San Juan Apocaleta



Difundid Señor, benignamente vuestra luz sobre toda la Iglesia, para que, adoctrinada por vuestro Santo Apóstol y evangelista San Juan, podamos alcanzar los bienes Eternos, te lo pedimos por el Mismo. JesuCristo Nuestro Señor, Tu Hijo, que contigo Vive y Reina en unidad del Espíritu Santo, Siendo DIOS por los Siglos de los siglos.












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domingo, 30 de junio de 2013

R,P, BASILIO MÉRAMO EN RESPUESTA A LOS TRECE CARGOS DE "FRAY" EUSEBIO ANTIMILENARISTA



EN RESPUESTA A LOS TRECE CARGOS DE "FRAY" EUSEBIO ANTIMILENARISTA


Escribo con el fin de esclarecer los prejuicios y errores que existen en torno al Milenarismo Patrístico o Espiritual, que fuera doctrina común de la Iglesia primitiva durante sus primeros cuatro siglos, hasta que la perfidia judaica que todo lo mancha y más aún lo que es sublime y puro, que emerge con Cerinto corrompiendo la verdad con sus groserías carnales y heréticas, para adulterar la predicación de Apóstol evangelista y apocalíptico, San Juan, pasando por sus discípulos directos San Papías y San Policarpo, y de este último a San Ireneo, evidenciándose su origen apostólico.

La tergiversación herética de Cerinto, hizo que fuera eclipsado el Milenarismo de San Juan y sus discípulos, a causa de sus graves errores con los cuales Satanás quiere destruir la doctrina del Reino de Cristo Rey e imponiéndose al alegorismo que tiene a un castrado por autor como Orígenes y su triste historia para terminar castrando la correcta interpretación del Apocalipsis y del glorioso milenio.
Así dice el P. Lacunza: "Mas si buscamos con mediana atención el verdadero origen de estos errores, lejos de hallarlos en la letra o sentido literal de la Escritura, lo hallaremos siempre, o casi siempre en todo lo contrario. Todos los errores que se atribuyen a Orígenes (hombre por otra parte grande y célebre por su sabiduría y santidad de vida), parece cierto, que no tuvieron otro principio, siendo joven tuvo la desgracia de entender y practicar en sí mismo un texto del Evangelio, no digo ya según su sentido obvio y literal, esto es facilísimo, sino en un sentido grosero, ridículo, ajeno del espíritu del Evangelio y de la letra misma, que no dice, ni aconseja tal cosa. Como esta mala inteligencia le costó tan cara, empezó desde luego a mirar con otros ojos toda la Escritura, inclinando siempre su inteligencia no ya a lo que decía sino a una otra cosa distantísima que no decía. Casi cada palabra debía tener otro sentido oculto que era preciso buscar o adivinar; y la Escritura en sus manos no era ya otra cosa que un libro de enigmas". (La Venida del Mesías en Gloria y Majestad. Tomo I, ed. Carlos Wood, Londres 1816, p.22-23).

Paso a responder a los interrogantes de alias "Fray" Eusebio de Lugo, formulados en trece cargos que toma del Santo Oficio de 1824, pero que a decir verdad, dan pena por su escaso conocimiento y profundidad exegético teológico que pareciera mentira que hubiera hombres tan ineptos ejerciendo ese digno y benemérito cargo de la Sagrada Inquisición que hizo de España espada de la Iglesia, martillo de herejes y luz de Trento en aquella inigualable época, hoy pisoteada.2

Respondo no tanto por contestarle a "Fray" Eusebio, sino más bien para que resplandezca la verdad la cual nos libera y salva "veritas liberabit vos" (Jn. 8, 32).


Además para un verdadero tomista las objeciones, siempre son un medio que sirve de aclaración y explicitación de la verdad y de los aspectos contenidos en los principios y que no todos están en la condición intelectual de poderlos dilucidar aplicando los mismos a lo particular, de donde resultan los interrogantes al no poderlos ver con lucidez y claridad.
Respuesta al punto uno. En materia de doctrina transmitida, prevalece lo más cercano a la fuente y lo que se afirmó desde un principio, que lo que surge con posterioridad, como es el caso del milenarismo, que durante los primeros cuatro siglos fue doctrina común de la Iglesia; y esto hace que no pueda ser rechazado ni jamás de los jamases condenado, como muchos creen o pretenden. Si después hubo un cambio, se debe buscar la causa en otros factores como es el caso del surgimiento de una herejía como la de Cerinto, baste leer la tesis del Padre Alcañiz, Doctor y Maestro en Filosofía en la Universidad Gregoriana y Profesor en Teología del Seminario Pontificio Majore Sardo) Ecclesia Patrística et Millenarismus, Granatae 1933, traducida al español por el Padre Castellani, enmarcándola con sus comentarios y publicada en el libro "La Iglesia Patrística y la Parusía, ed. Paulinas, Buenos Aires 1962.

Respuesta al punto 2. La doble resurrección, está explícitamente en las escrituras: "Esta es la primera resurrección. ¡Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección! Sobre esto no tiene poder la segunda muerte, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, con el cual reinarán los mil años". (Apoc. 20, 5-6). Y en textos paralelos, que aunque no explícitos, la implican y suponen I Corintios 15, 22-24, I Tesalonicenses 4, 16-17, por ejemplo.

El que conoce la obra de San Ireneo "Adversus Haereses", y el comentario del sabio Padre Antonio Orbe, de fama y reputación internacional como especialista en San Ireneo, puede leer lo siguiente sobre la doble resurrección, no solo para asombro, sino para que incluso se rasguen las vestiduras, para sorpresa de muchos: "La ‘primera resurrección’, exclusiva de los justos, distíngase de la universal (de los impíos) previa a la condenación". (Teología de San Ireneo, III. ed. BAC, Madrid 1988, p.464).

"Generalis resurrectionis, en antítesis con la ‘primera resurrectio’ (Apoc. 20, 5 y 6)… La primera se limita a los justos y pertenece a los tiempos del reino. La general, se extiende a los impíos; posterior al Milenio (cf. Apoc. 20, 12-15) se ordena al Juicio final (resp. condenación)". (Ibídem, p.526-527).3

"La resurrección primera, característica del Milenio, deja para el Juicio la resurrección de los impíos". (Ibídem 528).

"…los tiempos del reino entre ambas resurrecciones: primera, de los justos; y segunda de los impíos". (Ibídem p.613).

"La ‘secunda resurrectio’ vendría a traducir la ‘resurrectio iudicii’ de Job 5,29; o la ‘resurrectio iniquorum’ de Act. 24, 15. Así como la ‘prima resurrectio’ traduce la ‘resurrectio vitae’ Joh 5, 29; la ‘resurrectio iustorum’ de Lc. 14,14; y expresiones análogas". (Ibídem p. 613).

Respuesta al punto tres. Es una objeción típica de los antimilenaristas que confunden, por no distinguir, dos cosas que son distintas, pretendiendo basarse en las Escrituras, sin percatarse que son dos hechos diferentes como lo explica el P. Castellani: "Pero los antimilenistas o alegoristas sostienen que el Gog-Magog de Ezequiel, el Gog-Magog del Apokalypsis y la guerra del Anticristo, son la misma cosa (…) Mas los milenistas defienden encarnizadamente que la derrota del Anticristo y la del ejército del Gog-Magog son dos cosas inasimilables, apoyando el texto de San Juan: pues en la primera la guerra era dirigida por la Fiera y el Malprofeta, en la segunda, por el Diablo; allá son vencidos por el ‘Verbo de Dios que baja con sus santos sobre las nubes’, acá son desechos por fuego del cielo, sin que Cristo se mencione para nada; allá no se menciona para nada campamentos ni ciudades, acá es sitiada la Ciudad Santa y sus reales; y las cosas que siguen a una y a otra pugna son del todo diferentes, pues los judíos se convierten en el tiempo del Anticristo, y en el tiempo de Gog-Magog, aparecen convertidos a Dios y viviendo reunidos y tranquilos en su tierra; por tanto esto no puede ser la guerra del Anticristo; y por tanto hay que admitir otra, sea expedición o rebelión o lo que se quiera, por extraña que ella parezca. Naturalmente esta argumentación supone a la interpretación literal, no la alegórica, del capítulo XX de la Revelación". (La Iglesia Patrística y la Parusía, Alcañiz - Castellani, Ediciones Paulinas, Buenos Aires 1962, p.73).

Respuesta al punto cuatro. Por qué absurda no la mezcla sino el hecho que haya viadores y comprensores, si estos son ciudadanos de dos Jerusalén: una la Jerusalén celeste, la otra la Jerusalén terrestre. Como dice San Ireneo y que explica el P. Orbe en la obra ya citada: "Distíngase dos Jerusalén: a) La celeste, a que se refiere Apoc. 21,1 y denominada ‘la ciudad santa, Jerusalén nueva’; paradigma divino, escrito o pintado en las manos de Dios" (Is.49, 16); la Ciudad que de Dios baja. b) la terrena, del Milenio, en la cual se ejercitan los justos en orden a la incorruptela, y se dispone a la Salud; imagen terrena de la anterior". (Ibídem, p.541-542).4

"… la cuestión de las dos Resurrecciones; que es el punto esencial y el que define al Milenismo. De modo que su definición propia es: ‘Milenistas son los exégetas que leen dos resurrexiones en Apok. XX (y en los lugares paralelos de San Pablo y San Mateo), ‘la Primera y Segunda’, conforme allí se lee". (La Iglesia Patrística… p.88).

"A la llegada de Cristo sucederá la Primera Resurrección. ‘Estas cosas y otras muchas están predichas sin duda alguna (‘sine controversia’) para la Resurrección de los Santos, que es inmediatamente después de la aparición del Anticristo y la perdición de él y de todos los suyos; Resurrección con la cual reinarán los justos sobre la tierra…’ ". (Ibídem, p.136).

Y como dice el Padre José Rovira, "Hemos visto que según la predicción de Daniel VIII 26,27, inmediatamente después de la muerte del Anticristo, no se acabará el mundo, sino que seguirá la Iglesia compuesta de Judíos y Gentiles y extendida por toda la tierra, y los santos ejercerán el poder y la soberanía y a ellos servirán y obedecerán todos los reyes del orbe. Esta interpretación del texto daniélico, no es universalmente reconocida, pero si la más común y autorizada y más conforme a las palabras del profeta". (Enciclopedia Espasa-Calpe, artículo Parusía, p. 440).

Respuesta al punto cinco. San Ireneo, discípulo de San Juan, en línea recta a través de San Policarpo, condiscípulo de San Papías, tiene más peso sobre el tema, conforme a los cuatro primeros siglos de la Iglesia, que San Jerónimo que es posterior, además, no trató ex profeso sino que se limitó a execrar el milenarismo craso, carnal y herético, de Cerinto. No sólo San Ireneo, sino San Papías, San Justino mártir, San Teófilo, San Melitón, San Hipólito, San Victorino, San Metodio, San Zenón, San Ambrosio, para nombrar algunos santos milenaristas anteriores o contemporáneos a San Jerónimo.

Respuesta al punto seis. El sistema no, la idea sí, lo cual hay que distinguir.

Respuesta al punto siete, Está hablando de la resurrección en general y no de la resurrección general específicamente (aunque no la excluye). De todos modos el distinguir dos resurrecciones es lo propio de los milenaristas cosa que los antimilenaristas no quieren admitir en su alegorismo exegético, como queda claro en Apocalipsis 20,5-6, imponiendo su sistema y negando la doble resurrección de las Escrituras.

Respuesta al punto ocho. No es una parábola ni tampoco es una alegoría.

Respuesta al punto nueve. Nadie niega eso, únicamente que no se han cumplido todas las profecías del Antiguo testamento, sino en parte. Ver lo que dice el Padre y Doctor Benjamín Martín Sánchez en su libro "Israel y las profecías" y como dice el P. Castellani: "Nosotros decimos que las profecías mesiánicas, se han 5

cumplido en su primera parte y han de cumplirse de nuevo más espléndidas en su segunda parte" (El Apokalypsis, ed. Paulinas, Bs.As.1963, p.89).

Respuesta al punto diez. Baste ver lo que dice el P. Castellani sobre las dos Mujeres y saldrá de las dudas teniendo la correcta interpretación: "La visión de la Gloriosa Parturienta pertenece a la Séptima Tuba, y comienza con ella la sección puramente esjatológica o parusíaca del Apokalypsis. Esta mujer es símbolo de Israel; y alude a la conversión de los Judíos (o una parte de ellos) en los últimos tiempos, profetizada por San Pablo". (El Apok. p.161-162). Y a continuación explicita el Padre Castellani: "Es, o bien la Virgen Santísima, o la Iglesia, o Israel, ‘el Israel de Dios’: no hay otras exégesis posibles. No conviene simplemente ni con María Santísima ni con la Iglesia; aunque en cierto modo, sí; por lo cual la Liturgia lee este pasaje figurativamente en la fiesta de la Virgen; los pintores cristianos representaron con ese símbolo la Inmaculada Concepción". (Ibídem, p.162).

"Hacia el final del Apokalypsis aparecen en el dos Mujeres misteriosas, una Madre y una Mala Hembra". (Ibídem, p. 255).

"La ‘Mujer’ significa en la Escritura constantemente Israel, es decir, la Religión del pueblo Judío -y el pueblo judío. Dios apostrofa a su pueblo como a una adúltera -o la requiebra como a una novia. Los déuteroprofetas abandonan incluso la imagen de Reino para insistir en la figura de la Esposa. Cristo llamó a su gente ‘generación adúltera’. San Pablo representó a la Iglesia con la figura de una doncella, ‘virginem castam exhibere Christo’, una virgen que da en matrimonio a Cristo. Las dos mujeres del Apokalypsis representan la religión verdadera en sus dos polos extremos, la religión corrompida y la Religión fiel: la ‘Forneguera’ sobre la Bestia Roja y la Parturienta vestida del sol de la fe, pisando la luna del mundo mudable, y coronada de la veinticuatral diadema estelar patriarcal y apostólica. Estos dos aspectos de la Religión, son perfectamente distinguibles para Dios, pero no siempre para nosotros". (El Apok. p. 256).

Respuesta al punto once. Es el único error grave en toda la obra del P. Lacunza, pero esto no tira por tierra todo el resto, como pretenden. Además este error es fácilmente subsanable, pues en el milenio habrá Iglesias y Clero y Misas y los demás sacramentos, pues hay los viadores.

Respuesta al punto doce. Claro que tendrán un sentido diverso en sus propios lugares, si se interpreta alegóricamente y no literalmente. Como explica el P. Castellani, el sentido literal es el que prima y de él derivan todos los otros: "Los que no siguen el sentido literal de la Escritura no llaman al agua, agua; sino cualquier otra cosa". (El Apok. p.27).6

"El ‘alegorismo’ contemporáneo, no es exégesis sino fantasía; y evacúa la profecía de dentro de la Escritura, convirtiéndola en mala poesía; propia deste tiempo de crisis de la fe". (El Apok. p.158).

"El milenarismo espiritual consiste simplemente en interpretar el Cap. XX del Apokalypsis (y consecuentemente todos los lugares paralelos en los Profetas y en Pablo y en los Evangelios) literalmente; no literal crudo, sino literal simbólico, conforme al estilo de la literatura oriental, que es diverso y aún contrario a lo alegórico o ‘figurado’ ". (La Iglesia Patrística… p. 336).

Respuesta al punto trece. Depende de qué unanimidad se esté hablando, pues la única que ha existido es la unanimidad patrística de los primeros cuatro siglos de la Iglesia, después de esa época, sobre el tema no ha existido la unanimidad que se pretende y menos en la época moderna.


Estas son las respuestas a los trece puntos y espero que no se queden en sus trece como el testarudo aragonés, el antipapa Benedicto XIII, Pedro de Luna, aunque fue uno de los más grandes canonistas de su tiempo.
Conviene no olvidar que lo importante del Milenarismo es tener presente: "Cristo debe volver. Debe volver pronto. Y a medida que su retorno se aproxima, por fuerza se deben hacer más claras las Promesas de sus Santos y las Visiones de sus Videntes. Volverá no ya a ser crucificado por los pecados de muchos, sino a juzgar a todos, no como Cordero de Dios, sino como Rey del Siglo Futuro. Volverá para poner a sus enemigos de alfombra de sus pies, a restaurar y restituir para su Padre, todas las cosas, arrojando de ellas y amarrando el Príncipe de este mundo; volverá en el clímax de la más horrenda lucha religiosa que han visto los siglos, es el ápice mismo de la Gran Apostasía y de la tribulación colectiva más terrible después del Diluvio, cuando sus fieles estén por desfallecer y esté por perecer toda carne. Volverá Vincens ut vincat, como un rayo que surgiendo de Oriente se deja ver en Occidente, para arrebatar a él en los aires, a nosotros los últimos, los que quedamos, los reservados ‘in adventum Domini’, que hemos sufrido más que Job, creído más que Abraham, y esperado más que Simeón y Ana". (El Apok. p.90-91).

"Toda la tradición antigua en masa durante los cuatro primeros siglos dela Iglesia, entendió en este capítulo simplemente que habría un largo período de paz y prosperidad en el mundo (mil años o bien mucho tiempo) después del Retorno de Cristo y el refulgir de su Parusía; que habría dos resurrexiones, una parcial de los mártires y santos últimos, otra universal al fin de buenos y malos, lo cual también San Pablo dice…". (El Apok. p.295-296).7

El famoso Cornelio Alápide, sin ser milenarista, dice lo siguiente: como hace ver Cristino Morrondo Rodríguez canónigo lectoral de Jaén, en su libro Catástrofe y Renovación. Jaén 1924: "Cornelio Alápide, comentarios al Profeta Daniel, VII-27, aunque en variedad de lugares de su obra voluminosa hace incesantes reparos a los milenarios, pero se vio obligado ante la evidencia del texto sagrado a considerar sus convicciones diciendo: ’que el Reino y la potestad y la Grandeza del reino que está bajado del cielo al pueblo de los Santos del Altísimo, cuyo reino es Eterno y todos los reyes se servirán y obedecerán… Yo digo que es cierto que vendrá este reinado de Cristo y de los Santos y que este reinado no será solamente espiritual como el que ha tenido siempre en la tierra, ya que cuando se ha perseguido a los Santos, ya cuando estuvo sujeto a las persecuciones y trabajos, sino que este reinado será corporal y glorioso; es decir que los Santos, con sus cuerpos y sus almas, han de reinar con Cristo aquí en la tierra, como reinarán eternamente en el cielo. Mas creo que ese reinado dará principio en la tierra en el momento de haber dado muerte al Anticristo, pues muerte este y despojado de sus dominios, la Iglesia reinará en todo el universo, y el redil lo compondrán judíos y gentiles y después el reino será trasladado al cielo y por toda la eternidad’ ". (p. 215).

El Padre José Rovira S.J.-al parecer sobrino del Padre Ramón Orlandis (1873-1958) quién fue un gran entusiasta del Reinado de Cristo e influyó en él para que escribiera sobre el Milenarismo; el P. Orlandis tuvo, además, el mérito de ser el origen de la llamada Escuela Tomista de Barcelona, con sus discípulos Bofill, Canals y sus continuadores como Forment-, es el autor del artículo Parusía de la Enciclopedia Espasa-Calpe, en donde dice: "En este texto se predice claramente que a la destrucción del Anticristo y de las otras potestades antiteocráticas les seguirá no solo un triunfo, sino un reino de Cristo y de los santos, un reino, que será sobre la tierra o debajo del cielo, como dice Daniel, un reino en que el poder será del pueblo de los santos altísimos, al cual (pueblo) todos los reyes le servirán y obedecerán. Es, por consiguiente, muy probable que inmediatamente después de la muerte del Anticristo no se acabará el mundo, sino que se seguirá todavía la Santa Iglesia, el reino de los santos que ejercerá la soberanía sobre toda la tierra. Y en ese sentido interpretan el texto de Daniel los mejores y más renombrados intérpretes, Maldonado, Mariana, Menoquio Tirini, Gaspar Sánchez, Cornelio a Lapide y Kabenbauer. Véase, por ejemplo, lo que dice Cornelio a Lapide: ‘Entonces, destruido el reino del Anticristo, la Iglesia reinará en toda la tierra y de los judíos y de los gentiles se hará un solo redil con un solo pastor’ ". (p. 440). Realizándose así, apocalípticamente, la Gran Promesa de toda la Escritura. Esta es la bienaventurada esperanza de la cual nos habla S. Pablo: "Aguardando la dichosa esperanza y la aparición de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo" Tit. 2,13).8

Me permito, antes de terminar, hacer una aclaración, pues si bien el que ignora tiene derecho a preguntar, no quiere decir que le da derecho para impugnar, el ignorante pregunta, no impugna. Pues estoy cansado de ver cómo hoy en día, cualquiera con un barniz de algunos conocimientos, se erigen en maestros y doctores, hay una insolencia intelectual de creerse poseedores de una materia porque se haya leído, como si el que lee sobre medicina ya es médico, o el que lee sobre leyes ya es abogado. Las ciencias filosóficas y teológicas, requieren mucho estudio y preparación académica. Por lo tanto, no hay que pretender que ya se es filósofo, teólogo o exégeta, porque nos hayamos medio pulido a los brincos en estas materias; hay que aprender a respetar la verdad, y aunque no haya muchos que la defiendan, no por eso cualquiera que lea y se empape es un maestro en esa disciplina. Por mucho que una enfermera vive con enfermos, médicos y cirujanos, y aprenda y sepa mucho, jamás se le va a ocurrir que por eso ya es un médico que puede formular recetas, o un cirujano que puede operar. Digo esto porque produce indignación el ver la falta de respeto que hay en estos menesteres. Es muy lícito formular preguntas o exponer dudas, pero una cosa es preguntar al que sabe, y otra muy distinta impugnarlo. Esto demuestra cuán desjerarquizados intelectualmente nos encontramos hoy en día, que cualquiera es un doctor, cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón o lo que sea, como dice la famosa canción "Siglo XX Cambalache".


Con esto quiero dejar claro que acepto todas las preguntas, dudas que se quieran hacer, pero no las del fariseo que pregunta sin interés de la verdad, sino que lo hace para poner una zancadilla. No voy a contestar las preguntas que se hacen para impugnar lo que se desconoce. Claro está, que responderé en la medida que pueda, según mis límites, pues como es natural, nadie se las sabe todas. Pero una cosa es querer aprender y otra cosa es refutar la verdad. Y si se tiene una posición contraria, pues simplemente expóngala y si es errónea, alguien con capacidad intelectual la podrá rebatir.
No nos queda más que decir y esperar la gloriosa y bienaventurada esperanza de la Parusía, diciendo: "Si alguno no ama al Señor, sea antema, Maran-atha". (I Cor. 16.22").


P. Basilio Méramo

Bogotá, Junio 29 de 2013

SEXTO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS



 
 
Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:
En este domingo tenemos el relato de la segunda multiplicación de los panes que llevó a cabo nuestro Señor. Milagro que repite en dos ocasiones como también repitió la pesca. Estas reiteraciones, como lo dice el gran glosador del siglo XX, desafortunadamente no reconocido como tal, el padre Castellani, eminencia de la Compañía de Jesús y expulsado vilmente habiendo sido el doctor más eximio, si se quiere, que haya tenido esta Compañía en América, pues su diploma lo hacía predicador y exegeta sin tener que someter sus escritos a la aprobación del nihil obstat cuando ésta existía, titulo otorgado por el papa Pío XII y que pocos en un siglo tienen. El padre Castellani decía que los milagros son parábolas en acción; y cuando Cristo repetía un prodigio era porque había un contenido y un significado y por eso no era el mismo milagro; nos advierte en esta ocasión que el doble prodigio invita a mirar la proporción inversa que hay: a mayor número de gente, menos panes y más sobras; a menor gente más panes y menos sobras. En una multiplicación había siete panes y comieron cuatro mil personas y sobraron siete canastos; en la segunda había cinco panes, comieron cinco mil personas, sobrando doce canastos.
Se debe hacer la siguiente reflexión, muy justa, que muestra que con menor cantidad de materia obra mayor efecto, hace más. Sabemos que la multiplicación de los panes no sólo significa la multiplicación de la eucaristía sino también la palabra de Dios y la predicación, y que a través de esa predicación y esa eucaristía nuestro Señor incrementa humildemente su reino, acrecienta su reino y que ese reino no necesita de muchas cosas, como podemos creer los hombres para difundirlo, sino que incluso con menos y con medios más pobres Dios puede obtener una difusión mucho más amplia como la que hizo en la segunda multiplicación, en la cual comió más gente y sobraron más canastos.
Comúnmente creemos que para predicar la palabra de Dios, hacer crecer su reino y convertir almas se necesitan grandes cosas. Es todo lo contrario, menos necesita Dios. Esos medios en los que estamos tentados a pensar que necesita la Iglesia y que han hecho mella en ella, son: la astucia política, el poder, la influencia, las riquezas. Mucha gente está tentada a creer que si tuviéramos esos recursos convertiríamos al mundo, y eso es un error, porque el mundo no se transformará por la política, el poder o la influencia ni las riquezas, sino por la táctica pobre y humilde de la predicación fiel del Evangelio. Lo único que sí necesita la Iglesia para evangelizar son los sacerdotes bien formados.
Por lo mismo, el padre Castellani decía que lo primero que necesita la Iglesia son sacerdotes bien instruidos para que puedan predicar fielmente la palabra de Dios; lo demás, como el prestigio, el poder, las riquezas y la diplomacia sobran, como también sobrarían la radio y la televisión. No convertiríamos a nadie por la televisión, la radio, las revistas y los medios de comunicación, como muy tentados estaríamos a caer. Otro asunto es utilizar esos medios como católicos en la difusión de nuestra cultura religiosa; pero la religión católica, la fe y la conversión de las almas se opera por la prodigiosa multiplicación de la palabra de Dios fielmente transmitida a lo largo de la tradición. Tal es el error y la confusión con respecto a la propagación de la palabra de Dios que vemos a la Iglesia aturdida en una propaganda estéril por la fe, absolutamente estéril.
Nuestro Señor se valió de sus doce apóstoles, pobres pescadores, ignorantes, pero hombres de principios, leales y nobles, porque se puede ser pobre y pescador pero noble, la virtud del hombre de bien. Así eligió a sus discípulos para que distribuyeran la palabra de Dios. Nos muestra en estas dos multiplicaciones de los panes cómo en las manos de los apóstoles se multiplicaba el pan y cómo no solamente de pan vive el hombre sino también de toda palabra de Dios. Entonces así se difundiría la palabra de Dios, por esa transmisión fidedigna que hoy no se tiene en cuenta y por eso la gran ruptura que hay al no darle importancia a la tradición, porque no se puede dar lo que no se tiene y no se puede tener lo que no se ha recibido; si los apóstoles no hubieran obtenido el pan de las manos de nuestro Señor no se hubiese multiplicado; para dar hay que recibir, y tiene que ser de Dios para poder dar transmitiendo fielmente las cosas de Dios.
Ahí está el problema cuando se origina una ruptura, un rechazo, un corte vertical con la Tradición. Monseñor Lefebvre, cuando era vil e insidiosamente atacado por la prensa o por los obispos que le reprochaban cínicamente el cisma, lo dijo en varias ocasiones: “Si hay un cismático no soy yo, son ellos; si hay un cisma no soy yo, son ellos quienes crean el cisma porque no puede haber una ruptura, ni una escisión en la transmisión fiel de la palabra y de la doctrina de Dios y de la religión de Dios que es la religión católica; el solo hecho de no tener en cuenta la Tradición y atenerse a ella origina esa ruptura, ese cisma”. Por eso Monseñor Lefebvre siempre se sintió el fiel transmisor de lo que había recibido y en su tumba y en su lecho de muerte mandó escribir: “He transmitido lo que recibí,como un simple y humilde siervo de Dios”.
Así debe ser todo sacerdote y todo obispo, todo el que ocupe un lugar en la jerarquía de la Iglesia para que así se multipliquen el reino y la palabra de Dios, la santa Eucaristía. Porque si estoy en ruptura con la tradición, con la concepción católica de la santa Misa, ¿cómo se consagraría?, ¿con qué intención?, si no es la santa Misa sino una cena donde se reúnen los amigos, y Dios está presente allí donde hay dos o tres reunidos en su nombre; eso no es la misa. Aquí estamos reunidos y sin embargo hasta que no se pronuncien las palabras de la consagración no hay misa, no hay presencia real y sin embargo aquí está presente Dios porque estamos más de dos o tres reunidos o en cualquier otro grupo, en la calle o en una plaza; pero esa presencia universal de nuestro Señor allí donde están sus discípulos no es la presencia sustancial que hay en su cuerpo eucarístico.
Ahí está el riesgo de invalidez de la nueva misa, que no es otra opción como creeríamos; hay riesgo porque no hay la garantía de la confesión sacramental justamente por tener otro concepto distinto al de la Tradición sobre la Misa y sobre el sacrificio. Tanto es así que no se lo ha querido definir como un sacrificio propiciatorio sino de alabanza, eucarístico, pero no donde hay inmolación.
La Misa se define como la renovación incruenta del mismo sacrificio del Calvario, la inmolación, pero no realizada físicamente sino incruenta y sacramentalmente. Acerca de esa tercera dimensión podríamos así decir: la dimensión natural, la dimensión sobrenatural y la tercera que es la sacramental, que conjuga esas otras dos dimensiones y que están en todos los sacramentos; por eso hay elementos del orden natural y elementos del orden sobrenatural que están conjugados en el sacramento; por eso se bautiza con agua, se consagra con pan y vino, pero también está la gracia del bautismo; pero asimismo está la presencia real y substancial de nuestro Señor en las especies del pan y del vino que ya no lo son sino que se convierten en el cuerpo y la sangre de nuestro Señor, junto con su alma y divinidad.
Es importante recordarlo para no dejarse llevar por el error y caer en cisma, en el cual automáticamente se cae si me sustraigo de la Tradición católica que es la que hace que la Iglesia de hoy sea la de mañana y no que haya una nueva Iglesia y una nueva religión que adulteran la palabra y el nombre de Dios, pues se valen de Dios para destruir su reino. Eso es lo satánico, lo terrible y lo difícil de entender y discernir; solamente a los ojos y a la luz de la fe se pueden sopesar y ver esto. Si no las vemos es porque nuestra fe es poca. Misterio de fe, hay que vivirlo, y éste se resume y sintetiza en la santa Misa y por eso esas palabras que estuvieron desde el principio, desde los apóstoles, han sido quitadas de la santa Misa –misterio de fe– ,por eso estaban incluidas dentro de las palabras de la consagración del vino, para expresar, para manifestar esa realidad.
Nuestro Señor necesita esa fidelidad de los apóstoles para que el reino de Dios se propague por su palabra y por su sacrificio. Esa es la explicación del doble milagro de la multiplicación de los panes, para que no creamos que necesitamos grandes cosas, sino que con las más humildes, con las más pequeñas se puede convertir al mundo si éste y los hombres quieren y si los apóstoles son fieles. Lo que se necesita es la fidelidad de los apóstoles bien instruidos; pero hoy falta educación religiosa, formación teológica y dogmática en el clero y, por tanto, pulula el error por doquier.
Desde luego que el pueblo se confunde si no hay doctores en la fe que por oficio son los obispos, los catedráticos de Dios. Los sacerdotes son auxiliares, ayudantes de esos doctores y catedráticos en la fe. El que predica en nombre propio es el obispo, mientras que el sacerdote, con su permiso, lo hace como un auxiliar. Faltan esa luz, esos doctores, esos obispos; por eso vemos el mundo que se cree católico sin esa luz de la fe, porque no hay doctores.
Son cuatro o cinco obispos fieles (cuatro, pues ya claudicó monseñor Lisinio quien era el quinto obispo consagrado junto con los cuatro de la Fraternidad); cuatro obispos para dar luz al mundo en la fe. Peor que la época de San Atanasio, porque este santo no estaba tan solo, se encontraba con San Hilario, San Basilio, San Gregorio y otros. Y es mucho peor que la herejía arriana que negaba la divinidad de nuestro Señor; hoy se refuta la santidad de la Iglesia católica, eso es lo que hace el ecumenismo, al colocarla en igualdad con las otras religiones. Es un nuevo arrianismo, mucho peor porque contamos con menos defensores de la fe y es mucho más universal el mal porque ahora abarca todo el mundo.
No por eso debemos claudicar en la multiplicación del reino y de la palabra de Dios, sino seguir siendo fieles a la sacrosanta tradición católica y propagar el reino de Dios y procurar no sólo nuestra salvación sino la de todas las almas.
Pidamos a nuestra Señora, la Santísima Virgen María, mantenernos fieles a la Tradición, salvar nuestras almas y las de todos los demás. +
 
PADRE BASILIO MERAMO30 de junio de 2002