San Juan Apocaleta



Difundid Señor, benignamente vuestra luz sobre toda la Iglesia, para que, adoctrinada por vuestro Santo Apóstol y evangelista San Juan, podamos alcanzar los bienes Eternos, te lo pedimos por el Mismo. JesuCristo Nuestro Señor, Tu Hijo, que contigo Vive y Reina en unidad del Espíritu Santo, Siendo DIOS por los Siglos de los siglos.












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"Sancte Pio Decime" Gloriose Patrone, ora pro nobis.





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domingo, 13 de noviembre de 2011

DOMINGO VIGÉSIMO SEGUNDO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS


Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:

Escuchamos en este relato del evangelio cómo los fariseos permanentemente asechan y se confabulan contra nuestro Señor. Le mandan personas para que le pregunten, no con ánimo de saber la verdad sino de buscarle una caída y así tener justificación para acusarlo. Son muy insidiosos, capciosos, astutos, tal es el talante de ese pueblo. Y vemos cómo le preguntan a nuestro Señor si se debe o no pagar tributo, habiéndole antes reconocido que era verdad que llevaba con su palabra hacia el camino de Dios.

El dinero, el tributo, lo material, que en cierto modo tiene derecho, pero a Dios lo que es de Dios y nosotros tenemos en nuestra alma grabada la imagen de Dios; entonces, si yo doy la moneda que tiene grabada la imagen del César al César, tengo que darle mi alma que tiene grabada la imagen de Dios a Dios; ese es el significado de esta respuesta tan inteligente, tan sabia y tan astuta en el buen sentido, porque también, por otro lado, existe en las acciones humanas una mala astucia, la de usar la malicia indígena para el mal y no para el bien. Por eso nuestro Señor dice: “Sed prudentes como la serpiente y sencillos como las palomas”, porque la religión no quiere la ignorancia, la imbecilidad ni la estupidez, quiere que apliquemos esa misma sagacidad, esa misma astucia que tienen los hombres para sus negocios terrenales, que los tengamos nosotros como espirituales para las cosas de Dios, para defenderlo, para defender la Iglesia con inteligencia y con capacidad.

Para eso se nos dan las virtudes, los dones del Espíritu Santo; no olvidemos esos tres dones del Espíritu Santo que son ciencia, inteligencia y sabiduría y como San Pablo lo dice en la epístola, ahondemos en la luz de la inteligencia que él aplicó para defender el Evangelio con la exhortación y confirmarlo en los corazones de los fieles. En eso consiste la predicación, en defender la verdad con audacia y confirmar el evangelio en los fieles. Evangelio que hoy ya no se aconseja y eso hasta el día de nuestro Señor, hasta que Él venga, cuando sea la hora de su segunda venida, como lo dice San Pablo a los fieles de hoy.

Luego no olvidemos que si debemos dar al César lo que es del César, demos a Dios lo que es de Dios, no sea que lo que debemos a Dios se lo demos al diablo, a Satanás, porque él desea la condenación del alma por el odio que tiene a Dios, que nos tiene a todos. Así que no hagamos el juego al demonio; no dejemos que como una sirena con apariencia de belleza nos seduzca, nos haga sucumbir, esa es la tentación y el pecado.

Por lo tanto debemos saber resistir a los halagos con que se nos presenta en mil formas la insinuación al mal; no olvidemos que la televisión es el gran instrumento técnico para que ese mal y ese poder de seducción llegue a todos los rincones del mundo: en la choza más pobre o en el Amazonas hay un televisor; los indígenas andan con guayuco pero ven televisión. No nos dejemos halagar falsamente, busquemos las cosas de Dios y démosle nuestra alma porque ahí esta grabada su imagen, “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.

Pidamos a nuestra Señora, a la Santísima Virgen María, que con su ayuda e intercesión no olvidemos que somos de Dios. +

PADRE BASILIO MERAMO
4 de noviembre de 2001