogidos que quieren seguir el buen camino, mientras la mayoría va por el ancho de las malas obras. Que sea Ella, la Santísima Virgen María, quien nos ayude a mantenernos firmes, de pie, sin escandalizarnos de lo que acontece con los hombres de Iglesia dentro de la Iglesia, con su jerarquía, y del peligro que corremos por la presión que se ejerce sobre ese residuo fiel ante la prostitución de los demás.

Hago referencia a las dos mujeres de las que habla San Juan en el libro del Apocalipsis: la mujer vestida de sol que pare en el dolor y que por eso no es la Santísima Virgen María, como creen muchos erróneamente, con falsa piedad y poco seso. La Virgen no alumbra en el dolor; otra cosa es que esta imagen de la mujer parturienta que representa la religión fiel y perseguida en los últimos tiempos sea un símbolo que se pueda aplicar a nuestra Señora, no textualmente, porque sería herejía pensar que nuestra Señora dio a luz en el dolor a nuestro Señor. Y la otra mujer, la ramera o prostituta que cabalga sobre la bestia, que es la misma bestia que salió del mar, el Anticristo, y vestida de color púrpura, llevando en la frente la palabra “misterio” y que asombró a San Juan, esa mujer ramera es la religión, esta mujer en el Antiguo Testamento ha sido el Israel de Dios, como buena esposa o como mala mujer, pura o adúltera, es toda la historia del Antiguo Testamento.

Por eso la mujer significa la religión y estas dos mujeres significan el estado de la religión y la Iglesia en esos dos polos, el de la corrupción, la prostitución y el de la fidelidad. De ahí la gran persecución de esa religión prostituida, la gran ramera que cabalga montada sobre el poder de este mundo bebiendo el cáliz de su prostitución, de su profanación, el cáliz lleno con la sangre de los santos y de los mártires, como acontece hoy con la Roma modernista, progresista, que se ha prostituido, que persigue a la Roma eterna, a la Roma fiel, a la Roma que representa la Tradición Católica y que enarboló monseñor Lefebvre; esa Roma prostituida, corrompida, quiere destruir a la que es fiel. Ese es el peligro que corremos dejándonos seducir y esa obra de seducción –hay que decirlo–, la lleva a cabo el cardenal monseñor Darío Castrillón, colombiano zorro; lo que los europeos no pudieron hacer con monseñor Lefebvre, lo encargan hoy a un colombiano.

Colombia da para lo bueno y lo malo y de ahí la insistencia con que este cardenal está llevando a cabo su tarea, hacernos sucumbir, no me cabe la menor duda. Quien se acerca a una mujer corrompida, si no es para convertirla como lo hizo nuestro Señor con la Magdalena, cae bajo su seducción, pagando el precio de la apostasía; por tal razón monseñor Fellay ha pedido que se rece durante un mes la oración de la consagración de la Fraternidad al Corazón Doloroso e Inmaculado de la Virgen María para que acelere su triunfo, el mismo que Ella prometió en Fátima, triunfo que no podrá darse sin la intervención de Dios; no será un triunfo por mano de elemento humano, será una intervención de Dios, que tenemos profetizada con el segundo advenimiento de nuestro Señor. Sobre esto hay gran confusión y poca luz.

Sin embargo, los Padres de la Iglesia, durante los primeros cuatro o cinco siglos, tenían estas cosas como predicación común, por lo cual San Pablo, como todos recordamos, les dice que todavía no es el advenimiento de nuestro Señor, les da los signos y les habla de un obstáculo que nosotros no sabemos cuál es concretamente, pero conjeturamos esto, para estar alertas, ya que vivimos un tiempo extraordinario, una situación extraordinaria. Pero la verdadera expresión, la verdadera palabra no es esa, esa expresión tiene validez en un lenguaje común, pero en el lenguaje exegético, bíblico y profético, quiere decir que vivimos tiempos apocalípticos, últimos tiempos; así denominan las Escrituras a esta época anunciada, y que lo menos que podríamos decir es que es sorprendente, pero que bien mirada es apocalíptica, es una situación completamente anormal, fuera de los cánones de la Iglesia. Nos toca vivirla, purificarnos y esperar el triunfo de nuestro Señor, el triunfo del Inmaculado Corazón cuando Él venga a juzgar, por su aparición y por su reino, como dice San Pablo.

Pidámosle a nuestra Señora, la Santísima Virgen, que nos ayude a comprender todas estas cosas que se van aclarando a medida que los tiempos se van cumpliendo y que permanezcamos fieles a la Iglesia católica, apostólica y romana para salvar nuestras almas. +

BASILIO MERAMO PBRO
11 de febrero de 2001

jueves, 2 de febrero de 2023

Fiesta de la Presentación del Niño Jesus en el templo, o Purificación de la Santísima Virgen María o de las Candelas

  


Tomado del MISAL DIARIO COMPLETO por el P. Luis Ribera CMF, España 1954:

    Esta fiesta nos recuerda la escena Evangélica de la Presentación de María en el Templo a los cuarenta días del alumbramiento, como ordenaba la ley a toda madre que daba a luz a un hijo.   El origen de la procesión es de las mas remota antigüedad  pero la bendición de las candelas es de época más posterior, o sea del siglo X.

EPÍSTOLA:

      De Malaquias Profeta 3, 1-4- Esto dice el Señor DIOS:  He aquí que yo envío a mi Ángel para preparar el camino delante de mi.    Y luego vendrá a su tiempo el dominador que vosotros buscáis, y el Ángel tan deseado de vosotros. Vedle ahí que viene, dice el Señor de los Ejércitos;    Y ¿Quien podrá pensar en lo que sucederá el día de su venida?, Y ¿Quien podrá pararse a mirarle?  Porque Él será como fuego que derrite y como la hierba jabonera de los bataneros.    Y sentarse ha como el que funde y purifica la plata;   Y de este modo purificará a los hijos de Leví, y los acrisolará como el oro y la plata;  Y así ofrecerán al Señor sacrificios con Santidad    Y entonces será grato al Señor el sacrificio de Judá y de Jersusalén.   Como en los siglos pasados y en los años antiguos:  dice DIOS omnipotente.

EVANGELIO:

      + Evangelio según San Lucas 2, 22-32.-  Cumplido el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor:  todo primogénito varón serpa consagrado al Señor;   Y para presentar la ofrenda de un par de tórtolas, o dos palominos, como está ordenado en la Ley del Señor.   Había a la sazón en Jerusalén un hombre justo y temeroso de Dios, llamado Simeón, el cual esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo moraba en él.   Él Espíritu Santo le había revelado que no había de morir antes de ver al Cristo.   Así vino inspirado de Él al templo.    Y al entrar con el Niño Jesús sus padres, para practicar con Él lo prescrito por la Ley, tománmdole Simeón en sus brazos, bendijo a DIOS, diciendo:  Ahora, Señor, sacad en paz de este mundo a vuestro siervo, según vuestra promesa, porque ya mis ojos han visto al Salvador que nos has dado, para que, expuesto a la vista de todos los hombres, sea luz que ilumine a los gentiles, y gloria de Israel, vuestro pueblo.-