San Juan Apocaleta



Difundid Señor, benignamente vuestra luz sobre toda la Iglesia, para que, adoctrinada por vuestro Santo Apóstol y evangelista San Juan, podamos alcanzar los bienes Eternos, te lo pedimos por el Mismo. JesuCristo Nuestro Señor, Tu Hijo, que contigo Vive y Reina en unidad del Espíritu Santo, Siendo DIOS por los Siglos de los siglos.












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"Sancte Pio Decime" Gloriose Patrone, ora pro nobis.





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domingo, 30 de abril de 2017

SEGUNDO DOMINGO DESPUÉS DE PASCUA


Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:
En este segundo domingo después de Pascua llamado Domingo del Buen Pastor en alusión al Evangelio de hoy, vemos cómo nuestro Señor les dice a los fariseos, a pesar de las injurias y calumnias, que Él es el buen Pastor. Podemos observar a lo largo de todo el Evangelio esa pugna, esa lucha, esa antítesis entre los fariseos y nuestro Señor. Santo Tomás de Aquino nos dice que el buen Pastor es el que apacienta el rebaño y lo gobierna. Por eso, todo guía, a imagen de nuestro Señor Jesucristo en la Iglesia, debe apacentar el rebaño y gobernarlo para el bien de las almas y mayor gloria de Dios. Y ¿cómo apacienta nuestro Señor a su grey, es decir, a su Iglesia? Lo hace con la doctrina de su amor, con la caridad manifestada en la cruz. Él llega a la inmolación de sí mismo por su gente. Vemos así cómo se llega a ese sacrificio máximo en aras del beneficio del rebaño, del bien común, de la Iglesia, de nosotros.

Nuestro Señor enseguida les muestra la imagen del mercenario. El asalariado que no es propiamente pastor porque no está por el beneficio y la utilidad del rebaño sino por el propio, por la merced, por la prebenda que puede adquirir en su provecho y a expensas del apostolado. Éste pasa por pastor pero sin que en el fondo le importe el oficio de gobernar y apacentar las ovejas, sino que ejerce ese ministerio para propia utilidad; cuando viene el lobo, cuando viene el peligro, lejos de exponer su vida por las ovejas, huye como todo jornalero, porque le importa mucho más su vida que la de los fieles, la de las ovejas y se dispersa, se disgrega el rebaño.

Qué reproche más grave hace nuestro Señor, y éste no va solamente para los fariseos sino a todo mal sacerdote, mal religioso, a todo aquel que tenga a su cargo el apacentar las ovejas de la Iglesia, sea sacerdote, cura, obispo o cardenal. Todo prelado, todo aquel que tenga un mando, una autoridad en la Iglesia, si está por beneficio propio es un mercenario; mientras que el buen Pastor gobierna bien las ovejas y las apacienta con la doctrina de la verdad, de la caridad, con la de la Cruz que nos refleja esa caridad en grado sumo.

En cambio, al mal Pastor no le importa y huye ante el peligro dejando que el rebaño se disgregue y se pierda. Sólo Dios sabe si hoy día habrá malos pastores en la Iglesia, primero porque no se la gobierna en beneficio de la salvación de las almas, sino de acuerdo con los principios del mundo moderno; no para Dios, sino  para exaltar al hombre. Se enaltece al hombre, se le endiosa, y no se le gobierna dirigiéndolo hacia su fin último sino que se trata de condescender todo lo posible con él para congraciarse  según sus caprichos, sus debilidades, según todo aquello que se opone en definitiva a Dios. Y la prueba de ello es que en todas las naciones que se dicen desarrolladas, como Inglaterra, donde está aprobada públicamente la homosexualidad y al Primer Ministro de su Graciosa Majestad, su herética majestad diría yo, porque es un apóstata, ya que Inglaterra era la isla de los santos y abjuró, se le da la comunión en el Vaticano cuando él no es católico, es protestante; si fuera católico sería pésimo. Ese es un simple ejemplo de un país que se tiene por culto y avanzado.

Para que nos demos cuenta de cuán mal gobernados estamos hoy por los mercenarios que no rigen en beneficio de los intereses de Dios sino de los reyes de la tierra, del hombre: se promueven las aberraciones más grandes como la homosexualidad, no se diga ya del “matrimonio” entre ellos. Es un hecho que hoy para el mundo moderno vale lo mismo el matrimonio católico que el concubinato civil legalizado por los pequeños países que siguen el mal ejemplo de las grandes potencias, que si miramos bien son protestantes y ateas. Luego no se puede condescender con el mundo moderno en detrimento de la honra y la gloria de Dios.

No se pregunte ya entonces en dónde queda la moral pública, que está por el suelo, como lo vemos hoy; todo eso no es sino desgobierno. Porque mandar es encauzar, dirigir a los subordinados hacia el bien último tanto en el orden natural como en el sobrenatural. Y en el orden natural el bien de la sociedad es la integridad, vivir en paz y en convivencia por el ejercicio de la virtud; eso ya lo sabían los paganos, como Platón y Aristóteles.

Hoy el hombre moderno no lo sabe en su ignorancia supina, tirándoselas de sabio y científico cuando no conoce lo más elemental, al contrario de los paganos. ¿Qué se deja entonces para el orden sobrenatural? Conducirnos al cielo, no al infierno, esa es la misión de la Iglesia y por ello es su autoridad. Pero, para colmo de males, dudando o negando parcial o totalmente el infierno, hoy “todo el mundo se salva sin recordar que hay un averno”, cuando la mejor manera de hacer que las personas no vayan a él es recordándoselo y no como se hace hoy.

Hay quienes dicen que “no existe el fuego eterno del infierno”, cuando está expresado más de catorce veces en las Sagradas Escrituras; todo eso es falta de gobierno y de doctrina, de caridad. Ésta está en la verdad, en su predicación, y es Dios, esa verdad que se encarnó es nuestro Señor Jesucristo y que tiene Dios en Sí mismo, como lo dice nuestro Señor, que Él conoce a sus ovejas como Él es conocido del Padre y como el Padre lo conoce a Él; es un entendimiento en la Trinidad y por eso se revela en ella.

Nuestro Señor viene, se encarna esa verdad, se hace carne esa revelación y deposita su doctrina en su Iglesia, para que le conozcamos como Él conoce a sus ovejas y es conocido del Padre Eterno. Porque nuestra religión es una religión trinitaria, creemos en el Dios único en tres personas y sin esa comprensión sobrenatural no hay religión verdadera, no hay fe, no hay Iglesia. Es nuestro Señor mismo quien nos lo dice. De otra manera no se entendería por qué y a cuento de qué, se refiere al decir: “Conozco a mis ovejas, y las mías me conocen a Mí”, y nombra a su Padre y el saber que de Él tiene su Padre. Esto nos debe ayudar a reflexionar, a meditar, a contemplar para que profundicemos en nuestra religión y saquemos de allí alimento espiritual y se nutran así nuestras almas de las verdades de Dios, que están contenidas en las Escrituras.

En este mismo evangelio, nuestro Señor les hace alusión a esa gran promesa, porque cuando se anuncia como el buen Pastor también habla de la misión que Él tiene de reunir a todos los hombres en un solo rebaño, bajo un solo pastor. Y si bien se mira, todos los errores modernos, todo ese deseo de unión que tienen los hombres, corresponden a esa promesa, pero en Cristo. Es por esto que nuestro Señor nos dice: “Se hará un solo rebaño y un solo pastor” que es Él, es nuestro Señor Jesucristo.

Luego, nada que ver los judíos, ni los musulmanes, ni los budistas, sino que se tienen que convertir a la Iglesia católica. Y no lo que se hace hoy, que se diluye la Iglesia, se la disgrega para unir a los hombres no en Cristo sino en el hombre; y les digo más, se unirán en el anticristo como está anunciado; no hay término medio. Por eso la necesidad de la predicación de la doctrina, para que los paganos, infieles, ateos, los de todas las falsas religiones se conviertan a la verdad de Cristo, a esa verdad encarnada y no a un ideal filantrópico de la dignidad y la libertad del hombre, convirtiendo la religión en algo humano y no divino. Y esa es justamente la religión que hoy se está engendrando, la del humanismo ateo, donde tanto el comunismo como el capitalismo convergen en un sincretismo político que necesita una fusión religiosa, luego es una religión católica sin su contenido.

Allí se origina el desorden y la falta de pastores y se llena la Iglesia de mercenarios que predican lo que no es Cristo. En el fondo van a terminar proclamando al anticristo aunque no se den cuenta de eso todavía, como no sabemos el demonio nos azuza; después de la vil caída es que podemos, si levantamos la mirada al cielo, comprender que fue el demonio, y nosotros, culpablemente, no lo habíamos advertido desde el principio, por nuestra propia estupidez.

 Ahora bien, nuestro Señor aclara, habla de mercenarios y de los buenos pastores que lo imitan; eso dentro de la Iglesia, si no fuera así no hablaría de jornaleros, de lobos, de peligros. La Iglesia es Santa, pero no todo lo que está en la Iglesia es santo, como los fieles, como el clero, como su jerarquía, que puede ser mala o buena, santa o impía y eso no le quita un ápice a la santidad de la Iglesia como institución divina, porque la cabeza de la Iglesia es Cristo. Pero no todo lo que está dentro de la Iglesia es divino, sino en la medida en que sea fiel a nuestro Señor, y será infiel e impío en el orden en que se separe de nuestro Señor por obra de los mercenarios.

Y digámoslo de una vez, es por los infiltrados dentro de la Iglesia católica, apostólica y romana, como los masones, judíos, ateos, modernistas, que llegan a ser sacerdotes, obispos o cardenales. De ahí la necesidad de señalar el mal como lo hacía nuestro Señor. El buen Pastor, entonces, es el que da la vida por sus ovejas, como la dio nuestro Señor y los mártires. Es difícil creerlo y me duele decirlo, pero lo haré. Juan Pablo II besa el Corán, cuando San Perfecto murió mártir en España en la época de la invasión musulmana por maldecir ese libro.

Es blanco sobre negro, y lo que dije del primer ministro de Inglaterra que recibió la comunión en el Vaticano, de manos de Juan Pablo II; esa noticia se puede obtener por Internet en la propaganda o en la página de Zenit, que es la del Vaticano; no es ningún invento. ¿Qué está pasando en la Iglesia de Dios? Ahora nadie se escandalice, mis estimados hermanos. San Malaquías, en las divisas de los Papas, coloca a Papas y antipapas. Con esto no estoy haciendo ningún juicio, simplemente estoy dando una información para que por ignorancia no se asombre nadie de lo que yo pueda decir, porque aquel que se moleste por fariseo ya sería perversión del corazón. Pues bien, San Malaquías habla en sus lemas de algunas que corresponden a antipapas como los ha habido en la Iglesia, y el que conoce un poco de su historia puede llegar a contar hasta más de cuarenta antipapas.

¿Qué quiero decir con esto? Sencillamente que no basta cerrar los ojos y decir que porque lo señaló el Papa ya está bien; puede estar mal y muy mal. El error, mis estimados hermanos, hoy se propaga por vía de autoridad y ese es el golpe maestro de Satanás, hacer prevalecer la falsedad por vía de mando, porque lo dijo el Papa, Roma o los cardenales.

Hay que estar advertidos, sobre todo para los últimos tiempos en los que la Iglesia puede ser y será infiltrada; para obedecer hay que acatar la verdad y ésta tiene que estar en armonía con la eterna que es Dios; que no prediquen otra Iglesia católica fuera de la que enseñaron los apóstoles y por la que murieron mártires, en la que vivieron todos los santos. La Iglesia católica, apostólica y romana no nace con el Vaticano II; se originó hace dos mil años en la Cruz y perdurará idéntica en su institución divina, en su doctrina, en su moral hasta el fin de los tiempos; pero cuando venga el anticristo habrá una defección dentro de la Iglesia, por culpa de los mercenarios que adorarán dentro de ella al anticristo; eso es lo que nos dicen las Escrituras, y nos lo recuerdan las verdaderas profecías de La Salette, de Fátima.

Somos católicos, apostólicos y romanos hasta la muerte. Y no basta que lo diga un sacerdote, un cardenal o un Papa, para que nos traquemos el cuento, si eso que dijo va en contra del Evangelio, pues hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. ¿No fueron acaso, Anás y Caifás los sumos sacerdotes de la sinagoga, de la jerarquía de la Iglesia del Antiguo Testamento quienes crucificaron a nuestro Señor? Y la autoridad eclesial de hoy es la que está inmolando a nuestro Señor, por andar coqueteando con los reyes de la tierra, y así se hacen a imagen de la ramera del Apocalipsis, la que bebe el cáliz de la sangre de los mártires y que está sobre la bestia para agradar a los reyes terrenales.

O no nos damos cuenta, o no queremos saberlo. Así es como se está perdiendo la fe; por eso esta humilde capilla tiene la misión de guardar la doctrina según la santa Tradición de la Iglesia católica, apostólica, romana. No somos protestantes, Testigos de Jehová, judíos o musulmanes. Somos católicos, apostólicos y romanos, pero conocemos cuándo hay que desobedecer a los hombres para someternos a Dios. Y si no, ¿por qué creen ustedes que la Iglesia católica está llena de cardenales, sacerdotes, religiosos depravados, corrompidos? Los seminarios están vacíos y cuando tienen  vocaciones, la mitad de ellas son desviadas, y al que es buen alumno lo echan, por ser decente o medio decente.

 ¿Qué pasa dentro de la Iglesia? Pues lo que dijo nuestra Señora en La Salette, que Roma perdería la fe y sería sede del anticristo; hacia eso vamos ya lo dijo nuestra Señora, la Santísima Virgen María; vayan y reclámenle a Ella los fieles que se puedan escandalizar, o que crean que exagero. Es más, me guardo la mitad de lo que sé, para no volverme pesado, para no asustar a nadie, pero tampoco me puedo callar. Sé que viene mucha gente nueva, pero quien busca la verdad la encuentra, porque Dios nuestro Señor nos muestra dónde está la realidad y por eso la fidelidad a nuestra Señora, a la Santísima Virgen María.

¿Por qué creen que no se ha querido revelar el tercer secreto de Fátima? Porque de un modo u otro especificaba lo que estoy diciendo, lo señalaba, pero los mercenarios que están en la cúpula de la Iglesia, cardenales judíos y masones, no lo van a permitir, es un hecho, como los crímenes en el Vaticano. Hay libros que lo mencionan, entonces no se está diciendo nada que un fiel medianamente instruido no sepa. Lo que pasa es que a veces la verdad duele porque no nos gusta que nos la digan, queremos que nos  hablen lo que nos siga manteniendo en el letargo y en la anemia espiritual como viven los católicos hoy día y por eso el mundo y la Iglesia están como están.

La Iglesia católica y su culto se están volviendo protestantes. ¿Por qué creen que la gente comulga en la mano, si eso es sacrílego? Reciben la comunión de pie y sin ningún signo de adoración al Rey de reyes y al Señor de los señores. ¿Por qué han sacado el altar y lo han convertido en una mesa? Pues para hacerlo una cena protestante, para que los infieles se sientan en su casa. Por todo lo anterior se inventa una nueva misa, y por eso la persecución de todo lo que es Tradición, de todo lo que es verdad, y a esos dos santos obispos, monseñor Lefebvre y monseñor De Castro Mayer, los únicos que osaron decir públicamente la verdad.

Nosotros, por tanto, no podemos continuar en ese orden alterado y creer que somos católicos. La única manera de ser católicos, apostólicos y romanos es conservando la Misa Romana, la Tridentina, que es la misma que los Papas de Roma celebraron desde cuando se formó ese rito y que ahora después de más de dos mil años se la tira a la basura, porque hay que pedir permiso, cuando tiene la Bula de un Papa Santo como San Pío V. Todos absurdos, como lo fue el proceso farisaico que los judíos le infligieron a nuestro Señor y ahora esa historia se repite; la desgracia es que el gran verdugo o anfitrión, hoy en día elegido para destruir la Tradición, sea el cardenal colombiano Castrillón Hoyos.


Pidámosle a nuestra Señora el saber distinguir quién es el buen Pastor y quién el mercenario, para que haya luz. El que viene aquí por primera vez, aunque sea distraídamente, pero que entró, ya Dios le dio una gracia, pero depende de que ella fructifique de acuerdo con el terreno en el que cae la semilla, ya sea a la vera del camino, entre espinas o  en tierra fértil. He ahí el problema, el dilema del por qué mucha gente no está en la verdad, no la defiende, porque la semilla, la gracia de Dios cae en un mal terreno. Roguemos a nuestra Señora que nos ayude a ser tierra fértil. Es un signo de verdad, de salvación y aun de predestinación la verdadera devoción a la Santísima Virgen María, porque a través de Ella vino nuestro Señor, se encarnó y Ella nos lleva a Él como una buena madre que ama a sus hijos y los protege, esa es su misión. Invoquemos esa protección de nuestra Señora porque Ella es la Madre de Dios. +

P. BASILIO MERAMO   
4 de mayo de 2003