San Juan Apocaleta



Difundid Señor, benignamente vuestra luz sobre toda la Iglesia, para que, adoctrinada por vuestro Santo Apóstol y evangelista San Juan, podamos alcanzar los bienes Eternos, te lo pedimos por el Mismo. JesuCristo Nuestro Señor, Tu Hijo, que contigo Vive y Reina en unidad del Espíritu Santo, Siendo DIOS por los Siglos de los siglos.












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lunes, 24 de junio de 2013

DEL SEDEVACANTISMO FIDEÍSTA AL RESTAURACIONISMO ANTIAPOCALÍPTICO



DEL SEDEVACANTISMO FIDEÍSTA
AL RESTAURACIONISMO ANTIAPOCALÍPTICO




Es lamentable que personajes "eruditos" como el que escribe con el seudónimo de "Fray" Eusebio de Lugo, (quien dice haberme conocido, al parecer en España, pero que no me permite el placer de identificarlo diciendo quién es), confunde a los fieles con sus comentarios donde lo mezcla todo.
Se permite al final de su escrito del 20 de Junio de 2013, muy interesante e ilustrativo acerca de la Profecía de San Anselmo de Sunium sobre la letra K, manifestar su parecer, descalificando la visión apocalíptica ante la crisis actual, de obsesiva e histérica, (lo cual es típico de lo mujeril) en ciertos clérigos tradicionalistas que según él "son recién llegados a una forma de sedevacantismo sui géneris y que además son despreciadores del papado, al estar influidos por la obra del marránico Padre Lacunza", "al sostener la inminencia de la Parusía y esto además muy parecido a las pesadillas de Joaquín de Fiore, haciéndolos unos derrotistas (léase pesimistas) que no quieren trabajar (léase creer) en la restauración por las fuerzas intrínsecas del esfuerzo (músculo humano) que dicho sea de paso, es una de las características del progresismo ecumenista", desconociendo que el Apocalipsis es la profecía de la gran y bienaventurada esperanza.


Es evidente que apunta hacia lo que en muchas ocasiones he dicho, pero sin nombrarme, por mi posición apocalíptica y milenarista patrística cual lo exponen entre otros el Padre Castellani, el Padre Alcañiz, el Padre Rovira, el Padre Pesquera, el Padre Martín, Monseñor Morrondo y el famoso Padre Lacunza.

Así tenemos que nuestro ilustre y anónimo impugnador confunde el Joaquinismo, del famoso Abad calabrés Joaquín de Fiore (1135-1202) permeado por la Cábala, como lo acredita el P. Julio Meinvielle en su libro "De la Cábala al Progresismo", con el Apocalipsis recta y correctamente interpretado por la Iglesia primitiva de los cuatro primeros siglos.
Nada de raro sería que nuestro brioso detractor también meta en el mismo saco a San Luis María Grignion de Montfort, si sabe que el santo es apocalíptico y milenarista y que además menciona tres reinos: el del Padre, el del Hijo y el del Espíritu Santo. Así dice el Santo en la Oración Abrazada: "El reino especial de Dios Padre, duró hasta el diluvio y terminó por un diluvio de agua; el reino de Jesucristo, terminó por un diluvio de sangre, pero vuestro reino, Espíritu del Padre y del Hijo, continúa actualmente y se terminará por un diluvio de fuego, de amor y de justicia". Pero esto no tienen nada que ver con la teoría de los tres reinos de Joaquín de Fiore, quién fue condenado por el Concilio IV de Letrán (1215) por sus errores trinitarios.

Y San Luis, como buen apocalíptico y milenarista, en la misma oración dice sobre la restauración parusíaca: "¿No es menester que vuestra voluntad se haga en la tierra como en el cielo y venga vuestro reino? ¿No habéis mostrado de antemano a algunos de nuestros amigos una renovación futura de vuestra Iglesia?, ¿No han de convertirse a la verdad los judíos? ¿No es esto lo que espera vuestra Iglesia? ¿No os piden a gritos todos los santos del cielo justicia: Vindica? ¿No os dicen todos los justos de la tierra: Amén, veni, Domine ¿Las criaturas todas aún las más insensibles gimen bajo el peso de los pecados innumerables de Babilonia y piden vuestra venida para restaurar todas las cosas. Omnis creatura ingemiscit, etc.". Esta es la verdadera restauración, la que se realizará el día de la Parusía, cuando venga el Señor en Gloria y Majestad.


Por otra parte, no distingue entre Milenarismo Patrístico o Espiritual y Milenarismo Carnal, Craso o Judaizante, ni el Milenarismo Mixto o Mitigado; todo lo pone en el mismo saco, todo lo mezcla y confunde sin ningún reparo, lo mismo son habas que habichuelas, papas que batatas; cuando lo propio del sabio es ordenar y distinguir.

Decir además que el Padre Manuel Lacunza es marránico (judaizante), es un total despropósito y falsedad petulante que desconoce lo que Marcelino Menéndez y Pelayo dice en su obra "Historia de los Heterodoxos Españoles", dejando en claro que el P. Lacunza era ortodoxo y no un hereje como algunos hoy ignaramente piensan (o mejor dicho no piensan) pues hablan sin mayor conocimiento ni sapiencia. Claro está, de otra parte, que si no encajamos esta crisis sin precedentes en toda la historia del mundo y de la Iglesia, cual nunca se ha visto ni se verá, en el contexto del Apocalipsis, que históricamente ha comenzado cuando menos hace más de 60 años con el fin de la Diáspora (1947 o 1948 según se mire, el decreto o la realización) que se señala en las Sagradas Escrituras como un hecho para el fin de los últimos tiempos apocalípticos por lo que afirma San Lucas 21, 24, y que además toda esta crisis de fe y de apostasía abominable y desoladora en el lugar Santo (la Iglesia) es apocalíptica, junto con la Gran Tribulación, la cual según Santo Tomás consiste en la perversión de la doctrina católica por una falsa doctrina, con la consiguiente pérdida de la fe y a tal punto que si los días no fueran abreviados nadie se salvaría, tal cual vemos hoy en día, es comprensible buscar a todo precio una "restauración". Pero resulta que esta crisis por su contenido y extensión no puede ser otra que la gran crisis apocalíptica, la cual requiere la intervención de Dios como solución.

De tal modo que la única Restauración Universal prometida y por la cual la creación (todo el cosmos o el universo entero) gime esperando su Redención como señala San Pablo, Rom. 8, 18-25, es la que tendrá lugar con la Parusía. Es la única Restauración Universal o Cósmica. Pretender otra es desvirtuar las Escrituras y corromper la Palabra de Dios con falsas esperanzas restauradoras producto de los hombres que desechan la gran Esperanza Apocalíptica.
Se trata de la famosa Apocatástasis (ποκατστασις, Restauración) o Palingenesia (πλιν-γνεσις, Renovación de todo, o de todas las cosas) de la que nos hablan los Hech. 3,21. Todo lo cual queda resumido a la Parusía y el Glorioso Milenio de Cristo Rey, que en sí constituye la bienaventurada esperanza de San Pablo, Tit. 2,13, de San Pedro, I Pet. 1,13, II Pet. 3, 11-13 y de San Juan, Ap. 21,5.

Así pues tenemos que aquellos que no aman la verdad y la Parusía, como dice San Pablo en II Tim. 4,8, no sólo no pueden entender, sino que se hacen a su vez enemigos de Dios, son sofistas: "que siempre están aprendiendo y nunca serán capaces de llegar al conocimiento de la verdad". II Tim. 3,7; "Porque todavía un brevísimo tiempo, y el que ha de venir vendrá y no tardará. Y el justo mío vivirá por la fe". Hebr. 10,37-38.

Esto es la esperanza en la Parusía (la Esperanza Apocalíptica) para que no seamos avergonzados: "Ahora, pues, hijitos, permaneced en Él, para que cuando se manifieste tengamos confianza y no seamos avergonzados delante de Él en su Parusía". I Juan 2,28, pues como dice más adelante San Juan, esa esperanza que a su vez nos purifica, es la Parusía: "Mas sabemos que cuando se manifieste seremos semejantes a Él, porque lo veremos tal como es. Entretanto quienquiera tiene en Él esta esperanza se hace puro, así como Él es puro". I Juan 3, 2-3.

Tenemos así que el que niegue todo esto, es Anticristo; sabiendo además por lo mismo, que es la última hora: "Hijitos, es hora final y, según habéis oído que viene el Anticristo, así ahora muchos se han hecho anticristos, por donde conocemos que es la última hora". I Juan 2,18.

Y: "¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ese es el Anticristo, que niega al Padre y al Hijo". I Juan 2,22.

Negar o eclipsar la Parusía, es también lo propio del Anticristo, al no confesar a Cristo y su gloriosa Parusía "y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios, sino que es el espíritu del Anticristo". I Juan 4,3. "Y esta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe". I Juan 5-4. "Porque han salido muchos impostores, que no confiesan que

Jesucristo viene en carne. En esto se conoce al seductor y al Anticristo" II Juan 1,7. Léase bien, no dice que vino (pasado) sino que viene (futuro) y esto es la Parusía.


San Juan dice que Anticristo es el que no confiesa que Cristo ha venido en carne (I Juan 4,2), como el que no confiesa que Cristo viene en carne II Juan 1,7). Por lo tanto, según la traducción de Monseñor Straubinger del texto original griego, tan Anticristo es el que niega la Primera Venida (que ha venido en carne), como el que niega la Segunda Venida o Parusía (que viene en carne).
Por último, al referirse a "un sedevacantismo sui géneris y despreciador del papado" quizás molesto por la publicación de mi trabajo: Consideración Teológica sobre la Sede Vacante, nuestro flamígero impugnador, parece que no conoce sino la versión visceral, apriorística, categórica, dogmática del sedevacantismo fideísta y por eso habla medio asombrado y molesto de un nuevo "sedevacantismo sui géneris", que de nuevo no tiene nada, porque fue escrito en 1993 y enviado en 1994 a la Casa Generalicia, siendo entonces el Superior General el Padre Schmidberger; lo que es reciente es la difusión al público en general, pero no creo que "Fray" Eusebio en aquel entonces tuviera mayor conocimiento del tema que ahora pretende dominar como si fuera un teólogo.


Desconoce la posición por ejemplo de un P. Coache o de Mons. de Castro Mayer y aún el implícito sedevacantismo de Mons. Lefebvre que según me dijera el P. Aulagnier con ocasión de mi escrito en aquella época, dejando a entender que Mons. Lefebvre era en su pensamiento, sedevacantista.

De todos modos el tema se volvió un tabú, se llegó incluso a satanizarlo y gracias a una hábil y envolvente dialéctica, en la cual cayeron tanto los unos como los otros, es decir los sedevacantistas como los antisedevacantistas, con lo cual se obstaculizaba una consideración equilibrada y teológica que planteara el tema de modo ponderado y ecuánime, para que la luz se hiciera en un debate sobre un tema pobremente debatido y que hasta ahora se ha presentado bajo una falsa fase, haciendo del sedevacantismo, un dogma o cuasi dogma de fe, al divinizar la persona del Papa, extralimitando su infalibilidad, más allá de lo estricta y limitadamente definido por la Iglesia.
Ya decía el director del Seminario Francés de Roma, el Padre Le Floch en 1926 (considerado hereje por los sedevacantistas a priori y fideístas) advirtiendo de modo profético que: "La herejía que viene será la más peligrosa de todas; ella consiste en la exageración del respeto debido al Papa y la extensión ilegítima de la infalibilidad". Tal cual como hoy acontece al punto de divinizar la persona del Papa (idolatría papal o papolatría).

La cuestión de la Sede Vacante, es una consideración teológica que lleva a la evidencia (quoad sapientes, es decir: para los sabios o entendidos en la materia) como una conclusión teológica sin apriorismos categóricos, dogmáticos ni fideístas, sino basada en principios teológicos y de fe según la sana doctrina, saca las conclusiones que se verifican y confirman según los hechos.

La posibilidad de error en el Papa (él solo) está excluida cuando habla ex cathedra, es decir, ejerciendo su magisterio extraordinario, formulando o declarando una verdad como revelada a través de un juicio solemne. Extender la infalibilidad al magisterio ordinario del Papa (él solo), es un abuso y extralimitación de lo definido (limitado específicamente) por la Iglesia. Tampoco se puede confundir con el Magisterio Ordinario Universal de la Iglesia, pues ya no se trata del Papa solo (unilateralmente) sino de todos los obispos unánimes moralmente y bajo su cabeza, el Papa.


Pero para el sedevacantismo dogmático, fideísta y visceral, esto es despreciar el papado y ser casi, -o sin el casi- un hereje; y éste es el caso de los que piensan como "Fray" Eusebio, para quien en lógica consecuencia con su pensamiento, San Alfonso sería un hereje, o por lo menos un despreciador del papado, al impugnar a Albert Pighi o

Pighius (1490-1542) al servicio del papado a partir de 1522 al ser llamado a Roma por el único Papa flamenco (holandés), Adriano VI, poniéndolo en el extremo opuesto, pero igualmente erróneo de Lutero y Calvino. Igual habría que decir del Cardenal Juan de Torquemada (tío del 1° Gran Inquisidor de España Tomás de Torquemada), de Melchor Cano, de Domingo Soto (estos dos, teólogos eméritos del Concilio de Trento), de Bañez y hasta de Suárez, por nombrar algunos; puesto que todos ellos admitían que un Papa podía ser cismático, hereje o bien, apóstata, sin olvidar al eminente Cardenal San Roberto Belarmino.

Todos los que hablan y piensan como alias "Fray" Eusebio, desconocen el pensamiento de la Edad Media, y de Papas como San León II (682-683), de Adriano II (867-872) o de Inocencio III (1198-1216) y por eso reputan como innovación lo que no es y que desconocen, a tal punto que si hay una innovación en esta materia, fue precisamente la del flamenco Pighi, sobre el cual se apoyan muchos sin darse cuenta de su innovador error.

Cabe además recordar el caso de San Vicente Ferrer (1360-1419), que favorecía en un principio a Pedro de Luna, el antipapa Benedicto XIII, en contra del legítimo; error que a la postre subsanó, pero a nadie se le ocurrió, ni antes, ni después, considerarlo como un hereje o como un impío, o como un despreciador del Papado.
Los anti-apocalípticos y anti-milenaristas no se dan cuenta de que son milenaristas al revés (o invertidos) como hace ver el P. Castellani muy agudamente: "Es el mismo sueño carnal de los judíos, que los hizo engañarse respecto a Cristo. Estos son milenistas al revés. Niegan acérrimamente el Milenio metahistórico después de la Parusía, que está en la Escritura, y ponen un Milenio que no está en la Escritura, por obra de las solas fuerzas históricas o sea una solución infrahistórica de la Historia; lo mismo que los impíos ‘progresistas’, como Condorcet, Augusto Comte y Kant; lo cual equivale a negar la intervención sobrenatural de Dios en la Historia; y en el fondo, la misma inspiración divina de la Sagrada Escritura". (El Apokalipsis de San Juan, ed. Paulinas, Buenos Aires 1963, p.367). Para rematar diciendo: "El Apokalipsis es el único antídoto actual contra esos ‘pseudoprofetas’". (Ibídem, p.367).

Por si fuera poco, no se dan cuenta de que la característica del Anticristo Religioso o Pseudoprofeta, consiste en ofrecer el Reino en este mundo, el paraíso en la tierra: "Y la Bestia de la tierra se parece el Cordero, ‘hace prodigios y portentos’, promete la felicidad y habla palabras hermosas, llenas de halago. Promete el Reino en este mundo, como Cristo. El Reino en este mundo por las solas fuerzas del hombre, como el Dragón le prometía a Cristo, en el Monte de la Tentación". (Ibídem, p.260-261). Tal como quieren los restauracionistas antimilenaristas.


Y ésta es precisamente la idea que permea y subyace en el fondo de todos los restauracionistas, que buscan el triunfo de la Iglesia en este mundo por las solas fuerzas del hombre (a puro pulmón y músculo humanos) sin lo cual ven fracasados su vocación sacerdotal y la misión misma de la Iglesia. En definitiva buscan en el fondo, lo mismo o algo parecido a lo que el Anticristo Religioso o Pseudoprofeta, la Bestia de la Tierra, promete y ofrece. Y ésta es la razón de su acendrado antiapocalipsismo y antimilenarismo, pues no toleran que no haya un triunfo o restauración intrahistórica y temporal de la Iglesia.
Y así tenemos que todo aquel que se opone a la concepción triunfal y restauracionista terrenal, es calificado de "pesimista, que baja los brazos, que cree que todo está perdido, que no hay nada que hacer"; porque no ven más allá de su visión terrenal y activista, que no tiene puesta su esperanza en Dios y en su intervención como epílogo de la historia.


P.Basilio Méramo

Bogotá, Junio 24 de 2013