San Juan Apocaleta



Difundid Señor, benignamente vuestra luz sobre toda la Iglesia, para que, adoctrinada por vuestro Santo Apóstol y evangelista San Juan, podamos alcanzar los bienes Eternos, te lo pedimos por el Mismo. JesuCristo Nuestro Señor, Tu Hijo, que contigo Vive y Reina en unidad del Espíritu Santo, Siendo DIOS por los Siglos de los siglos.












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"Sancte Pio Decime" Gloriose Patrone, ora pro nobis.





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jueves, 30 de mayo de 2013

SOLEMNIDAD DE CORPUS CHRISTI (Así habla un Sacerdote Católico, sin ambigüedades, SI SI NO NO)






Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:
Este jueves de Corpus Christi junto con el Jueves Santo y el Jueves de la Ascensión son los días más solemnes de la liturgia católica.

La fiesta del Corpus Christi está íntimamente ligada con el Jueves Santo, con la Santa Misa y con el sacerdocio; eso hace que sea como el centro, el corazón de la Iglesia expresado a través de la liturgia de este jueves de Corpus. Y la relación que hay entre el Jueves Santo y el de Corpus, consiste en que el Jueves Santo nuestro Señor instituyó el sacerdocio y la Santa Misa. Mandó a sus apóstoles efectuar en conmemoración de Él, de ese testamento, de esa alianza pactada con su sangre por el rescate que Él pagó, redimiéndonos del pecado y del poder de Satanás, la institución de esa conmemoración ocurrida en la Cena del jueves Santo; fue una anticipación del Sacrificio cruento de nuestro Señor en la Cruz. La Santa Misa es, pues, la renovación incruenta de ese Sacrificio del Calvario; la única diferencia está en el modo de ofrecerlo y éste consiste en la Santa Misa, en hacerlo incruentamente bajo las especies del pan y del vino; esa doble consagración prefigura la separación del alma de nuestro Señor, es decir, la muerte y por eso, ese mismo día, nuestro Señor instituyó el sacerdocio en sus apóstoles.

La Iglesia, entonces, al celebrar la fiesta del Corpus Christi lo hace con la solemnidad y alegría debidas, que no se puede hacer el Jueves Santo por la tristeza y el dolor de la Pasión de nuestro Señor que conmemora toda la Semana Santa; así lo celebra hoy con alegría, con esa profusión de fe y esperanza, pero que desafortunadamente en estos tiempos modernos queda eclipsada pasando como un día laboral más, por lo que se va perdiendo su memoria y su importancia. Pero no debemos olvidar que la fiesta del Corpus Christi, del cuerpo de nuestro Señor sacramentado, lo tenemos por el Santo Sacrificio de la Misa. Es la Fiesta del Santo Sacrificio de la Misa; sin este Sacrificio no habría Jesús Sacramentado, no habría comunión, no habría synaxis, si es que queremos usar esa palabra tan utilizada hoy; ni aun en el buen sentido habría comunión, porque, ¿qué comulgaríamos si no hubiese la Misa que es esencialmente el Sacrificio de nuestro Señor bajo las especies del pan y del vino, realizada por el sacerdote en persona Christi, como alter Christi, otro Cristo que es sacramen-talmente instituido por el sacramento del orden?

Todas estas cosas pasan desapercibidas, cuando no negadas por la nueva teología que quita (desacraliza) el carácter de sagrado a lo más sagrado que tiene la Iglesia católica, lo más sagrado del testamento de nuestro Señor, y de ahí la gravedad, desfigurando al sacerdote, no hecho ya para el sacrificio que da lo sagrado, sacra dans, dar las cosas sagradas. ¿Qué más sagrado que realizar en la misma persona de nuestro Señor el mismo Sacrificio de la Cruz renovado, actualizado, sobre el altar de un modo incruento? Esa es la misión del sacerdote. Hoy viene a ser, comparado mundanamente a un hombre más y cuando se celebra la Santa Misa, considerardo como un presidente que dirige a sus hermanos, realizando una synaxis, o un ágape; pero no es un sacrificio, sino una mera conmemoración, recuerdo de lo que aconteció y muchas veces no ya de lo que aconteció en el Calvario sino del misterio Pascual, como hoy tanto se habla.

Y no del misterio Pascual católico, sino del misterio Pascual a la manera judía, esa es la síntesis que hacen los mismos teólogos de la nueva teología, de la definición de la cena eucarística, no como Misa ni Sacrificio, sino conmemoración o memorial de una Pascua al estilo judío. La prueba está en que las oraciones del ofertorio están calcadas de ese ritual de la Pascua judía, con lo cual se puede concluir basados en ese trabajo que se hizo hace poco y que la Fraternidad Sacerdotal presentó a Roma para mostrar la gravedad; y la síntesis que se puede hacer de ese trabajo, es que: la nueva misa por la voluntad de aquellos que la confeccionaron, no es más ni menos que el memorial de la Pascua judía.

Hasta allá se llegó y aunque algunos pretendan que sea el memorial de la Pascua católica, eso sería falso, no es el memorial de la Pascua de la Resurrección, sino de la muerte de nuestro Señor Jesucristo inmolado en la Cruz; no cambiemos los términos, en la teología del dogma cada palabra, cada concepto, tiene su peso específico y no es que no se pueda cambiar ni una palabra, es que hasta ni siquiera una coma y ni una tilde en las cosas que son de Dios y que es Dios quien nos las lega y encomienda para que la Iglesia católica, apostólica y romana las guarde santamente y fielmente las trasmita.

Esto es lo que hace la Tradición. Por eso no puede la Iglesia católica sin Tradición católica custodiar santamente y trasmitir fielmente. Esa es su misión y para ello está investida de infalibilidad, no para proclamar nuevos dogmas ni nuevas verdades ni nuevas cosas, sino para proclamar aquello que en sustancia Dios reveló y que la Iglesia custodia y transmite a través de las generaciones hasta el fin del mundo, para que los hombres adhiriéndonos a la fe de la Iglesia, nos salvemos. Esa es la misión de la Iglesia y no otra; de ahí la importancia, sobre todo hoy cuando la misa romana es atacada y perseguida, esa misa que el Santo papa Pío V, quien fue también inquisidor, canonizó, excluyendo toda posible equivocación o error; por eso es una misa canonizada, por eso es una misa a perpetuidad, por eso la podemos decir nosotros con toda tranquilidad y por eso es un crimen perseguirla, porque sería perseguir a la Iglesia, apuñalar el corazón de la Iglesia, traicionar a nuestro Señor, falsificar su testamento, no sería cumplir su voluntad, no seríamos sus herederos; esa es su importancia.

Y por todo lo anterior monseñor Lefebvre, ese santo obispo de benemérita memoria, prefirió ser insultado, ultrajado, escupido, por defender ese testamento, ese legado, esa herencia de la Iglesia católica; por eso nosotros debemos estar dispuestos incluso a dar nuestras vidas, porque sin eso no hay Iglesia católica, no hay herederos de nuestro Señor, no hay salvación. Pero el mundo de hoy no está solamente imbuido de un nuevo paganismo, sino de la incredulidad y de la impiedad y no respeta nada ni a nadie, no respeta a Dios ni a su Iglesia, solamente se “respeta a sí mismo” proclamándose dios con su “dignidad, libertad y derechos humanos”; esa es la civilización que hoy se entroniza en contra de Dios y de la Iglesia católica, apostólica y romana. Esa es la crisis, dolor y pasión de la Iglesia; no lo olvidemos.

La Santa Misa no es el memorial ni de la Pascua de nuestro Señor ni mucho menos de la Pascua judía del Antiguo Testamento, que era una figura de la Pascua de nuestro Señor, sino que es el Santo Sacrificio del Calvario renovado incruentamente bajo las especies de pan y vino sobre el altar y por eso en la epístola de hoy no se habla de la Pascua, sino de la muerte de nuestro Señor; no dejemos adulterar nuestra religión, no dejemos que nos la cambien, no dejemos que la Iglesia se judaíce. La Historia del mundo gira sobre dos polos, o se cristianiza o se judaíza, a la larga o a la corta, no hay término medio y el mal se acrecentará en la medida en que nos judaicemos en todos los órdenes y niveles. Esa judaización de la Iglesia la estamos viendo; por eso debemos guardar esa fidelidad a nuestro Señor, a su alianza, a su Iglesia, y la mejor manera de servir a la Iglesia, de ser fieles, es conservando la liturgia sacrosanta de la Santa Misa, de la Iglesia católica en toda su pureza, tal cual como lo definió San Pío V.

Por eso, sin pretender ser mejores que nadie, monseñor Lefebvre, con la Fraternidad que él fundó, es la expresión más fidedigna de esa fidelidad a la Iglesia y a nuestro Señor, a la religión católica, fidelidad al Corpus Christi, al cuerpo y la sangre de nuestro Señor que se da como pan del cielo para que, en comunión con Él, dándonos no un banquete, sino su propia carne, integrarnos y asimilarnos en su cuerpo Místico que es la Iglesia, divinizándonos, participándonos de su divinidad; de ahí la necesidad de recibir a nuestro Señor con un corazón puro, es decir, teniendo conciencia de no tener pecado mortal, para no beberlo y comerlo indignamente, para que sea fructuosa esa comunión y como pan del cielo nos lleve en la última hora, en la hora de la muerte como viático al cielo; todas estas cosas significa la fiesta y la liturgia de hoy que pasa desapercibida.

Pidamos a Nuestra Señora, la Santísima Virgen María, Ella, que ofreció a su Hijo no como nosotros los sacerdotes de un modo sacramental e incruento sino que lo ofreció en sí mismo en la Cruz, donando, dando al Padre Eterno uniéndose a nuestro Señor en la hora de su muerte; de eso no nos damos cuenta, pero Nuestra Señora hizo ese gesto que le desgarró, que le partió en su ser, ofreciendo a su Hijo amado y por eso Ella está al pie de la Cruz y por eso nosotros tenemos que estar con Ella y quien no está con Ella no está con nuestro Señor. Por lo mismo, no se puede tener a Dios por Padre si no se tiene a María por Madre; por eso Ella es la Madre de la Iglesia, es Madre nuestra. Confiémonos a Ella para que nos fortalezca con esa fuerza que Ella demostró ante la cruz y con esa capacidad de sacrificio y de oblación para que así nos configuremos más a nuestro Señor Jesucristo. +

P. BASILIO MERAMO
14 de junio de 2001

domingo, 26 de mayo de 2013

FIESTA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD





Escuche el Sermón, de la festividad de la santisima trinidad por el R. P. Basilio Méramo





Aquí uno distinto, para la misma festividad:


Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:
Después de transcurrir el tiempo pascual éste se cierra con Pentecostés, es decir, con el envío del Espíritu Santo que vivifica a la Iglesia, que es su alma y la gran promesa de nuestro Señor, el Espíritu Santo es quien nos recordará todo lo necesario para nuestra salvación, para que la Iglesia perdure hasta el fin de los tiempos. Es importante tenerlo presente porque la Iglesia no es un ente muerto aunque esté hoy maltratada, ultrajada, pero sin embargo camina por esa unión con el Espíritu Santo, que es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. Y ésta nos vivifica también en el amor divino por la gracia; y no que hay olvidar que es una participación a la naturaleza divina de Dios y por eso somos como otros dioses, “seréis como dioses”, no por mérito propio como orgullosamente quiso Satanás hacerlo, sino por medio de nuestro Señor. Igual fue la gran tentación de la serpiente a Eva, a nuestros primeros padres, y es la gran atracción del hombre, el querer ser como Dios, no por obra y gracia de su ser, sino por propio derecho, por su propia dignidad, por su propia libertad, por su propia personalidad.

Ya se ve cómo en todo este ecumenismo, en todo este modernismo, está latente toda esa herejía de la divinización del hombre por sus propios méritos, por su propia naturaleza, por su propia dignidad; ese es el gran error, la gran herejía y será la gran apostasía que culminará representada en una cabeza que será el anticristo; antes de ella habrá muchos antecesores, predecesores que le prepararán el camino. Debemos estar vigilantes y saber a qué atenernos, para que no nos pase lo del camarón que se duerme y se lo lleva la corriente.

Católico que se duerme lo envuelve el torbellino de este mundo, que camina hacia la divinización del hombre sin la gracia de Dios, sin nuestro Señor Jesucristo, sin la Iglesia. Si se llegase a hablar de gracia, es una exigencia; esa es la idea de Henri de Lubac, que fue ensalzado por tamaña herejía; son hechos.

Y bien, después de festejar la Resurrección, la Ascensión de Pentecostés, la venida del Espíritu Santo, la Iglesia nos trae en este primer domingo después de Pentecostés el gran misterio del Padre, de la Santísima Trinidad, que especifica, que determina nuestra atención, nuestra creencia en Dios y eso es netamente sobrenatural. Porque a Dios se le puede conocer naturalmente, tributar un culto natural como dueño y Señor de todo lo creado, autor del universo; pero esa no es nuestra relación; la nuestra no es un culto o una relación natural, no es un conocimiento natural de Dios omnipotente, absoluto, infinito, eterno, sino que además es Dios Trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Por ello ese gran dogma de esa multiplicidad relativa en Dios, que podría decirse es el gran misterio de la relatividad divina, porque nosotros podemos concebir, como lo han hecho los paganos, un Dios creador omnipotente, bueno, eterno, sabio, inteligente, bondadoso, absoluto. Lo inconcebible para ellos es que ese Dios eterno, absoluto uno sea a la vez trino sin que haya tres dioses, como farisaicamente alegaban los arrianos a los católicos, a San Atanasio, de creer en tres dioses al proclamar la Trinidad o al afirmar que nuestro Señor era también Dios y no simplemente un gran personaje, un gran profeta, un ser excepcional, pero sin reconocer su divinidad como hacía Arrio, el sacerdote judío de Alejandría.

Esa herejía se extendió por todo el universo y hubo necesidad de grandes sabios como San Atanasio para que se mantuvieran la llama y la luz de la verdad de los misterios de Dios. Y para que nuestro Señor sea verdaderamente Dios, además de ser hombre se requiere antes el reconocimiento y el conocimiento sobrenatural de la Santísima Trinidad, de la cual monseñor Lefebvre decía que era muy difícil predicar porque los misterios superan nuestra inteligencia, la razón y el entendimiento. Nos adherimos a ellos por un acato sobrenatural de fe que se liga al testimonio fidedigno de Dios, cree en su palabra.

Por ello es pecado contra la fe no creer en la palabra, en el testimonio de Dios y peor cuando esta prueba es nuestro Señor Jesucristo en persona, que se encarnó para revelar los misterios de Dios.

Toda nuestra fe se basa en la revelación de Dios, de su palabra, sin olvidar que se encarnó, porque la palabra de Dios es el Verbo eterno y éste se hizo carne, se hizo hombre. Pero como dice San Atanasio, no se convirtió la divinidad en carne sino que asumió la naturaleza humana, la carne. Decía que había que creer en la Santísima Trinidad y en la encarnación de nuestro Señor para salvarnos. Explicaba, además, que el Padre era eterno, que el Hijo era eterno y que el Espíritu Santo era eterno, pero se creía en un solo Dios, no había tres eternos y tres dioses, tres omnipotentes, sino un solo Dios en tres personas. Eso es lo que hace imposible a todo entendimiento creado, sea genio o normal, el conciliar que Dios, uno, absoluto, sea también a la vez relativo, porque las personas de Dios son una relación de origen, son en todo igual, en lo único que se distinguen y se diferencian es en un vínculo de procedencia.

Y, ¿qué quiere decir eso? Que el Padre no procede de nadie, es ingénito, que el Hijo procede del Padre como emana el pensamiento de la inteligencia, y por eso se condensa en su Verbo, que es el Hijo. El Hijo procede del Padre; esa unión que podríamos ver entre el pensamiento, entre los nuestros, nuestras ideas, nuestros conceptos y la inteligencia; pero mientras en nosotros es un accidente, en Dios no. Es una realidad que constituye una persona divina y por eso el Verbo es el Hijo del Padre, procede del Padre, que lo engendra como lo hace la inteligencia con el pensamiento y por eso se da esa comparación, esa relación, comparándola con el intelecto.

El Padre y el Hijo al verse el uno frente al otro, por decirlo así, no pueden sino suspirar de amor el uno por el otro y en esa exhalación de amor se genera el Espíritu Santo. Por eso la distinción es simplemente una relación de origen, no ya a la inteligencia como en el caso del Hijo sino al amor, a la voluntad de Dios. Son explicaciones que nos dan una pauta, una lejana idea, pero que nos pueden ayudar a comprender y por eso se llama el Espíritu Santo, por ese amor, por ese soplo de amor porque es de Dios.

Y así entonces creemos en la Santísima Trinidad y no en tres dioses sino en un solo Dios verdadero en tres personas. Eso es lo que significa cada vez que nos santiguamos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo; proclamamos, profesamos ese dogma esencial de la Santísima Trinidad sin el cual es imposible salvarnos, sin el cual nadie cree sino es movido por el Espíritu Santo, por el Espíritu de Dios; por ello debemos guardar esa característica sobrenatural de nuestra fe, para que no degenere en una fe puramente natural. Eso es lo que nos distingue de los judíos, de los musulmanes, de los budistas y de todas las falsas religiones que no creen, que no aceptan y que no reconocen a la Santísima Trinidad y creen, más aún, que cometemos un pecado de idolatría al hablar, según ellos, de tres dioses.

Por eso San Atanasio explicaba que creemos en tres personas distintas pero en un solo Dios verdadero, no en tres dioses y así se cierra este misterio que contemplaremos por toda la eternidad después de haber pasado por esta vida efímera en esta tierra. Consideremos a Dios en ese y en todos sus misterios, como el de la Encarnación que es el segundo gran dogma de nuestra santa religión.

Pidamos a la Santísima Virgen María que cada vez más, a través de la oración y la meditación podamos penetrar estas creencias insondables de Dios que es lo que han hecho los Santos y que no estemos tan distraídos, dispersos, con la radio, la televisión, las revistas, las noticias; todo eso es nada por muy importante que pueda parecer, ante la Trinidad infinita de Dios.

De ahí que uno de los principales enemigos sean los medios de comunicación que impiden que el alma repose en la contemplación de las cosas de Dios, en la oración. Voy a decir algo que les va a chocar, pero es la realidad: desgraciadamente aquel que quiere rezar y acercarse a Dios, como no sabe hacerlo, se pone a hablar y a hablar y se dedica a una oración puramente vocal y como hay manuales que ayudan a ello, piensan que en eso consiste. Es un grave error y los libros de devoción son un auxilio, para que podamos a entender, como un piloto que ayuda a encender el motor. Pero no para que se conviertan en el centro de la oración.

Me da vergüenza decirlo, pero es así, lo vemos aquí en la capilla frente al Santísimo sacramento, “bla, bla, bla”; entiendan bien esto, no es que esté en contra, pero sepan hacer uso de esos libros de devoción ante el Santísimo Sacramento o ante Dios. Eso debe ser simplemente el inicio que nos dé la chispa para que nuestra alma, después, elevándose humildemente, llegue a reposar en Dios. Falta esa vida de oración, de vida interior y por eso la religión, para acabar, pareciera ser para esas beatas que lo único que saben hacer es “bla, bla, bla”, pues cuando rezan el Rosario no lo hacen con devoción. El santo Rosario es una excelente oración vocal y está mal dicho si yo no reflexiono en los misterios de la vida de nuestro Señor que son un Evangelio resumido. No es un puro hablar y hablar, detrás de todas las Avemarías está la meditación; de allí la conveniencia de anunciar el misterio y el fruto de ese él para que a lo largo de esa decena haya un recogimiento y una contemplación de los dogmas de Dios. No sé si está claro, pero es para señalar que debemos rezar con el corazón y no con la boca.

Debemos ir a la esencia de las cosas, a la intimidad, al corazón, a la médula, para que nuestra religión católica que hoy está siendo adulterada, corrompida, ultrajada, no sea el puro follaje superficial, como pasó con el judaísmo y el fariseísmo, que convirtió la religión del Antiguo Testamento en puro ritual externo y así, podamos entonces adorar a Dios en Espíritu y en verdad. Que no seamos fariseos quedándonos únicamente con lo externo, con el palabrerío sino ir al corazón, a la médula.

Es por eso que Dios ha permitido, sin ninguna duda, esta gran hecatombe, para que toda esa escoria, esa superficialidad, esa vanidad disfrazada de piedad y religión caiga; que así como el oro se acrisola con el fuego, así se purificará a los verdaderos fieles en los últimos tiempos que vivimos, al fuego, para que caiga la escoria, lo superficial y que quede realmente el oro.

Pidamos a nuestra Señora para que Ella nos ayude verdaderamente a contemplar y amar a Dios como Él quiere y se merece. +

PADRE BASILIO MERAMO
15 de junio de 2003

jueves, 23 de mayo de 2013

LA IGNORANCIA FIDEISTA DE FORO CAÓTICO

 



El redactor de Foro Católico que como ya anteriormente lo había señalado, más que católico es verdaderamente caótico, por su falta no solamente de teología extralimitando lo que es de fe, sino también por su dialéctico actuar, que consiste más que en defender la verdad,  en sembrar la cizaña, la duda y la difamación, actuando como un verdadero agente revolucionario que cumple la divisa: dividir para reinar.

Se ve que tiene no solo una idea equivocada, sino que es incapaz además de tratar teológicamente el tema como corresponde. Claro está que hace todo esto, encubierto por el anonimato,  sobre todo para atacar no solamente las ideas sino a las personas, cual si se tratara de un hijo del cristianismo anónimo  de Karl Ranner.

Pero para ayudarlo a que salga del anonimato católico de la Iglesia post-conciliar, y que se haga un digno católico no anónimo, como corresponde a los hijos de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, hay que decir que se trata no solamente del conspicuo articulista que  ha utilizado el seudónimo de Logan, sino que además su verdadera identidad es Juan Carlos Fernández Vaccaro de México (al parecer Tapatío), secundado por su esposa, que como filósofa le ayuda y cuyo nombre es Alicia Quiroga. Que esto le sirva para salir del clóset.

No quiero pensar que más allá de no reconocerse hijo de su progenitor (lo cual no sería digno de ningún hijo bien nacido) quizás le incomodara que su apellido paterno  aparezca en la lista de los apellidos sefarditas; de todos modos la Iglesia visible está constituida por miembros visibles y no anónimos.

Pero lo peor radica en la falta de conceptualización teológica, de un problema que para el susodicho (como para muchos otros) también es dogmático y de fe, trasgrediendo los límites de lo definido estricta y exclusivamente por la Santa Madre Iglesia. Dicho de otro modo es como quien quisiera sumar habas con garbanzos, pero como es sabido la ignorancia es atrevida y se permite por lo mismo decir cualquier cosa, con lo cual reafirma  el proverbio popular: “católico ignorante seguro protestante”.

Y es que aunque aparentemente pareciera muy católico  querer defender la infalibilidad del Papa, al extenderla más allá de los límites que la misma definición por principio y esencia hace (porque toda definición es un delimitación) cae en un fideísmo dogmatizante que lo lleva a tratar de  hereje a todo aquel que no entra en su miope y obtusa visión, sin darse cuenta que al traspasar los límites de lo que define la Iglesia en materia de infalibilidad del Papa (Romano Pontífice), lo que hace es caer ignara y estultamente en una idolatría revestida de piedad.

 Habiendo la Santa Madre Iglesia definido,  que el Papa solo goza de la misma infalibilidad que tiene la Iglesia cuando él habla ex cathedra, denota escasa luz intelectual, quien no sabe qué es lo que la Iglesia quiere decir con el término ex cathedra haciendo creer que en todo momento habla como tal.

Si así fuera el termino ex cathedra estaría de más, como también lo estaría la precisión que hace el Derecho Canónico de 1917 en el Canon 1323, §3, donde dice taxativamente: “No se ha de tener por declarada o definida dogmáticamente ninguna verdad mientras eso no conste manifiestamente”, con lo cual se nos está diciendo que si no consta explícitamente que una verdad ha sido declarada o definida como dogma, no hay tal. Si el Papa siempre que habla lo hiciera infaliblemente, entonces siempre hablaría ex cathedra, pero nadie con un poco de sentido común o de teología osaría afirmar que siempre es infalible cada vez habla, como si siempre que habla lo hace  ex cathedra. Pero como la teología no parece ser lo más difundido entre los hombres, muchos siguen confundiendo en su supino error, el Magisterio Ordinario Universal de la Iglesia y el Magisterio Extraordinario Universal  (es decir, de toda la Iglesia docente), con el Magisterio Extraordinario Universal del Papa él sólo (aisladamente), cuando habla ex cathedra.

Por eso se dice que lo propio del sabio es saber ordenar y para ello hay que saber distinguir, pero cómo va a ordenar  quien por un defecto de claridad o lucidez intelectiva o neuronal no sabe distinguir y hace de todo una mezcla cual si se tratase de una suculenta comida con todas las vituallas en ella contenidas, como un puchero o un sancocho.

No solamente el señor Juan Carlos Fernández, alias Logan, director y redactor de Foro Católico, ayudado por la filósofa de su esposa, no ha leído los argumentos teológicos extraídos de grandes teólogos de la talla de Melchor Cano y Domingo Soto, pilares del Concilio de Trento o de canonistas como Regatillo, Coronata, Prümmer, Naz; o lo que Papas como Inocencio III, Adriano II o San León II, han dicho; o santos como San Alfonso María de Ligorio quien en esta materia considera errado al flamenco Alberto Pigui (Pigius) quien fue el primero en esgrimir el argumento que el Papa jamás se podía equivocar y al cual San Alfonso lo pone en pie de igualdad pero en el extremo opuesto al de Lutero y Calvino, pues los extremos se unen.

Y si lo leyó detenidamente pareciera que de poco le sirvió, pues no se da por enterado; el muy sabiondo en esta materia, precisamente es él que idolatra la persona del Papa como divino y siempre infalible cual si se tratase de Dios, olvidando que el único hombre que es divino porque su persona es divina, es Cristo Nuestro Señor y que toda infalibilidad  fuera de Dios, tanto de la Iglesia Universal, -sea en su Magisterio Universal Ordinario o Extraordinario ( la de los Concilios verdaderos y legítimos)- , como la del  Papa (él sólo aisladamente) cuando habla ex cathedra, es decir en su Magisterio Extraordinario Universal, es por definición,  participada y limitada. Pero si esto es muy duro de entender, lo que tiene que hacer es leer y estudiar antes de ponerse  a pontificar desde el trono de su minúsculo  cerebro, pues para eso la Iglesia tiene doctores, aunque hoy no abundan mucho y he ahí el fondo del problema.

 

Quede muy claro que no hago ninguna declaración como supone  el redactor que hago, ni necesito tampoco hacerlo, pues no se trata de una declaración  de fe, el tema teológico de la Sede Vacante. Por lo demás, los textos de las Sagradas Escrituras tanto el de San Lucas 22, 32, como el de San Mateo 16, 18, y la famosa frase la Primera Sede no es juzgada por nadie (Prima Sedes a nemine  iudicatur), están explicados en mi escrito suficientemente como corresponde, salvo para un obstinado fideísta dogmatizante.

 

Por último y a manera de refresco de memoria y sin complejos de origen de ninguna especie aquí va lo que ya le dije sobre su malintencionada y obsesiva insistencia sobre mi apellido materno que tanto le conmueve, a ver si por fin le queda claro: “Con respecto a querer mancillar mi nombre y mi reputación e ignorantemente fijarse en mi segundo apellido, como si fuera de procedencia dudosa y judaica, es el colmo de un vil, estulto e ignorante que pretende descalificar con el ataque personal, al no poder confrontar con verdadera sabiduría e inteligencia la argumentación y doctrina expuesta en mis escritos.

Pero si de apellidos se trata, sepan todos aquellos aletargados mentales o ignorantes, que mi segundo apellido y familia materna vienen de una de las pocas zonas que de la Siria se caracterizaron por ser férreos bastiones católicos en la época de la invasión musulmana y que durante mucho tiempo se preciaba de no haber pernoctado ningún infiel dentro de sus recintos. Es de los pocos lugares que aún hoy, guardan la lengua materna de Nuestro Señor Jesucristo, el arameo, y esa población enclavada en un acantilado de las montañas al norte de Damasco, se llama Maalula. A ver, que den todos estos sabiondos, sus apellidos, que a no dudarlo, más de uno tiene su origen sefardita; y por si no lo saben aún; los apellidos más castizos que nos puedan parecer, como son los Gómez, los Rodríguez, los López, los Ramírez, los Álvarez, los Pérez, etc. son apellidos de origen sefardita, por si no lo saben; pero esto no quiere decir nada, porque el problema no es de raza, ni es de sangre, sino de mentalidad y fe, que es muy distinto, pero esto, a veces los ignorantes trogloditas, con ínfulas de quijotes católicos, ignoran. Por eso es inadmisible que un foro que se diga católico, pretenda insinuar tal cosa, maliciosa e insidiosamente como se puede ver en algunos de sus comentarios”. (Cfr. Foro Caótico o Foro Católico “Nian se sabe”,  www.meramo.net, Bogotá, 15 de enero 2013,  p.2)

 

P. Basilio Méramo

Bogotá, 23 de Mayo de 2013
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NOTA DEL EDITOR:

Reverendo Padre Méramo, sin pretender parangonear de ninguna clase, la titánica labor que usted efectúa con las líneas que anteceden en favor del obstinado de marras, sin poder evitarlo me recuerda la Evangélica frase de: "NO ARROJEIS PERLAS... FLORES...."

Muy a pesar de quien suscribe la presente nota, el estulto de marras, en su pretendida "hebreo-fobia" no se da cuenta ni con ejemplos de que el mismísimo Nuestro Señor Jesucristo, la Santísima Virgen María, San Juan Apocaleta, y en fin todo el linaje de Abraham es de origen Judío, en lo que hace al espíritu y en lo que hace a la carne, aunque se pretendan Irlandeses o Tapatíos no son hijos de Abraham sino del Diablo.   El estólido referido llego incluso a estimar "blasfémica" la alusión a que San Pedro hubo sido judío y además estuvo casado o la referencia a San Agustín de Hipona, quien como todos deberíamos saber sufrió un proceso de metanoia dramático cosas que el "Caifás light" del Foro Caótico, muy lejos de entender desgarró sus vestidos.

No les cabe en la cabeza, que es tan grave el error del Sedevacantismo ramplón y simplista, como el modernismo, porque en ambos casos están deificando la figura humana papal, en ambos casos caen idolatría condenatoria y meritoria del eterno castigo.     DIOS permita que el auto pretendido erudito de computadora llegue algún día a profundizar en la razón y el pensamiento en lugar de "googlear" su sin diocismo.

SEA PARA GLORIA DE DIOS
Alberto González
Editor.
 

domingo, 19 de mayo de 2013

DOMINGO DE PENTECOSTÉS




Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:
Nos encontramos en el Domingo de Pentecostés, a los cincuenta días de la Resurrección de nuestro Señor, que eso significa Pentecostés, los cincuenta días transcurridos desde su Resurrección.

En este día de Pentecostés tenemos la efusión plena del Espíritu Santo que formaliza la Iglesia, que la constituye plenamente formada desde adentro, porque el Espíritu Santo es el alma de la Iglesia. Esa Iglesia que estaba reunida toda en este día en el cenáculo era la Iglesia naciente, la Iglesia primitiva y según los Hechos de los Apóstoles había ciento veinte fieles en total.

Y allí estaba toda la Iglesia católica, vivificada por el Espíritu Santo, Espíritu que procede del Padre y del Hijo y no solamente del Padre, sino del Hijo también, como profesa nuestro credo con el famoso filioque; las Tres Personas de la Santísima Trinidad son iguales en todo, la única distinción o relatividad que hay en lo absoluto de Dios, está en cuanto al Origen ; el Padre que es ingénito o agenethos, que no procede de nada ni de nadie; el Hijo que procede del Padre, es la Palabra, el Verbo de Dios, del Padre, el pensamiento del Padre y el Espíritu Santo, que procede de ese mutuo amor, de ese amor consustancial personificado en la Tercera Persona de la Santísima Trinidad y que es el alma de la Iglesia, que es la gracia santificante, y que la Iglesia recibió esa plenitud en el día de Pentecostés, quedando confirmados sus apóstoles. Esa confirmación que recibimos nosotros en el Espíritu el día de la confirmación, siendo confirmados en la fe del bautismo en el Espíritu de la Iglesia, en el Espíritu de Verdad.

No nos debe inducir al error el que nuestro Señor diga en el evangelio que sube al Padre porque el Padre es mayor que Él, el error de creer que Él es inferior y que por ser inferior no es Dios, como creían o afirmaban los arrianos. Por eso se necesita teología, doctrina, para no interpretar herética o erróneamente las Escrituras, oscureciendo las verdades divinas. Entonces, ¿en qué sentido nuestro Señor dijo y pudo decir que el Padre era mayor que Él? Ciertamente no según su generación divina, eterna, pues en eso es en todo igual, entonces será y es en cuanto a su generación temporal, en cuanto asumió una carne, una naturaleza humana.

Entonces, en cuanto hombre, sí podía decir que era menor que el Padre, pero sin olvidar que Él era la persona del Verbo; y en cuanto persona, es Dios, porque la persona de nuestro Señor no es humana. No es que no tenga existencia humana como dicen tontamente muchos filósofos y teólogos, confundiendo la existencia con el ser 11, el ser que constituye en los seres inteligentes la persona, la existencia humana. Claro que la tuvo y es absurdo y herético negarlo; lo que no tuvo fue persona humana, pues su persona era divina, era de ser divino que asumió la naturaleza humana y le dio existencia y existió históricamente, por eso nuestra religión no es una imaginación, sino una realidad histórica, y así nuestro Señor siendo en su persona divino, era su naturaleza humana y por eso confesamos en Él una persona en dos naturalezas, una divina y otra humana y esa naturaleza humana existió real e históricamente.

Por eso convenía que subiera al Padre, para que así estuviera a la diestra del Padre esa naturaleza que Él asumió y que después de su Resurrección era gloriosa, porque antes fue pasible, para poder morir en la Cruz por nosotros y así, al subir al cielo, y enviar conjuntamente al Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo, verdad que es refutada por los ortodoxos. Es lo que niegan y por eso son herejes además de cismáticos además de no aceptar el sumo pontificado de San Pedro perpetuado a lo largo de la Historia en los Papas como legítimos sucesores de la cátedra de Pedro en Roma, legítimos sucesores porque ha habido ilegítimos, poco más o poco menos cuarenta antipapas en la historia de la Iglesia; pero eso lo niegan los ortodoxos quienes no aceptan el papado y por eso son doblemente herejes.

Sube entonces nuestro Señor a los cielos para mandar al Espíritu Santo; así como Él fue enviado por el Padre, el Espíritu Santo es el enviado del Padre y del Hijo; por eso dice nuestro Señor: “El que el Padre os enviará en mi nombre”, y es el Espíritu de la Iglesia, es lo que hace a la Iglesia infalible, lo que la hace indefectible en el tiempo a través de la Historia y en la doctrina a través del Magisterio. Por eso la Iglesia es luz del mundo y por eso es una contradicción una Iglesia que no sea luz, que no sea verdad, que no sea Espíritu de luz y de verdad, conjuntamente con Espíritu de amor.

Por eso toda la confusión que ha creado el Vaticano II dentro de la Iglesia no es del Espíritu Santo, no es del Espíritu de Dios, no cumple la definición, porque no fue un concilio asistido por el Espíritu Santo, Espíritu de Verdad que lo haría infalible, y que fue el único concilio ecuménico que declinó, cosa abominable por cierto, ya que todo concilio ecuménico por definición es infalible. Un concilio ecuménico no infalible es un absurdo teológico, y ese monstruo ahí lo tenemos diseminando el error, la confusión y las tinieblas, lo que denota que no es el Espíritu de Dios, el Espíritu de Verdad. Nuestro Señor lo recalca en el evangelio de hoy: “El que me ama guarda mis mandatos; mi doctrina no es mía sino que la he recibido del Padre”, como queriendo decir, lo que yo digo como Verbo del Padre, como Verbo de Dios no es mío sino que es de mi Padre, yo no lo puedo cambiar, no lo puedo adulterar, no puedo decir otra cosa.

Lo mismo le ocurre a la Iglesia que no puede cambiar ni modificar esos mandatos, esa doctrina, ese Espíritu de verdad; y si lo hace, por ese mismo hecho deja de ser Iglesia, de ser de Dios, para convertirse en una contra-iglesia en la sinagoga de Satanás, que es lo que quisiera el demonio y que es lo que estorba para que reine a través del Anticristo; es el obstáculo que tiene con la Iglesia. Por eso trata de destruir la Iglesia, socavarla desde dentro, crear un concilio ecuménico que no cumpla la definición de infalible y que, por tanto, no es ecuménico; por lo mismo está plagado de errores y que son como monstruos de apostasía y de herejía. Así se disemina el humo de Satanás, como lo dijo el mismo responsable Pablo VI, quien firmó y avaló con su autoridad esos errores que están destruyendo a la Iglesia.

Debemos tener cuidado ya que el Anticristo entrará en la Iglesia –no en la verdadera–, para tomar el puesto de Dios y por eso tenemos que estar muy alertas y vigilantes y versados en la doctrina y la fe católica, para defenderla y que no nos presenten una religión falsificada y adulterada que sirva de sede al Anticristo y así nos mancomunen en el ecumenismo que alberga a todas las religiones, convertidos entonces en la contra-iglesia, en la sinagoga de Satanás. Ese es el misterio de iniquidad, esa será la abominación de la desolación, la gran tribulación que llegará a su culmen cuando reine e impere dentro de la Iglesia el inicuo, el Anticristo y eso hay que predicarlo y decirlo, no hay que ocultarlo para poder permanecer fieles testigos de la verdadera y única Iglesia católica, apostólica y romana.

Porque “Roma perderá la fe y será la sede del Anticristo”, lo dice Nuestra Señora en La Salette. Pero la verdadera Iglesia subsistirá reducida a un pequeño rebaño fiel a la Tradición católica, apostólica y romana, fiel a los mandatos de Cristo, fiel a la doctrina de Cristo. Ese es todo el problema. Que el mal quiere destruir el bien y el bien está representado en la Iglesia católica por todos aquellos que resisten al modernismo, al progresismo y que en cierta forma enarbola la Fraternidad Sacerdotal San Pío X. De allí también el interés por destruir la Fraternidad, dividirla, socavarla, homologarla en un abrazo. Ese es todo el problema de la persecución tan pasmosa. Es lamentable que todo un cardenal colombiano sea el encargado de hacer ese puente, ese abrazo.

Nuestra única salvación será mantenernos firmes en la doctrina de nuestro Señor, firmes en el Espíritu de Verdad, en el Espíritu Santo. No dejarnos halagar por una Iglesia que a la larga o a la corta deja entronizar al enemigo de nuestro Señor, al Anticristo. De ahí la necesidad de mantener la pureza de la fe y no ser cobardes, no tener miedo, porque el mal cobra fuerza cuando hay debilidad en los buenos, cuando no presentan batalla, cuando no son aguerridos, cuando no son soldados de Cristo, que para eso hemos sido confirmados en la fe, para ser sus soldados y no miedosos o cobardes; no como los mercenarios que están en la Iglesia por el interés de la prebenda, el prestigio, el poder; en fin, que no están por Dios; debemos estar por el verdadero amor a Dios para dar testimonio, y, si es necesario, morir por ello.

La Iglesia primitiva está llena de mártires. Los cuarenta primeros Papas casi todos lo fueron por confesar la fe; esa hilera de Papas justos se interrumpió con Liberio, quien condenó a San Atanasio; hasta Liberio todos fueron beatos, porque la Iglesia es mártir. No podemos olvidar que salió del sacrificio de nuestro Señor Jesucristo en la Cruz y quedó coronada, plenificada como en el día de hoy con la venida del Espíritu Santo con Pentecostés. La Iglesia no es una cuestión de volumen ni de número, ya estaba toda constituida con los ciento veinte discípulos incluidos los apóstoles, porque estaba el Espíritu Santo. Entonces, no pensemos que es una cosa de multitudes, y que deba convertirse al mundo y a las multitudes, pues para irradiar la verdad es luz del mundo, a ella se tienen que convertir y no al revés como ocurre hoy que todo se adultera y se profana. Es una religión profanada, antropológica, de la revolución, en vez de ser la religión teológica de la Tradición.

Debemos tener claras estas cosas; es lamentable que no muchos las prediquen para alertar a los fieles, para que cuando venga el lobo no se lleve a las ovejas y estas sepan defenderse. Esta crisis se debe en parte a que los fieles no saben defenderse; durante años se ha predicado sin darles la esencia para protegerse cuando venga la prueba, cuando venga la persecución, cuando venga la adulteración de la religión, cuando la fe se esté extinguiendo. Como dice nuestro Señor: “Si acaso encontraré fe sobre la tierra”, y son pocos los sacerdotes que creen en los evangelios, en las profecías; no tienen ni idea en dónde están parados ni en qué momento histórico están viviendo y creen que todo es una cuestión de acabar y solucionar con cualquier gesto.

Solamente un milagro soluciona esta crisis, una intervención de Dios.

Roguemos a Nuestra Señora, la Santísima Virgen, Ella, que estuvo plena del Espíritu Santo desde el primer momento de su Inmaculada Concepción, Ella, que se mantuvo firme ante la crucifixión de nuestro Señor mientras que los apóstoles huían. Sea entonces Ella quien nos haga mantener firmes en esta crucifixión de nuestro Señor en su Cuerpo Místico, la Iglesia, hoy perseguida, para que nos mantengamos fieles con la llama del Espíritu Santo, Espíritu de Dios, de Verdad y de amor. +



PADRE BASILIO MERAMO
3 de junio de 2001

lunes, 13 de mayo de 2013



Nuestra Señora del Rosario se presenta a los niños Lucia, Jacina y Francisco en la Cova de Iria por primera Vez el 13 de Mayo de 1917

Relato tomado del libro FATIMA, autor: Icilio Felici, Edit. San Pablo, 1951 (vigesima cuarta edición 1998) pag. 51-58

Era el día 13 de Mayo, domingo antes de la Ascensión. Lucía, Francisco y Jacinta, después de oír muy de mañanita la Santa Misa, con sus respectivas Familias, según la costumbre escrupulosamente observada en las casa temerosas de DIOS, hacia las 10 reunieron en uno sus rebañitos, como lo hacían con frecuencia, y decidieron tomar el camino de la cuenca, donde los prados estaban en flor y las ovejas podrían abundantemente saciarse con la hierba de los barbechos. El sol brillaba límpido y la campiña exhalaba mil variado perfumes, llegados allá hacia el medio día hora oficial, se regresaron un tanto detrás del ganado, hasta que llegado el medio día verdadero, que todo pastor aprende muy pronto a distinguir en la fas del sol, su reloj infalible, se aprestaron a rezar el acostumbrado rosario y a consumir la colación que, como siempre, habían llevado consigo, para entregarse después a los juegos de costumbre... Aquel día el juego era más atrayente, pues se trataba de construir nada menos que una casa con piedras que Francisco se daba prisa a extraer del terreno o de en medio de los Setos.

Habían puesto manos a la obra con ahínco y pasión, cuando de repente fueron deslumbrados por un rayo que parecía haber surcado el horizonte. Asustados, miraron al cielo: Continuaba serenísimo no había ni siquiera una nube del tamaño de una hilacha de algodón, y el sol más resplandeciente que nunca.

Se miraron el uno al otro, sin saber que decir.
-Pero... ¿De dónde habrá venido?...

Lucía Reflexionaba; no es la primera vez que una tormenta se condensa detrás de una montaña para luego subir y desencadenarse.
- Será mejor volver a casa - dice.
Los primos, más impresionados que ella, aprueban sin reserva, dejan sin amparo la construcción, reúnen el rebaño y ¡Abajo! por la pendiente, empujándose por delante las ovejas. Llegados a media bajada, al pasar junto a una robusta encina -Que todavía existe- viene a deslumbrarles otro rayo más fulgurante que el primero.

Esta vez tiemblan de verdad, de arriba a abajo, y se ponen a espolear al rebaño para que no se retrase.
Pero he aquí que, al llegar al fondo de la cuenca se ven obligados a retenerse mudos y atónitos. Delante de ellos, a dos pasos de distancia, sobre una mata de carrasca verde de poco más de un metro de alto, esta una juvenil señora, sublimemente hermosa, mas resplandeciente que el sol, la cual, con ademán lleno de gracia y una voz de sobremanera cariñosa, les dice:

-No tengáis miedo, no quiero haceros daño alguno.Los niños la contemplaban estáticos, arrebatados.
¡Miran!... Aparenta tener 15 a 18 años. El vestido, blanco como la nieve, sujeto al cuello con un cordón de oro le baja hasta los pies, que rosa apenas las hojas de la carrasca. Un manto todo bordado en oro le cubre la cabeza y todo el cuerpo. Las manos están juntas delante del pecho en actitud de orar, de ellas cuelga un Rosario de cuentas blancas como perlas, terminando en una pequeña cruz de plata bruñida. El rostro de rasgos purísimos e indeciblemente delicados, esta rodeado por una aureola de sol, pero parece velado por una sombra de tristeza.
Jacinta y Francisco están inmóviles, sin pestañear; Lucía cobra ánimos y se decide preguntar:
-¿De qué país es usted?-
Hay en la pregunta toda la confusión y toda la sencillez de la pastorcilla fascinada.
-Mi país es el cielo- responde la dulce Señora.
-¿Y qué quiere Usted de mi?
-He venido a pediros que os lleguéis aquí, a esta misma hora, el día 13 de cada mes, durante seis veces consecutivas, hasta octubre. En octubre os diré quien soy qué es lo que quiero de vosotros.

Durante unos momentos Lucía calló; acaso resonaron en su mente las palabras del Ángel: Los santísimos corazones de Jesús y María tiene sobre vosotros designios de misericordia… o es que aquella invitación acabó de desorientarla.
Al cabo de unos instantes, prosiguió animosamente:
-¿Viene Usted del cielo? Y yo, ¿iré al cielo?
-Sí- Respondió la Señora.
Lucía, ingenuamente, se sintió atrevida:
-¿Y Jacinta?
-También
-¿Y Francisco? –Quiere tanto a sus inseparables primitos, que no sabe imaginar un paraíso donde no estén los tres juntos, como allí en el campo, todos los días…

A esta última pregunta los ojos de la celestial aparición se vuelven hacia el niño, lo miran maternalmente pensativos.
-También el- responde la Señora -Pero antes tendrá que rezar muchos rosarios…
Viéndola tan condescendiente, la pastorcilla, como suelen hacer todos los sencillos, vencida su primera timidez, se familiariza con Ella.
Poco tiempo antes han muerto dos jovencitas conocidas suyas. Puesto que la patria de la Señora es el cielo, sabrá cual ha sido su suerte… Y le responde que una está en el cielo y la otra en el purgatorio.

-¿Queréis ofreceros al Señor, prontos a hacer sacrificios y aceptar gustosos todas las penas que El quiere enviaros,, en reparación de muchos pecados con que se ofende a la Divina Majestad, para alcanzar la conversión de los pecadores y en compensación de las blasfemias, y de todas las ofensas hechas al inmaculado Corazón de María?
La invitación, en conjunto, no añade nada nuevo a a invitación del Ángel.
Pero Jacinta y Francisco continúan estáticos y mudos; solamente Lucía responde por todos con vivo entusiasmo:
-¡Si lo queremos!

La aparición da muestras de complacencia, añadiendo luego que muy pronto tendrán que sufrir mucho, pero que la gracia de DIOS les asistirá y confortará siempre. Y al decir esto, extiende las manos… De sus manos abiertas de derrama sobre los videntes un haz de luz misteriosa… Una Luz tan intensa y tan íntima que (son palabras de Lucía), penetrándoles en el pecho hasta lo más íntimo del alma hízoles ver a sí mismos en DIOS con más claridad que nos vemos en el más terso espejo… Es una especie de confirmación, después de la cual la luz divina los llena todos y se apodera de ellos.

Entonces caen los tres de rodillas, misteriosamente impulsados y exclaman:
-¡Oh Santísima Trinidad, yo os adoro!
-DIOS mío, DIOS mío, yo os amo!

Una última recomendación tiene que hacerles la celestial Señora:
Que todos los días, como lo han hecho poco antes, recen el rosario (nota del transcriptor: NO LA TERCERA PARTE SOLAMENTE, NO LOS MISTERIOS LUMINOSOS, sino los quince misterios del Santo Rosario que Nuestra Señora reveló a Santo Domingo) para obtener la paz del mundo.
Después de la cual comienza a elevarse ligera como una pluma… derecha… sin mover los pies… hasta que desaparece en la radiante luz del sol.

¡Dentro de un mes!
¿Volverán los pastorcillos?
Y Ella ¿acudirá?
(nota del transcriptor: La historia sabemos que es verdadera y cierta, ella regresó.)

ACLARACIONES: Reverendo Padre Méramo.


ACLARACIONES SOBRE LA PUBLICACIÓN DEL ESCRITO

“CONSIDERACIÓN TEOLÓGICA SOBRE LA SEDE VACANTE” DE HACE

CASI 20 AÑOS
 
 

Aunque con varias impresiones por algunas correcciones ortográficas o

gramaticales y cambio de formato, el trabajo: Consideración Teológica sobre la

Sede Vacante, nunca se hizo público.

Dicho ensayo, fue escrito hace 20 años, quedando finalizado a fines de 1973 y

enviado al entonces Superior General de la Fraternidad San Pío X, el Padre Franz

Schmidberger el día 13 de Mayo de 1994, fecha mariana muy significativa. Ahora lo

saco a la luz pública, (sin modificaciones, salvo alguna que otra corrección de

puntuación y dos o tres citas de Santo Tomás que fueron añadidas, lo cual hago con

cierto temor, pues no es mi intención suscitar la controversia que no es de mi

agrado, habiendo tantas posiciones asumidas y tomadas por unos y otros, dados los

prejuicios e ideas erróneas que muchos, al sostener tal o cual posición sobre el tema

tienen, e incluso absolutizan cual si fuera un dogma o cuasi dogma de fe, pero con

visiones y posiciones contrarias.

La cuestión de la Sede Vacante, nunca ha sido expuesta como una conclusión

teológica evidente quad sapientes tantum (para los doctos y entendidos) y quizá

ahora con el transcurso del tiempo pueda llegar a ser evidente quad omnes (para

todos, o si se quiere para muchos al menos) con todo lo que se ha ido manifestando

hasta hoy día.

La gran mayoría, sea del lado tradicionalista o del modernista, han enfocado el

tema como una verdad per se nota, es decir, evidente por sí misma y de modo a

priori, o dogma de fe o cuasi de fe. Es decir, están en una óptica o tesitura

apriorística categórica donde el discurso o razonamiento teológico no tiene mayor

importancia ni cabida, pues lo que es de fe no se razona.

Como conclusión teológica, parte de principios o premisas (al menos la primera de

fe) a través de los cuales se razona en vista de una conclusión, que depende de todo

el valor argumentativo del que se tenga. Muy distinto es si de manera racionalista

se parte de principios o ideas categóricas y a priori, como las famosas categorías

kantianas, o también de manera fideísta al hacer de un principio o verdad algo

dogmático, de fe o cuasi de fe, que imperativamente se impone por sí mismo sin

que medie algún tipo de razonamiento deductivo teológico.

La conclusión teológica supone que hay un razonamiento a partir de premisas

tomadas de la fe, pero que por vía de raciocinio se llega a una conclusión

teológicamente cierta y verdadera, sin apriorismos categóricos como las ideas

 

 

kantianas de la filosofía moderna, ni mucho menos del dictado a priori de la fe, cual

si se tratara de un dogma o cuasi dogma sin serlo.

Lejos de apriorismos y de racionalismos típicos de la mentalidad moderna o del

fideísmo obtuso que suprime de un solo plumazo, el discurso y la doctrina

teológica.

Para dar un ejemplo, guardando las distancias, pasaría algo parecido a lo de la

famosa cuestión filosófica de las pruebas de la existencia de Dios, donde hay toda

una argumentación filosófica a partir de la realidad existente que nos circunda, y

no a través de ideas como el caso del ontologismo (dicho de paso no confundir con

el argumento ontológico de San Anselmo que aunque parecido en apariencia, nada

tiene que ver en el contenido filosófico) haciendo de la idea de Dios una idea innata

per se nota , lo cual fue la raíz de todo el pensamiento moderno inaugurado por el

descartado Descartes, y así se llegó a tal desvarío de impugnar la demostración que

Santo Tomás nos prodigaba por las cinco famosas vías para probar la existencia de

Dios, pues lamentablemente hay que decirlo, la filosofía, y mucho menos la

teología, no son el patrimonio de muchos, sino que lamentablemente de pocos,

muy pocos; como ya decía el gran Fray Luis de León en verso: “Que descansada

vida, lejos del mundanal ruido, para seguir la escondida senda por donde han ido,

los pocos sabios que en el mundo han sido”.

No hay que hacer de la infalibilidad del Papa solo, cuando él habla ex cáthedra, una

extensión ilegítima que no está dentro de los cánones de lo definido rigurosa

estricta y limitadamente por el Magisterio infalible de la Iglesia, para que,

compulsiva y desbordadamente se crea como dogma de fe, lo que no es tal, sin

percatarse que por el mismo hecho se cae en una estulta idolatría, divinizando o

cuasi divinizando la persona del Papa de turno, como si todo lo que saliera de su

boca, fuera dogma de fe, sin percatarse que la única persona Divina de un hombre,

es el caso único y exclusivo de Cristo. Y que la única infalibilidad sin límites ni

condiciones ni limitaciones, es la de Dios, toda otra, es una infalibilidad por lo

mismo participada y por ende limitada dentro del contexto del recipiente en el cual

se comunica, siendo así que la infalibilidad, tanto de la Iglesia en su Magisterio

Ordinario Universal (de todo el Colegio Episcopal unido con su cabeza, el Obispo

de Roma, unánimemente proclamando y enseñando una verdad como divinamente

revelada) o el caso de la misma infalibilidad que el Obispo de Roma, el Papa o

Romano Pontífice, él solo unilateralmente, sin ningún tipo de colegialidad

magisterial (lo cual, dicho de paso no hay que confundir con el colegialismo

jurídico, comúnmente conocido como colegialismo), posee cuando habla ex

cáthedra, sujetándose a lo que ese término encierra y por ende limita, límites fuera

de los cuales, si se sobrepasa, se sale de lo estrictamente definido por la Iglesia y se

cae en una sutil idolatría, tanto como la de los pueblos paganos, cual los romanos

 

 

que divinizaban al César, o los Imperios Indígenas como el de los Aztecas que

divinizaban al Emperador (cacique), o en el desierto los judíos como pueblo elegido

de Dios, idolatraban al becerro de oro; aquí lo que se idolatra, no tan burdamente,

sería la persona del Papa o por lo menos el ejercicio de su divino poder

extralimitando lo definido. Por eso la Iglesia enseña a través del canon 1323 § 3:

“No se ha de tener por declarada o definida dogmáticamente ninguna verdad

mientras eso no conste manifiestamente”. (Código de Derecho Canónico de 1917).

Esto es lo que muchos no entienden o no quieren ver, si el Papa solo fuera siempre

infalible este canon está de más, sobra y es inútil. Muchos desgraciadamente

confunden Magisterio Ordinario Universal (de toda la Iglesia docente) y Magisterio

Ex Cáthedra (Magisterio Extraordinario Universal del Papa, de él solo).

Infalibilidad que no es para decir lo que quiera ni lo que se le venga en gana sino

para confirmar a sus hermanos en la fe de la Santa Madre Iglesia Católica

Apostólica y Romana fuera de la cual no hay salvación, ensañando la Sacrosanta

Tradición sin doctrinas nuevas (progresistas y modernistas): “Pues no fue

prometido a los sucesores de Pedro el Espíritu Santo para que por revelación suya

manifestaran una nueva doctrina, sino para que, con su asistencia, santamente

custodiaran y fielmente expusieran la revelación transmitida por los Apóstoles, es

decir el depósito de la fe”. (Dz. 1836).

Por causa de todo esto, las divisiones han sido tremendas dentro del campo del

tradicionalismo, es decir de todos aquellos que de algún modo, no han querido

aceptar el modernismo, pero que han sido inhibidos los unos como la línea media o

exacerbados los otros, como al ultra y a rajatabla sedevacantismo visceral, que no

ha ponderado el tema de la Sede Vacante dentro de un contexto teológico más

ecuánime y real, queriendo imponerlo por lo mismo a diestra y siniestra, al punto

de que el que no lo acepte es tachado ipso facto de hereje, e incluso queriendo

hacer esta imputación al mismo Monseñor Lefebvre y al director de Seminario

Francés, el famoso Padre Le Floch, que ya en el año 1926, llegó a decir

proféticamente: “La herejía que viene será la más peligrosa de todas; y ella

consiste en la exageración del respeto debido al Papa y en la extensión ilegítima

de su infalibilidad”. Que es lo que exactamente está pasando. Para que se vea hasta

donde, quizá con las mejores de las intenciones, pero cayendo en un rigorismo

mental falto de profundidad filosofía y teología, se llega a serruchar la rama sobre

la cual se está sentado, o cortar la soga que nos puede sacar del abismo.

Por todo lo anterior, el tema se ha hecho un tabú y conlleva un descalificativo para

todo aquel que quiera abordarlo, siendo tildado de loco y extremista, lo cual en el

fondo ha sido auspiciado por la misma Roma Apóstata y ha beneficiado esa nueva

postura dentro de la Fraternidad Sacerdotal San Pio X, a través de la sinapsis

neuronal Ratzinger-Schmidberger, para sacar el beneficio que de ello se obtiene en

su provecho y que ahora está a punto de fagocitar a la dicha gloriosa asociación

 

 

fundada por Monseñor Lefebvre y hoy vilmente traicionada por Monseñor Fellay y

su cúpula, convirtiéndola en la Neo Fraternidad de malamérita memoria.

Quienes detentan el poder en la Iglesia Modernista y aún no pocos en la Tradición,

de manera malintencionada han querido siempre aprovecharse de la ignorancia

que en estos temas suele tener el común de los fieles e incluso muchos sacerdotes,

para intimidarlos con el estigma del cisma o la herejía y debe quedar claro de una

vez por todas que la posición teológica sobre la sede vacante no constituye en

ninguna manera ni cisma ni herejía, puesto que no versa sobre dogmas de fe, sino

sobre cuestiones teológicas que han sido planteadas y consideradas por los grandes

doctores y teólogos y como se expone en el escrito en cuestión, tiene una clara

argumentación y corresponde a una conclusión plenamente fundada. En ningún

momento se desconoce la autoridad del Papado, por el contrario, confirmamos

nuestro apego y adhesión a la Roma Eterna de siempre, a la cátedra de Pedro y al

magisterio de todos los Papas anteriores al Concilio Vaticano II, pero no podemos

dejar de verificar cuando las actitudes, comportamientos y enseñanzas de quienes

usurpan la sede de Pedro, coinciden con los casos de herejía, apostasía y cisma

planteados por los doctores de la Iglesia.

No me queda más que decir, para no tener que hacer modificaciones en el texto,

que habría que tener en cuenta, lo que dijera Monseñor Lefebvre, sobre la

visibilidad de la Iglesia, pero que yo en ese entonces no lo tenía presente en mi

memoria, que dice muy claramente: “Queda claro que somos nosotros quienes

conservamos la unidad de la fe, que desapareció de la Iglesia oficial”. (Fideliter

n°66 Noviembre-Diciembre de 1988) y además, al puntualizar de manera

magistral: “No somos nosotros, sino los modernistas quienes salen de la Iglesia;

en cuanto a decir, ‘salir de la Iglesia visible’ es equivocarse, asimilando Iglesia

oficial a la Iglesia visible. (…) ¿Salir, por lo tanto de la Iglesia oficial?, en cierta

medida, sí, obviamente”. (Ibídem). Y para que no quede ninguna duda al respecto,

aunque internamente esto siempre se lo quiso eclipsar, tapar, ocultar por la mano

negra de los superiores generales, tanto el que fuera entonces, el P. Schmidberger,

como el hoy Superior General Monseñor Fellay y toda la cúpula; Monseñor

Lefebvre dice paladinamente: “Es increíble que se pueda hablar de Iglesia visible

en relación a la Iglesia conciliar y en oposición con la Iglesia Católica, que

nosotros intentamos representar y seguir. (…) Pero, nosotros representamos de

verdad la Iglesia Católica tal como era antes, puesto que seguimos eso que

siempre ha hecho. Somos nosotros quienes tenemos las notas de la Iglesia visible:

la unidad, la catolicidad, la apostolicidad, la santidad. Esto es lo que constituye la

Iglesia visible”. (Fideliter n° 70, Julio-Agosto 1989).

Por eso Monseñor Lefebvre se permitió y pudo decir después de una entrevista

con el entonces Cardenal Ratzinger, el 14 de Julio de 1987: “Lamentablemente

 

 

debo decir que Roma ha perdido la fe, Roma está en la apostasía. Estas no son

palabras en el aire, es la verdad: Roma está en la apostasía”. (Conferencia

durante el retiro sacerdotal en Ecône, 4 de Septiembre de 1987). Exactamente lo

que ya había profetizado Nuestra Señora de La Salette, no solo que la Iglesia sería

eclipsada, sino además Roma perdería la fe y sería la sede del Anticristo. Por eso

también en la misma conferencia, se atrevió a decir: “Pienso que podemos hablar

de descristianización y que esas personas que ocupan Roma hoy son anticristos.

No he dicho ante Cristos, he dicho Anticristos, como lo describe San Juan en su

Primera Carta: ‘Ya el Anticristo hace estragos en nuestro tiempo’. El Anticristo,

los anticristos; ellos lo son, es absolutamente cierto”. Aunque esto después

trataron de alambicarlo y escamotearlo los que hoy se creen los dignos discípulos y

sucesores de Monseñor Lefebvre, cuando son en realidad todo lo contrario.

Cabría también precisar, referente a lo que se dice del Obstáculo con lo que dijo

San Pío X, para mí en aquel entonces desconocido, pero que viene a redondear y

precisar sobre su misterioso significado, dando gran luz, cuando retomando el

pasaje del mandato del Apóstol San Pablo I Timoteo 6, 13-14:“ ‘Te ordeno observar

este mandato (la doctrina que él había enseñado) inmaculado, intacto, hasta la

venida de Nuestro Señor Jesucristo’. Cuando esta doctrina no pueda más

guardarse incorruptible y que el imperio de la verdad no sea ya posible en este

mundo, entonces el Hijo de Dios, aparecerá una segunda vez. Pero hasta ese

último día, debemos mantener intacto el depósito sagrado y repetir la gloriosa

declaración de San Hilario: ‘Vale más morir en este siglo, que corromper la

castidad de la verdad’ ”. (Pie X, Jérome Dal-Gal, 1953, p.107-108). Con lo cual se

ve que el Obstáculo es el Imperio de la Verdad mantenido por la Iglesia y el cual

abarca todos los otros aspectos que sean vislumbrados parcialmente y ahora

quedan comprendidos y sintetizados en la Verdad que Impera por obra de la Iglesia

y su Magisterio Divino. Esto es precisamente lo que a partir del Concilio Vaticano II

ha sido destruido y ha dejado de existir.

De otra parte, habría que precisar que la argumentación teológica de este estudio

que se hizo durante el pontificado de Juan Pablo II, se puede hacer extensiva

retrospectivamente al pontificado de Pablo VI, quien continuó, formalizó y decretó

el Concilio Vaticano II, haciéndolo doctrina oficial de la Iglesia y rematando con su

discurso de clausura el 7 de diciembre de 1965, al proclamar la “Nueva Religión del

Hombre”, o lo que el escritor colombiano Nicolás Gómez Dávila, ya había

estereotipado a la actual democracia, surgida de la llamada Revolución Francesa,

definiéndola como una religión antropoteísta; así como también hacerla extensiva

proyectivamente a los pontificados de Benedicto XVI y el del hoy triunfante y

radiante Francisco. Y así como de todos los que vengan en el nombre del

 

 

conciliábulo Vaticano II y su herética reforma que instaura oficialmente la Contra-

Iglesia del Anticristo o la Nueva Iglesia conciliar o post conciliar.

Hago además publicación de dos cartas: una la del Padre Schmidberger como

Superior General, en respuesta a mi escrito y que confiesa haber sido en un

principio sedevacantista; y la otra, el aval del famoso Padre Coache, doctor en

Derecho Canónico y por todos los de la época de entonces conocido, dando su

respaldo al mismo.



Padre Basilio Méramo

Bogotá, 13 de Mayo de 2013

domingo, 12 de mayo de 2013

DOMINGO DESPUÉS DE LA ASCENSIÓN



Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:En este domingo dentro de la octava y después de la Ascensión de nuestro Señor a los cielos en cuerpo glorioso, habiendo preparado a sus discípulos durante esos cuarenta días anteriores a su Ascensión, consolidándolos e instruyéndolos, antes de partir a los cielos, promete nuestro Señor la venida del Paráclito, del Espíritu Santo, del Consolador, como dice la Vulgata pero que, como advierte el padre Castellani muy sabiamente, más que consolador (paño de lágrimas) es el fortificado.

Paráclito quiere decir en griego el que está junto, como el que apuntala, el que sostiene y eso desde adentro. Por eso él es el que nos confirma en la plenitud de la gracia septiforme que se recibe en la confirmación y por eso tenía que venir para plenificar la Iglesia, consolidarla en su gracia, para que persevere incólume hasta el fin de los tiempos; esa es la obra del Espíritu Santo.

El Espíritu Santo es el soplo divino del mutuo amor, entre el Padre y el Hijo, esa Tercera Persona que se origina del amor que hay en Dios y que es Espíritu. Por eso la Iglesia se consolida en el amor de Dios. Ese es el carácter sobrenatural de nuestra religión, que no es una religión natural como hoy insensiblemente se la está prodigando; nuestra doctrina es formalmente sobrenatural, no una simple creencia en Dios infinito, omnipotente, bueno, providente, sino además un Dios que se reveló como Uno y Trino, y que nos participa de su naturaleza divina, que es la gracia santificante.

De allí la gran promesa de nuestro Señor antes de partir a los cielos en cuerpo glorioso; nos augura la venida del Espíritu Santo que Él enviará junto con el Padre; esa es la misión del Espíritu Santo, del soplo de amor divino para que permanezca en la Iglesia vivificándola como su alma y es Espíritu de verdad, no de confusión, ni de oscuridad, ni de error, como dice nuestro Señor.

Así, entonces, les dice a sus apóstoles que el Espíritu de verdad dará testimonio de Él como los discípulos y todos sus descendientes tendrán que darlo de nuestro Señor profesando públicamente la fe católica como fruto de esa revelación. Como dice Santo Tomás citando a San Juan Crisóstomo, el fruto del Espíritu Santo es la profesión de la fe en nuestro Señor Jesucristo dando testimonio de la verdad, sin parte con ningún error; por eso la fe es infalible, por eso la Iglesia inconsútil no acepta, no tolera el error, porque no sería la Iglesia de Dios. Eso, mis estimados hermanos, debemos tenerlo en cuenta sobre todo hoy, porque la comunión en la santa Iglesia católica es en la verdad, en el Espíritu de verdad, que es espíritu de amor. Y no le busquemos una quinta pata al gato.

Por eso no me cansaré de recordar lo que dice nuestro Señor: “No todo aquel que dice ¡Señor, señor! entrará en el reino de los cielos, sino aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. Y la voluntad del Padre, ¿cuál es? Que se guarde su palabra, su Verbo. Y, ¿cuál es el Verbo del Padre, cuál su palabra? El Hijo, y Éste se encarnó, se hizo hombre y a través de ese Verbo se revela el Padre, se revela Dios como Uno y Trino y en la revelación de esa doctrina, de esa palabra, está hacer la voluntad del Padre.

Esa principios que nuestro Señor dice no son de Él, sino del Padre, porque Él es su Verbo, su pensamiento. Eso es lo que sirve de característica fundamental para tener en medio de la gran confusión que nuestro Señor predice en el evangelio de este día, al advertir a sus discípulos que no se escandalicen cuando sean echados de la sinagoga, es decir, excomulgados, porque serán antema-tizados los verdaderos fieles de Cristo por mantener el testimonio real de Dios.

Y eso, mis estimados hermanos, es hoy una realidad que se ha cumplido literalmente, históricamente, con la condenación oficial que se hizo a monseñor Lefevbre y a monseñor De Castro Mayer. Esos son hechos históricos y no nos escandalicemos. He ahí en lo que no debemos caer, en el desconcierto de esa falsa excomunión por mantenerse en la verdad de Dios y no claudicar como lo hicieron los sucesores de monseñor De Castro Mayer en Brasil con el padre Rifán, al cual le había dicho yo dos años atrás que tuviera cuidado porque, “no es fiel a monseñor De Castro Mayer”; las cartas que le he enviado a él públicamente no son las primeras, porque ya se le veía el caminado y por éste se conoce al personaje.

Lo mismo pasa, duele decirlo, con respecto al padre Aulagnier, uno de los principales miembros de la Fraternidad, hablando de pluralismo litúrgico y de catolizar la misa moderna, cuando monseñor Lefebvre dijo que era bastarda, porque había nacido así en la cópula de ese acercamiento ecuménico entre católicos y protestantes. Lo que sale de allí es una doctrina, una liturgia falsa y eso no se puede legitimar; si hay un matrimonio legítimo no se puede legalizar a los hijos nacidos fuera de él.

Entonces, ¿cómo se puede legitimar una misa de esas características? Eso es imposible. He estado esperando que me conteste el padre Aulagnier, porque lo que no puede ser es que se propague el error y los fieles estén sin directivas, sin saber qué hacer. Él, en los comienzos, fue el brazo derecho de monseñor Lefebvre y empieza a caminar torcido como el padre Rifán; lo digo con dolor porque lo que aquí menciono me toca hacelo de puño y letra.

Y para aumentar ese concierto musical carnavalesco, la misa del cardenal Castrillón, después de más de treinta años sin decirse en la Basílica de Santa María la Mayor. Claro que es muy fácil alegrarse, pero es también consecuencia de la ignorancia y por eso es mi deber, mis estimados hermanos, como deber de caridad, combatir la ignorancia.

No es diciendo una Misa de Pío V, después de tanto tiempo, como se vuelve a la Tradición. ¿Cuál dijo al otro día y cuál está diciendo hoy el cardenal Castrillón? O acaso, ¿con decir una misa tradicional, con eso ya está bien y se profesa toda la fe católica y no hay ningún problema? ¡No señor! Eso no es ningún signo de acercamiento, no lo hay, lo que hay y lo que compete es la profesión de la fe católica en toda su pureza, en toda su integridad, dando testimonio del espíritu de verdad y no oficiando una misa como si fuese una payasada de circo. Porque además han asistido todos los falsos tradicionalistas liberales de Eclesia Dei de San Pedro, todos los que se han ido de la Fraternidad y que critican tanto a monseñor Lefebvre como a nosotros y quieren el contubernio con el error invocando la autoridad del Vaticano, la del Papa, la de los obispos.

La autoridad de la Iglesia es para dar testimonio de la verdad y no del error, y nuestro Señor es categórico en eso. Él mismo nos dice, hablando de los falsos profetas, que estarán dentro de la Iglesia con apariencia de virtud. San Juan Crisóstomo nos advierte que son mucho peor que los que están fuera, porque son los enemigos internos, ocultos, quienes solapadamente socavan los fundamentos de la Iglesia católica. Así lo hizo ver hace un siglo su santidad Pío X cuando dijo que los modernistas estaban socavando la raíz misma de la Iglesia católica y que lo único que se esperaba, viendo los acontecimientos históricos de aquel momento, era que el anticristo naciera. Son palabras del sumo Pontífice Santo y Patrono de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X. Porque hay que estar en comunión con la verdad.

Monseñor Lefebvre fue excomulgado, cumpliéndose literalmente lo que dice nuestro Señor: “Seréis expulsados de la sinagoga”, ésta en aquel entonces era la Iglesia del Antiguo Testamento instituida por Dios. Por eso no debemos escandalizarnos cuando nos echen de la Iglesia por defenderla. Hay que tener una fe muy firme, una visión muy clara, hay que ser un católico instruido. En esta crisis no se aceptan soldados de medio pelo; esos no le sirven ya. Se necesitan soldados de Cristo y no católicos aburguesados y mediocres que todo les da igual, que les da lo mismo prenderle una vela a Dios y otra al diablo.

“No todo el que dice ¡Señor, Señor! entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre celestial”. Es más, “pensarán hacerle un servicio”, dice nuestro Señor. Agrega Santo Tomás, que se refiere a los judíos porque los paganos no persiguen en el nombre de Dios sino en el de los dioses; pero el judío acosa en el nombre de Dios y por eso pensarán hacerle un servicio. Con lo cual nuestro Señor está también profetizando y señalando el hostigamiento judaico que habrá a lo largo de los tiempos y que se acrecentará hacia el final.

Lo que está pasando hoy es la judaización de la Iglesia, son los judíos los que gobiernan y dominan el mundo y entronizarán al anticristo, para lo cual necesitan una Iglesia de acuerdo a sus intereses, para que no haya resistencia.

Por eso esa obra que está haciendo monseñor Castrillón es una obra típica de un israelita; entonces, que no sea un idiota útil que se preste a ello. Y si es un judío avispado entonces se le desenmascarará, pero lo que no puede ser es que no veamos claro y que caigamos ingenuamente como una niña de quince años un poco cándida y un poco pura, pero un poco tonta también, en las manos de su seductor. Duele decirlo, pero es así.

El Evangelio emplea las imágenes fuertes; el mismo casto San Juan, cuando muestra el misterio de la mujer escarlata, simbolizado por una prostituta. Tengamos cuidado, porque a una mala mujer uno no se acerca. ¿Y qué hace monseñor Castrillón, que hoy oficia la misa tradicional y mañana la nueva, y que va con el que primero le ofrezca más? Espero, mis estimados fieles, que ninguno se escandalice y si se lo hacen, pues sacudo mis pies y me voy a otra parte.

No puede ser que nos dejemos insensiblemente adormecer y que toda la prensa internacional esté al unísono. Por eso es mi deber decirlo, porque aun dentro de la Fraternidad no todos los sacerdotes lo comprenden, es un hecho, pero aquellos que crean que sí lo entienden, tienen que alzar la voz en el nombre de Dios y en del Espíritu Santo. Es muy fácil hablar de un San Atanasio hace diecisiete siglos, pero lo que no puede ser es que empeorándose la situación no haya Santos Atanasios hoy, eso no puede ser. Y si no existen, es porque no hay Iglesia católica.

El mismo monseñor Williamson me dijo un día: “Cayó Campos...”, es decir, los sacerdotes que continuaron y se unieron a monseñor De Castro Mayer. “...¿caerá la Fraternidad?”. Pidamos para que no claudique, no se escandalice de ser señalada con el dedo como los desechos de la sociedad clerical, como lo advierte San Pablo, “seréis señalados como la escoria de la sociedad”; y ahí está nuestro honor, nuestra humillación y nuestra humildad. Porque hay que ser modestos para dejarse escupir así la cara y mantenerla en alto, como un verdadero soldado confirmado en la gracia del Espíritu Santo.

Si algún fiel no entiende esto, le pido me lo diga para esclarecérselo y si no quiere comprender es que se equivocó de lugar. Hay que saber que nos espera un combate rudo, cruel y que no es para muchos sino para unos pocos predilectos y amados de Dios, que lo buscan en todas las cosas y en primer lugar, y que Él para ellos no es un artículo de lujo de segundo o tercer orden sino que es esencial, fundamental. Donde no está Dios verdadero no hay nada, todo es podredumbre y basura. Primero Dios, decía Santa Juana de Arco, y murió tildada de loca, como engañadora y mala mujer por el obispo Cochón, que hasta ese nombre tiene, pues quiere decir cochino, cerdo, y él era el miembro más encumbrado de la universidad de La Sorbona, de París. Fueron algunos integrantes de esta universidad los que persiguieron y mandaron ejecutar a Santa Juana de Arco, que permaneció fiel a la palabra divina muriendo con gran entereza.

Y ahora, ¿cómo es posible que nosotros, siendo muchos más, vayamos a claudicar, nos vaya a dar miedo? ¿De qué? ¿De que no nos den permiso? ¿De qué? ¡No señor! Para ser católicos, nadie le pide autorización a la Iglesia para ser bautizado, simplemente le manifiesta y le pide que le dé la fe en el bautismo. Nosotros no necesitamos ningún permiso para decir la Misa de siempre; ninguno. Y no hay ninguna excomunión, no existe. La Tradición no puede ser condenada. Por eso monseñor Lefebvre decía que si había algún anatematizado serían ellos, los que arrinconan y persiguen a la Tradición de la Iglesia, los que no la quieren y desean una implantación de una Iglesia mancomunada, que cobije a todos los hombres sin dogmas ni credos que dividan. Esa será la Iglesia del anticristo y “a ese sí le recibiréis”, dice nuestro Señor, “pero yo, que no vengo en nombre propio, sino en el de mi Padre, me rechazáis”; por eso le crucificaron. Por eso nosotros vamos a la inmolación y no nos hagamos ilusiones de que así no sea.

Ahí está la gloria, en poder soportar esa sacrificio como verdaderos católicos sin escandalizarse, llenos del amor del Espíritu Santo que es el alma de la Iglesia y no el espíritu de error y de mentira que entró con el Vaticano II como el humo del infierno, como el mismo Pablo VI, siendo pontífice en aquella época, lo dijo.

Por eso el evangelio de hoy debe servirnos para que nos consolidemos en el espíritu de verdad y no nos asombremos cuando seamos proscritos. Porque la Iglesia católica, apostólica y romana no son los muros de piedra, no son los edificios, es el alma de todo fiel a Cristo, los Cristifideles, que por un misterio de iniquidad serán dispersados por el mundo. Ese es el gran misterio de iniquidad de la Iglesia. La congregación de los Cristifideles al fin de los tiempos sean dispersados físicamente, materialmente, pero unidos en la verdad del Espíritu Santo, del soplo de amor del Espíritu de verdad de Dios. Por eso el próximo domingo, que será Pentecostés, la Iglesia quedará definitivamente consolidada, reafirmada, coronada en ese soplo de amor del Espíritu Santo que es Espíritu de verdad y que durará hasta el fin de los tiempos.

Pidamos a nuestra Señora que sepamos dar testimonio de nuestro Señor profesando la fe y la verdad sobrenatural y eso con el amor, con el soplo de Dios, del Espíritu Santo y así no tendremos miedo a nada ni a nadie, sólo a Dios. Él será lo único que realmente nos interese, todo lo demás es secundario. Ese es el sentido verdaderamente católico, en el que todo fiel debe vivir y morir y por eso hay que recordarlo, sobre todo ahora, en esta hecatombe que estamos viviendo fuera y dentro de la Iglesia. Pidamos al Espíritu de amor que ilumine nuestras inteligencias y el corazón con su llama, con su fuego, para que así permanezcamos en este testimonio fidedigno y veraz de Dios. +

PADRE BASILIO MERAMO
1 de junio de 2003