Como lo expresa el título,
vamos a presentar lo que al respecto hace mucho tiempo atrás el
P. Castellani decía:
“Jesucristo
vuelve, y su vuelta es un dogma de nuestra fe.
Es
un dogma de los más importantes, colocado entre los catorce artículos de fe que
recitamos
cada día en el Símbolo de los Apóstoles y cantamos en la Misa Solemne. ‘Et
iterum
venturus est cum gloria judicare vivos et mortuos’.
Es
un dogma bastante olvidado. Es un espléndido dogma poco meditado. Su traducción
es
esta: el mundo no continuará desenvolviéndose indefinidamente, ni acabará por
azar,
dando
un encontronazo con alguna estrella mostrenca, ni terminará por evolución
natural
de sus fuerzas elementales –o entropía cósmica, como dicen los físicos–, sino
por
una
intervención directa del Creador.
No
morirá de muerte natural, sino de muerte violenta; o por mejor decir –ya que Tú
eres
Dios
de vida y no de muerte–, de muerte milagrosa.
El
Universo no es un proceso natural, como piensan los evolucionistas o
naturalistas,
sino
que es un poema gigantesco, un poema dramático, en el cual Dios se ha reservado
la iniciación, el nudo y el desenlace; que se llaman teológicamente Creación,
Redención,
Parusía.
Los personajes son los albedríos humanos. Las fuerzas naturales son los
maquinistas.
Pero el primer actor y director de la orquesta es Dios.
‘Varones
galileos ¿qué estáis allí mirando el cielo? Este Jesús que habéis visto subir
al
cielo,
parejamente un día volverá a bajar del cielo’, dijeron los ángeles de la
Ascención.
Ese
será el desenlace del drama de la humanidad: ‘Videbunt in quem transfixerunt’
(Mirarán
al que enclavaron).
El
dogma de la Segunda Venida de Cristo, o Parusía, es tan importante como el de
su
Primera
Venida, o Encarnación.
Si
no se lo entiende, no se entiende nada de la Escritura ni de la Historia de la
Iglesia. El
término
de un proceso da sentido a todo el proceso. Este término no está sólo
claramente
revelado,
mas también minuciosamente profetizado. Jesucristo vuelve pronto.
‘Ven,
Señor Jesús.
Oh
Señor Jesucristo, ¿por qué tardas tanto? ¿qué esperas para mostrar al mundo tus
divinas
banderas, y arrojar tu mensaje de la luz sobre las fieras?’.
La
enfermedad mental específica del mundo moderno es pensar que Cristo no vuelve
más;
o al menos no pensar que vuelve.
En
consecuencia, el mundo moderno no entiende lo que pasa. Dice que el
cristianismo ha
fracasado.
Inventa sistemas, a la vez fanáticos y atroces, para salvar a la humanidad.
Ésta
a punto de dar a luz una nueva religión. Quiere construir otra torre de Babel
que
llegue
el cielo. Quiere reconquistar el Jardín del Edén con solas las fuerzas humanas.
Está
lleno de profetas que dicen; ‘Yo soy. Aquí estoy. Este es el programa para
salvar al
mundo.
La Carta de la Paz, el Pacto del Progreso y la Liga de la Felicidad. ¡La Una,
la
Onu,
la Onam, la Unesco¡ ¡Mírame a mí¡ Yo soy’.
La
herejía de hoy, descrita por Hilaire Belloc en su libro Las Grandes Herejías,
pareciera
explícitamente
no negar ningún dogma cristiano, sino falsificarlos todos.
Pero,
mirándolo bien niega explícitamente la Segunda Venida de Cristo; y con ella
niega
su
Reyecía, su Mesianidad y su Divinidad. Es decir, niega el proceso divino de la
Historia.
Y al negar la Divinidad de Cristo, niega a Dios. Es el ateísmo radical
revestido
de
forma de religiosidad.
Con
retener todo el aparato externo y la fraseología cristiana, falsifica el
cristianismo,
transformándolo
en una adoración del hombre; o sea, sentado el hombre en el templo de
Dios,
como si fuese Dios. Exalta al hombre como si sus fuerzas fuesen infinitas.
Promete
al
hombre el reino de Dios y el paraíso en la tierra por sus propias fuerzas.
La
adoración de la ciencia, la esperanza en el Progreso y la desaforada Religión
de la
Democracia,
no son sino idolatría del hombre; o sea, el fondo satánico de todas las
herejías,
y ahora en estado puro.
De
los despojos muertos del cristianismo protestante, galvanizados por un espíritu
que
no
es de Cristo, una nueva religión se está formando ante nuestros ojos.
Esto
se llamó sucesivamente filosofismo, naturalismo, laicismo, protestantismo
liberal,
catolicismo
liberal, modernismo… Todas esas corrientes confluyen ahora y conspiran a
fundarse
en una nueva fe universal; que en Renán, Marx y Rousseau ya tiene sus
precursores.
Esta
religión no tiene todavía nombre, y, cuando lo tenga, ese nombre no será el
suyo.
Todos
los cristianos que no creen en la Segunda Venida de Cristo, se plegarán a ella.
Y
ella
les hará creer en la venida del Otro”. (Cristo ¿Vuelve o no vuelve?,
ed. Dictio Bs.As.
1976, p.15, 16, 17, 18).
Este es el antídoto para no
dejarse arrastrar y poder mantenerse de pie hasta el final sin
claudicar en manos de la Nueva
Iglesia Conciliar y su falsa Religión.
Nota: La
Primera edición de Cristo ¿Vuelve o no vuelve? Apareció en el año de 1951, esta
es la segunda. Esto
demuestra el
carácter eminentemente profético parusiaco del P. Castellani.
P. Basilio Méramo
Bogotá, 18 de Agosto de 2015