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Tomado de la Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino:
Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, según San Lucas
Cap. 22, 39-71 y 23 1-53.
Lc 22,39-42 -
Y saliendo, se fue, como solía, al monte de las Olivas, y le fueron también siguiendo sus discípulos. Y cuando llegó al lugar les dijo: "Haced oración para que no entréis en tentación". Y se apartó El de ellos, como un tiro de piedra, y puesto de rodillas, oraba, diciendo: "Padre; si quieres, traspasa este cáliz; mas no se haga mi voluntad, sino la tuya". (vv. 39-42)
Beda.
Como el Señor había de ser entregado por su discípulo, se marchó al lugar donde pudiera encontrarlo fácilmente. Por esto sigue: "Y habiendo salido se fue, como solía, al monte de los Olivos".
San Cirilo.
De día estaba en Jerusalén; pero cuando llegaba la noche se retiraba al monte de los Olivos, donde hablaba con sus discípulos. Sigue: "Y le fueron siguiendo", etc.
Beda.
Muy oportunamente llevó al monte de los Olivos a los que estaban instruidos acerca de los misterios referentes a su cuerpo, porque bautizados todos en su preciosa muerte, daba a entender que después serían confirmados por el crisma del Espíritu Santo.
Teófil.
Después de la cena, no retienen al Señor ni la pereza, ni el lugar, ni el sueño, sino la enseñanza y la oración. Por esto sigue: "Y cuando llegó al lugar, les dijo: Haced oración", etc.
Beda.
Es imposible que deje de ser tentado el hombre; por ello dice: "Orad", no para que no seáis tentados, "sino para que no caigáis en tentación". Esto es, para que no os venza la tentación.
San Cirilo.
Pero no contentándose con decirlo de palabra, arrodillándose un poco más adelante, oraba. Por lo que sigue: "Y se apartó El de ellos", etc. En todas las ocasiones le encontrarás orando en la soledad; para que aprendas que debe hablarse con Dios altísimo, con atención y corazón tranquilo. No oraba porque necesitase de la ayuda de otro, El que es la virtud omnipotente del Padre; sino para que aprendamos que no debemos dormirnos en la tentación, sino que debemos insistir con más fervor en nuestras oraciones.
Beda.
Solo oraba por nosotros, Aquel que solo por nosotros había padecido, dándonos a conocer, que tanto su oración como su pasión, se diferenciaban mucho de las nuestras.
San Agustín., De cuaest Evang., 2, 50
"Y se apartó de ellos como un tiro de piedra"; como para exhortarlos, en forma figurada, a que refirieran hacia El la piedra; es decir, que a El aplicaran la intención de la ley que estaba escrita en piedra.
San Gregorio Niceno. Vel Isidorus in Cat. graec. Patr
¿Qué quiere decir doblando la rodilla? puesto que se dice: "Y puesto de rodillas, oraba". Es costumbre entre los hombres rogar de rodillas a los que son más que los que oran; dando a entender que son mucho más los que son rogados. Bien evidente es, que la naturaleza humana no tiene cosa alguna que sea digna de Dios; por eso le veneramos con las demostraciones respetuosas que mutuamente nos prestamos, confesando que somos menos respecto de la grandeza de nuestros prójimos. Por ello, Aquel que llevó sobre sí todos nuestros pecados e intercedió por nosotros, dobló las rodillas de su humanidad para orar, enseñándonos que debemos alejar todo orgullo en los momentos en que estemos orando, y que en todo nos debemos conformar con la humildad; porque Dios resiste a los soberbios, y da su gracia a los humildes (St 4, y 1Pe 5,5)
Crisóstomo
Todo arte es demostrado por aquel que enseña, tanto con las palabras como con las obras; y como el Señor había venido a enseñarnos, no cualquier virtud, por esto dice y hace. Por lo tanto, como había mandado orar con palabras para que no cayésemos en tentación, ahora nos enseña esto mismo con las obras. Prosigue: "Diciendo: Padre; si quieres, aparta de mí este cáliz"; no dice, si quieres, como ignorando si agradaría esto al Padre; no hay cosa más difícil que conocer la divina esencia, que El sólo puede comprender en realidad, según las palabras de San Juan (cap 10,15): "Como me conoce el Padre, yo conozco al Padre"; y no dice esto porque le repugne padecer; ya había reprendido al discípulo que se había opuesto a ello, llamándole Satanás después de haberle distinguido mucho ( Mt 16), ¿cómo puede decirse que no quería ser crucificado? No puede decirse esto si se tiene en cuenta, que nuestro inefable Dios -superior a cuanto se puede comprender- quiso bajar al seno de una Virgen, amamantarse con su leche y sufrir toda clase de sufrimientos en la tierra. Como era casi increíble que todo esto había de suceder, envió primero a sus profetas para que lo vaticinasen así. Después El mismo se vistió de carne, viniendo a la tierra; y para que no se creyera que era aparente, permitió que su carne sufriese todos los accidentes de la humana fragilidad: tener hambre, sed, dormir, trabajar, cansarse y afligirse. Por esto rehusa la muerte, para dar a conocer que tiene consigo una verdadera humanidad.
San Ambrosio
Dice, pues: "Si quieres, aparta de mí este cáliz"; pero es sólo como hombre que rehusa la muerte, ya que como Dios, sigue firme en su propósito.
Beda
Pide que pase de El aquel cáliz, no en verdad porque tema padecer, sino compadecido del pueblo de Israel, que debería beber el cáliz que se le había pronosticado. Por esto no dijo terminantemente, aparta de mí el cáliz, sino este cáliz, esto es, el del pueblo judío que no puede tener excusa si me mata, puesto que tiene la Ley y los Profetas, que me han anunciado con tanta frecuencia.
San Dionisio Alejandrino. In Cat. graec. Patr
Cuando dice aparta de mí este cáliz, no es para que no le venga, sino porque no podría pasar si no viniere; por lo tanto, cuando se dio cuenta de que lo tenía presente, empezó a afligirse, a entristecerse, y al aproximarse dice: "Haz pasar este cáliz". Como lo que pasa ya no se toca ni permanece, así el Salvador -cuando se ve tentado- insta para que la tentación se desvanezca; lo que es no caer en tentación -porque vela cuando ora-. Enseña el mejor modo de huir de las tentaciones, cuando dice: "Mas no se haga mi voluntad, sino la tuya". Dios es incapaz de obrar mal; quiere, pues, concedernos en abundancia los bienes que pedimos o comprendemos; luego pide que se cumpla la voluntad absoluta del Padre -que El conocía perfectamente-, y que es su misma voluntad en cuanto a la divinidad; rehusó que se cumpliese la voluntad humana, que llama suya, y que es menor que la del Padre.
San Atanasio., De incarnatione contra arrianos, vel, De natura humana suscepta, versus finem.
Aquí manifiesta que pide de dos modos: en sentido humano, que es carnal, y en sentido divino; la humanidad rehúsa el padecer, porque es de carne; pero el amor de Dios le alienta para que sufra, porque no era posible que prescindiese de la muerte.
San Gregorio Niceno
Asegura Apolinar que Jesucristo no tuvo voluntad propia según lo humano, sino que sólo había voluntad divina en Cristo, que descendió del cielo.
Beda
Al acercarse el Salvador a la pasión, tomó la voz de los que están afligidos; porque cuando va a suceder lo que no queremos que suceda, debemos pedir -por nuestra flaqueza- que no suceda, mientras que con nuestra firme voluntad debemos estar preparados a cumplir las disposiciones de nuestro Creador, aun en contra de nuestros deseos.
Lc 22,43-46 -
Y le apareció un ángel del cielo, que le confortaba. Y puesto en agonía oraba con mayor vehemencia. Y fue su sudor como de gotas de sangre, que corría hasta la tierra. Y como se levantase de orar, y viniese a sus discípulos, los halló durmiendo de tristeza: "Y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos y orad, para que no entréis en tentación". (vv. 43-46)
Teófil
Para darnos a conocer la importancia de la oración, y para enseñarnos que en las adversidades debe dársele la preferencia, cuando ora el Señor le conforta un ángel. Por esto dice: "Y le apareció un ángel del cielo que le confortaba", etc.
Beda
En otro lugar también leemos ( Mt 4,11) que los ángeles le servían, acercándose a El. Tanto respecto de una como de otra naturaleza, se dice en repetidas ocasiones que los ángeles le servían y le confortaban. El Creador no necesitó nunca de la ayuda de sus creaturas; pero una vez hecho hombre, como se entristece por nosotros, así también es confortado por nosotros.
Teófil
Hay quien asegura que se le apareció el ángel glorificándole y diciendo: Señor, tuya es la fortaleza; porque Tú puedes librar de la muerte al género humano enfermo.
Crisóstomo
Y como había tomado nuestra carne de una manera real, para demostrarnos la verdad de este acontecimiento, y para cerrar la boca a los herejes, sufre todo lo que la humanidad puede sufrir. Sigue, pues: "Y puesto en agonía oraba con mayor vehemencia".
San Ambrosio
Se horrorizan muchos cuando piensan en la tristeza del Salvador, y la refieren más bien al desarrollo de un sentimiento innato que a haberla recibido con nuestra debilidad. Pero yo, no sólo no creo que no debía prescindir de ella, sino que admiro en ella -más que en ninguna otra cosa- su caridad y su majestad; menos hubiese hecho por mí, si no hubiera aceptado mis impresiones; tomó sobre sí nuestra tristeza, para podernos otorgar su alegría. Digo a propósito tristeza, porque predico la cruz. Debió tomar el sufrimiento para poder triunfar; no merecen los honores del triunfo los que soportaron más el horror de las heridas que el dolor. Quiso enseñarnos, pues, cómo podríamos vencer, no sólo a la muerte, sino lo que es más, a la tristeza de la muerte eterna. Te afliges, Señor, no de tus penas, sino de las mías; se hizo débil por nuestras culpas. Y acaso estaba triste, porque después de la caída de Adán no podíamos retroceder y salir de esta vida, sino por medio de la muerte. Y en esto no hay exageración: se entristecía especialmente por sus perseguidores, de quienes sabía que habían de sufrir eternamente el castigo de su sacrilegio.
San Gregorio., 24 Moral., cap. 17.
Al acercarse su muerte, experimentó esa lucha que nuestra alma experimenta; porque sufrimos cierta agitación de terror y de miedo, cuando nos acercamos al juicio eterno por la disolución de la carne; y no sin razón, porque el espíritu, pasados unos momentos, encuentra una eternidad que no puede variar.
Teófil.
Que la oración predicha se hizo por la naturaleza humana y no por la divina, como dicen los arrianos, se conoce porque sudó. Sigue, pues: "Y fue su sudor como gotas de sangre, que corría hasta la tierra".
Beda.
Nadie crea que este sudor era hijo de la flojedad, porque es contrario a la naturaleza sudar sangre; sino entiéndase, que por medio de este sudor nos dice que ya había obtenido la gracia que pedía, proponiéndose a la vez purificar con su sangre la fe de sus discípulos, que todavía estaban bajo el influjo de la flaqueza humana.
San Agustín., in sent. Proper. sent 68.
Orando el Señor y sudando sangre, dio a conocer que de todo su cuerpo, que es la Iglesia, brotarían martirios.
Teófil.
Esto se dice en sentido metafórico, porque como sudó mucho, se dice que sudó sangre. Queriendo, pues, el evangelista, manifestar que eran gruesas las gotas de transpiración que sudaba, cita las gotas de sangre como modelo. Después de esto, encontrando a sus discípulos dormidos por la tristeza, les reprende, y a la vez les invita a que oren. Prosigue: "Y como se levantó de orar, vino a sus discípulos, y los halló durmiendo de tristeza".
Crisóstomo.
Era ya algo entrada la noche y los ojos de los discípulos estaban cargados por la angustia, y experimentaban el sueño, no del temor, sino de la tristeza.
San Agustín De cons. Evang., lib. 3, cap. 4
No dice aquí San Lucas en qué parte de la oración vino el Señor a sus discípulos, y en esto no se contradice con San Marcos.
Beda
Da a conocer el Señor en seguida que oraba por sus discípulos, pues les reprende porque no participan de sus oraciones, por no estar vigilantes y en oración. Sigue, pues: "Y les dice: ¿Por qué dormís? Levantaos y orad, para que no caigáis en tentación".
Teófil
Para que no sean vencidos por la tentación; esto significa: no ser llevados a la tentación, no caer en ella. Nos manda sencillamente que oremos para que nuestra vida sea tranquila, y no vengamos a parar en alguna cosa que nos pueda dañar. Es propio del demonio el ensoberbecerse, y precipitarse en la tentación. Por esto Santiago (cap 1,2) no dijo arrojáos a la tentación, sino "cuando fuereis tentados, pensad en la alegría del cielo haciéndoos forzadamente voluntarios".
Lc 22,47-53 -
Y cuando estaba El aún hablando se dejó ver una cuadrilla de gente: y el que era llamado Judas, uno de los doce, iba delante de ellos: y se acercó a Jesús para besarle. Mas Jesús le dijo: "Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?" Y cuando vieron los que estaban con El lo que iba a suceder, le dijeron: "Señor, ¿herimos con espada?" Y uno de ellos hirió a un siervo del príncipe de los sacerdotes, y le cortó la oreja derecha. Mas Jesús, tomando la palabra, dijo: "Dejad hasta aquí". Y le tocó la oreja, y le sanó. Y dijo Jesús a los príncipes de los sacerdotes y a los magistrados del templo, y a los ancianos que habían venido allí: "¿Como a ladrón habéis salido con espadas y con palos? Habiendo estado con vosotros cada día en el templo, no extendisteis las manos contra mí; mas ésta es vuestra hora, y el poder de las tinieblas". (vv. 47-53)
Glosa
Una vez terminada la oración se ocupa de su aprehensión, llevada a cabo por su discípulo. Dice, pues: "Y cuando estaba El aún hablando se dejó ver una cuadrilla de gente, y el que era llamado Judas".
San Cirilo
Dice, pues, que se llamaba Judas, que quiere decir el que aborrece. Y añade: "Uno de los doce", para dar a conocer la perfidia del traidor; porque habiendo sido honrado como los demás apóstoles, se convirtió en causa de muerte para su Maestro.
Crisóstomo
Así como las heridas incurables no obedecen a las medicinas más eficaces, ni a los más exquisitos cuidados, así el espíritu, una vez aprisionado y entregado a algún pecado, no puede salir de ese estado por medio de exhortaciones ni consejos. Esto mismo le sucedió a Judas por no haber dejado a tiempo sus intenciones de ser traidor, aunque esto tantas veces había sido prohibido por el Salvador cuando predicaba a las gentes. Por ello sigue: "Y se acercó a Jesús para besarle".
San Cirilo
Olvidándose de la gloria de Cristo, creyó que podría llevar a cabo en secreto su abominación, atreviéndose a convertir en traición el signo de cariño.
Crisóstomo., orat. seu conc. 1, De Lazaro
No debemos dejar de amonestar a los hermanos, aunque no consigamos nada con nuestras palabras, porque los manantiales, aun cuando nadie beba, siempre están brotando. Y si no llegas a persuadirlo hoy, lo persuadirás mañana. Un pescador, sin haber sacado nada en todo el día, al fin llena sus redes a la caída de la tarde. Por esto el Señor, aun cuando sabía que Judas no se convertiría, no dejó de procurar que no pereciese. Sigue, pues: "Mas Jesús le dijo: Judas, ¿con beso entregas al Hijo del hombre?", etc.
San Ambrosio
Creo que hablando por medio de interrogación se propone enmendar al traidor con el afecto de amigo.
Crisóstomo
Le llama con su verdadero nombre, lo que más debió moverlo a arrepentirse y desistir de su traición, que a provocar su enojo.
San Ambrosio
Dice, pues: "¿Entregas con beso?", es decir, ¿con el signo del amor infieres una terrible herida, y con el signo de paz produces la muerte? Siendo el siervo, entregas a tu Señor; siendo el discípulo, a tu Maestro; y habiendo sido elegido, a tu elector.
Crisóstomo
No dijo, pues: entregas a tu Maestro, ni entregas a tu Señor, ni a tu bienhechor, sino al Hijo del hombre, esto es, manso y humilde. Quien aunque no fuese Maestro ni Señor, habiéndose portado contigo con tanta amabilidad, no debió haber sido entregado por ti.
San Ambrosio
Gran manifestación del poder divino, gran prueba de virtud. Se da a conocer la determinación de prenderle, y no se niega. Dice quién lo entrega, manifestando lo que hasta entonces estaba oculto. Especifica a quién entrega, cuando dice al Hijo del hombre, porque es la carne la apresada, no la divinidad. Y esto, sin embargo, agrava más su ingratitud, porque al que entregaba, siendo Hijo de Dios, se quiso convertir en Hijo del hombre, como diciendo: Ingrato, por ti he tomado lo que entregas con tanta hipocresía.
San Agustín., de cons. Evang. 3, 5
Dijo Jesús primeramente cuando iba a ser apresado, lo que especifica San Lucas: "¿Con beso entregas al Hijo del hombre?". Después lo que dice San Mateo (26,50): "¿Amigo, a qué has venido?". Luego lo que dice San Juan (18,4): "¿A quién buscáis?".
San Ambrosio
También lo besó el Señor, no para enseñarnos a fingir, sino para que se viese que no huía ni siquiera del que lo entregaba, y para ganar al traidor a quien no negaba los testimonios de amor.
Teófil
Se enardecen los discípulos y desenvainan las espadas. Por ello sigue: "Y cuando vieron los que estaban con El lo que iba a suceder, dijeron: Señor, ¿herimos con espada?". Pero, ¿cómo es que tenían espadas? Porque habían matado al cordero y se levantaban de la mesa. Algunos discípulos preguntan si hieren con espada, pero San Pedro, ferviente siempre por el Salvador, no espera órdenes, sino que inmediatamente hiere a un siervo del pontífice. Por esto sigue: "Y uno de ellos hirió".
San Agustín. De conc. evang. ut supra
El que hirió, según San Juan, fue San Pedro. El herido se llamaba Malco.
San Ambrosio
Como San Pedro estaba instruido en las Sagradas Escrituras, y amaba mucho al Señor, recordando que se alabó mucho la acción de Finees porque mató a los sacrílegos, hirió al criado del pontífice.
San Agustín. De conc. evang. ubi supra
Dice San Lucas a continuación: "Mas Jesús, tomando la palabra, dijo: Dejad hasta aquí". San Mateo (26,52) dice así: "Vuelve tu espada a su lugar". Y no se crea que esto contradice lo que refiere San Lucas, cuando expresa que el Señor respondió: "Dejad hasta aquí", como si lo hubiera dicho después de ser herido para probar lo hecho hasta ese momento, pero no queriendo se hiriese más. Pero las palabras que refiere San Mateo, dan a entender que al Señor le disgustó el que San Pedro hiciera uso de la espada. Y es verdad que, habiéndole preguntado sus discípulos: "Señor, ¿herimos con espada?", respondió: "Dejad hasta aquí". Es decir, no os espante lo que va a suceder. Debe tolerarse todo hasta que yo acabe mi carrera, esto es, hasta que me prendan y se cumpla en mí cuanto se ha escrito. No se dice que contestó Jesús más que a la pregunta que se le hizo, y no al acto de San Pedro. Pero entre que los discípulos preguntaron al Señor y éste respondió, San Pedro, instado por su deseo de defender, hirió. Pero no pudieron decirse simultáneamente las cosas que sucedieron a la vez. Entonces, como dice San Lucas, curó a aquél que había sido herido. Sigue: "Y le tocó la oreja y le sanó".
Beda
El Señor nunca se olvida de su bondad. Sus enemigos procuran la muerte del justo, y Este cura las heridas de los que lo persiguen.
San Ambrosio
Pero cuando el Señor cura las heridas ensangrentadas, se refiere a un misterio. Porque el siervo del príncipe de este mundo (no por condición de su naturaleza, sino por su culpa), recibió una herida en su oreja, no oyendo las palabras de sabiduría. Y cuando San Pedro cortó voluntariamente la oreja dio a conocer que no debemos fijar nuestro oído en las cosas superficiales, sino en los misterios. Pero, ¿por qué es San Pedro quien hiere? Porque había recibido el poder de atar y desatar. Por ello toma la espada espiritual y corta con ella el oído interno del que oye mal. Pero el Señor vuelve a poner la oreja en su sitio, dando a entender que si se convierten, podrán salvarse todos los que pecaron, en la pasión del Señor. Porque todo pecado se perdona por los misterios de la fe.
Beda
Este siervo es el pueblo judío que perdió la oreja derecha. Es decir, la inteligencia espiritual de la ley, por el mal papel que representó en la Pasión del Señor, instado por los príncipes de los sacerdotes. Su oreja fue cortada por la espada de San Pedro, no porque privara de la inteligencia a los que quieren oír, sino porque da a conocer que, por juicio divino, ésta les fue quitada a los negligentes. Pero la misma oreja derecha es restituida por la dignación del Señor, a todos los de aquel pueblo que creyeron.
Prosigue: "Y dijo Jesús a los príncipes de los sacerdotes... ¿Como a ladrón habéis salido con espadas y con palos?", etc.
Crisóstomo
Vinieron de noche temiendo el alboroto de la multitud. Por eso les dice: ¿Qué necesidad teníais de armas para prender a aquel que siempre habéis tenido con vosotros? Y esto da a entender cuando prosigue: "Habiendo estado cada día con vosotros", etc.
San Cirilo. Incat. grace. patr
En esto el Señor no culpa a los príncipes de los sacerdotes porque no habían preparado bien las asechanzas para matarle, sino que les echa en cara que creyeran haberlo atacado así contra la voluntad de El, como diciendo: "Entonces no me prendisteis, porque yo no quise, ni ahora podríais si yo no me quisiere entregar voluntariamente a vuestras manos". Y prosigue: "Pero ésta es vuestra hora"; esto es, el poco tiempo que se os ha concedido para que descarguéis sobre mí todo el furor de vuestra malicia, habiendo accedido el Padre a mis ruegos. Dice también que se ha concedido a la vez este poder a las tinieblas, esto es, al diablo y a aquellos judíos, para que puedan levantarse contra Cristo. Y esto es lo que añade: "Y el poder de las tinieblas".
Beda
Como diciendo: Por lo tanto, os congregáis contra mí en las tinieblas, porque en ellas está vuestro poder -con el que os armáis en contra de la verdad-. Se pregunta que cómo pudo ser que Jesús hablase a los príncipes de los sacerdotes, a los magistrados y a los ancianos del pueblo, que habían venido a prenderle cuando, según los demás evangelistas, ellos esperaban en el atrio de Caifás, y enviaron desde allí sus ministros. Pero se responde a esta contradicción, diciendo que ellos vinieron no en persona, sino en la de aquellos que ellos mandaron, y se presentaron a prender a Jesús.
Lc 22,54-62 -
Y echando mano de El, le llevaron a la casa del príncipe de los sacerdotes; y Pedro le seguía a lo lejos. Y habiendo encendido fuego en medio del atrio, y sentándose ellos alrededor, estaba también Pedro en medio de ellos. Una criada, cuando le vio sentado a la lumbre, le miró con atención y le dijo: "Y éste con El estaba". Mas él lo negó, diciendo: "Mujer, no le conozco". Y un poco después, viéndole otro, dijo: "Y tú de ellos eres". Y dijo Pedro: "Hombre, no soy". Y pasada como una hora, afirmaba otro y decía: "En verdad éste con El estaba, porque es también galileo". Y Pedro: "Hombre no sé lo que dices". Y en el mismo instante, cuando aún él estaba hablando, cantó el gallo. Y volviéndose el Señor, miró a Pedro. Y se acordó de la palabra del Señor, como le había dicho: "Antes que el gallo cante, me negarás tres veces". Y saliendo fuera Pedro, lloró amargamente. (vv. 54-62)
San Ambrosio
No entendieron aquellos desgraciados, ni respetaron tanta clemencia aun con los enemigos, no permitiendo que se le defendiese. Dice pues: "Y echando mano de El, lo llevaron", etc. Cuando hablemos del prendimiento de Jesús, cuidemos de no caer en el error de creer que fue prendido según la divinidad, y obligado por debilidad: sólo fue prendido según la carne.
Beda
El príncipe de los sacerdotes, quiere decir Caifás, quien, según San Juan, era el pontífice en aquel año.
San Agustín. De conc. evang. 3, 6
Pero primero, antes que a la casa de Caifás, como dice San Mateo, fue llevado a la casa de Anás, que era suegro de Caifás, como dice San Juan. San Marcos y San Lucas no citan el nombre del pontífice.
Crisóstomo. in homil. 84, in matth
Por esto se dice a la casa del pontífice, para dar a entender que todo se hacía por consentimiento del príncipe de los sacerdotes. Todos se habían reunido allí para esperar a Jesucristo. Se da a entender el afecto de San Pedro, porque no huyó cuando vio que huyeron los demás. Prosigue: "Y Pedro le seguía a lo lejos".
San Ambrosio. lib. 10 in lucam, cap. De proditione Petri per ancillam
Le seguía a lo lejos, pero se acercaba a su negación, y acaso no lo hubiera negado si hubiese estado cerca de Jesús. Pero estuvo reverente, porque no abandonó al Señor, aunque tanto miedo tenía. El miedo es propio de la naturaleza y el cuidado de la piedad.
Beda
El que San Pedro haya seguido a Jesús a lo lejos representa a la Iglesia, que habría de seguir su verdad, es decir, habría de imitar la Pasión del Señor, pero de una manera diferente. La Iglesia sufre por sí misma, pero Jesús sufre por la Iglesia.
San Ambrosio
Ya ardía el fuego en la casa del príncipe de los sacerdotes. Prosigue: "Y habiendo encendido el fuego", etc. Se acercó San Pedro a calentarse porque, una vez preso el Señor, el calor del afecto de San Pedro se enfrió.
Crisóstomo
Le habían sido entregadas las llaves del reino de los cielos. Le había sido confiada una multitud innumerable de pueblos, que estaba sumergida en el pecado. San Pedro estaba muy fuerte, como lo indica la oreja cortada del criado del príncipe de los sacerdotes. Este hombre, tan endurecido y tan severo, si hubiese obtenido el don de no pecar, ¿cómo hubiera podido perdonar a los pueblos? Pero la Providencia divina permitió que cayese él primero, para que fuese condescendiente con los demás, recordando su propia caída. Y cuando quería calentarse junto a las brasas, se acercó a él una criada, de quien se dice: "Una criada, cuando le vio", etc.
San Ambrosio
¿Cómo es que primero lo acusa una criada, cuando los hombres fueron los que lo pudieron reconocer, sino porque era preciso que apareciese también como pecador este sexo en la muerte del Señor, para que también fuese redimido por la Pasión de Cristo? San Pedro, provocado, peca; pero es preferible que San Pedro negase, a que mintiese Jesucristo. Por esto sigue: "Pero él lo negó diciendo: Mujer, no le conozco".
Crisóstomo ut supra
¿Qué haces, Pedro? Tu voz se ha mudado de pronto. Tu boca llena de fe y de amor, se ha convertido en odio y en infidelidad; todavía no te amenazan los azotes, ni se te aplican tormentos; quien te pregunta no es juez ni goza de autoridad alguna para que tanto temas si confiesas: es una mujer quien te habla con su débil voz. ¿Acaso habrá de acusarte si confiesas? Ni aun mujer, sino una muchacha portera, una despreciable servidora.
San Ambrosio
Pero San Pedro negó porque prometió sin precaución. No lo niega en el monte, no en el templo, no en su casa, sino en el pretorio de los judíos. Lo niega allí, donde Jesús está preso, y donde no hay verdad. Cuando lo niega, dice: No conozco a ese hombre. Habría sido un atrevido si hubiere dicho que conocía a aquel a quien la inteligencia humana no puede comprender Mt 11,27: "Ninguno conoce al Hijo más que el Padre". Por segunda vez negó a Cristo. Prosigue: "Y un poco después, viéndole otro, dijo: Y tú de ellos eres".
San Agustín. De conc. evang. lib.3, cap 6
Se cree que fue obligado a esta segunda negativa por dos causas: por la criada de quien hacen mención San Mateo y San Marcos, y por otro de quien se ocupa San Lucas. Por esto dice así este Evangelista: "Y un poco después, viéndolo otro". Ya había salido San Pedro, y el gallo había cantado por primera vez, como dice San Marcos. Ya había vuelto, como dice San Juan, al fuego, y encontrándose allí por segunda vez, lo negó. Acerca de esta negación, se dice: "Y dijo Pedro: Hombre, no soy", etc.
San Ambrosio
Quiso más bien negarse a sí mismo, que negar a Jesucristo. Creía, sin duda, que negar la amistad de Jesús, equivalía a negarse a sí mismo.
Beda
En esta negación de San Pedro, decimos que no sólo fue negado Cristo por el que dice que no es Cristo, sino también por aquel que siendo cristiano niega que lo es.
San Ambrosio
Es preguntado por tercera vez. Prosigue: "Y pasada como una hora, afirmaba otro y decía: En verdad que éste con El estaba".
San Agustín ut supra
San Mateo (26,63) y San Marcos (14,70) dicen: un poco después. Pero San Lucas dice cuánto fue este tiempo, diciendo: "Y pasada como una hora". San Juan nada dice de este intervalo. Además, San Mateo y San Marcos no hablan en singular, sino en plural; citan los que estaban con San Pedro, mientras que San Lucas y San Juan hablan de uno. Pero puede decirse que San Mateo y San Marcos tomaron el plural en vez del singular, como es costumbre, o que afirmaban que era uno el que lo había visto, y que los demás lo confirmaban, y todos argüían a San Pedro: "En verdad que tú eres uno de ellos, porque lo demuestra tu modo de hablar". San Juan asegura también que se le dijo a San Pedro: "¿Verdad que te vi en el huerto?" San Marcos y San Lucas dicen del mismo modo que aquellos hablaban a San Pedro, o por lo menos debe entenderse que se referían a él, por lo mismo de que hablasen de él en su presencia, que se dirigiesen a él de modo directo; de cualquier manera que esto se diga siempre resultará que se ocuparon de él, en uno o en otro sentido.
Beda
Añade: "Porque es galileo". No porque hablasen diferente lengua los galileos y los de Jerusalén: todos hablaban el hebreo, pero cada provincia tiene un modo especial de hablar, que no puede ocultarse.
Prosigue: "Y dijo Pedro: Hombre, no sé lo que dices".
San Ambrosio
Esto es, desconozco vuestros sacrilegios; pero nosotros nos excusamos, y él no se excusó. No es bastante la cautelosa contestación cuando se trata de confesar a Jesucristo; es preciso la confesión terminante. Por esto se dice que San Pedro no respondió así, sino que fue inducido, porque recordándolo luego, lloró.
Beda
Suele muchas veces la Sagrada Escritura, indicar el mérito de las causas por el del tiempo. Por ello, Pedro que pecó hacia la media noche, se arrepintió en seguida que cantó el gallo. Prosigue: "Y en el mismo instante, cuando él estaba aún hablando cantó el gallo". Lo que faltó durante las tinieblas del olvido, lo enmendó al volver la verdadera luz.
San Agustín De conc. evang. lib. 3, lib. 6
Creemos que cantó el gallo después que San Pedro negó tres veces a Jesús: así lo dice San Marcos.
Beda
Creo que debe entenderse por el gallo, alguno de los doctores que increpan a los que andan soñolientos o están echados, diciéndoles: "Vigilad, justos, y no queráis pecar" ( 1Cor 15,34).
Crisóstomo homil. 82, in Joan
Admirad el cuidado del Maestro, que aun estando preso, cuidaba mucho de su discípulo, a quien levantó de tal modo, que le incitó a llorar. Prosigue: "Y volviéndose el Señor, miró a San Pedro".
San Agustín ut supra
Cómo deba entenderse esto, debemos examinarlo con atención. Dijo San Mateo (26,69) que San Pedro estaba sentado fuera, en el atrio; lo cual no debió decir cuando se trataba de lo que sucedía dentro, donde estaba Jesús. También dijo San Marcos (14,66): "Y estando Pedro en el atrio de abajo", da a entender que no solo estaba Jesús en el interior, sino que esto sucedía en la parte alta. ¿Cómo pudo mirar Jesús a San Pedro? No con la vista corporal, porque San Pedro estaba fuera, y entre los que se calentaban, cuando lo referente a Jesús sucedía en el interior de la casa. Por estas razones, yo creo que aquella mirada debió ser espiritual, y como se dice en el Salmo (12,4): "Mírame y óyeme", y en el Salmo (6,5): "convierte tu rostro hacia mí, Señor, y defiende mi alma". Así creo que debe entenderse que el Señor se volvió y miró a San Pedro.
Beda
Mirar a uno equivale a compadecerse de él; porque no sólo cuando se hace penitencia, sino también para que pueda hacerse, es necesaria la divina misericordia.
San Ambrosio
Finalmente, todos aquellos a quienes Jesús mira, lloran su pecado. Prosigue: "Y Pedro se acordó de la palabra del Señor, como le había dicho: Antes que el gallo cante me negarás tres veces. Y saliendo fuera Pedro, lloró amargamente". ¿Por qué lloró? Porque se equivocó como hombre: veo sus lágrimas, pero no su reparación. Las lágrimas lavan el pecado cuando la palabra no se atreve a confesarlo. Negó por primera y segunda vez, y no lloró, porque aún no lo había mirado el Señor. Pero negó la tercera vez, lo miró el Señor, y en seguida lloró amargamente. Tú también, si quieres lavar tus pecados, lava tus culpas con tus lágrimas.
Crisóstomo
No se atrevía San Pedro a llorar delante de los demás, no fuera que sus lágrimas lo traicionasen; sino que saliendo fuera, lloró. Lloraba, no por el castigo, sino porque había negado a quien tanto quería, lo que lo consumía más que cualquier castigo.
Lc 22,63-71 -
Y aquellos que tenían a Jesús, le escarnecían, hiriéndole; le vendaron los ojos, y le herían en la cara, y le preguntaban, y decían: "Adivina, ¿quién es el que te hirió?" Y decían otras muchas cosas, blasfemando contra El. Y cuando fue de día se juntaron los ancianos del pueblo, y los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y lo llevaron a su concilio, y le dijeron: "Si tú eres el Cristo, dínoslo". Y les dijo: "Si os lo dijere no me creeréis, y también si os preguntare, no me responderéis, ni me dejaréis. Mas desde ahora el Hijo del hombre estará sentado a la diestra de la virtud de Dios". Y dijeron todos: "¿Luego tú eres el Hijo de Dios?" El dijo: "Vosotros decís: yo lo soy". Y ellos dijeron: "¿Qué, necesitamos más testimonios? pues nosotros mismos lo hemos oído de su boca". (vv. 63-71)
San Agustín lib. 3, cap.6 ut jam sup
No todos los Evangelistas se expresan del mismo modo al hablar de las tentaciones de San Pedro, durante la cautividad del Salvador, porque San Mateo y San Marcos hablan primero de los ultrajes que el Señor recibió, y después de la tentación de San Pedro; pero San Lucas dice que ello sucedió a la inversa, en estos términos: "Y aquéllos que tenían a Jesús, les escarnecían", etc.
Crisóstomo
El que es dueño de los cielos y la tierra experimenta y sufre las burlas de los impíos, enseñándonos así a tener paciencia.
Teofilacto
Y el Señor de los Profetas es escarnecido como falso profeta.
Prosigue: "Y le vendaron los ojos", etc..
Beda
Esto lo hicieron por burlarse de El, porque había querido ser considerado como Profeta. Pero el que fue herido y abofeteado por los judíos, lo es también ahora por las blasfemias de los malos cristianos. Le vendaron los ojos, no para que no viera aquellas afrentas, sino para ocultar su rostro. Los herejes y los judíos, y los malos cristianos, cuando lo ofenden con sus malas acciones, también se burlan de El, y le dicen: ¿Quién te ha herido? creyendo que no conoce los pensamientos y las acciones pecaminosas.
San Agustín ut supra
Se sabe que Jesús padeció estas afrentas hasta la mañana inmediata, y en la casa del príncipe de los sacerdotes a donde fue llevado primeramente. Por esto sigue: "Y cuando fue de día se juntaron los ancianos del pueblo y los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y lo llevaron a su concilio, y le dijeron: Si tú eres el Cristo, dínoslo".
Beda
No deseaban conocer la verdad, sino preparar la calumnia. Porque como esperaban que el Cristo aparecería como hombre, resucitando la grandeza de David, deseaban oír de El: Yo soy el Cristo, para insultarle porque se atribuía la regia autoridad.
Teofilacto
Porque El conocía sus pensamientos, porque los que no creían en sus obras, menos habían de creer en sus palabras. Por ello sigue: "Y les dijo: Si os lo dijere no me creeréis", etc.
Beda
Había dicho muchas veces que El era el Cristo, como cuando decía, según (San Juan 10,30): "Yo y el Padre somos una misma cosa"; y otras cosas por el estilo. "Y también si os preguntare, no me responderéis, ni me dejaréis". Les había preguntado ya antes, cómo decían que el Cristo sería Hijo de David, cuando David lo llamó en espíritu su Señor, pero ellos no quisieron creerle cuando hablaba, ni responderle cuando preguntaba. Y porque preferían ofender la descendencia de David, les declara con autoridad una profecía mayor. Prosigue: "Mas desde ahora, el Hijo del Hombre estará sentado a la diestra del poder de Dios".
Teofilacto
Como si dijera: No hay ya para vosotros tiempo de predicación y de enseñanza, sino que en adelante lo será de juicio, cuando me veréis a mí, el Hijo del Hombre, sentado a la diestra poderosa de Dios.
San Cirilo in thesauro, lib. 12, cap. 14
Cuando se habla de que Dios está sentado y en un trono, se da a entender su poder soberano. En efecto, no es que creamos que esté sentado en un tribunal aquel a quien confesamos como Señor de todas las cosas, ni admitimos que tenga derecha ni izquierda la naturaleza divina: sólo de los cuerpos es propio tener forma, ocupar lugar, y poderse sentar. ¿Cómo podrá decirse que el Hijo es igual al Padre, si no es Hijo suyo por naturaleza, ni tiene las propiedades del Padre?.
Teofilacto
Cuando oían esto debieron temer; pero después de estas palabras enloquecieron más. Por lo que sigue: "Dijeron todos", etc.
Beda
Porque dijo que era el Hijo de Dios, comprendieron que era así al expresarse en estos términos: "El Hijo del Hombre estará sentado a la diestra del poder de Dios".
San Ambrosio
El Señor quiso más bien probar que decir, que era Rey, para que no pudiesen encontrar motivo suficiente para condenarlo aquellos que esto confiesan a la vez que lo objetan. Sigue pues: "Vosotros decís que yo lo soy".
San Cirilo
Habiendo dicho esto el Señor, se acaloró la reunión de los fariseos, fingiendo que habían oído una blasfemia. Por esto sigue: "¿Qué necesitamos de más testimonios?". etc.
Teofilacto
En lo que se da a conocer, los tercos no se acomodan a lo recto, aun cuando se les haya revelado los más profundos misterios, porque buscan su propio castigo. Por esto convenía que tales cosas estuvieran encubiertas para ellos.
Lc 23,1-5 -
Y se levantó toda aquella multitud, y lo llevaron a Pilatos. Y comenzaron a acusarle, diciendo: "A éste hemos hallado pervirtiendo a nuestra nación, y vedando dar tributo al César, y diciendo que El es el Cristo Rey". Y Pilatos le preguntó, y dijo: "¿Eres tú el Rey de los judíos?" Y El le respondió, diciendo: "Tú lo dices". Dijo Pilatos a los príncipes de los sacerdotes y al pueblo: "Ningún delito hallo en este hombre". Mas ellos insistían, diciendo: "Tiene alborotado al pueblo con la doctrina que esparce por toda Judea, comenzando desde la Galilea hasta aquí". (vv. 1-5)
San Agustín De conc. evang. lib. 3, cap. 7
Cuando acabó San Lucas de referir la negación de San Pedro, recopiló todo lo que sucedió con el Señor al amanecer, refiriendo algo que los demás Evangelistas habían callado. Por esto organizó su narración, ordenándolo todo de un modo parecido a los demás, diciendo: "Y se levantó toda aquella multitud, y lo llevaron a Pilato", etc.
Beda
Así se cumplía aquel vaticinio referente a Jesús que predecía su muerte ( Lc 18,32): "Será entregado a los gentiles", esto es, a los romanos. Porque Pilato era romano, y los romanos lo habían enviado a Judea para que la rigiese.
San Agustín De conc. evang. lib. 3, cap. 8
Después cuenta lo que sucedió en la casa de Pilato: "Y comenzaron a acusarle, diciendo: A éste hemos hallado pervirtiendo nuestra gente", etc. San Mateo y San Marcos no refieren esto, sino únicamente que lo acusaban, pero Lucas dice hasta los crímenes de que se le acusa falsamente.
Teófil
Contradicen a la verdad, de una manera evidente. El Señor no había prohibido pagar el tributo al César, más bien había mandado que se le diera. ¿Cómo podía insurreccionar a la gente? ¿Acaso pretendería el trono? Pero esto nadie lo cree. Antes al contrario, el día en que quisieron proclamarlo rey, se escondió.
Beda
Querían entregar al Señor por dos razones, a saber: porque decían que prohibía dar el tributo al César, y porque se llamaba a sí mismo Cristo. Pudo suceder que llegasen a oídos de Pilato aquellas palabras del Señor: ( Lc 20,25) "Dad al César lo que es del César". Y por eso ahora menosprecia la mentira de los judíos, y sólo le pregunta acerca de si se proponía reinar. Prosigue: "Y Pilato le preguntó: ¿Eres tú el Rey de los judíos?", etc.
Teófil
Me parece que preguntó esto al Señor como mofándose de la injuria o de la calumnia, como diciendo: Tú que eres pobre, humilde, que andas casi desnudo, que no tienes séquito, ¿eres acusado de ambicionar el reino, para lo que se necesita mucha gente y mucho dinero?
Beda
El Señor respondió al gobernador con las mismas palabras con las que había contestado a los príncipes de los sacerdotes, para que él se condenara por la propia sentencia. Prosigue: "Y El le respondió, diciendo: Tú lo dices".
Teófil
Como no les había dado buen resultado la calumnia, acuden al recurso del griterío. Prosigue: "Mas ellos insistían, diciendo: Tiene alborotado al pueblo con la doctrina que esparce por toda la Judea, comenzando desde la Galilea hasta aquí". Como si dijeran: Pervierte al pueblo, y no en un solo lugar, sino que empieza en Galilea, y llega hasta aquí, extendiéndose por toda Judea. Parece que no citaron Galilea sin fundamento, puesto que se proponían fomentar el temor de Pilato. Los galileos eran revoltosos, y siempre estaban probando fortuna. Judas fue galileo, como se dice en los Hechos de los Apóstoles.
Beda
En estas palabras no acusan precisamente al Señor sino que se acusan a sí mismos. Pues haber instruido al pueblo, y haberlo alejado de la necedad del tiempo antiguo, y haber recorrido así toda la tierra de promisión, no es un crimen, sino una señal de virtud.
San Ambrosio
Es acusado el Señor, y calla, porque no necesita de defensa. Desean ser defendidos los que tienen porqué temer. Y no confirma la acusación porque calla, sino que la desprecia no contestándola. ¿Qué podría temer quien no se apega a la vida? La salvación de todos exige su muerte, para que de ella brote la vida de todos.
Lc 23,6-12 -
Pilatos, que oyó decir Galilea, preguntó si era de Galilea, y cuando entendió que era de la jurisdicción de Herodes, se lo remitió; a la sazón se encontraba en Jerusalén. Y Herodes cuando vio a Jesús se holgó mucho; porque de largo tiempo había deseado verle, por haber oído decir de El muchas cosas, y esperaba verle hacer algún milagro. Le hizo, pues, muchas preguntas; mas El nada le respondió. Y estaban los príncipes de los sacerdotes y los escribas, acusándole con grande instancia. Y Herodes, con sus soldados, le despreció, y escarneciéndole le hizo vestir de una ropa blanca, y le volvió a enviar a Pilatos. Y aquel día quedaron amigos Herodes y Pilatos, porque antes eran enemigos entre sí. (vv. 6-12)
Beda
Pilato consideró que no debía interrogar al Señor acerca de la acusación previa, y deseaba devolverlo, juzgándolo libre, aprovechando está repentina gran ocasión. Por ello dice: "Pilato, que oyó decir Galilea, preguntó si era de Galilea". Y para no verse obligado a sentenciarle, puesto que estaba convencido de su inocencia, y de que sólo lo habían aprehendido por envidia, lo envió para que Herodes lo oyese. Porque como Herodes era el tetrarca de aquel país, podía absolverlo o condenarlo. Prosigue: "Y cuando entendió que era de la jurisdicción de Herodes, se lo remitió".
Teófil
En esto cumplía con la ley de los romanos, que ordenaba fuese sentenciado cada cual por el jefe de su jurisdicción.
San Gregorio moralium 10, 30
Herodes quiso comprobar la fama de Jesucristo, cuando quiso conocer sus milagros. Prosigue: "Y Herodes, cuando vio a Jesús, se holgó", etc.
Teófil
No porque esperase alguna utilidad de su visita, sino porque deseaba ver cosas no conocidas. Creía ver un hombre extraordinario, de quien había oído que era sabio y admirable. Prosigue: "Por haber oído de El muchas cosas", etc. Quería ver lo que diría, por lo tanto, le pregunta como burlándose y como haciendo mofa. Prosigue: "Le hizo, pues muchas preguntas". Mas Jesús, que todo lo hacía con un fin racional, y que, según David, ordenaba sus palabras con toda rectitud, creyó oportuno guardar silencio en tales circunstancias. Se reservó la palabra, porque a quien no aprovecha le sirve más bien de condenación. Por esto sigue: "Pues El a nada respondía".
San Ambrosio
Calló y no hizo nada, porque su modo de creer no merecía ver nada, y el Señor condena la arrogancia. Y acaso veía representado en Herodes a todos los incrédulos, que no habiendo querido creer en la Ley ni en los Profetas, menos podían creer en las obras prodigiosas de Jesús, publicadas en el Santo Evangelio.
San Gregorio moralium 22, 16
Cuando oyamos esto, debemos obrar igual. Cuando los que nos oyen quieran conocer nuestras obras, alabándonos, sin cambiar ellos su modo de obrar, debemos guardar silencio, no sea que mientras hacemos ostentación de la palabra divina, no favorezca ésta a los que son culpables, y sirva para perjuicio nuestro. Hay muchas causas que fomentan la curiosidad del que oye, especialmente si los que nos oyen alaban siempre lo que oyen, y nunca obran según lo que oyen.
San Gregorio moralium 10, 30
Preguntado repetidas veces el Salvador, calló, despreciando así a aquellos que deseaban ver sus milagros. Y conteniendo interiormente su gran poder, reprende con el silencio a aquellos que sólo desean ver las cosas exteriores, dejándolos fuera por ingratos y prefiriendo ser despreciado por los soberbios a ser alabado con palabras huecas por los que no le creen. Por esto sigue: "Y estaban los príncipes de los sacerdotes y los escribas, acusándole con grande instancia, y Herodes, con sus soldados, le despreció, y le hizo vestir de una túnica blanca", etc.
San Ambrosio
No en vano fue vestido por Herodes con una túnica blanca. Así demostraba su inocencia para ser digno de sufrir la Pasión, siendo así que el Cordero de Dios había tomado a su cargo todos los pecados del mundo, cuando en sí no cabía la menor mancha.
Teófil
Pero tú considera cómo el diablo se combate a sí mismo: había condensado los oprobios y las burlas en contra de Jesucristo, pero de ellas se desprendía que Jesús no era sedicioso, porque no se habría burlado de El la plebe, que tanto se gozaba en aquellas acciones nuevas. Cuando Jesús fue remitido por Pilato a Herodes, dio principio la amistad entre ambos, demostrando Pilato que no quería usurpar derechos ajenos juzgando súbditos de la jurisdicción de Herodes. Por lo que sigue: "Y aquel día quedaron amigos", etc. Véase como el diablo reúne por doquiera lo que está separado, con el fin de facilitar la muerte del Salvador. Avergoncémonos nosotros, si por causa de nuestra felicidad no conservamos a nuestros amigos en nuestra amistad.
San Ambrosio
En la figura de Herodes y Pilato, que eran enemigos y luego se hicieron amigos por Jesucristo, están representados el pueblo judío y el gentil, que vinieron a una unión íntima por la muerte del Salvador. De tal modo que primeramente el pueblo de las naciones recoge la palabra divina, y trasmite al pueblo judío el testimonio de su fe, para que por la gloria de su majestad vistan el cuerpo de Jesucristo, que antes habían despreciado.
Beda
Esta amistad de Pilato y Herodes también significa que los judíos y los gentiles, estando muy distantes entre sí por razón de su religión, de su origen y modo de pensar, se unirían en el tiempo de las persecuciones.
Lc 23,13-25 -
Pilatos, pues, llamó a los príncipes de los sacerdotes, y a los magistrados, y al pueblo. Y les dijo: "Me habéis presentado a este hombre como pervertidor del pueblo, y ved que preguntándole yo delante de vosotros, no hallé en este hombre culpa alguna de aquéllas de que le acusáis. Ni Herodes tampoco; porque os remití a él, y he aquí que nada se ha probado que merezca muerte. Y así le soltaré después de haberle castigado". Y debía soltarles uno en el día de la fiesta. Y todo el pueblo dio voces a una, diciendo: "Haz morir a éste y suéltanos a Barrabás": éste había sido puesto en la cárcel por cierta sedición acaecida en la ciudad, y por un homicidio. Y Pilatos les habló de nuevo, queriendo soltar a Jesús. Mas ellos volvían a dar voces, diciendo: "Crucifícale, crucifícale". Y él, tercera vez, les dijo: "¿Pues qué mal ha hecho Este? Yo no hallo en El ninguna causa de muerte: le castigaré, pues, y le soltaré". Mas ellos insistían a grandes voces, pidiendo que fuese crucificado; y crecían más sus voces. Y Pilatos juzgó que se hiciera lo que ellos pedían, y les soltó al que por sedición y homicidio había sido puesto en la cárcel, al cual habían pedido, y entregó a Jesús a la voluntad de ellos. (vv. 13-25)
San Agustín De conc. evang. lib. 3, cap. 8
Volviendo San Lucas a las acusaciones elevadas al gobernador, luego de que narraron lo ocurrido en la casa de Herodes, dice: "Pilato, pues, llamó a los príncipes de los sacerdotes", etc. Aquí entendemos que Lucas omitió mencionar cómo Pilatos preguntó al Señor.
San Ambrosio
He aquí que Pilato absuelve a Jesucristo por su juicio y le condena por debilidad: lo envía a Herodes, y le es devuelto. Prosigue: "Ni Herodes tampoco; porque os remití a él, y he aquí que nada se ha probado", etc. Pero aunque ni uno ni otro lo juzgan digno de muerte, sin embargo, por miedo, Pilato condesciende con los deseos de la ajena crueldad.
Teófil
Jesús aparece inocente, según el testimonio de estos dos hombres. Los judíos que lo acusaban, no presentan testigos a quienes pueda darse crédito. Véase, pues, cómo triunfa la verdad. Jesús calla, y sus enemigos hablan por El. Los judíos gritan, y ninguno de ellos da razón de su clamoreo.
Beda
Desaparezcan, pues, los escritos, que después de tanto tiempo se han publicado contra Jesucristo, sin pruebas que fuese acusado ante Pilato por delito de magia; sino que han sido compuestos por los malvados en contra de Jesucristo, dando a entender que deben ser acusados de perfidia y mala fe.
Teófil
Acobardado, pues, y flojo Pilato, y no muy rígido en la defensa de la verdad, porque temía a las acusaciones, añadió: "Y así le soltaré después de castigado".
Beda
Como diciendo: Yo lo martirizaré con los azotes y las penas que queráis imponerle, con tal que no deseéis su sangre inocente. Prosigue: "Y debía soltarles uno en el día de la fiesta", etc. Tenía necesidad de ello, no porque así lo permitiese la legislación romana, sino obligado por la costumbre anual, con la que deseaba condescender.
Teófil
Los romanos habían concedido a los judíos que conservasen sus propias leyes y costumbres. Se acostumbraba pedir indulto al príncipe para los condenados a muerte, como en otro tiempo pidieron a Saúl la vida de Jonatán. Ahora se dice acerca de esta petición: ( 1Sam 14,45). "Y todo el pueblo dio voces a una, diciendo: Haz morir a Este, y suéltanos a Barrabás", etc.
San Ambrosio
No piden en vano la absolución del homicida, los que proyectaban la muerte del justo. La iniquidad tiene esas leyes, que mientras aborrece la inocencia, ama la criminalidad. En ello la interpretación del nombre da a conocer lo que este hombre representa. Barrabás quiere decir en castellano hijo de tal padre. Así, pues, aquéllos a quienes se dijo ( Jn 8,44): Vosotros sois hijos del diablo, se dio a entender que habían de preferir al hijo del anticristo al Hijo verdadero de Dios.
Beda
La petición de los judíos pesa sobre ellos hasta hoy, porque prefirieron un ladrón a Jesús, y un asesino al Salvador. Con razón, pues, han perdido la salvación y la vida, y se han dedicado a toda clase de latrocinios y sediciones, desde que perdieron su patria y su reino.
Teófil
Así, pues, una gente que en otro tiempo fue santa, ahora rabia por hacer daño, mientras que Pilato, a pesar de ser gentil, se opone a la muerte injusta. Prosigue: "Y Pilato les habló de nuevo, queriendo soltar a Jesús. Mas ellos volvían a dar voces, diciendo: Crucifícale", etc.
Beda
Desean acabar con el inocente, deseando matarlo con tal clase de muerte, esto es, crucificándolo. Los crucificados, que pendían de un leño, eran sujetados al madero con clavos, que traspasaban sus pies y sus manos, y así eran muertos, para que durase su dolor. Pero el Señor había escogido muerte de cruz, porque así, vencido el diablo, habría de ser colocada ésta, como trofeo, en la frente de los fieles.
Teófil
Pilato absolvió por tercera vez a Jesús. Prosigue: "Y él, por tercera vez, les dijo: ¿Pues qué mal ha hecho? lo castigaré, pues, y lo soltaré".
Beda
Pilato se proponía satisfacer al pueblo, exponerlo a la burla y presentarlo azotado para que no insistiese obligándolo a crucificar al Salvador, como San Juan atestigua. Pero como ellos veían que toda su acusación contra el Señor quedó desvirtuada por el cuidadoso interrogatorio de Pilatos, terminan por pedir solamente que fuese crucificado.
Teófil
Gritan por tercera vez contra el Salvador, y así desmuestran que consiguen la muerte de Jesús por la fuerza de esta tercera repetición de su griterío. Prosigue: "Y Pilato juzgó que se hiciera lo que ellos pedían; y les soltó al que por sedición y homicidio había sido puesto en la cárcel, al cual habían pedido; y entregó a Jesús a la voluntad de ellos".
Crisóstomo
Creían que así podían conseguir hacer que apareciese Jesús como de peor condición que un ladrón, y por lo tanto perjudicial, y que por ello no debía dejársele en libertad, ni por piedad, ni por el indulto de la Pascua.
Lc 23,26-32 -
Y cuando le llevaron, tomaron un hombre de Cirene, llamado Simón, que venía de una granja, y le cargaron la cruz, para que la llevase en pos del Salvador. Y le seguía una grande multitud de pueblo y de mujeres, las que le plañían y lloraban: mas Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo: "Hijas de Jerusalén, no lloréis sobre mí: antes llorad sobre vosotras mismas y sobre vuestros hijos. Porque vendrán días, en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no concibieron, y los pechos que no dieron de mamar. Entonces empezarán a decir a los montes: caed sobre nosotros; y a los collados, cubridnos; porque si en el árbol verde hacen esto, ¿en el seco qué se harán?" Y llevaban con El también otros dos, que eran malhechores, para hacerles morir. (vv. 26-32)
Glosa
Luego de decidir la muerte del Salvador, es conducido hacia su crucifixión. Entonces se dice: "Y cuando lo llevaron, tomaron un hombre de Cirene, llamado Simón, que venía de una granja, y le cargaron con la cruz, para que la llevase en pos del Salvador".
San Agustín De conc. evang. lib. 3, cap. 10
San Juan cuenta que Jesús llevaba su cruz sobre sí, de donde se entiende que era El mismo quien llevaba su cruz, cuando era conducido a aquel lugar que llaman Gólgota. A Simón se le encontró en el camino, donde se le hizo llevar la cruz hasta el sitio designado.
Teófil
Ninguno de los otros aceptaba cargar la cruz, porque ésta se consideraba como ignominiosa, y por ello obligaron a Simón Cireneo, como afrentándolo, a que llevase la cruz que los demás no querían llevar. Aquí se cumplen las palabras de (Isaías 9,6): "Cuyo dominio llevaba sobre sus hombros ". El dominio del Salvador era la cruz, por medio de la que se ensalzó, como dice el Apóstol (Ad Flp 8). Y así como otros llevan como signo de autoridad la faja o la mitra, Jesús lleva la cruz. Y si se examina bien se verá que Jesús no reina de otro modo sobre nosotros que por medio de las penalidades, por lo que sucede que los que viven entre delicias sean enemigos de la Cruz de Cristo.
San Ambrosio
Jesucristo llevando su cruz, ya lleva su trofeo como vencedor. Se le impone la cruz sobre los hombros, porque, ya sea que la lleve El, ya sea que la lleve Simón, Jesucristo la llevó en el hombre y el hombre en Jesucristo. No están desacordes los Evangelistas, cuando concuerdan en el misterio. El buen orden de nuestra marcha consiste en que primero llevase El el trofeo de su Pasión, para que después lo entregase a los mártires a fin de que ellos lo levantasen. Como no es judío el que lleva la cruz, sino forastero o peregrino, no va delante sino detrás. Acerca de esto se ha escrito: ( Mt 16 y Lc 9,23) "Tome su cruz, y sígame".
Beda
Simón quiere decir obediente, y Cirene, heredero, en cuyos nombres se designa al pueblo gentil, que en otro tiempo era sólo peregrino y forastero de los testamentos, pero ahora se ha convertido en heredero de Dios por su obediencia. Cuando Simón vuelve de la granja, lleva la cruz siguiendo a Jesucristo, porque abandonado el culto idólatra, abraza con gusto la cruz de la Pasión de Cristo: granja, en griego, quiere decir pago, de cuyo nombre procede el de pagano.
Teófil
Toma la cruz del Salvador el que viene de la granja, esto es, el que abandona el mundo y sus pompas, dirigiéndose a Jerusalén, esto es, a la felicidad eterna. Recibe de ello un buen testimonio, porque quien es maestro a la semejanza de Jesucristo, debe tomar primero su cruz y crucificar su carne para agradar a Dios, y así ofrecerla a sus servidores y a los que le obedecen.
Sigue a Jesús una multitud del pueblo y de mujeres, porque añade: "Y le seguía una grande muchedumbre del pueblo", etc.
Beda
Seguía a Jesús mucha gente, pero no lo seguían todos con el mismo fin. Porque el pueblo que había pedido su muerte, lo seguía para tener el gusto de verlo morir, y las mujeres para llorar al que estaba sentenciado. No lo seguía sólo el cortejo de mujeres llorando, sino que también lo seguía un buen número de hombres profundamente afligidos por su Pasión, pero como el sexo femenino podía manifestar su sentimiento con libertad, por ser menos estimado, lo hacía llorando.
San Cirilo
Además, el sexo femenino es siempre más inclinado al llanto, y tiene el espíritu más dispuesto a la piedad.
Teófil
Esto daba a entender, que una buena parte de los judíos habría de ir detrás de la cruz, creyendo en Jesucristo. Pero la debilidad espiritual, que se figuraba por medio de las mujeres, si llora por medio de la contrición y hace penitencia, sigue a Jesús, afligido por nuestra salvación. Lloraban también las mujeres por compasión. El que ha de padecer para triunfar, no debe ser llorado, sino más bien aplaudido. Por esto les prohibe que lloren. Prosigue, pues: "Mas Jesús, volviéndose hacia las mujeres, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí".
Beda
Esto es, cuya pronta resurrección puede destruir la muerte, cuya muerte ha de acabar con toda muerte, y aún con el mismo autor de la muerte. Debe advertirse, que cuando las llama hijas de Jerusalén, no sólo se refiere a las que lo habían seguido desde Galilea, sino a las que vivían en la ciudad de Jerusalén y se unieron a las otras.
Teófil
Manda a las que le lloraban que se fijen en los males que habrán de sobrevenir, y que lloren por ellos. Sigue: "Antes, llorad sobre vosotras mismas", etc.
San Cirilo
Dando a conocer que las mujeres se quedarían sin hijos; porque al estallar la guerra, morirían todos los judíos, tanto los grandes como los pequeños. Por esto sigue: "Porque vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles", etc.
Teófil
Sin duda, cuando las madres asesinen cruelmente a sus hijos, y lo que hubiese producido su vientre, volverán nuevamente a engendrarlo con llanto.
Beda
Cita el tiempo en que tendría lugar el sitio y la desolación que ocasionarían los romanos, del cual más arriba se había dicho: ( Mt 24,19) "¡Ay de las en cinta y que críen en aquellos días!". Es natural, que cuando amenaza un cautiverio enemigo, se busquen los lugares altos y secretos, donde los hombres puedan esconderse. Por esto sigue: "Entonces comenzarán a decir a los montes: caed sobre nosotros, y a los collados: cubridnos". Refiere Josefo, que como resistiesen los judíos, los romanos registraron las cavernas de los montes y las cuevas de los collados buscando a los judíos. Cuando dice que deben llamarse bienaventuradas las estériles, se refiere, sin duda, a aquéllos de uno y otro sexo que se hicieron estériles por el reino de los cielos. Y cuando se dice a los montes y a los collados, caed sobre nosotros y cubridnos, que cuando se cae en una tentación por efecto de debilidad espiritual, se debe buscar el remedio en los ejemplos, en los consejos y en las oraciones de los fieles más elevados y espirituales.
Prosigue: "Porque si en el árbol verde hacen esto, en el seco, ¿qué se hará?"
San Gregorio moralium 12, 4
Se llamó a sí mismo árbol verde y a nosotros árbol seco, porque El tenía la fuerza de la divinidad, pero como nosotros somos puros hombres, se nos llama árbol seco.
Teófil
Como si dijese a los judíos: Si, pues, en mí, que soy un árbol que doy fruto saludable y estoy floreciente, de tal modo obran los romanos, ¿qué no harán con vosotros? El pueblo digo, que es semejante a un árbol seco, privado de toda virtud vivificante, y que no da fruto alguno.
Beda
Como si dijese a todos: Si yo, que no he cometido culpa alguna y me llamo árbol de vida, no salgo de este mundo sin ser víctima del fuego de las pasiones humanas, ¿qué clase de tormentos creéis que sobrevendrán a los que carecen de fruto?
Teófil
Queriendo el diablo hacer germinar una falsa idea respecto del Señor, procuró que unos ladrones fuesen crucificados a la vez que El, por lo que sigue: "Y llevaban con El otros dos, que eran malhechores, para hacerles morir".
Lc 23,33 -
Y cuando llegaron al lugar que se llama de la Calavera, le crucificaron allí; y a los ladrones, uno a la diestra y otro a la siniestra. (v. 33)
San Atanasio in Cat. Graec. Patr
En el mismo sitio donde pereció el género humano, allí ofreció Jesús su propio cuerpo. Porque donde se sembró la corrupción debió nacer la incorrupción; por esto fue crucificado en el Calvario. Dice, pues: "Y cuando llegaron al lugar que llaman de la Calavera, le crucificaron allí". Los doctores de los judíos aseguraban, que allí se encontraba el sepulcro de Adán.
Beda
Había varios sitios fuera de la ciudad en donde se decapitaba a los condenados a muerte, y tenían el nombre de Calavera, esto es, de los degollados; y así fue crucificado por la salud de todos, como culpable, entre los culpables; para que allí donde abundó el pecado, sobreabundara la gracia. ( Rom 5,20)
San Cirilo
El Hijo Unigénito de Dios no padeció aquellas cosas que son propias del cuerpo en su naturaleza divina, según la cual es Dios sino más bien en su naturaleza humana. Pero se puede decir a la vez, que el mismo Hijo, padeció de uno y otro modo; esto es, que no padeció en cuanto a la divinidad, sino que padeció en cuanto a la humanidad.
San Eusebio in Cat. Graec. Patr
Si, obrando de otro modo, después de haber vivido con los hombres, se hubiese vuelto al cielo de pronto, huyendo a la muerte, los hombres le hubiesen creído un fantasma. Y del mismo modo como cuando uno nos quiere mostrar que un vaso es incombustible y que puede resistir a la acción del fuego, lo expone a las llamas y luego lo vemos salir ileso una vez sometido a su acción, así el divino Verbo, queriendo dar a conocer que el medio de que se había valido para la salvación de los hombres podía vencer a la muerte, lo sometió a prueba, sometiendo lo que era mortal a la muerte; pero después de poco, lo libró de la muerte con la ayuda del poder divino. Este es el primer fin que Jesucristo se propuso al morir. En segundo lugar, se propuso dar a conocer el poder divino, encerrado en el cuerpo de Jesucristo. Como antiguamente se acostumbraba a deificar a los hombres que morían rodeados de gloria, y los llamaban héroes o dioses, enseñó que sólo hay que confesar como verdadero Dios a aquel que muerto, ha sido engalanado con los trofeos de la victoria al haber vencido El a la muerte. En tercer lugar, quiso ofrecerse como víctima que había de ser inmolada por la salvación de todo el género humano, con la cual, una vez ofrecida, queda destruido todo el poder del infierno, y todo error disipado. Reconoce, además, otra causa la muerte del Salvador: que, en la Resurrección que habría de tener lugar después de su muerte, sus discípulos viesen confirmada su fe oculta, esa fe que tanto cuidó de enseñarles, para que, menospreciando la muerte, sufriesen con gusto toda clase de tormentos en contra del error.
Crisóstomo
El Salvador había venido, no a destruir su propia muerte, la que no tenía, porque era la Vida, sino la de los hombres. Por esto no se reservó su cuerpo de la muerte, sino que permitió que le fuese impuesta por los hombres. Y si hubiese enfermado su cuerpo, y se hubiese disuelto en presencia de todos, no habría dejado de producir mal efecto, puesto que mientras había curado las enfermedades de los demás, tenía su cuerpo sometido a las mismas. Y si hubiese abandonado el cuerpo en alguna ocasión, sin enfermedad alguna, y después se hubiese vuelto a presentar, no se habría creído que hubiera resucitado: la muerte debe preceder a la resurrección. ¿Cómo habría podido hacer creer en su resurrección, si no hubiese probado antes que había muerto? Y si todo esto hubiera sucedido en secreto, ¿cuántas mentiras no habrían inventado los hombres incrédulos? ¿Cómo podría conocerse la victoria del Salvador en su muerte, si no la hubiese sufrido en presencia de todos, y hubiese probado que la había vencido por la incorruptibilidad de su carne? De este modo se dirá: hubiera sido conveniente que hubiese elegido otra muerte mejor, evitando así la ignominia de la cruz, pero aun cuando así lo hubiera hecho, habría dado lugar a la sospecha, haciendo ver que carecía del valor suficiente para arrostrar cualquier muerte. De este modo se presenta como luchador, venciendo a aquel que su enemigo le ofrece, apareciendo más fuerte que todos. Por ello aceptó, para salvación de todos, la muerte más ignominiosa que sus enemigos le ofrecieron, y que ellos mismos consideraban como dura e infame, para que destruida ésta, quedase destruido en absoluto el dominio de la muerte. Por esto no se le corta la cabeza como al Bautista, ni fue descuartizado como Isaías, porque debía conservar el cuerpo íntegro después de su muerte, no fuera que algunos tomasen ocasión de ello para dividir su Iglesia. Quiso llevar también sobre sí la maldición en que nosotros habíamos incurrido pecando, recibiendo una muerte maldita, como lo es la de cruz, según aquellas palabras: ( Dt 21) "Maldito el hombre que pende de un madero". Muere en una cruz, y con los brazos abiertos, para atraer hacia sí, con una mano, al pueblo antiguo, y con la otra, al pueblo gentil, uniéndolos entre sí y consigo mismo. Muriendo en lo alto de una cruz, purifica la atmósfera de los demonios que la inundan, facilitándonos así la subida al cielo.
Teófil
Como la muerte había entrado por un árbol, se hacía preciso destruirla por medio de otro árbol, para que sufriendo invenciblemente el Señor los dolores de la crucifixión, venciese la complacencia que había producido el árbol primero.
San Gregorio Niceno Orat 1, De resurect. Christ
La forma de la cruz, teniendo cuatro brazos que arrancan de un mismo centro, da a conocer la virtud y la providencia de Aquel que de ella pende, extendidas por todas partes.
San Agustín de Gratia Nobis et veteris testamenti
No eligió sin misterio esta clase de muerte, porque quiso enseñarnos la latitud, la longitud, la altura y la profundidad de que habla el Apóstol. Porque la latitud del madero transversal indica las buenas obras, pues en él se extienden las manos; la longitud en todo lo que se ve del madero que descansa sobre la tierra, esto es, que persiste y persevera, significa la longanimidad. La altura se encuentra en aquella parte del madero que está en la parte superior del otro que le atraviesa, dejando una parte por encima, esto es, donde llega la cabeza del crucificado. Porque la esperanza suprema de los que esperan es buena. Y finalmente, aquella parte que se oculta en la tierra, y de donde arranca todo lo demás, da a conocer la profundidad de la gracia gratuita.
Crisóstomo
Crucificaron también a dos ladrones, para que Jesús participase de las sospechas que sobre aquéllos había. Prosigue: "Y a los ladrones, uno a la derecha y otro a la izquierda". Pero no ha sido así, porque han sido olvidados aquéllos mientras que la Cruz del Salvador en todas partes es honrada: los reyes, dejando sus diademas, colocan la cruz en sus púrpuras, en sus coronas y en sus armas; en la Sagrada Mesa, establecida por todo el mundo, brilla la cruz. No sucede esto generalmente en las demás cosas de la vida. Mientras viven los que obran con valor, gozan en sus acciones; mas cuando estos mueren, aquellas obras desaparecen. Pero en Jesucristo sucede lo contrario; porque antes de que muriese, todo era triste; pero con su muerte, todo lo ha hecho alegre y glorioso, para que conozcamos que no era un puro hombre el que había muerto crucificado.
Beda
Los dos ladrones crucificados con Jesucristo, representan a aquellos que padecen por la fe de Cristo, o sufren los tormentos del martirio, o las penalidades de la mortificación austera. Pero los que padecen esto para alcanzar la vida eterna están representados por el ladrón de la derecha; mas el que obra así por merecer la humana alabanza, imita el proceder del mal ladrón.
Lc 23,34-37 -
Mas Jesús decía: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen". Y dividiendo sus vestidos echaron suertes. Y el pueblo estaba mirando y los príncipes, juntamente con él, le denostaban y le decían: "A otros hizo salvos, sálvese a sí mismo, si éste es el Cristo, el escogido de Dios". Le escarnecían también los soldados, acercándose a El, presentándole vinagre, y diciéndole: "Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo". (vv. 34-37)
Crisóstomo in Cat Graec. Patr
Como el Señor había dicho, rogad por los que os persiguen, lo llevó a la práctica en cuanto subió a la cruz. Por esto sigue: ( Mt 5,44) "Mas Jesús decía: Padre, perdónalos". No porque El no podía perdonar, sino para enseñarnos a rogar por los que nos persiguen, no sólo con la palabra, sino también con la obra. Pero dice: perdónalos si se arrepienten. Favorece a los que se arrepienten, si después de tanta iniquidad quieren lavar sus culpas por medio de la fe.
Beda
Y no se crea aquí que oró en vano, sino que alcanzó la conversión de aquellos que creyeron en El después que expiró. Debe advertirse que no rogó por aquellos que lo reconocieron como Hijo de Dios, y a pesar de ello prefirieron crucificarlo a confesarlo; sino por aquellos que no sabían lo que hacían, impulsados por la gloria de Dios, pero sin el verdadero conocimiento. Por lo que sigue: "No saben lo que hacen".
Griego
Nadie creerá que aquellos que después de su muerte permanecen en la infidelidad, puedan justificarse por ignorantes, siendo así que lo mostraban como verdadero Dios tantos y tan grandes milagros.
San Ambrosio
Debe considerarse ahora cómo sube a la cruz. Se le ve desnudo. Del mismo modo debe subir quien trata de vencer al mundo, esto es, desnudo de todas las afecciones mundanas. Fue vencido Adán cuando buscó con qué vestirse, y venció Aquel que sus vestidos dejó: subió en la forma que la naturaleza nos creó por obra de Dios. De este modo vivió en el paraíso el primer hombre; de este modo entró también en el eterno paraíso el segundo hombre. Muy oportunamente dejó las vestiduras reales cuando había de subir a la cruz, para que sepamos que padeció como hombre y no como Dios, aunque una y otra cosa es Jesucristo.
San Atanasio Orat in pasionem vel in crucem domini
El que tomó todas nuestras miserias por nuestro bien, vistió asimismo nuestras vestiduras (que representan la caída de Adán) para dejarlas luego, y nos reviste, en vez de éstas, con las de vida y las de incorruptibilidad.
Prosigue: "Y dividiendo sus vestidos, echaron suertes".
Teofilacto
Acaso todos ellos los necesitaban: también puede decirse que hacían esto para mayor oprobio, y llevados de cierta ambición. ¿Qué preciosidad encontraban en aquellos vestidos?
Beda
En la suerte vemos una señal de la gracia de Dios. Porque cuando se introduce la suerte, se somete el resultado, no a esta o a aquella persona, sino al desconocido juicio de Dios.
San Agustín De conc. evang. lib. 3, cap. 12
Esto lo dicen, aunque con mucha brevedad, los otros tres Evangelistas. Unicamente San Juan explica de una manera detallada lo que entonces sucedió.
Teofilacto
Esto lo hacían por burla: porque ¿cuando los príncipes así obraban, qué había de hacer el vulgo? Prosigue: "Y el pueblo estaba (el que había pedido su crucifixión) mirando (esto es, el fin), y los príncipes, juntamente con él, le denostaban".
San Agustín De conc. evang. lib. 3, cap. 13
Dijo príncipes, y no añadió "de los sacerdotes", comprendiendo así a todos los que eran jefes, y así iban incluidos también los escribas y los ancianos.
Beda
Los que aún contra su voluntad confiesan que ha salvado a otros. Prosigue: "Y decían: a otros hizo salvos; sálvese a sí mismo, si éste es el Cristo, el escogido de Dios".
San Atanasio ut supra
No salvándose a sí mismo, sino salvando a sus creaturas, era como quería el Señor ser reconocido por Salvador: el médico no se llama de este modo cuando se cura a sí mismo, sino cuando cura a los demás. De este modo es considerado el Señor como Salvador, cuando El no necesitaba de salvación. Tampoco quería ser reconocido como tal bajando de la cruz, sino muriendo: mucho mayor es el mérito de la muerte del Salvador, respecto de los hombres, que si entonces hubiere bajado de la cruz.
Griego
Viendo el diablo que todo le salía mal, vacilaba, y no pudiendo ya otra cosa, suscitó la idea de que se administrase al Salvador un brebaje para que lo bebiese. Prosigue: "Le escarnecían también los soldados, acercándose a El, y presentándole vinagre". Lo que el demonio desconocía que se verificaba contra él mismo; porque presentando al Salvador la amargura de la indignación nacida de la infracción de la ley -con la que dominaba a tantos-, el Salvador la aceptó, y nos dio luego vino en vez de vinagre, que fue el que la sabiduría mezcló.
Teofilacto
Fueron los soldados los que ofrecieron el vinagre al Salvador, como militares que asisten a su rey. Prosigue: "Diciendo: Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo".
Beda
Debe notarse que los judíos se burlaban del nombre de Cristo, blasfemando y como si a ellos estuviese ya confiada la interpretación de las Sagradas Escrituras, pero los soldados, como las desconocían, no insultaban a Jesucristo como el escogido de Dios, sino como rey de los judíos.
Lc 23,38-43 -
Había también sobre El un título escrito en letras griegas, latinas y hebraicas: "Este es el rey de los judíos". Y uno de aquellos ladrones que estaban colgados, le injuriaba diciendo: "Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros". Mas el otro, respondiendo, le reprendió en esta forma: "Ni aún tú temes a Dios, estando en el mismo suplicio: y nosotros en verdad por nuestra culpa, porque recibimos lo que merecen nuestras obras; mas éste, ningún mal ha hecho". Y decía a Jesús: "Señor, acuérdate de mí cuando vinieres a tu reino". Y Jesús le dijo: "En verdad te digo, que hoy serás conmigo en el paraíso". (vv. 38-43)
Teofilacto
Véase aquí otra nueva astucia del demonio, promovida en contra de Jesucristo. Publicaba la causa de la muerte del Salvador en tres idiomas diferentes, para que ninguno de los transeúntes ignorasen que había sido crucificado porque se había querido proclamar rey; decía pues: "Y había también sobre El un título escrito en letras griegas, latinas y hebreas: Este es el rey de los judíos". En lo cual se daba a conocer que los más poderosos de todo el mundo, como eran los romanos, los más sabios, como eran los griegos, y los que de un modo especial adoraban a Dios, deberían someterse al imperio de Jesucristo.
San Ambrosio
Con razón se impone un título sobre la cruz; porque el reino que tiene Jesucristo no es propio del cuerpo, sino de su poder divino. Leo el título de rey de los judíos, cuando leo, ( Jn 18,36) mi reino no es de este mundo. Leo la causa de Jesús escrita encima de su cabeza, cuando leo: ( Jn 1,1) y Dios era el Verbo; ( 1Cor 11,3) la cabeza de Cristo es Dios.
San Cirilo
Uno de los ladrones también le insultaba a la vez con los judíos. Prosigue: "Y uno de aquellos ladrones, que estaban colgados, le injuriaba diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo, y a nosotros". El otro reprobaba sus palabras. Prosigue: "Respondiendo el otro le reprendía, diciendo: Ni aún tú temes a Dios, estando en el mismo suplicio". Y confesaba su propia culpa añadiendo: "Y nosotros en verdad, por nuestra culpa, porque recibimos lo que merecen nuestras obras".
Crisóstomo
Este sentenciado hace el papel de juez, y empieza a juzgar sobre la verdad después de haber confesado sus culpas ante Pilato a costa de muchos tormentos, porque una cosa es el hombre cuando juzga a quien no conoce, y otra cosa es Dios, que penetra en las conciencias. Pero ante el hombre, el castigo se sigue a la confesión, mientras que ante Dios, a la confesión sigue la salvación. Mas el ladrón publica que Jesús es inocente cuando añade: "Pero éste ningún mal ha hecho". Como diciendo: Ve aquí un nuevo ultraje: castigar la inocencia junto con la criminalidad. Nosotros, viviendo, hemos matado a otros, pero éste ha dado vida a otros; nosotros hemos robado lo ajeno; pero éste manda distribuir aun lo suyo. El buen ladrón predicaba a los presentes, reflexionando sobre las palabras con que el otro increpaba al Salvador. Pero cuando vio que estaban endurecidos sus corazones, se volvió hacia Aquél que conoce los secretos de la conciencia. Prosigue: "Y decía a Jesús: Señor, acuérdate de mí cuando vinieres a tu reino". Ves un crucificado, y lo confiesas Dios. Ves el aspecto de un sentenciado, y publicas su dignidad de rey. Abrumado de tormentos, pides a la fuente de la justicia que perdone tu maldad. Ves, aunque oculto, el reino, mas tú olvidas tus maldades públicas, y reconoces la fe de una cosa oculta. La iniquidad perdió al discípulo de la verdad; la misma verdad, ¿no perdonará al discípulo de la iniquidad?
San Gregorio moralium 18, 25
Los clavos habían fijado sus pies y sus manos a la cruz, y nada se encontraba en el ladrón que no padeciese, más que el corazón y la lengua. Por inspiración divina, ofreció al Señor todo lo que en sí había encontrado libre, de conformidad con lo que está escrito: ( Rom 10,10) "Con el corazón se cree lo que es justo; con la boca se confiesa para salvarse". El Apóstol hace mención ( 1Cor 3) de tres virtudes en aquél que está lleno de la gracia, y que el ladrón recibió y conservó en la cruz. Tuvo fe, porque creyó que reinaría con Dios, a quien veía morir a su lado; tuvo esperanza, porque pidió entrar en su reino, y tuvo caridad, porque reprendió con severidad a su compañero de latrocinios, que moría al mismo tiempo que él, y por la misma culpa.
San Ambrosio
Se da en esto un admirable ejemplo de verdadera conversión, por lo que se concede tan pronto al ladrón el perdón de sus culpas. El Señor le perdonó pronto, porque pronto se convirtió: la gracia es más poderosa que la súplica. El Señor concede siempre más de lo que se le pide: el ladrón sólo pedía que se acordase de él, pero el Señor le dice lo que sigue: "En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso". La vida consiste en habitar con Jesucristo, y donde está Jesucristo allí está su reino.
Teofil
Y así como un rey trae consigo lo mejor del botín cuando vuelve victorioso de la guerra, así el Señor, habiéndose apoderado de una porción de las presas, que antes eran del diablo -como el ladrón-, la lleva consigo al paraíso.
Crisóstomo
Digno era de verse al Salvador entre los ladrones, como la balanza de la justicia, pesando la fe y la infidelidad. El diablo había arrojado a Adán del paraíso, pero Jesucristo introdujo al ladrón en el paraíso, en presencia de todos, y de sus mismos apóstoles. Por una sola palabra y con sola la fe entró en el paraíso, para que nadie dudase de entrar a pesar de sus errores. Obsérvese la prontitud: desde la cruz al cielo, desde la condenación al paraíso; para que se sepa que el Señor lo hizo todo, no para demostrar la bondad del ladrón, sino su clemencia. Algunos dicen: si ya se ha premiado bastante a los buenos, ¿para qué la Resurrección? Si ya introdujo al ladrón en el paraíso, y su cuerpo quedó aquí expuesto a la corrupción, no hace falta que vuelva a resucitar. Pero la carne, que sufrió con el ladrón, ¿habrá de quedar sin premio? Oigamos a San Pablo que dice a los fieles de Corinto: ( 1Cor 15,53) "Conviene que esto, corruptible, revista la incorruptibilidad". Pero si el Señor había ofrecido el reino de los cielos y llevó al ladrón al paraíso, todavía no le ha premiado. Pero dicen que con el nombre de paraíso dio a entender el reino de los cielos, porque se expresaba en los términos acostumbrados cuando hablaba al ladrón, quien nada había oído de la predicación divina. Algunos no leen "hoy estarás conmigo en el paraíso", sino, "te digo hoy"; y después, "que serás conmigo en el paraíso". Pero esto tiene una solución más sencilla: Los médicos cuando desahucian a un enfermo incurable, dicen: Ya está muerto. Pues así el ladrón: como ya no podía volver a su vida pecadora, se dice que entró en el paraíso.
Teofilacto
Esto es lo más verdadero para todos, porque tanto el ladrón como los demás santos, aun cuando no han alcanzado todo lo ofrecido -para que, como se dice por el Apóstol a los hebreos ( Heb 11,40), no se les cumpla sin estar nosotros presentes-, se encuentran, sin embargo, en el reino de los cielos, y en el paraíso.
San Gregorio Niceno
Ahora conviene dilucidar otra vez, cómo es que se considera al ladrón como digno de entrar en el paraíso, siendo así que una espada de fuego impide la entrada a los santos. Pero obsérvese que el divino anuncio la llama móvil, de tal modo que se vuelve impidiendo la entrada a los que no son dignos de entrar y facilitando la entrada libre a la vida a los que son dignos de ella.
San Gregorio moralium 12, 7
Se llama versátil (mudable) aquella espada, porque se sabía que había de llegar tiempo en que se la hiciese desaparecer: cuando viniere Aquél que nos había de facilitar el camino del paraíso, por medio de su Encarnación.
San Ambrosio
Pero debe advertirse que otros Evangelistas (San Mateo y San Marcos) dicen que los dos ladrones blasfemaban del Señor, y éste dice que uno lo ultrajaba y el otro reprendía. También puede suceder que este ladrón lo blasfemase al principio, pero que de repente se convirtió. También pudo ser que hablase en plural refiriéndose a uno sólo, como sucede en la carta del Apóstol a los hebreos ( Heb 11,37): "Andaban en pieles de cabra, y fueron aserrados". Sólo Elías tenía tal manto y únicamente Isaías fue aserrado. En sentido místico puede decirse que los dos ladrones representan a los dos pueblos que habían de ser crucificados con Cristo por medio del bautismo, y cuya discordancia también manifiesta la diferencia de los que habían de querer.
Beda
Todos los que somos bautizados en nombre de Jesucristo, somos bautizados en virtud de su muerte, porque siendo pecadores, hemos sido purificados por medio del bautismo ( Rom 6,3). Pero hay algunos, que glorificando a Jesús muerto según la carne, son coronados; y otros, que no queriendo obrar según la fe y las promesas del bautismo, son privados de la gracia que recibieron.
Lc 23,44-46 -
Y era ya casi la hora de sexta, y toda la tierra se cubrió de tinieblas, hasta la hora de nona: Y se oscureció el sol, y el velo del templo se rasgó por medio: Y Jesús, dando una grande voz, dijo: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y diciendo esto, expiró". (vv. 44-46)
San Cirilo
Después que hubieron crucificado al Señor de todos, la obra del universo lloraba a su propio Señor, y se oscureció la luz en medio del día, según Amós ( Am 8,9); por esto dice: "Y era ya casi la hora de sexta", etc. Lo cual manifiesta que habían pasado las almas de los que lo crucificaron los tormentos de la crucifixión.
San Agustín De conc. evang. lib. 3, cap. 17
Esto que se dice de las tinieblas lo atestiguan también los otros Evangelistas (San Mateo y San Marcos). San Lucas añade que se presentaron las tinieblas, cuando dice: "Y se oscureció el sol".
San Agustín De cit. Dei. 3, 15
Manifestó claramente que no se verificó esta oscuridad del sol según la marcha regular de los astros, porque en la pascua de los judíos ya la luna está en su lleno, y la oscuridad del sol únicamente se verifica en el completo menguante de la luna.
San Dionisio ad Policarpum epist. 7
Los que nos encontrábamos entonces en Heliópolis, veíamos que la luna se ponía en conjunción con el sol -a pesar de que no le correspondía entonces-, y que otra vez desde la hora de nona hasta la de vísperas, volvía a separarse de un modo inexplicable del diámetro del sol. Observamos que aquel eclipse empezaba en el oriente, y que llegó hasta oscurecer todo el sol, pero después retrocedió. Además, no se oscureció ni recobró la luz en la forma ordinaria, sino en sentido contrario. Tales son los acontecimientos sobrenaturales que entonces sucedieron, y que sólo puede hacer Jesucristo, que es el autor de cuanto existe.
Griego
Sucedió este prodigio, para que se viese que quien sufría la muerte era el gobernador del universo.
San Ambrosio
El sol se oscureció por los sacrílegos, encubriendo el aspecto de su crimen, y las tinieblas oscurecieron los ojos de los malvados, para que brillase la luz de la fe.
Beda
Queriendo San Lucas añadir un milagro a otro milagro añade: "Y el velo del templo se rasgó por medio". Esto sucedió al tiempo de expirar el Señor, como San Mateo y San Marcos atestiguan, pero San Lucas lo refiere anticipándose.
Teofilacto
Por medio de todo esto, el Señor daba a entender, no que no habría ya un sancta sanctorum 1 a donde se pudiera entrar, sino que entregado a los romanos sería profanado, y quedaría la puerta abierta para todos. San Ambrosio
El velo del templo se dividió en dos partes, dando a entender la separación de los dos pueblos, y manifestándose la profanación de la sinagoga. Se rompe el antiguo velo, para que la Iglesia nueva levante el nuevo velo de su fe. Se quita lo vedado de la sinagoga, para que podamos ver con los ojos de la fe todos los misterios más recónditos de nuestra santa religión.
Teofilacto
Por esto da a entender también, que el velo -que nos ocultaba los secretos del cielo- se rompió, esto es, la enemistad de Dios y el pecado.
San Ambrosio
Después que bebió el vinagre, se cumplieron todos los misterios que se habían anunciado acerca de su humanidad, y quedó sólo su inmortalidad. Por esto sigue: "Y Jesús, dando una gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu".
Beda
Invoca al Padre, manifiesta que El es el Hijo de Dios. Encomendando su espíritu en manos del Padre, no da a conocer su falta de virtud, sino su confianza en el poder del Padre.
San Ambrosio
La carne muere para resucitar, y el espíritu se encomienda en las manos del Padre para que las cosas del cielo se vean libres también de las maldades, y para que se firmase la paz en el cielo, a cuya paz seguiría la de la tierra.
San Cirilo
Esta voz da a conocer, que las almas de los justos no serán ya detenidas en el limbo -como antes- sino que irán a la presencia de Dios, cuya gracia esperaban en Jesucristo.
San Atanasio de incarnatione vel natura humana suscepta contra arianus
Recomienda a su Padre todos los mortales que le estaban encomendados y que había vivificado, porque somos miembros suyos, según dijo el Apóstol a los gálatas: ( Gál 3,28) "Porque sois uno en Cristo".
San Gregorio Niceno Orat 1 De resurrexit
Debemos examinar cómo Jesucristo pudo triplicarse en un mismo tiempo para estar: en las entrañas de la tierra, como había dicho a los fariseos; ( Mt 12,4) en el paraíso de Dios, como había dicho al buen ladrón; y en las manos del Padre, como ahora dice. Para los que piensan con intención recta, no es esto ni aún digno de decirse, porque quien está en todas partes por potencia, también lo está por esencia.
San Ambrosio
Encomienda su espíritu al Padre; pero como se encuentra en lo alto, alumbra hasta el infierno, para que a todas partes llegue la Redención. Jesucristo es para todo, y todo es para Jesucristo.
San Gregorio Niceno ubi sup
Otra solución es, que después de la Pasión, ninguna parte del cuerpo de Jesús se separó de la divinidad, sino únicamente se separó el espíritu del cuerpo, quedando la divinidad en una y en otro. Porque el cuerpo en que sufrió la muerte destruyó el poder de ésta, y por medio del espíritu, abrió al buen ladrón las puertas del cielo. También dice Isaías ( Is 49,16) hablando de la celestial Jerusalén, que no es otra cosa que el paraíso: "Pinté tus murallas sobre mis manos"; de donde se desprende, que el que está en el paraíso, se encuentra en las manos del Padre.
Damascenus in homil. de sabato sancto post medium
Hablando con más claridad: en el sepulcro estaba con el cuerpo, en el limbo con el alma, y en el paraíso con el ladrón. Pero como Dios, estaba en su trono con el Padre y con el Espíritu Santo.
Teofilacto
Clamando en alta voz, expira, porque tenía poder para conservar su espíritu o para dejarlo. Prosigue: "Y diciendo esto, expiró".
San Ambrosio
Como diciendo: entregó el espíritu, pero no por necesidad: lo que se entrega, se entrega voluntariamente, pero lo que se pierde, se pierde por necesidad.
Notas
1. Parte más sagrada del tabernáculo y del templo de Jerusalén, separado del "sancta" (parte anterior) por un velo.
Lc 23,47-49 -
Y cuando vio el centurión lo que había sucedido, glorificó a Dios, diciendo: "Verdaderamente que este hombre era justo". Y todo el gentío, que asistía a este espectáculo, y veía lo que pasaba, se volvía, dándose golpes en los pechos. Y todos los conocidos de Jesús, y las mujeres que le habían seguido de Galilea, estaban a lo lejos, mirando estas cosas. (vv. 47-49)
San Agustín De Trin. c.13
Como expiró en seguida que dio este grito, todos los presentes se admiraron. Los crucificados, sufrían generalmente una agonía prolongada. Por esto se dice: "Y cuando vio el centurión lo que había sucedido, glorificó a Dios, diciendo: verdaderamente que este hombre era justo".
San Agustín De conc. evang. lib. 3, cap. 20
No contradice a esto lo que expresa San Mateo al exponer que el centurión se admiró habiendo visto el trastorno natural, ya que San Lucas dice que éste se admiró de que expiró en seguida que dio la voz, manifestando el gran poder que conservaba al tiempo de expirar. San Mateo dice: visto el trastorno natural, y añade: "Y todo lo que sucedía" ( Mt 27,54), de esta manera viene a decir lo mismo que San Lucas, puesto que dice que se admiró al presenciar la muerte del Salvador. Lo cual dice también San Lucas: "Viendo el centurión lo que había acontecido". En estas palabras incluye todos los prodigios que entonces se verificaron, recopilándolos como si fuesen uno solo, como que todos aquellos milagros eran los miembros que formaban un solo cuerpo. En lugar de lo que dice el otro evangelista ( Mt 27,54) que el centurión dijo: "En verdad que este era el Hijo de Dios", San Lucas dijo que era justo, lo cual no debe considerarse como diferente. Debemos creer que el centurión dijo una y otra cosa, o que este evangelista recordó que había dicho una, y aquel la otra; o que San Lucas quiso expresar la frase del centurión, para dar a entender que se refería al Hijo de Dios. Además, el centurión no sabía que el Unigénito sería igual al Padre sino sólo Hijo del Padre, creyéndole justo, del mismo modo que los justos se llaman hijos de Dios. Del mismo modo, San Mateo añadió, a aquellos que estaban con el centurión, y San Lucas no lo citó, y no podemos decir que haya contradicción entre lo que uno dice y otro calla. San Mateo dice ( Mt 27,54): "Temieron mucho", San Lucas no dijo temió, sino glorificó a Dios. ¿Quién no ve en ello que temer a Dios es glorificarle?
Teofilacto
Ahora se ve que produce efecto lo que había dicho el Señor: "Cuando yo sea elevado, todo lo traeré hacia mí" ( Jn 12,32). Una vez elevado en la cruz, atrajo hacia sí al ladrón y al centurión, y a muchos judíos, de quienes se dice: "Y todo el gentío, que asistía a este espectáculo y veía lo que pasaba, se volvía, dándose golpes en los pechos".
Beda
Que herían sus pechos en señal de arrepentimiento y de penitencia, se conoce por dos razones: o bien porque sentían haber crucificado injustamente al que amaron en vida, o bien porque temían que aquella muerte que ellos recordaban haber pedido, había de ser más gloriosa para el Salvador. Debe advertirse que los gentiles, como temían a Dios, le glorificaban, confesándole abiertamente, pero los judíos se volvían tristes a su casa, hiriendo únicamente sus pechos.
San Ambrosio
¡Oh corazones de los judíos, más duros que las rocas! El juez rehusa, el ministro cree, el traidor castiga su propio delito suicidándose, los elementos se alborotan, la tierra tiembla, los sepulcros se abren; y después de todo, la dureza de los judíos permanece inmóvil, en medio del universal trastorno.
Beda
Por ello se da a conocer la fe de la Iglesia por medio del centurión, que publica que Jesús es el Hijo de Dios, cuando la sinagoga lo calla. Se cumple la queja del Salvador respecto de su Padre, cuando le dice: ( Sal 87,19) "Has apartado de mí al amigo y al prójimo, mis conocidos han sido para mí miseria". Por ello sigue: "Y todos los conocidos de Jesús estaban mirando de lejos".
Teofilacto
Pero el linaje femenino, maldecido en otro tiempo, está de pie y ve todas estas cosas. Prosigue: "Y las mujeres que le habían seguido desde Galilea, veían esto". Por ello fueron las primeras que recibieron la gracia de la justificación o de la bendición que brotó de la pasión y de la resurrección.
Lc 23,50-56 -
Y he aquí un varón llamado José, el cual era senador, varón bueno y justo, que no había consentido en el consejo, ni en los hechos de los otros, de Arimatea, ciudad de la Judea, el cual esperaba también el reino de Dios. Este llegó a Pilatos, y le pidió el cuerpo de Jesús: y habiéndole quitado, le envolvió en una sábana, y lo puso en un sepulcro labrado en una peña, en el cual hasta entonces nadie había sido puesto. Y era el día de Parasceve, y ya rayaba el sábado. Y viniendo también las mujeres, que habían seguido a Jesús desde Galilea, vieron el sepulcro y cómo fue depositado su cuerpo. Y volviéndose, prepararon aromas y ungüentos: y reposaron el sábado conforme al mandamiento. (vv. 50-56)
Griego
José había sido discípulo del Salvador, aunque oculto. Pero últimamente, rompiendo el lazo del temor y volviéndose más atrevido, bajó el cuerpo del Salvador, que pendía de la cruz de una manera ignominiosa, obteniendo así aquella preciosa joya, con la humildad de sus ruegos. Por esto dice: "Y he aquí que un hombre llamado José, el cual era senador".
Beda
Se llamaba senador o decurión 1, porque pertenecía a la curia 2, llenando los deberes de curial, cuyo nombre proviene de cuidar de los bienes generales. José era muy solícito en atender a los hombres, pero obtuvo un gran mérito respecto de Dios. Prosigue: "Varón bueno y justo, de Arimatea, ciudad de la Judea", etc. Arimatea era la misma Ramata, ciudad de Helcana y de Samuel ( Sam 1). San Agustín De conc. evang. lib. 3, cap. 22
San Juan dice que era discípulo del Señor; por esto añade: "el cual esperaba también el reino del Señor". Llama la atención que aquél que era un discípulo oculto, se atreviese a pedir el cuerpo del Salvador, o que no se había atrevido ninguno de los que le habían seguido en público. Prosigue: "Este llegó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús". Debe creerse que lo hizo así, confiado en su autoridad, en virtud de la cual podía presentarse a Pilato con toda confianza. Cuando cumplía con aquel triste cargo, no se cuidó de los judíos, según parece, aunque acostumbraba oir al Salvador, evitando sus enemistades.
Beda
Por lo tanto, por la justicia de sus méritos pudo conseguir el sepultar al Señor, como pudo pedirlo por la nobleza de su poder. Por esto sigue: "Y habiéndole quitado, lo envolvió en una sábana". Se condena la vanidad de los ricos en la sencillez de la sepultura del Señor, los que, ni aun en las tumbas quieren carecer de sus riquezas.
San Atanasio in vita S. Antonii sub finem
Obran muy mal aquellos que ocultan los cuerpos de los muertos -aun cuando sean santos- y no los entierran. ¿Qué cuerpo hay más santo que el cuerpo del Señor? El cual continuó en el sepulcro hasta el tercer día en que resucitó. Por ello sigue: "Lo puso en un monumento labrado".
Beda
Esto significa, de una sola piedra, porque si lo hubiere hecho de muchas, se hubiera podido decir, después de la resurrección, que había sido robado minando el sepulcro. Y sigue: "En el cual nadie hasta entonces había sido puesto". Para evitar que después de la resurrección, quedando otros cuerpos allí, se dudase si habría sido el del Salvador el que había resucitado. Como el hombre había sido creado en el sexto día el Señor quiso ser crucificado también en el sexto día, terminando así la gran obra de nuestra regeneración. Por lo que sigue: "Y era el día de Parasceve", que quiere decir preparación. Con este nombre se designa el sexto día, porque en él preparaban lo necesario para el sábado. Y como el séptimo día Dios descansó de todas sus obras, así Jesús descansó el sábado en el sepulcro. Por lo que sigue: "Y ya rayaba el sábado". Antes hemos leído que estaban todos los conocidos de Jesús a lo lejos, como también las mujeres que le habían seguido. Después de haber sepultado el cadáver, habiendo regresado a sus casas los conocidos, sólo las mujeres que más le amaban le seguían llorando y deseando ver el lugar donde lo ponían. Prosigue: "Y viniendo también las mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea, vieron el sepulcro, y cómo fue depositado su cuerpo", sin duda con el fin de poderle ofrecer los respetos de su devoción.
Teofilacto
A pesar de que las mujeres aún no tenían la fe suficiente y sólo consideraban al Salvador como un puro hombre, le preparaban los aromas y los ungüentos según se acostumbraba hacer tales honores a los difuntos entre los judíos. Por ello sigue: "Y volviéndose, prepararon ungüentos y aromas", etc.
Beda
Después de sepultado el Señor, en cuanto se pudo trabajar -esto es en cuanto se puso el sol- se ocuparon en preparar los aromas y ungüentos. Estaba mandado que durante el sábado se guardase un profundo silencio -el descanso de vísperas a vísperas-. Prosigue: "Y reposaron el sábado conforme al mandamiento".
San Ambrosio
En sentido espiritual puede decirse que el hombre justo sepulta el cuerpo de Jesucristo. Tal fue la sepultura del Salvador que no llevó consigo ninguna clase de fraude ni engaño. Con razón dice San Mateo que este hombre era rico: siendo rico; no podía conocer la pobreza de la fe, y siendo justo, cubre con una sábana el cuerpo de Cristo. Cubre tú también el cuerpo de Cristo con su propia gloria para que seas justo, y si lo crees muerto, cúbrelo con la plenitud de su divinidad. La Iglesia también se viste con la gracia de la inocencia.
Beda
También envuelve a Jesús en una sábana limpia quien le recibe con corazón puro.
San Ambrosio
No en vano dice un evangelista que el sepulcro era nuevo, y otro, que el sepulcro era de José, porque se prepara un sepulcro a los que viven bajo la ley de la muerte, pero el que es vencedor de la muerte, no tiene sepulcro propio. ¿Qué relación puede haber entre Dios y el sepulcro? El fue encerrado solo en un sepulcro, porque la muerte de Cristo, aun cuando le era común con los hombres en cuanto a la naturaleza humana, era especial en cuanto a la divina. El cuerpo de Jesús fue depositado muy oportunamente en el sepulcro de un justo, porque así descansa en la habitación de la justicia. El justo había abierto este sepulcro en la piedra de la dureza gentilicia, para que en él descansara el Divino Verbo, así pudo pasar la gracia de Cristo a todas las naciones, después que la piedra fue apartada divinamente. El que encierre en su corazón a Cristo con las debidas disposiciones, guárdelo con atención, no sea que lo pierda, y la perfidia tenga entrada en él.
Beda
En cuanto a que el Señor fue crucificado en el sexto día, y que descansó en el sepulcro el séptimo, se da a conocer que nosotros padeceremos en la sexta edad del mundo y necesariamente seremos como crucificados al mundo, y que en la séptima (esto es después de la muerte), los cuerpos descansarán en el sepulcro y las almas con Dios. Pero hasta ahora, las santas mujeres (esto es, las almas humildes enfervorizadas por el amor) quieren venerar la pasión del Señor; y por si pueden imitarle, se proponen completarla en la forma que deben, y según el orden establecido. Por esto, una vez sabida, oída o recordada, se vuelven a preparar sus obras de virtud -en las que Cristo se complace- para que una vez terminada la Parasceve de la presente vida, puedan salir al encuentro de Cristo, con los aromas de sus buenas acciones.