San Juan Apocaleta



Difundid Señor, benignamente vuestra luz sobre toda la Iglesia, para que, adoctrinada por vuestro Santo Apóstol y evangelista San Juan, podamos alcanzar los bienes Eternos, te lo pedimos por el Mismo. JesuCristo Nuestro Señor, Tu Hijo, que contigo Vive y Reina en unidad del Espíritu Santo, Siendo DIOS por los Siglos de los siglos.












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"Sancte Pio Decime" Gloriose Patrone, ora pro nobis.





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domingo, 26 de abril de 2015

TERCER DOMINGO DESPUÉS DE PASCUA


Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:
En este tercer domingo después de Pascua, ya pasó la época de la comunión Pascual que la Iglesia nos pide; sin embargo, aquellos que no la hayan hecho por cualquier circunstancia, con culpa o sin ella, la pueden hacer cuanto antes, con la confesión que pide la Iglesia sin fijar la fecha, por lo menos una vez al año, como para decir que somos católicos; entonces no nos olvidemos del precepto de la comunión pascual.

Vemos la incógnita ante las palabras de nuestro Señor Jesucristo; no olvidemos que los apóstoles estaban tristes, acongojados, nerviosos, atribulados por todos los eventos que se sucedían y que nuestro Señor también les había indicado: su Pasión, su muerte y la persecución. Los apóstoles estaban apesadumbrados y nuestro Señor les quiere dar ánimo, por eso les dice: “Dentro de poco ya no me veréis; mas poco después me volveréis a ver”. Este poco tiempo que “no me veréis” y que “me volveréis a ver”, los Padres y los Santos de la Iglesia lo han interpretado de diversos modos. Para mí no cabe sino un solo modo y es el que le dio el gran San Agustín, que muchas veces se da el lujo de interpretar en forma distinta a todos los otros Padres, y es tal su ingenio y su genio que santo Tomás lo pone en la balanza al mismo nivel, como si la sola opinión de San Agustín equivaliese a la de todos los otros por esa perspicacia y profundidad sobrenatural.

Lo que sucede es que a veces un sentido no excluye otro. Y puede ser el caso el de este poco de tiempo que los Padres de la Iglesia dicen que se refiere a los tres días que estaría en el sepulcro, que no lo verían durante ese tiempo hasta que resucitara durante los cuarenta días. Pero San Agustín dice que se refiere al lapso que va después de la Ascensión a su segunda venida cuando venga en gloria y majestad. Y en realidad, si lo miramos así, es la única interpretación, aunque no excluya la otra. Pero podremos decir que es una explicación suprema, porque si analizamos el contexto, lo dice muy claro, “porque me voy al Padre”; y ¿cuándo nuestro Señor va al Padre? Después de la Ascensión. Luego el tiempo que Él considera “poco”, es toda esta historia de la Iglesia y de la humanidad, desde la Ascensión hasta la Parusía.

Vemos entonces cómo la apreciación de este pasaje del evangelio es eminentemente apocalíptico, no lo olvidemos, no me cansaré de decirlo; porque esa fase de los novísimos, de las postrimerías no hay que ignorarla, sobre todo hoy más que nunca cuando nos encontramos en una situación verdaderamente angustiosa que evoca el fin de los tiempos, y que no hay que confundir con el fin del mundo; porque en el ínterin entre el fin de los tiempos y el del mundo está el reino de nuestro Señor Jesucristo sobre esta tierra, para juzgar no solamente a los muertos sino también a los vivos.

Todo lo que sucede es a veces de difícil explicación, como la primera resurrección y la segunda, que tan mal traída está por la exegesis contemporánea, deudora de muchos errores que se han repetido. Sabios como los padres Castellani, Eusebio de Pesquera, Rovira o Alcañiz, han tratado de corregir ese error infructuosamente, porque también, desafortunadamente, hay que decirlo, en la predicación, en la exegesis y en la teología se introducen en la Iglesia modas, corrientes que se imponen y si no se tiene y no se agudizan la inteligencia y luz sobrenatural, se repite y se copian esos mismos errores. Yerros que les valieron a los judíos no distinguir la primera venida de la segunda. Por eso crucificaron a nuestro Señor, porque no fue el rey que ellos esperaban. Y si a ellos les fue así por ese error de moda, político o lo que fuera. Quién sabe si no nos está yendo tan mal a causa de eso, por una mala concepción del reino de nuestro Señor Jesucristo sobre esta tierra, sobre vivos, y digo esto de paso pero dada su importancia, para que nos demos cuenta.

No hay que confundir el fin de los tiempos con el fin del mundo. Porque todo lo anunciado apocalípticamente está para el fin de los tiempos, la gran crisis, la gran apostasía, la gran hecatombe dentro de la Iglesia zarandeada, sacudida por Satanás, las horas de las tinieblas. ¡Ay de nosotros si nos equivocamos y no lo vemos!, ¿cómo nos defenderemos? Hay que estar alertas, vigilantes y con verdadero espíritu de fe pedir esa inteligencia de los misterios de Dios.

San Agustín dice, entonces, que todo ese tiempo desde la Ascensión de nuestro Señor hasta su segunda venida, es cuando que no le verán, pero que será poco, porque cuando ya venga todo el tiempo que antes nos habría parecido largo, parecerá entonces corto. Como siempre pasa aquí con lo de este mundo, con grandes inconvenientes esperando un evento, y cuando se da, todo lo que se sufrió, se pasó y lo que se esperó, parece que no existiera; pues algo parecido y mucho más será cuando aparezca nuestro Señor. Esa es la gran esperanza y la necesidad de que nos encuentre santos y no carnales, con los deseos de la carne, que como dice San Pedro en la epístola de este día, “combaten contra el alma”, contra el espíritu.

Y sabrá el diablo si el mundo de hoy no es carnal, cuando todo es pornografía, desnudez de la moda en las mujeres, esa desvergüenza, ya no hay pudor ninguno, más les valdría salir en cueros para que por lo menos tuvieran frío o para que se asen con el sol, a ver si aguantan. Por eso no podemos ser ingenuos, ni católicos tontos, ni bobos, no dejarnos engañar por un mundo satánicamente carnalizado; él sabe que llevamos la concupiscencia en la carne, en las venas, en la sangre y que tenemos que luchar contra las pasiones con látigo, rejo y martillo y hacha y machete, pero hay que hacerlo. No se pueden vencer las tentaciones sino con oración, sacrificio y penitencia, para tener medio domado al animal que llevamos dentro, que surge cada vez que la razón específica formal del hombre se obnubila.

De allí la definición del hombre, animal racional, y cada vez que esa razón se aminora, sale el animal, que es él quien mata, odia, fornica, se degenera. Ese es el peligro del alcohol, ¿por qué creen que emborracharse es pecado mortal? Porque quita la razón, y ¿qué emerge?, el bruto; por eso debemos tener cuidado de nosotros mismos. Si a todo esto le agregamos el mundo y el demonio, ¿dónde vamos a parar?

Por eso estamos como estamos. Queremos una religión light, fácil, donde no haya pecado, donde no haya mal sino lo que a mí me parezca, lo que a mí me plazca. No usemos la libertad como dice San Pedro, “a manera de velo”, sino que la utilicemos como hijos de Dios; y hoy ¿qué se hace de la libertad? Se convirtió en libertinaje. Contrario a lo que dice nuestro Señor. Porque el libre albedrío basado en la verdad es lo que nos hace hijos de Dios y seres realmente libres. Debe ser una libertad en la verdad y no en el pecado, no en el error como hoy se quiere y como San Pedro lo señala en su epístola; no es un escudo la libertad para hacer lo que el hombre quiere según sus apetitos animales, sino los espirituales, según los de Dios; no olvidemos que lo que tenemos los hombres en común con los animales es el procrear, el comer y el dormir.

Así que ¿dónde está la libertad del hombre? Es una libertad pecaminosa, no de animal, porque es lo que tenemos en común. Por eso entonces hay que sobrenaturalizarlo para no quedar en la pura animalidad sino que venga a lo que es superior, a lo que es del alma, a lo que es del espíritu, a lo que es de Dios y así podamos usar bien ella y no como un escudo que nos permita hacer lo que queramos, que es lo que hace hoy la juventud, el hombre y la mujer modernos, “hacer lo que se me dé la gana, no estoy sujeto a nada ni a nadie, ni a Dios, porque elijo la religión que quiero, el culto que más me convenga”. Libertad religiosa,  ¡maldita, herética y apóstata! Es una verdadera apostasía. 

Por eso en el evangelio de hoy, toda esta vida aquí en la tierra hasta la segunda venida de nuestro Señor, es comparada a un parto, como nos muestra San Agustín hablando de ese poco de tiempo “en que no me veréis y otro poco me volveréis a ver”. Toda la vida histórica de la Iglesia está comparada a un parto, a un dolor, pero que después desaparece. Quiere decir que nuestra vida espiritual, la conversión de los infieles, la vida sobrenatural privada y la pública, de cada uno, es como dolores de un alumbramiento, pero que ese malestar después se convierte en alegría, en gozo, por haber dado un hombre al mundo. Así da la Iglesia hombres para el cielo, esa es su misión, la de sufrir y la de parir cristianos para Dios y que ese penar, ese sacrifico, esa tristeza, se conviertan en alegría.

Pero hacia el fin de los tiempos esos tormentos se acrecientan; cuando la hora de dar a luz se acerca es cuando más terrible y de aflicción es el momento; lo mismo lo será para la Iglesia. No debemos entonces desesperarnos. Esa es la importancia de la interpretación de San Agustín sobre las congojas de la vida en general, de la Iglesia y sobre todo al fin de los tiempos antes de la segunda venida de nuestro Señor. De ahí ese estrechamiento de la Iglesia, ese repliegue que lo vemos en la medición del templo en el Apocalipsis, reducida a un pequeño rebaño fiel, porque: “no todo el que dice ¡Señor, Señor!” es de Dios.

Desgraciadamente no todo el que hoy se dice católico lo es, puesto que yo no puedo ser católico y modernista al mismo tiempo, estar en ruptura con la Tradición de la Iglesia, perseguirla, eso es una contradicción, pero es parte de los dolores de parto de los cuales hoy nos habla el evangelio. Por ello hay que sufrir con gozo, para así poder resistir, y con verdadera fe seguir permaneciendo fieles a nuestro Señor, para que cuando Él venga, nos encuentre vigilantes y esperándolo y no dormidos.

Ese es el mensaje del evangelio de hoy si bien miramos, si bien lo interpretamos y vemos la esperanza que encierra y eso debe entonces reconfortarnos, fortificarnos para que podamos seguir adelante en medio de un mundo carnal, de un mundo que en definitiva odia a Dios y se opone a la su obra.


Pidamos a nuestra Señora, a la Santísima Virgen María, que nos ayude para que seamos fieles y así nuestro Señor nos encuentre dignos de ser suyos. +

P. BASILIO MERAMO
    
11 de mayo de 2003

jueves, 23 de abril de 2015

Comentario del Editor a la Carta enviada por el RP Basilio Méramo.



    En virtud de "los juegos de palabras" sobre todo en lo que hace a la materia jurídica,  que se contienen tácita o implícitamente en las consideraciones que estima el R.P. Basilio Méramo, tanto en la carta precedente y publicada con antelación, como en algunos de sus sermones mas recientes, nos vemos constreñidos para aclarar lo mas destacado, no sin hacer mención que una pequeña desviación de un 10% entre un grado y otro de la esfera, al transcurso de una prolongada recta, hace una diferencia infinita.

   No estamos hablando,  ni mucho menos haciendo la menor apología de la traidora postura del acuerdista ligth, Británico oxforiano falso resistente;  empero es menester que las cosas queden lo mas claro posible, sobre todo debido a la "Dialéctica" subjetivizada moderna.  Es pues imperioso saber distinguir en nuestro lenguaje (uno de los mas Ricos), la diferencia interpretativa y objetiva que tiene el verbo  JUZGAR, y cuyas implicaciones son a) La de llevar un proceso, y  b) La emitir válidamente un resultado;  Así pues, aquel que juzga debe utilizar un proceso lógico para allegarse a una conclusión racional, y ese proceso en si mismo recibe el nombre de JUICIO, es cierto decir que quien hace este proceso JUZGA.    Sin embargo, también, quien emite una sentencia válidamente Juzga, por lo tanto el juzgar personal implica necesariamente la aplicación del proceso;    Y el resultado de ese juicio, no implica necesariamente una sentencia válida, aunque sea correcta.

En este orden de Ideas R.P. Méramo, si usted vió un asesinato, y "Para Usted" el activo del delito es ya un criminal, solo lo es para usted, y efectivamente como usted se queja, el proceso de enjuiciar las circunstancias no corresponden a QUIEN VIO UN POSIBLE ASESINATO,  si no a un juez con capacidad para emitir una sentencia válida, y al "Observador del hipotético asesinato", única y exclusivamente en el proceso valido, se le confiere el carácter de TESTIGO de Cargo, Usted podrá estar seguro de la comisión de lo que usted estima fue un crimen, pero no deja de ser solo en su subjetivo fuero y con sus subjetivas apreciaciones, y solo para aclarar mas, usted no sabe si fue en legitima defensa propia (con todas las implicaciones), y en consecuencia lícito o incluso necesario y usted ya lo "sentencio a cadena perpetua".

   Sin duda alguna Reverendo Padre, las matemáticas, la lógica, la filosofía, en aras de la consecución de la reina de las ciencias, la teología, hacen sin duda alguna la más poderosa de las herramientas para dilucidar los particulares de los ulteriores tiempos, sobre todo apoyándose en la Patrística, en la Historia y otras ciencias secundarias, sin embargo, el factor común, desde la pueril lógica-matemática y que acaso nos permitiría llegar más lejos, está constituido por el dominio pleno de la entelequia CON el perfecto uso del lenguaje, y esto debido que podrá alguno conocer todas las consonantes del alfabeto, empero si desconoce las vocales no llegará muy lejos,  y sin pretender ser incidioso, me refiero a conceptos y definiciones básicas subjetivizadas que al no ocupar en su conocimiento el local adecuado, las ideas a discurrir también serán dislocadas, no tiene usted un concepto claro de palabras básicas, como "legítimo" o "usurpar" sin llegar a ser demasiado insidioso, en la conjugación cuasi bárbara de sus verbos en segunda persona como usted lo hace, solo por citar "fuistes, digistes o tragistes" desmerece mucho para un teólogo de 20 años, que la A la conciba como delta.

  Y por otro lado le aclaro a su paternidad que antes de que Usted conociera a Fabián Vázquez, o antes de que a título personal hubiere coadyuvado para la publicación de su primera amonestación, que recibió por parte de la fornicaternidad sat felon X, oportunamente hubimos hecho apología y resistencia anti acuerdista, de paso le recuerdo que si me escindí de las labores de la otrora radio católica, fue precisamente por las herejías  caselianas, que el P. Ceriani, difunción en la Radio, pero sirvale para que se entere de que usted tampoco fue el primero en resistir, a Bernard Felón, ni a los otros 3 abispos.

  Sin embargo, y en aras de seguir llamando al Pan Pan y al Vino Vino, también debemos mencionar que en los particulares que se enclosan en la epistola de marras vertidas por las conclusiones del RP: Méramo, obra obviando las sentencias Válidas mas importantes, y esto de manera similar a los estolidos acuerdistas, a los absurdos Sedevacantistas.  siendo algunas de ellas y las mas importantes, precisamente las que el Verbo Divino se sirvió dejar:

 (SIC.- San Mateo (13,14-20)
"Por tanto, cuando viereis que la abominación de la desolación, que fue dicha por el profeta Daniel, está en el lugar santo, el que lee entienda. Entonces los que estén en la Judea, huyan a los montes. Y el que en el tejado, no descienda a tomar cosa alguna  de su casa. Y el que en el campo, no vuelva a tomar su túnica. ¡Mas ay de las preñadas y de las que crían en aquellos días! Rogad, pues, que vuestra huida no suceda en invierno o en sábado. Porque habrá entonces grande tribulación, cual no fue desde el principio del mundo hasta ahora ni será. Y si no fuesen abreviados aquellos días, ninguna carne sería salva; mas por los escogidos aquellos días serían abreviados".
 ó  San Marcos  (13,  14-20)

"Cuando, empero, viereis la abominación de la desolación, establecida donde menos debiera (el que lea esto haga reflexión sobre ello), entonces los que moran en Judea huyan a los montes. Y el que se encuentre en el terrado no baje a casa, ni entre a sacar de ella alguna cosa. Y el que esté en el campo no torne atrás a tomar su vestido. Mas ¡ay de las que estarán encinta, y de las que criarán en aquellos días! Por eso rogad a Dios que no sucedan estas cosas durante el invierno. Porque serán tales las tribulaciones de aquellos días, cuales no se han visto desde que Dios crió el mundo hasta el presente, ni se verán. Y si el Señor no hubiese abreviado aquellos días, no se salvaría hombre alguno: mas en gracia de los escogidos, que El se eligió, los ha abreviado".))

(Comentario y continuación SICUT) 
     SI AUN ESTABAIS EN JERUSALEN,  SAL,  Y SI  FUERA, NO REGRESES  NI POR LA TÚNICA,  Mucho menos te pongas a  ver lo que llevó a Felon a regresar a Jerusalén, o a volver a visitarlo en el próximo octubre;   O  como Williamson,  pretende  semi regresar,  no  te pongas  a  dilucidar como si te pretendieras diosesito,  si  Franc-zinger está  o  no  ordenado,  huid  y no  regreses  NI POR LA TUNICA. Observa desde fuera, y no entres en la retórica moderna con apologías con citas para tiempo ordinario,  el que juega con las reglas "del Otro" caerá en su juego, no estamos ante la "posibilidad de un Papa Hereje" estamos frente a la ROMA DEL ANTICRISTO

El mismo Evangelio  nos indica la Divina palabra:
(San Mateo, (24, 23-28) 
"Entonces si alguno os dijere: Mirad, el Cristo está aquí o allí, no lo creáis. Porque se levantarán falsos cristos y falsos profetas, y darán grandes señales y prodigios, de modo que (si puede ser) caigan en error aun los escogidos. Ved que os lo he dicho de antemano. Por lo cual si os dijeren: He aquí que está en el desierto,  (sedevacantistas) no salgáis; mirad que está en lo más retirado de la casa, (acuerdistas) no lo creáis. Porque como el relámpago sale del Oriente, y se deja ver hasta el Occidente, así será también la venida del Hijo del hombre. Donde quiera que estuviese el cuerpo, allí se juntarán también las águilas".
y  San Marcos (13, 21-27)
"Entonces si alguno os dijere: Ve aquí el Cristo, o vele allí, no le creáis; porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, los cuales harán alarde de milagros y prodigios para seducir, si ser pudiese, a los mismos escogidos. Por tanto, vosotros estad sobre aviso. Ya veis que yo os lo he predicho todo, a fin de que no seáis sorprendidos. Y pasados aquellos días de tribulación, el sol se oscurecerá, y la luna no alumbrará. Y las estrellas del cielo caerán, o amenazarán ruina, y las potestades que hay en los cielos, bambolearán. Entonces se verá venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y gloria. El cual enviará luego sus ángeles, y congregará a sus escogidos de las cuatro partes del mundo, desde el último cabo de la tierra hasta la extremidad del cielo" ))

Señores ROMA hace Rato que perdió la Fe y es la sede del ANTICRISTO, previsto y sancionado 100 años antes de la consumación de la misma diáspora nada menos que por la Misma Madre del Divino Juez, (obviamente también es menester distinguir la intra historia de la meta historia)

¡Basta de Acuerdismo feloniano, de falsas resistencias Williamsonianas! El amigo de mi enemigo no puede ser mi amigo.

¡Señores sedevacantistas basta de no entender desde la misma semántica pura y llana, que para que algo este vacante, debe estar sin ocupación y estar disponible,  Roma Ni esta Vacante ni esta disponible!; lo demás del maligno viene.


SEA PARA GLORIA DE DIOS
Alberto González.

Escrito del Padre Basilio Méramo: UNA SENTENCIA REFUTADA POR SAN ROBERTO BELARMINO Y HOY REINDIVICADA POR LOS DOMÍNICOS DE AVRILLÉ Y MONS. WILLIAMSON


EL PAPA HEREJE SÓLO PIERDE EFECTIVAMENTE EL PONTIFICADO
LO CUANDO INTERVIENE UN ACTO DECLARATORIO DE SU HEREJÍA

Efectivamente, como expone Arnaldo Vidigal Xavier da Silveira, en su obra:
Implicaciones Teológicas y Morales del Nuevo “Ordo Missae”, mimeografiado por
el autor en Junio de 1971, Sao Paulo - Brasil, p. 163 a 176, recomendada por Mons.
Lefebvre, pero que fue arrinconada y ocultada por los superiores y profesores del
Seminario, teniendo que obtenerla y leerla a escondidas 1981-1982 en Albano, esa
sentencia fue refutada por San Roberto Belarmino quién fue el alma del Concilio de
Trento, y que a continuación vemos:

«Conforme a esta cuarta sentencia, el Papa nunca pierde el pontificado por el propio hecho de su caída en herejía. Sino que, para que su destitución se haga efectiva, es necesario que haya un acto declaratorio de su defección en la fe.
Como es obvio, tal declaración no puede ser una decisión judicial en sentido
estricto, dado que el Papa no tiene en la tierra superior que lo juzgue; sino que
será una mera declaración no judicial, en razón de la cual el propio Jesucristo
destituirá al Papa.

Los principales seguidores de esta cuarta sentencia son Cayetano y Suarez. (…)

REFUTACIÓN DE ESTA SENTENCIA POR: SAN ROBERTO BELARMINO

San Roberto Belarmino, que no aprueba esta cuarta sentencia, la refuta así:

“La cuarta opinión es la de Cayetano; para quien (de autor. papae et conc., cap. 20 et 21) el Papa manifiestamente herético no está ‘ipso facto’ depuesto, pero puede y debe ser depuesto por la Iglesia. A mi juicio, esa sentencia no puede ser defendida. Pues, en primer lugar, se prueba con argumentos de autoridad y de razón que el hereje manifiesto esta ‘ipso facto’ depuesto. El argumento de autoridad se basa en San Pablo (Epist. ad Titum, 3), que ordena que el hereje sea evitado después de dos advertencias, es decir, después de revelarse manifiestamente pertinaz, lo que significa antes de cualquier excomunión o sentencia judicial. Es eso lo que escribe San Jerónimo, agregando que los demás pecadores son excluidos de la Iglesia por sentencia de excomunión, pero los herejes se apartan y separan a sí mismos del cuerpo de Cristo. Ahora bien, el Papa que permanece Papa no puede ser evitado, pues ¿cómo habríamos de evitar nuestra propia cabeza? ¿Cómo nos apartaríamos de un miembro unido a nosotros?

Este principio es certísimo. El no cristiano no puede de modo alguno ser Papa, como lo admite el propio Cayetano (Ibídem, cap. 26). La razón de ello es que no puede ser cabeza el que no es miembro; ahora bien, quien no es cristiano no es miembro de la Iglesia; y el hereje manifiesto no es cristiano, como claramente enseñan San Cipriano (lib.4, Epist. 2), San Atanasio (ser. 2 cont. Arian.), San Agustín (lib. de grat. Christ., cap. 20), San Jerónimo (cont. Lucifer.) y otros; luego el hereje manifiesto no puede ser Papa.

A eso responde Cayetano (in Apol. pro tract. praedicto cap.25 et in ipso tract. cap.22) que el hereje no es cristiano ‘simpliciter’, mas lo es ‘secundum quid’. Pues, dado que dos cosas constituyen al cristianismo –la fe y el carácter- el hereje, habiendo perdido la fe, aún está de algún modo adherido a la Iglesia y es capaz de jurisdicción; por lo tanto, todavía es Papa, pero debe ser destituido, toda vez que está dispuesto, con disposición ultima, para dejar de ser Papa. Como el hombre que aún no está muerto, pero se encuentra ‘in extremis’.

Contra eso: en primer lugar, si el hereje, en virtud del carácter, permaneciese, ‘in actu’, unido a la Iglesia, nunca podría ser cortado y separado de ella ‘in actu’, pues el carácter es indeleble. Pero no hay quien niegue que algunos puedan ser ‘in actu’ separados de la Iglesia. Luego, el carácter no hace que el hereje, este ‘in actu’ en la Iglesia, sino que es tan solo una señal de que él estuvo en la Iglesia y de que a ella debe volver. Análogamente, cuando la oveja yerra por las montañas, el carácter en ella impreso no hace que ella esté en el redil, sino que indica de que redil huyo y a que redil debe ser nuevamente conducida. Esa verdad tiene una confirmación en Santo Tomás, que dice (S. Theol. III, 8, 3) que no están ‘in actu’ unidos a Cristo los que no tienen fe, sino que sólo lo están potencialmente; y Santo Tomas ahí se refiere a la unión interna, y no a la externa, que se hace por la confesión de la fe y por las señales visibles. Por lo tanto como el carácter es algo interno, y no de externo, según Santo Tomás el mero carácter no une, ‘in actu’, el hombre a Cristo.

Todavía contra el argumento de Cayetano: o la fe es una disposición ‘simpliciter’ necesaria para que alguien sea Papa, o tan solo para que lo sea de modo más perfecto (‘ad bene esse’). En la primera hipótesis, en el caso de que esa disposición sea eliminada por la disposición contraria, que es la herejía, inmediatamente el Papa deja de ser tal: pues la forma no puede mantenerse sin las disposiciones necesarias. En la segunda hipótesis, el Papa no puede ser depuesto en razón de la herejía, él puede en caso contrario debería también ser dispuesto por ignorancia,
improbidad y otras causas semejantes que impiden la ciencia, la probidad y de modo más disposiciones necesarias para que sea Papa de modo más perfecto (‘ad bene esse Papae’). Además, de eso, Cayetano reconoce (tract. praed., cap. 26) que, por la ausencia de las disposiciones necesarias no ‘simpliciter’, mas tan sólo para mayor perfección (‘ad bene esse’), el Papa no puede ser depuesto.

A eso, Cayetano responde que la fe es una disposición ‘simpliciter’ necesaria, mas parcial, y no total; y que, por lo tanto, desapareciendo la fe el Papa todavía puede continuar siendo Papa en razón de la otra parte de la disposición que es el carácter el cual todavía permanece.

Contra ese argumento: o la disposición total, constituida por el carácter y por la fe es ‘simpliciter’ necesaria, o no lo es, bastando entonces la disposición parcial. En la primera hipótesis, desapareciendo la fe ya no resta la disposición ‘simpliciter’ necesaria, pues la disposición necesaria ‘simpliciter’ era total, y la total ya no existe. En la segunda hipótesis, la fe solo es necesaria para un modo más perfecto de ser (‘ad bene esse’), y por lo tanto su ausencia no justifica la deposición del Papa. Además de eso, lo que se encuentra en la disposición última para la muerte, inmediatamente deja de existir, sin intervención de ninguna otra fuerza extrínseca, como es obvio. Luego, también el Papa hereje deja de ser Papa por sí mismo, sin ninguna disposición.

Por fin, los Santos Padres enseñan unánimemente, no sólo que los herejes están fuera de la Iglesia, sino también que están ‘ipso facto’ privados de toda  jurisdicción y dignidad eclesiástica. San Cipriano (lib.2, Epist. 6) dice: “afirmamos que absolutamente ningún hereje y cismático tiene poder y derecho algún”’; y enseña también (lib.2, epist.1) que los herejes que retornan a la Iglesia deben ser recibidos como laicos, aunque hayan sido anteriormente presbíteros u obispos en la Iglesia.

San Optato (lib.1 cont. Parmen.) enseña que los herejes y cismáticos no pueden tener las llaves del reino de los cielos, ni ligar o desligar. Lo mismo enseñan San Ambrosio (lib.1 de poenit., cap. 2), San Agustín (in Enchir., cap. 65), San Jerónimo (lib. Cont. Lucifer). (…).

El Papa San Celestino I (Epist. ad J. Antioch., que figura en el Concilio de Éfeso, tom. I, cap. 19) escribió: ‘Es evidente que permaneció y permanece en nuestra comunión, y no consideramos destituido, a aquél que ha sido excomulgado o privado del cargo, ya sea episcopal o clerical, por el obispo Nestorio o por otros que lo siguen, después que estos comenzaron a predicar la herejía. Pues la sentencia de quien ya se revelo como debiendo ser depuesto, a nadie puede deponer’.

Y en carta al Clero de Constantinopla, el Papa San Celestino I dice : ‘La autoridad de nuestra Sede Apostólica determinó que no sea considerado depuesto o excomulgado el obispo, clérigo o simple cristiano que haya sido depuesto o excomulgado por Nestorio o sus seguidores, después que estos comenzaron a predicar la herejía. Pues quien con tales predicciones defeccionó de la fe, no puede deponer o remover a quien quiera que sea’.

Lo mismo repite y confirma San Nicolás I (Epist. ad Michael). Finalmente, también Santo Tomas enseña (S. Theol., II-II, 39, 3) que los cismáticos pierden inmediatamente toda jurisdicción, y que será nulo lo que intenten hacer con base en alguna jurisdicción.

No tiene fundamento lo que algunos responden a eso: que esos Padres se basan en el Derecho antiguo, mientras que actualmente, por el Decreto del Concilio de Constanza, sólo pierden la jurisdicción los que son nominalmente excomulgados y los que agreden a clérigos. Ese argumento –digo- no tiene valor alguno, pues aquellos Padres, afirmando que los herejes pierden la jurisdicción, no alegan Derecho humano alguno, que por otro lado en aquella época tal vez no existiese respecto de esa materia, sino que argumentan con base en la propia naturaleza
de la herejía. El Concilio de Constanza sólo trata de los excomulgados, es, decir, de los que perdieron la jurisdicción por sentencia de la Iglesia, mientras que los herejes ya antes de ser excomulgados están fuera de la Iglesia y privados de toda jurisdicción. Pues ya fueron condenados por su propia sentencia, como enseña el Apóstol (Tit. 3, 10-11) es decir, fueron cortados del cuerpo de la Iglesia sin excomunión, conforme explica San Jerónimo.

Además de eso, la segunda afirmación de Cayetano de que el Papa hereje puede ser verdadera y autoritariamente depuesto por la Iglesia, no es menos falsa que la primera. Pues si la Iglesia depone al Papa contra la voluntad de este está ciertamente por encima del Papa: el propio Cayetano sin embargo defiende en el mismo tratado lo contario de esto.  Cayetano responde que la Iglesia, deponiendo al Papa, no tiene autoridad sobre el Papa, sino solamente sobre el vínculo que une a la persona con el Pontificado. Del mismo modo que la Iglesia, uniendo el Pontificado a tal persona, no está por eso por encima del Pontífice, así también puede la Iglesia separar el Pontificado de tal persona en caso de herejía, sin que se diga que está por encima del Pontífice.

Pero contra eso se debe observar en primer lugar que, del hecho del que el Papa depone Obispos, se deduce que el Papa está por encima de todos los Obispos, aunque el Papa al deponer a un Obispo no destruya la jurisdicción episcopal si no tan sólo la separe de aquella persona. En segundo lugar, deponer alguien del Pontificado contra la voluntad del depuesto, es sin duda una pena; luego, la Iglesia al deponer a un Papa contra la voluntad de éste, sin duda lo está castigando; a ahora bien castigar es propio del superior y del juez. En tercer lugar, dado que, conforme enseñan Cayetano y los demás tomistas, en la realidad el todo y las partes tomadas en su conjunto son la misma cosa, quien tiene autoridad sobre las partes tomadas en su conjunto, pudiendo separarlas entre sí, tiene también autoridad sobre el propio todo constituido por aquellas partes.

Está también desprovisto de valor el ejemplo de los electores, dado por Cayetano, los cuales tienen el poder de designar a cierta persona para el Pontificado, sin tener con todo poder sobre el Papa. Pues, cuando algo está siendo hecho, la acción se ejerce sobre la materia de la cosa futura, y no sobre el compuesto, que aún no existe; pero cuando la cosa está siendo destruida, la acción se ejerce sobre el compuesto, como se torna patente en la consideración de las cosas de la naturaleza. Por lo tanto, al crear al Pontífice, los Cardenales no ejercen su autoridad sobre el Pontífice, pues éste aún no existe, sino sobre la materia, esto es, sobre la persona que por la elección tórnase dispuesta para recibir de Dios el Pontificado. Pero si depusiesen al Pontífice, necesariamente ejercerían autoridad sobre el compuesto, es decir sobre la persona dotada del poder pontificio, es decir,
sobre el Pontífice”.


QUINTA SENTENCIA - CAYENDO EN HEREJÍA MANIFIESTA, EL PAPA
PIERDE ‘IPSO FACTO’ EL PONTIFICADO

Esta sentencia es defendida por numerosos teólogos de renombre, tales como San
Roberto Belarmino, Sylvius, Pietro Ballerini, Wernz-Vidal, Cardenal Billot.

DEFENSA DE ESTA SENTENCIA POR SAN ROBERTO BELARMINO.

Después de refutar las demás sentencias sobre el asunto, San Roberto Belarmino
expone su posición en los siguientes términos:

“Luego, la opinión verdadera es la quinta, de acuerdo con la cual el Papa hereje manifiesto deja por sí mismo de ser Papa y cabeza, del mismo modo que deja de ser cristiano y miembro del cuerpo de la Iglesia; y por eso puede ser juzgado y punido por la Iglesia. Ésta es la sentencia de todos los antiguos Padres, que enseñan que los herejes manifiestos pierden inmediatamente toda jurisdicción, y concretamente de San Cipriano (lib. 4, epist. 2) el cual así se refiere a Novaciano, que fue Papa (antipapa) en el cisma que hubo durante el Pontificado de San Cornelio: ‘No podría conservar el Episcopado, y fue anteriormente hecho Obispo, se apartó del cuerpo de los que como él eran Obispos y de la unidad de la Iglesia’. Según afirma San Cipriano en ese pasaje, aunque Novaciano hubiese sido verdadero y legítimo Papa, con todo habría decaído automáticamente del Pontificado en caso de que se hubiese separado de la Iglesia.

Esa es la sentencia de grandes doctores recientes, como Juan Driedo (lib.4 Scrip. et dogmat. Eccles. cap. 2, par. 2. sent. 2), el cual enseña que sólo se separan de la Iglesia los que son expulsados, como los excomulgados, y los que por sí mismos de Ella se apartan y a Ella se oponen, como los herejes y los cismáticos . Y en su séptima afirmación, sustenta que en aquellos que se apartaron de la Iglesia, no resta absolutamente ningún poder espiritual sobre los que están en la Iglesia. Lo mismo lo dice Melchor Cano (lib.4 de loc., cap.2), enseñando que los herejes no son partes ni miembros de la Iglesia, y que no se pueden ni si quiera concebir que alguien sea cabeza y Papa, sin ser miembro y parte (cap. ult. ad argument.12). Y enseña en el mismo lugar, claramente, que los herejes ocultos todavía son de la Iglesia, partes y miembros, y que por lo tanto el Papa hereje oculto aun es Papa.
Esa es también la sentencia de los demás autores que citamos en el libro I ‘De Eccles’.

El fundamento de esta sentencia es que el hereje manifestó no es de modo alguno miembro de la Iglesia, es decir, ni espiritualmente ni corporalmente, lo que significa que no lo es por unión interna ni por unión externa. Porque inclusive los malos católicos están unidos y son miembros, espiritualmente por la fe, corporalmente por la confesión de la fe y por la participación en los sacramentos visibles; los herejes ocultos están unidos y son miembros, aunque solamente por unión externa; por el contrario, los buenos catecúmenos pertenecen a la Iglesia tan sólo por una unión interna, no por la externa; pero los herejes manifiestos no pertenecen de ningún modo, como ya probamos”».

Y esta es la sentencia que Da Silveira hace suya en esta obra, y que podemos ver en
la siguiente apreciación final:

«Nos dispensamos de presentar nuevamente las razones que pueden ser alejadas
contra la quinta sentencia. Ellas ya fueron expuestas en páginas anteriores.

Como diremos en el capítulo siguiente, juzgamos que esta quinta sentencia es la
verdadera y que Wernz-Vidal tiene razón al decir -interpretando a San Roberto
Belarmino- que le Papa eventualmente hereje pierde el Pontificado ‘ipso facto’ en
el momento en que su herejía se torne “notoria y divulgada de público”».

Luego el problema no es que los Dominicos de Avrillé y Mons. Williamson saquen sentencias refutadas (y trasnochadas) pues eso depende a veces del gusto de aquel
que apetece alimentarse de cadáveres teológicos, y como sobre gustos no hay nada
escrito, pues que reine la libertad. El problema grave, es que tanto los unos como el
otro, con esta sentencia pretendan aplastar, rechazar, y refutar la consideración
teológica de la sentencia que afirma lo contrario, es decir que un Papa puede perder
el pontificado por herejía “ipso facto”, en el momento en que su herejía se torne
pública, notoria y manifiesta; por esto, teológicamente es inadmisible e inaceptable
que pretendan impedir que los fieles saquen la única conclusión evidente que  teológicamente se impone, dada la herejía más que manifiesta y pública,
condensada y recapitulada hoy por Francisco, quién llegó incluso a decir: “no
existe un Dios católico”. Y es dogma de fe que el Dios que nos propone la Iglesia
Católica, Apostólica y Romana, es el Dios Uno y Trino, Un solo Dios verdadero y
tres Personas Divinas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Mayor herejía imposible de
afirmar. Y esto, que sepa no ha sido denunciado, rechazado y condenado por
ninguno de los Obispos de la Neo-Fraternidad Sacerdotal San Pío X, ni de la
pretendida y falsamente autodenominada “Resistencia”, como debiera ser y se
esperaba.

P. Basilio Méramo

Bogotá, 23 de Abril de 2015

domingo, 19 de abril de 2015

SEGUNDO DOMINGO DESPUÉS DE PASCUA


Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:
En este segundo domingo después de Pascua llamado Domingo del Buen Pastor en alusión al Evangelio de hoy, vemos cómo nuestro Señor les dice a los fariseos, a pesar de las injurias y calumnias, que Él es el buen Pastor. Podemos observar a lo largo de todo el Evangelio esa pugna, esa lucha, esa antítesis entre los fariseos y nuestro Señor. Santo Tomás de Aquino nos dice que el buen Pastor es el que apacienta el rebaño y lo gobierna. Por eso, todo guía, a imagen de nuestro Señor Jesucristo en la Iglesia, debe apacentar el rebaño y gobernarlo para el bien de las almas y mayor gloria de Dios. Y ¿cómo apacienta nuestro Señor a su grey, es decir, a su Iglesia? Lo hace con la doctrina de su amor, con la caridad manifestada en la cruz. Él llega a la inmolación de sí mismo por su gente. Vemos así cómo se llega a ese sacrificio máximo en aras del beneficio del rebaño, del bien común, de la Iglesia, de nosotros.

Nuestro Señor enseguida les muestra la imagen del mercenario. El asalariado que no es propiamente pastor porque no está por el beneficio y la utilidad del rebaño sino por el propio, por la merced, por la prebenda que puede adquirir en su provecho y a expensas del apostolado. Éste pasa por pastor pero sin que en el fondo le importe el oficio de gobernar y apacentar las ovejas, sino que ejerce ese ministerio para propia utilidad; cuando viene el lobo, cuando viene el peligro, lejos de exponer su vida por las ovejas, huye como todo jornalero, porque le importa mucho más su vida que la de los fieles, la de las ovejas y se dispersa, se disgrega el rebaño.

Qué reproche más grave hace nuestro Señor, y éste no va solamente para los fariseos sino a todo mal sacerdote, mal religioso, a todo aquel que tenga a su cargo el apacentar las ovejas de la Iglesia, sea sacerdote, cura, obispo o cardenal. Todo prelado, todo aquel que tenga un mando, una autoridad en la Iglesia, si está por beneficio propio es un mercenario; mientras que el buen Pastor gobierna bien las ovejas y las apacienta con la doctrina de la verdad, de la caridad, con la de la Cruz que nos refleja esa caridad en grado sumo.

En cambio, al mal Pastor no le importa y huye ante el peligro dejando que el rebaño se disgregue y se pierda. Sólo Dios sabe si hoy día habrá malos pastores en la Iglesia, primero porque no se la gobierna en beneficio de la salvación de las almas, sino de acuerdo con los principios del mundo moderno; no para Dios, sino  para exaltar al hombre. Se enaltece al hombre, se le endiosa, y no se le gobierna dirigiéndolo hacia su fin último sino que se trata de condescender todo lo posible con él para congraciarse  según sus caprichos, sus debilidades, según todo aquello que se opone en definitiva a Dios. Y la prueba de ello es que en todas las naciones que se dicen desarrolladas, como Inglaterra, donde está aprobada públicamente la homosexualidad y al Primer Ministro de su Graciosa Majestad, su herética majestad diría yo, porque es un apóstata, ya que Inglaterra era la isla de los santos y abjuró, se le da la comunión en el Vaticano cuando él no es católico, es protestante; si fuera católico sería pésimo. Ese es un simple ejemplo de un país que se tiene por culto y avanzado.

Para que nos demos cuenta de cuán mal gobernados estamos hoy por los mercenarios que no rigen en beneficio de los intereses de Dios sino de los reyes de la tierra, del hombre: se promueven las aberraciones más grandes como la homosexualidad, no se diga ya del “matrimonio” entre ellos. Es un hecho que hoy para el mundo moderno vale lo mismo el matrimonio católico que el concubinato civil legalizado por los pequeños países que siguen el mal ejemplo de las grandes potencias, que si miramos bien son protestantes y ateas. Luego no se puede condescender con el mundo moderno en detrimento de la honra y la gloria de Dios.

No se pregunte ya entonces en dónde queda la moral pública, que está por el suelo, como lo vemos hoy; todo eso no es sino desgobierno. Porque mandar es encauzar, dirigir a los subordinados hacia el bien último tanto en el orden natural como en el sobrenatural. Y en el orden natural el bien de la sociedad es la integridad, vivir en paz y en convivencia por el ejercicio de la virtud; eso ya lo sabían los paganos, como Platón y Aristóteles.

Hoy el hombre moderno no lo sabe en su ignorancia supina, tirándoselas de sabio y científico cuando no conoce lo más elemental, al contrario de los paganos. ¿Qué se deja entonces para el orden sobrenatural? Conducirnos al cielo, no al infierno, esa es la misión de la Iglesia y por ello es su autoridad. Pero, para colmo de males, dudando o negando parcial o totalmente el infierno, hoy “todo el mundo se salva sin recordar que hay un averno”, cuando la mejor manera de hacer que las personas no vayan a él es recordándoselo y no como se hace hoy.

Hay quienes dicen que “no existe el fuego eterno del infierno”, cuando está expresado más de catorce veces en las Sagradas Escrituras; todo eso es falta de gobierno y de doctrina, de caridad. Ésta está en la verdad, en su predicación, y es Dios, esa verdad que se encarnó es nuestro Señor Jesucristo y que tiene Dios en Sí mismo, como lo dice nuestro Señor, que Él conoce a sus ovejas como Él es conocido del Padre y como el Padre lo conoce a Él; es un entendimiento en la Trinidad y por eso se revela en ella.

Nuestro Señor viene, se encarna esa verdad, se hace carne esa revelación y deposita su doctrina en su Iglesia, para que le conozcamos como Él conoce a sus ovejas y es conocido del Padre Eterno. Porque nuestra religión es una religión trinitaria, creemos en el Dios único en tres personas y sin esa comprensión sobrenatural no hay religión verdadera, no hay fe, no hay Iglesia. Es nuestro Señor mismo quien nos lo dice. De otra manera no se entendería por qué y a cuento de qué, se refiere al decir: “Conozco a mis ovejas, y las mías me conocen a Mí”, y nombra a su Padre y el saber que de Él tiene su Padre. Esto nos debe ayudar a reflexionar, a meditar, a contemplar para que profundicemos en nuestra religión y saquemos de allí alimento espiritual y se nutran así nuestras almas de las verdades de Dios, que están contenidas en las Escrituras.

En este mismo evangelio, nuestro Señor les hace alusión a esa gran promesa, porque cuando se anuncia como el buen Pastor también habla de la misión que Él tiene de reunir a todos los hombres en un solo rebaño, bajo un solo pastor. Y si bien se mira, todos los errores modernos, todo ese deseo de unión que tienen los hombres, corresponden a esa promesa, pero en Cristo. Es por esto que nuestro Señor nos dice: “Se hará un solo rebaño y un solo pastor” que es Él, es nuestro Señor Jesucristo.

Luego, nada que ver los judíos, ni los musulmanes, ni los budistas, sino que se tienen que convertir a la Iglesia católica. Y no lo que se hace hoy, que se diluye la Iglesia, se la disgrega para unir a los hombres no en Cristo sino en el hombre; y les digo más, se unirán en el anticristo como está anunciado; no hay término medio. Por eso la necesidad de la predicación de la doctrina, para que los paganos, infieles, ateos, los de todas las falsas religiones se conviertan a la verdad de Cristo, a esa verdad encarnada y no a un ideal filantrópico de la dignidad y la libertad del hombre, convirtiendo la religión en algo humano y no divino. Y esa es justamente la religión que hoy se está engendrando, la del humanismo ateo, donde tanto el comunismo como el capitalismo convergen en un sincretismo político que necesita una fusión religiosa, luego es una religión católica sin su contenido.

Allí se origina el desorden y la falta de pastores y se llena la Iglesia de mercenarios que predican lo que no es Cristo. En el fondo van a terminar proclamando al anticristo aunque no se den cuenta de eso todavía, como no sabemos el demonio nos azuza; después de la vil caída es que podemos, si levantamos la mirada al cielo, comprender que fue el demonio, y nosotros, culpablemente, no lo habíamos advertido desde el principio, por nuestra propia estupidez.

 Ahora bien, nuestro Señor aclara, habla de mercenarios y de los buenos pastores que lo imitan; eso dentro de la Iglesia, si no fuera así no hablaría de jornaleros, de lobos, de peligros. La Iglesia es Santa, pero no todo lo que está en la Iglesia es santo, como los fieles, como el clero, como su jerarquía, que puede ser mala o buena, santa o impía y eso no le quita un ápice a la santidad de la Iglesia como institución divina, porque la cabeza de la Iglesia es Cristo. Pero no todo lo que está dentro de la Iglesia es divino, sino en la medida en que sea fiel a nuestro Señor, y será infiel e impío en el orden en que se separe de nuestro Señor por obra de los mercenarios.

Y digámoslo de una vez, es por los infiltrados dentro de la Iglesia católica, apostólica y romana, como los masones, judíos, ateos, modernistas, que llegan a ser sacerdotes, obispos o cardenales. De ahí la necesidad de señalar el mal como lo hacía nuestro Señor. El buen Pastor, entonces, es el que da la vida por sus ovejas, como la dio nuestro Señor y los mártires. Es difícil creerlo y me duele decirlo, pero lo haré. Juan Pablo II besa el Corán, cuando San Perfecto murió mártir en España en la época de la invasión musulmana por maldecir ese libro.

Es blanco sobre negro, y lo que dije del primer ministro de Inglaterra que recibió la comunión en el Vaticano, de manos de Juan Pablo II; esa noticia se puede obtener por Internet en la propaganda o en la página de Zenit, que es la del Vaticano; no es ningún invento. ¿Qué está pasando en la Iglesia de Dios? Ahora nadie se escandalice, mis estimados hermanos. San Malaquías, en las divisas de los Papas, coloca a Papas y antipapas. Con esto no estoy haciendo ningún juicio, simplemente estoy dando una información para que por ignorancia no se asombre nadie de lo que yo pueda decir, porque aquel que se moleste por fariseo ya sería perversión del corazón. Pues bien, San Malaquías habla en sus lemas de algunas que corresponden a antipapas como los ha habido en la Iglesia, y el que conoce un poco de su historia puede llegar a contar hasta más de cuarenta antipapas.

¿Qué quiero decir con esto? Sencillamente que no basta cerrar los ojos y decir que porque lo señaló el Papa ya está bien; puede estar mal y muy mal. El error, mis estimados hermanos, hoy se propaga por vía de autoridad y ese es el golpe maestro de Satanás, hacer prevalecer la falsedad por vía de mando, porque lo dijo el Papa, Roma o los cardenales.

Hay que estar advertidos, sobre todo para los últimos tiempos en los que la Iglesia puede ser y será infiltrada; para obedecer hay que acatar la verdad y ésta tiene que estar en armonía con la eterna que es Dios; que no prediquen otra Iglesia católica fuera de la que enseñaron los apóstoles y por la que murieron mártires, en la que vivieron todos los santos. La Iglesia católica, apostólica y romana no nace con el Vaticano II; se originó hace dos mil años en la Cruz y perdurará idéntica en su institución divina, en su doctrina, en su moral hasta el fin de los tiempos; pero cuando venga el anticristo habrá una defección dentro de la Iglesia, por culpa de los mercenarios que adorarán dentro de ella al anticristo; eso es lo que nos dicen las Escrituras, y nos lo recuerdan las verdaderas profecías de La Salette, de Fátima.

Somos católicos, apostólicos y romanos hasta la muerte. Y no basta que lo diga un sacerdote, un cardenal o un Papa, para que nos traquemos el cuento, si eso que dijo va en contra del Evangelio, pues hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. ¿No fueron acaso, Anás y Caifás los sumos sacerdotes de la sinagoga, de la jerarquía de la Iglesia del Antiguo Testamento quienes crucificaron a nuestro Señor? Y la autoridad eclesial de hoy es la que está inmolando a nuestro Señor, por andar coqueteando con los reyes de la tierra, y así se hacen a imagen de la ramera del Apocalipsis, la que bebe el cáliz de la sangre de los mártires y que está sobre la bestia para agradar a los reyes terrenales.

O no nos damos cuenta, o no queremos saberlo. Así es como se está perdiendo la fe; por eso esta humilde capilla tiene la misión de guardar la doctrina según la santa Tradición de la Iglesia católica, apostólica, romana. No somos protestantes, Testigos de Jehová, judíos o musulmanes. Somos católicos, apostólicos y romanos, pero conocemos cuándo hay que desobedecer a los hombres para someternos a Dios. Y si no, ¿por qué creen ustedes que la Iglesia católica está llena de cardenales, sacerdotes, religiosos depravados, corrompidos? Los seminarios están vacíos y cuando tienen  vocaciones, la mitad de ellas son desviadas, y al que es buen alumno lo echan, por ser decente o medio decente.

 ¿Qué pasa dentro de la Iglesia? Pues lo que dijo nuestra Señora en La Salette, que Roma perdería la fe y sería sede del anticristo; hacia eso vamos ya lo dijo nuestra Señora, la Santísima Virgen María; vayan y reclámenle a Ella los fieles que se puedan escandalizar, o que crean que exagero. Es más, me guardo la mitad de lo que sé, para no volverme pesado, para no asustar a nadie, pero tampoco me puedo callar. Sé que viene mucha gente nueva, pero quien busca la verdad la encuentra, porque Dios nuestro Señor nos muestra dónde está la realidad y por eso la fidelidad a nuestra Señora, a la Santísima Virgen María.

¿Por qué creen que no se ha querido revelar el tercer secreto de Fátima? Porque de un modo u otro especificaba lo que estoy diciendo, lo señalaba, pero los mercenarios que están en la cúpula de la Iglesia, cardenales judíos y masones, no lo van a permitir, es un hecho, como los crímenes en el Vaticano. Hay libros que lo mencionan, entonces no se está diciendo nada que un fiel medianamente instruido no sepa. Lo que pasa es que a veces la verdad duele porque no nos gusta que nos la digan, queremos que nos  hablen lo que nos siga manteniendo en el letargo y en la anemia espiritual como viven los católicos hoy día y por eso el mundo y la Iglesia están como están.

La Iglesia católica y su culto se están volviendo protestantes. ¿Por qué creen que la gente comulga en la mano, si eso es sacrílego? Reciben la comunión de pie y sin ningún signo de adoración al Rey de reyes y al Señor de los señores. ¿Por qué han sacado el altar y lo han convertido en una mesa? Pues para hacerlo una cena protestante, para que los infieles se sientan en su casa. Por todo lo anterior se inventa una nueva misa, y por eso la persecución de todo lo que es Tradición, de todo lo que es verdad, y a esos dos santos obispos, monseñor Lefebvre y monseñor De Castro Mayer, los únicos que osaron decir públicamente la verdad.

Nosotros, por tanto, no podemos continuar en ese orden alterado y creer que somos católicos. La única manera de ser católicos, apostólicos y romanos es conservando la Misa Romana, la Tridentina, que es la misma que los Papas de Roma celebraron desde cuando se formó ese rito y que ahora después de más de dos mil años se la tira a la basura, porque hay que pedir permiso, cuando tiene la Bula de un Papa Santo como San Pío V. Todos absurdos, como lo fue el proceso farisaico que los judíos le infligieron a nuestro Señor y ahora esa historia se repite; la desgracia es que el gran verdugo o anfitrión, hoy en día elegido para destruir la Tradición, sea el cardenal colombiano Castrillón Hoyos.


Pidámosle a nuestra Señora el saber distinguir quién es el buen Pastor y quién el mercenario, para que haya luz. El que viene aquí por primera vez, aunque sea distraídamente, pero que entró, ya Dios le dio una gracia, pero depende de que ella fructifique de acuerdo con el terreno en el que cae la semilla, ya sea a la vera del camino, entre espinas o  en tierra fértil. He ahí el problema, el dilema del por qué mucha gente no está en la verdad, no la defiende, porque la semilla, la gracia de Dios cae en un mal terreno. Roguemos a nuestra Señora que nos ayude a ser tierra fértil. Es un signo de verdad, de salvación y aun de predestinación la verdadera devoción a la Santísima Virgen María, porque a través de Ella vino nuestro Señor, se encarnó y Ella nos lleva a Él como una buena madre que ama a sus hijos y los protege, esa es su misión. Invoquemos esa protección de nuestra Señora porque Ella es la Madre de Dios. +

P. BASILIO MERAMO   
4 de mayo de 2003