San Juan Apocaleta



Difundid Señor, benignamente vuestra luz sobre toda la Iglesia, para que, adoctrinada por vuestro Santo Apóstol y evangelista San Juan, podamos alcanzar los bienes Eternos, te lo pedimos por el Mismo. JesuCristo Nuestro Señor, Tu Hijo, que contigo Vive y Reina en unidad del Espíritu Santo, Siendo DIOS por los Siglos de los siglos.












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miércoles, 30 de julio de 2014

BREVE REFUTACIÓN AL PEQUEÑO CATECISMO SOBRE EL SEDEVACANTISMO DE LOS DOMINICOS DE AVRILLÉ PADRE BASILIO MÉRAMO

La reciente publicación aparecida en Non Possumus del “Pequeño Catecismo del
Sedevacantismo” tomada de Le Sel de la Terre n° 79, invierno 2011-2012, y ahora
difundida por este blog me obliga a tener que intervenir aclarando doctrinal y
teológicamente sobre este asunto, al rededor del cual se ha hecho un tema tabú y se ha
elaborado una etiqueta discriminativa y peyorativa que sirve de espanta pájaro impidiendo
que se investigue teológicamente la cuestión y se aleje a los fieles de la verdad.
En primer lugar aunque no es lo más importante, se habla de catecismo (es decir, de
enseñanza, de doctrina) sobre un punto que el autor (Dominicus, que al parecer es el Padre
Pierre Marie, pero poco importa) presenta como una posición prudencial, luego, práctica,
no teórica ni doctrinal, lo cual encierra una contradicción, pues pretende catequizar, esto es,
enseñar, teorizar sobre algo que es práctico y esto es ya enfocar mal el asunto. De todos
modos es un error, equiparar como dos errores a evitar, el modernismo (que es una herejía)
y el sedevacantismo (que no lo es), bien que además se le considere como cismático. El
sedevacantismo teológicamente considerado no es ni un error, ni una herejía, ni un cisma,
aunque pueda haber muchos o pocos sedevacantistas, que sean heréticos o sean cismáticos.
Todo esto prueba la mentalidad que se ha forjado alrededor de este tema que se ha
satanizado, vuelto un tabú y un estigma. 

Típico del pensamiento liberal es equiparar el sedevacantismo al modernismo como dos
errores.

1. El modernismo es una herejía, y el sedevacantismo no lo es, tampoco es un error; es una
conclusión teológica, que no se debe confundir con un sedevacantismo visceral dogmático,
dogmatizante, es decir erigiéndolo en cuasi dogma de fe.
2. Se habla de una posición prudencial (práctica), no teórica, ni doctrinal ni teológica y aún
así se pretende hacer de esto una catequesis (enseñanza doctrinal) lo cual si se mira bien,
refleja una contradicción.
3. Cuál sería el peligro del sedevacantismo sino haberlo estigmatizado y vuelto un tabú por
los chamanes eclesiásticos que con un gran poder de una dialéctica implacable lo
anatematizan siendo lo que les puede dar luz ante la situación en la que nos encontramos
los pocos fieles a la Tradición Católica, ante una Roma apóstata y anticristo (como la
denominaba Monseñor Lefebvre). Por esto siempre esta Roma modernista y más que
romana, babilónica, ha intentado destruir los argumentos que la puedan desenmascarar ante
los fieles y alejar de sí toda sospecha de ilegitimidad que le pueda impedir continuar
usurpando la autoridad de Dios y así poder pontificar en el error que culmina en una
verdadera y universal apostasía.

Es una lástima ver como se cita a Monseñor Lefebvre de una manera parcializada, por tanto
errónea, al pretender desconocer o eclipsar textos donde afirma exactamente lo contrario si
vamos al caso, de todos modos aún en la tesitura de la opinión (de lo opinable) el mismo
Monseñor Lefebvre, no descarta que la sede vacante pueda algún día confirmarse.
Queda claro que es una opinión que en un principio no descarta la posibilidad del hecho de
la sede vacante como se pretende, consciente o inconscientemente, hacer.
Además se ignora olímpicamente (o se pretende ignorar), el giro de 180° que dio
Monseñor Lefebvre al expresar, primero en el sermón del Domingo de Pascua del 30 de
marzo de 1986: “Nos encontramos ante un dilema gravísimo, que creo no se planteó jamás
en la Iglesia: que quién está sentado en la Sede de Pedro participa en cultos de falsos
dioses; creo que esto no sucedió jamás en toda la historia de la Iglesia. ¿Qué conclusión
debemos quizás sacar dentro de algunos meses de estos actos repetidos de comunión con
falsos cultos? NO LO SÉ. ME LO PREGUNTO. PERO ES POSIBLE QUE ESTEMOS EN
LA OBLIGACIÓN DE CREER QUE ESTE PAPA NO ES PAPA. NO QUIERO DECIRLO
AÚN DE UNA MANERA SOLEMNE Y FORMAL, PERO PARECE, SÍ, A PRIMERA
VISTA, QUE ES IMPOSIBLE QUE UN PAPA SEA HEREJE PÚBLICA Y
FORMALMENTE”.

Y por si fuera poco, a los 15 días, después de las vacaciones de Pascua, el 15 de abril de
1986, Monseñor retoma el tema insistiendo en él: “Queridos amigos, pudieron durante las
vacaciones reflexionar sobre el Sermón del domingo de pascua…”. Para más adelante
replantear: “¿El Papa es un Papa cuando es hereje? Yo no sé, no zanjo, pero pueden
plantearse la cuestión ustedes mismos, pienso que todo hombre juicioso debe plantearse la
cuestión. No sé. Entonces, ahora ¿es urgente hablar de esto? Se puede no hablar,
obviamente. Podemos hablar entre nosotros, privadamente, en nuestras oficinas, en
nuestras conversaciones privadas, entre seminaristas, entre nosotros. ¿Es necesario hablar
a los fieles?, muchos dicen, no habléis a los fieles. Van a escandalizarse. Eso va a ser
terrible, eso va a ir lejos. Bien, yo dije a los sacerdotes en París, cuando los reuní, y luego
a vosotros mismos, ya les había hablado, yo dije: pienso que muy suavemente, es
necesario, a pesar de todo, esclarecer un poco a los fieles. No digo que sea necesario
hacerlo brutalmente y lanzar eso como condimentos a los fieles para asustarlos. No. Pero
pienso que, a pesar de todo es una cuestión precisamente de fe. Es necesario que los fieles
no pierdan la fe. Estamos encargados de guardar la fe de los fieles, de protegerla. Van a
perder la fe, incluso nuestros tradicionalistas no tendrán ya la fe en nuestro Señor
Jesucristo. Ya está fe se pierde. Se pierde en los sacerdotes, se pierde en los Obispos”.
¿Cómo van ahora a salir trasnochadamente con otro enfoque distinto al que aquí de una
manera clara y evidente Monseñor Lefebvre nos está introduciendo en la perspectiva
sedevacantista, no visceral, ni categórico dogmática, pero si reflexiva, teológica y
conclusiva? Esto sólo bastaría para dejar de seguir esgrimiendo el estúpido tabú y la
perversa estigmatización que sobre el tema de la sede vacante se ha elaborado muy
sutilmente desde Roma, y es lo que ha hecho que la Fraternidad San Pio X insensiblemente
desvíe el enfoque sedevacantista que Monseñor Lefebvre aquí le está dando. Entonces

¿cómo es que van a venir ahora a decirnos que el Sedevacantismo es un error opuesto al
modernismo y/o al liberalismo?, cuando el mismo Monseñor Lefebvre aquí nos está dando
la pauta de que no es así. Bástenos saber que teólogos como el gran Cardenal Torquemada,
(no confundir con su sobrino el gran Inquisidor Torquemada) y grandes teólogos del
Concilio de Trento como Melchor Cano y Domingo Soto, han sostenido que un Papa puede
desviarse en la Fe y por lo mismo ser un réprobo.
El primero en contradecir esta doctrina de la Iglesia fue el flamenco u holandés Albert
Pighi, cortesano en Roma al lado de su correligionario el Papa Adriano VI, el único Papa
holandés al que pretendía bien servir al excluir que pudiera caer en herejía y fue
paladinamente refutado por los dos teólogos anteriormente mencionados, Cano y Soto.
Téngase también presente, por si fuera poco, que un santo de la talla de San Alfonso María
de Ligorio, por esas ironías de la vida equiparaba a los anti-sedevacantistas con los herejes
luteranos y calvinistas, al decir que había dos errores opuestos, el de los anti-infalibilistas,
como Lutero y Calvino, y el ultra-infalibilismo de Pighi.

Esto se puede verificar en el extracto del tomo IX de las Obras Completas de San Alfonso
María de Ligorio (Oeuvres Completes de S. Alphonse de Liguori, ed. Compagnons de Saint
Michel, Belgium 1975, p.286). Obra avalada por el mismo Papa Pío IX, en su Carta del 5 de
enero de 1870 al Padre Jules Jacques, quien la tradujo al francés. Esto nos debe de bastar
para que se nos caigan las escamas de los ojos y no continuar esgrimiendo argumentos
falsos y erróneos que no hacen más que contribuir al tabú y a la estigmatización del
sedevacantismo al que tanto miedo le tienen los pseudo-profetas y anticristos que pontifican
desde el Vaticano, habiéndose cumplido lo que profetizara Nuestra Señora de La Salette
hace ya mucho tiempo, advirtiéndonos que la Iglesia sería eclipsada, el clero vuelto una
fétida cloaca y Roma habiendo perdido la Fe, convertida en la Sede del Anticristo.
Y en consonancia con esto no hay que olvidar (aunque está más olvidado que nunca) lo que
Monseñor Lefebvre dijera en su carta de cuaresmal del 25 de enero de 1987: “Este
sacudimiento de la Fe parece preparar la venida del Anticristo, según las predicciones de
San Pablo a los Tesalonicenses y de acuerdo a los comentarios de los Padres de la
Iglesia”. Así pues debe quedarnos claro, clarísimo y evidente que un verdadero hijo
espiritual de la verdadera Fraternidad Sacerdotal San Pío Décimo, no puede ser jamás hoy
en día ni anti-apocalíptico ni anti-sedevacantista, al buen entendedor pocas palabras.

P. Basilio Méramo
Bogotá, 30 de Julio de 2014