San Juan Apocaleta



Difundid Señor, benignamente vuestra luz sobre toda la Iglesia, para que, adoctrinada por vuestro Santo Apóstol y evangelista San Juan, podamos alcanzar los bienes Eternos, te lo pedimos por el Mismo. JesuCristo Nuestro Señor, Tu Hijo, que contigo Vive y Reina en unidad del Espíritu Santo, Siendo DIOS por los Siglos de los siglos.












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lunes, 29 de julio de 2013

Escrito del P. Basilio Méramo: SOBRE EL DOGMA DE LA FE "EXTRA ECCLESIAM NULLA SALUS” Y EL BAUTISMO DE DESEO


Uno de los problemas del hereje, es no sentir y pensar según la Iglesia y tomar una parte de su doctrina, desarmonizándola del resto y convirtiéndola cual tumor cancerígeno, en contra del resto del organismo.

Los dogmas y verdades de la Iglesia, no solo hay que aceptarlos, sino que se deben interpretar según el sentido exclusivo de la Iglesia y no del criterio particular; por eso la Iglesia es maestra infalible única y exclusiva de la verdad revelada.

El hereje siempre vulnera de algún modo este principio, y este es el caso de los hermanos Dimond, que retoman la herejía del Padre Feeney que los lleva, a raíz de una mala interpretación rigorista del dogma de la Iglesia: Extra Ecclesiam nulla salus, a negar el bautismo tanto de deseo (bautismo flaminis) como el de sangre o martirio (bautismo sanguinis); para únicamente aceptar el bautismo de agua (fluminis) como único medio de salvación,

Ante la actual herejía modernista, a partir del atípico Concilio Vaticano II, o mejor, Conciliábulo no infalible y por lo mismo desnaturalizado en su esencia, se cree y afirma la salvación de todos o que todos se salvan. Ante esta herejía, los hermanos Dimond entre otros, pretenden combatirla afirmando el dogma Extra Ecclesiam nulla salus, de una manera rigorista, que fue condenada en época de Pío XII y llegan al extremo de negar el bautismo tanto de deseo como el del martirio.

Por eso tenemos que decir con la Iglesia que siempre ha enseñado: “Admito y abrazo firmísimamente las tradiciones de los Apóstoles y de la Iglesia y las restantes observancias y constituciones de la misma Iglesia. Adhiero igualmente la Sagrada Escritura, conforme al sentido que sostuvo y sostiene la santa madre Iglesia, a quien compete juzgar el verdadero sentido e interpretación de las Sagradas Escrituras, ni jamás la tomaré e interpretaré conforme al sentir unánime de los Padres”. (Dz. 995).

Como lo dice el decreto del Santo Oficio, el Padre Feeney al interpretar de una manera rigorista que deforma el dogma de fe Extra Ecclesiam nulla salus, haciendo alusión a la Encíclica Mystici Corporis,
reprueba tanto a los que niegan la salvación eterna a todos los que están unidos (incorporados) a la Iglesia por el deseo implícito, como a los que falsamente afirman que todos los hombres pueden ser salvados por igual en cualquier religión. Tenemos, así, dos errores extremos que están condenados; y ese es el
problema de los hermanos Dimond, que en su sedevacantismo visceral, extremo, dogmático, categórico, apriorístico y dialéctico, no tengan mejor fundamento, que el apoyarse y retomar la herejía del P. Feeney, interpretando mal el dogma: Extra Ecclesiam nulla salus (Fuera de la Iglesia no hay salvación), al punto de llegar a negar el bautismo tanto de deseo como de sangre. Bástenos para ver semejante error conocer lo que la Iglesia dice y enseña sobre el asunto.

El Papa Pablo III (1534-1549), en el Concilio de Trento, afirma refiriéndose a la justificación del impío o paso del estado de pecado en el que se nace al estado de gracia: “Paso, ciertamente, que después de la promulgación del Evangelio, no puede darse sin el lavatorio de la regeneración [Can. 5 sobre el baut.] o su deseo, conforme está escrito: Si uno no hubiere renacido del agua y del Espíritu Santo, no puede entrar en el reino de Dios [Ioh, 3, 5]”. (Dz. 796).

El Catecismo Romano en una de las notas sobre el bautismo se lee: “El Concilio Tridentino en la sesión VII, de bautismo, canon 5, dice: ‘Si alguno dijere que es potestativo recibir el bautismo, es a saber, que no es necesario para la salvación, sea anatema’ (D 861).



Coinciden los teólogos comúnmente en señalar que el bautismo es necesario con aquella necesidad que llaman de medio, es decir, que el bautismo tiene razón de medio para la salvación, de tal manera que, omitido aún sin culpa, nadie puede salvarse.

Sin embargo, esta necesidad de medio del sacramento del bautismo, no es absoluta, sino hipotética, por lo cual en los casos extraordinarios Dios provee con otros remedios, que inmediatamente veremos, aunque en los casos ordinarios es de todo punto necesario para salvarse recibir el bautismo.

Para estos casos extraordinarios -en aquellos solamente en que resulta imposible recibir el bautismo de agua- la misericordia divina ha dispuesto dos remedios: el voto del bautismo y el martirio, que por semejanza en los efectos con el bautismo de agua, se llama también bautismo: de deseo y de sangre, respectivamente.

Por voto de bautismo se entiende el deseo de recibirlo. Para que haya martirio se requiere: a) un tormento capaz de causar la muerte, aunque luego ésta no se siga por una gracia especial de Dios; b) infligido al paciente en odio a la fe o virtudes cristianas; c) que sea pacientemente tolerado.

Uno y otro justifican, pues ambos incluyen de algún modo la caridad perfecta, que sabemos justifica.

Ni el bautismo de deseo ni el de sangre producen, sin embargo, todos los efectos que se derivan del bautismo de agua. Son efectos comunes a los tres: el perdón de los pecados mortales, la infusión de la gracia, la filiación divina con el derecho a la vida eterna.

En cambio, ni el bautismo de deseo ni el martirio, imprimen carácter, ni hacen al que lo recibe miembro de la Iglesia. De aquí que, si más tarde hubiera posibilidad de recibir el bautismo de agua, existiría la obligación de recibirle, y mientras no se reciba, tampoco se le pueden administrar los demás sacramentos.

El bautismo de deseo, además, no siempre perdona todos los pecados veniales ni la pena temporal.
 
Finalmente, para que el bautismo de deseo justifique se requiere necesariamente la caridad perfecta, es decir, la contrición, aunque, como es natural, no se requiera en sumo grado. En el martirio es suficiente la atrición”. (Catecismo Romano, ed. BAC, Madrid 1956, nota 55, p. 376-377).

En el mismo Catecismo Romano, también se dice en otra nota que comenta y aclara sobre el tema: “Es de fe, por positiva institución divina, es decir, porque Dios así lo ha querido (aunque podría haber ordenado otra cosa), que fuera dela Iglesia no hay posibilidad de salvación.



Los teólogos, al explicar esta necesidad de pertenecer a la Iglesia para salvarse, la llaman de medio, es decir, que, aún preterida o ignorada la Iglesia inculpablemente, no puede conseguirse la salvación sin ella.

No obstante, esa necesidad demedio no es absoluta (‘in re’ que dicen los teólogos), de modo que el pertenecer a la Iglesia, no pueda ser substituído por otra cosa, sino disyuntiva (‘in re vel in voto’), o lo que es lo mismo, que tiene suplencia. En otras palabras: cuando ese medio (la Iglesia) no puede alcanzarse realmente en sí mismo, puede suplirse por algo (el acto de caridad, por ejemplo, el martirio…) que entrañe el deseo de emplear ese medio como único para conseguir el fin: en nuestro caso, la Iglesia, con relación a la salvación. Ese deseo lo llaman los teólogos voto, que puede ser explícito, como acto expreso de la voluntad, e implícito, como incluido otro acto de caridad, martirio… etc., o simplemente en el deseo aún confuso, supuesta la base de la buena fe, de recurrir a ese medio necesario, si se conociera.

Ése es el caso, tan problemático en Teología, de los infieles llamados negativos: los que, sin culpa por su parte, desconocen la revelación, la Iglesia… En todo caso, siempre es cierto que, si de hecho se condenaran, habrá sido por culpa propia. Porque, supuesta la voluntad salvífica de Dios y la universalidad de la redención, Dios no puede menos de proporcionar los medios necesarios para salvarse al que pone lo que está de su parte, siguiendo los dictámenes dela recta razón, reflejo siempre de la ley natural (‘facienti quod est in se, Deus non denegat gratiam’, en términos teológicos). Y aunque se tratara de una persona que habita en la selva o entre brutos animales, con tal que observara la ley natural, dice Santo Tomás ‘que Dios le revelaría, por alguna inspiración interior, todo lo que es necesario para creer, o le enviaría algún
predicador de la fe, como hizo a Cornelio enviándole a Pedro’ (S. Thom., De verit., q.14 a.11 ad 1)”. (Ibídem, nota 181, p. 235-236).

También el Papa Pío IX (1846-1878) en el mismo sentido dice: “Es menester recordar y reprender nuevamente el gravísimo error en que míseramente se hallan algunos católicos, al opinar que hombres que viven en el error y ajenos a la verdadera fe y a la unidad católica, puedan llegar a la eterna salvación. Lo que ciertamente se opone en sumo grado a la doctrina católica. Notoria cosa es a Nos y a vosotros que aquellos que sufren ignorancia invencible acerca de nuestra santísima religión, que cuidadosamente guardan la ley natural y sus preceptos, esculpidos por Dios en los corazones de todos y están dispuestos a obedecer a Dios y llevan vida honesta y recta, pueden conseguir la vida eterna, por la operación de la virtud de la luz divina y de la gracia; pues Dios, que manifiestamente ve, escudriña y sabe la mente, ánimo, pensamientos y costumbres de todos, no consiente en modo alguno, según su suma bondad y clemencia, que nadie sea castigado con eternos suplicios, sino es reo de culpa voluntaria. Pero bien conocido es también el dogma católico, a saber, que nadie puede salvarse fuera de la Iglesia Católica, y que los contumaces contra la autoridad y definiciones de la misma Iglesia, y los pertinazmente divididos de la unidad de la misma Iglesia y del Romano Pontífice, sucesor de Pedro, ‘a quien fue encomendada por el Salvador la guarda de la viña’, no pueden alcanzar la eterna salvación”. (Dz. 1677). Habiendo dicho anteriormente lo mismo: “En efecto, por la fe debe sostenerse que fuera de la Iglesia Apostólica Romana nadie puede salvarse; que ésta es la única arca de salvación; que quien en ella no hubiere entrado perecerá en el diluvio. Sin embargo, también hay que tener por cierto que quienes sufren ignorancia de la verdadera religión, si aquella es invencible, no son ante los ojos del Señor reos por ello de culpa alguna”. (Dz. 1647).

El Papa Inocencio II (1130-1143) en respuesta al Obispo de Cremona, sobre el caso de un presbítero no bautizado que murió, dice: “Respondemos así a tu pregunta: el presbítero que, como por tu carta me indicaste, concluyó su día último sin el agua del bautismo, puesto que perseveró en la fe de la santa madre Iglesia, y en la confesión del nombre de Cristo, afirmamos sin duda ninguna (por la autoridad de los Santos Padres Agustín y Ambrosio), que quedó libre del pecado original y alcanzó el gozo de la vida eterna”. (Dz. 388).

El Papa Inocencio III (1198-1216) asevera con relación al bautismo de fuego (flaminis, caridad) o de deseo: “Nos has comunicado que cierto judío, puesto en el artículo de la muerte, como se hallara solo entre judíos, se inmergió a sí mismo en el agua diciendo: ‘Yo me bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén’. Respondemos que teniendo que haber diferencia entre el bautizante y el bautizado, como evidentemente se colige de las palabras del Señor: Id, bautizad a todas las naciones en el nombre etc. [cf. Mt. 28, 19], el judío en cuestión tiene que ser bautizado  de nuevo por otro, para mostrar que uno es el bautizado y otro el que bautiza… Aunque si hubiera muerto inmediatamente, hubiera volado al instante a la patria celeste por la fe en el sacramento, aunque no por el sacramento de la fe”. (Dz. 413). Ante esto que más se puede replicar sin ser hereje.



Es por esto que el Derecho Canónico de 1917 dice en el canon 737 § 1: “El bautismo, fuerza y fundamento de los Sacramentos, y cuya recepción de hecho o por lo menos con el deseo es necesaria a todos para salvarse, sólo se confiere válidamente por la ablución hecha con agua verdadera y natural, acompañada de la forma verbal prescrita”.

Queda claro que no hace falta negar el bautismo de deseo ni el de sangre, para rechazar la herejía de los modernistas y de su falsa libertad religiosa, según la cual afirman que cualquiera se puede salvar en cualquier religión, siguiendo los dictámenes de su conciencia, lo cual ha sido condenado: “Para que, con cuanto esfuerzo podáis, arrojéis de la mente de los hombres aquella a par impía y funesta opinión de que en cualquier religión es posible hallar el camino de la eterna salvación”. Dz. 1646). Tal como afirma el Papa Pío IX.

El Papa Gregorio XVI (1831-1846) decía: “Y de esta de todo punto pestífera fuente del indiferentismo, mana aquella sentencia absurda y errónea, o más bien, aquel delirio, de que la libertad de conciencia ha de ser afirmada y reivindicada para cada uno”. (Dz. 1613). Tal y cual hoy se piensa y cree gracias al herético e ilegítimo Concilio Vaticano II, la Carta Magna de la Apostasía Universal cual nunca sea visto ni jamás se verá.

Y Pío IX citando a Gregorio XVI, dice: “Partiendo de esta idea, totalmente falsa, del régimen social, no temen favorecer la errónea opinión, sobremanera perniciosa a la Iglesia Católica y a la salvación de las almas, calificada de ‘deliro’ por nuestro antecesor Gregorio XVI, de feliz memoria, de que ‘la libertad de conciencia y de cultos es derecho propio de cada hombre, que debe ser proclamado y asegurado por la ley en toda sociedad bien constituida, y que los ciudadanos tienen derecho a una omnímoda libertad, que no debe ser coartada por ninguna autoridad eclesiástica o civil, por el que puedan manifestar y declarar a cara descubierta y públicamente cualesquiera conceptos suyos, de palabra, o por escrito o de cualquier otra forma’. Mas al aceptar esta temeraria afirmación no piensan ni consideran que están proclamando una libertad de perdición…”. (Dz. 1690).


Hoy todos los que se dicen ser católicos piensan como algo muy natural y justo lo que ha sido condenado por la Iglesia de siempre, tal como se puede ver en las siguientes proposiciones que fueron condenadas y que hoy todos las aceptan.
“Todo hombre es libre de abrazar y profesar la religión que guiado por la luz de la razón tuviere por verdadera”. (Dz. 1715). Proposición condenada por Pío IX.

“Los hombres pueden encontrar en el culto de cualquier religión camino de la salvación eterna y alcanzar la eterna salvación”. (Dz.1716). Proposición igualmente condenada, lo mismo que la siguiente.

“Por lo menos deben tenerse fundadas esperanzas acerca de la eterna salvación de todos aquellos que no se hayan de modo alguno en la verdadera Iglesia de Cristo”. (Dz. 1717).

No olvidemos la regla de oro expresada por Santo Tomás de Aquino: “A la divina Providencia pertenece que se provea a cada uno lo necesario para la salvación, con tal que de parte de ellos no se impida. (De Ver. q.14 a.11 ad. 1) o también: “Dios no nos falla en aquello que nos es necesario. (De Ver. q.14 a.11 ad. 2).

La doctrina sobre el bautismo queda reflejada en esto que dice el Doctor Común: “Nunca los hombres se pudieron salvar, aún antes del advenimiento de Cristo, si no se hacían miembros de Cristo”. (S. Th. III q.68 a.1 ad 1).

“Antes de Cristo, los hombres se incorporaban a Cristo por la fe en su advenimiento futuro”. (S. Th. III q.68 a.1 ad.1).

“Por consiguiente el bautismo pertenece a la santificación visible, vemos que sin el sacramento del bautismo alguien puede conseguir la salvación por la santificación invisible”. (S. Th. III q. 68 a.2 sed contra).

“Y por esto, aunque el mismo sacramento del bautismo no haya sido siempre necesario para salvarse, sin embargo la fe, de la cual el bautismo es sacramento, siempre fue necesaria”. (S. Th. III q.68 a.1 ad 1).

“La remisión de los pecados de algunos se conseguía antes del bautismo según se tenía el bautismo de deseo, sea explícito o implícito; y sin embargo cuando se recibía realmente el bautismo, se producía la remisión plena en cuanto a la liberación de toda la pena”. (S. Th. III q.69 a.4 ad.2). Claro que como siempre el hereje no es tomista descociendo a Santo Tomás de quién se valió el Concilio de Trento.


Hay que advertir para no caer en la herejía del naturalismo, mal interpretando los textos en los cuales se habla de un deseo implícito como el que tiene buena voluntad y cumple con la ley natural, pensando que uno se salvaría por el cumplimiento de dicha ley natural, sin la fe y sin la gracia; esto sería un grave error y herejía a las que el mundo de hoy es muy propenso. Para salvarse siempre se requiere la fe y la gracia, y la fe católica en Dios uno y trino que es lo que especifica a la religión de la Iglesia Católica.
 
Lo que se quiere decir, es que Dios, al que cumple la ley natural y tiene, así, buena voluntad, lo ilumina con la luz dela fe de su gracia; y no que se salva por la ley natural sin la fe y sin la gracia, pues el justo vive de la fe y sin fe es imposible agradar a Dios. Por eso el Concilio de Trento dice: “Mas cuando el Apóstol dice que el hombre se justifica por la fe [Can. 9] y gratuitamente [Rom. 3, 22-24], estas palabras han de ser entendidas en aquel sentido que mantuvo y expresó el sentir unánime de la Iglesia Católica, a saber, que se dice somos justificados por la fe, porque ‘la fe es el principio de la humana salvación’, el fundamento y raíz de toda justificación; sin ella, es imposible agradar a Dios [Hebr. 11,6] y llegar al consorcio de sus hijos; y se dice que somos justificados gratuitamente, porque nada de aquello que precede a la justificación, sea la fe, sean las obras, merece la gracia misma de la justificación; porque si es gracia, ya no es por las obras; de otro modo (como dice el mismo Apóstol) la gracia ya no es gracia [Rom. 11,16]”. (Dz. 801).

Por esto Santo Tomás con gran claridad y profundidad, pudo afirmar que con el primer acto racional y libre que el hombre ejerce cuando tiene uso de razón, si se ordena al fin último, Dios le da la gracia y se le borra el pecado original poniéndose en estado de gracia y si no, se pone en estado de condenación: “Y si alguno se ordena a sí mismo al debido fin por la gracia conseguirá la remisión del pecado original. Si por el contrario no se ordena a sí mismo al debido fin, según en aquella edad es capaz de discreción, peca mortalmente, no haciendo lo que en sí es”. (S. Th. I II q.89, a.6).

Lo mismo es afirmado en este otro texto: “Cuando se comienza a ser adulto, si hace lo que en sí es, se le dará la gracia por la cual será inmune del pecado original, si no lo hace, será reo de pecado de omisión. Pues cada cual está obligado a evitar el pecado, y esto no lo puede hacer si no se determina a sí mismo hacia el fin debido; cada uno está obligado cuando llega al uso pleno de razón, a convertirse a Dios y constituirlo en su fin, y por esto se dispone la gracia”. (De Ver. q.28 a.3 ad.4)


Esta misma doctrina la podemos ver en: II Sent. dist.42, q.1, a.5, ad.7; De Malo q.5, a.2, ad.8; De Malo q.7, a.10, ad.8 y De Ver. q.24, a.12, ad.2.

Y debe quedarnos claro que Dios al dar la gracia, infunde la fe, porque la gracia no puede existir sin la fe. Por eso es un error de muchos teólogos y predicadores que dicen que para salvarse los que están en el error invencible, sin culpa y con buena voluntad siguiendo la ley natural, se salvan si creen en un Dios remunerador. Lamento mucho, pero esto si se mira bien, es una supina herejía, porque la fe es en el Dios Uno y Trino y en el Verbo Encarnado, y no en un simple Dios remunerador conocido por la luz de la razón y del puro orden natural.

Por eso Santo Tomás decía que siempre se creyó, tanto en la época del Antiguo como del Nuevo Testamento, en los misterios de la Santísima Trinidad y la Encarnación y por eso es una misma la fe específica y formal, esencial, sustancial y sobrenaturalmente
hablando. Así Santo Tomás dice: “Pero antes del pecado y después, fue necesario a los mayores tener la fe explícita en la Trinidad”. (De Ver. q.14, a.11), y por mayores entiende Santo Tomás, los Patriarcas, los Profetas y todo aquel que tenía en el Antiguo Testamento la misión de enseñar y guiar al pueblo elegido.

Así mismo después del pecado hasta el tiempo de gracia, los mayores debían tener la fe explícita en el Redentor, los menores implícitamente o en la fe de los Patriarcas y los Profetas, o en la divina providencia. En el tiempo de la gracia, los mayores y menores, de la Trinidad y del Redentor, tenían que tener la fe explícita; sin embargo, todo lo creíble acerca de la Trinidad o del Redentor, no tenían los menores explícitamente que creerlo, sino solo los mayores. Los menores sin embargo tenían que creer explícitamente los artículos generales, como Dios es trino y uno, el Hijo de Dios se encarnó, murió y resucitó, y las otras cosas que del mismo modo la Iglesia festeja”. (De Ver. q.14, a.11).


Por eso es la misma fe trinitaria, la de Abraham, Isaac y Jacob y la nuestra, y por eso Moisés deseó ver su día como lo dice Nuestro Señor mismo, lástima que estas cosas no han sido suficientemente conocidas y vistas por los teólogos para enseñárselo común y corrientemente a los fieles.
La Iglesia, además, se pronunció sobre el asunto del significado del dogma fuera de la Iglesia no hay salvación y del bautismo de deseo (voto) con la excomunión fulminada por el Papa Pio XII en 1953 y el decreto del Santo Oficio del 8 de Agosto de 1949 dice: “

Ahora bien, entre las cosas que la Iglesia siempre ha predicado y nunca dejará de predicar, está contenida la declaración infalible por la cual nos enseña que no hay salvación fuera de la Iglesia. Sin embargo, este dogma debe ser entendido en ese sentido en el que la Iglesia misma lo entiende. Porque no fue a los juicios privados que nuestro Salvador dio una explicación a aquellas cosas que están contenidas en el depósito de la fe, sino a la autoridad magisterial de la Iglesia. (…) Por lo tanto, que uno puede obtener la salvación eterna, que no siempre es necesario que se le incorpore a la Iglesia en realidad como miembro, pero es necesario que por lo menos esté unido a Ella por el deseo y el anhelo. Sin embargo, este deseo no siempre tiene que ser explícito, como es en los catecúmenos, puesto que si una persona está en la ignorancia invencible, Dios acepta también un deseo implícito, así llamado porque está incluido en esa disposición buena del alma, por la cual una persona desea que su voluntad sea conforme a la voluntad de Dios. Estas cosas fueron claramente enseñadas en la carta dogmática emitida por el Sumo Pontífice, el Papa Pío XII, el 29 de junio de 1943, en Mystici Corporis. En esta carta, el Soberano Pontífice distingue claramente entre los que están incorporados en la Iglesia como miembros, y los que están unidos a la Iglesia sólo por el deseo. (…) Con estas sabias palabras que reprueba tanto a los que excluyen de la salvación eterna a todos los que están unidos a la Iglesia sólo por el deseo implícito, y los que falsamente afirman que los hombres pueden salvarse igualmente en todas las religiones”.
 
Posteriormente el Papa Pío XII excomulga al Padre Feeney por el decreto del 13 de febrero de 1953 en el que dice: “…suspendido a divinis por desobediencia grave a la autoridad eclesiástica y no temiendo a pesar de las repetidas advertencias y amenazas en incurrir en excomunión ipso facto, los eminentes Padres encargados de salvaguardar los asuntos de la fe y moral, en su sesión plenaria celebrada el miércoles 4 de febrero de 1953, lo declara excomulgado a todos los efectos de la ley. El jueves 12 de febrero de 1953, nuestro Santo Padre Pío XII, por la Divina Providencia Papa, aprobó y confirmó el decreto de los eminentes Padres, y ordenó que se convirtiera en un asunto de derecho”. Este decreto de excomunión del P. Feeney fue publicado en las Actas de la Sede Apostólica el 16 de febrero de 1953.


Queda claro el sentido de la Iglesia sobre el dogma de fe: Fuera de la Iglesia no hay salvación, y que si es negado el bautismo tanto de deseo como de sangre se incurre en una herejía.

P. Basilio Méramo

Bogotá, 29 de Julio de 2013
 

domingo, 28 de julio de 2013

DÉCIMO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS


DÉCIMO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
Amados hermanos en Nuestro Señor Jesucristo:
En el Evangelio de hoy tenemos la parábola que Nuestro Señor dirige a esos hombres que se tenían a sí mismos por buenos creyéndose mejores que todos los demás; se tenían por muy
religiosos. Es la parábola del fariseo y el publicano y que nos viene muy bien para que no
cometamos el mismo pecado de soberbia religiosa.

Los fariseos eran la élite social y religiosa del pueblo judío, que encarnaba el ideal nacional en contra del helenismo y del dominio romano. Defendían, por decirlo así, el patrimonio del
pueblo elegido, sintiéndose los sucesores del espíritu de los Macabeos quienes defendieron
en un momento crucial el honor y la gloria de Dios, el culto verdadero, ante la profanación, y
por esto murieron mártires cuando el emperador colocó una imagen, un ídolo, en el templo;
pálida imagen de lo hecho en Asís con la imagen de Buda sobre el sagrario, de modo que si
aquello fue profanación esto ya es apostasía.

Pues bien, los fariseos eran los guardianes del culto y de la religión, de las cosas de Dios y por eso se dedicaban a escudriñar las Escrituras y todo lo concerniente al culto. El publicano, un recaudador de impuestos, un "traidor" al servicio del César para recolectar los impuestos y así beneficiarse. Ser publicano entonces era lo más detestable que podían tener los judíos entre ellos y sin embargo, Nuestro Señor muestra que la oración del fariseo no es escuchada y la del publicano sí.

El fariseo que en apariencia era excelente, "gracias te doy"; qué cosa mejor que dar gracias a
Dios, pero, "... porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros"; "ni como este miserable publicano", o "como esta rata", le faltaba decir. Sin embargo, Nuestro Señor mismo nos dice que no le escuchó; daba el diezmo (que eso es lo que de limosna eclesiástica por ley siempre se ha estipulado y que la Iglesia no ha urgido), o sea la décima parte o dividendos, o rentas que tenía, y ayunaba dos veces a la semana y no un ayuno mitigado, un ayuno a medias como el que hoy se hace y que ni aun así se cumple, porque nos cuesta no comer carne, hacer abstinencia, ayunar dos o tres veces al año, y es un ayuno mitigado por la debilidad nuestra.

Antes el ayuno era riguroso: absolutamente nada durante todo el día, y dos veces por semana, es lo que hace el fariseo; aparentemente era muchísimo mejor que cualquiera de nosotros, qué ejemplo. Sin embargo, nada de eso le servía, su oración carecía de valor porque todas sus buenas acciones quedaban anuladas, sin valor sobrenatural por estar viciadas de soberbia, ¡la maldita soberbia! El maldito orgullo que todos llevamos dentro y peor, no cualquier soberbia, sino la peor soberbia que puede haber, la soberbia religiosa, la soberbia de los religiosos y de los fieles religiosos.

La palabra soberbia viene del latín superbia, supra, creerse por encima de los demás, mientras que humilde humihtas, humus del humus de la tierra, el humilde es aquel que se rebaja, que se siente poco, que se siente tierra porque venimos de la tierra, del limo de la tierra, del barro. Ese es nuestro origen material al cual Dios infunde el alma, y por eso la humildad es la verdad, reconocer lo que somos, criaturas hechas de barro, luego no tenemos nada de qué enorgullecemos con respecto a los demás. Esa es la verdadera humildad y la verdadera oración: "Señor, soy un miserable pecador", sea rico o sea pobre, rey o basurero; "soy un miserable pecador", un hombre hecho de barro, de tierra. En cambio, el fariseo era soberbio religioso.

Esa soberbia religiosa la podemos tener todos nosotros y entre más religiosos peor aún, como en el clero; soberbia religiosa aun dentro del clero tradicionalista, y en los fieles; nosotros como tradicionalistas, en cierta forma como los fariseos detentores del verdadero culto, podríamos hacer esa comparación a muy justo título. Porque los fariseos no eran malos en su principio, degeneraron después; eso mismo nos puede acontecer a nosotros, grave peligro.

Dentro de la Tradición Dios ha permitido la caída terrible de sacerdotes y de fieles para que
no nos enorgullezcamos. Que si defendemos el verdadero culto y somos celosos de las cosas
de Dios con santo celo, reconozcamos que no es por mérito propio sino que somos frágiles vasos de barro que guardan un tesoro, el tesoro de la liturgia, de la doctrina, de la fe, pero que somos barro; somos poca cosa, la verdad no nos pertenece. La verdad es para el bien común, como lo dice la epístola de hoy: la diversidad de espíritus, unos de profecía, otros de milagros, de doctrina, de interpretación, pero es el mismo espíritu para el bien común, para la verdad, no para que nos creamos los mejores, los santos; la verdad no está para que nos sirvamos nosotros de ella, sino para que sirvamos nosotros a la verdad.

Este es el pecado del fariseísmo religioso, convertir la religión en un medio de poder, de ambición de riquezas, de política; todo lo cual es costumbre en Colombia; politizar hasta la religión; ver la jerarquía de la Iglesia convertida al servicio de la política y peor, de la mala política, porque no sirve al bien común, y no es justa porque no tiene en cuenta los principios del Evangelio que deben iluminar y dirigir toda verdadera política y aún más aquella que se estime como una política católica.

De ahí que si yo me sirvo de la religión para tener poder, riqueza y prestigio, estoy cometiendo el pecado de la soberbia religiosa, del fariseo, sea rico o pobre, pues se puede ser pobre y soberbio.

Aunque es mucho más fácil ser humilde siendo pobre, porque los mismos golpes de la vida nos hacen sentir que somos poca cosa y si tenemos resignación nos vamos por el camino de la humildad; en cambio es mucho más difícil ser humilde siendo rico, porque la riqueza me sitúa en un nivel superior, más difícil despegarme de esa riqueza, de utilizar esa riqueza para el bien común, por eso Nuestro Señor deliberadamente decidió vivir pobre y no rico en un palacio, para darnos el ejemplo. Lo que no quiere decir que ya en la pobreza sea humilde, porque puedo seguir siendo muy soberbio; así pues, si este país ha caído en la desgracia y aunque es un país potencialmente rico, somos pobres; aprovechemos esa penuria para despegarnos de cosas y así ayudamos en la humildad, sentirnos poca cosa.

Hay un cosa lamentable que debo decir, porque muchas veces la gente nueva que viene, se
siente rechazada ya que los fieles más antiguos en vez de hacer un verdadero apostolado y
explicarles, lo primero que hacen es mirarlos de arriba a abajo para ver quién es, qué hace éste, como si fuera publicano. No señor; y si viene mal vestido, con paciencia explicarle, que entre, que conozca, que vea, que si llegó aquí por pura curiosidad o por lo que fuera, Dios escribe derecho sobre líneas torcidas; no cerrar la puerta, ese es el verdadero apostolado, la verdadera predicación. No olvidar que llevamos más de treinta años de errores y confusiones que se agravan y que no todos tienen la suerte de haberlo visto desde un principio, sin contar la gracia que se necesita. Entonces sepamos acoger a los demás y allá ellos si perseveran o no, pero que no sea nuestra actitud la que aleje a la gente para después quejamos de que somos pocos.

Por muchos que seamos, siempre seremos pocos; por la misma situación de crisis, por el paganismo atroz del mundo; no nos hagamos ilusiones, nunca seremos multitud sino un pequeño rebaño fiel y en la medida que nos acerquemos al fin de los tiempos ese pequeño rebaño se irá reduciendo. "¿Acaso encontraré fe cuando vuelva?". Es lo que dice Nuestro Señor, y "Las puertas del infierno no prevalecerán". Dos afirmaciones aparentemente contradictorias; la Iglesia no será destruida, pero "¿cuando yo vuelva encontraré fe?". ¿Cómo es eso? sencillamente: gran apostasía, un pequeño rebaño fiel, a eso se reducirá la Iglesia y por eso no prevalecerá el infierno sobre la Iglesia, porque la Iglesia no es una cuestión de números ni de cantidad, no es una democracia, no es la mitad más uno ni lo que piense el pueblo, ni el rey, ni nadie.

La Iglesia es Dios, su santa doctrina, la jerarquía que El instituyó y los fieles. Es más, decía San Agustín: "Allí donde haya un fiel, allí habrá Iglesia", y no importa que sea cura, obispo o un simple fiel, es decir, un bautizado que tenga la fe, allí estará la Iglesia. Y dice con mayor razón Nuestro Señor: "Allí donde dos o tres se reúnan en mi nombre, allí estaré yo, allí estará mi Iglesia". No interpretemos eso como definición de la Misa, porque una cosa es la presencia de Nuestro Señor, allí donde dos o tres estén reunidos en su nombre, y otra cosa es la presencia sacramental de Nuestro Señor en el tabernáculo, son dos cosas distintas.

Aunque estemos en la Tradición de la Iglesia, en medio de una apostasía como la que nos toca vivir, y aunque no sea evidente para todos y sí para nosotros, pues ¿qué es si no todo lo que hoy se vive en detrimento de la moral, de la fe, del culto, es decir, de la religión católica? Si bien se mira no queda ya nada en pie, nada es santo, nada es sagrado, todo profanado, la religión adulterada, del culto no quedan más que las formas, las cáscaras, no hay contenido.

¿Cuánta gente no va de buena fe a la nueva misa? Si es que rinde culto a Dios verdaderamente, si comulga, ¿estará comulgando a Nuestro Señor? No hay una mínima seguridad ni garantía de que esté rindiendo el verdadero culto a Dios, aun comulgando.

Y si nos atenemos a la definición de la Santa Misa que para ellos ya no es ni santa ni misa, ni tampoco un sacrificio, considerando que es simplemente un memorial, un recuerdo, y no el mismo sacrificio del calvario renovado sobre el altar sacramentalmente, pensando que es una reunión o conmemoración, como cuando yo festejo un cumpleaños: eso no es misa.

Y si consagro pensando que en la consagración no hay transubstanciación, no hay entonces la presencia real, no tengo la intención de la Iglesia. Todas estas cosas no me las garantiza la liturgia moderna, porque es una liturgia revolucionaria, contra la Tradición, y yo no puedo ir contra la Tradición sin caer por el mismo hecho en un cisma, en una ruptura. Hay un cisma en la Iglesia Católica, nos guste o no. No todo lo que se dice Iglesia Católica es católica; la Iglesia Católica no puede estar dividida. Entonces, quien separándose de la Tradición por seguir la revolución, aunque piense que no está en estado de cisma y de ruptura con la Iglesia Católica, se divide. Esa es la teología, ser o no ser, otra cosa es que por ignorancia no me dé cuenta, sea o no sea culpable, esa es otra historia, si me doy cuenta o no, si tengo o no tengo la suficiente luz para ver las cosas como hay que verlas bajo la luz de la fe, sobrenaturalmente.

El simple hecho de oponerme a la Tradición de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, crea un estado de cisma y ese estado de cisma quedó formal y objetivamente confirmado, cuando Pablo VI firmó todos los decretos del Concilio Vaticano II. Los errores del Vaticano II no son de interpretación, sino que son errores de principios, y un Papa no puede firmar, rubricar como Pontífice de la Iglesia Católica algo que en principio se oponga a la Tradición de la Iglesia: es inadmisible. Eso debería estar claro después de más de treinta años, si no fue claro en su momento.

Lo lamentable es que esto no lo diga quien debiera decirlo, al menos los obispos, pues tienen la responsabilidad de apacentar el rebaño con la verdad y no pueden tolerar un estado de ruptura con la Tradición y no decirlo. Ya es hora de hablar claro -al pan, pan y al vino, vino- y que adoptemos una postura de verdad, de integridad y de fe delante de Dios, que la religión no es una cuestión de sentimientos y de pareceres; yo no voy a la iglesia para sentirme bien, yo voy a la iglesia por un acto de fe para adorar a Dios en espíritu y verdad. No se viene a Misa para cumplir con una rutina o para ser niños buenos. Asistamos a Misa en un acto de profesión de fe Católica, Apostólica y Romana de la única fe, de la fe sobrenatural, objetiva, y no de una fe subjetiva, sentimental, que nada tiene que ver con la adhesión de la inteligencia, movida por la voluntad bajo la acción de la gracia, a la verdad primera.

Pues bien, la Fraternidad enarbola la custodia de la Tradición y todos los que venimos aquí queremos mantenerla, pero no por eso somos mejores que los demás. Dios nos exigirá más en la medida en que nos dé mayores gracias y la cuota de cada uno es la fidelidad como respuesta a esa verdad y respuesta categórica. No es una respuesta a medias tintas, no es un "sí" con un "no" ni es un "no" con un "sí". "Sí sí, no no", hay una decantación y en esa decantación de la fe, en la respuesta y en la fidelidad está la prueba por la cual cada uno de nosotros pasa y por la que esta pasando la Iglesia en sus miembros, en sus fieles; ese prueba tan terrible de la cual Dios sacará un gran beneficio. Por eso permite el mal, porque como Él es todopoderoso, del mal puede hacer surgir el bien, como triunfo del bien sobre el mal; ese es el ejemplo que nos da Nuestro Señor en la Cruz, muriendo nos da ejemplo de vida, muriendo en la Cruz. De ahí la gran derrota del demonio, por derecho, porque todavía él sigue haciendo estragos hasta que Dios venga a ajustarle cuentas y por eso nosotros debemos aprovechar todas estas circunstancias y todos estos males.

Pidamos a Nuestra Señora, la Santísima Virgen, nos dé la humildad con esa oración del publicano. Que esta misma crisis sea un medio que Dios nos da para que nos santifiquemos y crezcamos en la fe. Dar verdadero testimonio de Dios con toda fidelidad y que esa fidelidad a la verdad, nos haga libres. "La verdad os hará libres", somos libres, no en la democracia sino en la verdad, y la verdad es la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, la verdad en Nuestro Señor Jesucristo, sintiéndonos como somos, pecadores, pero que llevamos un gran tesoro, el tesoro de la fe; dispuestos a defenderlo cueste lo que cueste sin caer en la soberbia del fariseo creyéndonos mejores. Sea Nuestra Señora ejemplo de humildad a imitar, Ella, que se consideró la sirvienta, la sierva de Dios y fue enaltecida por su profunda humildad. Sigamos su ejemplo de humildad y seamos fieles a Dios y a su Santa Iglesia.

BASILIO MERAMO PBRO.
12 de agosto de 2001

domingo, 21 de julio de 2013

NOVENO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS



Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:
En este noveno domingo después de Pentecostés vemos en el evangelio que nuestro Señor Jesucristo llora al ver la ciudad de Jerusalén. Y es admirable saber, por la narración que hace el Evangelio, que por lo menos dos veces lloró nuestro Señor. En esta ocasión sobre Jerusalén, y la otra por la muerte de Lázaro. Sin embargo, jamás dice el Evangelio que reía, y aquí un paréntesis, ¿por qué? No quiere decir que no estuviese alegre o que no sonriese, pero no ríe como el mundo, a carcajadas, alocadamente, que lo menos que demuestra es un alma superficial que no está equilibrada y por eso prorrumpe en esa risotada, en esa desfachatez de la inestabilidad espiritual y psicológica; de ahí la gravedad en el rostro de nuestro Señor. Así mismo le siguieron los santos con alegría, sin tristeza, pero sin esas carcajadas estrepitosas.

El Evangelio hoy nos muestra a nuestro Señor llorando. No es que no lo hagan; claro que sí, pero no tan prontamente, tan rápidamente, tan sentimentalmente como a veces por su sensibilidad lo suelen hacer las mujeres. Y cuando un hombre se conduele es terrible, es grave, es serio. Por eso lloró nuestro Señor ante la ciudad sabiendo lo que le iba a ocurrir por su idolatría, por su abominación, por no haber estado a la altura del Mesías que profetizaban las Escrituras, los profetas y la Revelación del Antiguo Testamento. Llega el Mesías y Jerusalén, la ciudad santa, la ciudad de Dios no estaba preparada para recibirlo.

Por eso Él llora viendo lo que cuarenta años más tarde iba a ocurrir. La divina Providencia se valió de los romanos, de Tito y de Vespasiano para destruirla sin dejar piedra sobre piedra. Y el muro de las lamentaciones es un dique de contención, no es un paredón del templo propiamente dicho sino de un barrancón, de una cañada que hay allí, formando parte de las bases; por eso no se derrumbó, porque del otro lado hay tierra, hay una planicie.

Puede extrañarnos que haya ese muro, si lo que nos imaginamos es uno normal, mientras que las Escrituras dicen que no quedaba piedra sobre piedra y así ocurrió; fue atroz ese asedio de los romanos, muchas mujeres llegaron a matar a sus hijos y a comérselos, o a alimentarse de cosas podridas. Eso lo cuenta Flavio Josefo, gran historiador judío, ante el terror de ese asedio, de esa devastación de la ciudad santa en castigo por no reconocer y recibir al Mesías.

Llora nuestro Señor de lástima, de conmiseración, de dolor, al ver la gran catástrofe que estos ni sospechaban, ni se imaginaban. Esto nos debe servir para que no nos ocurra, para que no le suceda a la Iglesia de Dios, para que no nos caiga esa desgracia por no estar a la altura y no ya de la primera venida sino de la segunda de nuestro Señor; para que no nos acontezca lo mismo que a los judíos, que a los doctores, que a los escribas, que a los fariseos, grandes peritos de las Escrituras, pero para invertirlas, adulterarlas, mal interpretarlas.

Sólo Dios sabrá si eso no pasa hoy con las Escrituras, el Apocalipsis y el Nuevo Testamento, y en todos aquellos pasajes donde está anunciada claramente su venida gloriosa y toda la hecatombe que la antecede; hay apostasía, manipulación, abominación en el lugar santo; está el anticristo, el pseudoprofeta, porque entre los dos forman el anticristo total, es decir, el poder político y el religioso, todo eso está anunciado, prefigurado. Que no nos pase igual que a los judíos, que no nos demos cuenta y nos caigan el desastre y la catástrofe encima. Esa desgracia es parte de esa gran apostasía anunciada, de esa gran tribulación, de esa gran confusión, de esa persecución que más que material y física es espiritual, porque es contra contra la Iglesia en su espíritu de verdad, de vida sobrenatural, en su religión, en sus dogmas, en sus principios, en su culto, en su moral.

No es tanto el acoso físico como ocurría antaño que producía tantos mártires y acrisolaba a la Iglesia y era simiente de cristianos; la gran persecución que está anunciada es destruir toda verdad de Cristo y de su Iglesia y no tanto el encarcelamiento o la muerte, ya que eso no haría más que que avivar, atizar el fervor. En cambio, del otro modo lo que se procura es diluir, destruir corrompiendo desde adentro sin que se den cuenta, como un cáncer que cuando se manifiesta ya es tarde, y ya no hay nada qué hacer. Esto que digo de este mal ya lo mencionaba San Agustín, para que no crean los científicos modernos, que son unos ignorantes, que el cáncer es una enfermedad de los siglos XX y XXI.

En sus homilías, en sus narraciones dice San Agustín, para mostrar con una imagen, que es el cáncer en el orden físico, lo que era en el orden espiritual la corrupción de un alma, y eso que pensamos que hoy lo conocemos todo. No sabemos, muchas veces, ni dónde estamos parados y si lo estamos es en la luna; allí donde se concentró todo el poderío para ir y quedarse, sin tener los pies puestos en la tierra. Así nos pasará inadvertidamente, alegremente, tontamente, al igual que a Jerusalén, ciudad santa, la Iglesia de Dios del Antiguo Testamento; vean lo que sucedió, por eso nuestro Señor lloró de dolor y de pena de ver la ceguera de su pueblo tan querido y lo que les esperaba, y nos puede esperar.

No estoy inventando nada, la misma epístola de hoy nos dice que todo lo que se prefiguró en el Antiguo Testamento es figura de lo que va a venir. Dice San Pablo que no caigamos en la idolatría como lo hicieron los judíos en el desierto, que fueron exterminados más de veintitrés mil en un solo día por no permanecer fieles. Murieron por las mordeduras de las serpientes, y de ahí el símbolo de la medicina y de las farmacias, aunque también por la imagen de este reptil fueron curados los otros.

El mismo San Pablo se refiere a que todo esto era signo de lo que iba a venir; o sea, que también está apuntando a una gran idolatría por no permanecer fieles; he ahí lo que se ve y el consabido castigo que no será sino la confusión, la pérdida de la luz sobrenatural de la fe, las tinieblas donde reina el error, produciéndose la abominación en el Templo, es decir, en la Iglesia. El Templo de Dios no es el muro o los cuatro muros de la iglesia sino el cuerpo místico de Cristo conformado, configurado por todos los fieles a Cristo nuestro Señor; esa es la Iglesia.

Entonces vemos cómo las Escrituras son apocalípticas, aunque esa connotación es tergiversada sistemáticamente por una exegesis y teología que impera desde hace algún tiempo, más de doscientos años, para que cuando todo esto ocurra no las tengamos presentes y la gente no se dé cuenta, no reaccione; para que entonces los que hablen de eso sean los “Testigos de Jehová”, los protestantes, y lo hagan torcidamente y se produzca el círculo vicioso. Aquel que ose poner las cosas en claro es un loco o un protestante, igual que los judíos y que los fariseos.

Eso ya lo advirtió hace varios siglos el padre Lacunza que murió desterrado en Italia. Era un hombre que hacía cinco horas de oración diaria, postrado cabeza en tierra. Pero que por hablar claro incluyeron su libro en el Índice, porque era intolerable que él hablara con esa libertad y con esa franqueza. O sea que la eliminación viene desde lejos, insensiblemente, como el error del judaísmo, y muy pocos fueron los que realmente tuvieron un corazón puro por estar vigilando y esperando al Señor. Así pasará al final de los tiempos que estamos viendo y viviendo.

¿Acaso no se ve la corrupción del clero, de la verdad, del culto, de la moral? El que no lo vea está cegado y no hay peor ciego que el que no quiere ver. La persecución es abominable y desastrosa contra todo aquel que quiera seguir a nuestro Señor. Es el mismo acoso insidioso, diabólico contra monseñor Lefebvre y monseñor De Castro Mayer. Ese acosamiento continúa, no ha acabado ni acabará, por eso todos los intentos de la Roma moderna para tratar de homologar, de reducir, de absorber a la Fraternidad San Pío X y de querer excluir, dentro de ella a aquellas personas que representan un obstáculo a ese acercamiento paulatino y engañador.

Nos puede pasar lo que a Sansón, que cuando estemos bien amarrados ya no tengamos fuerzas para reaccionar. Esa es la peor corrupción y por eso me ha tocado denunciarlo más de una vez y escribir algunas cartas a monseñor Castrillón y a Juan Pablo II. Esta correspondencia muchas veces no ha sido bien recibida por el entorno eclesiástico aun tradicionalista.

Por eso está aquí en Colombia ese grupo que quiere destruir y que se asocia con la Fraternidad San Pedro, y quiere ahora aprovechar mi partida para estar a sus anchas; pues más difícil lo van a tener porque lo que hago aquí en Colombia lo haré desde Portugal y desde la China y desde donde esté. La palabra y la espada de la verdad no tienen dimensión cuantitativa como ellos se creen; ya amenazaron pensando que les va a quedar el campo libre, pues se equivocan. Y para que se den cuenta ustedes, incluso hasta vienen, y es un elogio para mí. No les gustan mis sermones, sin embargo los graban y saben a la hora lo que he dicho; por eso lo hago ahora a propósito; yo sé bien lo que hago y es públicamente; que le llegue a aquel que le debe llegar y si no les quedó claro se los repito para que se den por enterados, porque a los supósitos del demonio hay que irles de frente. Eso se los comento, mis estimados hermanos, para que ustedes también paguen su cuota de sufrimiento, de combate y de defensa por la verdad.

Escuchamos también en este Evangelio cómo nuestro Señor Jesucristo después de llorar entra al templo y a latigazos saca a los mercaderes ladrones y enseguida lo limpia. Ese gesto lo hace dos veces, al comenzar y al finalizar su vida pública, para mostrarnos que el mal hay que combatirlo de raíz, ir a su esencia, aunque la iniquidad no la tiene, pero sí ir a su fundamento, a su causa y no quedarse por las ramas como quien coge el perro por la cola. Por ello hay toda una figura de falso tradicionalismo que ataca solamente el follaje, las ramas, pero no va a la raíz y esas personas se encuentran dentro de la Fraternidad y fuera de ella; por eso han caído, porque no atacan la causa del mal, no van al templo como nuestro Señor y a latigazo limpio sacan toda la porquería que hay dentro. Por eso a azote limpio hay que sacar toda la podrido que hay en el Vaticano.

No soy ningún hereje, porque lo que digo es en el nombre de Dios y sino que me fulmine ya mismo, y a ver si ellos son capaces de hacer lo mismo. Ellos, con toda esa porquería que ha invadido la Iglesia prostituyéndola, corrompiéndola de todas las mil y una formas; ese es un hecho.

Por eso, debemos tener presente esa actitud viril de nuestro Señor, que fue al templo, no a otra parte, y allí señaló y eyectó el mal para que eso nos quedara de ejemplo. Ese mal en la Iglesia está imperando y reinando a causa de ese pseudoconcilio, porque no quisieron que allí reinara el Espíritu Santo. ¡Qué abominación, qué contradicción! Un Concilio ecuménico no infalible, porque no querían que lo fuera. De allí toda la persecución a todo aquel que como monseñor Lefebvre con el látigo en la mano fustigó contra el Vaticano II, contra la nueva misa, contra el ecumenismo, contra la corrupción de la Iglesia, y así le fue y así le irá a todo aquel que tenga y mantenga el mismo espíritu.

El cardenal colombiano Castrillón actuó con toda astucia, y quién sabe si sea un paisa judío, porque la sagacidad hebraica la tiene en las venas y en la sangre. ¿Acaso no fue él quien concertó la entrega del narcotraficante más grande del mundo, Pablo Escobar, para llegar a un acuerdo entre el gobierno y ese personaje? Fue él, quien lo supo lo recuerda y el que no, que lo sepa; ese es el hombre que hoy en nombre de la Iglesia invita a monseñor Fellay, Superior de la Fraternidad para dialogar.

Por eso hay que tener mucho cuidado, hay que ser prudentes como la serpiente y sencillos como la paloma. Por ello se los digo, estimados fieles, no puede haber en las circunstancias históricas actuales ningún acuerdo con Roma modernista. Es un engaño, porque para que haya un acuerdo tendría que haber un cambio y para éste se realice tendría que haber conversión y arrepentimiento y eso está muy lejos de los que representan hoy la autoridad de la Iglesia en Roma, muy lejos. Y es más, es imposible que se conviertan, podrá ser uno que otro, pero en bloque no es posible. Y ¿por qué? Sencillamente porque le faltaría un brazo al anticristo, al poder político le faltaría el brazo religioso, sencillamente.

Entonces, en este orden asuntos, que se irán agravando, jamás se podrá llegar a un acuerdo, a menos que se caiga estúpidamente, tontamente, ingenuamente, en ese error. Yo estaría dispuesto a dar mi vida para gritar que hay un error, y si el caso llegara a ocurrir, se acordarán de lo que hoy estoy diciendo, si Dios me da vida; porque hay conversaciones secretas que no se publican, que no se dicen y que yo no las puedo mencionar, aquí pero que sé por qué lo hago; en eso no hay nada gratuito. Pero si no me creen, por lo menos crean a los evangelios, a nuestro Señor, a San Pablo, a las Escrituras y limpien el templo, porque hay muy pocas personas que realmente quieran hacerlo; de no suceder así va a pasarle lo mismo que a Jerusalén.

Es bueno tener presente todo esto y estar vigilantes, muy cautos. Sé que hay fieles que han criticado una que otra vez mis sermones y eso me ha dolido muy profundamente, pero espero que se arrepientan, porque mi intención no ha sido la de atacar a nadie sino sencillamente hacerlos ver y que sean verdaderos católicos y no monigotes de figuritas; más vale oficiar la Misa con cuatro fieles firmes y no con diez mil que son una baba, que no saben dónde están parados, que oyen al uno y al otro, escuchan a Dios y al diablo; eso no puede ser. Y si en alguna predicación me he excedido, estaré siempre dispuesto a reconocerlo; si he dicho algún error lo reconozco y de antemano pido me perdonen. Recordemos entonces la gran lección que tenemos sobre todo para estos tiempos, la del llanto de nuestro Señor sobre Jerusalén y la limpieza del templo a latigazos, lo que hizo al iniciar su vida pública y al terminar; por ahí comenzó y por ahí terminó.

Pidamos a la Santísima Virgen María esa fortaleza, esa fe para que podamos soportar el sufrimiento crucificante de esta pasión, no ya de Jesucristo sino de su cuerpo místico, la Iglesia, y saber que por encima de todo dominará. Eso es lo que significa “al final triunfará mi Inmaculado Corazón”, al final vencerán los Corazones de Jesús y de María. Esa es la advocación de esta capilla, los Sagrados Corazones de Jesús y de María; tiene esa connotación con Fátima. Por eso veo muy providencial que yo vaya a Portugal, el único país, nación o pueblo que no apostatará de la fe, como lo dice allí en el tercer mensaje. Éste así comienza: “Portugal conservará el dogma de la fe”. Es una bendición, para mí, personalmente viéndolo, considerarlo sobrena-turalmente, no humanamente. Debemos por eso tenerlo presente y pedirle a nuestra Señora que nos ayude a conservar el dogma de la fe y su fortaleza. Pero tenemos que estar siempre vigilantes y dispuestos a morir por la verdad, por la Iglesia y por nuestro Señor Jesucristo. +

R.P. BASILIO MERAMO
10 de agosto de 2003

viernes, 19 de julio de 2013

¿QUE PASARÍA? ... (RESPUESTA ABIERTA A DOÑA LUZ DE GIJON)


¿Qué pasaría?...

(Se consignan solo las respuestas)
(Información agregada en 19/07/13)
Te reenvió Cara Luz:


Con motivo de una epístola internacional,  haciendo cuestionamientos específicos,  en  torno al grave problema  que envuelve al ya de por si escaso Orbe católico en nuestro tiempo,  en lo general,  y  en lo particular específicamente  en lo  que hace a  una  Muy  tardía,  consagración de Rusia al inmaculado corazón de la  Santísima Virgen María,  (entrada explicativa de la  consagración en 1957),  o una hipotética conversión  de  el  "abispo"    wiliamson,  o  del no  menos  italo-argentino que  bergoglio,  Juan carlos Ceriani,  con  todas  sus  consecuencias,  me  permito responder a....

1.-  Hoy  es  demasiado tarde, para  las  miles  de almas que han sido  arrojadas  al infierno, pudieran rescatarse  del abismo,  por consecuencia de la no consagración mencionada.


2.-  Hoy  es  demasiado  tarde,  para  quien  por la  abrumadora  evidencia,  se constituyo, por lo menos  desde  al  pasado año  2003,  en  el contenedor de la  resistencia.  (williamson)

3.-  Ya  es  demasiado tarde para  que las almas (aun bien intencionadas),  de  algunos  sacerdotes bien ordenados,  que  dejaron de  ser  vírgenes  se vuelvan  a levantar ( Y LOS QUE CAIGAN  NO SE LEVANTARAN)  tras  haber estado mucho tiempo coqueteando con el acuerdismo,  y  hoy  con  la  falsa resistencia anti evangélica y anti apocalíptica.

4.-  Hoy  es  demasiado  tarde, para  que las  almas  de hombres  indecisos  y  dubitativos,  que hubieron podido  racionalmente definirse  en la  verdadera  resistencia,  (justo  como  ocurrió en el los espacios  de interlocución del blog otrora  católico,  hoy  radio  ceriandad):

Las  casualidades  no  existen,  existe  eso  si la  ley de causa efecto, y no es  más  que  causalidad,  que justo cuando  denunciamos  la posibilidad  de  que  J.C.  Ceriani,  se hubiere  colado  a la  radio comentada,  literalmente  quitándole el lugar al R. P. Basilio Méramo,   y  sembrando herética cizaña,  como  ha  sido  amplia y plenamente  demostrado,  al  día siguiente,   recibiéramos  un correo  electrónico,  de  Williamson,  solicitándonos,  que removiéramos  esa  publicación,  después  de  casi  seis  meses  de  no  respondernos  como lo  hacía  con determinada frecuencia. y  que hasta  la fecha  tampoco  ha  vuelto  a  hacer.

No hace  falta  mucho  querida  hermana, para darse  cuenta  de la  herejía  en la que hizo caer  a los estultos  manejadores de  la radio,  cada  vez  mas  flacos  en  conocimiento,  y  en   otras cosas,   por ejemplo, hace pocos años Junio lo declaraban al unísono con la Iglesia como EL MES DEL SAGRADO CORAZON,   últimamente,  lo "DECLARAN  EL  MES DEL PERRO"   y con  cada  vez  menos  capacidad  de  entender,  que en la  Santa  Misa  de  la Iglesia  católica,  Nuestro Señor Jesucristo,  se vuelve  a hacer presente  en los altares, en  el mismo estado de muerte;     que  malzano radiofónicamente  dice que es aparente,  faisán no entiende,  y  ambos tercamente quieren que no sea posible,  aduciendo,  que no puede  volver  a  Morir,  SIN CAPACIDAD PARA ENTENDER,  QUE NO TIENE  QUE  VOLVER  A  MORIR,  ES  EL MISMO  SACRIFICO  DEL  CALVARIO,  no  otro,  no  uno  nuevo,  no  uno  distinto,  al igual  que las  llagas  presentadas  al  Dídimo,  No  con  dolor,  no  unas  nuevas,  no unas  distintas, LAS MISMAS  DEL  SANTO CALVARIO  vueltas  a presentar,  y  que  hemos mencionado,  desde  poco  después  de  que  llegara  ceriani,  (tal  vez,  desde  que decían,  que nos  seguían a  nosotros  en  el  asunto del acuerdismo, porque no sabían  nada);  y mucho antes  de  que  Ceriani,  llegara  "NO EXPULSADO"  , como  los verdaderos resistentes  de la  neo-frater,   que dicho sea de paso, "causalmente"   también los  tiene controlados,   y para  hincarles   una idea  herética,  de la que él, muy  hábilmente  se  eximió,  con su correspondiente premio  del  cielo,  consistente en  su  herejía  de los sacramentos parciales,  misma  que  comentas  en  tu misiva genérica y  que   en  aras de que  no queden  dudas,  te  ilustro con un ejemplo práctico; no sin antes expresar mi "cuasi tranquilidad" con la oportuna ayuda e intervención del tal Mosko que esperamos que si le entienda a la "MEDIATOR DEI", aunque  su traductor de latín,  no  funciona  muy  bien  con la expresión "
significatur atque" que  implica lo que la Iglesia de siempre  señala  en cuanto a la significación,  y no  a la  simbología  Luterana  (Los sacramentos, producen la  gracia que significan,  Los símbolos luteranos,  son  subjetivos)  Así   mismo el real significado de la palabra  Memorial  que significa,  traer  de la memoria y hacer presente, como cuando haces presente de una calculadora,  una  suma,  entre dos cifras, y "Haces presente el resultado, al oprimir la tecla "Igual",  y  no la  vaya  a  confundir  también  él,   como  el pobrecito  de  RECARDO MALZANO con  un  recordatorio (Memento);  sistema  estulto, que aplica  con google a la palabra portuguesa "pulha" y que dicho sea de paso, aunque sé que no eres tonta, significa "PUJA" o "Contienda" y  no te vayas a dar por ofendida,  como  hizo  el  Mosko  de  marras,  para posteriormente cambiara  su publicación original,  en la  que percibía insultos del Buen Eduardo,  y  ahora  nada más  se  siente  "presbiperro"  sin  tener la  capacidad  de  dilucidar, que  aquella,  es un  epístola  dirigida  con  inmerecido respeto  al  Hereje Ceriani,  y/o  SR.  o  sea  a  Faisán  Vascas,  últimamente  conocido  como  "El flaco  ridículo raya nombres" .

  Con  todo,  y  si  el voraz neo-meólogo  de  radio  ceriandad,  la  voz de la  defección  metódica,  transmitiendo  desde  el  97.7  del  acuerdo, y en acuerdo con los amigos del acuerdo,    Sea  honesto mentalmente y se meta  a  estudiar el particular  que  dio comienzo  desde las  heréticas  publicaciones  incoadas  por  Cerdiani, cuando vinculaba  a la palabra  escatológica,  a  un  Santísimo  Nombre,  o  en  sus  dislates  de  creencia,   o  sus  estúpidas explicaciones y ejemplos del Misterio de la Santísima Trinidad,  y  sobre  todo,  el que dio el banderazo que nos arranco el "NULA PARTEM HABEMUS", en  su  comentario, en donde  señala,  que la  muerte  de  Nuestro señor Jesucristo en los altares,  es  aparente,  y las intervenciones, desde  entonces,  que  tuvimos  en  el mismo  herético "post"  y  en  este  "Blog",  sin dejar  de lado,  la posibilidad,  de que  también  hubiera sido  modificado  o  removido,  que  empero,  por gracia de  DIOS  guardamos  completo en texto  e  imágenes,  y  así  se  pueda  adentrar  en  el  fondo  de las  dos  herejías,  y  a  caso,  con  virilidad,  señalárselas  a  Malzano  y  a Faisán,  y  si  el coco  no le  da,  que  consulte  a  un  sacerdote, (el único  que conozco, con  25 años  de  estudios en Teología  Reverendo Padre  Basilio Méramo),  en caso  contrario,  no  estaría  más  que  sirviendo  al  señor  de los  MOSKOS,  y  a radio  Ceriandad  de  manera  obsecuente,  en  fin, continuamos:

Ahora  bien;

Si tenemos  un  sacerdote,  bien  ordenado y con intención de realizar una  consagración,  y  este  a  su  vez, tiene  las  especies y  pronuncia   la  formula  sobre  ambas  especies,   haremos  incluso,  el  acto  de  adoración  en  la  elevación   mayor  de  ambas  especies,  todo aparentemente perfecto,  el celebrante  realiza la comixtio,  el confiteor,  sume  "la Sagrada eucaristía",   (el pueblo en  adoración y cantando  devotamente  el  "Tantum Ergo")  y  a  renglón  seguido el  celebrante  al  sumir el contenido en el cáliz,  se percata  de  que  hay  vinagre,  solo por  el  sabor.

 Ceriani  dice,  que  hay  consagración  en  la especie del pan,  y  todo  entero  DIOS en el por concomitancia,  La  iglesia  de  siempre,  dice  que no  hay  sacramento,  ni transubstanciación ni  nada, ( cabe  mencionar que tampoco idolatría de parte del pueblo),  y  en  ese  justo  momento,  se  debe  repetir  absolutamente  todo el sacramento,  con las  especies  correctas.    A  Guisa  de  ejemplo  en  la última  publicación  al respecto,  en  donde  Ceriani manipula  al  Mismo  santo  Tomás  de  Aquino, sin haber pronunciado la formula completa.

 

Una cosa es que después de celebrado el Santísimo Sacramento del Altar se pueda hablar retóricamente de que, desde que estaba hecha la consagración, sobre la especie del pan, había presencia real y otra muy distinta es que pretenda manipular al Dr. Angélico quien NO DICE que exista tal consagración, SIN NECESIDAD DE TERMINAR HASTA EL MYSTERIUM FIDEI que impone el Santo Concilio de Trento.

 

Lo  intentamos  explicar oportunamente en la publicación en la que está la grabación del audio respectivo,  sin embargo como siempre, las  analogías  son más  asequibles  y  bueno esto básicamente puede deberse a que el otrora teólogo de la Reja, e  hijo de los "abispos" acuerdistas y para resistentes, tampoco llegan ni a los 30 años de estudios en lógica, filosofía, apologética, teología-dogmática y mucho menos teología, esto es que ninguno de los 5 aludidos, ha sostenido seriamente esos estudios, y en lo que hace a malzano y faisán, mejor ni comentamos;  La verdadera primera hora de la verdadera resistencia, comenzó en México en 1957 cuando el "abispo" masón Sergio Mendez Ateo del Rio presentó en México, en el seminario conciliar de Cuernavaca, en el estado mexicano de Morelos sus ideas revolucionarias, entre otras cosas intentando voltear altares, quitando Santos, e incoando anibale bugnini con mariachis (primer gran terremoto de la ciudad de México 1957)  mucho antes de que se convocara al vatidillo segundo incluso.

Así pues, Ceriani con esta  herejía  en la que incurrió  de  manera  formal,  publica y pertinaz,  obviamente  los  frutos  no se  han  hecho  esperar,  ya  que  con  sus flamantes  intervenciones  y  sus exégesis  de  "Francisco-tilla"   el  presbítero de marras,  logró  convencer  a  radio  Ceriandad,  quienes  comulgan  con  radio acuerdismo convicción  y  ahora  son radio "convidad"  porque ya encontró la forma, de que menos por más de como resultado MAS    (-) (+) =  + ;   pretende Fabián que el amigo de su enemigo acuerdista felón, también sea amigo del cada vez más extraviado Faisán (que se conviden entre ellos,  DIOS se apiade del estúpido de mi compadre):

Y  como  bien  saben por aquella  hermosa península,  los  comentarios apologéticos,  fueron  eliminados,  la  verdadera  resistencia  no pudo  ser  difundida  y las consecuencias,  las tendremos de frente en nuestros juicios particulares y en el universal,    pero  no  se  te olvide, que "DE LOS QUE CAIGAN NINGUNO SE LEVANTARA"  Así pues,  si   DIOS les diera oportunidad  de  enmendarse y corregir  ¿cómo  harían para evitar  que  no hayan  caído los que cayeron y que pudieron haber seguido   vírgenes?

Cuando una  doncella  después de haber yacido con el Novio, verdaderamente  se contrista y pretende realmente  enmendar su vida,  DIOS  la perdona,   empero,  ni le regresa  la virginidad,  ni le  retrotrae  al  bebe  engendrado.

del punto 5  de tu carta,  te  explico:

No puede ser mi señor Felon,  Ni  Wiiliamson,  ni ningún  enemigo del único y verdadero  DIOS,  al  igual que con los presbíteros  herejes  o  fornicadores apocalípticos,  serán padre de  sus  hijos y  de  sus frutos,  pero  no  de los Cristianos.

del   punto  6.  OK,  Lo publicamos  tal  cual.

del   punto  7.  sabes que cuentan con ello,  y te recuerdo que el  "último recurso que el cielo  da  al  hombre se compone de 15 misterios",  y  que EN PORTUGAL SE CONSERVARA EL DOGMA DE LA  FE,   ojo,  no  Dijo  la  Fe,  dijo  el  Dogma de la Fe, lo que se debe creer  y por último,  Portus  Calos,  el puerto  hermoso,  ES  ELLA  MISMA,  en  su  devoción,  en  su filial  amor,  en su disposición  (HACED LO QUE JESUS OS DICE)  ahí está el dogma de la Fe,  como  venimos diciendo poco antes de la muerte  de  jp2,  es la crucifixión de la iglesia y solo estarían presentes  San Juan  Y ella,  Apocalipsis  y  verdadera  devoción  Mariana.

Cuídate que DIOS  te bendiga mucho y siempre.

SEA PARA GLORIA DE DIOS.