Amados
hermanos en nuestro Señor Jesucristo:
En
este segundo domingo después de Pascua llamado Domingo del Buen Pastor en
alusión al Evangelio de hoy, vemos cómo nuestro Señor les dice a los fariseos,
a pesar de las injurias y calumnias, que Él es el buen Pastor. Podemos observar
a lo largo de todo el Evangelio esa pugna, esa lucha, esa antítesis entre los
fariseos y nuestro Señor. Santo Tomás de Aquino nos dice que el buen Pastor es
el que apacienta el rebaño y lo gobierna. Por eso, todo guía, a imagen de nuestro
Señor Jesucristo en la Iglesia, debe apacentar el rebaño y gobernarlo para el
bien de las almas y mayor gloria de Dios. Y ¿cómo apacienta nuestro Señor a su
grey, es decir, a su Iglesia? Lo hace con la doctrina de su amor, con la
caridad manifestada en la cruz. Él llega a la inmolación de sí mismo por su
gente. Vemos así cómo se llega a ese sacrificio máximo en aras del beneficio
del rebaño, del bien común, de la Iglesia, de nosotros.
Nuestro
Señor enseguida les muestra la imagen del mercenario. El asalariado que no es
propiamente pastor porque no está por el beneficio y la utilidad del rebaño
sino por el propio, por la merced, por la prebenda que puede adquirir en su
provecho y a expensas del apostolado. Éste pasa por pastor pero sin que en el
fondo le importe el oficio de gobernar y apacentar las ovejas, sino que ejerce
ese ministerio para propia utilidad; cuando viene el lobo, cuando viene el
peligro, lejos de exponer su vida por las ovejas, huye como todo jornalero,
porque le importa mucho más su vida que la de los fieles, la de las ovejas y se
dispersa, se disgrega el rebaño.
Qué
reproche más grave hace nuestro Señor, y éste no va solamente para los fariseos
sino a todo mal sacerdote, mal religioso, a todo aquel que tenga a su cargo el
apacentar las ovejas de la Iglesia, sea sacerdote, cura, obispo o cardenal.
Todo prelado, todo aquel que tenga un mando, una autoridad en la Iglesia, si
está por beneficio propio es un mercenario; mientras que el buen Pastor
gobierna bien las ovejas y las apacienta con la doctrina de la verdad, de la
caridad, con la de la Cruz que nos refleja esa caridad en grado sumo.
En
cambio, al mal Pastor no le importa y huye ante el peligro dejando que el
rebaño se disgregue y se pierda. Sólo Dios sabe si hoy día habrá malos pastores
en la Iglesia, primero porque no se la gobierna en beneficio de la salvación de
las almas, sino de acuerdo con los principios del mundo moderno; no para Dios,
sino para exaltar al hombre. Se enaltece
al hombre, se le endiosa, y no se le gobierna dirigiéndolo hacia su fin último
sino que se trata de condescender todo lo posible con él para congraciarse según sus caprichos, sus debilidades, según
todo aquello que se opone en definitiva a Dios. Y la prueba de ello es que en
todas las naciones que se dicen desarrolladas, como Inglaterra, donde está
aprobada públicamente la homosexualidad y al Primer Ministro de su Graciosa
Majestad, su herética majestad diría yo, porque es un apóstata, ya que
Inglaterra era la isla de los santos y abjuró, se le da la comunión en el
Vaticano cuando él no es católico, es protestante; si fuera católico sería
pésimo. Ese es un simple ejemplo de un país que se tiene por culto y avanzado.
Para
que nos demos cuenta de cuán mal gobernados estamos hoy por los mercenarios que
no rigen en beneficio de los intereses de Dios sino de los reyes de la tierra,
del hombre: se promueven las aberraciones más grandes como la homosexualidad,
no se diga ya del “matrimonio” entre ellos. Es un hecho que hoy para el mundo
moderno vale lo mismo el matrimonio católico que el concubinato civil
legalizado por los pequeños países que siguen el mal ejemplo de las grandes
potencias, que si miramos bien son protestantes y ateas. Luego no se puede
condescender con el mundo moderno en detrimento de la honra y la gloria de
Dios.
No
se pregunte ya entonces en dónde queda la moral pública, que está por el suelo,
como lo vemos hoy; todo eso no es sino desgobierno. Porque mandar es encauzar,
dirigir a los subordinados hacia el bien último tanto en el orden natural como
en el sobrenatural. Y en el orden natural el bien de la sociedad es la
integridad, vivir en paz y en convivencia por el ejercicio de la virtud; eso ya
lo sabían los paganos, como Platón y Aristóteles.
Hoy
el hombre moderno no lo sabe en su ignorancia supina, tirándoselas de sabio y
científico cuando no conoce lo más elemental, al contrario de los paganos. ¿Qué
se deja entonces para el orden sobrenatural? Conducirnos al cielo, no al
infierno, esa es la misión de la Iglesia y por ello es su autoridad. Pero, para
colmo de males, dudando o negando parcial o totalmente el infierno, hoy “todo
el mundo se salva sin recordar que hay un averno”, cuando la mejor manera de
hacer que las personas no vayan a él es recordándoselo y no como se hace hoy.
Hay
quienes dicen que “no existe el fuego eterno del infierno”, cuando está
expresado más de catorce veces en las Sagradas Escrituras; todo eso es falta de
gobierno y de doctrina, de caridad. Ésta está en la verdad, en su predicación,
y es Dios, esa verdad que se encarnó es nuestro Señor Jesucristo y que tiene
Dios en Sí mismo, como lo dice nuestro Señor, que Él conoce a sus ovejas como
Él es conocido del Padre y como el Padre lo conoce a Él; es un entendimiento en
la Trinidad y por eso se revela en ella.
Nuestro
Señor viene, se encarna esa verdad, se hace carne esa revelación y deposita su
doctrina en su Iglesia, para que le conozcamos como Él conoce a sus ovejas y es
conocido del Padre Eterno. Porque nuestra religión es una religión trinitaria,
creemos en el Dios único en tres personas y sin esa comprensión sobrenatural no
hay religión verdadera, no hay fe, no hay Iglesia. Es nuestro Señor mismo quien
nos lo dice. De otra manera no se entendería por qué y a cuento de qué, se
refiere al decir: “Conozco a mis ovejas, y las mías me conocen a Mí”, y nombra
a su Padre y el saber que de Él tiene su Padre. Esto nos debe ayudar a
reflexionar, a meditar, a contemplar para que profundicemos en nuestra religión
y saquemos de allí alimento espiritual y se nutran así nuestras almas de las verdades
de Dios, que están contenidas en las Escrituras.
En
este mismo evangelio, nuestro Señor les hace alusión a esa gran promesa, porque
cuando se anuncia como el buen Pastor también habla de la misión que Él tiene
de reunir a todos los hombres en un solo rebaño, bajo un solo pastor. Y si bien
se mira, todos los errores modernos, todo ese deseo de unión que tienen los
hombres, corresponden a esa promesa, pero en Cristo. Es por esto que nuestro
Señor nos dice: “Se hará un solo rebaño y un solo pastor” que es Él, es nuestro
Señor Jesucristo.
Luego,
nada que ver los judíos, ni los musulmanes, ni los budistas, sino que se tienen
que convertir a la Iglesia católica. Y no lo que se hace hoy, que se diluye la
Iglesia, se la disgrega para unir a los hombres no en Cristo sino en el hombre;
y les digo más, se unirán en el anticristo como está anunciado; no hay término
medio. Por eso la necesidad de la predicación de la doctrina, para que los
paganos, infieles, ateos, los de todas las falsas religiones se conviertan a la
verdad de Cristo, a esa verdad encarnada y no a un ideal filantrópico de la
dignidad y la libertad del hombre, convirtiendo la religión en algo humano y no
divino. Y esa es justamente la religión que hoy se está engendrando, la del
humanismo ateo, donde tanto el comunismo como el capitalismo convergen en un
sincretismo político que necesita una fusión religiosa, luego es una religión
católica sin su contenido.
Allí
se origina el desorden y la falta de pastores y se llena la Iglesia de
mercenarios que predican lo que no es Cristo. En el fondo van a terminar
proclamando al anticristo aunque no se den cuenta de eso todavía, como no
sabemos el demonio nos azuza; después de la vil caída es que podemos, si
levantamos la mirada al cielo, comprender que fue el demonio, y nosotros,
culpablemente, no lo habíamos advertido desde el principio, por nuestra propia
estupidez.
Ahora bien, nuestro Señor aclara, habla de
mercenarios y de los buenos pastores que lo imitan; eso dentro de la Iglesia,
si no fuera así no hablaría de jornaleros, de lobos, de peligros. La Iglesia es
Santa, pero no todo lo que está en la Iglesia es santo, como los fieles, como
el clero, como su jerarquía, que puede ser mala o buena, santa o impía y eso no
le quita un ápice a la santidad de la Iglesia como institución divina, porque
la cabeza de la Iglesia es Cristo. Pero no todo lo que está dentro de la
Iglesia es divino, sino en la medida en que sea fiel a nuestro Señor, y será
infiel e impío en el orden en que se separe de nuestro Señor por obra de los
mercenarios.
Y
digámoslo de una vez, es por los infiltrados dentro de la Iglesia católica,
apostólica y romana, como los masones, judíos, ateos, modernistas, que llegan a
ser sacerdotes, obispos o cardenales. De ahí la necesidad de señalar el mal como
lo hacía nuestro Señor. El buen Pastor, entonces, es el que da la vida por sus
ovejas, como la dio nuestro Señor y los mártires. Es difícil creerlo y me duele
decirlo, pero lo haré. Juan Pablo II besa el Corán, cuando San Perfecto murió
mártir en España en la época de la invasión musulmana por maldecir ese libro.
Es
blanco sobre negro, y lo que dije del primer ministro de Inglaterra que recibió
la comunión en el Vaticano, de manos de Juan Pablo II; esa noticia se puede
obtener por Internet en la propaganda o en la página de Zenit, que es la del
Vaticano; no es ningún invento. ¿Qué está pasando en la Iglesia de Dios? Ahora
nadie se escandalice, mis estimados hermanos. San Malaquías, en las divisas de
los Papas, coloca a Papas y antipapas. Con esto no estoy haciendo ningún
juicio, simplemente estoy dando una información para que por ignorancia no se
asombre nadie de lo que yo pueda decir, porque aquel que se moleste por fariseo
ya sería perversión del corazón. Pues bien, San Malaquías habla en sus lemas de
algunas que corresponden a antipapas como los ha habido en la Iglesia, y el que
conoce un poco de su historia puede llegar a contar hasta más de cuarenta
antipapas.
¿Qué
quiero decir con esto? Sencillamente que no basta cerrar los ojos y decir que
porque lo señaló el Papa ya está bien; puede estar mal y muy mal. El error, mis
estimados hermanos, hoy se propaga por vía de autoridad y ese es el golpe
maestro de Satanás, hacer prevalecer la falsedad por vía de mando, porque lo
dijo el Papa, Roma o los cardenales.
Hay
que estar advertidos, sobre todo para los últimos tiempos en los que la Iglesia
puede ser y será infiltrada; para obedecer hay que acatar la verdad y ésta
tiene que estar en armonía con la eterna que es Dios; que no prediquen otra
Iglesia católica fuera de la que enseñaron los apóstoles y por la que murieron
mártires, en la que vivieron todos los santos. La Iglesia católica, apostólica
y romana no nace con el Vaticano II; se originó hace dos mil años en la Cruz y
perdurará idéntica en su institución divina, en su doctrina, en su moral hasta
el fin de los tiempos; pero cuando venga el anticristo habrá una defección
dentro de la Iglesia, por culpa de los mercenarios que adorarán dentro de ella
al anticristo; eso es lo que nos dicen las Escrituras, y nos lo recuerdan las
verdaderas profecías de La Salette, de Fátima.
Somos
católicos, apostólicos y romanos hasta la muerte. Y no basta que lo diga un
sacerdote, un cardenal o un Papa, para que nos traquemos el cuento, si eso que
dijo va en contra del Evangelio, pues hay que obedecer a Dios antes que a los
hombres. ¿No fueron acaso, Anás y Caifás los sumos sacerdotes de la sinagoga,
de la jerarquía de la Iglesia del Antiguo Testamento quienes crucificaron a
nuestro Señor? Y la autoridad eclesial de hoy es la que está inmolando a
nuestro Señor, por andar coqueteando con los reyes de la tierra, y así se hacen
a imagen de la ramera del Apocalipsis, la que bebe el cáliz de la sangre de los
mártires y que está sobre la bestia para agradar a los reyes terrenales.
O
no nos damos cuenta, o no queremos saberlo. Así es como se está perdiendo la
fe; por eso esta humilde capilla tiene la misión de guardar la doctrina según
la santa Tradición de la Iglesia católica, apostólica, romana. No somos
protestantes, Testigos de Jehová, judíos o musulmanes. Somos católicos,
apostólicos y romanos, pero conocemos cuándo hay que desobedecer a los hombres
para someternos a Dios. Y si no, ¿por qué creen ustedes que la Iglesia católica
está llena de cardenales, sacerdotes, religiosos depravados, corrompidos? Los
seminarios están vacíos y cuando tienen
vocaciones, la mitad de ellas son desviadas, y al que es buen alumno lo
echan, por ser decente o medio decente.
¿Qué pasa dentro de la Iglesia? Pues lo que
dijo nuestra Señora en La Salette, que Roma perdería la fe y sería sede del
anticristo; hacia eso vamos ya lo dijo nuestra Señora, la Santísima Virgen
María; vayan y reclámenle a Ella los fieles que se puedan escandalizar, o que
crean que exagero. Es más, me guardo la mitad de lo que sé, para no volverme
pesado, para no asustar a nadie, pero tampoco me puedo callar. Sé que viene
mucha gente nueva, pero quien busca la verdad la encuentra, porque Dios nuestro
Señor nos muestra dónde está la realidad y por eso la fidelidad a nuestra
Señora, a la Santísima Virgen María.
¿Por
qué creen que no se ha querido revelar el tercer secreto de Fátima? Porque de
un modo u otro especificaba lo que estoy diciendo, lo señalaba, pero los
mercenarios que están en la cúpula de la Iglesia, cardenales judíos y masones,
no lo van a permitir, es un hecho, como los crímenes en el Vaticano. Hay libros
que lo mencionan, entonces no se está diciendo nada que un fiel medianamente
instruido no sepa. Lo que pasa es que a veces la verdad duele porque no nos
gusta que nos la digan, queremos que nos
hablen lo que nos siga manteniendo en el letargo y en la anemia
espiritual como viven los católicos hoy día y por eso el mundo y la Iglesia
están como están.
La
Iglesia católica y su culto se están volviendo protestantes. ¿Por qué creen que
la gente comulga en la mano, si eso es sacrílego? Reciben la comunión de pie y
sin ningún signo de adoración al Rey de reyes y al Señor de los señores. ¿Por
qué han sacado el altar y lo han convertido en una mesa? Pues para hacerlo una
cena protestante, para que los infieles se sientan en su casa. Por todo lo
anterior se inventa una nueva misa, y por eso la persecución de todo lo que es
Tradición, de todo lo que es verdad, y a esos dos santos obispos, monseñor
Lefebvre y monseñor De Castro Mayer, los únicos que osaron decir públicamente
la verdad.
Nosotros,
por tanto, no podemos continuar en ese orden alterado y creer que somos
católicos. La única manera de ser católicos, apostólicos y romanos es
conservando la Misa Romana, la Tridentina, que es la misma que los Papas de
Roma celebraron desde cuando se formó ese rito y que ahora después de más de
dos mil años se la tira a la basura, porque hay que pedir permiso, cuando tiene
la Bula de un Papa Santo como San Pío V. Todos absurdos, como lo fue el proceso
farisaico que los judíos le infligieron a nuestro Señor y ahora esa historia se
repite; la desgracia es que el gran verdugo o anfitrión, hoy en día elegido
para destruir la Tradición, sea el cardenal colombiano Castrillón Hoyos.
Pidámosle
a nuestra Señora el saber distinguir quién es el buen Pastor y quién el
mercenario, para que haya luz. El que viene aquí por primera vez, aunque sea
distraídamente, pero que entró, ya Dios le dio una gracia, pero depende de que
ella fructifique de acuerdo con el terreno en el que cae la semilla, ya sea a
la vera del camino, entre espinas o en
tierra fértil. He ahí el problema, el dilema del por qué mucha gente no está en
la verdad, no la defiende, porque la semilla, la gracia de Dios cae en un mal
terreno. Roguemos a nuestra Señora que nos ayude a ser tierra fértil. Es un
signo de verdad, de salvación y aun de predestinación la verdadera devoción a
la Santísima Virgen María, porque a través de Ella vino nuestro Señor, se
encarnó y Ella nos lleva a Él como una buena madre que ama a sus hijos y los
protege, esa es su misión. Invoquemos esa protección de nuestra Señora porque
Ella es la Madre de Dios. +
P. BASILIO MERAMO 4
de mayo de 2003