San Juan Apocaleta



Difundid Señor, benignamente vuestra luz sobre toda la Iglesia, para que, adoctrinada por vuestro Santo Apóstol y evangelista San Juan, podamos alcanzar los bienes Eternos, te lo pedimos por el Mismo. JesuCristo Nuestro Señor, Tu Hijo, que contigo Vive y Reina en unidad del Espíritu Santo, Siendo DIOS por los Siglos de los siglos.












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"Sancte Pio Decime" Gloriose Patrone, ora pro nobis.





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domingo, 17 de julio de 2011

QUINTO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS



Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:
Escuchamos en el relato del Evangelio de este quinto domingo después de Pentecostés, cómo nuestro Señor les dice a sus discípulos que debía ser más cumplida su justicia que la de los escribas y fariseos; es decir, que no debía ser precisamente cómo era concebida y practicada por los escribas, doctores de la Ley y los fariseos, esa cúpula o elite religiosa dentro del judaísmo, la parte más prestigiosa de la doctrina judía. Y con esto nuestro Señor quiere hacer ver que la ley es muy distinta a lo que los judíos, escribas y fariseos pensaban y creían.

La justicia no más que esa virtud que tiene como objeto específico el bien común y que de algún modo sirve a éste, aunque de modo indirecto. Por eso esa jurisprudencia en el orden sobrenatural es la santidad. Porque el bien común en el orden sobrenatural es Dios Trino, en la Trinidad de Personas y su gracia; por eso a la justicia muchas veces en el Antiguo Testamento, se la designa directamente como la santidad.

Vemos cómo entonces nuestro Señor reprocha la ley tergiversada de los fariseos, de los judíos. Aquello no era imparcial y por lo mismo quiere que nosotros tengamos la verdadera justicia, distinta a la de los fariseos. Porque el ser humano es muy sensible a todo lo injusto. Y sólo Dios sabrá si el mundo de hoy no lo es en sus leyes, en sus constituciones. La norma y la conducta son indebidas.

No se tiene por primacía el bien común; es aberrante porque una nación, un pueblo y un Estado cuyo gobierno, cuya razón social no sea lo justo está perdido; por eso el mundo hoy está confundido. Los políticos de hoy valen nada, son unos corruptos porque no trabajan por el pueblo, sino para bien propio, como mercenarios; y no hay nadie que así lo diga, que así lo haga ver, no para que cambien, porque difícil sería que lo hicieran, pero, por lo menos, para cantar la verdad. La realidad no puede ser oprimida y nuestras inteligencias no pueden tolerar el error y no sólo el privado sino el socialmente instituido; y eso sucede aquí en Colombia y en todo el mundo; no prima el bien colectivo, ya no existe. Estamos igual o peor que los judíos y fariseos.

Entonces ¿qué concepto católico sobrenatural vamos a tener ya de la justicia? Si no lo tenemos en el orden social, en el moral. ¿Qué justicia podrá haber? Por eso estamos como hijos sin madre y sin padre, sin Iglesia, porque hasta ella se nos está derrumbando. Esa es parte de la gran crisis actual, ya que no solamente el mundo anda mal sino también la Iglesia en su parte humana; porque si bien su parte divina es santa, es buena, es indestructible e indefectible, la parte humana sí es defectible y ese es el gran drama. Falta la justicia.

Los gobiernos, los imperios y los mandos se legitiman por el ejercicio de la ley en el mundo, y en la Iglesia con mayor razón; eso es lo que legaliza la autoridad, el ejercicio del bien común; había y hubo reyes y personajes que pudieron ser bastardos pero que por el empleo del bien general se oficializaron. Así pasó con Juan de Austria, hijo ilegítimo de Carlos V, que venció en Lepanto a los turcos, con Carlos Martel en Francia, hijo ilegal de Pipino, que venció a los musulmanes en Poitiers. Para mostrar que en última instancia, lo que da legitimidad a la autoridad o al poder es el bien común. Asimismo puede suceder que a un rey o a un gobernante con todos los derechos y títulos de su origen para ser rey, para ser gobernante, se le desconozcan al por no servir a la comunidad.

Lo anterior también ocurre en la Iglesia. Si su autoridad no se ejerce para el bien común que es predicar la verdad, la salvación de las almas y la gloria y honra de Dios, todo se destruye, no queda Iglesia; podrán quedar las apariencias, como la cáscara. En eso se había convertido la doctrina judía por el fariseísmo, que es la corrupción específica de la religión, que es dejar que la fe quede en una pura apariencia exterior de poder y de mando, pero vaciado de su contenido sobrenatural y verdadero, de la verdad. Tenían el Antiguo Testamento, la Ley de Moisés, pero ese no era su dogma ni su credo. Su creencia era el Talmud, la Cábala, el fariseísmo, la corrupción de la religión; lo que quedaba era una solamente apariencia de la religiosidad, pero vacíos los corazones de la verdad, del amor a Dios. Y la prueba de todo aquello está en que a nuestro Señor lo crucificaron en el nombre de la religión. ¿Se habrá visto peor patraña, peor abominación? Matar a Dios en el su nombre. Porque si invoco la religión, es a Dios en última instancia a quien recurro y en nombre de ella los judíos y los fariseos crucificaron a nuestro Señor.

Hoy pasa lo mismo; la doctrina católica está convertida en una pura fachada, está desnaturalizada de su contenido, de su espíritu de verdad; queda simplemente la apariencia, el poder, los puestos, las jerarquías, la autoridad que no sirve al bien común, que no sirve a la verdad, que no honra ni glorifica a Dios. La prueba de todo está en que es el hombre el centro del culto, de lo que se llama en las parroquias religión católica pero que no lo es; donde se exalta al individuo, la dignidad de la persona, sus derechos, sus libertades. Y esos derechos y esas libertades son los que ensalzan todas las constituciones de los estados que son antropólatras, que adoran al hombre, lo colocan como rey y desplazan a Dios.

Lo increíble de todo es que si lo hacen los estados, las naciones con sus constituciones, sea con el beneplácito de la jerarquía de la Iglesia. No olvidemos que a Colombia, un país tan católico y consagrado al Sagrado Corazón de Jesús, en el nombre de la libertad religiosa proclamada por el Vaticano II, se lo dejó arrinconado. De esa herejía nace otra, el ecumenismo. Como decía monseñor Lefebvre: “Si hay una nueva herejía en estos tiempos, más allá del liberalismo, del modernismo, del progresismo, es la herejía del ecumenismo”; eso está en sus escritos, no lo invento yo.

Y ese cisma del ecumenismo, decía, brota, surge, nace de la libertad religiosa que ya no admite, no tributa el culto único y exclusivo al Dios verdadero con la singular y extraordinaria religión verdadera, la Iglesia católica, apostólica y romana. Eso es lo que niega la libertad religiosa, lo que rechaza el ecumenismo, la exclusividad de la Iglesia.

“A Dios lo puedo adorar como quiera, así como me da la gana vestirme como sea; hago lo que quiero, soy libre”. Desgraciadamente así piensa la juventud, y no solamente ella, sino también los adultos, el hombre moderno, y así lo proclamaron el liberalismo y la Revolución francesa. El hombre es libre para hacer lo que quiere, pero no para tributarle a Dios un verdadero culto con la verdad enseñada por la Iglesia católica sino como a ellos “les dé la gana”. Eso en definitiva ¿no es creerse Dios? Rebajar a Dios a lo que yo piense, a lo que “a mí se me antoje”; por eso, “como hago lo que quiero”, ¿para qué me voy a arrodillar delante del Sagrario, que ya ni hay porque está en un rincón?, ¿para qué me voy a hincar al comulgar?; la recibo en la mano, de pie y sin confesión como “se me da la gana”. Es un hecho que lo están haciendo en todas las parroquias.

Pero lo lamentable de toda esta situación es que haya tan poca gente que se percate de ella y si acaso lo hacemos, es tal la presión del mundo en sus conceptos sociales y religiosos, que nos hacen transigir en nuestra integridad religiosa. Por eso somos tan pocos y no tenemos esa fortaleza que nos hace íntegros desde adentro, con la cohesión necesaria para poder derribar a esos falsos ídolos que hay a nuestro alrededor y en nuestras mismas casas, en nuestras familias, ya no se diga del vecino, ni de la sociedad.

Debemos, pues, tener una justicia muy diferente a la de los fariseos, a la de los judíos, para que seamos sacrificados por el bien común como fue nuestro Señor; por eso se le crucificó y no por loco como tantos que por ahí también se inmolan bajo una falsa concepción de Dios, como lo hacen los musulmanes. ¿No fue acaso una inmolación ese atentado en Nueva York? Quien lo hizo sabía que iba a morir y se ofrendó por un falso Dios.

Y nosotros, con toda la revelación, con todo el peso de la verdad no somos capaces ni de la mitad ni mucho menos; vergüenza nos debiera dar; pero así somos. Por eso hay que pedir verdadera fortaleza y noción de justicia, para que toda nuestra religión no sea una apariencia, una cáscara; que tengamos verdadero contenido y sepamos por qué vivimos y por qué vamos a morir, porque tarde o temprano falleceremos. El que no se ha inmolado espiritualmente, moralmente, al menos, ¿cómo llegará a ser un buen cristiano?, ¿cómo llegará a la hora de la muerte en estado de gracia para merecer el cielo? Si somos fariseos, si nuestra religión es puramente externa, si nuestras acciones son puro convencionalismo, estamos muertos en vida y no servimos para nada sino para ser quemados como la paja.

Pidamos a nuestra Señora, a la Santísima Virgen María, nos ayude para que nuestra fortaleza sea la de Dios, basada en Él y no en el hombre que es miseria, barro, paja y así, aun si somos derrotados como hombres, podamos asociarnos a la victoria de nuestro Señor. Si estamos con Dios no vamos a temer al enemigo o al mundo, absolutamente a ninguno; y si tenemos miedo es porque no tenemos esa fe y esa fortaleza que viene de Dios; de lo contrario, pidámosla cada día y así Dios nos asistirá por intercesión de nuestra Madre del cielo la Santísima Virgen María. +

PADRE BASILIO MERAMO
13 de julio de 2003

sábado, 16 de julio de 2011

CONMEMORACIÓN DE NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN



Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:
En la festividad de nuestra Señora del Monte Carmelo, debemos recordar la importancia de la Santísima Virgen María en la historia de la humanidad y en la de la Iglesia. No olvidar el regalo que nos hace Dios dándonos a esta Madre que es de todos nosotros y es la Reina del cielo. La advocación de la Virgen del Carmen, que viene del Monte Carmelo, es prehistórico, ya que allí San Elías redujo a un sinnúmero de idólatras de falsos dioses y de falsos sacerdotes aniquilados por Dios. Y en ese monte justamente nace la advocación de nuestra Señora del Carmen, remontándose así al Antiguo Testamento para mostrar cómo Ella sigue la historia de los hombres en el camino de su salvación.

Por eso nuestro Señor la deja como una garantía de nuestra redención, y la tenemos en el rezo del Santo Rosario que sabemos desde Fátima, aparición que ha sido ratificada por un milagro que no solamente vieron allí en Fátima miles de personas sino después el papa Pío XII, tres veces en el Vaticano. Lo curioso es cómo él no quiso publicar el tercer secreto y parece que aun ni leerlo e instituir la fiesta de una manera solemne. Claro que ya entonces había toda una conspiración contra Fátima, contra nuestra Señora aun dentro del Vaticano, en aquella época, cuando reinaba Pío XII; es inimaginable, pero así sucedió. Qué diremos ahora.

Y sabemos que desde Fátima el rezo del Santo Rosario, que es una síntesis del Evangelio, contiene los quince misterios, no son cinco, cinco es la tercera parte. El Rosario completo son los quince misterios más relevantes e importantes de la vida de nuestro Señor. Y con esta práctica, como dice nuestra Señora en Fátima, a través de Sor Lucía, no hay ningún problema ni material ni espiritual que no tenga solución; lo que debemos tener presente sobre todo para las dificultades espirituales, cuando no haya, cuando no tengamos misa, cuando no tengamos sacramentos, cuando seamos perseguidos, cuando llegue esa terrible hora en la soledad y que tengamos que dar testimonio so pena de claudicar.

También otra perla de garantía de nuestra salvación la tenemos con el escapulario que fue prometido a San Simón Stock en 1251, en pleno siglo XIII, siendo General de la Orden de los Carmelitas, lo cual le da ese privilegio, no solamente a los de su congregación que llevasen este distintivo, sino también a todos los demás. Por eso el escapulario es un hábito defensa, de lana. Y lo nombra de esta forma para que no lo confundamos con esas pastas de plástico que no son escapulario; es más, esta insignia no debe superar la mitad de la parte impresa que tiene el dibujo, tiene que ser menos de la mitad, según las normas de la confección del escapulario que es una miniatura de ese hábito que llevan los religiosos por detrás y por delante.

La única excepción es la medalla a la que San Pío X también le dio el mismo valor para las personas que tenían inconveniente por la debilidad, por la pérdida o rotura, por la fragilidad de esa pequeña tela. Entonces no nos dejemos engañar con cualquier escapulario, hecho de cualquier manera.

La promesa de ese escapulario es que nadie que siempre lo lleve irá al infierno, es decir, que no se condenará, está garantizada la salvación, que no es poca cosa. Pero hay que llevarlo dignamente con fe y cumplimiento de los mandamientos de la Ley de Dios. No como muchos, como un escudo, pero vulnerando la Ley dddivina, como hacen muchos hampones, sicarios, que he conocido personalmente con revólver en mano para matar y le piden a uno que les imponga el escapulario para que cuando les disparen no les alcance la bala. Pero aún así parece que tuvieran más fe esos sicarios que nosotros y créanme que muchas veces se han salvado llevando el distintivo carmelita. Pero claro que eso no va a ser así siempre. Es simplemente para que vean cómo a veces los bandidos tienen más fe que nosotros.

Por si fuera poco, esa promesa que hizo en aquel entonces nuestra Señora al superior de los carmelitas, se complementó con el privilegio sabatino; es decir, que nuestra Señora incluso sacaría del purgatorio a las almas al sábado siguiente después de su muerte, según nuestra manera de contar. Entonces hay esa doble promesa, la de salvarnos y la de sacarnos del purgatorio si morimos con el escapulario puesto, que hemos llevado durante nuestra vida como buenos católicos; porque si lo portamos como malos creyentes esas promesas difícilmente, por lo menos la segunda, tendrán lugar; es decir, la de sacarnos prontamente del purgatorio si es que nos salvamos.

Así nuestro Señor deja entonces a través de nuestra Señora esas dos prendas, para tener una garantía de nuestra salvación y por eso no debemos olvidarlo y tenerlo en cuenta. Simplemente, basta haber recibido una sola vez la imposición del escapulario y las otras se cambia, se renueva, y ya quedamos inscritos en ese libro que pide el ritual y que hoy no se hace porque casi todo eso está abolido, pero entonces hacerlo en el libro que tiene Dios.

Pidamos a nuestra Señora del Monte Carmelo, a nuestra Señora del Carmen, que nos proteja sobre todo en estos tiempos tan difíciles para el verdadero católico, para el que quiere ser buen católico y seguir en todo la virtud que nos señalan los diez mandamientos. Eso no es fácil; es muy difícil, ¿por qué? Simplemente por la moda; la mujer que viste a la costumbre de hoy ciertamente no es buena católica aunque no se dé cuenta; ni quien ve la televisión, quien lo hace, con toda la porquería e inmundicia que se observa allí, no puede ser buen católico.

Peor si a eso le seguimos sumando lo que piensa la gente: que nada es pecado, que todo es permitido, que se puede hacer lo que cada uno quiere. En la familia, los que se divorcian, los que se casan por el matrimonio civil, eso no es ser católico; no se diga ya de los contraceptivos, de los abortos, todo eso es no ser católico. Las revistas pornográficas son exhibidas públicamente, ya no escondidas como antaño. No se puede ir a una farmacia porque cuando no hay una revista inmunda, hay algún otro artículo de igual forma asqueroso. Y ni qué decir de la educación sexual en los niños, se los corrompe por ley de la nación. Y así seguimos viendo una cosa tras otra; díganme si así no es difícil ser buen católico.

Claro que ser “católico” protestante como la mayoría lo es hoy, sí es muy fácil: el libre examen, el libre hacer y querer, eso es ser cismático y por eso la Iglesia se está convirtiendo en otra religión, y sus fieles se están protestantizando sin salir de la Iglesia; por eso se piensa y se obra como verdaderos infieles sin darse cuenta de ello y paro aquí de contar porque sería larga la lista. Lo he dicho sencillamente para mostrar que es muy difícil pero sin embargo no es imposible, eso requiere un esfuerzo de virtud heroica para cada minuto, para cada segundo, a lo largo de las horas, de los días y de los años hasta la muerte, para que podamos vivir en estado de gracia. Se necesita un permanente control y freno que no hay, que no existe en el mundo moderno, ni el social de antaño; por eso vivimos una verdadera Babilonia, peor que Sodoma y Gomorra, porque si es verdad lo que se dice, por dar un ejemplo, que hace unos días en Alemania hombres y mujeres en cueros estaban revueltos. Eso, ¿no es peor que Sodoma y Gomorra? Claro que sí, y peor en ese país que se le tiene por culto, por avanzado.

Por eso debemos pedirle a nuestra Señora que nos ayude a ser buenos católicos, porque ya ni cristianos se puede decir, ya que los protestantes han usurpado este nombre; no son de Cristo, porque no son de la Santísima Virgen María. Así de sencillo, son herejes, son protestantes y nosotros nos estamos volviendo como ellos sin darnos cuenta, por el modernismo que ha cambiado prácticamente la estructura de la misma Iglesia. Pero ahora no voy a hablar de eso para no alargarme. Debemos por lo menos recordarlo, para que nos haga abrir los ojos, y pidamos a Dios la luz y a la Santísima Virgen María la protección de la Iglesia que está hoy peor que nunca; no la Iglesia en su esencia, pero sí en su parte humana y material, en sus hombres, en sus integrantes tan corrompidos, tan prostituidos y eso de un modo oficial, no privado.

Siempre hubo la corrupción privada pero la putrefacción instaurada oficialmente, hecha ley, eso ya es diferente; cambia todo porque ya no se combate el mal, el vicio y ¿qué moral e Iglesia puede haber? Por eso se insiste en el matrimonio de los sacerdotes. Porque, es cierto, es muy difícil ser un sacerdote célibe si se es modernista y progresista; es imposible. Si es difícil siendo aun en la verdad y en la Tradición de la Iglesia porque hay que luchar, pero se tienen las armas; y si no se tienen es imposible luchar. Por ello vemos esa corrupción en el clero, en los religiosos, porque no es posible sin virtud, sin espiritualidad verdadera resistir al mal que hoy impera pública y socialmente dentro y fuera de la Iglesia, eso es un hecho.

Y solamente si no queremos ver no lo veremos, sino que hay que estar muy obcecado para no admitirlo. Tenemos que aprovechar ese auxilio que nos da nuestro Señor a través de su Santísima Madre para que Ella nos proteja y nos facilite en cierto modo las cosas; que nos evite el mal y la fatal caída y que podamos así avanzar en el bien y en la verdad guiados de su santa mano. +

PADRE BASILIO MERAMO.
16 de julio de 2003

viernes, 1 de julio de 2011

FIESTA DEL SAGRADO CORAZÓN DE NUESTRO SEÑOR


Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:
Que en esta fiesta del Sagrado Corazón, la cual nos revela el amor que nuestro Señor nos prodigó desde la Cruz, nos ayude a acercarnos más a ese misterio de amor que es la Redención: la salvación del alma.

Algunos padres o sacerdotes maristas, cordimarianos o del Sagrado Corazón, piensan ingenuamente que es una revelación que se hizo con San Juan Eudes y después con Santa Margarita María de Alacoque, que nos descubre los misterios de amor de Dios y de nuestro Señor y que antes no se conocían. Es un error, porque el amor es esencial a la religión católica; otra cosa es que gracias a San Juan Eudes y a Santa Margarita, se recobró la memoria de este amor misericordioso de nuestro Señor, dados los errores del Luteranismo, del Calvinismo, del Jansenismo, que hacían de la religión algo desprovisto de amor, donde la religión era miedo y no precisamente amor, parecido a lo que era en el Antiguo Testamento. Una manera de judaizar la religión católica, separándola o desproveyéndola del amor misericordioso de nuestro Señor.

Así como Eva sale del costado de Adán, la Iglesia en la Cruz sale del costado de nuestro Señor Jesucristo; por eso decimos que la Iglesia quedó constituida plenamente el día de la crucifixión, con lo cual la fiesta de hoy, del Sagrado Corazón, vendría también a ser la fiesta de la institución de la Iglesia en la Cruz, cuando nuestro Señor fue atravesado por una lanza y de su corazón brotó sangre y agua y así, derramó hasta sus últimas gotas de sangre por nosotros, por su Iglesia católica, apostólica y romana, fuera de la cual no hay salvación. Dogma que es negado incluso por la mayoría de los católicos y de los mismos sacerdotes.

Rechazan este dogma fundamental con el ecumenismo, con la libertad religiosa y es algo esencial, nadie se puede salvar fuera de la Iglesia, fuera de nuestro Señor Jesucristo, fuera de la Cruz y eso hoy no es proclamado por los católicos. Eso demuestra el deterioro de la fe que se va perdiendo.

Por eso la fiesta del Sagrado Corazón nos debe consolidar en la caridad que debe ser verdadera. La caridad que no esté fundamentada en la verdad es falsa, es un fingido amor, porque la caridad y la verdad se identifican. Dios es la verdad y es la caridad, es el amor que llega en nuestro Señor Jesucristo a crucificarse en la Cruz para salvarnos del infierno. Por eso no debemos olvidar que cada uno de nosotros tiene un compromiso con su alma: salvar nuestra alma. Esa alma inmortal que nos ha dado Dios y por la cual ha muerto nuestro Señor en la Cruz, sufriendo lo indecible, lo imposible, lo impensable, lo inimaginable; de ahí que no debamos dejar derramar esa sangre inútilmente sino aprovecharla para que dé los frutos de salvación. Que no quede derramada inútilmente, como acontece con todos aquellos que rechazan el amor de Dios prefiriendo el infierno.

Pidamos a Nuestra Señora, la Virgen María, que nos ayude a comprender y a retribuir con nuestras vidas, con nuestros sacrificios, ese amor que nuestro Señor Jesucristo nos prodigó desde la Cruz y ese amor que Dios nos tiene, por el solo hecho de habernos creado. Que retribuyamos con generosidad cuando llegue la hora del sufrimiento; que no se marchite nuestro corazón por falta de generosidad, sino que sepamos entregarnos a ese sufrimiento por amor de Él, así como Él se entregó. Eso es lo que nos enseña nuestra religión, aprender a sufrir por amor a Dios y a sufrir a nuestro prójimo y así santificarnos; por eso nuestro Señor sufrió en la Cruz, por eso nuestra Señora Corredentora sufrió al pie de la Cruz ofreciendo a su Hijo. Así nosotros también al pie de la Cruz debemos ofrecer nuestras vidas retribuyendo ese amor a nuestro Señor. Que todas estas cosas se nos graben en el corazón con ocasión de esta fiesta y que nos ayuden a acercarnos más al amor misericordioso del Sagrado Corazón. +

PADRE BASILIO MÉRAMO
22 de junio de 2001

Devoción al Sagrado Corazón de Jesús




SAGRADO CORAZON DE JESÚS ¡Ten Misericordia de Nos!



Nuestro Señor JesuCristo hizo a Santa Margarita María de Alacoque las siguientes promesas para todos los devotos de su Sagrado corazón:
1. Les daré todas las gracias necesarias a su estado.
2. Daré paz a sus familias.
3. Los consolaré en todas sus aflicciones.
4. Seré su amparo y refugio seguro durante su vida, y principalmente en la hora de la muerte.
5. Bendeciré abundantemente sus obras que redunden en mi mayor gloria.
6. Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente y el océano infinito de misericordia.
7. Las almas tibias se harán fervorosas.
8. Las almas fervorosas se elevarán con rapidez a gran perfección.
9. Daré a los sacerdotes la gracia de mover los pecadores más endurecidos.
10. Bendeciré las casas en que la imagen de mi Corazón sea expuesta y honrada.
11. Las personas que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón y jamás serán borrados de él.
12. Yo te prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que mi amor todopoderoso otorgará a cuantos comulguen nueve primeros viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final; no morirán privados de mi gracia ni de recibir los sacramentos, pues mi divino Corazón se convertirá para ellos en seguro asilo en aquella hora postrera.

¿Dónde inicia la devoción al Sagrado Corazón de Cristo? La devoción al Sagrado Corazón de Cristo comienza la tarde del Viernes Santo, en ese momento de la vida del Señor de plena pasión cuando San Juan, el discípulo amado, María, la Madre de Jesús y María Magdalena la pecadora arrepentida, contemplan a Cristo crucificado, y con sus ojos ven como un soldado, una vez que Cristo ha muerto, con una lanza le abre el costado y detrás de este costado se deja ver el Corazón del Señor. La lanzada no fue un sufrimiento más, JesuCristo tuvo muchos sufrimientos en su pasión, ya estaba muerto cuando el soldado le atravesó el costado. Es un signo profundo, es cómo el Padre quiere que quede para siempre Jesucristo: con su costado, con su Corazón abierto de par en par. Cristo, ya muerto, es rasgado en su Corazón que tanto ha amado, y que tanto ha sufrido. Y queda así, con el Corazón abierto para toda la eternidad. San Juan contempla al nuevo Adán dormido en la Cruz, y de cuyo costado abierto brota agua y sangre, es decir brota la Iglesia, su esposa, la nueva Eva. Por eso Jesús es el nuevo Adán y nosotros, somos la nueva Eva, porque el agua significa el bautismo, por el cual entramos en la Iglesia, y la Sangre simboliza la Eucaristía, la plenitud de vida en ella.

En la escritura se hace referencia al Corazón como la interioridad de Jesús Nuestro Señor. Hablar del Corazón de Jesús Nuestro Señor desde la Sagrada Escritura, en pocas palabras, es afirmar en JesuCristo, Dios nos ama con un Corazón de carne. La Sagrada Escritura nos ayuda a comprender que la devoción al Corazón de Cristo no es ninguna ideología, sino una experiencia de amor.

Después de la Sagrada Escritura, llegan los Santos Padres, los grandes escritores de la antigüedad. También en ello aparece la devoción al Sagrado Corazón de Cristo. Los Santos Padres han puesto su mirada, en el costado abierto de Cristo en la Cruz y del costado han llegado a la intimidad del Señor. El Corazón simboliza lo más íntimo, lo más profundo del ser de la persona y han visto como de este costado abierto de Cristo en la Cruz ha nacido la Iglesia. No ha pasado desapercibido a los Santos Padres el costado abierto del Señor con un Corazón redentor, es decir, las entrañas de misericordia de JesuCristo que se entrega sin reservas para que todos lo hombres descubran al Dios verdadero que es amor y tengan vida y vida en abundancia.

Después de los Santos Padres a lo largo de la historia de la santidad de la Iglesia, muchos Santos han sido tocados por la gracia para profundizar una dimensión muy cercana a nuestra espiritualidad: la humanidad de Cristo. Llegamos así a Santa Margarita María Alacoque, que es una figura clave del siglo XVII en la devoción al Sagrado Corazón de Cristo en su etapa moderna. A ella el Sagrado Corazón de Cristo le reveló como su amor redentor arde hacia todos los hombres. Durante la adoración eucarística contempló como JesuCristo le mostró ese Corazón que tanto ha amado a los hombres y que en recompensa es despreciado. Desde que ella tuvo estas revelaciones, estas gracias especiales, se difundió por toda Iglesia el culto y la devoción al Sagrado Corazón, en sus expresiones de Consagración y Reparación.

¿Y qué dice el Magisterio? El Magisterio son las enseñanzas de la Iglesia, de los Concilios y de los Papas: Recordamos al Papa León XIII que consagró al mundo al Sagrado Corazón de Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre.

Después Pío XI, 1928, escribió la Encíclica “Miserentisimus Redentor”, sobre la devoción al Sagrado Corazón del Señor, llamando a los hombres a tomarse en serio este amor, porque ahí está la esperanza y la salvación del Mundo y la fuerza capaz de frenar la violencia y el mal que reinaban durante esos años en Europa y en todo el mundo.

Años más tarde, después del horror de las guerras mundiales, Pío XII escribió la Encíclica más importante “Ahurietis Aquas” en la que se habla de la verdadera devoción al Sagrado Corazón de Cristo, de lo sustantivo de esta devoción, que es lo que va mas allá de las culturas y de los tiempos, y de lo adjetivo, que puede irse modificando según las circunstancias. Es una Encíclica llena de esperaza que ayuda a recuperar el sentido de la vida.

Santa Margarita María Alacoque

Toda la vida de Margarita María es una filigrana del amor de Dios, que la eligió como discípula predilecta de su Corazón, y no obstante ese amor, no la eximió del sufrimiento, sino que como a su Hijo único, quiso asociarla a su pasión hasta configurarla con Él y hacerla viva imagen suya. Por eso, su trayectoria vital está entramada de gozos y a la vez, de incomprensiones, obstáculos y dificultades de todo tipo.

Margarita nació el 22 de julio de 1647 en el pequeño pueblo de Lautecour en Francia. Su padre Claudio Alacoque, juez y notario. La mamá Filiberta Lamyn. Los hijos son cinco. La menor es Margarita. El párroco, Antonio Alacoque, tío suyo, la bautizó a los tres días de nacida. Ella dice en su autobiografía que desde pequeña le concedió Dios que Jesucristo fuera el único dueño de su corazón. Y le concedió otro gran favor: un gran horror al pecado, de manera que aun la más pequeña falta le resultaba insoportable.

Dice que siendo todavía una niña, a la edad de 5 años, un día en la elevación de la Santa Hostia en la Misa le hizo a Dios la promesa de mantenerse siempre pura y casta. Voto de castidad.
Aprendió a rezar el rosario y lo recitaba con especial fervor cada día y la Virgen Santísima le correspondió librándola de muchos peligros.

La llevaron al colegio de las Clarisas y a los nueve años hace La Primera Comunión. Dice "Desde ese día el buen Dios me concedió tanta amargura en los placeres mundanos, que aunque como jovencita inexperta que era a veces los buscaba, me resultaban muy amargos y desagradables. En cambio encontraba un gusto especial en la oración".

Vino una enfermedad que la tuvo paralizada por varios años. Pero al fin se le ocurrió consagrarse a la Virgen Santísima y ofrecerle propagar su devoción, y poco después Nuestra Señora le concedió la salud.

Era muy joven cuando quedó huérfana de padre, y entonces la mamá de Don Claudio Alacoque y dos hermanas de él, se vinieron a la casa y se apoderaron de todo y la mamá de Margarita y sus cinco niños se quedaron como esclavizados. Todo estaba bajo llave y sin el permiso de las tres mandonas mujeres no salía nadie de la casa. Así que a Margarita no le permitían ni siquiera salir entre semana a la iglesia. Ella se retiraba a un rincón y allí rezaba y lloraba. La regañaban continuamente.

En medio de tantas penas le pareció que Nuestro Señor le decía que deseaba que ella imitara lo mejor posible en la vida de dolor al Divino Maestro que tan grandes penas y dolores sufrió en su Pasión y muerte. En adelante a ella no sólo no le disgusta que le lleguen penas y dolores sino que acepta todo esto con el mayor gusto por asemejarse lo mejor posible a Cristo sufriente.

Lo que más la hacía sufrir era ver cuán mal y duramente trataban a su propia madre. Pero le insistía en que ofrecieran todo esto por amor de Dios. Una vez la mamá se enfermó tan gravemente de erisipela que el médico diagnosticó que aquella enfermedad ya no tenía curación. Margarita se fue entonces a asistir a una Santa Misa por la salud de la enferma y al volver encontró que la mamá había empezado a curar de manera admirable e inexplicable.

Lo que más le atraía era el Sagrario donde está Jesús Sacramentado en la Sagrada Hostia. Cuando iba al templo siempre se colocaba lo más cercana posible al altar, porque sentía un amor inmenso hacia Jesús Eucaristía y quería hablarle y escucharle.

A los 18 años por deseo de sus familiares empezó a arreglarse esmeradamente y a frecuentar amistades y fiestas sociales con jóvenes. Pero estos pasatiempos mundanales le dejaban en el alma una profunda tristeza. Su corazón deseaba dedicarse a la oración y a la soledad. Pero la familia le prohibía todo esto.

El demonio le traía la tentación de que si se iba de religiosa no sería capaz de perseverar y tendría que devolverse a su casa con vergüenza y desprestigio. Rezó a la Virgen María y Ella le alejó este engaño y tentación y la convenció de que siempre la ayudaría y defendería.

Un día después de comulgar sintió que Nuestro Señor le decía: "Soy lo mejor que en esta vida puedes elegir. Si te decides a dedicarte a mi servicio tendrás paz y alegría. Si te quedas en el mundo tendrás tristeza y amargura". Desde entonces decidió hacerse religiosa, costara lo que costara.


En el año 1671 fue admitida en la comunidad de La Visitación, fundada por San Francisco de Sales. Entró al convento de Paray-le=Monial. Una de sus compañeras de noviciado dejó escrito: "Margarita dio muy buen ejemplo a las hermanas por su caridad; jamás dijo una sola palabra que pudiera molestar a alguna, y demostraba una gran paciencia al soportar las duras reprimendas y humillaciones que recibía frecuentemente".

La pusieron de ayudante de una hermana que era muy fuerte de carácter y ésta se desesperaba al ver que Margarita era tan tranquila y callada. La superiora empleaba métodos duros y violentos que hacían sufrir fuertemente a la joven religiosa, pero esta nunca daba la menor muestra de estar disgustada. Con esto la estaba preparando Nuestro Señor para que se hiciera digna de las revelaciones que iba a recibir.

El 27 de diciembre de 1673 se le apareció por primera vez el Sagrado Corazón de Jesús. Ella había pedido permiso para ir los jueves de 9 a 12 de la noche a rezar ante el Santísimo Sacramento del altar, en recuerdo de las tres horas que Jesús pasó orando y sufriendo en el Huerto de Getsemaní.

De pronto se abrió el sagrario donde están las hostias consagradas y apareció Jesucristo como lo vemos en algunos cuadros que ahora tenemos en las casas. Sobre el manto su Sagrado Corazón, rodeado de llamas y con una corona de espinas encima, y una herida. Jesús señalando su corazón con la mano le dijo: "He aquí el corazón que tanto ha amado a los hombres y en cambio recibe ingratitud y olvido. Tú debes procurar desagraviarme". Nuestro Señor le recomendó que se dedicara a propagar la devoción al Corazón de Jesús porque el mundo es muy frío en amor hacia Dios y es necesario enfervorizar a las personas por este amor.

Durante 18 meses el Corazón de Jesús se le fue apareciendo. Le pidió que se celebrara la Fiesta del Sagrado Corazón cada año el Viernes de la semana siguiente a la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo (Corpus).

El Corazón de Jesús le hizo a Santa Margarita unas promesas maravillosas para los que practiquen esta hermosa devoción. Por ejemplo "Bendeciré las casas donde sea expuesta y honrada la imagen de mi Sagrado Corazón. Daré paz a las familias. A los pecadores los volveré buenos y a los que ya son buenos los volveré santos. Asistiré en la hora de la muerte a los que me ofrezcan la comunión de los primeros Viernes para pedirme perdón por tantos pecados que se cometen", etc.

Margarita le decía al Sagrado Corazón: "¿Por qué no elige a otra que sea santa, para que propague estos mensajes tan importantes? Yo soy demasiado pecadora y muy fría para amar a mi Dios". Jesús le dijo: "Te he escogido a ti que eres un abismo de miserias, para que aparezca más mi poder. Y en cuanto a tu frialdad para amar a Dios, te regalo una chispita del amor de mi Corazón". Y le envió una chispa de la llama que ardía sobre su Corazón, y desde ese día la santa empezó a sentir un amor grandísimo hacia Dios y era tal el calor que le producía su corazón que en pleno invierno, a varios grados bajo cero, tenía que abrir la ventana de su habitación porque sentía que se iba a quemar con tan grande llama de amor a Dios que sentía en su corazón

Nuestro Señor le decía: "No hagas nada sin permiso de las superioras. El demonio no tiene poder contra las que son obedientes".

Margarita enfermó gravemente. La superiora le dijo: "Creeré que sí son ciertas las apariciones de que habla, si el Corazón de Jesús le concede la curación". Ella le pidió al Sagrado Corazón que la curara y sanó inmediatamente. Desde ese día su superiora creyó que sí en verdad se le aparecía Nuestro Señor.

Dios permitió que enviaran de capellán al convento de Margarita a San Claudio de la Colombiere y este hombre de Dios que era jesuita, obtuvo que en la Compañía de Jesús fuera aceptada la devoción al Corazón de Jesús. Desde entonces los jesuitas la han propagado por todo el mundo.
Margarita fue nombrada Maestra de novicias. Enseñó a las novicias la devoción al Sagrado Corazón (que consiste en imitar a Jesús en su bondad y humildad y en confiar inmensamente en Él, en ofrecer oraciones y sufrimientos y misas y comuniones para desagraviarlo, y en honrar su santa imagen) y aquellas jóvenes progresaron rapidísimo en santidad. Luego enseñó a su hermano (comerciante) esta devoción y el hombre hizo admirables progresos en santidad. Los jesuitas empezaron a comprobar que en las casas donde se practicaba la devoción al Corazón de Jesús las personas se volvían mucho más fervorosas.

El Corazón de Jesús le dijo: "Si quieres agradarme confía en Mí. Si quieres agradarme más, confía más. Si quieres agradarme inmensamente, confía inmensamente en Mí".
Antes de morir obtuvo que en su comunidad se celebrara por primera vez la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.

El 17 de octubre de 1690 murió llena de alegría porque podía ir a estar para siempre en el cielo al lado de su amadísimo Señor JesuCristo, cuyo Corazón había enseñado ella a amar tanto en este mundo.

Digamos de vez en cuando las dos oraciones tan queridas para los devotos del Sagrado Corazón: "Jesús manso y humilde de corazón, haz nuestro corazón semejante al tuyo"."Sagrado Corazón de Jesús. En voz confío".