San Juan Apocaleta



Difundid Señor, benignamente vuestra luz sobre toda la Iglesia, para que, adoctrinada por vuestro Santo Apóstol y evangelista San Juan, podamos alcanzar los bienes Eternos, te lo pedimos por el Mismo. JesuCristo Nuestro Señor, Tu Hijo, que contigo Vive y Reina en unidad del Espíritu Santo, Siendo DIOS por los Siglos de los siglos.












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"Sancte Pio Decime" Gloriose Patrone, ora pro nobis.





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viernes, 1 de julio de 2011

FIESTA DEL SAGRADO CORAZÓN DE NUESTRO SEÑOR


Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:
Que en esta fiesta del Sagrado Corazón, la cual nos revela el amor que nuestro Señor nos prodigó desde la Cruz, nos ayude a acercarnos más a ese misterio de amor que es la Redención: la salvación del alma.

Algunos padres o sacerdotes maristas, cordimarianos o del Sagrado Corazón, piensan ingenuamente que es una revelación que se hizo con San Juan Eudes y después con Santa Margarita María de Alacoque, que nos descubre los misterios de amor de Dios y de nuestro Señor y que antes no se conocían. Es un error, porque el amor es esencial a la religión católica; otra cosa es que gracias a San Juan Eudes y a Santa Margarita, se recobró la memoria de este amor misericordioso de nuestro Señor, dados los errores del Luteranismo, del Calvinismo, del Jansenismo, que hacían de la religión algo desprovisto de amor, donde la religión era miedo y no precisamente amor, parecido a lo que era en el Antiguo Testamento. Una manera de judaizar la religión católica, separándola o desproveyéndola del amor misericordioso de nuestro Señor.

Así como Eva sale del costado de Adán, la Iglesia en la Cruz sale del costado de nuestro Señor Jesucristo; por eso decimos que la Iglesia quedó constituida plenamente el día de la crucifixión, con lo cual la fiesta de hoy, del Sagrado Corazón, vendría también a ser la fiesta de la institución de la Iglesia en la Cruz, cuando nuestro Señor fue atravesado por una lanza y de su corazón brotó sangre y agua y así, derramó hasta sus últimas gotas de sangre por nosotros, por su Iglesia católica, apostólica y romana, fuera de la cual no hay salvación. Dogma que es negado incluso por la mayoría de los católicos y de los mismos sacerdotes.

Rechazan este dogma fundamental con el ecumenismo, con la libertad religiosa y es algo esencial, nadie se puede salvar fuera de la Iglesia, fuera de nuestro Señor Jesucristo, fuera de la Cruz y eso hoy no es proclamado por los católicos. Eso demuestra el deterioro de la fe que se va perdiendo.

Por eso la fiesta del Sagrado Corazón nos debe consolidar en la caridad que debe ser verdadera. La caridad que no esté fundamentada en la verdad es falsa, es un fingido amor, porque la caridad y la verdad se identifican. Dios es la verdad y es la caridad, es el amor que llega en nuestro Señor Jesucristo a crucificarse en la Cruz para salvarnos del infierno. Por eso no debemos olvidar que cada uno de nosotros tiene un compromiso con su alma: salvar nuestra alma. Esa alma inmortal que nos ha dado Dios y por la cual ha muerto nuestro Señor en la Cruz, sufriendo lo indecible, lo imposible, lo impensable, lo inimaginable; de ahí que no debamos dejar derramar esa sangre inútilmente sino aprovecharla para que dé los frutos de salvación. Que no quede derramada inútilmente, como acontece con todos aquellos que rechazan el amor de Dios prefiriendo el infierno.

Pidamos a Nuestra Señora, la Virgen María, que nos ayude a comprender y a retribuir con nuestras vidas, con nuestros sacrificios, ese amor que nuestro Señor Jesucristo nos prodigó desde la Cruz y ese amor que Dios nos tiene, por el solo hecho de habernos creado. Que retribuyamos con generosidad cuando llegue la hora del sufrimiento; que no se marchite nuestro corazón por falta de generosidad, sino que sepamos entregarnos a ese sufrimiento por amor de Él, así como Él se entregó. Eso es lo que nos enseña nuestra religión, aprender a sufrir por amor a Dios y a sufrir a nuestro prójimo y así santificarnos; por eso nuestro Señor sufrió en la Cruz, por eso nuestra Señora Corredentora sufrió al pie de la Cruz ofreciendo a su Hijo. Así nosotros también al pie de la Cruz debemos ofrecer nuestras vidas retribuyendo ese amor a nuestro Señor. Que todas estas cosas se nos graben en el corazón con ocasión de esta fiesta y que nos ayuden a acercarnos más al amor misericordioso del Sagrado Corazón. +

PADRE BASILIO MÉRAMO
22 de junio de 2001