San Juan Apocaleta



Difundid Señor, benignamente vuestra luz sobre toda la Iglesia, para que, adoctrinada por vuestro Santo Apóstol y evangelista San Juan, podamos alcanzar los bienes Eternos, te lo pedimos por el Mismo. JesuCristo Nuestro Señor, Tu Hijo, que contigo Vive y Reina en unidad del Espíritu Santo, Siendo DIOS por los Siglos de los siglos.












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"Sancte Pio Decime" Gloriose Patrone, ora pro nobis.





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domingo, 2 de octubre de 2016

VIGÉSIMO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS



Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:

El Evangelio de hoy nos muestra el milagro que nuestro Señor hace a este oficial del Rey. No debe sorprendernos esa respuesta que al principio parece un poco áspera: “Si no veis milagros y prodigios, no habéis de creer”; sin embargo, nuestro Señor, viendo la insistencia y la buena fe de este hombre, de este militar, le sana a su vástago y él cree en la palabra de nuestro Señor; va y comprueba al preguntar y saber a qué hora se había curado el muchacho, que fue en el mismo momento en que nuestro Señor le había dicho que estaba sano.

 A nuestro Señor no le gustaban los milagros por los milagros, si bien los estos eran la manera de atraer a los infieles, mientras que a los judíos, al pueblo elegido, era a través de las Escrituras y de los profetas. No le gustaban los milagros nada más porque sí, como medio de propaganda; quería que por creer la gente en Él, por la fe en Él, se cumpliese aquello que ellos pedían. Nuestro Señor siempre hace resaltar la fe, que es el fundamento de toda nuestra santa religión, de la santa Iglesia, que tiene por doble objeto tanto material como formal a Dios; como verdad primera, porque toda nuestra vida como seres inteligentes es una relación con la verdad y Dios se la propone como verdad primera sobrenatural.

Creemos en lo que Dios nos dice de Sí mismo, en su pureza divina, en su palabra. Por eso el doble objeto como verdad primera sobrenatural de la fe; como objeto material todos los misterios y cosas de Dios, y objeto formal porque creemos por el testimonio divino y en sí mismo. De allí la certeza de la fe y la adhesión, el asentimiento de parte nuestra a esa palabra de Dios, a esa revelación de Dios, que no da lugar a la duda. Hay una certeza, una convicción.

De ahí la necesidad de meditar el objeto de la fe y nuestra adhesión sin duda, con plena certeza en la palabra de Dios. Por eso es un pecado de infidelidad aceptar positivamente una duda contra la fe. Por eso no se puede no ya negar sino ni siquiera dudar de los dogmas de fe.

Y hoy la fe está siendo socavada a tal punto que es difícil reconocer la fe de la Iglesia católica, apostólica y romana, porque la mayor parte de los fieles que se dicen o se creen católicos profesan objetivamente el error, dudan de las verdades esenciales y esa no es la fe de la Iglesia que no puede cobijar el error; no digo la herejía, es que ni siquiera el error. No lo admite porque sería admitir el equívoco en Dios, lo cual es blasfemo y absurdo, y hoy es moneda corriente; verdades que antes cualquier católico conocía, hoy son puestas en duda, cuando no negadas, como la exclusividad de la Iglesia como medio de salvación, y por eso se aceptan las demás religiones como medios alternos que pueden conducir a la salvación eterna; eso es lo que profesan el ecumenismo y la libertad religiosa, como negar el infierno o la existencia del fuego eterno del cual el Evangelio hace explícita mención. Todo esto conculca la verdad conocida y por eso son verdaderos pecados contra el Espíritu Santo. Impugnar, conculcar la verdad conocida.

No son inventos, basta preguntar a cualquier fiel en qué cree, para que nos demos cuenta de todas estas atrocidades que se cometen en el nombre de Dios y de la Iglesia, porque esto que piensan los fieles es lo que ellos han escuchado de sus pastores, de los sacerdotes, del clero, de los obispos, de Roma; es la doctrina común que hoy se imparte, la evangelización opuesta y contradictoria a la fe de la Iglesia.

Esa fue una de las razones por las cuales monseñor Lefebvre, en un acto heroico, cual Atanasio del siglo XX, no dudó ni un instante, como deber esencial de todo católico, defender la fe, su fe, sin ninguna otra preocupación sino la de presevarla al precio que costara, aun el de la propia vida, y por eso tampoco tuvo ningún temor en desobedecer porque no hay obediencia que valga en contra de la fe. No tuvo ningún temor ante las amenazas de excomunión, porque no puede haber excomuniones por defender la fe y menos cuando aquellos que anatematizan ensalzan a los destructores de la fe y, peor aún, los canonizan, como muy lamentablemente hoy acaba de ocurrir con Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, y gran precursor de Vaticano II. Él funda una congregación que no tenía estamento jurídico en la Iglesia, así reconocido en libros de sus mismos miembros, esperando la hora oportuna para que se les abrieran las puertas y conseguir jurídicamente el respaldo del cual hoy gozan. Gran precursor del ecumenismo, de la libertad religiosa, de la igualdad, de la fraternidad que lo proclama hoy como santo de la Iglesia Católica, ¡es terrible!

El único consuelo que me puede quedar al ver cómo Dios permite todo esto es dejar, para aquellos que quieran ver, claramente expresada la gran contradicción que hoy desde Roma se está propagando con escándalo de la fe y de los fieles, el poderío económico del Opus Dei que cuenta en sus haberes con una docena de productoras de cine y televisión; ¿cuáles son las películas de santos que hacen? Cuando hoy, dos de los elementos más corrompidos son el cine y la televisión y estos no tienen una o dos sino doce agencias de información; y ¿de qué se informa, de la verdad de Dios?, ¿o de toda esta bazofia y porquería de noticias que no hacen más que engañar a la gente? Para no hablar del poder financiero y económico que detentan con los bancos en plena comunión con las finanzas internacionales que se manejan desde Nueva York.

Los verdaderos santos renunciaban a su dignidad de nobleza, de títulos y de realezas para hacerse siervos de Dios, y este hombre se cambia el apellido y compra un título para ser noble. Nada de raro tiene que el ecumenismo a través de Juan Pablo II haya llegado a canonizar en el día de hoy a Escrivá de Balaguer, es una lógica consecuencia, y tan lógica que se puede ver en el folleto que habla del Opus Dei que se publicó para que estuviera al alcance de los fieles. Si tienen a bien releer la conclusión final, escrita hace diez años bajo un pseudónimo ya que entonces era Superior en España y no quería comprometer a la Hermandad, como dicen allá, a la Fraternidad. Y allí está el pensamiento laico de (“san”) Escrivá de Balaguer, su ecumenismo que se había adelantado al Concilio Vaticano II. Que hoy sea promovido como santo de altar para seguir su ejemplo e ir al cielo... Eso por hablar apenas de la doctrina, de su pensamiento, como lo reflejan los mismos miembros del Opus, porque en ese opúsculo no hay sino puras citas de lo que ellos mismos dicen, de modo que no son invenciones personales.

Con este acto, Juan Pablo II mancha su hoja de vida, si así se puede decir, como Sumo Pontífice de la Iglesia y quizás Dios lo permitió por eso, para dejar una constancia histórica de su nefasto pontificado, porque si viene un buen Papa, no le queda más remedio que contravenir esto que hoy se ha hecho. Porque un hombre de esa talla no puede ser santo; era soberbio, vanidoso y otros defectos impropias de un santo; pero basta con lo que él decía y lo que sus discípulos expresan de él para mostrar sus ideas progresistas, modernistas y ecumenistas. Por eso hoy es proclamado santo de la Iglesia, no católica, porque no lo puede ser, sino de la iglesia modernista ecuménica, porque los enemigos de la Iglesia están dentro de la Iglesia, decía San Pío X.

Juan Pablo II cuenta entre sus mejores amigos a los judíos, eso tampoco es una calumnia, dice un inglés autor del libro “El Papa oculto”, publicado con fotos tomadas junto a su amigo judío Jurek, a quien recibió en primer lugar en audiencia privada una vez elegido Pontífice y que con él hicieron el reconocimiento por parte del Vaticano del Estado de Israel; esas no son historias sino realidad escrita. Tampoco debe extrañarnos que se sospeche además del posible origen judío de Escrivá y que por eso cambie en su apellido la B por V para que no se le tome por los fariseos y escribas del Antiguo Testamento. Y aunque no hubiese sido judío todos sus hechos han llevado a judaizar la España católica como lo dice el padre Menvielle en uno de sus libros. Luego, no debemos asombrarnos sino estar alertas para no claudicar en la fe, para que sepamos resguardar la fe católica, y poder ser fieles a nuestro Señor y a su santa Iglesia.

Pidamos a la Santísima Virgen que nos ayude a mantenernos firmes en la fe, tal cual Ella al pie de la Cruz. +

PADRE BASILIO MERAMO
6 de octubre de 2002