Los fieles deben comprender que es urgente organizar una resistencia para seguir el combate de la Tradición católica apostólica y romana contra el modernismo herético condenado por el papa San Pio X. En la actualidad, reinan como amos en Roma esos infiltrados poderosos que quieren disgregar los últimos bastiones de la Iglesia aún visibles así como toda verdadera resistencia.
Por ello, los fieles deben defender la Iglesia Católica y su fe contra esta nueva Iglesia que no puede ser la verdadera, pero que tiene las apariencias y así engaña a todo el mundo hasta a los propios tradicionalistas que han seguido el combate de Monseñor Lefebvre y de Monseñor de Castro Mayer, estos valerosos combatientes que se opusieron a los errores del concilio Vaticano II. Ellos son hoy traicionados. ¡Se nos traiciona hoy!
Los dos “preliminares” son un medio sutil de destruir el combate y la resistencia heroicos emprendidos por ellos.
El Motu proprio, bajo pretexto de reconocer la licitud de la misa de siempre, es sobre todo la legitimación de la nueva misa, este nuevo culto “bastardo”. El se llama hoy rito “ordinario”, es decir, el rito normal, mientras que la Misa de siempre es calificada de “extraordinaria”, es el rito excepcional.
Es como si se aceptara que la única y legítima esposa esté relegada al segundo plano mientras que a la concubina se la legitimara y se convirtiese, además, en la esposa principal. ¡Es increíble!
Es lo mismo para el levantamiento de las excomuniones.
Cualquiera que sea el motivo alegado por Monseñor Fellay, a la derecha y a la izquierda, arriba o abajo, es un hecho innegable que, según los términos explícitos del decreto romano, se acepta la remisión de la pena (remissio poenae) lo que, por lo tanto, indica que efectivamente se estaba excomulgado y que Roma, paternalmente y con benevolencia, retira la sanción, dado que los delincuentes, haciendo muestran de buena voluntad, abandonan su obstinación, pidiéndole amablemente el retiro de dicha sanción.
Está claro que los dos famosos “preliminares” que obtuvieron el Motu proprio y el levantamiento de las pretendidas excomuniones fueron sugeridos y pedidos por la Roma modernista y apóstata, como lo muestran claramente estos dos textos salidos de la boca de Monseñor Fellay:
“Después de estos largos debates, el Cardenal [Castrillón Hoyos] dijo: Constato que todo lo que exponen no les pone fuera de la Iglesia, por lo tanto están en la Iglesia. Y siguió diciendo: Les pido escribir al Papa para pedirle que retire las excomuniones ». (Sermón de Monseñor Fellay en Flavigny, el 2 de febrero de 2006).
He aquí el segundo texto:
“Me esperaba este levantamiento de la excomunión desde 2005, desde la primera carta de solicitud del levantamiento de la excomunión que había dirigido a petición propia de Roma. Porque queda claro que Roma no pedía esta carta para negarse a levantar la excomunión”. (Entrevista con Monseñor Fellay, Mundo y Vida, n° 806, 31 de enero de 2009).
Me dirijo pues a todos los fieles que quieren resistir a la capitulación disimulada de Monseñor Fellay y que comprenden que el Motu proprio es una estratagema sutil y perversa para ocultar el cisma litúrgico y doctrinal de la nueva religión conciliar con su nueva misa, fruto del adulterio, que se aleja “de manera impresionante en el conjunto como en el detalle” de la misa católica como dice el Breve examen crítico de los cardenales Ottaviani y Bacci.
Con la aceptación de estos dos “preliminares” sugeridos por la Roma apóstata, pluralista y ecumenista, la obra de Monseñor Lefebvre es traicionada vilmente por Monseñor Fellay y por todos los altos responsables de la Fraternidad.
Al ser confirmados en la fe del bautismo, los fieles recibieron el carácter sacramental necesario para defender la Iglesia de sus enemigos públicos como verdaderos soldados del Cristo.
Entonces, todos los fieles tienen el deber imperioso de reaccionar. Deben agruparse y actuar para desarrollar una resistencia (teológica, doctrinal, religiosa), único medio en este tiempo de confusión y desorientación para guardar la fe así como su pertenencia a la Iglesia Católica que, hoy, se encuentra reducida a un pequeño rebaño (pusillus grex, Luc 32, 12) disperso por en el mundo y perseguido por la nueva Iglesia del Anticristo, a saber la nueva religión universal, es decir, ecuménica, típico del antiverbo que desvirtúa el verdadero Verbo divino, Cristo.
A este respecto, los fieles deben defenderse y organizarse para seguir la verdadera resistencia sin ningún compromiso con la apostasía. Deben saber claramente que la nueva Iglesia no tiene, como lo dijo Monseñor Lefebvre, la nota de la visibilidad de la Iglesia, sino que son los que siguen siendo fieles a la verdadera fe y a la Tradición católica los que la poseen.
Recordemos lo que decía Monseñor Lefebvre en 1988: ¿“Dónde está la Iglesia visible? La Iglesia visible se reconoce por las señales que siempre ha dado para su visibilidad: es una, santa, católica y apostólica. Les pregunto: ¿dónde están las verdaderas notas de la Iglesia? ¿Están más en la Iglesia oficial (no se trata de la Iglesia visible, se trata de la Iglesia oficial) o en nosotros, en lo que representamos, lo que somos? Queda claro que somos nosotros quienes conservamos la unidad de fe, que desapareció de la Iglesia oficial. Todo eso pone de manifiesto que somos nosotros quienes tenemos las notas de la Iglesia visible. Si hay aún una visibilidad de la Iglesia hoy, es gracias a ustedes. Estas señales no se encuentran ya en los otros. No hay ya en ellos unidad de la fe, ahora bien es la fe la que está en la base de toda visibilidad de la Iglesia.
¿Salir de la Iglesia? Por supuesto, se nos podrá objetar: ¿“Es necesario obligatoriamente salir de la Iglesia visible para no perder su alma, salir de la sociedad de los fieles unidos al Papa? ” No somos nosotros, sino los modernistas los que salen de la Iglesia. En cuanto a decir “salir de la Iglesia VISIBLE”, es equivocarse asimilando Iglesia oficial e Iglesia visible”. (Fideliter n° 66. Noviembre-diciembre de 1988).
Por lo tanto, queda claro que la Iglesia oficial no es la verdadera Iglesia divina de Cristo, sino una nueva Iglesia, la Iglesia ecuménica conciliar del Anticristo.
Como decía aún Monseñor Lefebvre:
“Somos suspendidos a divinis por la Iglesia conciliar y para la Iglesia conciliar, de la cual no queremos formar parte. Esta Iglesia conciliar es una Iglesia cismática, porque rompe con la Iglesia Católica de siempre. Tiene sus nuevos dogmas, su nuevo sacerdocio, sus nuevas instituciones, su nuevo culto, ya condenado por la Iglesia en muchos documentos oficiales y definitivos (…) La Iglesia que afirma similares errores es a la vez cismática y herética. Esta Iglesia conciliar no es pues católica ». (Mgr Lefebvre, 29 de julio de 1976).
No olvidemos lo que ya decía el Cardenal Pie en su tiempo, y que es más verdadero hoy que nunca: “ La escisión, la separación, el divorcio de las sociedades con Dios, que San Pablo da como una señal precursora del final (II Tés, 1,3), irá consumándose de día en día. La Iglesia, sociedad ciertamente siempre visible, de más en más será reducida a proporciones simplemente individuales y domésticas”. (Cardenal Pie, citado por J. Jamet, El cardenal Pie de A a Z, Ediciones de París 2005, “Cristo, Rey de las Naciones”).
No es posible no resistir, no reaccionar al discurso engañoso, ininteligente (por no decir completamente insensato) de Monseñor Fellay que, con su flauta, nos mistifica y llega a adormecer los espíritus, impidiéndoles pensar, reflexionar, seguir siendo vigilantes y reaccionar para dejarnos suavemente asfixiar por los tentáculos del poder de iniquidad del pseudoprofeta, el Anticristo religioso.
Ya que, como ya lo había dicho Monseñor Lefebvre después de una entrevista con el cardenal Ratzinger, “Roma está en la apostasía”. Nuestra Señora de la Salette, ¿nos había anunciado – cosa de la que no es necesario asombrarse – que “Roma perdería la fe y se volvería la sede del Anticristo”?
No hay pues que dejarse absorber como los padres de Campos que aceptaron sin protestar la abominación de Monseñor Rifan, a quien nadie se atrevió a oponerse. Puesto que pasa hoy la misma cosa con los sucesores de Monseñor Lefebvre.
Esta es la razón por la que es necesario seguir siendo fiel hasta el final dando prueba nuestro amor por Cristo crucificado y por la santa Iglesia Católica Apostólica y Romana.
En la Asunción de la Santísma Virgen María, 15 de agosto de 2009.
Padre Basilio Méramo
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