OBSESIVAMENTE TENAZ
UNA VEZ MÁS
Una vez más en su Eleison n° 387, Monseñor Williamson insiste
obsesivamente en
su erróneo punto de vista argumentando indebidamente para
justificarlo, actitud
con la cual no hace más que debilitar y confundir a los fieles que
resisten a la Roma
apóstata; más le valiera no hablar ni escribir, puesto que no hace más
que
aumentar la confusión en los pocos fieles que aún quedan.
Por lo visto Monseñor Williamson, por más que distinga no hace sino
confundir,
puesto que para distinguir hay que tener la luz de la inteligencia
bien formada
filosófica y teológicamente hablando. No es precisamente con
literatura y música
que esto se logra, aunque si ayuda, lo cual es diferente.
Si de distinciones necesarias se trata (como él pretende), la lengua
latina es muy
precisa y concisa, con la ventaja además de no verse modificada en su
significación
con el transcurso del tiempo, justamente por ser una lengua muerta. En
latín no es
lo mismo hic (este), que hoc (esto).
Y así, Santo Tomás al explicar la fórmula (forma) de la
transubstanciación del pan,
dice por qué se pone hoc (esto) y no hic (este), lo cual sería
inválido, al no permanecer la sustancia del pan sino nada más sus accidentes
(especies del pan), lo
cual está expresado por el pronombre demostrativo hoc (esto), en
cambio, si la
sustancia del pan permaneciera (lo cual es herético) después de la
transubstanciación cabría decir entonces hic (este), como pronombre
demostrativo
masculino, que hace referencia a la cosa (res), lo cual es del orden
de la substancia
y no únicamente de los accidentes, que es lo único que permanece del
pan después
de la consagración; luego poner en la fórmula de la consagración del
pan, este (hic)
en lugar de esto (hoc), invalida la consagración.
Por eso, decir en la traducción del Eleison al español (aunque esto en
inglés no se
percibe): “Este es mi cuerpo, es ciertamente válido”, es no tener ni idea de la teología sacramental y desconocer por
completo a Santo Tomás, pues es justamente
lo contrario, ya que esa fórmula sacramental es ciertamente inválida;
aquí tenemos
otro despiste más de Monseñor Williamson y no en cosa de poca monta.
Dicho sea
de paso, la gran mayoría de los misales en español para los fieles
adolecen del
mismo grave error por desconocimiento teológico.
De otra parte si vamos a la forma sacramental de la consagración del
vino, es falso
lo que afirma Monseñor Williamson al decir: “Este es el cáliz de mi sangre, es lo
más probable que sea válido”, pues no se trata de si es más probable o menos
probable, se trata de si es o no es, y ciertamente no son válidas esas
solas palabras,
si nos atenemos a lo que dice Santo Tomás y a la teología sacramental,
pues no se
trata de la sola sangre (de la conversión de la substancia del vino en
la sangre de
Cristo, como quien dice de la sangre que le circula por las venas)
sino de la sangre
derramada, por nosotros, en la Cruz, lo cual es muy distinto, es
decir, no se trata
solamente de la sangre como sustancia sino además de la sangre
derramada, esto
es, de la efusión de la sangre efectuada por la muerte de Nuestro
Señor en la Cruz.
Como dice Santo Tomás de Aquino la forma sacramental de la
consagración del
vino debe significar el sacrificio de la Cruz, por la efusión de la
sangre, la cual se
operó cruentamente (físicamente) en la Cruz y se renueva
incruentamente
(sacramentalmente) sobre el altar por la efusión sacramental de la
sangre. Sin Cruz
no hay muerte, la cual se efectúa por la efusión de la sangre, luego
sin efusión no
hay muerte, por eso en la Santa Misa para que sea el verdadero
sacrificio renovado
sacramentalmente sobre el altar, tiene que haber efusión sacramental,
sin la cual
no hay muerte sacramental que es lo que se efectúa en la Santa Misa.
La forma sacramental de la consagración del vino debe
significar la muerte de
Cristo en la Cruz, la cual se efectúa por el derramamiento
o efusión sacramenta de
la sangre, sin la cual no hay sacrificio ni Misa.
La consagración del pan y del vino por separado
representa expresamente (por la
acción) la muerte de Cristo en la Cruz; por eso debe
hacerse mención de ello en la
forma sacramental del vino, más que en la del pan, con
palabras y su virtud misma
(ex ipsa vi verborum).
A aquellos que dicen que son suficientes las primera
palabras: Hic est enim calix
sánguinis mei,
Santo Tomás les responde que las palabras que siguen: novi et
aetérni testaménti: mysterium fídei. Qui pro
vobis et pro multis effundétur in
remissiónem peccatorum, son de la sustancia de la forma (omnia praedicta verba
sunt de substantia formae, S. Th. III, q.78, a.3). Puesto que si en la consagración
del vino no se expresa verbalmente la efusión de la
sangre, efectuada por la pasión
y muerte de Cristo en la Cruz, no hay el Sacrificio de
la Santa Misa. Sin la forma
entera no tenemos el Sacrificio de la Misa, el cual que
se opera por el sacrificio
sacramentalmente renovado sobre el altar.
La fórmula sacramental de la consagración del vino debe entonces, no
sólo
expresar la sangre de Cristo, sino además, la muerte producida por la
sangre
derramada, esto es, la efusión de la sangre, por lo cual debe estar
contenida en la
forma sacramental, para que así quede expresada sacramentalmente, por
las
palabras de la consagración, la muerte de Cristo en la Cruz.
De otra parte está otro argumento que hasta hoy no se ha tenido muy en
cuenta,
que es el de la significación sacramental que tiene y debe de tener
toda forma de los
sacramentos; puesto que los sacramentos son signos sensibles que
producen ex
opere operato, la gracia que
significan. Por tal razón la significación sacramental
no puede ser jamás ambigua, equívoca o indeterminada; tiene que ser
por propia
definición, determinada y unívoca, no equívoca, puesto que una
significación
equívoca o ambigua (ambivalente), no puede significar objetiva y
determinadamente la gracia que deben de producir (causar) los sacramentos por
la
acción misma realizada.
Todos admiten que el nuevo rito de la Misa es al menos equívoco o
ambiguo y esto
tanto en el rito ceremonial cuanto en el rito esencial; luego, si nos
atenemos a la
teología sacramental, es evidente que la conclusión que se impone es
que no puede
haber un rito de la Misa ambiguo en lo esencial, ya que de serlo, éste
sería inválido
por el hecho de que las palabras esenciales de la consagración no
significan la
gracia que produce; luego con este solo argumento se puede afirmar que
la Nueva
Misa, al ser ambigua, es inválida.
Vemos así cuán lejos está Monseñor Williamson de dar luz,
teológicamente
hablando, y con sus argumentos debilita la oposición y resistencia a
la Nueva Misa,
que para él es sin lugar a duda, válida, siendo que teológicamente
sería inválida.
Monseñor Williamson hace alusión a la ordenación sacerdotal, pero sin
hacer
ninguna mención de la consagración episcopal, que ha sido totalmente
modificada,
lo cual implicaría su invalidez y de esto que es mucho peor, pues
cercena la
transmisión del Orden desde la raíz misma, nada dice. Y como él mismo
dice será
juzgado por sus propias palabras tarde o temprano recibiendo la
penalidad.
Lo que si queda claro es que Mons. Williamson no es un Obispo
teológicamente
confiable, puesto que le gustan los árboles “medio medio” (medio bueno
y medio
malo) y se inclina decididamente por el color gris, lo menos que
podemos decir, es
que es un Obispo “medio medio” y que es al parecer un cerebro gris que
favorece la
Revolución anticristiana de la Roma apóstata la cual legitima y
convalida con sus
distinciones “medio medio” grises. Sin embargo Nuestro Señor nos dice:
“Diréis: Sí,
sí; No, no. Todo lo demás, viene del Maligno” Mt. 5, 37.
P. Basilio Méramo
Bogotá,
17 de Diciembre de 2014
NOTA
DEL EDITOR:
Reverendo
Padre, una vez más se ven los mismos procederes de Odo Casel infiltrando los
"pensamientos" y dictados heréticos tanto el el rosacruz oxfordiano
obispo williamson, como en los postulados heréticos del
"teodontólogo" ceriani, guru herético de radio ceriandad.
¿Recuerda
usted cuando le dije que Williamson me escribió para que quitara la publicación
en la que exhibía estas mismas herejías de cerdiani?
¿O sigue creyendo que sea
coincidencia que a las falsas resistencias se les acabara la participación
apologética de teólogos de buena cepa (como su paternidad sabe contamos con casi 37 añitos de lógica, filosofía, apologética y teología dogmática, realmente tradicionales), que si permitían real apología en los blogs de la hoy radio ceriandad?
SEA
PARA GLORIA DE DIOS
ALBERTO GONZALEZ