San Juan Apocaleta



Difundid Señor, benignamente vuestra luz sobre toda la Iglesia, para que, adoctrinada por vuestro Santo Apóstol y evangelista San Juan, podamos alcanzar los bienes Eternos, te lo pedimos por el Mismo. JesuCristo Nuestro Señor, Tu Hijo, que contigo Vive y Reina en unidad del Espíritu Santo, Siendo DIOS por los Siglos de los siglos.












Website counter Visitas desde 27/06/10



free counters



"Sancte Pio Decime" Gloriose Patrone, ora pro nobis.





Link para escuchar la radio aqui

miércoles, 17 de diciembre de 2014

El R.P. PADRE MÉRAMO escribe con motivo del reciente "tonteison williamsoniano" y aprovechable también al "teodontólogo" de ceriandad y sus supinos adláteres Malsano y Faisán

OBSESIVAMENTE TENAZ
UNA VEZ MÁS
Una vez más en su Eleison n° 387, Monseñor Williamson insiste obsesivamente en
su erróneo punto de vista argumentando indebidamente para justificarlo, actitud
con la cual no hace más que debilitar y confundir a los fieles que resisten a la Roma
apóstata; más le valiera no hablar ni escribir, puesto que no hace más que
aumentar la confusión en los pocos fieles que aún quedan.

Por lo visto Monseñor Williamson, por más que distinga no hace sino confundir,
puesto que para distinguir hay que tener la luz de la inteligencia bien formada
filosófica y teológicamente hablando. No es precisamente con literatura y música
que esto se logra, aunque si ayuda, lo cual es diferente.

Si de distinciones necesarias se trata (como él pretende), la lengua latina es muy
precisa y concisa, con la ventaja además de no verse modificada en su significación
con el transcurso del tiempo, justamente por ser una lengua muerta. En latín no es
lo mismo hic (este), que hoc (esto).

Y así, Santo Tomás al explicar la fórmula (forma) de la transubstanciación del pan,
dice por qué se pone hoc (esto) y no hic (este), lo cual sería inválido, al no permanecer la sustancia del pan sino nada más sus accidentes (especies del pan), lo
cual está expresado por el pronombre demostrativo hoc (esto), en cambio, si la
sustancia del pan permaneciera (lo cual es herético) después de la transubstanciación cabría decir entonces hic (este), como pronombre demostrativo
masculino, que hace referencia a la cosa (res), lo cual es del orden de la substancia
y no únicamente de los accidentes, que es lo único que permanece del pan después
de la consagración; luego poner en la fórmula de la consagración del pan, este (hic)
en lugar de esto (hoc), invalida la consagración.

Por eso, decir en la traducción del Eleison al español (aunque esto en inglés no se
percibe): “Este es mi cuerpo, es ciertamente válido”, es no tener ni idea de la teología sacramental y desconocer por completo a Santo Tomás, pues es justamente
lo contrario, ya que esa fórmula sacramental es ciertamente inválida; aquí tenemos
otro despiste más de Monseñor Williamson y no en cosa de poca monta. Dicho sea
de paso, la gran mayoría de los misales en español para los fieles adolecen del
mismo grave error por desconocimiento teológico.

De otra parte si vamos a la forma sacramental de la consagración del vino, es falso
lo que afirma Monseñor Williamson al decir: “Este es el cáliz de mi sangre, es lo
más probable que sea válido”, pues no se trata de si es más probable o menos
probable, se trata de si es o no es, y ciertamente no son válidas esas solas palabras,
si nos atenemos a lo que dice Santo Tomás y a la teología sacramental, pues no se
trata de la sola sangre (de la conversión de la substancia del vino en la sangre de
Cristo, como quien dice de la sangre que le circula por las venas) sino de la sangre
derramada, por nosotros, en la Cruz, lo cual es muy distinto, es decir, no se trata
solamente de la sangre como sustancia sino además de la sangre derramada, esto
es, de la efusión de la sangre efectuada por la muerte de Nuestro Señor en la Cruz.

Como dice Santo Tomás de Aquino la forma sacramental de la consagración del
vino debe significar el sacrificio de la Cruz, por la efusión de la sangre, la cual se
operó cruentamente (físicamente) en la Cruz y se renueva incruentamente
(sacramentalmente) sobre el altar por la efusión sacramental de la sangre. Sin Cruz
no hay muerte, la cual se efectúa por la efusión de la sangre, luego sin efusión no
hay muerte, por eso en la Santa Misa para que sea el verdadero sacrificio renovado
sacramentalmente sobre el altar, tiene que haber efusión sacramental, sin la cual
no hay muerte sacramental que es lo que se efectúa en la Santa Misa.

La forma sacramental de la consagración del vino debe significar la muerte de
Cristo en la Cruz, la cual se efectúa por el derramamiento o efusión sacramenta de
la sangre, sin la cual no hay sacrificio ni Misa.

La consagración del pan y del vino por separado representa expresamente (por la
acción) la muerte de Cristo en la Cruz; por eso debe hacerse mención de ello en la
forma sacramental del vino, más que en la del pan, con palabras y su virtud misma
(ex ipsa vi verborum).

A aquellos que dicen que son suficientes las primera palabras: Hic est enim calix
sánguinis mei, Santo Tomás les responde que las palabras que siguen: novi et
aetérni testaménti: mysterium fídei. Qui pro vobis et pro multis effundétur in
remissiónem peccatorum, son de la sustancia de la forma (omnia praedicta verba
sunt de substantia formae, S. Th. III, q.78, a.3). Puesto que si en la consagración
del vino no se expresa verbalmente la efusión de la sangre, efectuada por la pasión
y muerte de Cristo en la Cruz, no hay el Sacrificio de la Santa Misa. Sin la forma
entera no tenemos el Sacrificio de la Misa, el cual que se opera por el sacrificio
sacramentalmente renovado sobre el altar.

La fórmula sacramental de la consagración del vino debe entonces, no sólo
expresar la sangre de Cristo, sino además, la muerte producida por la sangre
derramada, esto es, la efusión de la sangre, por lo cual debe estar contenida en la
forma sacramental, para que así quede expresada sacramentalmente, por las
palabras de la consagración, la muerte de Cristo en la Cruz.

De otra parte está otro argumento que hasta hoy no se ha tenido muy en cuenta,
que es el de la significación sacramental que tiene y debe de tener toda forma de los
sacramentos; puesto que los sacramentos son signos sensibles que producen ex
opere operato, la gracia que significan. Por tal razón la significación sacramental
no puede ser jamás ambigua, equívoca o indeterminada; tiene que ser por propia
definición, determinada y unívoca, no equívoca, puesto que una significación
equívoca o ambigua (ambivalente), no puede significar objetiva y determinadamente la gracia que deben de producir (causar) los sacramentos por la
acción misma realizada.

Todos admiten que el nuevo rito de la Misa es al menos equívoco o ambiguo y esto
tanto en el rito ceremonial cuanto en el rito esencial; luego, si nos atenemos a la
teología sacramental, es evidente que la conclusión que se impone es que no puede
haber un rito de la Misa ambiguo en lo esencial, ya que de serlo, éste sería inválido
por el hecho de que las palabras esenciales de la consagración no significan la
gracia que produce; luego con este solo argumento se puede afirmar que la Nueva
Misa, al ser ambigua, es inválida.

Vemos así cuán lejos está Monseñor Williamson de dar luz, teológicamente
hablando, y con sus argumentos debilita la oposición y resistencia a la Nueva Misa,
que para él es sin lugar a duda, válida, siendo que teológicamente sería inválida.

Monseñor Williamson hace alusión a la ordenación sacerdotal, pero sin hacer
ninguna mención de la consagración episcopal, que ha sido totalmente modificada,
lo cual implicaría su invalidez y de esto que es mucho peor, pues cercena la
transmisión del Orden desde la raíz misma, nada dice. Y como él mismo dice será
juzgado por sus propias palabras tarde o temprano recibiendo la penalidad.

Lo que si queda claro es que Mons. Williamson no es un Obispo teológicamente
confiable, puesto que le gustan los árboles “medio medio” (medio bueno y medio
malo) y se inclina decididamente por el color gris, lo menos que podemos decir, es
que es un Obispo “medio medio” y que es al parecer un cerebro gris que favorece la
Revolución anticristiana de la Roma apóstata la cual legitima y convalida con sus
distinciones “medio medio” grises. Sin embargo Nuestro Señor nos dice: “Diréis: Sí,
sí; No, no. Todo lo demás, viene del Maligno” Mt. 5, 37.

P. Basilio Méramo
Bogotá, 17 de Diciembre de 2014


NOTA DEL EDITOR:
Reverendo Padre, una vez más se ven los mismos procederes de Odo Casel infiltrando los "pensamientos" y dictados heréticos tanto el el rosacruz oxfordiano obispo williamson, como en los postulados heréticos del "teodontólogo" ceriani, guru herético de radio ceriandad.

¿Recuerda usted cuando le dije que Williamson me escribió para que quitara la publicación en la que exhibía estas mismas herejías de cerdiani? 

¿O sigue creyendo que sea coincidencia que a las falsas resistencias se les acabara la participación apologética de teólogos de buena cepa (como su paternidad sabe contamos con casi 37 añitos de lógica, filosofía, apologética y teología dogmática, realmente tradicionales), que si permitían real apología en los blogs de la hoy radio ceriandad?

SEA PARA GLORIA DE DIOS
ALBERTO GONZALEZ