SEXTO DOMINGO DESPUES DE PENTECOSTES

Amados hermanos en Nuestro Señor Jesucristo:

Vemos en este Evangelio la segunda multiplicación de los panes, es decir, que ya nuestro Señor había multiplicado los panes en otra ocasión parecida. Se diferencia en el número de panes y personas que comieron. Además de lo que recogieron de las sobras en canastos. Comparando estos dos milagros vemos que a menor cantidad de panes, mayor número de gente y mayor numero de canastos con sobras, como para indicar que Nuestro Señor con menos materia difunde más el milagro que prodiga, en este caso el pan.

Pero como no solo de pan vive el hombre; El pan multiplicado es la palabra de Dios y también el mismo, que se multiplica en ese pan del Cielo en la Eucaristía, multiplicando su cuerpo a través de sus Apóstoles, de sus Sacerdotes; Esa doble multiplicación, multiplicación de la palabra de Dios y multiplicación de su cuerpo en la Eucaristía. La Eucaristía no es la comunión, la Eucaristía es la Santa Misa, el sacrificio de la Santa Misa. La gente, al pensar en la Eucaristía, piensa en la comunión, y no es así, el sacramento de la Eucaristía es el que hace el Sacerdote sobre el altar y la comunión no viene a ser si no, el complemento de nuestra participación a esa Eucaristía, participando por la comunión. Por eso debemos tener sumo cuidado de no comulgar en cualquier Misa, en cualquier Eucaristía que no me dé la garantía absoluta de la presencia real que Nuestro Señor; Y aún así, no se puede comulgar aunque haya la presencia real en cualquier Misa.

San Hermenegildo no comulgó de manos de un arriano aunque estaba realmente la presencia de Nuestro Señor ahí. No se puede comulgar en una misa negra, no se puede comulgar en una misa protestantizada. La pureza del culto de la fe, no es cualquier culto, no es cualquier fe, tiene que ser un culto Santo, propicio de la Iglesia; De ahí la gravedad de esa reforma litúrgica que afectó a la Santa Misa de un modo profundo, y más aún esa concepción que hay en la nueva, que no corresponde absolutamente para nada con la concepción católica de la Eucaristía de la Santa Misa.

La Misa no es un simple memorial de la Muerte de Nuestro Señor en la Cruz, es más esto. Es la reactualización, la realización de ese mismo Sacrificio, de esa misma inmolación, de esa misma muerte bajo las especies sacramentales.

No es puramente un símbolo, una imagen, sino que debajo de esa imagen, de ese símbolo de esas apariencias o accidentes de pan y vino, están EL CUERPO Y LA SANGRE DE NUESTRO SEÑOR, separado, inmolado. Por eso la DOBLE CONSAGRACION SIGNIFICA ESA SEPARACION DEL CUERPO Y DE LA SANGRE. Entonces, no es un puro símbolo como lo es para los protestantes y los modernistas. Así como la bandera es el símbolo de la patria, pero no es la patria.

En cambio, las especies de pan y de vino no son simplemente símbolos, CONTIENE LA SUSTANCIA DE CUERPO Y DE LA SANGRE DE NUESTRO SEÑOR y por eso entonces ESTA INMOLADO DE MODO INCRUENTO. Esa dimensión sacramental, es la que en el fondo los protestantes y modernistas no admiten; Esa tercera dimensión, si lo podemos llamar así, en la que se conjugan el orden Natural con el orden Sobrenatural.

Porque nuestros sacramentos son signos que significan y producen aquello que significan, la gracia que significan.

Eso no lo admiten los protestantes ni los modernistas, para ellos son signos no más, meros símbolos, pero no la realidad que ellos significan y producen. Los protestantes destruyen el sacramento, el orden sacramental no habiendo para ellos sacramentos simplemente símbolos, imágenes.

Y la nueva misa se define también para ellos como la conmemoración de la Pascua; Esto es un error. La pascua indica la Resurrección y la Misa significa la Inmolación, la Pasión, la muerte; Hemos sido redimidos por la Pasión de nuestro Señor al derramar su sangre; otra cosa es que la Resurrección implica la muerte, pero primeramente es la muerte y no la resurrección lo que se realiza en la Santa Misa. Menos todavía una pascua como la del Antiguo Testamento, la pascua de los judíos, eso no es lo mismo que la Santa Misa. O sea, figura de una figura como todo en el Antiguo Testamento que era una figura o prefiguración de la realidad que vendría, así que la Misa queda confinada a una figura del Antiguo Testamento que a su vez era figura de lo del Nuevo Testamento. Pero, ¿Para donde vamos? Para atrás como el cangrejo y por eso no es atrevido decir como opinión teológica personal, que está en cuestión la validez de la nueva misa ante quien quiera estudiar o debatir las cosas como se hacían en la edad media; Por eso considero invalida la nueva misa que teológicamente no tiene sustentación, no tiene fundamento teológico, por donde se le examine.

Eso es lo que ha querido satanás, deshacer, destruir aquello que lo derrotó y dejar relegado a una conmemoración figurativa de la pascua, o a lo sumo de la muerte de Nuestro Señor, pero siempre un puro símbolo como hacía Lutero, más no la reactualización, la renovación, la confección de esa inmolación sacramentalmente realizada sobre el altar y que hace que sea substancialmente EL MISMO SACRIFICIO DE LA CRUZ. Esto es lo que los protestantes no aceptan y por eso la nueva misa es protestantizante, por no decir herética, se puede sustentar que es herética basándose en la teología, en Santo Tomás, en la doctrina Católica Apostólica y Romana. Por lo menos se debe tener presente que no se puede comulgar en cualquier misa si no da la garantía y que aunque haya presencia no se puede comulgar en cualquier rito, manoseando a Nuestro Señor, ultrajándolo y haciéndose partícipe de un ritual que no corresponde al espíritu Católico; Por lo menos eso.

Ese pan de vida que es nuestro Señor mismo, que es su palabra, que es la que se multiplica, nos muestra Nuestro Señor, como el multiplica su palabra y su cuerpo en la Iglesia por medios humildes y pobres. Entre menos panes más gente come y más sobras quedan, como para mostrar el no caer en la tentación de predicar la palabra por medios que la hacen infecunda como son la política, la riqueza y el poder. Aunque el poder y la política debieran ser católicos y las riquezas también, para favorecer la religión Católica, la Única verdadera y con derechos, la única que goza de la plena libertad.

Santos Sacerdotes como el padre Emanuel (1826-1903) en MESNIL SAINT-LOUP, Francia, que hizo resurgir toda una parroquia con el espíritu litúrgico renovando la fe en medio de una Francia apóstata por la revolución Francesa, y levantó una parroquia elevándola a esa Santidad y todavía queda ahí su fama. Decía el que es infructuoso a veces en la vida del católico y en la propagación de la Fe en la Iglesia, invertir el orden que deben tener las cosas.

En primer lugar debe hacerse oración, en segundo lugar la predicación y en tercero los sacramentos que se reciben después de estar bien dispuestos, adoctrinados con la predicación que surgía de la oración y no al revés. Por eso este pan multiplicado es la palabra de Dios, la palabra de Dios Nuestro Señor y también su cuerpo, que es el pan del cielo, el pan de la vida, pero no se debe alterar el orden.

Primero debe haber una oración que haga que la predicación surja y dé efecto para que comulguen, para que reciban los fieles los sacramentos y no sea infructuoso el oír la palabra conectada con el espíritu de Dios, con el Espíritu Santo, para que sea una palabra de vida y no una palabra vana, hueca. Y para que esté en conexión con el Espíritu de Dios tiene que estar entonces basada y fundamentada en la oración; no se puede adulterar ese orden ni cambiarlo, porque produce esos frutos de desolación que vemos hoy.
Pidamos a Nuestra Señora la Santísima Virgen que nos ayuden a mantenernos firmes y fieles en el Espíritu de Dios, para que podamos así salvar nuestras almas y dar mayor gloria a Dios.+

P. Basilio Méramo
15 Julio del 2001.