San Juan Apocaleta



Difundid Señor, benignamente vuestra luz sobre toda la Iglesia, para que, adoctrinada por vuestro Santo Apóstol y evangelista San Juan, podamos alcanzar los bienes Eternos, te lo pedimos por el Mismo. JesuCristo Nuestro Señor, Tu Hijo, que contigo Vive y Reina en unidad del Espíritu Santo, Siendo DIOS por los Siglos de los siglos.












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"Sancte Pio Decime" Gloriose Patrone, ora pro nobis.





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domingo, 26 de julio de 2015

Festividad de Santa Ana, madre de la Santísima Virgen María. (prima sobre el 9° después de pentecostés)


Tomado del MISAL DIARIO COMPLETO por el P. Luis Ribera CMF, España 1954:

Es Santa Ana acabado modelo de madres cristianas. Son muy pocas hoy las que cumplen con el sagrado deber  de educar cristianamente y hacer buenos cristianos a sus hijos.  ¡Que honor para esta santa haber sido la educadora de la que un día había de ser Madre de Dios!
Directorio de la misa.-
1. Doble de segunda clase, Blanco.- OCM. (49. I)
2. Si OCURRE EN DOMINGO, la Misa será de la Santa, con segunda oración, etc, del domingo ocurrente.

Epístola. Del libro de la Sabiduría. Prov. 31, 10-31
¿Quién hallará una mujer fuerte? De mayor estima  es que todas las preciosidades traídas de lejos y de los últimos términos del mundo.  En ella pone su confianza el corazón del marido;  el cual no tendrá necesidad de botín para vivir.  Ella le acarrea el bien todos los días de su vida y nunca el mal.   Busca lana y lino, de que hace sus labores con la industria de sus manos.  Viene a ser como la nave de un comerciante que trae de lejos el sustento.  Se levanta antes de que amanezca, y distribuye las raciones de sus dones domésticos y el alimento a las criadas.
Puso la mira en unas tierras y las compró;  de lo que ganó con sus manos plantó una viña. Revistiose de fortaleza y esforzó su brazo.  Probó y echó de ver que su trabajo le fructifica; por tanto tendrá encendida la luz toda la noche.   Aplicará sus manos a los quehaceres fatigosos, y sus dedos manejan el huso.  Abre su mano para socorrer al mendigo, y extiende sus brazos para amparar al necesitado
No temerá para su casa los fríos ni las nieves, porque todos sus domésticos traen vestidos forrados.  Se labró ella misma para sí un vestido acolchado:  de lino finísimo y de púrpura es de lo que se viste.  Su esposo será distinguido en las asambleas, sentado entre los senadores del país.   Ella teje telas y las vende, y entrega también ricos ceñidores a los negociantes cananeos.   La fortaleza y el decoro son sus atavíos;  y estará alegre en los últimos días.   Abre su boca con sabios discursos, y la ley de la bondad gobierna su lengua.  Vela sobre los procederes de su familia, y no come ociosa el pan.
Levantáronse sus hijos y aclamáronla dichosísima:  su marido también la alabó, diciendo:  Muchas son las hijas que han allegado riquezas;  mas a todas has aventajado tú.  Engañoso es el donaire, y vana la hermosura:  La mujer que teme al Señor, esa será la celebrada.  Dejadla gozar del fruto de sus manos, y celébrense sus obras en la pública asamblea.

+Evangelio según San Mateo, 13, 44-52.--- Dijo Nuestro Señor Jesucristo a sus discípulos esta parábola:  Semejante es el reino de los cielos a un tesoro escondido en el campo, que si lo haya un hombre, lo encubre de nuevo, y gozoso del hallazgo, va y vende todo cuanto tiene, y compra aquel campo.  El reino de los cielos es, igualmente, semejante a un mercader que trata en piedras finas.   Y viéndole a las manos una de gran valor, va y vende todo cuanto tiene y la compra.   También es semejante el reino de los cielos a una red barredera que, echada al mar, allega todo género de peces;  la cual, en estando llena, sácanla los pescadores, y sentados en la orilla van escogiendo los buenos y meten en sus cestos, y arrojan los de mala calidad.
Así sucederá al final del siglo:  saldrán los Ángeles y separarán a los malos de entre los justos y arrojarlos han en el horno  de fuego;  allí será el llanto y crujir de dientes ¿Habéis entendido todas estas cosas ? Sí, Señor, le respondieron.   Y Él añadió:  Por eso, todo doctor bien instruido en lo que mira al reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que va sacando de su repuesto cosas nuevas y cosas antiguas, según conviene.

-Laus tibi Christe

miércoles, 22 de julio de 2015

Escrito del P. Basilio Méramo: EL LIBERALISMO ES UNA HEREJÍA NUNCA LO OLVIDEMOS


Jamás lo olvidemos; el Liberalismo es esencialmente una herejía, y no sólo una incoherencia o una incongruencia. ¿Quién lo dice? Lo dicen como veremos: el Padre Sardá y Salvany, el Padre Ramière, Mons. Ezequiel Moreno (Gran Obispo de Pasto, Colombia, 1895-1906), Monseñor Lefebvre, el P. Castellani y el P. Meinvielle, entre otros.

Aquí tenemos los textos:

1. El Padre Félix Sardá y Salvany:
“¿Qué es el Liberalismo? En el orden de las ideas es un conjunto de ideas falsas; en el orden de los hechos es un conjunto de hechos criminales, consecuencia práctica de aquellas ideas. En el orden de las ideas el Liberalismo es un conjunto de lo que se llaman principios liberales, con las consecuencias lógicas que de ellos se derivan. Principios liberales son: la absoluta soberanía del individuo con entera independencia de Dios y de su autoridad; soberanía de la sociedad con absoluta independencia de lo que nazca de ella misma, soberanía nacional, es decir, el derecho del pueblo para legislar y gobernar con absoluta independencia de todo criterio que no sea el de su propia voluntad, expresada por el sufragio primero y por la mayoría parlamentaria después; libertad de pensamiento sin limitación alguna en política, en moral o en Religión; libertad de imprenta, así mismo absoluta o insuficientemente limitada; libertad de asociación con iguales anchuras. Estos son los llamados principios liberales en su más crudo radicalismo”. (El Liberalismo es Pecado, ed. Ramón Casals, Barcelona, 1960, p.3).

“El Liberalismo es pecado, ya se le considere en el orden de las doctrinas, ya en el orden de los hechos. En el orden de las doctrinas es pecado grave contra la fe, porque el conjunto de las doctrinas suyas es herejía, aunque no lo sea tal vez en alguna que otra de sus afirmaciones o negaciones aisladas. En el orden de los hechos es pecado contra los diversos Mandamientos de la Ley de Dios y de su Iglesia, porque de todos es infracción. Más claro. En el orden de las doctrinas el Liberalismo es la herejía universal y radical, porque las comprende toda; el en orden de los hechos es la infracción radical y universal, porque todas las autoriza y sanciona”. (Ibídem p. 4-5).

“En el orden de las doctrinas el Liberalismo es herejía. Herejía es toda doctrina que niega con negación formal y pertinaz un dogma de la fe cristiana. El Liberalismo doctrina los niega primero todos en general y después cada uno en particular. Los niega todos en general, cuando afirma o supone la independencia absoluta de la razón individual en el individuo y de la razón social o criterio público en la sociedad. Decimos afirma o supone, porque a veces en las consecuencias secundarias no se afirma el principio liberal, pero se le da por supuesto y admitido. Niega la jurisdicción absoluta de Cristo Dios sobre los individuos y las sociedades, y en consecuencia la jurisdicción delegada que sobre todos y cada uno de los fieles, de cualquier condición y dignidad que sean, recibió de Dios la Cabeza visible de la Iglesia. Niega la necesidad de la divina revelación, y la obligación que tiene el hombre de admitirla, si quiere alcanzar su último fin. Niega el motivo formal de la fe, esto es, la autoridad de Dios que revela, admitiendo de la doctrina revelada sólo aquellas verdades que alcanza su corto entendimiento. Niega el magisterio infalible dela Iglesia y del Papa, y en consecuencia todas las doctrinas por ellos definidas y enseñadas. Y después de esta negación general y en globo, niega cada uno de los dogmas, parcialmente o en concreto, a medida que, según las circunstancias, los encuentre opuestos a su criterio racionalista”. (Ibídem, p.5).

“Por donde cabe decir que el Liberalismo, en el orden de las ideas, es el error absoluto, y en el orden de los hechos, es el absoluto desorden. Y por ambos conceptos es pecado, ex genere suo, gravísimo; es pecado mortal”.
(Ibídem, p.6).

“De todas las consecuencias y antinomias que se encuentran en las gradaciones medias del Liberalismo, la más repugnante de todas y la más odiosa es la que pretende nada menos que la unión del Liberalismo con el Catolicismo, para formar lo que se conoce en la historia de los modernos desvaríos con el nombre de Liberalismo católico o Catolicismo liberal. (…) Nació este funesto error de un deseo exagerado de poner conciliación y paz entre doctrinas que forzosamente y por su propia esencia son inconciliables enemigas. El Liberalismo es el dogma de la independencia absoluta de la razón individual y social; el Catolicismo es el dogma de la sujeción absoluta de la razón individual y social a la ley de Dios”. (Ibídem, p.11).

“Si bien se considera, la íntima esencia del Liberalismo llamado católico, por otro nombre, llamado comúnmente Catolicismo liberal, consiste probablemente, tan solo en un falso concepto del acto de fe”. (Ibídem, p.12).

“Por lo demás se llaman católicos, porque creen firmemente que el Catolicismo es la única verdadera revelación del Hijo de Dios; pero se llaman católicos liberales, o católicos libres, porque juzgan que esta creencia suya no les debe ser impuesta a ellos ni a nadie por otro motivo superior que el de su libre apreciación”. (Ibídem, p.13).

“Síguese de ahí que juzgan su inteligencia libre de creer o de no creer, y juzgan asimismo libre la de todos los demás. En la incredulidad, pues, no ven un vicio o enfermedad, o ceguera voluntaria del entendimiento, y más aún del corazón, sino un acto lícito de la jurisdicción interna de cada uno, tan dueño en eso de creer, como en la de no admitir creencia alguna. Por lo cual es muy ajustado a este principio el horror a toda presión moral o física que venga por fuera a castigar o a prevenir la herejía, y de ahí su horror a las legislaciones civiles francamente católicas. De ahí el respeto sumo con que entienden deben ser tratadas siempre las convicciones ajenas, aún las más opuestas a la verdad revelada; pues para ellas son tan sagradas cuando son erróneas, como cuando son verdaderas, ya que todas nacen de un mismo sagrado principio de libertad intelectual. Con lo cual se erige en dogma lo que se llama tolerancia, y se dicta para la polémica católica, contra los herejes, un nuevo código de leyes que nunca conocieron en la antigüedad los grandes polemistas del Catolicismo”. (Ibídem, p. 13-14).

“Por eso, es Catolicismo liberal, o mejor, Catolicismo falso, gran parte del Catolicismo que se usa hoy entre ciertas personas. No es Catolicismo es mero Naturalismo, es racionalismo puro; es paganismo con lenguaje y forma católica, si se nos permite la expresión”. (Ibídem, p. 15).

“Hasta la piedad llega la maléfica acción de este principio naturalista, y la convierte en verdadero pietismo, es decir, en la falsificación de la piedad verdadera, Así lo vemos en tantas personas que no buscan en las prácticas devotas, más que la emoción, lo cual es puro sensualismo del alma y nada más”. (Ibídem, p. 14-15).

“Sí; el Liberalismo en todos sus grados y aspectos ha sido formalmente condenado. Así que, además de las razones de malicia intrínseca que le hacen malo y criminal, tiene para todo fiel católico, la suprema y definitiva declaración de la Iglesia, que como a tal le ha juzgado y anatematizado”.
(Ibídem, p. 19).

“El Liberalismo es, como hemos dicho, herejía práctica, tanto como herejía doctrinal, y aquel principal carácter suyo explica muchísimos de los fenómenos que ofrece el maldito error en su actual desarrollo en la edad moderna”. (Ibídem, p. 124).

2. El Padre Enrique Ramière.
“La doctrina Liberal es, pues, en realidad la negación de la soberanía social de Jesucristo”. (La Soberanía Social de Jesucristo, ed. Subirana, Barcelona, 1884, p. 19).

“Mas el liberalismo no es tan sólo contrario a la religión de Jesucristo por su origen y por sus consecuencias casi inevitables; lo es también por su esencia. Además de proporcionar a los enemigos de la Iglesia armas para destruirla, la ataca por sí mismo en sus más fundamentales dogmas. Basta, en efecto, examinar esta doctrina en su principio, para comprender que niega los derechos soberanos de Jesucristo, declarando las sociedades temporales independientes de su imperio. Según este principio, la sociedad civil es puramente terrena y no tiene en manera alguna que ocuparse, ni directa ni indirectamente, en los derechos de la verdad ni de los intereses eternos, su único y supremo fin es la felicidad temporal de sus miembros, y la razón su única guía”. (Ibídem, p.17-18).

3. Monseñor Ezequiel Moreno Díaz.
“Que el liberalismo es pecado, no es dudoso, es cierto; que es un error contra la Fe tampoco es dudoso, sino cierto; que está condenado por la Iglesia, consta de un modo evidente por el Syllabus y por multitud de documentos pontificios. Sobre este punto, pues, no cabe ya libertad de pensar, sino que hay que pensar como piensa y enseña la Iglesia, so pena de faltar a la Fe, y hacerse reo de pecado y de condenación eterna”. (Un Capítulo de las Relaciones entre el Estado y la Iglesia en Colombia, Carlos Valderrama, ed. Caro y Cuervo, Bogotá, 1986, p. 443).

“El liberalismo está condenado por nuestra Santa Madre la Iglesia en todas sus formas y grados, y todo el que se precie de buen católico debe también condenarlo de la misma manera, y rechazar hasta el nombre de liberal” (Ibídem, p. 405).

Y por esto, el benemérito Obispo de Pasto mandó a que se pusiera durante sus exequias, sobre el catafalco, el epitafio “El Liberalismo es pecado”.

4. Monseñor Nicolás Casas y Conde, de la orden de Agustinos Recoletos, Obispo de Adrianápolis y Vicario de Casanare Colombia.
“Consiste propia y verdaderamente en negar a Dios su dominio sobre el hombre, o en no querer sufrirlo, puesto que en esa mala disposición del ánimo a rechazar el dominio o soberanía de Dios, sea por negarlo, sea por no querer sufrirlo, se condensa y se completa el vicio capital del liberalismo, es decir, su mayor y más principal malicia.”(Enseñanzas de la Iglesia sobre El Liberalismo, Madrid, 1902, p. 27).

“Rebelión, pues, y rebelión manifiesta del hombre contra el dominio, soberanía o autoridad de Dios, es pura y simplemente en su esencia, el liberalismo, como nos lo dice el Papa”. (Ibídem, p. 28).

5. Monseñor Marcel Lefebvre.
“Pese al riesgo de repetir lo dicho, vuelvo sobre el tema de la realeza social de Nuestro Señor Jesucristo, ese dogma de fe católica, que nadie puede poner en duda sin ser hereje, si, ¡perfectamente hereje!” (Le Destronaron, ed. Fundación San Pío X, Buenos Aires, 1987, p. 101).

“Al respecto, el sostener, como lo hace Vaticano II, una orientación naturalmente recta de todos los hombres hacia Dios, es un irrealismo total y una pura herejía naturalista. ¡Dios nos libre de los errores naturalistas y subjetivistas! Son la marca inequívoca del liberalismo que inspira la libertad religiosa del Vaticano II, ellos no pueden llegar sino al caos social y a la Babel de las religiones”. (Ibídem, p.199).

6. El Padre Julio Meinvielle.
“El error ‘naturalista’ que también se llama ‘racionalismo’ o ‘filosofismo’ es la herejía peculiar y distintiva del mundo moderno. Proclama la suficiencia de la humana naturaleza para alcanzar su felicidad. En el fondo constituye la esencia misma de todas las herejías. (...) La independencia o emancipación de la razón, de ahí la terrible herejía del racionalismo o naturalismo que engendra luego los errores sociales del laicismo, liberalismo, socialismo y comunismo”. (De Lamennais a Maritain, ed. Theoria, Buenos Aires, 1967, p. 111 - 112 - 113).

“El célebre Cardenal Pie, que fue a mediados del siglo XIX el gran luchador de los Derechos divinos de la Iglesia contra la herejía del naturalismo y del liberalismo y que había de ser una de las mayores lumbreras del Concilio Vaticano, siendo Vicario General de Chartres en 1848, expone los principios justos sobre este punto.” (Ibídem, p. 128 - 129).

7. El Padre Leonardo Castellani.
“El liberalismo es una peligrosa herejía moderna que proclama la libertad y toma su nombre de ella. La libertad es un gran bien que, como todos los grandes bienes, sólo Dios puede dar; y el liberalismo lo busca fuera de Dios; y de ese modo sólo llega a falsificaciones de la libertad.” (Cristo ¿Vuelve o no Vuelve?, ed. Dictio, Buenos Aires, 1976, p. 163).

“El comunismo no es un partido; el comunismo es una herejía. Es una de las tres ranas expelidas por la boca del diablo en los últimos tiempos, que no son otros que los nuestros. Las otras dos ranas -herejías palabreras que repiten siempre la misma canturria y se han convertido en guías de los reyes, es decir, en poderes políticos- son el catolicismo liberal y el modernismo”. (Ibídem p. 204).

 “El mundo moderno se ha olvidado bastante de que CRISTO ES REY, cosa que ha recibido de su Padre; por lo cual se instituyó poco ha la festividad de Cristo Rey, contra la herejía del liberalismo”. (El Apokalypsis, ed. Paulinas, Buenos Aires, 1963, p. 52).
“... y las tres ranas son tres herejías: nominatim, el liberalismo, el comunismo y el modernismo o naturalismo religioso”. (Ibídem. p. 97).

Entonces queda claro así, que el Liberalismo es una gran herejía y es, además, la gran herejía con dimensión apocalíptica.

P. Basilio Méramo
Bogotá, 22 de Julio de 2015



domingo, 19 de julio de 2015

OCTAVO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS


Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:
El Evangelio de este domingo ha presentado cierta dificultad a los exegetas y a los predicadores, aun el mismo padre Castellani también así lo dice, dándole la mejor explicación y la más conveniente. Sin embargo, se debe hacer resaltar que esa dificultad viene porque, aparentemente, nuestro Señor estaría poniéndonos como ejemplo a un ladrón, lo cual sería completamente absurdo; si vemos que nuestro Señor alaba la actitud de este mayordomo, de alguna manera quiere decir que hay un ejemplo a seguir; la moraleja de hoy es ser más sagaces que los hijos de este mundo.

Entonces, ¿qué es en realidad lo que nos quiere proponer nuestro Señor? Sin hacerle decir estupideces y perdonen que lo diga, porque si se le considera al acto de este mayordomo como un robo, como algo que no podía hacer, ya que él no tenía poder, jurisdicción o permiso en sus funciones de gerente o de administrador, sería un hurto, y eso nuestro Señor no lo puede alabar. Ni aun como muchos así lo dicen. Lo que quiere ensalzar es la sagacidad, pero no el fraude en sí. Entonces, ¿para qué va a ponerles ese ejemplo tontamente en lugar de buscar otro con el cual se viera muy claramente que eso no puede ser?

Y ¿qué es luego, lo que aprueba nuestro Señor de lo que hizo este mayordomo llamado infiel, que más que desleal, podríamos decir avispado, vivo o pícaro si se quiere, pero no ladrón? De hecho, los deudores aceptaron la rebaja del débito con escritura; y es de ver que de cierto modo el administrador podía y tenía facultades de hacer una rebaja como quien hace un descuento, y la viveza está en que lo hizo en beneficio propio y no en el de su amo, sino que se aprovechó de la circunstancia ya que se iba a encontrar en la calle y no servía para trabajar, y mendigar le daba vergüenza.

Ahí está, por decirlo así, la malicia indígena, la astucia, la perspicacia o la sagacidad de este mayordomo, y no en un acto malo en sí, que lo llevase a ser un ladrón robándole a su amo. Nuestro Señor nos dio ese ejemplo que, como ven, lleva su enseñanza.

Nuestro Señor alaba la perspicacia, la sagacidad, la viveza de ese mayordomo que piensa, con prudencia, qué iba a pasar con él en el futuro. Y por eso nos lo pone como ejemplo a seguir, y he ahí la moraleja, para que no seamos bobos, ni tontos, ni lerdos, ni perezosos, para que los hijos de este mundo no nos aventajen; es lo mínimo que nos pide nuestro Señor. Así como son de perspicaces, de sagaces, de avispados los hombres de este mundo para los negocios terrenales, que lo sean así por lo menos los hijos de la luz, los hijos de Dios. Con lo cual nuestro Señor quiere mostrarnos muy bien que la religión no es de bobos beatos sino de lúcidos y santos, ni de viejitas ignorantes, sino de mujeres fuertes y de hombres viriles. Esa imagen tonta, estúpida, caduca, mediocre de la Iglesia y de la religión, no la quiere Dios. Él quiere águilas y no cerdos, gente inteligente que piense con prudencia lo que va a hacer en beneficio de la salvación de su alma y de la Iglesia; que los hijos de este mundo no sean más sagaces que los de la luz; esa es la gran lección y no en lo que han convertido desgraciadamente los curas ignorantes a la Iglesia, dando consejos de tontos, cayéndoseles la baba.

La Iglesia es de mártires, de vírgenes, no de ingenuos ni de mentecatos. Y por eso debemos tener presente esta parábola de hoy, porque Dios no quiere toda esa bobería, toda esa tontería vuelta santidad falsamente; cubierta con un velo como quien blanquea un sepulcro en cuyo interior hay un cadáver podrido. Por ello mucha gente a veces se ha alejado de la Iglesia, por tanta necedad, estupidez o sandez dentro de la Iglesia; los hombres en el mundo son más sagaces, más enérgicos, más profesionales, más aguerridos, y lo peor es que si se llegan a convertir, se vuelvan tarados y torpes. Lo que la religión me prohíbe es hacerle el juego al demonio y lo que quiere es la virtud, la virilidad, la fortaleza, tanto en los hombres como en las mujeres; por eso Santa Teresa fue admirada, porque era fuerte como un hombre. Isabel la católica cabalgaba toda una noche y a veces encinta, bajo la lluvia, a pesar del frío y la tormenta, para madrugar temprano allí donde tenía una reunión con sus nobles. Eran mujeres viriles y si eso eran las mujeres, ¿qué se les puede pedir a los hombres? Que por lo menos sean iguales o mucho más por su condición de ser más fuertes y más aptos para todo lo que es un esfuerzo físico y que exige un temple aguerrido.

Porque falta esa fortaleza que viene de mucho tiempo atrás, porque los seminarios se han convertido en casas de tontos, por no decir otra cosa, en casas de invertidos o cuando no, de afeminados. Esa no es la imagen de la Iglesia de Cristo sino todo lo contrario, y es por lo mismo que falta tesón para poder permanecer fieles a la Iglesia de nuestro Señor, para combatir el error, para no dejarnos llevar por Satanás. Si lo que queremos es vivir cómoda y afemina-damente como señoritas, ¿entonces quién va a defender a la Iglesia de los lobos, del enemigo?

Por eso estamos como estamos, por eso la Iglesia pasa hoy esa pasión, que Dios la permite para acrisolar a sus verdaderos predilectos, a sus verdaderos elegidos, a sus verdaderos fieles y por eso hay que pedir, mis estimados hermanos, esa gracia de la fidelidad. Esa lealtad se gana luchando a brazo partido contra Raimundo y todo el mundo que se oponga a la voluntad de Dios; así nacieron las cruzadas y así lo han hecho los mártires, prefiriendo morir antes que claudicar. Esta crisis profunda y última de la Iglesia que, no hay que olvidarlo, no es pasajera, no es una más, sino que es la enfermedad terminal de la última gran dificultad, de la gran tribulación y de la gran apostasía antes de la venida de nuestro Señor.

Esto no tiene solución humana, ésta es divina y por eso requiere la intervención de Dios, no lo olvidemos. Mientras tanto, debemos sufrir con valentía, con honor, con nobleza y si es necesario tener que morir antes que vivir indigna y miserablemente, como lo hace el mundo hoy. Por ello el llamado a la santidad es crucial, porque requiere una gran dosis de heroísmo sobrenatural, de virtud, y esa valentía en la virtud es lo que hace la santidad. Todo eso lo vemos y debemos recordarlo para que no transijamos y para que los hijos de este mundo no sean más sagaces que nosotros, o, para invertir la cuestión, para que no seamos bobos y que sean más inteligentes los de este mundo; eso es lo que nos quiere decir nuestro Señor.

La otra gran moraleja, en la que también hay un enigma y una dificultad, es al decir que no nos ganemos amigos con el dinero inicuo, ¿y cuál es este dinero?; si es robado, tengo que devolverlo en estricta justicia, no me corresponde, no me puedo granjear con el dinero robado un beneficio cualquiera que sea, no puede ser el obtenido por el robo, por la rapiña, por la violencia. Entonces, ¿cuál es el dinero injusto con el cual yo puedo procurarme un bien y en este caso un bien sobrenatural? Eso es lo que quiere nuestro Señor.

Haciendo limosna, ¿cuál es ese dinero inicuo? Todo aquel que sin ser hurtado, ha sido obtenido de una manera pecaminosa o ilícita pero sin vulnerar la estricta justicia, como puede ser el dinero mal habido de la prostitución, de los latrocinios, de los casinos y hoy diríamos de toda la pornografía en la televisión, en el radio, en la prensa; los productos que conculcan la procreación y que se prodigan por doquier en las farmacias, la riqueza obtenida en las obras de teatro o de cine que van contra la moral.

Todo eso es dinero injusto y sin embargo no ha habido hurto, no hay que restituir, pero es mal ganado. Todo el efectivo que produce la droga, todo eso inicuo; y habría muchos más ejemplos que cada uno de ustedes podría imaginar siguiendo los parámetros de lo que acabo de decir. Entonces, con ese dinero, ¿qué se puede hacer? No se le tiene que regresar a nadie porque a nadie se le debe; es propio, pero mal habido, mal obtenido. ¡Qué peso, qué lastre, qué miseria, qué hago con él si me quiero convertir, si quiero salvar mi alma, si quiero agradar a Dios! Comprarme el cielo haciendo limosna.

He ahí lo que nos quiere indicar también nuestro Señor con el evangelio de hoy, porque la caridad se da de lo que es de uno, de lo que a uno le pertenece, no de lo robado; y así, al dar de eso que es mío, pero que fue obtenido de alguna mala manera, de alguna forma hubo pecado en la adquisición.

No obstante, si lo miro bien, Dios me abre las puertas indicándome el camino para que así en vez de comprarme una casita, un techo en esta tierra, adquiera una casita en el cielo con la limosna. Hasta eso nos permite nuestro Señor, que compremos el cielo, no con orgullo, no con vanidad, sino con limosna y cuánto más si esa caridad ya no es de dinero inicuo sino de uno bien ganado y sudado con honradez, mucho más.

Eso ha hecho decir a muchos santos que el óbolo es a los pecados como el agua al fuego: apaga la deuda. Esa limosna hoy se ha perdido, se ha olvidado, no se tiene en cuenta por el espíritu de egoísmo que hay y, sin embargo, es un camino para comprarnos una casa en el cielo, aunque sea un palmo, un lugarcito donde quepa nuestra alma. Eso es lo que nuestro Señor nos quiere hacer ver en el evangelio de hoy para que lo retengamos y así nos procuremos la salvación de nuestras almas y lleguemos al paraíso.

Me olvidaba decirles que de todos modos mi partida no tendrá lugar sino hasta mediados de octubre. En el ínterin, como ya había programado, iré a Europa para hacer el retiro en Ecône y de paso tomar de una vez unas vacaciones; entonces eso hace que el tiempo se acorte. No obstante quiero avisarles cuando será mi salida y si Dios quiere el domingo anterior podremos hacer la misa de despedida, y para que ustedes vayan adaptándose al nuevo prior.

Si me hubieran preguntado a quién convenía que enviaran, hubiera sugerido al padre Pablo; pero no se me consultó cuando se tomó la decisión. Se los menciono para que vean ustedes que quedan en buenas manos. Y lo importante, repito, es que ustedes mantengan un corazón unido en torno al Priorato, a la capilla y que la defiendan, porque va a ser atacada inmisericordemente por todos lados, principalmente por Satanás que se valdrá de la gente tonta, boba, estúpida, y más que nada sirviéndose de algún tonto que le hace el juego. Digo de algún inocente porque a veces es sin malicia. Pasa como con las vírgenes necias o tontas, que se condenan por la bobería. El único baluarte es entonces mantenerse unidos para mantener así la fidelidad a la Iglesia católica, apostólica, romana, a la Iglesia verdadera, la única arca de salvación en la Santa Misa.

Y creo que está de más decirlo, pero me corresponde en lo que a mí, como persona, con mis actos, con mis palabras haya podido ofender a alguien, o dar algún mal ejemplo que ciertamente los habré dado, disculparme y pedir que tengan esa misericordia de perdonarme y de olvidarlo y que se queden con lo bueno. Esa debe ser siempre nuestra actitud con todas las cosas y todas las personas. Entonces creo que no tengo más que decir, sino que siempre estaré pendiente para poder ayudar, en lo que de mí dependa, en el progreso del Priorato. Ahora recemos para que las dos imágenes que están pendientes, se hagan prontamente y poder verlas antes de irme y si no, que de todos modos se hagan para que así ustedes tengan ya prácticamente la capilla terminada, aunque siempre faltará algo.

Pidamos a nuestra Señora, a la Santísima Virgen María, que nos ayude para que podamos así perseverar en ese santo deseo, y podamos salvarnos todos nosotros y con nuestro ejemplo redimir a las demás almas. +

PADRE BASILIO MERAMO
3 de agosto de 2003


jueves, 16 de julio de 2015

CONMEMORACIÓN DE NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN


Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:
En la festividad de nuestra Señora del Monte Carmelo, debemos recordar la importancia de la Santísima Virgen María en la historia de la humanidad y en la de la Iglesia. No olvidar el regalo que nos hace Dios dándonos a esta Madre que es de todos nosotros y es la Reina del cielo. La advocación de la Virgen del Carmen, que viene del Monte Carmelo, es prehistórico, ya que allí San Elías redujo a un sinnúmero de idólatras de falsos dioses y de falsos sacerdotes aniquilados por Dios. Y en ese monte justamente nace la advocación de nuestra Señora del Carmen, remontándose así al Antiguo Testamento para mostrar cómo Ella sigue la historia de los hombres en el camino de su salvación.

Por eso nuestro Señor la deja como una garantía de nuestra redención, y la tenemos en el rezo del Santo Rosario que sabemos desde Fátima, aparición que ha sido ratificada por un milagro que no solamente vieron allí en Fátima miles de personas sino después el papa Pío XII, tres veces en el Vaticano. Lo curioso es cómo él no quiso publicar el tercer secreto y parece que aun ni leerlo e instituir la fiesta de una manera solemne. Claro que ya entonces había toda una conspiración contra Fátima, contra nuestra Señora aun dentro del Vaticano, en aquella época, cuando reinaba Pío XII; es inimaginable, pero así sucedió. Qué diremos ahora.

Y sabemos que desde Fátima el rezo del Santo Rosario, que es una síntesis del Evangelio, contiene los quince misterios, no son cinco, cinco es la tercera parte. El Rosario completo son los quince misterios más relevantes e importantes de la vida de nuestro Señor. Y con esta práctica, como dice nuestra Señora en Fátima, a través de Sor Lucía, no hay ningún problema ni material ni espiritual que no tenga solución; lo que debemos tener presente sobre todo para las dificultades espirituales, cuando no haya, cuando no tengamos misa, cuando no tengamos sacramentos, cuando seamos perseguidos, cuando llegue esa terrible hora en la soledad y que tengamos que dar testimonio so pena de claudicar.

También otra perla de garantía de nuestra salvación la tenemos con el escapulario que fue prometido a San Simón Stock en 1251, en pleno siglo XIII, siendo General de la Orden de los Carmelitas, lo cual le da ese privilegio, no solamente a los de su congregación que llevasen este distintivo, sino también a todos los demás. Por eso el escapulario es un hábito defensa, de lana. Y lo nombra de esta forma para que no lo confundamos con esas pastas de plástico que no son escapulario; es más, esta insignia no debe superar la mitad de la parte impresa que tiene el dibujo, tiene que ser menos de la mitad, según las normas de la confección del escapulario que es una miniatura de ese hábito que llevan los religiosos por detrás y por delante.

La única excepción es la medalla a la que San Pío X también le dio el mismo valor para las personas que tenían inconveniente por la debilidad, por la pérdida o rotura, por la fragilidad de esa pequeña tela. Entonces no nos dejemos engañar con cualquier escapulario, hecho de cualquier manera.

La promesa de ese escapulario es que nadie que siempre lo lleve irá al infierno, es decir, que no se condenará, está garantizada la salvación, que no es poca cosa. Pero hay que llevarlo dignamente con fe y cumplimiento de los mandamientos de la Ley de Dios. No como muchos, como un escudo, pero vulnerando la Ley dddivina, como hacen muchos hampones, sicarios, que he conocido personalmente con revólver en mano para matar y le piden a uno que les imponga el escapulario para que cuando les disparen no les alcance la bala. Pero aún así parece que tuvieran más fe esos sicarios que nosotros y créanme que muchas veces se han salvado llevando el distintivo carmelita. Pero claro que eso no va a ser así siempre. Es simplemente para que vean cómo a veces los bandidos tienen más fe que nosotros.

Por si fuera poco, esa promesa que hizo en aquel entonces nuestra Señora al superior de los carmelitas, se complementó con el privilegio sabatino; es decir, que nuestra Señora incluso sacaría del purgatorio a las almas al sábado siguiente después de su muerte, según nuestra manera de contar. Entonces hay esa doble promesa, la de salvarnos y la de sacarnos del purgatorio si morimos con el escapulario puesto, que hemos llevado durante nuestra vida como buenos católicos; porque si lo portamos como malos creyentes esas promesas difícilmente, por lo menos la segunda, tendrán lugar; es decir, la de sacarnos prontamente del purgatorio si es que nos salvamos.

Así nuestro Señor deja entonces a través de nuestra Señora esas dos prendas, para tener una garantía de nuestra salvación y por eso no debemos olvidarlo y tenerlo en cuenta. Simplemente, basta haber recibido una sola vez la imposición del escapulario y las otras se cambia, se renueva, y ya quedamos inscritos en ese libro que pide el ritual y que hoy no se hace porque casi todo eso está abolido, pero entonces hacerlo en el libro que tiene Dios.

Pidamos a nuestra Señora del Monte Carmelo, a nuestra Señora del Carmen, que nos proteja sobre todo en estos tiempos tan difíciles para el verdadero católico, para el que quiere ser buen católico y seguir en todo la virtud que nos señalan los diez mandamientos. Eso no es fácil; es muy difícil, ¿por qué? Simplemente por la moda; la mujer que viste a la costumbre de hoy ciertamente no es buena católica aunque no se dé cuenta; ni quien ve la televisión, quien lo hace, con toda la porquería e inmundicia que se observa allí, no puede ser buen católico.

Peor si a eso le seguimos sumando lo que piensa la gente: que nada es pecado, que todo es permitido, que se puede hacer lo que cada uno quiere. En la familia, los que se divorcian, los que se casan por el matrimonio civil, eso no es ser católico; no se diga ya de los contraceptivos, de los abortos, todo eso es no ser católico. Las revistas pornográficas son exhibidas públicamente, ya no escondidas como antaño. No se puede ir a una farmacia porque cuando no hay una revista inmunda, hay algún otro artículo de igual forma asqueroso. Y ni qué decir de la educación sexual en los niños, se los corrompe por ley de la nación. Y así seguimos viendo una cosa tras otra; díganme si así no es difícil ser buen católico.

Claro que ser “católico” protestante como la mayoría lo es hoy, sí es muy fácil: el libre examen, el libre hacer y querer, eso es ser cismático y por eso la Iglesia se está convirtiendo en otra religión, y sus fieles se están protestantizando sin salir de la Iglesia; por eso se piensa y se obra como verdaderos infieles sin darse cuenta de ello y paro aquí de contar porque sería larga la lista. Lo he dicho sencillamente para mostrar que es muy difícil pero sin embargo no es imposible, eso requiere un esfuerzo de virtud heroica para cada minuto, para cada segundo, a lo largo de las horas, de los días y de los años hasta la muerte, para que podamos vivir en estado de gracia. Se necesita un permanente control y freno que no hay, que no existe en el mundo moderno, ni el social de antaño; por eso vivimos una verdadera Babilonia, peor que Sodoma y Gomorra, porque si es verdad lo que se dice, por dar un ejemplo, que hace unos días en Alemania hombres y mujeres en cueros estaban revueltos. Eso, ¿no es peor que Sodoma y Gomorra? Claro que sí, y peor en ese país que se le tiene por culto, por avanzado.

Por eso debemos pedirle a nuestra Señora que nos ayude a ser buenos católicos, porque ya ni cristianos se puede decir, ya que los protestantes han usurpado este nombre; no son de Cristo, porque no son de la Santísima Virgen María. Así de sencillo, son herejes, son protestantes y nosotros nos estamos volviendo como ellos sin darnos cuenta, por el modernismo que ha cambiado prácticamente la estructura de la misma Iglesia. Pero ahora no voy a hablar de eso para no alargarme. Debemos por lo menos recordarlo, para que nos haga abrir los ojos, y pidamos a Dios la luz y a la Santísima Virgen María la protección de la Iglesia que está hoy peor que nunca; no la Iglesia en su esencia, pero sí en su parte humana y material, en sus hombres, en sus integrantes tan corrompidos, tan prostituidos y eso de un modo oficial, no privado.

Siempre hubo la corrupción privada pero la putrefacción instaurada oficialmente, hecha ley, eso ya es diferente; cambia todo porque ya no se combate el mal, el vicio y ¿qué moral e Iglesia puede haber? Por eso se insiste en el matrimonio de los sacerdotes. Porque, es cierto, es muy difícil ser un sacerdote célibe si se es modernista y progresista; es imposible. Si es difícil siendo aun en la verdad y en la Tradición de la Iglesia porque hay que luchar, pero se tienen las armas; y si no se tienen es imposible luchar. Por ello vemos esa corrupción en el clero, en los religiosos, porque no es posible sin virtud, sin espiritualidad verdadera resistir al mal que hoy impera pública y socialmente dentro y fuera de la Iglesia, eso es un hecho.

Y solamente si no queremos ver no lo veremos, sino que hay que estar muy obcecado para no admitirlo. Tenemos que aprovechar ese auxilio que nos da nuestro Señor a través de su Santísima Madre para que Ella nos proteja y nos facilite en cierto modo las cosas; que nos evite el mal y la fatal caída y que podamos así avanzar en el bien y en la verdad guiados de su santa mano. +

PADRE BASILIO MÉRAMO
16 de julio de 2003


martes, 14 de julio de 2015

Escrito del P. Basilio Méramo: ¿TEXTOS OLVIDADOS, IGNORADOS O DESCONOCIDOS?


Parece que Monseñor Williamson desconoce o tiene relegado en el cajón del olvido estos textos de Monseñor Lefebvre:

“Nos encontramos verdaderamente frente a un dilema gravísimo, que creo no se planteó jamás en la Iglesia: que quien está sentado en la Sede de Pedro participe en cultos de falsos dioses; creo que esto no sucedió jamás en toda la historia de la Iglesia. ¿Qué conclusión deberemos quizás sacar dentro de algunos meses ante estos actos repetidos de comunión con falsos cultos? No lo sé. Me lo pregunto. Pero es posible que estemos en la obligación de creer que este Papa no es Papa. No quiero decirlo aún de una manera solemne y formal, pero parece, sí, a primera vista, que es imposible que un Papa sea hereje pública y formalmente”. (Sermón del domingo de Pascua del 30 de Marzo de 1986 en Ecône).

“Queridos amigos, ¡pudieron, durante las vacaciones, reflexionar sobre el sermón del domingo de Pascua! (…). Entonces el problema se plantea. Primer problema: la communicatio in sacris. Segundo problema: la cuestión de la herejía. Tercer problema: ¿el Papa es aún Papa cuando es hereje? ¡Yo no sé, no zanjo! Pero pueden plantearse la cuestión ustedes mismos. Pienso que todo hombre juicioso debe plantearse la cuestión. No sé. Entonces, ahora, ¿es urgente hablar de esto? Se puede no hablar, obviamente. Podemos hablar entre nosotros, privadamente, en nuestras oficinas, en nuestras conversaciones privadas, entre seminaristas, entre sacerdotes. ¿Es necesario hablar a los fieles? Muchos dicen: No, no habléis a los fieles. Van a escandalizarse. Eso va a ser terrible, eso va a ir lejos. Bien. Yo dije a los sacerdotes, en París, cuando los reuní, y luego a vosotros mismos, ya os había hablado, les dije: creo que, muy suavemente, es necesario, a pesar de todo, esclarecer un poco a los fieles. No digo que sea necesario hacerlo brutalmente y lanzar eso como condimento a los fieles para asustarlos. No. Pero pienso que, a pesar de todo, es una cuestión precisamente de fe. Es necesario que los fieles no pierdan la fe. Estamos encargamos de guardar la fe de los fieles, de protegerla. Van a perder la fe… incluso nuestros tradicionalistas. Incluso nuestros tradicionalistas no tendrán ya la fe en Nuestro Señor Jesucristo. ¡Ya que esta fe se pierde! Se pierde en los sacerdotes, se pierde en los obispos”. Y más adelante, ante el interrogante de crear un cisma, Mons. Lefebvre responde: ¿Pero quién hace cisma? ¡No soy yo! Para hacer cisma es necesario dejar la Iglesia. Y dejar la Iglesia, es dejar la fe, en primer lugar. ¿Quién deja la fe de la Iglesia? La autoridad está al servicio de la fe. Si ella abandona la fe, es ella quien hace cisma. Entonces no somos nosotros quienes hacemos cisma”. (Conferencia Espiritual en Ecône del 15 de Abril de 1986).

Con estos dos textos se tiene claro que la cuestión de la Sede Vacante se plantea en Monseñor Lefebvre; y no es lo mismo en el 79 que en el 86, los mismos acontecimientos lo llevan a manifestar más abiertamente su parecer. ¡Qué no diría hoy!

Hay otros textos más que nos redondean el panorama:

“Por supuesto se podrá objetársenos: ¡Es necesario, obligatoriamente, salir de la Iglesia visible para no perder al alma, salir de la sociedad de los fieles unidos al Papa? No somos nosotros, sino los modernistas quienes salen de la Iglesia. En cuanto a decir ‘salir de la Iglesia visible’, es equivocarse asimilando Iglesia oficial a Iglesia visible. (…) ¿Salir, por lo tanto, de la Iglesia Oficial? En cierta medida, sí, obviamente”. (Fideliter n° 66 Nov.-Dic. de 1988).

“Son cosas que son fáciles de decir. Ponerse dentro de la Iglesia, ¿Qué es lo que eso quiere decir? En primer lugar, ¿De qué Iglesia se habla? Si es de la Iglesia conciliar, sería necesario que nosotros, quienes luchamos contra ella durante veinte años, porque queremos la Iglesia Católica, volviésemos a entrar en esa Iglesia conciliar, para supuestamente volverla católica. ¡Es una ilusión total! (…) Es increíble que se pueda hablar de Iglesia visible en relación a la Iglesia conciliar y en oposición con la Iglesia Católica que nosotros intentamos representar y seguir (…) Obviamente estamos en contra de la Iglesia conciliar, que es prácticamente cismática, incluso si no la aceptan. En la práctica es una Iglesia virtualmente excomulgada, porque es una Iglesia modernista”. (Fideliter n° 70 Jul.-Ago., 1989).

El siguiente texto ha sido fraudulentamente suprimido (en la edición argentina del libro Itinerario Espiritual, Fundación San Pio X, Bs. As. 1991) por el P. Guillermo Deviller, liberal como toda su familia y además hoy un furibundo acuerdista: “Esta apostasía convierte a sus miembros en adúlteros y cismáticos, opuestos a toda tradición, en ruptura con el pasado de la Iglesia y, por lo tanto, con la Iglesia de hoy en la medida en que permanece fiel a Nuestro Señor Jesucristo. Todo lo que sigue siendo fiel a la verdadera Iglesia es objeto de persecuciones salvajes y continuas”. (Itinéraire Spirituel, ed. Séminaire Saint Pie X, Econe 1990, p.70-71).

“La Iglesia, ha dejado de ser la Iglesia católica”. (La Misa Nueva, ed. Iction, Buenos Aires, 1983, p.97).

“Entonces nosotros no somos de esa religión. No aceptamos esa nueva religión. Nosotros somos de la religión de siempre, la religión católica, no somos de esta religión universal como la llaman hoy en día. (…) No podemos aceptar esas cosas. Es contrario a nuestra fe. Lo lamentamos infinitamente”. (La Iglesia Nueva, ed. Iction, Buenos Aires, 1983, p.106).

Y refiriéndose al Papa de esa época (Pablo VI) Mons. Lefebvre dice:“Y como sucesor de Pedro, debe transmitirnos la fe de sus predecesores. En la medida en que no nos transmite la fe de sus predecesores, ya no es sucesor de Pedro entonces se convierte en una persona que se separa de su cargo, que reniega de su cargo, que no cumple con su cargo”. (Ibídem p.177).

“En la medida que el Papa se aleja de esta tradición, se volvería cismático, rompería con la Iglesia. Los teólogos como San Belarmino, Cayetano, el Cardenal Journet y muchos otros, han estudiado esta eventualidad. No es pues una cosa inconcebible”. (Ibídem, p.124).

“Este concilio representa, tanto a los ojos de las autoridades romanas, como a los nuestros, una nueva Iglesia a la que por otra parte llaman ‘la Iglesia conciliar’. Creemos poder afirmar, ateniéndonos a la crítica interna y externa del Vaticano II, es decir,
analizando los textos y estudiando los pormenores de este concilio, que éste, al dar la espalda a la tradición y al romper con la Iglesia del pasado, es un Concilio cismático. Se juzga al árbol por sus frutos”. (Ibídem, p.124).

Claro está (dicho sea de paso) que según Monseñorcito… hay ahora un árbol medio bueno y medio malo, que da frutos medio buenos y frutos medio malos. ¡Eureka Eleison!
“Todos los que cooperan en la aplicación de este trastrocamiento, aceptan y adhieren a esta nueva ‘Iglesia Conciliar’ –como la designa Su Excelencia Mons. Benelli, en la carta que me dirige en nombre del Santo Padre, el 25 de Junio último–, entran en el cisma”. (Ibídem, p.125).

“La Verdad no nos pertenece, no le pertenece más al Papa que a mí. Él es el servidor de la Verdad como yo debo ser el servidor de la Verdad. Y si llegara a suceder que el Papa no fuera ya servidor de la Verdad, ya no sería Papa”. (Ibídem, p.150).

P. Basilio Méramo
Bogotá, 14 de Julio de 2015



domingo, 12 de julio de 2015

SÉPTIMO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS


Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:
El Evangelio de este domingo tiene una aplicación sorprendente: la alerta en la cual nos pone nuestro Señor mismo, sobre todo en estos días, en esta época, en este tiempo en el que se presagian para aquellos que son fieles a Dios, las profecías anunciadas con todas sus advertencias; tenemos que tomar conciencia cada día de que vivimos en ellos de un modo cada vez más palpable y evidente, porque de ello dependerá la salvación de nuestra alma. No será difícil nuestra redención si perseveramos en la Iglesia católica, en la fidelidad a nuestro Señor Jesucristo.

Muchos de los errores que comete la gente de buena voluntad se debe a que no saben situar el mal de la crisis presente dentro de ese contexto apocalíptico y piensan que es pasajera; dificultad la ha habido siempre en la Iglesia, pero pasa. Y por eso entonces esperan que amaine la tormenta quedándose encerrados en casa. Pero eso no sucederá con la última gran crisis universal, que no será superada sino que será final, la última. Como en la vida nuestra, en la cual podemos tener muchas enfermedades y pasan, pero habrá una última que será la mortal, y qué mal haría un médico que le diga que esa es otra enfermedad sin importancia cuando es terminal y lo enviará al fondo del sepulcro. Así acontecerá al fin de los momentos finales, en esta crisis de los últimos tiempos apocalípticos. Y por eso nuestro Señor dice en el evangelio hoy, ¡cuidado con los falsos profetas!

¿Quiénes son los falsos profetas? En el Antiguo Testamento eran los hombres de Dios los encargados de dirigir al pueblo elegido y hablaban en el nombre de Él para manifestar las cosas de Dios, y bajo su inspiración divina les hacía ver y así presagiaban el futuro. Eran los dirigentes, los encargados de conducir, de dirigir al pueblo elegido, de enseñar la religión. Por eso dice Santo Tomás de Aquino en su comentario al evangelio de San Mateo, que los profetas son los prelados de la Iglesia, los doctores de la Iglesia. Eso dice el gran doctor Santo Tomás de Aquino acerca de los profetas, lo cual se ve muy bien porque son los conductores, los guías espirituales de la Iglesia, los que enseñan la religión y la doctrina, los que cuidan el rebaño; son entonces los prelados, es el clero, es todo predicador que hay en nombre de Dios. Si eso es el verdadero enviado, entonces, ¿cuál es el falso? Es todo lo contrario, es un hombre que hipócritamente ejerce ese ministerio, falsifica la doctrina, la la religión, la palabra de Dios. Eso han hecho muchos herejes, muchos cismáticos que toman una parte del dogma para negarlo o para exagerarlo, buscando que así se pierda el equilibrio de ese conjunto arquitectónico que es nuestra santa religión con su teología y sus principios.

Por eso los falsos profetas, como lo han sido todos los herejes, vacían, adulteran el contenido sobrenatural para meter uno humano y natural, para cambiar el significado. Esto lo hace ver el padre Castellani citando un proverbio francés: que sólo se destruye lo que se sustituye. Entonces el falso profeta cambia la verdadera religión por una falsa, y de ahí el grave peligro.

Por eso la advertencia de nuestro Señor para todos los tiempos de la Iglesia, y con mayor necesidad para los últimos que nos toca vivir; eso es lo que se ha significado con todas las señales religiosas del cielo desde hace dos siglos, comenzando con nuestra Señora en la Rue de Lubac en Francia, con la medalla Milagrosa, pasando por Lourdes, por Fátima, Siracusa y todo para mostrar la gravedad del momento. Nuestra Señora en La Salette llora, pero también habla; en Siracusa no habla sino que llora por uno, dos, tres y cuatro días consecutivos, sobre este mundo que ya no tiene solución y que ha caído bajo la égida del demonio, de Satanás y de sus supósitos.
Eso dentro de la Iglesia, con el mal que causa dentro de ella, para que así se conviertan en falsos profetas que tergiversan, que adulteran, que vacían la religión dándole un contenido natural y quitándole el sobrenatural. Así se adultera y lo vemos hoy, estimados hermanos. Esa adulteración, esa remedo de la religión católica. El que no lo vea está ciego, no tiene fe. Porque no hay más que pensar en la crisis universal, porque no está aquí en Bogotá o en Colombia o en un país determinado, sino que es en todo el orbe católico, es universal y viene desde arriba; el error viene de la cabeza, por vía de autoridad, con el peso y el sello de la jerarquía y nosotros sabemos que ésta puede traicionar su sagrado ministerio; siempre ha pasado en la historia política y social de los pueblos, que han sido traicionados por su gobierno.

Nosotros también podemos ser vendidos por la autoridad dentro de la Iglesia. El judaísmo es una claudicación por culpa de la autoridad que engañó al pueblo, cambió las Escrituras para no basarse en ellas, en la Ley de Moisés, en la Ley que está contenida en el Pentateuco y en todo el Antiguo Testamento, en los profetas, para crear una tradición humana contenida en el Talmud y en la Cábala; eso pasó con el pueblo elegido, esa fue su desgracia y también puede ser la nuestra.

Y ¿qué pasa con Iglesia católica? Duele decirlo, pero hay que hacerlo y si yo supiera que me fuera a morir hoy, diría muchas otras cosas que no las quiero mencionar, pero me las guardo porque a veces pienso que es como a un bebé a quien no se le puede dar la comida sólida de sopetón, pues hay que esperar para cambiar la leche por el puré; y ya después cuando salgan los dientes ya darle lo menos líquido. Pero ya es hora de que nos salgan los dientes, que dejemos de ser bebés, que no sea únicamente con leche y puré que se nos tengan que decir las cosas, y más teniendo el Evangelio que nos advierte de esos falsos profetas que son los prelados.

Dice Santo Tomás que el verdadero profeta es el prelado, el doctor, el hombre que habla por Dios en su lugar, y Él le ha hecho revelaciones para que las manifieste al pueblo en su nombre sin halagar, sin seducir, sin importarle lo que piense la gente sino que sea fiel a la palabra de Dios. Esa es la característica del del verdadero discípulo de Dios que no le interesa adular los corazones de los hombres para cautivarlos, porque sabe que los atrae, o los debe ganar con la palabra de la verdad pronunciada fielmente en el nombre de Dios; la verdad que es Dios es lo que seduce. No cautiva el ser diplomático, halagüeño, el acomodarse, el hablar de cosas bonitas pero que son una vil mentira, un engaño, como una novela romántica donde todo es color de rosa. Esa no es la historia de la humanidad y mucho menos de la Iglesia que nació en la Cruz, en el Calvario, de la sangre, de la muerte; esa es la vida de la Iglesia, sacrificio, oblación y muerte de cruz.

Entonces los falsos profetas predican algo diferente. Hoy vemos a la humanidad embobada con la libertad, con la paz, con el progreso, todo esto mentiras y engaño si no se es fiel a la palabra de Dios. Porque al que hay que agradar es a Dios y no a los hombres. Al enviado impostor le interesa lisonjear los corazones y por eso es astuto y diplomático, por eso tiene tacto, porque lo que le interesa es estar bien con los hombres, no siendo un profeta de desgracias, como lo dijo Juan XXIII: “Yo no quiero ser un profeta de desgracias”. Entonces, hablo bonito para que la gente sonría y así más rápido se los trague el lobo como a Caperucita; es decir, el diablo.

¿Es que acaso vamos a ser tan tontos, tan estúpidos para que nos engulla el lobo como a la niña del cuento? No creo, mis estimados hermanos, que debamos ser comparados con ella, pues si ven bien el mundo entero, al no ser fiel a nuestro Señor estamos a punto de ser devorados por el lobo, por Satanás. Todo ello por culpa de los falsos profetas que no predican la palabra tremenda y terrible de Dios, que lo hace como un buen Padre, para que reaccionemos y salgamos del error, del vicio, del pecado, del mal, y no nos condenemos eternamente, miserablemente en el infierno. Por eso hoy se niega que haya un lugar con fuego, para que la gente no se asuste; el temor es el último freno que nos puede parar para no caer en el abismo del vicio y del pecado; y si no es por amor de Dios, al menos que sea por el susto, por el miedo, como decía San Ignacio de Loyola.
Esos falsos profetas como los de todos los tiempos, tienen una misma característica: la de adular, la de congraciarse, pero ¿al precio de qué? Al de falsificar la verdad, por eso nuestro Señor nos incita a tener cuidado.

Y ¿cómo distinguiremos entonces el buen profeta del falso, del pseudoprofeta? Por sus frutos. En esto es categórico nuestro Señor cuando habla. Y ¿cuáles son los frutos?, hoy vemos qué hechos desastrosos hay dentro de la Iglesia, como la pérdida de fe, la desmoralización, la desintegración de la sociedad y familia católicas para que todos sean seducidos por la dignidad y la libertad del hombre, de la persona humana con sus derechos.

Y por si fuera poco, también como si los niños no fueran personas, ya que tienen que agregar el derecho de ellos; y así se endiosa al hombre. El hombre moderno, que exaltado con la técnica y ciencia actuales, cree que con todo el progreso científico y tecnológico ya llega al cielo, cuando no es capaz de ir más allá de la luna. Y ¿qué es un hombre que no vive en la realidad? Un loco, un lunático, o, por lo menos, un distraído. Pero se endiosa la ciencia, como un arma de poder, de dominio sobre la naturaleza, y sobre todo como un niño que con un revólver se cree ya el dueño del mundo. De lo que no se da cuenta es de que se puede dar un balazo porque no lo sabe usar.
Eso es lo que pasa con la ciencia y técnica de hoy, que no se sabe cómo usarla para que no acarree la destrucción y la hecatombe del universo, porque eso es la bomba atómica. El mismo Einstein, científico judío y el más metafísico de los físicos, confesó que hubiera preferido ser un plomero, cuando vio a lo que se llegó con su teoría, con su ciencia, con su física, con su aporte. ¿Qué quiere decir todo eso? Que este mundo peligra por donde se lo mire.

Pero el peor riesgo, mucho peor que mil guerras y mil bombas atómicas es la pérdida de la fe, la desintegración de la Iglesia, porque Iglesia quiere decir los reunidos bajo el llamado de Dios, los agrupados, no los dispersos. Por eso cuando nuestro Señor congregó alrededor de Él para fundar la Iglesia, dispersó a los judíos en la diáspora; cuando ellos vuelvan de ella a la tierra prometida, estará pronto el fin, y eso ya pasó hace más de cuarenta años.

Hoy, Jerusalén es la capital de los judíos después de dos mil años de historia, esos son signos evidentes del final de los tiempos. Y más claro es la gran apostasía que vivimos, que no se ha formalizado todavía pero que es una deserción práctica bajo la conducción de los falsos profetas, de la autoridad que no quiere ser enviada de desgracias sino que quiere congraciarse con el mundo; entonces habla de libertad, de igualdad, de fraternidad, de paz, de progreso.

Ese es el mensaje de los masones, de las Naciones Unidas, de la política internacional y de la misma Iglesia hoy, no de la verdadera, sino de esa parte humana que ha caído seducida en el error y que se convierte así de verdadero profeta en falso. El infiel enviado va a decir ¡Señor, Señor! ¡Dios, Dios! Pero nuestro Señor lo dice en el mismo pasaje de hoy, “Cuidado, no todo el que dice ¡Señor, Señor! es de Dios sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. Entonces hay que hacer el mandato del Padre eterno y no encubrirse como lo hace todo falso profeta con la piel de oveja siendo un lobo rapaz, mostrando una piedad que es falsa, invocando a un dios que no es el verdadero.

Y eso está pasando hoy, mis estimados hermanos, ¡cuántos lobos rapaces vestidos de oveja hay! La oveja que simboliza a nuestro Señor porque es un animal tierno ante el sacrificio, ante la muerte y no se mueve, se deja inmolar; por eso el cordero representa a nuestro Señor, y el falso profeta es eso, aparece con piel de cordero pero no lo es. Es un lobo que se quiere comer a Caperucita Roja, es un seductor, un falsificador. Hoy vemos cómo se adultera la doctrina y cómo se dispersa la Iglesia, que debiera ser la congregación de los fieles a Cristo.

La prueba está en que tantos católicos, para poner un ejemplo, en Colombia hoy son protestantes, porque hay muchas sectas en nuestro país, eso debido a toda esta desorganización, a una verdadera dispersión. Por eso debemos tener cuidado para que haya verdaderos profetas, verdaderos prelados, verdaderos doctores en la Iglesia. ¿Y cuántos estudiosos vemos que invocan públicamente la verdadera doctrina? Cardenales no vemos ninguno, obispos había dos y ya murieron, monseñor Lefebvre y monseñor De Castro Mayer, aunque a veces mucha gente piensa que esos dos eran los malos. Y después de ellos dos, cuatro obispos que son los de la Fraternidad. Y ¿dónde más hay obispos, prelados que digan la verdad, dónde? todos disimulan, se escudan, en definitiva falsifican y corrompen y le hacen el juego al demonio; para justificarse hablan de Dios, pero “no todo el que dice ¡Señor, Señor!” es de Dios, lo dice nuestro Señor ahí mismo en el evangelio de hoy.

Espero no desconcertar a nadie por ignorancia. Porque el escándalo del fariseo me importa muy poco, ya que éste siempre se va a sorprender porque se le toca el punto en que es vulnerable. En el fondo de todo falso profeta hay una profunda dosis de fariseísmo que es la corrupción de la religión, ya que el hipóscrita es el que vive hablando de Dios, de la religión, pero ésta es en sus manos se corrompe, pierde su esencia, su especificación y lo que queda es una pantalla, una apariencia, justamente lo mismo que hace el falso profeta, adulterar y aparentar con piel de oveja lo que no es.

Pidamos a nuestra Señora, a la Santísima Virgen María, que nos dé prelados, pero que sean inteligentes y virtuosos, porque uno bruto, por muy piadoso que sea no sirve; se necesita inteligencia, luz, porque el intelecto solo tampoco sirve. Se puede tener luz, pero si falta la virtud, la voluntad, la valentía para decir lo que se ve, de nada sirve.

Como le pasó al cardenal Siri, que vio todo esto y lo condensó magistralmente en su libro “Getsemaní”, para ponerse luego a llorar como una Magdalena más cuando tuvo que coger la espada y ser un Cid Campeador, un Pelayo, un Hernán Cortes y no una penitente llorando; porque está muy bien para ella sollozar, pero no para un prelado de la Iglesia. Por eso, entonces, se necesitan también sacerdotes inteligentes y virtuosos que hoy precisamente no abundan y si no, miremos los que tenemos a nuestro alrededor, de qué se ocupan, de qué hablan, de nada importante. Les interesa vivir bien, pasarla bien, ser uno más del montón, ser un hombre más y si tienen mujer, mejor, y como ahora hay libertad para todo, si no les gustan las mujeres pues que entonces con los hombres, no es relevante; ahí va y si lo podemos hacer obispo bien, y cardenal aún mejor y así es como se pudre la Iglesia en la parte humana. Eso es lo que produce tanto escándalo, tanta miseria. Pero Dios permite ese colmo, a ver si se dan cuenta, a ver si reaccionan aquellos pocos que buscan y aman la verdad; por eso me toca decirlo, mis estimados hermanos.

No sé cuánto tiempo voy a durar aquí, es posible que el Superior General me traslade a Portugal, pero lo importante es que ustedes sepan defenderse; monseñor Castrillón está haciendo hasta lo imposible por destruir la Fraternidad, y él como colombiano no va a permitir que ésta progrese aquí en Colombia. Si me voy, a ustedes les corresponderá ampararse, proteger esta capilla y su religión. Les tocará a ustedes como a los cristeros, quizás, ser unos mártires, porque él va a hacer todo lo posible por destruir, por eso viene tras él, como está ahora presente aquí en Colombia, la Fraternidad San Pedro, de quienes han sido los sacerdotes ordenados por monseñor Lefebvre, quienes por no tener esa virtud, esa firmeza para perseverar en la fidelidad en la verdad, claudicaron y Roma los cobija, los respalda, los abraza, los congrega para destruirnos.
Entonces les corresponde a ustedes preservar la integridad de la religión, de la verdad y que sean fieles y fuertes porque hoy estamos aquí y mañana no sabemos dónde estaremos; el justo vive por la fe, en la fe, de la fe y morirá en ella, y si no, no es justo, no es de Dios. No es un juego, es una realidad de vida o muerte; de ser o no ser; de cielo o infierno; no es un carnaval o un desfile. Esa es la gravedad del ser, del nacer, de existir en este mundo. Dios nos crea para Él pero que no le hacemos caso y nos dejamos seducir por el bullicio de este mundo; nos perdemos y nos traga el diablo como a Caperucita Roja que se la come el lobo. Por eso hay que estar vigilantes.

Si la posibilidad de irme se llega a concretar, siempre estaré presente con ustedes espiritualmente; en lo que de mí dependa trataré de ayudar y de colaborar para que estas dos capillas crezcan y sean un reducto de verdadera fe y sean como un faro, como el de Alejandría, una de las siete maravillas del mundo, que ya no existe. Que seamos como un faro sobrenatural, una verdadera llama luz y de verdad y que así podamos morir en la fidelidad de la santa Iglesia católica, aunque la autoridad, lo repito, nos traicione, porque, “Roma perderá la fe y será la sede del anticristo”, lo dice nuestra Señora en La Salette y lo he señalado más de una vez aquí.

Y también, por si fuera poco, es el mismo San Juan, en concomitancia con nuestro Señor en el Evangelio de hoy, quien nos habla del pseudoprofeta, de ese animal de la tierra con apariencia de oveja, que tiene dos cuernos como de cordero pero que está al servicio de la bestia, del anticristo. Dios no lo permita, pero es muy probable que haya, para engañarnos, en la cabeza de ese pseudoprofeta no solamente un obispo o un cardenal sino hasta un Papa. Por eso muchos comentadores venerables como Holzhauser de Alemania habla de ese falso enviado en la persona de un Papa adulterado, de un antipapa; sabemos que halaga, que es amado del mundo, que es querido por el mundo, que es humanista, que habla de paz, de progreso, de fraternidad y es aupado por la prensa y por la televisión.

Todo eso no lo vemos y ni siquiera lo sospechamos, pero si no es éste podrá ser otro peor todavía; en nombre del Papa podemos claudicar miserablemente, eso es lo que quieren decir La Salette, San Juan y nuestro Señor: que tengamos cuidado con los falsos profetas y principalmente con el último gran pseudoprofeta del Apocalipsis.

Es mi deber en conciencia delante de Dios, si es que me trasladan, advertir a mis fieles que estén al pendiente, vigilantes porque “no todo el que dice ¡Señor, Señor!” es de Dios; no todo lo que viene de Roma, proviene de la autoridad del Papa ni es de Dios. Debe estar claro, es de Dios el que hace la voluntad del Padre. Y por eso la Iglesia es reducida a su mínima expresión hacia el final de los tiempos, a un pequeño rebaño, como decía San Lucas,pusillus grex; por eso nuestro Señor decía: “Si acaso encontraré fe sobre la tierra cuando vuelva”.

Son todas realidades que hoy de algún modo palpamos y por eso no debemos ceder ni dejarnos engañar con firmas de concordatos, de contratos y de acuerdos, que son seducciones de los pseudoprofetas. Y ojalá que las autoridades de la Fraternidad así lo vean, porque si no, me corresponderá gritar como una voz que clama en el desierto, para que lo vean los otros que son seducidos o engañados. No puede ser que nos hagamos los desentendidos y por miedo de hablar y por falta de luz o por falta de fuerza no se diga la realidad y dejemos que el lobo se coma al rebaño, a las ovejas, porque el verdadero fiel conoce la voz de su Pastor. Es más, el verdadero fiel sabe que lo que yo estoy diciendo es verdad y si es mentira, yo les invito a que públicamente, o en privado, o como quieran, me lo hagan ver; y si me equivoco, estoy dispuesto a retractarme, pero entonces tendrían que cambiar todos estos acontecimientos históricos que vivimos, que son incontrovertibles porque los hechos hablan por sí mismos sin necesidad de argumento.

Pidamos a la Santísima Virgen María que tengamos ese sumo cuidado. Lo único que les pido es que se no alarmen ni se asusten pero sí que estén vigilantes, que sean precavidos, que sean prudentes como la serpiente, pero sencillos como la paloma; que no se dejen engañar, que no caigan en la seducción tan tremenda que se ejerce sobre nosotros. Desgraciadamente tenemos ejemplos de sacerdotes buenos pero que se han ido, como el padre Navas, como el padre Barrero, que los conocemos porque son colombianos, y tantos otros en otros lugares, que fueron buenos, como los de Campos que cayeron, que claudicaron. No se sabe qué va a pasar con el padre Aulagnier, pues está a punto de ser seducido por el error; le he escrito y todavía es de la Fraternidad. Cuántos hay en esta fundación que con buena intención se acercan al error por la presión; por ellos debemos rezar, al igual que por los superiores de la Fraternidad para que tengan inteligencia y virtud, para que los cuatro obispos permanezcan firmes, y para que los sacerdotes también así lo sean y que podamos así, unidos como verdadera Iglesia, permanecer fieles esperando la pronta venida de nuestro Señor en gloria y majestad. +

PADRE BASILIO MÉRAMO
27 de julio de 2003

jueves, 9 de julio de 2015

Escrito del P. Basilio Méramo RÉPLICA Y ACLARACIÓN A FORO CATÓLICO


Habiéndome enterado recientemente del reproche que en ese blog se me adjudica en uno de los comentarios firmado por Josepepe del 24 de Febrero de 2015, que dice: “El libro de Lacunza, dicen que se restablecerán los sacrificios de animales y el Padre Méramo los promueve en Radio Cristiandad”. 

En primer lugar, jamás he enseñado tal cosa, que para mí es lo único que no me convence, pero es una cuestión que no toca la esencia del Milenio. En segundo lugar si nos atenemos a lo que el P. Lacunza dice al respecto, vemos que no tiene la gravedad que a simple vista pareciera tener, pensar en un retorno a las ceremonias y sacrificios del Antiguo Testamento y abolición del sacrificio de la Misa, esto sería un gravísimo y craso error. No se trata de esto como malamente se puede entender, o se quiere dar a entender, con este tipo de reflexiones de ignaros o de miopes que no ven más allá de su nariz. Lo que quiere decir el P. Lacunza es que se trataría de una cierta conveniencia pedagogía que evidencia y manifiesta la correspondencia de la figura con lo figurado, (y repito a mí no me convence, pues me parece innecesario ateniéndome a la óptica de S. Ireneo, la cual ahora no voy a exponer aquí). Esto es lo que el P. Lacunza dice: “Los antiguos sacrificios, que según las Escrituras, volverán a aparecer en el siglo venturo, en la nueva tierra, en el nuevo y último templo de Jerusalén todavía futura, no serán entonces otra cosa, que una nueva y sapientísima liturgia instituida y ordenada por el sumo y eterno sacerdote Cristo Jesús. No serán, digo, otra cosa que unas ceremonias no solo significativas sino claramente demostrativas que deberán entonces preceder en aquel solo individuo templo, al sacrificio incruento de la eucaristía o a la cena del Señor, o a la sustancia de la Misa. ¿Y esto para qué? Para que concurran alguna vez, se abracen, y se den ósculo de paz, todas las antiguas figuras con lo que habían significado: para que estas figuras se vean alguna vez de cerca y confrontadas con el original, allí presente, se entiendan todas con ideas claras y se admire, y bendiga la sabiduría infinita de Dios en su institución”. (La Venida del Mesías en Gloria y Majestad, Tomo IV, ed. Carlos Wood, Londres 1816, p. 235,236).

Queda claro que a Foro Católico, lo único que le interesa es desprestigiar el Milenarismo Patrístico de los tres o cuatro primeros siglos de la Iglesia Primitiva en su afán antiapocalíptico y antimilenarista, lo cual es típicamente judaico.

 No olvidemos lo que decía el P. Castellani: “Es el mismo sueño carnal de los judíos, que los hizo engañarse respecto a Cristo: estos son milenaristas al revés. Niegan acérrimamente el Milenio metahistórico después de la Parusía, que está en la Escritura; y ponen un Milenio que no está en la Escritura, por obra de las solas fuerzas históricas, o sea una solución intrahistórica de la Historia; lo mismo que los impíos ‘progresistas’, como Condorcet, Augusto Comte y Kant; lo cual equivale a negar la intervención sobrenatural de Dios en la Historia y en el fondo, la misma inspiración divina de la Sagrada Escritura”. (El Apokalypsis, ed. Paulinas, Buenos Aires 1963, p. 367).

“Pero ¿qué cosa más judaizante que esperar un gran triunfo terreno de la Iglesia antes de la Segunda Venida de Cristo?”. (Ibídem, p. 87). Por esto son todos los antimilenaristas judaizantes y grandes restauracionistas, que no quieren admitir que Cristo Rey es el único restaurador: “Cristo debe volver. Debe volver pronto. Y a medida que su Venida se aproxima, por fuerza se deben hacer más claras las Promesas de los Santos y las Visiones de sus Videntes. Volverá no ya a ser crucificado por los pecados de muchos, sino a juzgar a todos no como Cordero de Dios sino como Rey del Siglo Futuro. Volverá para poner a sus enemigos de alfombra de sus pies, a restaurar y restituir para su Padre todas las cosas, arrojando de ellas y amarrando al Príncipe de este mundo; volverá en el clímax de la más horrenda lucha religiosa que habrán visto los siglos, en el ápice mismo de la gran Apostasía y de la tribulación colectiva más terrible después del diluvio, y cuando sus fieles estén por desfallecer y esté por perecer toda carne”. (Ibídem, p. 90).


P. Basilio Méramo
Bogotá, 7 de Julio de 2015

domingo, 5 de julio de 2015

SEXTO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS


Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:
En este domingo nos relata el Evangelio la segunda multiplicación de los panes, que como dice sabiamente ese gran exegeta desconocido y despreciado por los suyos, el padre Castellani, cuando nuestro Señor repite un milagro, una acción, tiene un significado distinto al primero porque si no, hubiera bastado una sola vez. ¿Y cuál sería el significado de esta segunda multiplicación de los panes, es que el Señor la hace por medio de las manos de sus discípulos, para que la muchedumbre que le seguía desde hacía tres días no desfalleciere al retornar a la casa en ayunas, sin comer? Y la respuesta, si vemos bien, es que hay una proporción inversa entre la primera y la segunda multiplicación de los panes. En la primera había cinco panes y cinco mil personas comieron y sobraron doce cestos o canastas; en la segunda hay siete panes, sobran siete cestos, sobra menos y hay menos personas que comen, cuatro mil.

De ahí entonces, de esa proporción inversa, nuestro Señor quería significar en esta multiplicación de los panes que no necesita de muchos sino de pocos y sobre todo quería además mostrar el desarrollo, propagación y crecimiento de la Iglesia a través del pan de la palabra divina, de la doctrina, de la palabra de Dios y del pan eucarístico de su cuerpo. A través de estos dos medios se propaga, se desarrolla, crece en manos de sus discípulos, de sus apóstoles y del clero de la Iglesia católica. Y no se necesitan muchas cosas, así como con menos panes produce más. El desarrollo y la difusión de la Iglesia, la expansión de la fe no depende de los medios humanos y mucho menos de que sean muchos y numerosos; al contrario, entre menos, más se sacian y más sobra, como los panes.

Por eso es una tentación que la Iglesia quiera en su expansión utilizar demasiados medios. Si bien se mira, el único es el de la palabra predicada sabiamente y la multiplicación de las misas, que eso es la Eucarístia, que de allí sale la comunión, que allí se opera la Transubstanciación, y allí crece la Iglesia y no con medios políticos, diplomáticos, de influencia y de poder, de grandeza. Todos estos son medios humanos para los reinos del mundo, pero no para la Iglesia y mucho menos el dinero que todo lo puede.

Cuán sabia lección nos deja nuestro Señor para que los ministros y los fieles no caigan en ese grave error de querer difundir la fe a costa de política, de diplomacia, de influencia, de poder y de dinero, porque eso es lo que ha hecho sucumbir más de una vez a regiones enteras en la fe, cuando la Iglesia perdía la libertad de la predicación de la palabra a instancias del emperador, no lo olvidemos. Constantino el Grande abrió las puertas a la Iglesia, la apoyó, la defendió y, sin embargo, miserablemente se dejó seducir por una corte arriana y persiguió a San Atanasio, lo desterró y apoyó a sus enemigos; él fue en gran parte culpable de que el arrianismo no hubiera sido desterrado en el Imperio Romano recién convertido a la Iglesia. Constantino, con el clero y los obispos, por no provocar la ira del emperador no se lo decían, pero hubo un San Atanasio, un San Basilio, unos cuantos, santos, aunque la gran mayoría apoyaba la voluntad del emperador y así fue como se difundió la herejía arriana que había sido condenada en el Concilio de Nicea que él mismo Constantino convocó para ayudar a la Iglesia.

Y ese mismo error, sacado como un perro por la puerta, entra por la ventana. Así se multiplican los yerros cuando se utilizan los medios inadecuados. Por ejemplo, en Inglaterra, ¿Enrique VIII no era acaso el gran defensor de la fe ? ése era el tétulo que tenía; y después ¿no fue acaso por su propia culpa que toda esa nación cayó en el protestantismo anglicano hasta el día de hoy?

La Iglesia y la fe no crecen ni por la política, ni por la diplomacia, ni por las influencias, ni por el dinero; pueden necesitar el apoyo y la ayuda de todos ellos pero no son su primer elemento. El primero es la predicación de la doctrina, de la palabra de Dios y la difusión de la Santa Misa y de la eucaristía, del cuerpo de nuestro Señor y de su sangre; eso es lo que convierte; eso es lo que hace crecer y desarrollar a la Iglesia. Por eso, la Iglesia se basta de instrumentos pobres, mínimos, como los panes, y entre menos panes, más gente come y más son las sobras. Eso es una gran lección y por eso es un error creer que la fe se propaga a través de la televisión y del radio, de las revistas y de los periódicos; esto es mentira y engaño.

Para difundir la fe se necesitan en primer lugar sacerdotes preparados y no monigotes al servicio del poder secular, llámese rey o gobierno, presidente o lo que fuere. Para predicar con la libertad del Espíritu Santo la palabra divina de Dios, es para lo que la Iglesia necesita a presbíteros íntegros y no a curas bastardos, miserables vende patrias y vende iglesias. Por eso, la urgencia de buenos seminarios basados en la teología de Santo Tomás, en la sapiencia de los Santos Padres, en la tradición de la Iglesia y no en algo diferente. La Iglesia necesita apóstoles dóciles que reparten el pan de la palabra de Dios y el de la eucaristía y no la política, no el poder, no el dinero, no la diplomacia.

Hay acciones triviales que mundanizan a la Iglesia, al clero; por eso se ha caído tan bajo porque se ha frivoliza la Iglesia en la parte humana, en sus ministros y en sus cardenales; de ahí viene esa expresión en Italia de bocatto di cardinale, comida de cardenal, de lujo de cardenal, gran pompa, gran banquete, cuando nuestro Señor hacía todo lo contrario. Decía el gran San Juan Crisóstomo, en el siglo V, que el lastre de los bienes materiales llevaba a la Iglesia a su corrupción; esto lo mencionaba para mostrar ese gran peligro si se confunden los medios. Esto se dio también por culpa de los fieles que, faltos de caridad, dejaban de ayudar generosamente cada uno con lo que podía y tenía; y ante esa falta de caridad y de generosidad espontánea, la Iglesia tuvo que atesorar, que guardar bienes materiales para poder satisfacer sus necesidades. De ahí vino el gran mal, ya que acaparando y acaparando se corrompen las conciencias, e igual sucedió al clero; decae la moral y se pierde la predicación de la palabra.

Hoy vemos cuán confundido está todo y por eso vemos decaer la fe. Y no la vamos a recuperar con ninguno de esos medios sino con el de siempre, con la predicación de la palabra, ese simple soplo que no es nada pero que es mucho y es todo si viene de Dios, como debe serlo la doctrina enseñada e impartida en la Iglesia y la propagación del Santo Sacrificio de la Misa. Pero hoy vemos cómo esos dos métodos han sido corrompidos, igual la palabra de la doctrina con el ecumenismo, con el modernismo, con el progresismo, ya que es adulterada; y el otro medio, la eucaristía, también pervertida por la nueva misa.

Entonces, ¿de qué nos vamos a extrañar?, ¿cómo vamos a querer que haya fe, que crezca la Iglesia si se corrompen, a propósito, a instancias de Satanás, esos dos medios de la propagación de la Iglesia, de la de la fe, de los medios de conversión de las almas; esa es la triste realidad. Y por eso hay que ser fieles a la Misa tridentina, a la Misa Romana, católica, apóstolica, porque es ésta la que San Pío V codificó para que nadie osara tocarla ni mancharla, canonizándola para siempre, exenta de todo error y de toda profanación, y no la nueva misa que es protestantizante, que no es romana, que no es católica sino ecuménica para atraer a los demás que no la aceptan, como los protestantes. Esa es la gran diferencia, y por eso se necesitan verdaderos sacerdotes, valientes y bien instruidos, bien formados para que puedan así propagar la Iglesia y la fe con la palabra de la doctrina, con el pan de la doctrina, con el de la verdadera eucaristía, el de la verdadera misa y no de una nueva rubricada a gusto y placer de los protestantes que odian a la Iglesia católica y que rechazan el sacrificio incruento del altar, la Santa Misa.

Pidamos a nuestra Señora, a la Santísima Virgen María, que podamos retener en nuestra memoria todo esto y así difundir la fe y se salven las almas. +

PADRE BASILIO MERAMO
20 de julio de 2003