(NOTA DEL EDITOR AL FINAL DE LA EPÍSTOLA)
Sin darse
por aludido, desde su atalaya invulnerable, Mons. Williamson prosigue
impertérrito,
dale que dale con su tema, obsesivamente, identificando liberales y
sedevacantistas
como las dos caras de una misma moneda; parece que no le entran
balas y no
hay peor sordo que el que no quiere oír, ni peor ciego que el que no
quiere ver y
podemos añadir de nuestra propia cosecha; ni peor eunuco que el que
a sí mismo
se castra, como de paso le aconteció al famoso y desdichado Orígenes,
que
convirtió las Sagradas Escrituras en un cúmulo de alegorías, pues claro, si
seguía
interpretándolas en su sentido literal, pero que para él era el craso o crudo,
evidentemente
hubiera terminado decapitándose.
Decimos que
insiste y persiste Mons. Williamson sin darse por enterado, sin
distinguir,
cuando habla del sedevacantismo quiere anular, suprimir, de un solo
plumazo,
todo sedevacantismo y seguir reconociendo a Roma apóstata una
legitimidad
que no tiene, a pesar y por encima de todo.
Muy
lamentablemente Mons. Williamson obliga a que se le tenga que refutar, ante
su obsesión
antisedevacantista, ya que no solamente comete el grave error de no
distinguir
de qué sedevacantismo habla al equipararlo con el liberalismo como la
otra cara de
la misma moneda, sino que menosprecia toda consideración teológica
sobre la
sede vacante negando que pueda condensarse en una conclusión teológica
cierta y
evidente, no quoad ómnibus (para todos) sino quoad sapientes (para los
entendidos).
Como resultado final avala y respalda la autoridad de una pretendida
jerarquía
que pontifica no sólo en el error, sino aun en el cisma (en ruptura con el
pasado y la
tradición católica), en la herejía y la apostasía renegando del dogma de
la fe. En
definitiva se legitima a la Roma Modernista y Apóstata por encima y a
pesar de
todo el Misterio de Iniquidad y la abominación de la desolación en Lugar
Santo (la
Iglesia) ya presentes.
Mons.
Williamson es recurrente sobre el tema y sin embargo no se da (quizás jamás
se dé) por
aludido, pues lo que al fin y al cabo le interesa, es respaldar la
legitimidad
de una autoridad que pontifica no sólo en el error, sino aún en la
herejía, el
cisma y hasta la misma apostasía.
Si bien se
mira, la Consideración Teológica sobre la Sede Vacante, es la única que
puede darnos
una respuesta teológica y doctrinal ante los hechos consumados que
hoy vemos,
de una autoridad que conculca la fe.
Decir
reiteradamente que liberales y sedevacantistas se identifican, es equiparar el
sedevacantismo
que es una cuestión teológica, (que es posible al no ir contra la fe)
con el
Liberalismo que es una magna herejía, como lo atesta entre otros Sarda y
Salvany.
Lo menos que
podría hacer Mons. Williamson, es distinguir sapiencialmente
(puesto que
es del sabio ordenar y para esto se requiere distinguir) entre un
sedevacantismo
visceral, categórico, apodíctico, radical, dogmático y un
sedevacantismo
teológico, conclusivo (pues se trata de una conclusión teológica y
por lo
mismo, cierta y evidente quoad sapientes, sin que lo sea sin embargo quoad
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ómnibus –para todos–, metiendo a todos en un mismo saco,
para desacreditarlos
de un solo y
mismo plumazo).
Mons.
Williamson no es más, en el mejor de los casos, que una víctima del tabú y
de los
prejuicios que sobre el tema, dialécticamente se han forjado, pues a la Roma
modernista y
anticristo (como la denominaba Mons. Lefebvre afirmando además
que estaba
en la apostasía) lo único que le interesa y teme perder, es la impunidad
que le da el
poder obrar bajo el manto de una supuesta legitimidad. Por eso lo que
más le duele
y le dolería, es que se le niegue o al menos se le ponga en duda la
legitimidad
de su autoridad. Todo lo demás, lo puede más o menos tolerar.
Estamos ante
un falso y dialéctico análisis con el cual se pretende anular toda
posición que
impugne la legitimidad de las pretendidas autoridades romanas
actuales y
quizás sobre todo, imposibilitar, quitándole todo valor a la posibilidad
de la Sede
Vacante, es decir, negar su misma posibilidad y así poder legitimar a
ultranza,
dicha autoridad. Por eso no distingue ni quiere distinguir, luego es claro,
que desde su
falsa resistencia, sirve a los intereses de Roma apóstata y de la Nueva
Iglesia
Conciliar. Aparentemente en contra y opuesto a Mons. Fellay por su
acuerdismo,
pero llegando a lo mismo sin ningún acuerdo, ya que legitima por
derecho
propio la autoridad de aquella.
Mons.
Williamson gusta de señalar que se sobrevalora a la persona y se subvalora
la
institución, y no se percata que la Iglesia, como institución divina, impugna
por
su propia
esencia la conducta de un Papa y de toda la jerarquía oficial que se desvía
de la fe; no
se quiere dar cuenta que hay un incompatibilidad radical, esencial y
doctrinal
entre la herejía y el Papado. Un Papa hereje y que siga siendo Papa, es
incompatible,
puesto que la institución divina de la Iglesia eyecta de su seno al
miembro que
se vuelve hereje. Si un Papa se desvía en la fe, pública y
notoriamente,
es evidente que deja ipso facto de ser miembro de la Iglesia y por lo
mismo no
puede ser su cabeza; esto es lo que decía San Roberto Belarmino,
haciéndose
eco de toda la tradición de la Iglesia.
De otra
parte, no hay una primacía doctrinal entre el magisterio universal solemne
(extraordinario)
y el magisterio universal ordinario. Ambos son igualmente
infalibles y
por lo mismo definen dogmas de fe tanto este como aquel (la diferencia
está en la
formulación), puesto que tanto el uno como el otro tienen la misma
fuente: la
Revelación (la oral que es la Tradición y la escrita, las Sagradas
Escrituras).
Claro que todo esto no anula para nada esa gran verdad que Mons.
Williamson
afirma, que la infalibilidad del Papa proviene de la Iglesia y no a la
inversa.
De otra
parte, no es lo mismo hablar de disparates que de herejías, y que un Papa al
no hablar ex
cathedra sea falible y por lo tanto nada impide el que diga disparates,
que poco
importarían si fueran disparates de orden natural, como si dijera que un
círculo es
cuadrado que un triángulo es bilátero o que dos más dos son cinco, pues
en nada esos
disparates vulneran la fe, pero si son algo más que disparates, es
decir, que atingen
a la fe, vulnerándola, entonces hay que llamar a las cosas por su
nombre; no
se trata de meros disparates, se trata de herejías. Y no es compatible un
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Papa que
diga herejías, objetiva, pública y manifiestamente con la permanencia de
su
pontificado.
Hay una
contradicción entre la herejía y el Papa. Un Papa no puede ser hereje y
seguir
siendo Papa. Eso es evidente bajo el prisma de la fe. Lo que no es de fe es la
conclusión a
la que se llegue, o si se quiere, dicha conclusión es materialmente de
fe, pero no
formalmente de fe, como lo es toda conclusión teológica cierta y
verdadera,
hasta que la Iglesia así lo enseñe y defina.
Parece que
Mons. Williamson no supera su recuerdo anglicano-protestante (que
impugna la
Iglesia y el Papado) que no le deja libre para su nuevo amanecer ya
convertido
al catolicismo; pareciera no poder superar la terrible pesadilla como si
le siguiera
afectando. Y eso, parece que produce una parálisis neuronal que puede
esclerotizar
el cerebro, pues hay que estar bastante desfasado para no poner al
menos en
duda la legitimidad de una autoridad como la actual que raya en la
desfachatez.
Cómo no se va a dar cuenta a quién beneficia con sus pretendidas
elucubraciones
teológicas, y cómo paraliza cualquier juicio sobre la herejía de los
actuales
jerarcas.
Su oposición
a Mons. Fellay es accidental; ambos esperan ser convocados y
certificados
por Roma, sin lo cual les parece que no serían católicos; ambos
reconocen la
legitimidad de Roma apóstata y la única diferencia es que el uno
quiere un
acuerdo (Mons. Fellay) y el otro no (Mons. Williamson), pero con o sin
acuerdo,
están los dos reconociendo la autoridad aunque esta vaya en detrimento
de la fe y
de la Iglesia.
Ambos no
reconocen tampoco el carácter apocalíptico de esta crisis, que de
prolongarse
y no ser abreviada, nos recuerda las palabras de Nuestro Señor con
ocasión de
su segunda venida o Parusía preguntándose si encontraría si
encontraría
aún fe cuando vuelva.
P. Basilio
Méramo
Bogotá, Septiembre 17 de 2014
Nota del Editor:
Pese a las reiteradas ocasiones en las que hemos intentado aclarar, que en estas ulteriores épocas, en las que No cabe una Sede Vacante, en virtud de que ROMA PERDIÓ LA FE Y ES SEDE DEL ANTICRISTO, Parece ser que los resabios dialécticos del mundo actual que ya acostumbró a las masas, a escoger entre un mal y otro en todos y cada uno de los menesteres cotidianos, también afecta incluso, a los mas ortodoxos, sacerdotes que incluso, son doctos en teología, (esto sin menoscabo y sin mención específica de los doctorsetes sacamuelas que pretenden pontificar con una embarrada en la materia, y que de una u otra forma arrastran con heréticas teorias incluso a quienes se pretenden conservadores cat´licos, por esa misma estupidez voluntaria por pereza intelectual); En este orden de ideas, desde las etimologías mismas para el particular en el asunto de marras, es forzoso comenzar por entender el real significado de VACANTE, que implica, desocupada y disponible, cosas que ni de asomo se actualizan en el problema de la Roma ocupada por los adlateres del anticristo. dando paso de una postura o problema TEOLOGICOS, a un simple problema de asequibilidad por costumbre, toda vez, que no existiría el problema TEOLÓGICO del SEDEVACANTISMO, O ANTISEDEVACANTISMO, si se entendiera que su origen es una mas de las semillas sembradas por la hiper revolución anticristiana, no fue exenta la Neo Frater del problema, y de tragarse las cuestiones antes descritas, y no es poco común, que aun los mas ortodoxos conservadores pretendan jugar en el Tablero del otro, con las reglas del otro, y con la dialéctica del otro.
Y si a esto sumamos las Falsas resistencias de "Absipos" Británicos con la ayuda de "bien ordenados presbíteros fornicadores con la gran ramera, unicamente quedaría para el pequeño rebaño, una especie de reducto, también controlado, por los platenses, (comienza a parecer que todo esta perdido). No fueron coincidencias ni la bomba de humo mediatica del Abispo Willy, con su "negacionismo" fue una implotación, y tampoco nos parece que sea otra "coincidencia" que el saca muelas meologo Brillantemente haya incoado un par de herejías y logrado hacer sucumbir a la verdadera resistencia apologética que hace poco mas de un lustro, se lograba en los debates de la hoy "Radio Ceriandad" para dar paso, a poesia improvisada y columna hueca sin efectos reales, Muy similar implotación que además regula y controla a presbíteros bien intencionados, al estar subordinados al neoherecirca disfrazado de piedad. y controlando en ese otrora reducto a las "masas del pequeño rebaño"o que podría alguien explicar racionalmente el motivo por el cual el Obispo Willy, me escribió pidiendo que retirara las acusaciones denunciadas en su momento, al cómplice implotador Ceriani?
SEA PARA GLORIA DE DIOS.
Alberto González
SEA PARA GLORIA DE DIOS.
Alberto González