San Juan Apocaleta



Difundid Señor, benignamente vuestra luz sobre toda la Iglesia, para que, adoctrinada por vuestro Santo Apóstol y evangelista San Juan, podamos alcanzar los bienes Eternos, te lo pedimos por el Mismo. JesuCristo Nuestro Señor, Tu Hijo, que contigo Vive y Reina en unidad del Espíritu Santo, Siendo DIOS por los Siglos de los siglos.












Website counter Visitas desde 27/06/10



free counters



"Sancte Pio Decime" Gloriose Patrone, ora pro nobis.





Link para escuchar la radio aqui

lunes, 3 de noviembre de 2025

2 de Noviembre: Festividad de los fieles Difuntos

 Nota del Editor: La fiesta de los Fieles Difuntos, se traslada al Lunes siguiente, porque prima el vigésimo primer Domingo después de Pentecostés

    



Tomado del MISAL DIARIO COMPLETO por el P. Luis Ribera CMF, España 1954:







domingo, 2 de noviembre de 2025

DOMINGO VIGÉSIMO PRIMERO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

   

Nota del Editor: La fiesta de los Fieles Difuntos, se traslada al Lunes siguiente, porque prima el vigésimo primer Domingo después de Pentecostés

Amados hermanos en Nuestro Señor Jesucristo:

En este domingo vigésimo primero después de Pentecostés, el Evangelio nos ofrece una parábola que podemos denominar parábola del deudor desaforado. Comenta San Jerónimo que en Siria y Palestina, de modo particular en la provincia de Siria, lugar donde nació Nuestro Señor, la gente era muy dada a comprender las cosas más que por la enunciación de un precepto, por comparaciones con imágenes de la vida real; por eso Nuestro Señor, para demostrar el principio que quiere enseñar a sus discípulos y a todos aquellos que lo seguían, en vez de formularlo, relata esa parábola que al conocerla queda grabada en la mente del pueblo por su fácil comprensión.

El precepto consiste en perdonar a nuestros deudores, así como nosotros tenemos necesidad de ser perdonados por Dios. Es sencillamente lo que pedimos en el Padrenuestro: "Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores"; seremos perdonados en la medida en que perdonemos y no seremos perdonados en la medida en que no perdonemos. Eso es lo que Nuestro Señor quiere mostrar en esta parábola. La desproporción entre la cantidad inmensa de los diez mil talentos que este hombre adeudaba al rey y el rey por pura misericordia le perdona toda la deuda y lo deja libre. Y éste a su vez al consiervo, que le debía una pequeña suma, casi lo estrangula y lo manda apresar para que le pague.

Esa es la moraleja: la imagen muestra la misma situación de cada uno de nosotros con respecto a Dios cuando no perdonamos a nuestros hermanos que nos adeudan poca cosa. Por mucho que consideremos se nos ha hecho en contra, de palabra, obra o como fuere, no sería nada comparado con la inmensa deuda que tenemos con Dios. Deuda inmensa contraída por nuestros pecados y que tiene que ser pagada. Y lo que Dios nos pide es la cancelación de la mínima deuda que tengamos con nuestros posibles acreedores, nuestros prójimos. ¡Qué sencillo es ser perdonado! Y, sin embargo, que difícil es que perdonemos de corazón a los demás, sin rencores, sin que guardemos en el repliegue de nuestra alma el recelo, el resentimiento, y hasta el odio hacia los demás. Esos sentimientos conculcan incluso la paz social, la paz familiar y la convivencia de la sociedad; todo el mal se podría centrar allí en ese odio, en ese resentimiento, en esa falta de perdón; y ¿cómo pretendemos ser perdonados, si no perdonamos? Es absolutamente imposible, porque tendríamos la misma actitud ruin de este deudor desaforado.

Hay que ser ruin para no perdonar al que nos debe poco, cuando nosotros debemos mucho más a Dios y le pedimos clemencia y misericordia. Este es el estado del alma de este deudor que no quiso perdonar a su hermano, y ese estado de ruindad lo ejercemos nosotros cuando guardamos rencor, cuando guardamos odio, cuando no perdonamos de corazón. Y hay que aclarar una cosa: el perdón no es no ver la injusticia; sino el perdonar el mal cometido, lo que se perdona es al pecador, lo que se perdona no es el error, es a quien yerra; se perdona al pecador pero no se hace desaparecer la injusticia ni el pecado ni el mal. Es cosa muy distinta. Y como todos somos pecadores, entonces todos debemos perdonar para merecer en retribución el perdón. Dicho sea de paso, con respecto a la traducción del "Padrenuestro" al español, que expresa con claridad, lo cual por cierto carece el francés, ya que nuestra lengua es mucho más rica y, por tanto, más precisa, cuando en español decimos "perdónanos nuestras deudas" y que ahora erróneamente,
contraviniendo la precisión de una verdad teológica, se reemplaza por "ofensas"; esta nueva versión no especifica con exactitud el sentido que tiene la deuda. Una deuda es un débito que hay que retribuir y la ofensa se perdona pero si no se retribuye el débito queda, aunque la ofensa sea perdonada queda el débito y por eso en la sana teología de la Iglesia siempre se ha distinguido entre la culpa y la deuda, entre la culpa o la ofensa y el débito o deuda que queda. Una persona que muere en estado de gracia, ¿por qué va al purgatorio si están perdonadas sus ofensas? Porque le quedan todas las deudas contraídas por los pecados mortales y veniales; a esto se atribuye la existencia del purgatorio, porque no se ha saldado la deuda, no se es digno todavía de entrar en el cielo, se necesita purificar en el purgatorio la deuda, no la ofensa, a no ser la ofensa de los pecados veniales no perdonados aún.

Vemos, pues, cómo se van borrando en esas malas traducciones las verdades esenciales de la fe católica, se va quitando precisión y no por simple descuido, que ya sería una estupidez, sino porque en el fondo también la nueva teología niega el purgatorio y hasta el infierno. ¡Qué les va a importar ya hablar de deudas! ¿Cuáles deudas? Si "todos somos libres", nadie le debe nada a nadie, si con "la dignidad del hombre", "la libertad del hombre", "el hombre es soberano", "los derechos del hombre", "el hombre con su libertad", ¿qué deudas? Ninguna deuda, toda deuda quedó cancelada. Eso es lo que enseña la teología liberal; barre con las deudas, con el débito que nos obliga a pedirle a Dios, para que a través de los sacrificios, la abnegación y las penalidades, purguemos en la tierra y purifiquemos nuestras almas aquí y no en el purgatorio que será mucho peor. Pero como el mundo de hoy es sordo a lo que no sea confort, goce, sensualidad; nada que comporte sacrificio, abnegación, renuncia; ese es el ideal del hombre moderno: "vivir para gozar", tal es el ideal pagano, ideal del renacimiento, que se llamó Renacimiento porque era el
paganismo que renacía después de la Edad Media; cuando el ideal del cristiano, del católico, es todo lo contrario: merecer el cielo a través del sacrificio, un programa muy distinto.

Para que paguemos, pues, nuestras deudas con Dios, perdonemos las ofensas y las deudas de nuestro prójimo y seremos perdonados. Así cumpliremos con el Padrenuestro, para rezarlo verdaderamente en paz, porque si dejamos esa ruina en el alma y guardamos ese egoísmo, esa falta de perdón, esa falta de generosidad, no podemos rezar en paz con Dios y dignamente el Padrenuestro.

Roguémosle a Nuestra Señora, la Virgen María, que nos dé la capacidad de perdonar a nuestros hermanos y que así Dios perdone nuestros pecados.

PADRE BASILIO MERAMO 
5 de noviembre de 2000

sábado, 1 de noviembre de 2025

viernes, 31 de octubre de 2025

Rito Satánico del "Dia de las Brujas o Halloween"

 


Para Los WICAS, los Druidas, los Celtas, Las Brujas, Hechiceros y Satánicos.  Esta es la noche más importante de sus sectas, debido a que es donde se Hacen Sacrificios específicos para Lucifer, ¿Que casualidad que sea precisamente en vísperas de una de las Fiestas Más importantes de la Iglesia Católica Apostólica Y Romana (Todos los Santos y Fieles Difuntos) y justo a unos días de la Fiesta de CRISTO REY (Ultimo domingo de Octubre)?

El enemigo, nunca a dejado la oportunidad (y así lo ha hecho por siglos) de inspirar a las gentes para que se celebren "festividades" que opaquen la Gloria de la Iglesia. 

Si  regalas dulces, decoras tu casa, disfrazas a tus hijos;  en general das cabida a que "sin quererlo" estés participando de un algo, que puede ser de trascendencia Eterna y No precisamente para la salvación del alma, de un rito Satánico.

El truco o Trato, es una forma de "conciliar con el error" Si hay trato con Satanás para que no haga un daño menor (maldiga la casa, lance un hechizo o aviente huevos) es tanto como "vender el alma".  Ese Desgraciado, algún día pretenderá cobrar el Favor del TRATO.
Y sus días están Contados, así que está ávido de más almas, porque ya esta condenado.

Alberto González
Editor

domingo, 26 de octubre de 2025

FIESTA DE CRISTO REY (ultimo domingo de Octubre, vigésimo domingo después de Pentecostés)

    


Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:
La Providencia divina ha querido que sin estar debidamente acabada esta capilla y a pesar de los trabajos, contratiempos y dificultades se pudiera realizar la ceremonia de hoy, se lleven a cabo estas primeras comuniones y también se celebre el aniversario de los diez años del Colegio en esta fiesta tan importante de Cristo Rey.
Festividad que proclama la realeza social de nuestro Señor Jesucristo, sobre todo en el mundo actual que da la espalda a la Iglesia, a Cristo y a Dios. Por eso su Santidad Pío XI, en 1925, la instituyó a instancias de los cardenales y de otros prelados, viendo la necesidad de concluir prácticamente el año litúrgico con una fiesta que proclamase la realeza de nuestro Señor en el mundo moderno, a pesar de la oposición de la Revolución francesa, de la protestante, de la comunista. Y no era que antaño no se festejara la realeza de nuestro Señor, el seis de enero en el día de la Epifanía de los Reyes magos. Pero era necesario darle más relevancia y por eso la necesidad de hacer una fiesta aparte y así fue que Pío XI quiso, como quien dice, hacer concluir el año litúrgico con esta celebración a nuestro Señor Jesucristo como a Cristo Rey en el último domingo del mes de octubre.

La divina Providencia ha querido que hoy esta capilla tradicional, apostólica y romana hasta los tuétanos y no protestante, no cismática como muchos enemigos quieren hacer ver sino católica, apostólica y romana, realice esa gran fiesta de la proclamación de la primacía universal de nuestro Señor Jesucristo, hoy combatida a la par que es atacada la Iglesia.

Porque la civilización moderna no quiere que Cristo impere, no quiere reconocer que Cristo es Rey del Universo y de las Naciones y ese es el Imperio que Satanás y sus secuaces que no quieren admitirlo; de ahí la pugna, la lucha, el combate que no se ha iniciado hoy sino que comenzó con la primera apostasía de los ángeles malos que no quisieron reconocer a nuestro Señor; esto lo dice el cardenal Pie resumiendo a los santos Padres de la Iglesia, porque les fue manifestado que nuestro Señor se encarnaría y la segunda persona del Verbo se haría hombre y eso fue lo que no pudo admitir Satanás, humillarse ante un hombre que también es Dios.

Ese combate continuó al rebelarse los hombres contra la revelación primitiva y por eso cayeron en el paganismo. Suscita entonces Dios un pueblo tenaz como el judío para que se mantenga esa promesa que sin embargo los judíos traicionan condenando a nuestro Señor y matándolo en la Cruz. Y la lucha continúa a través de los siglos: los mártires de la Iglesia primitiva y todas las revoluciones que se han sucedido con todas sus herejías, hasta la última, la gran apostasía para los últimos tiempos en los cuales ciertamente estamos viviendo y que por eso se da un combate tan atroz contra todo lo que se proclame verdaderamente católico, verdaderamente de Dios.

De ahí también, como lógica consecuencia, la batalla contra la Tradición de la Iglesia católica y contra nosotros, contra monseñor Lefebvre, que no hizo sino guardar el testimonio fiel de la Santa Misa, de la Santa Tradición de la Santa Iglesia católica, apostólica y romana aunque les pese a muchos obispos, a muchos cardenales y a muchos prelados que se dicen católicos pero que no profesan la doctrina de la religión católica. Uno de los dogmas de la religión católica que no profesan es precisamente el de la realeza universal y social de nuestro Señor Jesucristo. Por eso no quieren que las naciones se confiesen católicas y a eso se debe la libertad religiosa y el ecumenismo. Por lo mismo la igualdad con las falsas religiones; todo esto es una herejía, una apostasía a los ojos de la fe católica, apostólica y romana. Tengámoslo muy en cuenta, mis estimados hermanos, y no claudiquemos en la fe, para defender a Cristo, a la Iglesia, para ser los fieles testigos de nuestro Señor.

Nuestro Señor es aclamado también en el día de ramos, pero en el de la crucifixión fue incluso abandonado hasta por sus apóstoles más queridos; solamente estaban con Él nuestra Señora con algunas mujeres que la rodeaban y acompañaban junto con San Juan; pero nuestro Señor estaba allí solo.

Es muy fácil estar con la Iglesia y con nuestro Señor cuando todo va bien, cuando todo es gloria, pero cuando viene el combate, la lucha, la oposición, la contradicción y sobre todo la proclamación y la confesión íntegra de la fe rechazando todos los errores, entonces ¡ay, oh escándalo fariseo!, desaparecen los amigos, el clero, desgraciadamente para asociarse al mundo impío que reniega de nuestro Señor, que no quiere pertenecer a Cristo y no quiere pertenecer a Dios. Esa es obra de la judeomasonería, por eso las Naciones Unidas no quieren proclamar la realeza de nuestro Señor sino que están auspiciando el reinado del anticristo y eso hay que decirlo para que nosotros no nos añadamos a esas filas de apostasía que terminarán en el reinado del anticristo; por eso todos los gobiernos del mundo y de las grandes potencias no quieren ya ser el brazo de la Iglesia; peor aún, esos reyes y poderosos del mundo quieren que la Iglesia se haga su cómplice.

He ahí el drama, la división, la oposición que el mundo, que Satanás, que es el príncipe de este mundo gane para su causa al clero, a los ministros de la Iglesia y logre socavar desde dentro la Iglesia católica, apostólica y romana. De allí la gran importancia de defender la fe. La misma en la que hemos sido confirmados, la de la Iglesia. No creer como hoy se cree, que uno se salva en cualquier religión, que ya no hay infierno, que la Iglesia católica no es la única arca de salvación y tantas otras cosas que hoy parecieran dogmas comúnmente admitidos por todos, pero que son verdaderas herejías que conculcan la infalibilidad de la fe católica, apostólica y romana.

Por eso nosotros conservamos la santa liturgia tradicional, la Santa Misa de siempre, porque allí donde hay culto hay sacrificio y eso fue aun hasta en el paganismo, y ese sacrificio, ese verdadero culto es el de la Cruz, renovado sobre los altares; no es una sinapsis, no es una cena, por eso sacaron el altar y colocaron una mesa, sino el sacrificio de la Cruz renovado incruentamente, sacramentalmente bajo las especies del pan y del vino, que es el mismo de nuestro Señor en la Cruz.

Eso no puede cambiar y si sucede, es porque se ha alterado la Iglesia y la fe; se han renovado Cristo y Dios. Estos son inamovibles, son eternos. Por eso la Iglesia, aunque está en este mundo, vive en la eternidad de la verdad de Dios y de las cosas de Dios y en esa realidad debemos vivir y morir nosotros para ser de Dios. Por eso, estos niños que hoy van a hacer su primera comunión deben estar bien preparados sabiendo que reciben el cuerpo, sangre, alma y divinidad de nuestro Señor Jesucristo, que es la segunda persona de la Santísima Trinidad; no hay que olvidarlo, porque si uno sabe que cuando comulga recibe al Rey de los cielos y de la tierra, el cuerpo, sangre, alma y divinidad de nuestro Señor Jesucristo, ¿cómo es posible que le recibamos de pie, en la mano o en pecado mortal o viviendo en concubinato o creyendo que con el matrimonio civil se está casado? Eso es absurdo.

Todo esto pasa porque se está perdiendo la fe, mis estimados hermanos, la fe en las cosas esenciales de nuestra santa religión, de nuestra santa madre la Iglesia. Y eso es lo que nosotros queremos mantener y proclamar para seguir siendo fieles a nuestro Señor y a la santa madre Iglesia católica, apostólica y romana; no es más, simplemente eso. Y quizás nos cueste el martirio, porque proclamarlo y no callar ante un mundo como el de hoy no es posible sin que haya que verter la sangre. Por lo que todo católico fiel a nuestro Señor debe tener esa entrega de corazón a imitación de Él que dio su sangre en la Cruz por nosotros, y si es necesario, nosotros la demos para no claudicar en la fe y proclamar la realeza universal y primacía de nuestro Señor Jesucristo sobre todo el Universo.

Debemos, pues, pedir en esta Misa de primeras comuniones por estas almas tiernas que tienen la fe, para que conserven la pureza, para que no se manchen por el pecado, como lo deseó San Pío X cuando permitió que todo niño que tuviese entendimiento comulgara no un pedazo de pan sino el cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, e hiciese la primera comunión para que antes de caer víctima de Satanás por el pecado, fuese primeramente nuestro Señor quien reinara en esa alma pura.

Si nosotros hemos perdido esa pureza, debemos encontrarla a través de la oración, de la penitencia, del sacrificio y no vivamos de placer en placer como quisiera el mundo de hoy, en que todo es sensual; para eso están la técnica, la televisión, el cine, la radio, los dineros, todo conspira para que vivamos como paganos pensando en la comodidad y no como católicos que estamos en esta tierra de paso para merecer el cielo a través del sacrificio, la oración, la abnegación; para eso es que vivimos aquí, no para ser artistas, no para ser grandes personajes, no para ser ricos, millonarios, famosos o poderosos o lo que fuere, sino para ser buenos hijos de Dios; eso es lo que siempre ha predicado y predicará la Iglesia católica.

Pidamos a nuestra Señora, la Santísima Virgen María, nos proteja, que nos conserve en el amor divino, en el verdadero y no en la falsa caridad filantrópica masónica que hoy se nos quiere imponer y que es un puro sentimentalismo pero que no es verdadero amor de Dios, al punto de sacrificar la vida si es necesario por nuestros amigos. Que sea nuestra Señora la gran protectora, porque Ella permaneció de pie en la crucifixión de nuestro Señor Jesucristo y estará de pie en esta segunda crucifixión de nuestro Señor en su Cuerpo Místico, la Iglesia hoy perseguida, combatida; será Ella entonces nuestro sostén y nuestra abogada. A la hora de la muerte, será también Ella la que nos procure la gracia de la perseverancia final que es lo que rezamos todos los días al decir el Avemaría y al decir el santo Rosario. Supliquemos entonces a Ella que nos mantenga en ese fervor y en esa verdadera caridad y amor de Dios. +

P. Basilio Méramo
26 Octubre de 2002

domingo, 19 de octubre de 2025

DOMINGO DECIMONOVENO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

   


Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:
Vemos cuántas veces en las Escrituras aparece la imagen de las bodas, de las fiestas, de los convites, y nos podemos preguntar el por qué pareciera que a Dios le place tomar esa imagen, aunque aquí en ésta vemos también lo desmesurado de la parábola, y el fin, diciendo: “Muchos son los llamados y pocos los escogidos”, que presenta bastante dificultad para interpretarla. Pues bien, no olvidemos que en los convites, en las bodas, se manifiesta la alegría, la caridad, la amistad, la generosidad de compartir un momento crucial de la vida con el prójimo, con los conocidos, con los familiares, y esa es la razón por la cual se toma muchas veces esa imagen de los festines y de las bodas.

También recuerdan las bodas esa unión de nuestro Señor como Verbo Encarnado en la naturaleza humana, unión entre el Verbo y la naturaleza humana, la unión que hay de nuestro Señor con el alma, entre nuestro Señor y su Iglesia y entre la Iglesia y nosotros; todo eso asemeja esa unión de las bodas.

Y vemos cómo los invitados no acuden, no hacen caso. El rey manda a buscar por las calles, buenos y malos, y cómo se escandaliza, se enoja porque uno solo es hallado sin vestidura nupcial y lo manda afuera, donde es el llanto y el rechinar de dientes. Nos asombra, pero hay algo de ello referido al pueblo judío quien fue el primero, el llamado en primer lugar y no aceptó, es más, ultrajó y mató a nuestro Señor. Y los llamados después, buenos y malos, son los gentiles, los otros pueblos distintos al pueblo judío; así que en la significación de la parábola es clara la alusión. Vemos además en otros pasajes donde dice que “los primeros serán los últimos y los últimos los primeros”. Pero lo que más asombra es cómo el rey saca de entre todos estos convidados a uno solo; termina rematando la parábola “muchos son los llamados y pocos los escogidos”.

Es quizás uno de los pasajes más difíciles de interpretar por los errores a que ha dado lugar, y el primer gran error cometido por la predicación común es el de decir enseguida que se refiere a que no todos se salvan porque muchos son los llamados y pocos los escogidos, siendo los que se salvan pocos. Esa es la interpretación común, de la que desgraciadamente los jesuitas han hecho una bandera, con el ánimo bueno de querer convertir a la gente, pero yo no puedo convertir a la gente con cosas que no son ciertas, ni reales ni verdaderas.

Puede ser que se salven pocos o que se salven muchos, en realidad y con exactitud nadie sabe si se salvan los muchos, otra cosa es que presumamos por los hechos y acontecimientos que vemos. Cuánta gente vive en el pecado y si muere en ese estado se condena; pero de allí a hacer de este texto la palabra infalible de que son pocos los que se salvan, es una tontería exegética, porque sencillamente si se toma de modo literal sería un grave error, ya que muchos no son los llamados, sino que son absolutamente todos. Entonces ya vemos que esa interpretación al pie de la letra no se puede aplicar, pues el evangelio estaría cometiendo un error gravísimo.

Las Escrituras y nuestro Señor no han querido decir nada explícitamente, luego es un error interpretarlo de ese modo, quizás con buenas intenciones, y puede ser que muchos nos condenemos, pero lo que no puede decirse es que esa afirmación es normal, y está basada en las Sagradas Escrituras, porque cuál no sería la desesperación si el mismo Señor misericordioso nos dice que vamos a ser pocos los que nos salvamos realmente, y sobre todo viendo el mundo cómo anda se haría más pesada nuestra cruz, por eso es un error grave. Está bien que el miedo al infierno sea una espuela, un acicate, un aguijón para que no pequemos, pero otra cosa es que hagamos decir a las Escrituras tonterias en el nombre de la palabra de Dios y que eso campee como cátedra normal dentro de la Iglesia y que los predicadores, como vedettes de turno, se repitan unos a otros sin profundizar en las Escrituras y lanzándose a predicar sin pensar en lo que dicen, sin suficiente preparación.

Es un deber prepararse para predicar pues la gran crisis que vivimos hoy, esa degeneración en el clero, es por falta de instrucción doctrinal y espiritual, instrucción moral porque lo uno va con lo otro.

Querer interpretar este pasaje literalmente es absurdo, además, porque no son muchos los que son llamados, son y somos todos los hombres, sin excepción. Dios no llama a unos a salvarse y a otros a condenarse, esa es la herejía del protestantismo de Lutero, el mismo error que cometió Calvino con la predestinación, según la cual unos son determinados al cielo y otros al infierno. “Los que tienen dinero y son ricos y poderosos como los gringos y los pueblos anglosajones del norte; esos se salvan y los pobres del sur, los colombianos, los latinoamericanos y pueblos del sur, esos son unos bobos que se condenan porque la gracia de Dios y la predestinación de Dios se ve en las riquezas; es el poder que Dios les da en este mundo”; esa es la mentalidad protestante derivada del judaísmo.

La famosa historia del Santo Job, “tú eres culpable porque has perdido las riquezas, luego Dios te ha castigado porque eres un maldito”, y el Santo Job decía: “Puedo ser pobre y, sin embargo, no ser un maldito”, porque la gracia de Dios no se palpa en las riquezas ni en el poder de este mundo como creen los judíos y las naciones judaizadas; error gravísimo porque solamente se predestina al cielo y no al infierno; entonces no son muchos los llamados al cielo, a la vida eterna sino que somos todos, aunque no todos desgraciadamente respondamos.

Vemos entonces que la interpretación al pie de la letra, no cabe en este pasaje; es más, el mismo contexto nos dice que uno solo fue el que se condenó, no fueron pocos, fue uno solo de tantos convidados; luego salta a la vista la contradicción de aplicar ese “pocos” a los que se salvan porque el que se condenó, según la parábola, fue uno solo. Queda claro que esa no es la exegesis correcta aunque sea la más predicada, la más difundida y eso conviene tenerlo en cuenta para que veamos cómo el error se introduce por inadvertencia, por falta de preparación, por no profundizar y predicar sin estudio previo. Vale más decir no entiendo y con eso no me meto a dar explicaciones erróneas, porque aunque el fin sea bueno, no justifica como medio una explicación si no es buena, si no es correcta, si no está basada en el texto, porque el mismo ejemplo y el mismo texto me dicen otra cosa.

En otros pasajes no se dice si son muchos o pocos los condenados sino la mitad exactamente, como en el caso de las diez vírgenes, cinco necias y cinco prudentes; cinco se salvan y cinco se condenan. Entonces vemos que tampoco son muchos ni pocos sino exactamente la mitad, y quedamos así en que en esta parábola uno solo se condena, y en la de las diez vírgenes, la mitad se condena; luego no se le puede hacer decir al texto lo que el él por sí mismo no dice. Hay más, en otro pasaje de San Mateo se habla, en el capítulo 20, 16, anterior a este pasaje, haciendo alusión a las mismas palabras de “muchos los llamados y pocos los escogidos”, hablando de lo difícil que es encontrar el camino angosto que va al cielo –“ancho es el camino de la perdición”–; y de lo mismo en otro pasaje, también, se hace alusión.

Por eso, Santo Tomás en su comentario al evangelio de San Mateo dice que estas palabras, “muchos los llamados y pocos los escogidos”, se refieren a que los escogidos son los pocos que hacen buenas obras, los pocos que encuentran el camino angosto que lleva al cielo; en consonancia con esto que dice Santo Tomás haciendo alusión a los dos pasajes anteriores, el padre Castellani dice que en la elección divina hay muchos planos: los electos por antonomasia que son los santos, como diría Santo Tomás, los que hacen buenas obras pero de un modo heroico; después están los píos, los buenos, hay toda una gradación.

Esos pocos elegidos o escogidos no significa, necesaria ni literalmente que son los que se salvan, los elegidos de Dios en sus diferentes planos de bondad, de santidad, de perfección, que no son muchos sino pocos; pues muy pocos son los que “huyen del mundanal ruido para seguir la escondida senda por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido”. Es la historia de la lucha entre el bien y el mal; es mucho más fácil hacer el mal, pero es mucho más difícil vivir haciendo el bien, incluyendo a quienes nos hacen el mal, sabiendo perdonar y olvidar dejando el juicio a Dios. Esa sería una interpretación en sentido verdaderamente espiritual, sabiendo que todos estamos llamados, pero que dice “muchos”, justamente para no caer en esa interpretación rigorista y literal que toma escogidos y elegidos por salvados y que pensásemos que Dios afirma que son pocos; lo cual ya nos obliga a matizar y ese matiz lo damos tomando elegidos no por salvados, sino por los grados de elección divina que hay siendo varios planos y siendo los elegidos por antonomasia los santos, los que hacen buenas obras, que son pocos, los que encuentran el camino que lleva a la vida eterna, que es angosto y difícil. Pocos son los verdaderos santos.

También dice Santo Tomás que el camino espiritual es oculto porque es mucho más fácil el camino de la carne, del mal, de la pasión, mientras que las cosas espirituales son más difíciles y en ese sentido las Escrituras hablan de un camino o de una vía oculta; así quedaría resuelta esa gran dificultad que presenta este pasaje y el otro paralelo a éste cuando manifiestan las Escrituras que muchos son los llamados y pocos los escogidos o los elegidos.

Estaría en consonancia también con San Luis María Grignión de Montfort, como Santa Teresa, como San Juan de la Cruz, que muestran que son pocos los que llegan a esa perfección, a esa vida de unión con Dios, a esa santidad; que son pocos también los que sin llegar a ser santos son buenos. La interpretación de este pasaje nos muestra el interés que debe despertar en nosotros esa vida de santidad, esa vida de buenas obras, esa vida de unión con Dios a la cual Él nos llama como a unas bodas, pero que pocos, muy pocos consiguen y logran, porque realmente pocos son los que abandonan todo, los que desprecian todo para amar a Dios sobre todas las cosas y tenerlo a Él como su todo.

Pidamos a nuestra Señora, la Santísima Virgen María, que como ninguna otra criatura estuvo más unida a Dios, a su Hijo que era Dios y al cual Ella dio la naturaleza humana, que tiene su carne, su sangre, sus huesos, y así unida por esa maternidad divina Ella estaba íntimamente ligada a Dios nuestro Señor; que Ella nos ayude para que podamos encontrar esa vía de la santidad y perfección y llegar a esa unión a la cual Dios nos llama
. +

P. BASILIO MERAMO
14 de octubre de 2001

lunes, 13 de octubre de 2025

El milagro del Sol en Fátima, conmemoración de 108 años

   


 A ciento seis años del gran milagro del sol , anunciado con antelación por la Santísima Virgen María a los tres pastorcillos en Fátima,  todo esta a punto  para la gloriosa Parusía de Nuestro Señor JesuCristo.

     ¿A caso encontrara la Fé a su regreso?

     ¿Cuantos aun conservan el precepto  CUANDO VIEREIS INSTAURADO EN EL LUGAR SANTO A LA GRAN ABOMINACIÓN ANUNCIADA POR DANIEL... SI  ALGUIEN OS DICE QUE ESTA EN EL FONDO,  (acuerdistas felones de melcocha), O SI OS DICEN  QUE  ESTA  EN EL DESIERTO (Sedevacantistas de pacotilla)..  !!!  Falsos cristos y falsos profetas  de merd !!!  tienen a fuerza de  una  falsa  "necesidad de apoyo sacramental sentimentaloide"  pero sin  fe,  a la otrora grey DIVIDIDA  ya sea en el desierto o ya sea en el fondo de la casa???

   ¿Cuanta  ignorancia  hasta por supercheria en torno a las malas interpretaciones incluso de profecías  serias y mal entendidas???

   La convergencia (del griego original),  de los falsos  hebreos,  tergiversada  de la diáspora iniciada en 1948, trucada por una expectativa de una conversión del pueblo deicida.

    La señal del hijo del hombre  en el Cielo,  confundida por la  Cruz,  que es la señal  de la pasión y de la redención, que  empero,  no  es  señal  de que  EL HIJO  DEL  HOMBRE,  como lo  es  precisamente  la  Santísima Virgen  María, (con dos posibilidades de facto),  en Fátima en el milagro del Sol  se apareció realmente en  el cielo,  siendo  esta,  la única vez  en la que apareció  en el cielo,  (la Señal del  hijo del  hombre).

    En Portugal  se conservara el DOGMA de la Fé,  y no son pocos  quienes interpretan en sus lenguas y a su estilo,  sin  entender,  que los pastorcillos  Portugueses entendían el portugués como lengua Nativa,  y que en tal idioma, "PORTUS CALOS", significa  en el Puerto Hermoso,  y quien mas podría ser la Madre  del  Amor Hermoso,  y  su devoción,  ¿quien  nos  ayudara  a  conservar  LO QUE SE DEBE CREER DE LA ÚNICA Y VERA RELIGIÓN DEL ÚNICO  Y VERDADERO DIOS??

   ¿Quien se pone a pensar un poco en San Malaquías tratando de entender,  que específicamente los lemas unidos  en el original,  entre la gloria del Olivo, (la rata cantante),  en la persecución  extrema con el Pedro Romano, (un simple y estúpido seglar),  al estar unidos  en la profética escritura,  también lo actualizan en esta segunda mitad  del MEDIO TIEMPO  MAS  del periodo anticristiano?.(Un tiempo de Juan 23), (dos tiempos de JP´s)  y medio tiempo mas de La bestia terrena (rata cantante) Maledicto 666.  Tras el periodo de los siete reyes del libro de la revelación.

    Podríamos escribir incluso un libro con todas las actualizaciones del referido libro de San Juan,  pero lo mas probable es que sea  tan  inconcuso  como intentar convencer a Williamson y Cerdiani,  de que se arrepientan de sus falsas  resistencias,  y se enmienden,  o  Bernard Felon,  de su traición,  al igual que a "Degarraleta"  o a Toser del malhareis"  y la pregunta YA EN EL TIEMPO NETAMENTE PARUSIACO, no dejaría de existir.

¿ A CASO ENCONTRARA LA FE?

SEA PARA GLORIA DE DIOSAlberto González


NOTA: Recomendamos el video de este link: https://youtu.be/RFlhwStkbqk

domingo, 12 de octubre de 2025

DOMINGO DECIMOCTAVO DESPUÉSDE PENTECOSTÉS

  


Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:
En el evangelio de esta Misa vemos la continua y permanente disputa, oposición y rechazo hacia nuestro Señor Jesucristo por parte de los dirigentes del pueblo elegido, de de los judíos que eran los fariseos, los escribas, los doctores de la Ley y quienes en primer lugar tenían que informar al pueblo para que reconociesen en nuestro Señor al Mesías anunciado por los profetas a través de todo el Antiguo Testamento. Este permanente rechazo los lleva a cambiar el sentido de las Escrituras claudicando su misión; es así como finalmente acaban condenando y crucificando a nuestro Señor. Ese hecho perdura hasta el día de hoy, cada judío al llegar al uso de razón en que se adhiere al judaísmo, rechaza a nuestro Señor Jesucristo y se convierte en su enemigo personal. Y no nos asombre esto sobre todo hoy, cuando se trata de disipar la oposición entre las falsas religiones y con los judíos en particular, siendo ellos los promotores de tantas herejías, instrumentos de Satanás y los destructores principales de la Iglesia y del reino de Dios.

Es una falta de atención no reconocer al enemigo, y no al nuestro, sino al de Dios, pues desconociendo al contrario difícilmente se escapará de sus garras. La Iglesia está siendo judaizada, entregada en manos de los judíos a través de todas las ideologías que han promovido la revolución y la masonería. La famosa Revolución francesa fue producto de la masonería, del judaísmo, y todas las constituciones de los Estados modernos se basaron en esa revolución anticatólica, anticristiana. Es el judaísmo quien ha promovido el protestantismo de Calvino, con toda esa teología protestante de la predestinación; es el judaísmo el que ha promovido en el Vaticano II la libertad religiosa y el ecumenismo para que la Iglesia pierda su identidad y caiga en manos del traidor. Y eso con la anuencia de los pastores, de la jerarquía, con lo cual se llega a repetir la historia en el tiempo, la historia de cuando vino nuestro Señor y encontró que los pastores y la misma jerarquía de la sinagoga, en vez de adoctrinar al pueblo, lo hicieron sucumbir en la apostasía que culminó con la crucifixión de nuestro Señor. Por eso la Iglesia no se cansa de mostrar a través del evangelio esa oposición y esa asechanza permanente.

Vemos cómo a nuestro Señor lo tildan de blasfemo, porque, quién si no sólo Dios puede decir que perdona los pecados. Ellos sabían y conocían que sólo Dios puede perdonar los pecados, entonces, una de dos, o nuestro Señor era un blasfemo o era Dios. Sin embargo, aun mostrándoles a través de un milagro que tenía el poder de Dios y que perdonaba al paralítico, en vez de concluir que era Dios, lo rechazan. Por eso nuestro Señor les replica: ¿Qué es más fácil decir: Perdonados te son tus pecados, o bien: Levántate y anda? Lo difícil no es decirlo, es hacerlo, y nuestro Señor hizo las dos cosas, lo hizo levantar y le perdonó los pecados, con lo cual afirmaba implícitamente que era Dios; porque solamente Dios puede perdonar los pecados, y solamente un blasfemo podía decir yo te perdono los pecados, si no era Dios, o si no lo hacía en el nombre de Dios, como los sacerdotes en el sacramento de la penitencia. Quedaba claro, patente, para los judíos, que nuestro Señor sí se atrevió a decir que perdonaba y curó al paralítico; la conclusión era que Él era Dios, era el Mesías.

Se puede preguntar ¿por qué nuestro Señor no lo afirmaba abiertamente? ¿Por qué no decía abiertamente que era Dios? Hay que tener en cuenta que el mundo estaba imbuido de paganismo, y la prueba de ello es que su gente quiso idolatrar a San Bernabé y a San Pablo cuando vio la majestad de sus personas hablando de Dios. Lo mismo hubiera ocurrido con nuestro Señor, le hubieran tomado por uno de esos dioses de la mitología griega, pero no lo hubieran tomado por el verdadero Dios. Los judíos rechazaban ese paganismo y estaban opuestos a esa idolatría, entonces nuestro Señor no podía decirlo, ni para que los judíos por un lado tuvieran piedra de escándalo, ni para que los paganos lo tomaran por uno de esos dioses de la citada mitología griega. Por eso la revelación tenía que hacerse paulatina, pausada, indirecta e implícitamente al principio, para decirlo después de modo explícito; para que lo reconocieran como al verdadero Dios.

Pero nada de todo lo anterior hizo que los judíos, excepto unos pocos, una minoría, lo aceptasen, mientras que el pueblo siguiendo a sus dirigentes condenó y crucificó a nuestro Señor. Por lo mismo, no nos debe extrañar que si eso pasó en la sinagoga que era la Iglesia de Dios del Antiguo Testamento, pase ahora en la Iglesia que es la Iglesia de Dios, dirigidos al igual que los judíos, por dirigentes que tergiversan la palabra de Dios, que le cambian el sentido y que conducen al pueblo, desgraciadamente, al error y a la apostasía. Hay que recordarlo, mis estimados hermanos, la Iglesia es infalible, es indefectible, no puede haber error en ella. Y esa que hoy se presenta como Iglesia católica jerárquicamente, oficialmente, públicamente, está llena de errores, no hace falta que sean herejías, sino simplemente errores y éstos no pueden tener cabida en la Iglesia, que es inmaculada. Como institución no puede predicar el error y los fieles no pueden tener una fe errónea porque habría claudicado Dios, habría claudicado la Iglesia. Es lamentable; ni aun puede permitirse teológicamente el error porque la Iglesia es infalible, los fieles no pueden creer en errores tales como ese de que todas las religiones salvan; no pueden creer que lo que antes era pecado ya no lo es; eso es destruir el concepto de pecado por una subjetivación del bien y del mal, de la moral. No se puede creer en la libertad religiosa, no se puede creer en el ecumenismo aunando a todos los hombres “sin dogmas que dividan”; no se puede pretender una paz que no esté fundamentada en Cristo Rey; y no hace falta decir que sean herejías, sino simplemente errores, porque el error no puede tener cabida y mucho menos la herejía.

Entonces, una Iglesia que se diga católica no puede albergar en su seno ni en la jerarquía ni en sus fieles una concepción errónea del dogma y de la fe católica, y si los presentan, mis estimados hermanos, desgraciadamente hay que decirlo, es porque hay una escisión dentro de la Iglesia; y aquellos que profesan el error, no digo una herejía, el simple error en lo concerniente a la fe, no pueden ser la Iglesia Católica que es una, es santa, y es verdadera. Es un problema muy grave, pero la infalibilidad, la indefectibilidad, la santidad de la Iglesia así lo exige, o si no, ¿qué pasaría? Sencillamente, que no todo aquel que dice ¡Señor, Señor! pertenece a Dios. Hay que conservar la pureza de la fe, y la Iglesia existe allí donde está la fe pura e inmaculada. No se trata solamente de los pecados de los miembros de la Iglesia como hombres pecadores, sino que se trata de la doctrina, que es una cosa muy distinta. Por eso, lamentablemente, hay una reducción de la Iglesia que nos cuesta admitir; pero por nuestro propio bien, no puede haber equivocación en la Iglesia, y si se diera, es porque allí, en esa parte, se ha desgajado de la verdad, se ha separado de nuestro Señor.

Por eso dice San Pablo en la epístola de hoy, epístola eminentemente apocalíptica porque hace alusión a la segunda venida de nuestro Señor: “De todo estáis ricos a causa de Él, en toda palabra y en toda ciencia, por haber establecido firmemente en vosotros el testimonio de Cristo. De manera que nada os falta en ninguna gracia, ya que esperáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día del advenimiento de nuestro Señor Jesucristo”. Nos ha dado toda la verdad y toda la ciencia para que perseveremos en su testimonio y así Él nos mantendrá hasta que venga para que tengamos viva nuestra esperanza, ¿en qué? En la segunda venida de nuestro Señor, y esa debe ser nuestra esperanza. Él es el único que puede ordenarlo todo, porque estamos ante una Iglesia llena de errores y eso es un contrasentido.

Quiero decir, entonces, que no todo aquello que hoy se dice Iglesia católica lo es; no todo el que dice ¡Señor, Señor! entrará en el reino del cielo. Iglesia católica no es un nombre; yo no puedo ser católico si no profeso la fe de siempre y dejo de serlo si profeso la fe modernista de hoy. Esto que se nos presenta como la Iglesia, no puede serlo porque está llena de errores, porque la Iglesia es infalible, indefectible y de ahí que nuestro Señor nos advirtiera acerca de la gran apostasía, de la pérdida de fe para estos tiempos apocalípticos, próximos a su segunda venida y del pequeño rebaño al que quedará reducida la Iglesia, la verdadera Iglesia. Pues, como dice San Agustín, que la Iglesia de Dios está allí donde están los verdaderos fieles de Cristo, los verdaderos fieles, esa es la verdadera. La Iglesia no puede ser infiel y por eso debemos pedirle a Dios y a nuestra Señora como la Madre de Dios, que nos asista en esta hora tan dura, tan cruel, en esta pasión de la Iglesia, para que no claudiquemos en la fe que nos viene de la Santa Madre Iglesia, y para que no nos dejemos llevar de una Iglesia falsificada, judaizada.

Y esta petición que hacemos a Dios es porque sabemos que en Roma impera el judaísmo, y a eso se deben los crímenes por poder y por dinero aun dentro de la misma guardia suiza que es la guardia personal del Papa. La intriga, esa lucha entre la masonería y el Opus Dei, que es otra masonería dentro del Vaticano –basta leer para enterarse–. Desgraciadamente, algunos libros no muestran sino lo sucio, como quien mira un basurero, en eso se ha convertido el Vaticano, en un lugar donde no solamente se cometen asesinatos, sino donde también se ventilan entre cardenales vergonzosas intrigas de homosexualidad. ¿Y todo esto por qué y para qué? Para que no tengan el valor de hablar como yo lo estoy haciendo, porque les enrostrarían sus delitos, tales como “usted es así” u otros más. Últimamente se han editado dos libros, uno intitulado “Los crímenes en el Vaticano”, que comenta por qué se mató al capitán de la guardia suiza, a otro suizo y a su mujer; y otro libro anterior que también hablaba del Vaticano; nada de eso es bueno para la Iglesia. Pero desgraciadamente pasa, ¿y por qué no darnos cuenta de la miseria que ha entrado en el Vaticano? Ya lo anunció la Santísima Virgen María. Ella lo dijo: “Roma perderá la fe y será la sede del Anticristo”.

Y ¿qué pasará entonces con la Iglesia?, ¿será destruida? No, señores, porque la Iglesia es indefectible hasta el fin de los tiempos. Serán dos, una legítima y otra falsa que aparentará ante el público y el mundo que es la verdadera, pero la conoceréis por los frutos y los frutos son malos. La verdadera Iglesia, la perseguida, la del silencio, es fiel a la tradición católica, apostólica y romana. Estos conceptos se deben manejar claramente para no sucumbir ante el error y sobre todo no claudicar en la fe. Tengamos en cuenta las profecías, seamos católicos despiertos, vigilantes, no seamos idiotas útiles ni dormidos, no seamos perezosos. A Dios rogando y con el mazo dando, dispongámonos a dar la vida, la sangre, por amor a Dios y a la Iglesia católica aunque hoy la veamos convertida en cueva de ladrones. Esa podredumbre inocultable en razón de crímenes donde están en juego millones de dólares dentro del mismo Vaticano, son los hechos. Que después pretexten pasiones meramente personales, es ocultar la verdad, es otra cosa. No debemos escandalizarnos... “porque no puede menos de haber escándalos: pero ¡ay de aquel por quien viniere el escándalo!”. +

BASILIO MERAMO PBRO.
15 de octubre de 2000

martes, 7 de octubre de 2025

7 Octubre Batalla de Lepanto

 




LA BATALLA DE LEPANTO

La batalla de Lepanto fue un combate naval de capital importancia que tuvo lugar el 7 de octubre de 1571 en el golfo de Lepanto, frente a la ciudad de Naupacto (mal llamada Lepanto), situado entre el Peloponeso y Epiro, en la Grecia continental.

Se enfrentaron en ella los turcos otomanos contra una coalición cristiana, llamada Liga Santa, formada por los reinos de las Españas, Venecia, Génova y los Estados Pontificios. Los cristianos resultaron vencedores, salvándose sólo 30 galeras turcas. Se frenó así el expansionismo turco por el Mediterráneo occidental. En esta batalla participó Miguel de Cervantes, que resultó herido, sufriendo la pérdida de movilidad de su mano izquierda, lo que valió el sobrenombre de «manco de Lepanto». Este escritor, que estaba muy orgulloso de haber combatido allí, la calificó como «la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros».

Antecedentes de la Liga SantaEn 1570, después de unos años de tranquilidad, los turcos inician una expansión atacando varios puertos venecianos del Mediterráneo Oriental. Atacan Chipre con 300 naves y ponen sitio a Nicosia.

Venecia pide ayuda a las potencias cristianas, pero sólo el papa Pío V les responde. El Papa consigue convencer al rey de España para que también ayude, y se forma una armada para enfrentarse a los turcos. Esta armada se reúne en el puerto de Suda, en la isla de Candia (Creta).

Por parte veneciana hay 136 galeras, 11 galeazas y 14 naves, al mando de Jerónimo Zanne, Antonio de Canale y Jacobo Celsi.
Las fuerzas pontificias constan de 12 galeras al mando de Marco Antonio Colonna.
Felipe II aporta 50 galeras mandadas por Juan Andrea Doria (sobrino del fallecido Andrea Doria), que debía ponerse a las órdenes de Colonna.
En total suman 187 galeras, 11 galeazas, un galeón, 7 naves más, con un total de 1.300 cañones y 48.000 hombres, de los que sólo 16.000 son gente de guerra.

Mientras los generales cristianos discuten la forma de hacer frente a la situación, el 9 de septiembre los turcos toman Nicosia. Juan Andrea Doria, al ver que no hay acuerdo posible entre las fuerzas cristianas, decide volverse a Sicilia el 5 de octubre.

En su regreso a sus bases, las fuerzas venecianas y pontificias sufren un temporal en el que se pierden 14 de las galeras venecianas.

El Papa y Venecia culpan al almirante español del fracaso de la operación.

Los motivos de Juan Andrea Doria para no emprender un ataque contra fuerzas turcas superiores se basaban en el mal estado de las dotaciones y del armamento de las galeras de Venecia.

La Liga Santa
La armada aliada estuvo al mando de don Juan de Austria, secundado en la armada real por Álvaro de Bazán, Luis de Requesens y Juan Andrea Doria, mientras que la veneciana iba capitaneada por Sebastián Veniero y la pontificia por Marco Antonio Colonna. Entre todos reunían más de 200 galeras, 6 galeazas y otras naves auxiliares. La escuadra turca —al mando de Alí Bajá (señor de Argel y gran marino a las órdenes del sultán turco Selim II)— contaba con 260 galeras.

Ante el fracaso de esta expedición, Pío V reúne a plenipotenciarios reales y venecianos para tratar de tomar medidas efectivas contra la expansión turca por el Mediterráneo. Las discusiones se centran sobre las misiones de la Liga y la duración de la concentración de fuerzas, con posturas encontradas entre venecianos y de las españas. Los primeros quieren restringir su ámbito al Mediterráneo Oriental, mientras que los españoles quieren incluir las costas del norte de África.

Gracias al empeño personal del papa, el 24 de mayo de 1571 se llega a una solución de compromiso:

La duración será ilimitada.
Servirá tanto para atacar a Turquía como para atacar las plazas turcas del norte de África.
La armada estará formada por 200 galeras, 100 naves, 50.000 infantes y 4.500 jinetes.
Esta armada deberá estar preparada para entrar en acción en abril de cada año.
España sufragará tres sextos de los gastos, Venecia dos sextos y la Santa Sede el sexto restante.
El generalísimo de la liga será Juan de Austria, y cada nación aportará un Capitán General. Estos tres capitanes generales, reunidos en consejo, acordarán el plan anual de operaciones.
Ninguna de las partes podrá ajustar tregua ni paz con el enemigo sin participación y acuerdo de las otras dos.
El generalísimo no llevará estandarte propio ni de su nación, sino el especial de la Liga.
Una vez aprobado el tratado, el Papa intenta que se unan al mismo Portugal, Francia y Austria, sin conseguirlo. Francia incluso pactó con los turcos.

Mientras tanto, los turcos continúan con su campaña de conquista de Chipre, y forman una escuadra de 250 velas y 80.000 hombres para devastar y saquear algunos de los puertos venecianos del Adriático.

El 4 de agosto, por falta de vituallas, cae Famagusta, con lo que se completa la conquista turca de Chipre.

Reunión de las escuadras
Una vez escogido el puerto de Mesina como punto de reunión de las escuadras, comienzan a llegar al mismo las diferentes escuadras.

Los primeros son los venecianos, que llegan el 23 de julio y traen, por ahora, 48 galeras y cinco galeazas.

Poco después arriban las 12 galeras del Papa bajo el mando de Colonna.

Juan de Austria y Sancho de Leiva salen de Barcelona el 20 de julio con las galeras del rey. Recalan en La Spezia para recoger tropas alemanas e italianas, y llegan a Nápoles el 9 de agosto, donde el 14 recibe Juan de Austria el estandarte y las insignias de la Liga Santa, diseñados por el Papa y en el que aparecen los símbolos de las tres comandos. Arriban a Mesina el 23 de agosto.

Faltan por llegar las escuadras de Álvaro de Bazán, Juan Andrea Doria, Juan de Cardona y 60 galeras venecianas. A primeros de septiembre ya está toda la flota reunida, y su composición es:

Reinos de las españas:
90 galeras
24 naves
50 fragatas y bergantines.
Venecia:
6 galeazas
106 galeras
2 naves
20 fragatas.
Estados Pontificios:
12 galeras
6 fragatas.
Las galeazas eran los navíos más potentes gracias a su gran aportación artillera. Las galeras eran impulsadas por remeros profesionales o por «chusma», gente que había sido condenada, por cualquier delito, a este duro trabajo.

Las piezas artilleras de toda la escuadra eran 1.250.

Pese a la gran cantidad de navíos reunidos, a Juan de Austria le preocupaba el mal estado de muchos de ellos, debido a que muchas de las galeras italianas se habían construido rápidamente y otras tenían los espolones desgastados o podridos a causa de sus largas esperas en los puertos de amarre. Pese a ello se decidió que podrían aguantar.

La Liga Santa logró reunir un total de 91.000 soldados, marineros y chusma. 34.000 soldados, 13.000 tripulaciones y 45 galeotes. Por la parte real eran 20.231 los soldados, de los cuales sólo 8.160 eran nativos de la penínsual Ibèrica, italianos 8.160 y alemanes 4.987. Además se unieron 1.876 caballeros y aventureros.

A causa de la escasez de gente en las galeras venecianas, Juan de Austria decide embarcar en ellas a 4.000 infantes españoles1, para reforzar su guarnición. También embarca a 500 arcabuceros españoles en cada galeaza.

1. Al decir infantes o arcabuceros españoles se quiere decir «al servicio de España», ya que parte de ellos eran italianos o alemanes.

Salida a la mar de la flota cristiana
El 15 de septiembre salen las naves de Cesar Ávalos para esperar al resto de la flota en el Golfo de Tarento.

El 16, sale el resto de la flota cristiana. En vanguardia van 8 galeras exploradoras, al mando de Juan de Cardona, general de la escuadra de Sicilia. Sus órdenes son ir 8 millas por delante del grueso de la fuerza. El resto de la fuerza va dividido en cuatro cuerpos. Su formación era la del águila, pero sin pico.

El primero, que será el cuerpo derecho en combate, lo manda Juan Andrea Doria, con 54 galeras. Llevan grímpolas verdes.
El segundo, que será el centro en combate, lo manda Juan de Austria, y lleva 64 galeras con grímpolas azules.
El tercero, cuerpo izquierdo en combate, lo manda Agustino Barbarigo y son 53 galeras con grímpolas amarillas.
Y el cuarto, que es la escuadra de socorro o de reserva en combate, lo manda Álvaro de Bazán. Está formado por 30 galeras con grímpolas blancas.
Cada uno de estos cuerpos lleva dos galeazas, que en caso de combate se pondrán por delante de la formación principal. Los cuerpos están formados sin tener en cuenta la procedencia de los buques, intercalando buques venecianos, reales y pontificios.

Encuentran tiempo borrascoso y vientos contrarios, lo que les impide pasar Otranto hasta el 24 de septiembre, dejando atrás a las naves de vela.

Gil de Andrade, que lleva con sus galeras la exploración lejana, informa de que la flota turca se encuentra en el golfo de Lepanto, al resguardo de sus castillos.

Juan de Austria decide dirigirse a Corfú, convocando consejo de guerra, ya que, al haber dejado atrás a las naves de vela, no disponen de medios de sitio para atacar los fuertes de Lepanto. Deciden embarcar seis piezas gruesas de artillería de la defensa de Corfú, y salen a la mar el 30 de septiembre.

Se plantea un problema de competencias entre don Juan y los venecianos. El problema se origina en una galera veneciana, donde por defender cada uno a su gente, se enfrentan con las armas el capitán de la galera y el capitán de los soldados embarcados, resultando herido el veneciano. El almirante veneciano, Veniero, hace ahorcar al capitán de los soldados puestos por don Juan, por lo que éste convoca consejo de guerra, del cual excluye a Veniero, llamando a Barbarigo en su lugar. Juan Andrea Doria se manifiesta partidario de volverse a las españas y dejar solos a los venecianos, a los que considera poco de fiar, dada su experiencia anterior.

Los generales al servicio del rey que hablan después de él, defienden esta postura, pero Álvaro de Bazán opina lo contrario. Dice que el hecho de que Veniero haya hecho un disparate no es motivo para tirar por la borda todo el esfuerzo hecho hasta el momento. Los que hablan después de don Álvaro apoyan su postura. Cierra el consejo don Juan, diciendo «Adelante, sigamos el parecer del marqués», y deciden salir a la mar muy de mañana, formar línea de combate a 15 millas de las bocas de Lepanto y esperar 2 horas, y, si no saliese el enemigo, disparar sus cañones y volverse.

LA BATALLA
Preparativos de los cristianos
Estos fueron según consta en la orden general de navegación y combate dada por D. Juan de Austria, capitán general de la armada combinada de la Liga Santa o Santa Liga Cristiana, en el puerto de las Leguméniças el 9 de septiembre de 1571:

Deben tener mucho cuidado los que gobiernan la Armada de mantener vivo en sus gentes el espíritu religioso «á tal que Dios nuestro Señor nos ayude en la santa y justa empresa que llevamos».

También se ordena que la flota viajará con una avanzadilla 20 ó 30 millas delante de la Armada, a cargo de "Fray Pedro Justiniano, Prior de Mecina y Capitán general de las galeras de San Juan de Jerusalén, con seis galeras y dos galeotas".

En la misma orden de navegación, se ordena que la 4.ª escuadra llamada "el Socorro", y que estará compuesta por 29 galeras, y «por Capitán de ella ha de ir Don Juan de Cardona, Capitán general de las galeras de Sicilia» ha de ir en retaguardia de toda la Armada recogiendo las galeras que se queden retrasadas evitando que ninguna se quede atrás. Las galeras de la escuadra el Socorro llevaban un «gallardete de tafetán blanco con un asta de pica, cuatro brazas encima del fanal».

Se ordena así mismo que toda la Armada debe proveerse de abundante agua «donde se hubiere de hacer aguada», que se almacene en las galeras y que no se gaste más que para lo necesario. Ya que ha ser tan grande la Armada, se teme tener dificultades para conseguirla en un único punto, y ordena por tanto que intenten aprovisionarse con una distancia de cinco o seis millas una escuadra de la otra y, en caso de tener por necesidad que hacerlo toda la Armada en el mismo punto, se hará toda la Armada junta.

La orden dice que la escuadra de vanguardia debe retrasarse a los lugares ordenados y las dos galeotas de Fray Scipion Ursino y Francisco de Mecina han de acudir al marqués de Santa Cruz a recibir órdenes.

Las galeazas, según la previsión de la orden de navegación y combate de 9 de septiembre de 1571, cuando llegue el momento de la batalla se distribuirían de la siguiente manera: La galeaza Capitana y la de Andrea de Pessaro con la escuadra de batalla siendo remolcadas por ésta, y en el momento preciso se colocarían delante de la escuadra «en derecho de la Real á tiro de cañón», esperando la orden para que se sacaran fuera de la batalla. Las dos del Duque de Florencia, Capitana y Patrona irían al ritmo de la batalla y lucharían en la parte derecha (Capitana) e izquierda (Patrona) de la Real. Las galeazas de Don Ambrosio Bragadini y Jacobo Gozo irían con el cuerpo derecho de la Armada a cargo del Marqués de Santa Cruz, posicionándose para la batalla delante a la misma distancia; el Marqués se tenía que hacer cargo de remolcarlas y pasarlas delante. Las dos galeazas de Antonio ragadini y Vicencio Quirini irían en el cuerpo izquierdo a cargo del Proveedor Soranzo, encargándose el Proveedor Sorano de remolcarlas y posicionarlas para la batalla.

El 30 de septiembre partió la Armada de los molinos (cerca de Corfú) y llegó a Leguminici (Albania) llamado antiguamente Epiro, un puerto con abundantes suministros. Llegó una de las fragatas que había llevado Gil de Andrade, avisando que el turco se encontraba en el puerto de Lepanto, antiguo Naupacto y que había enviado 60 navíos de remo y dos naves a Corn con enfermos para dejarlos allí.

Ordenó Don Juan de Austria a los que estaban retrasados en Corfú que se dieran prisa y que pusieran orden, pues el tiempo era de suma importancia. La Armada siguió en Leguminici, incluso después de llegar Antonio Colona (los retrasados en Corfú), por el mal tiempo reinante, saliendo del puerto el miércoles 3 al amanecer, si bien llevaban preparándose para la batalla desde el día 1.

Al llegar ese mismo día 3 a las 9 de la mañana al Cabo Blanco, cerca de Chafalonia, ordenó Don Juan de Austria prepararse para la batalla a toda la Armada. Don Juan personalmente fue por un lado de la Armada poniendo en orden de batalla y por la otra, el Comendador mayor de Castilla. Navegaron toda la noche hasta las 4 de la mañana y llegaron al puerto de Fiscardo en el canal de Chafalonia. Llegó ese mismo día un barco desde Candia y les contó que Famagusta había caído en manos del turco y que todos habían sido degollados.

Durante los siguientes días hasta el de la batalla, fueron aproximándose al puerto de Lepanto, enviando Don Juan vigías por mar y tierra para descubrir la armada turca. El domingo, la guardia que estaba en los calces de la Real, avisó que había descubierto una vela latina, y al poco toda la Armada turca. Don Juan ordenó subir vigías a los calces y que trataran de contar. Al poco llegaron los vigías de tierra confirmando que se trataba de la armada enemiga.

Mandó Don Juan disparar una pieza de artillería y otras señales previstas para avisar de la batalla. Se embarcó en una fragata con Don Luis Cardona, caballerizo mayor y con su secretario Juan Soto, y fue animando a sus soldados hablándoles de la victoria segura, pues iban a pelear por Dios, afirmando que lucharían hasta perder la vida, pues si la perdían, la ganarían.

Poco antes de la batalla, se puso Don Juan de rodillas y oró a Dios pidiéndole la victoria para los suyos. Lo mismo hicieron todos los de la galera Real y del resto de la Armada. Tras esto les fue dada la absolución por los padres jesuitas y capuchinos enviados por su Santidad con el jubileo. Cuenta Don Juan que en ese momento «fue el mar aquietado de tanta bonanza, cuanta se pudo desear y forzó a la armada enemiga a plegar su velas y venir a remo», lo que permitió a la Armada cristiana ponerse en orden de batalla, especialmente el cuerpo izquierdo.

Según lo acordado, el «Balsâ» disparó una pieza para pedir batalla, que fue contestada por Don Juan con otra aceptando. Tras navegar una o dos millas en dirección al «Balsâ», «mandó Don Juan segundar otra vez significando que aseguraba la batalla».

A la vista de la cantidad de velas, algunos propusieron reunión del consejo de guerra, a lo que don Juan responde: «Señores, ya no es hora de deliberaciones, sino de combatir».

Preparativos de los turcos
Alí había llamado a todos sus almirantes para concentrar sus fuerzas en Lepanto. El último en llegar fue Mahomet, rey de Negroponte, con 60 galeras y 3.000 soldados.

En total reunieron 210 galeras, 63 galeotas y 92.000 combatientes, de los cuales 34.000 eran soldados, 13.000 tripulaciones y 45.000 galeotes. La «chusma» estaba compuesta de prisioneros cristianos capturados en distintas batallas o asedios. Además, las piezas artilleras ascendían a 750, menos que las cristianas, aunque los arqueros llevaban flechas envenenadas y fueron muy útiles en los abordajes.

Al igual que la flota cristiana, están divididos en cuatro cuerpos. Su formación era de media luna.

El primero, cuerpo derecho, al mando de Mahomet Siroco, gobernador de Alejandría, formado por 54 galeras y 2 galeotas.
El segundo, centro, mandado por Alí Bajá, general en jefe, con 87 galeras y 32 galeotas.
El tercero, cuerpo izquierdo, lo manda el corsario Cara Hodja (Kodja) con 61 galeras y 32 galeotas.
El cuarto, o escuadra de reserva o socorro, lo manda Murat Dragut, y tiene 8 galeras y 21 galeotas y fustas.
Las órdenes eran terminantes. El gran señor Selim II ordenó a Alí salir a la mar en busca de los cristianos y combatirlos donde los encontrara.

Cuando avistan a la flota cristiana, Pentev y Uluch Alí recomiendan retroceder y ponerse bajo la protección de los castillos, pero Alí, cumpliendo órdenes, manda atacar.

El combate

Fresco de la batalla en el museo del VaticanoA las 7 de la mañana las dos escuadras se divisan. En el lado cristiano, Barbarigo, al mando del cuerpo izquierdo, recibe órdenes de pegarse a la costa todo lo que le sea posible, para evitar que las galeras turcas lo sobrepasen y hagan una maniobra envolvente. El centro se coloca a su lado, pero el cuerpo derecho, al mando de Juan Andrea Doria, tarda en incorporarse a la formación, dejando un espacio libre entre el centro y el ala derecha.

Las galeazas, fuertemente armadas y artilladas, están situadas una milla por delante de la formación cristiana.

Los turcos tienen el viento en popa, pero, cuando están aproximándose, cambia el viento, lo que les obliga a emplear los remos.

Al llegar las primeras galeras turcas a la altura de las galeazas, éstas abrieron un nutrido fuego de artillería y fusilería, lo que hizo que algunas naves turcas empezasen a hacer ciaboga. Alí aceleró su ritmo de boga, para así estar menos tiempo sometido al castigo, y los demás le imitaron.

Pero al acelerar la boga, el cuerno derecho turco se adelantó sobre el resto de la formación, por lo que entabla el combate contra el cuerpo izquierdo cristiano. Algunas galeras turcas consiguen pasar entre las fuerzas de Barbarigo y la costa, y la galera de Barbarigo, la capitana del cuerpo izquierdo cristiano, es atacada por varias galeras turcas. Barbarigo muere en el combate de un flechazo en un ojo, y, cuando su nave está a punto de ser apresada, todas las demás galeras de su grupo acuden en su auxilio, dando la vuelta a la situación y haciendo que los turcos se retiren. Varias galeras turcas varan en la costa, y sus tripulaciones huyen por tierra.

En el centro, la capitana de Alí (la Sultana) embiste, proa con proa, a la de don Juan (la Real), dejando unidas a las dos embarcaciones en una plataforma de 110 metros. Al embicar con el golpe, recibe en su cubierta todo el fuego de artillería y fusilería de que es capaz la galera de don Juan, lo que le produce muchas bajas, repuestas inmediatamente desde otras galeras. Las galeras de Colonna, Veniero, el Duque de Parma y Urbino se ponen al costado de la de don Juan, con lo que se forma una piña de galeras cristianas y turcas en las que se lucha cuerpo a cuerpo. Álvaro de Bazán, con sus naves de socorro, interviene impidiendo que otras galeras turcas puedan unirse a esa piña, y envía 200 hombres de apoyo a la galera de don Juan. Cae rendida la galera capitana turca y los cristianos se apoderan de su estandarte. La lucha duró una hora y media. Con esto, el centro de la flota turca queda deshecho, al igual que antes su flanco derecho. Alí Baja fue abatido por siete disparos de arcabuz y un soldado de los Tercios, Andrés Becerra, descolgó el estandarte otomano y un galeote cortó la cabeza de Alí ofreciéndosela a Juan de Austria. Éste la despreció con gesto de asco y ordenó que la arrojase al mar.

En el ala izquierda turca, Uluch Alí ve que hay un hueco entre el centro y el ala izquierda cristianos, por lo que hace ademán de apartarse del centro turco, para que Juan Andrea Doria le siga y así aumentar la brecha. Cuando ve que ésta es suficiente, se lanza contra el costado derecho del centro cristiano, con sus 93 buques y la gente fresca, produciendo grandes daños a la capitana de Malta, a 10 galeras venecianas, a dos del Papa y a otra de Saboya. Juan de Cardona acude con 8 galeras y el de Bazán con la escuadra de reserva, consiguiendo detener el ímpetu del ataque turco, que estuvo a punto de cambiar la suerte del combate.

Uluch Alí, viendo que todo el centro cristiano se dirige a atacarle y que las galeras de Doria están a punto de llegar, corta los remolques de las galeras que había apresado y consigue huir con 16 galeras.

Juan de Austria sufrió una herida en un pie.

Hasta la puesta del sol continúa el combate a base de escaramuzas entre galeras aisladas, y, al anunciarse mal tiempo, ordena don Juan reunirse y marchar con las presas al puerto de Petala.

Al día siguiente volvieron los cristianos al campo de batalla para recoger y auxiliar a los buques desmantelados y a los náufragos.

Resultados de la batalla
En Petala los cristianos efectúan el recuento de bajas. Se contabiliza la pérdida de 12 galeras cristianas (aunque luego ascendieron a 40 por los graves daños sufridos) y de 7.600 hombres, de los que 2.000 eran españoles, 880 de la escuadra del Papa y 4700 venecianos. Hubo 4.000 heridos.

Se cuentan «170 galeras y 20 galeotas de 12 bancos arriba» apresadas a los turcos, de las que sólo 130 estaban útiles, quemándose las otras 60. Se hicieron 5.000 prisioneros y se liberaron 12.000 cautivos cristianos. Se estimaron entre 20.000 y 30.000 los muertos del bando turco. 

Conmemoración de Fiesta de Nuestra Señora del Rosario

    


Las promesas de la Virgen a los que recen el Santo Rosario

Un creciente número de hombres se unió a la obra apostólica de Domingo y, con la aprobación del Santo Padre, Domingo formó la Orden de Predicadores. Con gran celo predicaban, enseñaban y los frutos de conversión crecían. A medida que la orden crecía, se extendieron a diferentes países como misioneros para la gloria de Dios y de la Virgen.
El rosario se mantuvo como la oración predilecta durante casi dos siglos. Cuando la devoción empezó a disminuir, la Virgen se apareció a Alano de la Rupe y le dijo que reviviera dicha devoción. La Virgen le dijo también que se necesitarían volúmenes inmensos para registrar todos los milagros logrados por medio del rosario y reiteró las promesas dadas a Sto. Domingo referentes al rosario.


Promesas de Nuestra Señora, Reina del Rosario, tomadas de los escritos del Beato Alano:

1. Quien rece constantemente mi Rosario, recibirá cualquier gracia que me pida.
2. Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que devotamente recen mi Rosario.
3. El Rosario es el escudo contra el infierno, destruye el vicio, libra de los pecados y abate las herejías.
4. El Rosario hace germinar las virtudes para que las almas consigan la misericordia divina. Sustituye en el corazón de los hombres el amor del mundo con el amor de Dios y los eleva a desear las cosas celestiales y eternas.
5. El alma que se me encomiende por el Rosario no perecerá.
6. El que con devoción rece mi Rosario, considerando sus sagrados misterios, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá de muerte desgraciada, se convertirá si es pecador, perseverará en gracia si es justo y, en todo caso será admitido a la vida eterna.
7. Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin los Sacramentos.
8. Todos los que rezan mi Rosario tendrán en vida y en muerte la luz y la plenitud de la gracia y serán partícipes de los méritos bienaventurados.
9. Libraré bien pronto del Purgatorio a las almas devotas a mi Rosario.
10. Los hijos de mi Rosario gozarán en el cielo de una gloria singular.
11. Todo cuanto se pida por medio del Rosario se alcanzará prontamente.
12. Socorreré en sus necesidades a los que propaguen mi Rosario.
13. He solicitado a mi Hijo la gracia de que todos los cofrades y devotos tengan en vida y en muerte como hermanos a todos los bienaventurados de la corte celestial.
14. Los que rezan Rosario son todos hijos míos muy amados y hermanos de mi Unigénito Jesús.
15. La devoción al Santo rosario es una señal manifiesta de predestinación de gloria.

REFLEXIONES DE SOR LUCÍA SOBRE EL SANTO ROSARIO:

Creo que, después de la oración litúrgica del Santo Sacrificio de la Misa, la oración del Santo Rosario, por el origen y sublimidad de las oraciones que lo componen y por los misterios de nuestra redención que recordamos y meditamos en cada decena, es la oración más agradable a Dios que podemos ofrecer y de mayor provecho para nuestras almas. Si así no fuese, Nuestra Señora no la habría recomendado con tanta insistencia.


La oración del Santo Rosario es la que más ha sido recomendada por todos los Sumos Pontífices que en los últimos siglos, sirvieron a la Iglesia, comenzando por Gregorio X_111, que en la Bula "Monete Apostolos", lo llama "Salterio de la Santísima urgen que rezamos para aplacar la ira de Dios e implorar la intercesión de la Santísima Virgen" (1 de abril de 1573). También Sixto V, en la Bula "Dum ineffabilis", el 30 de enero de 1586, llama al Rosario "el Salterio de la Gloriosa y siempre Virgen María, Madre de Dios, instituido por inspiración del Espíritu Santo".

Antes de estos dos Papas gobernó la iglesia San Pío V. Éste atribuyó a la oración del Rosario la victoria de Lepanto, obtenida por los cristianos contra los turcos, el 7 de octubre de 1571. En acción de gracias, mandó celebrar anualmente, en ese día, la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias, fiesta que su sucesor vino a designar como Nuestra Señora del Rosario.

Cerca de trescientos años después de esta guerra, servía a la Iglesia el Papa Pío IX. Éste, en su lecho de muerte dijo a los que lo rodeaban: "El Rosario es un evangelio compendiado y dará a los que lo recen aquellos ríos de paz de que nos habla la Escritura; es la más hermosa devoción, la rnás abundante en gracias, y agradabilísima al Corazón de María. Sea éste, hijos míos, mi testimonio para que os acordéis de mi en la tierra" (febrero de 1878). Es maravilloso cómo el gran Pontífice unió la oración del Rosario al Corazón Inmaculado de María. ¡O no fue, acaso, él, el Pontífice de la Inmaculada que hiciera la proclamación dogmática de la Inmaculada Concepción de María por la Bula "Ineffabilis Deus", en 1854!

León XIII, en la Encíclica "Fidentem plumque", de 20 de septiembre de 1896 dice: "En la devoción del Rosario, Cristo ocupa el lugar principal (...) por medio de las oraciones vocales de que está formado, podemos expresar- profesar la fe en Dios, nuestro Padre providentísimo, en la vida eterna, en el perdón de los pecados, -y también en los misterios de la Augusta Trinidad, del Verbo Encarnado, de la maternidad divina, y en otros. Ahora bien, nadie ignora el gran valor y mérito de la fe. La fe, efectivamente, no es otra cosa que una escogida simiente que, en el presente, produce flores de todas las virtudes que nos vuelven agradables a Dios y dan frutos que duran hasta la vida eterna: puesto que «conocerte es justicia consumada y el reconocer Tu justicia y virtud, es la raíz de la inmortalidad» (la cita es del Libro de la Sabiduría, 15, 3)".

Admirable es la afirmación del Papa León XIII según la cual la Santísima Trinidad es la obra de salvación realizada por Cristo que está en el centro de esta gran oración que es el Rosario, constituyendo éste una gran profesión de fe en aquellos misterios centrales de la Doctrina Católica. Es de gran valor espiritual la fe que en la referida oración profesamos y ejercitamos. Por eso el mismo Pontífice valiéndose de las palabras del Apóstol San Pablo dice: "Porque con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con la boca se confesa la fe perra la salvación " (Romanos, 10, 10). Por eso, el Rosario nos ofrece la oportunidad para esta profesión externa de fe.

Su Santidad Pío XI nos dijo en la Encíclica "lngravescentibus malis". del 9 de septiembre de 1937: "El Santo Rosario no es solamente arma para derrotar tilos enemigos de Dios v de la Religión. sino. sobretodo. promueve y fomenta las virtudes evangélicas. Yen primer lugar, reanima la fe católica con la contemplación de los divinos misterios .y eleva el entendimiento al conocimiento de leas verdades reveladas por Dios" Y se dignó conceder la indulgencia plenaria para el rezo del Rosario delante del Santísimo Sacramento de la Eucaristía. El Santo Padre Pío XII, el 16 de octubre de 1940. dijo: "El Rosario es, por el significado de su nombre, un collar de rosas; no de aquellas roscas con las cuales los impíos se adornan con petulancia, según la palabra de la Escritura -«Coronémonos de rosas antes de que se marchiten» (Sab. 2. 8)-. sino de rosas cuya frescura es incesantemente renovada en las manos de los devotos de María" (...)
A los que dicen que el Rosario es una oración anticuada y monótona debido a la repetición de las oraciones que lo componen yo les pregunto si hay alguna cosa que viva sin ser por la repetición continuada de los mismos actos.

Dios creó todo lo que existe de modo que se conserva por la, repetición continuada e ininterrumpida de los mismos actos. Así, para conservar la vida natural, inspiramos y expiramos siempre del mismo modo; el corazón golpea continuamente siguiendo siempre el mismo ritmo; los astros como el sol, la luna los planetas, la tierra, siguen siempre la misma ruta que Dios les marcó. El día sucede a la noche, año tras año, siempre del mismo modo_ La luz del sol nos alumbra y calienta siempre de la misma forma. En tantas plantas, brotan las hijas de la primavera, se visten después de flores, dan fruto y vuelven a perder las hojas en el otoño o invierno. Y, así, todo lo demás sigue la ley que Dios le marcó y todavía a nadie se le ocurrió decir que era monótono. y por lo tanto prescindible: ¡es que necesitamos de eso para vivir! Pues bien, en la vida espiritual tenemos la misma necesidad de repetir continuamente las mismas oraciones, los mismos actos de fe, de esperanza y de caridad, para tener vida, visto que nuestra vida es una participación continuada de la vida de Dios.

Cuando los discípulos pidieron a Jesucristo que les enseñase a orar, Él les enseñó la bella fórmula del Padrenuestro, diciendo: "Cuando oréis, decid: Padre..." (San Lucas, 11, 4). El Señor nos mandó rezar así, sin decirnos que, pasado un cierto número de años, buscásemos nueva fórmula de oración, porque ésta habría pasado a ser monótona. Cuando los enamorados se encuentran, pasan horas seguidas repitiendo la misma cosa: "Te amo!" Lo que les falta a los que hallan la oración del Rosario monótona es Amor; y todo lo que no está hecho por amor no tiene valor. Por eso, nos dice el Catecismo que los diez mandamientos de la Ley de Dios se encierran en uno sólo, que es amar a Dios sobre todas las cosas Y al prójimo como a nosotros mismos.
Los que rezan diariamente su Rosario son como los hijos que todos los días disponen de algunos momentos para ir junto a su padre, para hacerle compañía, manifestarle su agradecimiento, prestarle sus servicios, recibir sus consejos y su bendición. Es el intercambio y el cambio de amor del padre para con el hijo y de éste para con el padre, es la dádiva mutua.

HERMANA LUCÍA (Tomado de su libro "Llamadas del Mensaje de Fátima")


REVELACION DE NUESTRA SEÑORA A SANTO DOMINGO DE GUZMAN:

"Viendo Santo Domingo que los crímenes de los hombres obstaculizaban la conversión de los albigenses, entró en un bosque y pasó en él tres días y tres noches en continua oración y penitencia. Un día, se le apareció la Santísima Virgen acompañada de tres princesas del cielo y le dijo:
  
- ¿Sabes tú, mi querido Domingo, de qué arma se ha servido la Santísima Trinidad para reformar el mundo?

- Oh, Señora — respondió él — vos lo sabéis mejor que yo, porque después de vuestro Hijo Jesucristo fuisteis el principal instrumento de nuestra salvación.

Ella añadió: - Pues sabes que la pieza principal de la batalla ha sido la salutación angélica, que es el fundamento del Nuevo Testamento. Por tanto si quieres ganar para Dios esos corazones endurecidos, reza mi salterio.

La Virgen reveló: - Sólo si la gente considera la vida, muerte y gloria de mi Hijo, unidas a la recitación del Avemaría, los enemigos podrán ser destruidos. Es el medio más poderoso para destruir la herejía, los vicios, motivar a la virtud, implorar la misericordia divina y alcanzar protección. Los fieles obtendrán muchas ganancias y encontrarán en mí a alguien siempre dispuesta y lista para ayudarles.


El Santo se levantó muy consolado y abrazado de celo por el bien de estos pueblos, entró en la Catedral y en ese momento sonaron las campanas (por intervención de los ángeles) para reunir a los habitantes. Al principio de la predicación se levantó una espantosa tormenta, la tierra tembló, el sol se nubló y los repetidos truenos y relámpagos hicieron estremecer y palidecer a los oyentes. El terror de éstos aumentó cuando vieron que una imagen de la Santísima Virgen, expuesta en un lugar prominente, levantaba por tres veces los brazos al cielo para pedir a Dios venganza contra ellos si no se convertían y recurrían a la protección de la Santa Madre de Dios. Quería el cielo con estos prodigios promover esta nueva devoción del santo rosario y hacer que se la conociera más. La tormenta cesó al fin por las oraciones de Santo Domingo. Continúo su discurso y explicó con tanto fervor y entusiasmo la excelencia del Santo Rosario, que casi todos los moradores de Tolosa le abrazaron, renunciando a sus errores, viéndose en poco tiempo, un gran cambio en la vida y costumbres de la ciudad".

Historia de la festividad:
En el siglo XVI, San Pío V instauró su fecha el 7 de octubre, aniversario de la victoria en la Batalla de Lepanto, donde las fuerzas cristianas derrotaron a los turcos que invadían Europa (atribuida a la Virgen), denominándola Nuestra Señora de las Victorias; además, agregó a la letanía de la Virgen el título de Auxilio de los Cristianos. Su sucesor, Gregorio XIII, cambió el nombre de su festividad al de Nuestra Señora del Rosario.2​ A causa de la victoria en la batalla de Temesvár en 1716, atribuida por Clemente XI a la imagen, el papa ordenó que su fiesta se celebrase por la Iglesia universal. León XIII, cuya devoción por esta advocación hizo que fuera apodado el Papa del Rosario, escribió unas encíclicas referentes al rosario, consagró el mes de octubre al rosario e incluyó el título de Reina de Santísimo Rosario en la letanía de la Virgen.