San Juan Apocaleta



Difundid Señor, benignamente vuestra luz sobre toda la Iglesia, para que, adoctrinada por vuestro Santo Apóstol y evangelista San Juan, podamos alcanzar los bienes Eternos, te lo pedimos por el Mismo. JesuCristo Nuestro Señor, Tu Hijo, que contigo Vive y Reina en unidad del Espíritu Santo, Siendo DIOS por los Siglos de los siglos.












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"Sancte Pio Decime" Gloriose Patrone, ora pro nobis.





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domingo, 28 de diciembre de 2014

Domingo de la Intraoctava de Navidad se celebra la Solemnidad de LOS SANTOS INOCENTES MARTIRES




    ¿Quién en su sano juicio podría pensar que el VERBO DIVINO, consubstancial a la Santísima Trinidad, Omnipotente y Sempiterno "tuviese" que haberse escondido o sentido miedo ante una humana aunque perversa criatura, como Herodes?

     La Divina intención que además de patentizar con sangre de mártires su humano advenimiento, en aquel humilde portal de Belén y tras la adoración de los tres sabios de oriente, en su libérrima voluntad también permitió que la corona del martirio fuese ceñida en las sienes de las víctimas de la ambición, temor y brutalidad de Herodes, concediéndole a aquellos a quienes la Una Santa Católica Apostólica y Romana Iglesia, venera en este día, como  la corona en aquellos inocentes que dieron sus vidas aun sin su voluntad,  como principio del advenimiento de DIOS, hacia este mundo pecador;      Y como figura específica de "quienes son como niños es el reino de los cielos", aludiendo exprofeso no a la edad sino a la inocencia, a la humildad, y sobre todo a la caridad;    Nadie que no se revista de este vestido permanecerá en las bodas del Cordero, sino que será expulsado y arrojado a las tinieblas eternas, así pues todo falso humilde,. todo falso caritativo, y todo falso inocente, corre el riesgo inminente de ser reconocido por el Pater Familias.

    Mantengamos la lámpara con aceite, pero revestidos para la ocasión, asegurándonos a cada paso, que sea exacto el vestido para las bodas del Cordero, porque así en el cada vez más cercano Retorno de Nuestro Señor JesuCristo, únicamente de los que sean como ellos, será el reino de los cielos, y toda humana dignidad, todo presbiterato o sacerdocio, o toda publicidad serán descubiertos, todo falso resistente o todo falso cristiano será arrojado y echado al fuego.


      DE LA CATENA AUREA:


Mt 2, 13-15
Después que ellos se fueron, he aquí un Angel del Señor apareció en sueños a José, y le dijo: "Levántate y toma al niño y a su madre y huye a Egipto, y estáte allí hasta que yo te lo diga. Porque ha de acontecer que Herodes busque al niño para matarle". Levantándose José, tomó al niño y a su madre de noche, y se retiró a Egipto. Y permaneció allí hasta la muerte de Herodes: para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta, que dice: De Egipto llamé a mi Hijo. (vv. 13-15)


Mt 2, 16
Entonces Herodes, cuando vio que había sido burlado por los Magos, se irritó mucho, y enviando hizo matar todos los niños que había en Belén y en toda su comarca de dos años y abajo, conforme al tiempo, que había averiguado de los Magos. (v. 16)
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 2
Después que el pequeño Jesús subyugó a los magos, no con un poder corporal, sino con la gracia del Espíritu, Herodes se llenaba de furor, porque no había podido conquistar, a pesar del brillo y esplendor de su trono, a aquéllos a quienes el pequeño Jesús había deslumbrado recostado en un pesebre. Los desprecios de los magos añadieron nuevos motivos a su furor, y esto es lo que significan aquellas palabras: "Entonces Herodes, cuando vio que había sido burlado por los magos, se irritó mucho". La cólera de los reyes es grande e inextinguible cuando nace del deseo desordenado de reinar. ¿Pero qué es lo que hizo? Enviando, hizo matar a todos los niños. A la manera que la bestia herida despedaza todo cuanto encuentra a su paso creyéndola causa de su daño, así él, engañado por los magos, descargaba su furor sobre los niños. En medio de su furor pensaba: "Indudablemente los magos han encontrado al niño que decían había de reinar", porque un rey lleno de la ambición de reinar, lo sospecha todo y todo lo teme. Por eso mandó matar a todos los niños, para quitar de en medio a uno solo por la muerte de todos.
San Agustín, in sermonibus de Epiphania
Y mientras él persigue a Cristo, rey contemporáneo de este rey perseguidor, le dio un ejército resplandeciente de mártires.
San Agustín, in sermonibus de Epiphania
Jamás este enemigo terrenal hubiera podido tributar a estos bienaventurados niños los beneficios que les tributó con su odio, porque mientras mayor fue el odio con que les persiguió, más abundante fue la gracia que los beatificó.
S. Agustín, sermones, 373,3
¡Oh bienaventurados niños! Solamente podrá dudar de la corona que habéis merecido con vuestro martirio por Cristo, aquel que dude de la gracia que los niños reciben con el bautismo de Cristo. El que pudo tener ángeles para que lo anunciaran, magos para que lo adorasen, hubiera podido también arrancarles de esta muerte sufrida por El, si no hubiese sido porque sabía que esta muerte no era la ruina sino el triunfo de aquellos niños. Lejos de nosotros el pensar que al venir Cristo para la salvación del mundo, no hubiera hecho nada para salvar a aquellos que dieron su sangre por El, que pendiente de un madero rogó por los mismos que lo crucificaban.
Rábano
Pero Herodes no se contentó con llenar de luto y desolación a Belén, sino que llevó la muerte a los lugares vecinos, y sin tener compasión alguna por la tierna edad, hizo matar a todos los que tenían desde una sola noche de nacidos hasta los que contaban con dos años. Y esto es lo que se nos quiere decir por estas palabras: "En Belén y en toda su comarca de dos años y abajo".
San Agustín, in sermonibus de Epiphania
Los magos no habían visto pocos días antes esta estrella desconocida, sino que hacía dos años, como se deduce de la respuesta que dieron a Herodes. Por eso este rey hizo matar a todos los niños de dos o menos años de edad, por eso añade el texto sagrado: "Conforme al tiempo que había averiguado de los magos".
San Agustín, in sermonibus de Epiphania
Tal vez temía que este niño, a quien las estrellas obedecían, cambiase su edad para ocultarse y hubiese tomado la forma de una edad mayor o menor, y por eso parece que mandó matar a todos los niños de dos años hasta los que sólo tenían un día.
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,11
Quizá Herodes, embargaba su pensamiento en matar a los niños, pero por peligros que veía muy de cerca dilató aquella matanza. O tal vez pudo creer que los magos, engañados por la apariencia de una falsa estrella, tuvieron vergüenza de volverse a él sin haber encontrado al niño. Así, depuesto todo temor, Herodes dejó de perseguir al niño, y de esta manera, cumplidos los días de la purificación, sus padres pudieron con toda tranquilidad subir al Templo 1. ¿A quién puede extrañar que un rey ocupado en tantas cosas no advirtiese este acontecimiento? Y sólo más tarde, cuando se divulgó todo lo que había acontecido en el Templo, Herodes comprendió que había sido engañado por los magos. Entonces fue cuando comenzó la matanza de tantos niños, como refiere el evangelista.
Beda, homilia in Nat. innocent
La muerte de estos niños fue una profecía del sacrificio de todos los mártires de Cristo. Este martirio de niños nos enseña que por la humildad es por donde se consigue la gracia del martirio. El martirio, que se extiende desde Belén a todas las cercanías, prefigura la persecución que desde Judea, cuna de la Iglesia, debía extenderse por toda la tierra. Los mártires de dos años representan a los mártires perfectos en la doctrina y en las obras; los de menos de dos años, a las almas sencillas que sufren por la fe. Que ellos fuesen sacrificados y que Cristo escapase de manos de sus perseguidores, nos enseña que los impíos pueden hacer perecer los cuerpos de los mártires, pero no separarlos de Cristo.
Notas
1. Los Evangelios no son historias biográficas a las exigencias del estilo moderno. Así, no todo aparece en clara secuencia. El p. Reboli en su comentario destaca que hay cuatro posiciones frente a la fecha en que los magos llegaron a Jerusalén. 1) Poco después del nacimiento del Señor y antes del rito de la Purificación. 2) Después de la Presentación en el Templo. 3) Dos años después del nacimiento. 4) Un año después. "Lo más probable es que los magos vinieron después de la presentación ", dice.

Mt 2, 17-18
Entonces fue cumplido lo que se había dicho por Jeremías el Profeta, que dice: Voz fue oída en Ramá, lloro y mucho lamento. Raquel llorando sus hijos, y no quiso ser consolada, porque no son. (vv. 17-18)
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 9
Después de habernos llenado de horror con la narración de tan sangriento martirio, el evangelista, para calmar un tanto esta desagradable impresión, nos manifiesta que todas estas cosas no sucedieron porque Dios no pudiera impedirlo o porque las ignorase, sino según lo había anunciado por boca de su profeta. Por ello dice: "Entonces fue cumplido".
San Jerónimo, in Ieremiam, 31,15
San Mateo no refiere este pasaje conforme al texto hebreo, o conforme a los Setenta, lo cual prueba que los evangelistas y los apóstoles no siguieron la interpretación de nadie sino que expresaron, como hebreos que eran y en su misma lengua, lo que según ellos contenía el texto hebreo 1.
San Jerónimo, in Matthaeum
No debemos tomar a Ramá 2 por el nombre del lugar que se encuentra cerca de Gueba. Ramá quiere decir alto, como si dijera: "Voz fue oída en lo alto", es decir, desde muy lejos.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 2
Tal vez porque se trataba de la muerte de los inocentes, se dice que se oía en las alturas conforme a aquellas palabras: "La voz del pobre penetra las nubes" ( Eclo 35,21). La palabra lloro, significa el llanto de los niños, y lamento, los lamentos de las madres. El dolor de los niños acaba con la muerte, pero el de las madres se renueva siempre con la memoria. Por eso dice: "mucho lamento. Raquel llorando sus hijos".
San Jerónimo, in Matthaeum
Habiendo nacido Benjamín de Raquel, a cuya tribu no corresponde Belén, podría preguntarse por qué Raquel lloraba como a sus propios hijos a los hijos de Judá, esto es, a los de Belén. A esto podría responderse brevemente que fue enterrada cerca de Belén, en Efratá, y tomó el nombre de madre del lugar donde descansaban sus restos. O que, siendo Judá y Benjamín dos tribus unidas, y habiendo mandado Herodes dar muerte a los niños no sólo de Belén sino de todos sus confines, el hablar de la matanza en Belén, puede entenderse que también fueron sacrificados muchos niños de la tribu de Benjamín.
Ambrosiaster, quaestiones Novi et Veteri Testamenti, q. 62
O por último, que los hijos de Benjamín, destruidos en otro tiempo por las demás tribus y extinguidos para siempre, fueron objeto del llanto de Raquel al contemplar la suerte de los hijos de su hermano, muertos para heredar la vida eterna. Siempre el infortunado lamenta sus propias desgracias en presencia de la felicidad ajena.
Remigio
Para pintar el evangelista con colores más vivos la magnitud del dolor, dijo que aun después de muerta Raquel había llorado a sus hijos y no quiso ser consolada porque ya no son.
San Jerónimo, in Matthaeum
Esto puede tener dos sentidos: o bien que ella los creía muertos para siempre, o bien que no quería recibir consuelo de aquellos que sabía que habían de ser vencedores. Así, el sentido de las palabras: "No quiso ser consolada porque no son", es éste: no quiso ser consolada de que no existiesen.
San Hilario, in Matthaeum, 1
No es cierto que hubiesen dejado de existir aquellos que se tenían por muertos. La gloria del martirio los había transportado a la vida de la eternidad. Debía, pues, ofrecerse consuelo por una cosa perdida, no por una cosa acrecentada. Raquel era la figura de la Iglesia, por mucho tiempo estéril y ahora fecunda; no gime y llora por los hijos que le han arrebatado, sino porque le han arrebatado a los que ella hubiera querido conservar como a hijos suyos muy queridos.
Rábano
Puede también significar a la Iglesia que llora a los santos muertos a este mundo. Y no desea ser consolada como si los que vencieron al mundo con la muerte fueran a ser llamados de nuevo a los mismos combates, porque ciertamente no han de volver al mundo.
La glosa
Tal vez no quiera ser consolada en este mundo porque no son, y pone todo su consuelo y su esperanza en la vida eterna.
Rábano
Raquel -cuyo nombre significa oveja, o el que ve-, es figura de la Iglesia, cuyo único deseo es contemplar a Dios. Es también la centésima oveja que el pastor lleva sobre sus hombros.
Notas
1. La posición de San Jerónimo, que escribía en el siglo IV, en extremo sensible respecto del texto de la versión hebrea es bien conocida. Sin embargo, no fue compartida por muchos Padres. Desde la hodierna crítica neotestamentaria, el p. Pierre Benoit, O.P., concluye: "El Nuevo Testamento sigue la mayoría de las veces a los Setenta sin preocuparse del hebreo; e incluso cuando hay divergencia substancial, no vacila en apoyarse en el griego en una argumentación de alcance dogmático. En realidad, la situación es compleja. Los autores neotestamentarios recurren a veces al texto hebreo; así un determinado estrato de Mateo. Con frecuencia citan de una manera bastante libre, que no es idéntica ni al hebreo ni al griego; así Pablo. En conjunto, adoptan más bien los Setenta como texto que goza de autoridad desde el comienzo de la Iglesia".
2. Ramá es el nombre propio de una villa que se encuentra a 8 km. al norte de Jerusalén donde se habían reunido los que habrían de ser exiliados después del triunfo de Nabucodonosor. Raquel había sido enterrada no lejos de Belén. Según el sentido típico, Raquel una segunda vez llora amargamente, en esta ocasión por las inocentes víctimas de Herodes. (Reboli.)

Alberto González
MARANATHA.

jueves, 25 de diciembre de 2014

Natividad del Señor




Por eso, al pronunciar el nombre de nuestro Señor Jesucristo no queda más que arrodillarse y adorarlo como a Dios, como al Verbo Encarnado. Es lo sublime de la religión católica que excluye toda falsa religión, todo otro nombre, toda otra posibilidad de salvación, cualquier otra iglesia, y eso hay que reafirmarlo hoy en medio de tanta confusión en materia religiosa, de salvación y en materia de gracia. Por eso San Juan es taxativo, no deja lugar a dudas, proclama esa fe y la generación eterna de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad que es lo que quiere significar esta tercera Misa, la generación eterna en Dios del Verbo que procede del Padre; el Padre que le engendra desde toda la eternidad, desde siempre, y que por ese Verbo se han hecho todas las cosas; el universo y toda la creación converge en nuestro Señor Jesucristo. Es Rey de Reyes, Cristo Rey.

Desgraciados aquellos hombres y pueblos que no quieren someterse al suave yugo de nuestro Señor y no quieren reconocerle. Y ¡maldita, mil veces maldita sea la libertad religiosa que le niega el derecho de exclusividad a nuestro Señor! Por eso, es una herejía el ecumenismo que flagela y destruye la Iglesia, que pretende destruir la majestad de Dios y eso el mundo no lo ve, porque no tiene fe; no se consideran estas verdades a la luz sobrenatural de la fe y por eso la Iglesia está siendo cada vez más reducida a un pequeño rebaño fiel a nuestro Señor.
No podemos dejar pasar sin advertirlo, debemos estar vigilantes, que no en vano festejemos la Natividad de nuestro Señor. Si Él no es el Cristo, si Él no es el Ungido, ¿quién es el Verbo de Dios entonces? Habría que ver qué significado tiene la Navidad. Toda la religión católica caería por tierra. Se socavan la religión y la Iglesia católica al permitir la posibilidad de salvación no en el nombre de Cristo sino en cualquier falsa religión, como era lo que proclamaba esa falsa santa: la Madre Teresa de Calcuta.

Y que Dios y ustedes me perdonen, mis estimados fieles, pero es la verdad a la luz de la fe; ¿cómo es posible que el apostolado de ella consistiera en que cada uno se puede salvar, ya sea un buen pagano, un buen musulmán o un buen judío? Eso es filantropía, no es la caridad de Dios que debe predicar a Cristo; el apostolado es atraer a los infieles y a todos los hombres al nombre de nuestro Señor Jesucristo; ese es el apostolado de la Iglesia y no lo que hoy se predica, “que cada uno sea bueno en su creencia, según su conciencia”. ¿Cuál conciencia? La inconsciencia que da un mundo impío y ateo que por orgullo no quiere reconocer la sumisión y la sujeción de todos y de cada uno de nosotros a nuestro Señor Jesucristo y proclamar que Él es el Rey de Reyes, que es la revelación del Padre como acabamos de ver en la epístola; antaño, y como pasó en todo el Antiguo Testamento, Dios hablaba a través de los profetas, pero después ya no habla a través de los profetas sino a través de su Verbo mismo, de su Palabra que es la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, la Palabra de Dios, eso quiere decir el Verbo, el Hijo de Dios.

No es posible perder la noción de estas verdades fundamentales, necesarias para ser católicos; es un ejemplo de cuán diluida está la doctrina y la verdad católica, el fundamento de nuestra sacrosanta religión; y cuán profanado el nombre de Jesús, su cruz y su Iglesia. Debemos reanudar esos principios fundamentales de nuestra religión para que nuestra fe se enaltezca, sea pura e inmaculada; una fe afirmativa, no una fe diluida; una fe que ya no es fe sino un puro sentimiento religioso, eso no es fe sobrenatural, a ese sentimiento religioso no se le puede llamar ni considerar jamás fe, y ese es el concepto de fe de los protestantes, un sentimiento avalado por la conciencia y la libertad del hombre; y ¿cómo es posible que hoy se enseñen todas estas cosas, que destruyen la fe y hacen que las tinieblas en el mundo sean más densas que cuando vino la luz, nuestro Señor en persona, a disipar las tinieblas del mundo?

Por tanto, no hay autoridad en la Iglesia y no la puede haber jamás si va en contra de la luz, de la verdad y de la doctrina católica. Lo que hay, cuando no se cumple con el sacrosanto deber, es una claudicación; caiga la piedra a quien le caiga, pero lo debemos tener claro para seguir profesando la fe católica, apostólica y romana, para seguir perteneciendo a la Iglesia de Dios, a la Iglesia de nuestro Señor Jesucristo, y no que nos abracemos en un sincretismo religioso “sin dogmas que dividan en unión con todos los hombres” en la sinagoga de Satanás, que es la obra del judaísmo, obra de la masonería; esa no es la Iglesia católica.

De esta tribulación, creemos que saldrá la Iglesia acrisolada, purificada, pero hay que cuidarnos de no ser consumidos en esa purificación; para no ser consumidos y destruidos tenemos que permanecer con la llama de la fe encendida y que no se diluya en un sincretismo religioso del cual la Iglesia es una de tantas creencias más; eso es lo que propaga el ecumenismo, eso es lo que significan esas reuniones y ceremonias inter religiosas de Asís y de la misma Roma, profanando la tumba de San Pedro, primer Papa de la Iglesia católica. Todo esto nos hace reflexionar para que esta Navidad sea una proclamación de fe, un acto de fe vivido y no un sentimiento religioso o una opinión sino un dogma de fe, porque la proclamación de la fe implica nuestra salvación.
Esta es la época de apostasía que nos tocó sufrir: oscuridad, tinieblas, con muy poca luz, apagándose la fe que todavía queda en los fieles que, perdidos y descarriados, vagan como ovejas sin pastor; hay que alimentarlas con el pan de la verdad y la verdad es Dios y Dios es nuestro Señor Jesucristo. Esto es lo que proclama como un águila San Juan evangelista, el discípulo amado, el discípulo preferido y además primo de nuestro Señor, como atestiguan los Padres de la Iglesia.

Pidámosle a nuestro Señor esa fe en Él, que nos santifica; no puede haber obra de santificación si no hay fe, y sin fe no puede haber caridad ni amor a Dios; por tanto, la fe es esencial, es uno de los fundamentos de la Iglesia católica y esa fue la fe que tuvo nuestra Señora. Ella, que creyó como ningún otro mortal en la divinidad de su Hijo, siendo Ella una criatura, por lo que se consideraba a sí misma indigna de tan altas grandezas a las cuales Dios la llamó, a lo que apenas supo contestar: “Soy la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”. Sierva de Dios, como quien dice la sirvienta de Dios, eso es la criatura ante Dios, somos siervos y Dios nos llama a ser hijos, asimilándonos a nuestro Señor Jesucristo y que por lo mismo se nos da en el Pan Eucarístico, en la Sagrada Hostia; eso significa la Comunión, no es un pedazo más de pan, como lo creen hoy.

¡Hasta dónde hemos llegado y quién sabe hasta dónde llegaremos en la destrucción y demolición de la Iglesia! por obra y mérito de los mismos pastores, de la misma jerarquía; eso es lo terrible y doloroso. Debemos aferrarnos cada vez más a nuestra Señora para que Ella nos proteja, nos conforte y nos consolide en la fe y en el amor a su Santísimo Hijo. +

BASILIO MERAMO PBRO.
25 de diciembre de 2000

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Pésele al Hereje de turno....


     Independientemente de que la acomodaticia herejía y traidora de Felón, acuerdismo;    o la falsa resistencia del oxfordiano Williamson "acuerdismo light", estén devastando al pequeño rebaño apocalíptico, este último, Williamson, con el apoyo herético del teodontólogo de la patagonía, con sus herejías de la "presencia apartente" en SU falso sacramento eucarístico o su otra teoría herética de Odo Casel  de "concomitantes sacramentos parciales" con el resultado visible de nula apología ante las falsas resistencias en la hoy mermada radio ceriandad, y aunque no les guste la única verdad es que el Advenimiento de Nuestro Amado Redentor, que comenzó en la "Casa del Pan" está a punto de culminar con su gloriosa Parusía,  todo parece apuntar a que el próximo año 17 sería una aproximación idónea, si bien es cierto que "Nadie sabe el día ni la hora" no menos cierto es "El que tenga ojos que vea, el que tenga inteligencia calcule"  Así pues no solo convergen los 6000 años de la creación el 2 de Octubre de 2016, sino que también tiene lugar la preclusión del cómputo del Santo Profeta Daniel, el centenario de Fátima, la preclusión del "segundo medio tiempo más" del binomio Anas-Caifás modernista, sino que hay varias y contables señales que apuntan indefectiblemente para el citado año, la única verdad aunque le pese a los impotentes y de suyo a quien le pese, el Reino material y físico de Nuestro Señor JesuCristo durante los 1000 años prometidos por el mismo y eternamente en la casa de Jacob, están a punto de ser implementados, eliminando no solo las falsas y demoniacas Iglesias, sino a la misma Gran Ramera, a todo sectario y hereje (¿Acaso encontrará la Fe?).

     Es menester imperioso que las cinco vírgenes prudentes, además de no fornicar con los reyesuelos del mundo, no fornicar con la gran ramera, no fornicar con falsas resistencias, no fornicar con falsas ideas heréticas, también conserven la gracia (aceite de la lámpara) y aun con el riesgo de sorprender a quienes no pueden ver las intenciones porque una vez en el convite de las bodas podremos escuchar (DIOS no lo permita) la terrible frase:  "AMIGO COMO HAS ENTRADO SIN EL TRAJE DE BODAS, ATADLO Y HECHADLO FUERA".

     Tanto felonistas, como williamsonianos, impotentes, y sedevacantontos, o con todo aquel apegado por una estúpida y mal entendida conveniencia sacramental, como son el caso de Luisito malsano y del estimado Faisán, que en lugar de defender al único y verdadero Cristo hoy se dedican a publicar románticas poesías, están en grave riesgo de un ulterior destino de infierno.   Esperemos en DIOS que por el nacimiento (encarnación) de su Divino hijo, parte consubstancial del mismo DIOS y el Espíritu Santo, se puedan alumbrar estas falsas vírgenes que son especialistas en ver la paja del ojo ajeno, que empero no se dan cuenta de los efectos antiapologéticos de su decadente paracristiano baluarte, porque ya comienza a parecer que todo está perdido.

    Apiádate Señor de nosotros  y ven ya.


     SEA PARA GLORIA DE DIOS
     Alberto González.

VIGILIA DE NAVIDAD


Amados hermanos en Nuestro Señor Jesucristo:

En este domingo festejamos la Vigilia de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo, y narra el Evangelio la duda que embarga a San José ante el gran misterio de la Encarnación, misterio que él desconocía; por tanto, tenía el propósito de abandonar secretamente a su legítima esposa, abandonarla en secreto porque los judíos acostumbraban repudiar a la mujer adúltera y para evitar ese escándalo, pensaba, sin difamarla, dejarla en silencio, viéndola encinta y sabiendo por demás, que era una santa mujer y que se habían casado prometiéndose mutua virginidad.


La ley natural nos dice que si una mujer está encinta, es porque ha tenido relación marital con un hombre; la Santísima Virgen no podía revelar lo acontecido en Ella porque era a Dios a quien correspondía anunciarle a su esposo; Ella debía guardar silencio sabiendo que Dios proveería lo que fuese necesario, incluso, el hecho de advertir al casto, puro y virtuoso San José, quien según la Tradición de la Iglesia era primo hermano de la Virgen María6. San José, pues, ante aquel misterio decide abandonarla en secreto para no hacerle daño, para que los judíos no la lapidasen;
no difamarla, pues le constaba que era pura y santa; sin embargo, ya que no puede entender, con virilidad decide distanciarse, hasta que un ángel del cielo le aclara el misterio anunciándole que aquello era obra del Espíritu Santo y que recibiese a la Virgen en su casa como a su legítima esposa.


Esta actitud de San José, que nos puede extrañar, incluso escandalizar, si somos piadosos en apariencia, porque la verdadera piedad es viril (fuerte) también en la mujer, como la piedad de Santa Teresa la grande, porque la virtud da esa fortaleza de espíritu tanto en el hombre como en la mujer; la misma palabra virtud quiere decir fuerza, vigor, uirtus. San José, entonces, en lugar de hacer consideraciones aparentemente piadosas "... como es una santa mujer, eso será hinchazón, será inflamación u otra cosa...", no entiende y decide tomar distancia.


Esa actitud tendríamos que tenerla en cuenta estimados hermanos, a lo largo de toda nuestra vida, para esas ocasiones difíciles, sobre todo en épocas como en la que nos ha tocado vivir. Cuando no entendamos y estemos ante una contradicción o un misterio, y más aún, cuando estemos ante un misterio de iniquidad como el que realmente se vive, nos sirve ser viriles y adoptar el ejemplo de San José: ante el error introducido en la Iglesia -preñada de errores cuando no de herejías-, siendo un contrasentido, ya que la Iglesia es santa, es pura e inmaculada, pasando por alto los errores personales que tengan sus miembros. Los errores doctrinales que
afectan a la institución en sí misma constituyen un misterio de iniquidad en la Iglesia. El católico, si ama a Nuestro Señor debe tomar distancia, alejarse en silencio para conservar la fe y no excusar el error ni aceptarlo, como desgraciadamente hacen muchas personas encubiertas con apariencia de piedad, como les pasa a muchos sacerdotes que justifican el error y la contradicción.


Y este ejemplo de San José: él, que no podía pensar mal de la Santísima Virgen María; él, que sabía que era una mujer inmaculada, la ve encinta y decide dejarla, y lo hubiera hecho, pero el ángel le retiene. Entonces, ¿cómo es que nosotros - católicos- que sabemos que la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, como institución divina no puede enseñar el error y menos la herejía?, aceptemos esa contradicción, esa infamia, esa blasfemia, la de cohonestar con una Iglesia que no es ni pura ni santa ni inmaculada. Hay que imitar a San José.


Y esa fue la actitud que asumió Monseñor Lefebvre: tomó distancia, no aceptó bajo ningún concepto el error y la contradicción, se adhirió a la Tradición para mantenerse fiel y fundó una asociación de sacerdotes fieles a la verdadera Iglesia, porque la verdadera y única Iglesia no puede como institución albergar ni enseñar el error en su doctrina, en sus sacramentos y en su moral. Otra cosa son los errores humanos de sus miembros, pero ya no es la institución quien falla sino los hombres, la parte humana. Nosotros no podemos aceptar lo que actualmente se
presenta ante nuestros ojos como Iglesia oficial henchida de errores y herejías. Por esto, la valentía de San José viene a servirnos de ejemplo para mantenernos fieles al Evangelio, para que Nuestro Señor Jesucristo reine en su Iglesia y en nuestros corazones; aunque nos consideren cismáticos, o como ellos quieran considerarnos, ya que "cisma", como decía Monseñor Lefebvre, "si es que lo hay, no soy yo el cismático sino aquellos que no son fieles a la Tradición de la Iglesia siendo la innovación la que posibilita, y de hecho así lo ha sido, el error, llevando a los fieles a
la apostasía".


Por lo mismo, debemos cuidarnos de organizaciones que parecieran responder a mensajes del cielo y que pueden no ser verdad, porque son susceptibles de adulteración en el camino; me refiero al Movimiento Mariano del padre Gobbi, Movimiento Sacerdotal Mariano, suscitado aparentemente por Nuestra Señora quien revela cosas muy ciertas con las cuales estoy de acuerdo, salvo en un punto que me parece esencial, fundamental: ¿cómo es que Nuestra Señora no diga nada de la Santa Misa? Que ellos se mancomunen en concelebraciones y celebraciones de
la nueva misa, teológicamente es absurdo. Entonces, ese es un punto clave. Otro es el siguiente: ¿cómo es posible que reconociendo, por ejemplo, que en la Iglesia hay una gran confusión, desobediencia, error y herejía, incluso apostasía, cubra las espaldas a los principales responsables de esa apostasía? Eso no puede ser.


Necesitamos más que nunca manejar un concepto sobrenatural claro de lo que es la Iglesia y su doctrina y necesitamos también el virtuosismo de San José ante el error que la invade y que bajo el peso de la obediencia a la jerarquía y a la autoridad, quieren hacer prevalecer por encima de la verdad. Ese es el gran misterio de iniquidad y por eso digo que Nuestra Señora no puede ocultarlo.



Pablo VI firmó todos los decretos y declaraciones del Concilio Vaticano II, no se le puede eludir la responsabilidad que le corresponde; o también a Juan Pablo II, que no ha hecho más que favorecer el error difundiendo el Vaticano II, mientras que reprime y estrangula la verdad y la tradición de la Iglesia. No puede haber plena unión en la verdad en aquellas cosas que parecen correctas y con las que podríamos estar muy de acuerdo, si no se dice toda la verdad y, más aún, cuando se encubre con el manto de la Virgen a los culpables. La autoridad tiene una obligación y se peca no solamente por acción sino también por omisión; la autoridad que no reprime al mal se convierte en su cómplice, hace que el mal se vuelva impune y, así, es más condenable que el mismo criminal. Y si eso acontece en el orden natural, cuánto más en el orden sobrenatural de la Iglesia, estando la autoridad para combatir el error y para enseñar y afianzar la verdad infaliblemente y si eso no lo hace un Papa, peca con un pecado de lesa majestad contra la Iglesia y la verdad, que es Dios, y eso no lo puede encubrir Nuestra Señora.


Monseñor Lefebvre, ese santo Obispo, y santo no solamente por decirlo para significar una gran vida de santidad, sino santo con todas las características de aquellos santos dignos del altar, porque incluso por su intercesión se han hecho algunos milagros, pero que ha sido vilmente atacado por haber cometido el gran pecado de ser fiel a la Santa Madre Iglesia Católica, siguiendo él ese ejemplo de firmeza y de virilidad de San José al no querer aceptar el error.


En estos momentos de la Vigilia de Navidad, en que esperamos nazca nuevamente Nuestro Señor, esperamos también su segunda venida. La Navidad carecería de sentido si no tuviésemos presente cada año en esta fecha la segunda aparición de Nuestro Señor glorioso y majestuoso con la cual completa y corona su primera venida y toda la obra de la Redención.


Pidámosle a la Santísima Virgen María que nos ayude a festejar una Navidad en paz con Dios y con los que están a nuestro alrededor si eso es posible, manteniendo la fe pura, la fe inmaculada cual pura e inmaculada fue la Santísima Virgen María que albergó la palabra de Dios en su seno.



BASILIO MERAMO PBRO.
24 de diciembre de 2000

domingo, 21 de diciembre de 2014

CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO



Por lo mismo, la Iglesia en su liturgia durante este tiempo de Adviento nos presenta la figura de San Juan Bautista, precursor del Señor, comparado a los ángeles no porque fuese un ángel en su naturaleza sino por la misión que tuvo; porque ángel es aquel que tiene la misión de anunciar a los hombres las cosas de Dios. Y él fue quien anunció y más que anunciar, señaló con el dedo la presencia de nuestro Señor, el Verbo Encarnado del cual él “no era digno ni aun de atar la correa de sus sandalias”. Figura que nos prepara para ese espíritu de Navidad tal como él preparó para que el pueblo elegido aceptara la predicación de nuestro Señor Jesucristo y a nuestro Señor mismo ya que era su precursor, el gran pregonero y la voz de aquel que clamaba en el desierto, que era nuestro Señor Jesucristo en persona y San Juan su portavoz. Predicaba el bautismo de mortificación, es decir, la penitencia, la conversión de corazón hacia Dios y la negación de todo aquello que se opone a Dios, y que se cifra en el pecado.


El pecado está arraigado en una triple raíz, en una triple concupiscencia y de ahí provienen todas las malas inclinaciones, que si no las atacamos a tiempo, se convierten en perversión; eso es lo que genera los crímenes y abominaciones que vemos y que con un espíritu a veces impío, se le atribuye a Dios ese mal, cuando Él es la Bondad Suma, la Misericordia Infinita. El corazón perverso del hombre no se convierte y se sede no sólo por la triple concupiscencia, sino también como ministro del demonio que siempre trama el mal, por ser el gran enemigo del hombre y de Dios; el demonio nos odia como imagen y semejanza de Dios. Por tal razón quiere destruirnos y que nos condenemos eternamente en el infierno. Esa es la obra de Satanás, el maldito, por no querer servir a Dios; esa es su desgracia, ese fue el primer pecado y la primera apostasía y Dios le quitó la sabiduría pero no el poder, ese poder que ostenta porque Dios se lo ha dejado justamente para que sirva de acicate, de espuela para el bien, para la virtud, para la santidad.
El mal coadyuva para aquellos que aman a Dios, quien saca del mal un bien para aquellos que son de Él, para los que se transforman a Dios. Esa es la conversión, el bautismo de penitencia que predicaba San Juan Bautista.


Y la Iglesia presenta al Bautista en este tiempo de Adviento para que nos convirtamos a Dios. La conversión tiene muchas etapas en nuestra vida y si no nos decidimos, cada vez retrocederemos más en la vida espiritual; si no se avanza se retrocede; y esa transformación culmina en la santidad sublime de la cual nos han dado ejemplo los santos. Por eso requiere y tiene muchas etapas. No creamos entonces que se trata simplemente del cambio del infiel, del ateo, del que odia y se opone a Dios, sino también la transfiguración del cristiano, del bautizado, del fiel, para que quite todo escollo u obstáculo, todo aquello que imposibilita la gracia para fructificar o producir sus efectos.


Por eso hay que allanar todo monte que dificulta en nuestra alma esa acción de la gracia. Nuestra soberbia, orgullo, vanidad, odio, rencor, envidia, todas esas pasiones que hacen que no nos adhiramos a Dios totalmente porque impiden que la gracia produzca plena en nuestro corazón y nos impide de verdad amar de todo corazón a Dios.


Insiste pues el Evangelio con el ejemplo de San Juan Bautista para que alise todos esos repliegues de nuestra alma, del corazón y que habite plenamente Dios en nosotros como templos sagrados del Espíritu Santo, como tabernáculo que es nuestra alma en estado de gracia; teniendo así esa participación; no lo olvidemos, la gracia como una colaboración de la Naturaleza Divina y por eso nos asemeja a Dios.


Esa fue la gran tentación del Paraíso: que el hombre quiso procurársela por sí mismo dictaminando qué era lo bueno y lo malo para sí, como acontece hoy. El mal y el bien ya no son una cosa objetiva, sino que en este modernismo apóstata cada uno es doctor y maestro de su moral, de lo bueno y de lo malo; por eso ya nadie se avergüenza de besuquearse y de amancebarse en público, porque cada uno determina en el fuero de su conciencia si está bien o está mal; una libertad absurda, de pecado.


Esa es la moral del mundo moderno y la que desgraciadamente predican hoy los falsos profetas que invaden la Iglesia Sacrosanta de Cristo. Tragedia por la cual no debemos claudicar; todo lo contrario, nuestro deber es recordar que el bien y el mal son cosas objetivas en sí mismas. Tan objetivas que por eso se va al cielo o al infierno eterno. Tan objetivo es que si para ir al cielo hay que creer con fe, para irse al infierno no hace falta la fe; de ahí el peligro, la facilidad y la puerta ancha para condenarse, porque para salvarnos necesitamos la e y ésta con la gracia santificante; pero para condenarnos no la necesitamos; por eso es ancho el camino que lleva al infierno, camino adornado hoy con flores, perfumes y halagos para que la gente se deslice tontamente y Satanás se salga con la suya.


Es necesario recordar estas cosas por el bien de nuestras almas y que ese bien lo tengamos presente en esta Navidad; para eso ha venido el Señor, para eso se Encarnó. No echemos a perder el fruto de su Encarnación y Redención que es el de salvarnos, no condenarnos, y así amemos eternamente a Dios en el cielo después del transcurso de esta vida una vez que hayamos muerto en estado de gracia. Ese es el propósito de la verdadera Iglesia. No la falsa Iglesia de los pseudoprofetas, de los anticristos, sino la Iglesia de Cristo y ya sabemos que la verdadera Iglesia se reconoce por la fidelidad a la Sacrosanta Tradición, a la revelación de hoy. Por eso en la Epístola San Pablo dice que lo que se requiere de los dispensadores de las cosas de Dios, de los Ministros de Dios es la fidelidad y no sólo a sus ministros sino también a los fieles.
De ahí viene el nombre de fieles, fidelidad a nuestro Señor, a su Palabra, al Verbo de Dios y a la Iglesia de Dios. Luego ese es el signo infalible para detectar la verdad y distinguirla del error: la fidelidad, esa es nuestra misión y por eso la gran persecución de todo lo que no es la Iglesia de Cristo contra los que son de Cristo por fidelidad.


Seamos fieles y pidámosla a Dios nuestro Señor en estas Navidades. Tengamos presente la lealtad de la cual Nuestra Señora dio prueba al pie de la Cruz; que Ella sea nuestra sustentadora, nuestra fortificadora para permanecer siempre devotos en ese amor del cual Ella nos dio ejemplo. Pidámosle entonces a Ella ese apego y ese amor hacia su amado Hijo. +

BASILIO MERAMO PBRO.
23 de diciembre de 2001

miércoles, 17 de diciembre de 2014

El R.P. PADRE MÉRAMO escribe con motivo del reciente "tonteison williamsoniano" y aprovechable también al "teodontólogo" de ceriandad y sus supinos adláteres Malsano y Faisán

OBSESIVAMENTE TENAZ
UNA VEZ MÁS
Una vez más en su Eleison n° 387, Monseñor Williamson insiste obsesivamente en
su erróneo punto de vista argumentando indebidamente para justificarlo, actitud
con la cual no hace más que debilitar y confundir a los fieles que resisten a la Roma
apóstata; más le valiera no hablar ni escribir, puesto que no hace más que
aumentar la confusión en los pocos fieles que aún quedan.

Por lo visto Monseñor Williamson, por más que distinga no hace sino confundir,
puesto que para distinguir hay que tener la luz de la inteligencia bien formada
filosófica y teológicamente hablando. No es precisamente con literatura y música
que esto se logra, aunque si ayuda, lo cual es diferente.

Si de distinciones necesarias se trata (como él pretende), la lengua latina es muy
precisa y concisa, con la ventaja además de no verse modificada en su significación
con el transcurso del tiempo, justamente por ser una lengua muerta. En latín no es
lo mismo hic (este), que hoc (esto).

Y así, Santo Tomás al explicar la fórmula (forma) de la transubstanciación del pan,
dice por qué se pone hoc (esto) y no hic (este), lo cual sería inválido, al no permanecer la sustancia del pan sino nada más sus accidentes (especies del pan), lo
cual está expresado por el pronombre demostrativo hoc (esto), en cambio, si la
sustancia del pan permaneciera (lo cual es herético) después de la transubstanciación cabría decir entonces hic (este), como pronombre demostrativo
masculino, que hace referencia a la cosa (res), lo cual es del orden de la substancia
y no únicamente de los accidentes, que es lo único que permanece del pan después
de la consagración; luego poner en la fórmula de la consagración del pan, este (hic)
en lugar de esto (hoc), invalida la consagración.

Por eso, decir en la traducción del Eleison al español (aunque esto en inglés no se
percibe): “Este es mi cuerpo, es ciertamente válido”, es no tener ni idea de la teología sacramental y desconocer por completo a Santo Tomás, pues es justamente
lo contrario, ya que esa fórmula sacramental es ciertamente inválida; aquí tenemos
otro despiste más de Monseñor Williamson y no en cosa de poca monta. Dicho sea
de paso, la gran mayoría de los misales en español para los fieles adolecen del
mismo grave error por desconocimiento teológico.

De otra parte si vamos a la forma sacramental de la consagración del vino, es falso
lo que afirma Monseñor Williamson al decir: “Este es el cáliz de mi sangre, es lo
más probable que sea válido”, pues no se trata de si es más probable o menos
probable, se trata de si es o no es, y ciertamente no son válidas esas solas palabras,
si nos atenemos a lo que dice Santo Tomás y a la teología sacramental, pues no se
trata de la sola sangre (de la conversión de la substancia del vino en la sangre de
Cristo, como quien dice de la sangre que le circula por las venas) sino de la sangre
derramada, por nosotros, en la Cruz, lo cual es muy distinto, es decir, no se trata
solamente de la sangre como sustancia sino además de la sangre derramada, esto
es, de la efusión de la sangre efectuada por la muerte de Nuestro Señor en la Cruz.

Como dice Santo Tomás de Aquino la forma sacramental de la consagración del
vino debe significar el sacrificio de la Cruz, por la efusión de la sangre, la cual se
operó cruentamente (físicamente) en la Cruz y se renueva incruentamente
(sacramentalmente) sobre el altar por la efusión sacramental de la sangre. Sin Cruz
no hay muerte, la cual se efectúa por la efusión de la sangre, luego sin efusión no
hay muerte, por eso en la Santa Misa para que sea el verdadero sacrificio renovado
sacramentalmente sobre el altar, tiene que haber efusión sacramental, sin la cual
no hay muerte sacramental que es lo que se efectúa en la Santa Misa.

La forma sacramental de la consagración del vino debe significar la muerte de
Cristo en la Cruz, la cual se efectúa por el derramamiento o efusión sacramenta de
la sangre, sin la cual no hay sacrificio ni Misa.

La consagración del pan y del vino por separado representa expresamente (por la
acción) la muerte de Cristo en la Cruz; por eso debe hacerse mención de ello en la
forma sacramental del vino, más que en la del pan, con palabras y su virtud misma
(ex ipsa vi verborum).

A aquellos que dicen que son suficientes las primera palabras: Hic est enim calix
sánguinis mei, Santo Tomás les responde que las palabras que siguen: novi et
aetérni testaménti: mysterium fídei. Qui pro vobis et pro multis effundétur in
remissiónem peccatorum, son de la sustancia de la forma (omnia praedicta verba
sunt de substantia formae, S. Th. III, q.78, a.3). Puesto que si en la consagración
del vino no se expresa verbalmente la efusión de la sangre, efectuada por la pasión
y muerte de Cristo en la Cruz, no hay el Sacrificio de la Santa Misa. Sin la forma
entera no tenemos el Sacrificio de la Misa, el cual que se opera por el sacrificio
sacramentalmente renovado sobre el altar.

La fórmula sacramental de la consagración del vino debe entonces, no sólo
expresar la sangre de Cristo, sino además, la muerte producida por la sangre
derramada, esto es, la efusión de la sangre, por lo cual debe estar contenida en la
forma sacramental, para que así quede expresada sacramentalmente, por las
palabras de la consagración, la muerte de Cristo en la Cruz.

De otra parte está otro argumento que hasta hoy no se ha tenido muy en cuenta,
que es el de la significación sacramental que tiene y debe de tener toda forma de los
sacramentos; puesto que los sacramentos son signos sensibles que producen ex
opere operato, la gracia que significan. Por tal razón la significación sacramental
no puede ser jamás ambigua, equívoca o indeterminada; tiene que ser por propia
definición, determinada y unívoca, no equívoca, puesto que una significación
equívoca o ambigua (ambivalente), no puede significar objetiva y determinadamente la gracia que deben de producir (causar) los sacramentos por la
acción misma realizada.

Todos admiten que el nuevo rito de la Misa es al menos equívoco o ambiguo y esto
tanto en el rito ceremonial cuanto en el rito esencial; luego, si nos atenemos a la
teología sacramental, es evidente que la conclusión que se impone es que no puede
haber un rito de la Misa ambiguo en lo esencial, ya que de serlo, éste sería inválido
por el hecho de que las palabras esenciales de la consagración no significan la
gracia que produce; luego con este solo argumento se puede afirmar que la Nueva
Misa, al ser ambigua, es inválida.

Vemos así cuán lejos está Monseñor Williamson de dar luz, teológicamente
hablando, y con sus argumentos debilita la oposición y resistencia a la Nueva Misa,
que para él es sin lugar a duda, válida, siendo que teológicamente sería inválida.

Monseñor Williamson hace alusión a la ordenación sacerdotal, pero sin hacer
ninguna mención de la consagración episcopal, que ha sido totalmente modificada,
lo cual implicaría su invalidez y de esto que es mucho peor, pues cercena la
transmisión del Orden desde la raíz misma, nada dice. Y como él mismo dice será
juzgado por sus propias palabras tarde o temprano recibiendo la penalidad.

Lo que si queda claro es que Mons. Williamson no es un Obispo teológicamente
confiable, puesto que le gustan los árboles “medio medio” (medio bueno y medio
malo) y se inclina decididamente por el color gris, lo menos que podemos decir, es
que es un Obispo “medio medio” y que es al parecer un cerebro gris que favorece la
Revolución anticristiana de la Roma apóstata la cual legitima y convalida con sus
distinciones “medio medio” grises. Sin embargo Nuestro Señor nos dice: “Diréis: Sí,
sí; No, no. Todo lo demás, viene del Maligno” Mt. 5, 37.

P. Basilio Méramo
Bogotá, 17 de Diciembre de 2014


NOTA DEL EDITOR:
Reverendo Padre, una vez más se ven los mismos procederes de Odo Casel infiltrando los "pensamientos" y dictados heréticos tanto el el rosacruz oxfordiano obispo williamson, como en los postulados heréticos del "teodontólogo" ceriani, guru herético de radio ceriandad.

¿Recuerda usted cuando le dije que Williamson me escribió para que quitara la publicación en la que exhibía estas mismas herejías de cerdiani? 

¿O sigue creyendo que sea coincidencia que a las falsas resistencias se les acabara la participación apologética de teólogos de buena cepa (como su paternidad sabe contamos con casi 37 añitos de lógica, filosofía, apologética y teología dogmática, realmente tradicionales), que si permitían real apología en los blogs de la hoy radio ceriandad?

SEA PARA GLORIA DE DIOS
ALBERTO GONZALEZ