San Juan Apocaleta



Difundid Señor, benignamente vuestra luz sobre toda la Iglesia, para que, adoctrinada por vuestro Santo Apóstol y evangelista San Juan, podamos alcanzar los bienes Eternos, te lo pedimos por el Mismo. JesuCristo Nuestro Señor, Tu Hijo, que contigo Vive y Reina en unidad del Espíritu Santo, Siendo DIOS por los Siglos de los siglos.












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"Sancte Pio Decime" Gloriose Patrone, ora pro nobis.





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viernes, 17 de junio de 2011

LA SANTA MISA, LA DE SIEMPRE.


En virtud a las posibles confusiones en las que los católicos, de los últimos tiempos, pudieran verse envueltos, con respecto, a lo que el Santo Profeta Daniel, llama “SACRIFICO ETERNO”
Gracias a mis faltas de sintaxis, y errores ortográficos, o las magistrales cátedras del “teólogo” manzano, nos permitimos publicar una epístola muy a propósito, que agota los particulares, precisos, y el cómo debe pensar un verdadero católico, en torno a este dogmático particular, en torno a la Santa Misa, signada por el Reverendo Padre Basilio Méramo, y que es de vital importancia, por tratar precisamente, de uno de los dogmas que al dejar de creerlo, nos pondría fuera de la verdadera Religión.




Estimado P. Álvaro:
Leí el Cuaderno de La Reja nº.6 que Usted me dio y encuentro, a pesar de su buena voluntad, el mismo error con respecto al tema de la representación. La representación es clave y esencial en el tema de la Santa Misa, de aquí la necesidad de bien situarla para no caer en el mismo error de los modernistas que se quiere combatir. En el artículo donde Usted firma conjuntamente con el P. Jesús Mestre está más explícita la desviación que en el otro donde Ud. firma solo, de todos modos mi preocupación es que el dogma y la doctrina católica no se vean afectados en el fragor del combate y que deseando destruir el error del Misterio Pascual de Odo Casel y de Bugnini que reflexionan más conuna mentalidad judaica que católica, nosotros, sin darnos cuenta, terminemos vaciando el contenido sacrificial verdadero, real y propio de la Santa Misa.

Si Usted tuviera razón cuando afirma en la página 57 # 108 del Cuaderno de la Reja nº 6
que “Algo puede hacerse presente de muchas maneras (3 modos): por sí mismo, por su acción y por su imagen” y dice que “Trento afirma que el Sacrificio de la Cruz se hace presente en la Misa por dos de estas maneras: por su acción (…) y por su imagen, como lo significado en el signo: por el que se representara aquél suyo cruento”, para concluir luego “que la Misa es
repraesentatio Crucis significa: La Misa es imagen representativa de la cruz”, pues “según Trento, la Misa es un sacrificio ritual incruento, imagen representativa del sacrificio cruento de la Cruz”, se excluiría la representación por sí misma, tal cual los teólogos católicos la consideran, cosa que además Usted afirma en otro Cuaderno: “El significado primero de
repraesentare es, ciertamente, ‘hacer presente’, pero hay muchos modos como algo puede hacerse presente: por sí mismo, por su virtud, por una imagen que haga sus veces. Pues bien, cuando Trento dice que ‘en la Misa se representa el sacrificio cruento’ lo entiende en el último sentido, es decir que en la Misa hay una cierta imagen representativa del sacrificio de la Cruz”. (Cuaderno de La Reja nº.4, p. 105).

He aquí lo que en la introducción a la cuestión 83 de la III parte de la Suma Teológica de la BAC, pag. 829, dice interpretando a Santo Tomás: “Tradicionalmente se suele decir que la Misa es representación del sacrificio de la Pasión. La celebración de este sacramento es una imagen representativa de la Pasión de Cristo, que es verdadera inmolación. Pero junto a esta afirmación de que la eucaristía es un sacrificio representativo hay que hacer otra, expresada por el concilio en este canon: « sea anatema quien diga que la Misa es sólo (…) una conmemoración desnuda del sacrificio hecho en la Cruz » (D. 950). Es pues una representación, mas no una representación desnuda. Sin salir del género representación hay
que dar una realidad a la representación misma; y no sólo una realidad de contenido o de presencia real, sino también una realidad sacrificial. En otras palabras: es un sacrificio real y verdadero en sí mismo, porque tiene todo lo que se requiere para serlo, y este sacrificio real y verdadero en sí mismo representa al sacrificio de la Cruz. Al término representación le podemos dar tres sentidos: Primero, el simplemente relativo, o de imagen. Y así se diría que hay un sacrificio absoluto, el de la Cruz, y otro que sería pura y exclusivamente relativo, o simple imagen, el de la Misa. Es el caso de la fotografía y el natural (…). Segundo sentido:

Representar es presentar una segunda vez lo mismo, y en este caso se trataría de una segunda presentación de lo que por primera vez se presentó en la Cruz. Presentación real y verdadera.

El caso se explica de muchas maneras, la más característica es la siguiente: Cristo conserva en el cielo el estado victimal que obtuvo en la Cruz y se perpetuó con la Resurrección. En la Misa, mediante la consagración, no adquiere nuevo estado inmolaticio, sino que la Iglesia ofrece de nuevo lo que es ya sacrificio en el cielo y se hace presente en el altar. Aquí se niega
la sacrificación sacramental de la que ha hablado siempre la teología.

Tampoco admite una auténtica sacrificación incruenta, por lo tanto, a pesar de que a ella alude el concilio cuando dice que Cristo quiso « dejarnos un sacrificio visible con el que representara el cruento que iba a tener lugar en la cruz » (D. 938). Suelen decir quienes así opinen que en la Misa hay ofrecimiento incruento, y es cierto; también lo hubo en el Calvario, pero no sólo se ha de salvar el ofrecimiento incruento, sobre el que no hay cuestión, sino también la sacrificación incruenta, aludida por el concilio. Y aquí no se ve cómo se salva.

Tercer sentido: Representar es presentar por segunda vez la víctima, pero con distinta victimación. Con ello se da a la palabra dos significaciones: la de imagen y la de repetición.

Es repetición de la víctima, aunque con victimación distinta, una cruenta y otra incruenta. Las dos victimaciones reales y verdaderas, a la una la llaman física, y a la otra mística. La terminología no es exacta, porque lo místico puede ser físico también. Trento llama a la una cruenta, y a la otra incruenta. Podrían llamarse también victimación natural y victimación sacramental. La víctima pues, se vuelve a presentar, aunque con victimación distinta (…). Y
con ello, asimismo alcanzan pleno sentido estas tres proposiciones tridentinas: la Misa es una representación de la Cruz (D. 938), pero no una representación desnuda (D. 948), y es también un sacrificio propio (íb.)”.
Lo que da visibilidad al sacrificio, para que haya un sacrificio visible como dice Trento no es el ser pura imagen, figura o símbolo, esta visibilidad no deja de ser nuda imagen, lo cual caería bajo el anatema tridentino (Ds. 1753).
La visibilidad la da precisamente la realidad sacramental, el ser un sacrificio
sacramentalmente producido, realizado o renovado.

El Sacrificio de la Misa sacramentalmente producido contiene como realidad sacramental la
de ser signo y la de ser realidad, la sacramentalidad es lo que confiere ese doble aspecto de signo (símbolo, imagen) de una realidad producida por la inmolación incruenta, pues todo sacramento son signos que producen ex opere operato la gracia que significan.

Así en el D.T.C. artículo Messe col. 1059 dice: “Parce que c’est dans la consécration, c’est-àdire dans la confection du sacrament qu’est offert le sacrifice”.

La representación no es una pura imagen pues: “cette representation réalisée plus essentielment dans la consecration, en tant que le corps et le sang du Christ y apparaissent rendus presents separément l’un de l’autre.” (Ib. col. 1058).

“La messe est une représentation et un mémorial du sacrifice du Calvaire: dogme défini au concile de Trente, sess. XXII c. 1. (…) Or, c’est a la consécration que se trouvent le plus parfaitment realices et la representation y la conmémoration de la croix, par la séparation sacramentelle du corps et du sang, laquelle n’est pas une séparation purement métaphorique ou figurative, mais une separation mystérieuse qu’explique la force des paroles
consécratoires, vi verborum.” (Ib. col. 1248).

“Il est de l’essence du sacrifice eucharistique d’être représentatif de la passión y de la mort du Sauveur (Denz n. 938); mais cette représentation requiert la consécration sous le deux especes”. (Ib. col. 1260).
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“ Il faut donc, pour avoir une réelle et expresse représentation de la mort et de la passion su Sauveur que la double consécration vienne manifester sacramentellement la séparation du corps et du sang”. (Ib. col. 1260).
La unidad esencial y la multiplicidad accidental entre la Cruz y la Misa se explica dado que la diferencia está en el modo de realizarse la muerte, el sacrificio, la inmolación, pues en la Cruz hay inmolación cruenta y en la Misa hay inmolación incruenta (o sacramental):

“L’immolation sanglante s’est faite une fois pour toute, semel, l’immolation non saglante, a l’autel, par le ministére des prêtres, se renovelle chaque jour; l’immolation sanglente est passée, l’immmolation non sanglente est actuelle, et se reproduit chaque fois qu’est offert le sacrifice de la Messe sous les espèces du pain et du vin.” (Ib. col. 1265-1266).

“Mais, nonobstant la diversité des immolations, ou plutôt, à cause même de cette diversité dans la manière dont elles sont réalisées, le sacrifice de Jésus, sanglant à la croix, non saglant à l’autel, demeure un. Ce dogme de l’unité du sacrifice du Christ repose, on l’a vu, sur l’identité du principla prête et de la victime principal.” (Ib. col.1266).

La única diferencia entre la Cruz y la Misa está en el modo o la manera de ofrecer el sacrificio:

“Car, si le sacrifice de la Messe s’offrait de la même manière que celui de la croix, Jésus-Christ mourrait une seconde fois, il y aurait nouveau sacrifice sangland, anéantissant celui de notre rédemption, comme insuffisant, inutile.” (Ib. col. 1267).

Considerar la Misa como una imagen representativa de la Cruz sea suficiente, pensando que la presencia real respaldaría tal concepción sería un error como se puede por la afirmación siguiente:

“La présence réelle de la victime autrefois immolée ne suffit pas, en effet, à expliquer les termes de la déclaration conciliaire. (...) La présence réelle , et la présence réelle par la transubstantation sous le deux espèces, est le princpipe d’où suit necessairement le sacrifice...

Le Concile de Trente distingue nettement la présence réelle, continetur, de l’immolation sacrificielle, incruente immolatur. Paroles décisisves, affirmant et l’immolation et la présense reelle, et par le rapprochament de deux termes dans le même membre de phrase, donnant à l’immolation le sens objetif, réaliste en quelque sorte, que tout le monde reconnait à la présence. Pour éviter ce sens obvie, clair et, semble-t-il, indiscutible de l’affirmation conciliaire, il faudrait user de de subterfuges que n’autorise pas une saine exégèse du texte.”
(Ib. col. 1267).

Es insuficiente y sería un error afirmar que “según Trento, el sacrificio cruento es representado por el rito simbólico como imagen visible” (Cuaderno nº.6, p. 57 #108) como si esto fuera todo, puesto que la Misa es más que una simple imagen representativa, pues:

“En tant que sacrifice actuel, elle comporte aussi une immolation présente du Christ ainsi que le marque l’opposition que nous avons revelée dans les termes mêmes dont use le concile:
Idem ille Christus continetur et incruente immolatur, qui in ara crucis semel seipsum cruente obtulit. Non seulement le concile distingue l’immolation sanglante de la Croix et l’immolation non sanglante de la messe, mais il avait déjà dit, quelques lignes plus haut, que Jesus-Christ se donne pour être immolé lui-même par le prêtres sous des signes visibles : se ipsum per
sacerdotes immolandum sub signis visibilibus. Paroles dècisives, diron-nous derechef, que
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marquent expressément une immolation actuelle qui tous le jours se renouvelle, qui s’opere par le ministère des prêtres et doit se perpetuer jusqu’à la fin des siècles.” (Ib. col. 1268).
Y esta immolation (que, como veremos, es sacramental) llamada mística no es un sinónimo de simple figura pues: “c’estait aller contre la déclaration même du concile de Trente que d’interpréter l’immolation mystique de la messe dans le sens d’une simple figure d’immolation, figure résidant de la separation des espèces sacramentelles. (...) En fin, il déclare que cette hostie vivificante es tous le jours immolée par les prêtres, vivica illa hostia quotidie per sacerdotes immolatur. Comment concilier ces paroles avec la prétendue
immolation purament figurative? Si c’est sur le corps et sur le sang même de Jésus-Christ présent dans l’eucharistie que s’opere cette immolation, la restreinde à la seule séparation extérieure des espèces, n’est-ce pas changer la doctrine du concile? Il dit expressément que c’est sous les signes visibles que se fait cette immolation non sanglante du corps et du sang de Jésus-Christ, sub signis visibilibus et non point dans ces signes mêmes. Sans doute, ces signes rendent sensible l’acte d’immolation qu’ils dérobent à nous yeus, mais ils sont incapables de par eux-mêmes d’immolation quelconque.” (Ib. col. 1268).

Luego, se ve que esta representación requiere no únicamente una presencia real y substancial, sino además una inmolación incruenta de esta presencia, para que haya verdadero y propio sacrificio.
Para disipar una posible objeción en cuanto al término real aplicado a la inmolación bastenos tener en cuenta que: “Réelle ne sifnifie nullement sanglante, destructive, comme d’aucuns penset par fois. Réelle, ici, ne s’oppose pas même à figurative. A la Croix, l’immolation réelle, c’est-à-dire sanglante ne sautait être dite figurative, mais à la messe,
l’immolation mystique, bien que figurative de celle de la croix, possède sa réalité propre.” (Ib. col. 1269).

En cuanto al término místico referido a la inmolación debemos tener presente la siguiente aclaración: “Les thélogiens l’ont appelé mystique, précisément parce qu’elle se rapporte au mystére de la transubstantiation. Mystique signifie donc ici caché, obscur, impénétrable. Sans doute, ce sens n’est pas exclusif de la representation que l’immolation de l’autel comporte à
l’égard de l’immolation de croix. Mais en soi, l’immolation eucharistique est d’abord mystérieuse.” (Ib. col 1269).

Y nos encontramos de nuevo con el tema de la representación que el D.T.C. presenta de la siguiente manera, asociando la realidad mistérica de la inmolación incruenta de la misa con la representación de la inmolación cruenta de la cruz: “La réalité mystérieuse de l’immolation non sanglante comporte une représentation de l’immolation sanglante de la croix. La foi, nous l’avons vu, enseigne qu’il y a deux immolation de Jesus-Christ : l’une
sanglante de la croix, l’autre non sanglante sur l’autel, et qu’elles ont entre elles une rapport essentiel.” (Ib. Col 1269).

“Représentation est pris ici comme synonyme de ressemblance, de répétition, de renouvellement d’une action passée. Ce terme pourait donc signifier ou bien une simple image, que représente d’une manière morte et inanimée un événement ancien, ou bien une action qui ressemble à cet événement passé et qui le retrace et le renouvelle de telle ou telle manière. Or, la représentation qui se fait, à la messe, du sacrifice de la croix, renferme l’une et l’autre de ces deux significations, selon qu’on l’applique au mystère même qui s’opère sur l’autel, ou aux symboles sous lesquels ce mystère s’accomplit. Si l’on considère l’immolation
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mystérieuse de Jésus-Christ sous les espéces du pain et du vin, ce n’est point une simple image, qui représente l’immolation sanglante de la croix, mais une action très réelle, par laquelle cette immolation sanglante est actuellement retracée et renouvelée sans effusion de sang. Si, au contraire, on ne considère que la séparation extériure des espèces, c’est un tableau sans action et sans vie, mais qui cependant montre ce qui se passe sous ce voile sacré, qui rappelle la mémoire du mystère de la croix, et qui rend, par cette peinture expressive, le sacrifice de la messe extériur et sensible. Le concile de Trente réunit ces deux sens sous un seul point de veu. Il établit d’abbord que le sacrifice de la messe représente celui de la croix et il explique tout de suite ce qu’il entend par cette représentation. La personne même de Jésus-Christ, dit-il, est immolée sur l’autel sans effusion de sang, et cette immolation s’opere sous des signes visibles, seipsum sub signis visibilibus immolandum: paroles qui montrent clairemente que la représentation véritable et proprement dite qui, à la messe, se fait du
sacrifice de la croix, consiste avant tout dans l’immolation non sanglante de Jésus-Christ même sur l’autel, et que les symboles, par la séparation extérieure qu’ils offrent aux yeux des assistants, ne font que manifester cette représentation, la rendre palpable et sensible autant qu’elle peut l’être.” (Ib. col.1270).

La realidad de la representación de la misa está, no en el orden natural, sino en el orden sobrenatural, tal como se puede ver a continuación :
“La réalité de l’immolation non sanglante de l’autel ne peut exister que dans l’ordre surnaturel. – L’immolation de Jésus-Christ à la messe étant réelle, au sens où on l’a expliqué, elle doit exister dans un certain ordre. Or, l’ordre naturel est ici impossible, car une immolation réelle dans l’ordre naturel serait une immolatin sanglante. Il faut donc que cette immolation existe dans l’ordre surnaturel. Ce n’est donc pas seulement une simple figure
d’immmolation, qui n’a rien de mystériux, mais une immolation miraculeuse, étonnante et incompréhensible. Ainsi, il faut avant tout éviter de concevoir l’immolation sanglante de la croix et l’immolation non sanglante de l’autel, comme deux espèces d’immolation appartenant au même ordre de choses. Chacune est réelle, mais en son ordre. Dans l’ordre naturel, l’immolation de la croix est réelle, c’est-à-dire sanglante ; et, dans cet ordre l’immolation de
l’autel n’est pas réelle, puisqu’elle est non sanglante. Mais dans l’ordre surnaturel, où elle se produit, l’immolation non sanglante possède une réalité mystériuse, qui se concilie avec l’etat glorieux de Jésus-Christ dans le ciel. C’est en s’attachant à ce point de vue surnaturel que les adversaires du P. Le Courrayer affirmaient que « l’immolation non sanglante de Jésus-
Christ à la messe est en même temps représentative et réelle » Voir col. 1215 ” (Ib. col.
1270).
“Il faut, selon la foi catholique reconnaître dans le sacrifice de la mese, non une simple offrande d’une mort passée, mais l’offrande véritable d’une victime réellement présent ; et, entant que présente, actuallement offerte à Dieu par le prêtre.” (Ib. col. 1216).

“Nous avons seulement précisé un point, c’est que l’immolation mystique – que tous admettent au moins à titre de condition – concerne non seulement les espèces sacramentelles (immolation puremente figurative), mais encore le corps même et le sang du Sauveur, sacramentellement séparés en vertu des paroles de la consécration, et par là, tout à fait aptes à signifier, représenter, commémores d’une façon non sanglante la séparation sanglante et effective qui fut produite au sacrifice du Calvaire. L’immolation mystique du Christ n’est pas seulement la condition de l’oblation faite à l’autel ; comme l’oblation, elle appartiente à l’essence même du sacrifice.” (Ib col. 1271-1272).
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Por si esto fuera poco hay otros textos más que afirman lo mismo y que copiaré a continuación, no sin antes decir que el artículo del P. Adolf Hoffmann O. P. en el que Usted se respalda queda sin valor argumentativo respecto a su interpretación sobre la presentación al igualar las figuras del Antiguo Testamento y del Bautismo en lo que tienen de representación, con la representación real y esencial de la Misa. Es evidente -para el que quiera ver- que la Misa como representación no puede reducirse y quedar equiparada ni a las figuras del Antiguo Testamento, ni a la del rito del sacramento del Bautismo, como hace dicho autor cuando presenta su argumentación diciendo:

“Qui soutient que Saint Thomas prend le terme représentatif dans un sens de représentation réelle et non seulement comme représentation figurative de la véritable immolation du Christ, devra admettre en même temps que la véritable immolation du Christ était réellement rendue présente dans les figures de l’Ancien Testament... pereillemente nulle part il n’est admis que
dans le sacrement de baptême la passion se trouve présente, même sous mode sacramentel, de la même manière qu’il est dit qu’elle se trouve prèsent dans l’Eucharistie”. (Traducción en francés del Angelicum 1938 p. 267-268).
Equiparar la representación de la Misa a la representación del Bautismo o a la de las figuras del Antiguo Testamento es caer en un error y hasta en una herejía, respaldándose falsamente en Santo Tomás mutilándolo. Veamos los textos en los cuales se habla de la noción de la representación según la doctrina católica:

“Sacrificium altaris non alia ratione est sacrificium et alia repraesentativum crucis, sed in quantum est sacrificium est repraesentativum, et in quantum repraesentat passionem etiam verum est sacrificium.

Haec est doctrina traditionalis, quae ab initio et constanter invenitur enuntiata apud Patres et Scholasticos: ipsum Missae sacrificium formaliter esse repraesentativum crucis, non quidem per accidens, seu per quamdam circumstantiam ipsi additam, sed per se i. e. per suam essentiam seu immolationem ipsi propiam; quod non esset nisi ipsa repraesentatio sacrificii
cruenti crucis ipsa esset immolation Christi in missa, et haec immolation incruentea Christi esset repraesentatio immolationis cruentae.” (Merkelbach, De Sacramentis p. 269).


La esencia de la Misa no puede consistir en una pura imagen representativa sino en una representación real por sí misma de la misma víctima, del mismo sacrificador y del mismo sacrificio. Una pura imagen representativa deja vacía la Misa, sin contenido.

“Essentia sacrificii eucharistici repraesentat immolationem crucis; atqui sacrificium crucis repraesentatur quatenus Christus sub distincta specie offertur, ergo in hoc consistit ipsa essentia sacrificii eucharistici.” (Merkelbach De Sacramentis p. 271).

“El sacrificio de la misa es representativo y conmemorativo del sacrificio de la cruz. Verdad es esta largamente declarada por el Concilio de Trento, en el capítulo citado de la ses. XXII, y que Su Santidad León XIII resume de esta manera: « El sacrificio de la misa es, no una vana y vacía conmemoración de la muerte del mismo Cristo, sino una verdadera y admirable, aunque mística e incruenta renovación de ella. » (enc. Mirae Caritatis) y Pio XI: « conviene
que recordemos siempre que toda la virtud de la expiación depende del único sacrificio cruento de Cristo, que de manera incruenta se renueva cada día en nuestros altares. » (enc. Miserentissimus Redemptor) El Sacrificio de la Misa es uno y el mismo con el sacrificio de la
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cruz, sin embargo, se diferencia de él según la diversa manera de ofrecerle.” (Catecismo Romano B.A.C. p. 511 nota 107).
“Otro de los dogmas que negaban abiertamente los protestantes era el que la santa misa pudiese constituir por si misma un verdadero sacrificio. Considerándola como símbolo o recuerdo del hecho de la cruz, no podía llevar consigo la misa ningún poder sacrificial. Cristo no se inmola de nuevo, y de este modo la misa no tenía razón alguna de sacrificio, como el del
Calvario...” (Ib. p. 505 nota 101).

Todos estos textos muestran como la representación es más que una imagen representativa y que hay una verdadera representación por sí misma que da consistencia a la Misa para no quedar en una pura imagen o figura. Luego atribuirle al Concilio de Trento un significado restringido al decir: “Pues bien, cuando Trento dice que la Misa se representa el sacrificio cruento, lo entiende en este último sentido, es decir, que en la Misa hay una cierta imagen representativa del sacrificio de la Cruz” (Cuadernos de La Reja nº. 4 p. 44), como si esto fuera todo lo que se debe entender por representación. Además no deja de ser tendencioso el expresar: “lo que no se dice es que la Misa represente el sacrificio de la Cruz por la doble consagración” (Ib. p. 44), refiriéndose al Concilio de Trento.

Si Usted tuviera razón, dónde quedarían estos textos (además de los anteriores) que reafirman la representación como algo real en sí mismo y no una mera figura o imagen:

“La théorie du sacrifice relatif est exacte à condition de n’être pas exclusive. La messe est plus qu’une represéntation ou qu’un sacrifice purement relatif. Sans doute, elle possède une relation essentielle au sacrifice de la croix, don’t elle est inséparable. Mais nous pensons avoir suffisamment démontré que l’immolation mystique à la messe n’est pas purement représentative. Elle est tout d’abord, et ensuite elle est représentative de l’immolation
sanglante, précisément parce qu’elle est en elle-même.” (D.T.C. Messe col. 1275).
“Or, dire que le corps du Christ es donné pour nous dans l’eucharistie, que son sang y est répandu pour nous, ne signifie pas autre chose, en réalité, que l’oblation faite à Dieu pour nous du corps et du sang sacramentellement séparés. Il s’agit ici, en effet, d’une chose offerte rendue sensible niquement par les paroles prononcées à la consécration et par les espèces
sacramentelles qui la recouvrent. Par la consécration, le Christ –qui est cette chose offert–devient présente sur l’autel, le corps sacramentellement séparé du sang sous l’espèce du pain, le sang sacramentellement séparé du corps sous l’espèce du vin; en tant que rendus extériurmente sensibles par les paroles et par le sacrament, ni le sang n’existe sous l’espèce du pain, ni le corps n’existe sous l’espèce du vin. De cette séparation sacramentelle résulte pur le Christ lui-même un revêtement de mort et de souffrance qui, sans l’atteindre dans son humanité désormais glorieuse et impasible, présente cependant à Dieu cette humanité sous les marques extérieures de la pasión qu’elle endura au Calvaire Et c’est dans cette présentation que consiste l’immolation non sanglante, représentative de l’immolation sanglante, ainsi que l’affirme le concile de Trente.” (D.T.C. Ib. col. 1276-7).

Hay también otro aspecto que Usted niega, o no reconoce y es la sacramentalidad sacrificial por la cual el sacrificio se opera, es decir el sacrificio sacramentalmente realizado o renovado. Con lo cual se completa la doctrina católica de la Misa como una representación sacrificial sacramental.
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“La misa es un sacrificio verdadero y propio, porque se da en ella una inmolación
sacramental con la que se representa el sacrificio del Calvario y se aplican sus frutos.” (Introducción a la cuestión 83 de la III parte de la Suma Teológica de la BAC, p. 822).

La Misa es sacrificio sacramental: “El sacramento y el sacrificio son inseparables, el segundo se hace cuando se hace el primero, y se consuma cuando el primero se consuma también. Santo Tomás recuerda esta inseparabilidad en el artículo que estamos comentando:
« Este sacrificio se ofrece cuando se consagra el sacramento ». La celebración de este sacramento se llama «inmolación de Cristo». Por eso nuestro sacrificio se llama sacrificio sacramental.” (Ib. p. 832).

“Pues bien, la esencia del sacrificio es la consagración. Con ella sola y sin nada más se ha sacrificado y se ha ofrecido a Dios. El orden a la comunión, o a la consumación convivial, sin embargo, pertenece a su integridad, o a su perfección. La razón de esto es doble: una se basa en la idea misma de sacrificio propiciatorio; otra, en la de sacrificio sacramental.” (Ib. p.
833).

“El eucarístico es un sacrificio que representa la Cruz; es además, un sacrificio sacramental y se hace cuando se hace el sacramento, no es una simple y desnuda representación.” (Ib. p.835).

“No olvidemos nunca que el sacrificio se hace cuando se consagra el sacramento; la donación a Cristo de su ser sacramental es una sacrificación, según este principio tantas veces repetido
por Santo Tomás. “ (Ib. p. 836).
“Es una sacrificación. La sacrificación auténtica y propiamente sacramental. Por eso,
repitiendo una vez más el principio de Santo Tomás, al hacerse sacramento se hace también
sacrificio.” (Ib. p. 837).
La Misa se define comúnmente como la renovación incruenta del sacrificio del Calvario
sobre el altar. Esta renovación se realiza por vía sacramental, es como una tercera
dimensión donde se conjugan el orden natural y el orden sobrenatural. Por esto los
sacramentos son signos que producen ex opere operato la gracia que significan. La Misa
como sacrificio sacramentalmente realizado encuentra su plena acepción.
La inmolación, el sacrificio, se renuevan sacramentalmente sobre el altar. Cuando se habla
de místico, inmolación mística, sacrificio místico, realización mística, es más preciso decir
sacramental.
El Padre Garrigou-Lagrange afirma justamente todo lo contrario de lo que Usted dice
respecto al sentido de la representación según Trento, y referente al sacrificio sacramental,
termina por alabar el libro de Dom Vonier: La clef de la doctrine eucharistique, por si fuera poco, contradiciendo lo que Usted al respecto afirma.
Garrigou-Lagrange se pregunta: “In quonam sensu missa est verum sacrificium sed incruentum secundum concilium tridentinum.” (De Eucharistia p. 274).

“Tempore enim S. Thomae et antea usque ad saec. XV, sic ponebatur problema ut in IIIa, q.83, a. 1. Utrum in hoc Sacramento Christus immolatur. Et respondebatur cum S. Agust. Citato in arg. ‘Sed contra’: « Semel immolatur est in seipso Christus, et tamen quotidie immolatur in
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sacramento » . Quod sic explicabatur: Immolatur sacramentaliter et incruenta, prout per duplicem consecrationem et duplicem transsubstantiationem Christus ponitur in altari quasi in statu mortis, et haec sacramentalir immolatio est repraesentatio cruente immolationis
Calvarii et meritorum Passionis.” (Ib. p. 274).

Y a la objeción que no era nueva: “Sed in celebratione hujus mysterii Christus non crucifigitur; Ergo nec immolatur. Respondebat S. Thomas ad 2um: « Sicut celebratio hujus sacramenti est imago repraesentativa passionis Christi, ita altare est repraesentativum crucis ipsius, in qua Christus in propia specie immolatus est », i. e.: saramentaliter, in genere signi, sub speciebus panis et vini et non in seipso.” (Ib. p. 275).
Con esto queda aclarada además la interpretación de la cuestión 83 a.1 de la III parte de la Suma Teológica.

“Et sufficit immolatio non physica, sed sacramentalis” (Ib. p. 267).
“Verba Concilii Tridentini, sess. XXII, cap. 2: « in divino sacrificio quod in Missa peragitur, idem ille Christus continetur et incruente immolatur, qui in ara Crucis semel seipsum cruente obtulit (Hebr. IX, 28) », Denz. 940 etiam 938, haec verba manifeste ostendunt ad Missam requiri immolationem incruentam et sacramentalem. Non videtur sufficiens dicere: Ecclesia
nunc liturgice offert cruentam immolationem Calvarii, oportet admittere praesentem immolationem incruentam, que est signum externum et praeterite immolationis cruentae et oblationis interioris quae perdurat in mente Christi, sacerdotis principalis sacrificio eucharistici.” (Ib. p. 289)

La razón de sacrificio visible exigida por Trento está en la inmolación sacramental, en el sacrificio sacramentalmente renovado, no basta la presencia real como se ha visto, se requiere que la presencia real represente, con la inmolación incruenta, el estado de muerte que tuvo lugar en el Calvario, y la muerte se produce por el cuerpo sacrificado y la efusión
de la sangre, esto es representado, renovado, vuelto a reproducir realmente de modo no físico y natural, sino de modo sacramental y real, actualmente en cada Misa. Se trata de la realidad renovada sacramentalmente: cuerpo y sangre separados por las palabras de la doble consagración, presentes real y substancialmente bajo las especies (accidentes) del pan y del vino. Hay verdadero y propio sacrificio sacramentalmente renovado, reactualizado,
representado, porque hay verdadera inmolación sacramental, así hay verdadero y real sacrificio sacramentalmente, y no una pura imagen, símbolo o figura, como los protestantes o los modernistas de hoy, aunque le añadan objetividad a dicha imagen.

Y así tenemos, como dice el P. Garrigou: “Quia hoc sacrificium est essentialiter repraesentativum passionis Christi.” (Ib. p. 288).
“Ratio sacrificii externi invenitur in sacramentali immolatione, quae vivide repraesentat realem separationem olim in cruce peractam per physicam sanguinis Christi effusionem. Nunc in missa sanguis solum « sacramentalem » effunditur, et non physice.” (Ib. p. 288).

Hay, como vemos, efusión sacramental de la sangre y esto representa sacramentalmente la muerte, luego hay sacrificio verdadero y propio sacramentalmente. Esto es lo que dice Dom Vonier magistralmente resumiendo toda la doctrina católica, y por esto el P. Garrigou escribe:
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“Recenter Dom A. Vonier O.S.B. optime evolvit traditionalem doctrinam Patrum et theologorum de sacrificio sacramentali Missae, ostendendo plenam significationem hujusce adjectivi «sacramentalis» prout distinguitur a sacrificio physico ac cruento crucis, et prout simul refertur ad illud. Ad hoc plene intelligendum oportet perlegere opus hujusce auctoris A Key to the Doctrine of the Eucharist., La clef de la doctrine eucharistique, trad. Roguet.
Lyon, 1942, cf. p. 113, 118, 124-130, 142-143; speciatim: cap. X. Le sacrifice de la Messe n’est pas un sacrifice naturel (par immolation physique ou sanglante) – cap. XI: Le sacrifice de la Messe est un sacrifice sacramentel. – Cap. XII: L’essence du sacrifice de la Messe; – Cap. XIII: Le Christ mort est rendu présent, appliqué et immolé (sacramentellement) dans le sacrifice eucharistique; – Cap. XIV: L’unité du sacrifice chrétien. Sic optime ntelliguntur traditionis documenta.” (Ib. p. 281)

Y como podemos apreciar -una vez más- el D.T.C. refiriéndose a la inmolación incruenta de la Misa, nos muestra la interpretación verdadera a partir de las Sagradas Escrituras y del Concilio de Trento: “L’immolation non sanglante de Jesús-Christ à la Messe est en même temps representative et réelle... Cette réalité consiste dans la séparation sacramentelle du corps et du sang de Jésus-Christ. – Cette conclusion n’est pas formulée a priori; mais elle résulte à la fois des dones de l’Écriture et des déclarations du concile de Trente, sur le sacrifice eucharistique. Jésus-Christ, déclare le concile, la veille de sa passion, institua prêtres ses apôtres et leurs successeurs, afin qu’ils célébrassent jusqu’à la fin du monde le sacrifice même (de son corps et de son sang sous les espeses du pain et du vin) qu’il venait d’offrir; et il
leur en donna l’ordre par ces paroles: Faites ceci en mémoire de moi. Et le concile ajoute immédiatement que Jesús, en ordonnant à ses apôtres et à leurs successeurs d’offrir ce sacrifice, s’est donné lui-même pour éter immolé par leur ministère sous des signes visibles.

Or, c’est là ce que signifient les paroles de la consécration dans le divin sacrifice. Jésus-Christ ne dit pas seulement à la cène: « ceci est mon corps, ceci est mon sang »; mais il ajoute, selon saint Luc, ceci est mon corps que est livré pour vous; cecis est mon sang qui est répandu. Le texte grec de saint Paul dit de même au présent: ceci est mon corpos qui est rompu pour vous.
Expressions qui, dans leur sens propre et naturel, ne peuvent s’entendre que d’un sacrifice actuel, où la victime EST immolée, et immolée par la séparation mystérieuse du corps et du sang, telle que la signifient les paroles de la double consécration.” (Messe col. 1270, 1271).

No queda más, estimado P. Alvaro, que revisar con espíritu de amor a la verdad sus escritos y corregir simplemente lo dicho sobre la representación, pues están en contradicción con los textos citados y sus autores, de reconocida autoridad. Todo lo demás queda válido como argumentación contra los modernistas del Misterio Pascual, pues al fin y al cabo la representación según el sentido modernista no es el sentido de la representación de la doctrina católica, pues para unos es hacer
presente (objetivamente) una imagen, para los otros es hacer presente una realidad sacrificial, o renovarla actualmente en cada Misa.

Retengamos así, que la Misa es la representación real, verdadera y sacramental del Sacrificio de la Cruz, y no una pura imagen representativa, como señala Melkerbach: “Doctrina autem católica statuit in Missa celebrari verum et propie dictum sacrificium, quod simul est essentialiter repraesentativum sacrificii crucis, non tanem, meram huius imagenem, repraesentationem, aut commemorationem.” (De Sacramentis p. 256).

Sin más por el momento, y deseándole una reflexión profunda en compañía del Divino Niño en estas
Navidades y Epifanía, reciba mis saludos en estas santas festividades y Año Nuevo 2007.
Basilio Méramo, Pbro.



Note usted católico lector, la congruencia (aunque muy sucinta), del mismo autor de la nota, que dio como origen y consecuencia, que el teólogo manzano, llegara a la conclusión de que se trataba de un “memorial” simple y llano, como la ha hecho público en reiteradas ocasiones, desde sus mismos comentarios, en la nota que YA ESTABA ACLARADA cuando el comenzó a participar. Visible mientas no sea removida en:

http://radiocristiandad.wordpress.com/2010/06/03/p-ceriani-para-la-solemnidad-de-corpus-christi/






Y ambas congruentes a la Iglesia de siempre, a la única, fuera de la cual NO hay salvación.


SEA PARA GLORIA DE DIOS