San Juan Apocaleta



Difundid Señor, benignamente vuestra luz sobre toda la Iglesia, para que, adoctrinada por vuestro Santo Apóstol y evangelista San Juan, podamos alcanzar los bienes Eternos, te lo pedimos por el Mismo. JesuCristo Nuestro Señor, Tu Hijo, que contigo Vive y Reina en unidad del Espíritu Santo, Siendo DIOS por los Siglos de los siglos.












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"Sancte Pio Decime" Gloriose Patrone, ora pro nobis.





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domingo, 29 de mayo de 2011

QUINTO DOMINGO DESPUÉS DE PASCUA



Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:
En este quinto y último domingo después de Pascua, vemos en el Evangelio cómo nuestro Señor les dice a sus discípulos, y a nosotros también, que hasta ahora nada se le ha pedido al Padre en su nombre. Ha mostrado la importancia de cómo se ha de implora, es decir, de orar, de rogar, de rezar en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Y hacerlo en el nombre de Jesús es pedir la salvación. Jesús, quiere decir salud, dador, el Salvador; el que da la salud eterna y la salvación. Y por eso dice San Agustín que para pedir en el nombre de Jesús a Dios Padre hay que suplicar en lo concerniente a la salvación de nuestras almas, así se le implora nuestra salvación.

De modo que si le estamos rogando ganar la lotería, ser ricos o famosos o tener éxito, es evidente que esto no nos las va a dar y peor si no nos vamos a salvar sino a condenar por medio de ellas. Cuánta gente es buena sólo cuando vive en la lucha y sufre, pero cuando tiene dinero se corrompe; a cuántas almas pervierte la abundancia, la prosperidad y no solamente las seduce con una mala vida sino también a veces con el simple orgullo de creerse poderosos, más fuertes y así oprimen y no les importa el débil y necesitado, el que llora, el que sufre.

Si vemos, esa es la historia de la humanidad: el que está arriba pisotea al que está abajo, cuando debería ayudarlo; y el inferior cuando asciende no debería vengarse. Eso es lo que sucede aquí en Colombia y en todo el mundo, pero aquí de un modo desastroso, donde no se es superior para mandar bien, para ayudar, para gobernar, sino para oprimir y sacar ventaja; eso es lamentable.

Es una concepción completamente anticatólica de la vida y de la superioridad en cualquier orden que sea. El patrón es el que guía, el que dirige a los otros a su fin, y les ayuda y los sostiene, les da ánimo y trata de algún modo de paliar las dificultades que puedan tener los otros. Lo demás es una concepción falsa de la superioridad, de la autoridad, del mando, del poder, tanto dentro de la Iglesia como fuera de ella, en la vida social como en la familiar.

Nuestro Señor nos dice que siempre debemos pedir en su nombre, en nombre del Salvador, la redención de nuestras almas y lo que es necesario para que no nos condenemos; no lo que nos puede parecer indispensable, como como pueden serlo algunas comodidades. El sentido de pobreza que hay que tener aunque se sea multimillonario, es de renuncia, de desapego. ¿Por qué creen ustedes que nuestro Señor nació en un pesebre y vivió pobremente? Porque era mucho más perfecto vivir con poco en la renuncia, aun de lo necesario, para que floreciera la virtud. Claro está que Dios no quiere que vivamos en la miseria pero sí en la pobreza o, por lo menos, con sentido de pobreza a lo cual ayuda la limosna. Ésta, que como el agua, apaga el fuego, los pecados o las deudas por ellos.

Si verdaderamente se hiciera caridad estarían más compensados la sociedad y el mundo, no existiría la rapiña y la injusticia hoy legalizada, porque las leyes ya no son católicas, no tienen que ver con la justicia y con la equidad y por eso la falta de virtud en el orden social que genera la injusticia, la iniquidad. El equilibrio está en la virtud, en el servicio y las obras que se hacen por ella; pero como cuesta, entonces no nos gusta. Por ello los santos son quienes han vivido en el heroísmo de la virtud, es decir, en su permanencia, llegando así a la osadía de una vida santa y virtuosa en unión con Dios. No debe ser a ratos solamente cuando comulgamos, queremos ir a Misa, o cuando rezamos el rosario, y después, el resto de las veinticuatro horas del día y de la noche qué, “hacer lo que se me da la gana”; por eso el mundo y los católicos andan como andan, porque no permanecemos en ese espíritu de Dios durante todo el santo día, sino de ratos cuando nos acordamos, y aún así creemos que ya hemos hecho mucho.

Y vemos también que en el evangelio de hoy nuestro Señor no solamente nos enseña a pedir nuestra salvación sino que nos muestra el amor que nos tiene el Padre eterno, a tal punto que no hace falta que le pidamos, le manifestemos nuestras necesidades porque Él, que nos ama, las conoce; pero la condición, el soporte, el fundamento de ese amor es nuestro Señor, “el mismo Padre os ama, porque vosotros me habéis amado y habéis creído que yo salí de Dios. Salí del Padre y vine al mundo; otra vez dejo el mundo y voy al Padre”. Entonces dicen los discípulos que ahora sí les habla claro y no en parábolas, en imágenes, en semejanzas, sino directa y abiertamente. Pero lo que pasa es que a veces es difícil hablar abierta y directamente. Cuántas veces nos pasa eso con el prójimo; entre más clara y abiertamente se hable, peor, hay que ir con rodeos o con una comparación, con una semejanza.

Nuestro Señor es el fundamento del amor del Padre, esto ya nos demuestra que cualquier otro es falso, que no hay amor a Dios que no esté fundamentado en Jesucristo; y ahí claudican todas las creencias y religiones que no se basan en Cristo y que no conservan la doctrina de nuestro Señor Jesucristo. No hay que olvidar ese carácter revelado de nuestra santa religión. No es una doctrina natural que existiría si Dios no se hubiese revelado. Dios se reveló en nuestro Señor como Él es, Uno y Trino, y por eso toda otra creencia, credo o religión transigen, no existen delante de Dios, son inútiles; como ejemplo tenemos el judaísmo, el mahometismo, el budismo, el protestantismo, porque aunque ellos vivan hablando de Cristo no conservan su doctrina sino lo que a ellos les viene en gana; lo mutilan como de hecho los mahometanos hacen, creen en Él pero como lo hacía Arrio: que Cristo es un gran profeta, un gran personaje, pero que no era Dios, que no salió del Padre.

Nos damos cuenta entonces de la importancia de la divinidad de nuestro Señor y de creer en ella, pues allí está el fundamento del amor que nos tiene el Padre y si no, no nos puede amar como a hijos suyos sino como a réprobos, a condenados y eso siempre lo predicó la Iglesia católica, apostólica y romana. Pero hoy no se pregona eso; entonces ¿es que la Iglesia dejó de serlo? O, por lo menos, ¿esos que catequizan en nombre de la Iglesia no son de ella? ¡Claro que no!, son usurpadores, protestantes que se quedan dentro de la Iglesia apoderándose de su nombre, del de Cristo, del de Dios; esa es parte de la gran crisis que hay hoy dentro de la Iglesia, porque el demonio se dio cuenta que hay que atacar desde el interior, ya no desde el exterior.

El gran papa San Pío X al inicio, al alba del siglo XX, dijo en su primera encíclica que el anticristo no tenía otro trabajo que el de nacer. ¿Qué diría cien años después? Porque fue en 1903 y estamos en el 2003, ¿qué manifestaría hoy? Por eso debemos estar prevenidos para cuando llegue ese día, la entronización dentro de la Iglesia del anticristo, que se ha ido preparando y que se está haciendo dentro y fuera de la Iglesia, para que venga y reine usurpando el poder de Cristo.

Los fieles o lo que quede de ellos, porque no todo el que dice “Señor, Señor” es fiel, pero lo que reste, ese pequeño rebaño leal que heroicamente mantendrá la fe cuando toda esa abominación que hoy vemos culmine en el anticristo, debe estar preparado. Los profetas, o los que lo han anunciado, han llegado a hablar para los últimos tiempos incluso de antipapas, es decir, de usurpadores en el trono sacrosanto de San Pedro y eso hay que señalarlo.

Ya desde el siglo XVII, comentadores del Apocalipsis como el venerable beato Holzhauser, hablaban de anti-papas, porque el anticristo no vendrá de golpe. Y desde mucho antes, también Beato de Liévana, del siglo VIII, uno de los grandes glosadores del Apocalipsis cuyo libro quedó perdido y se encontró y es una joya, habla de lo mismo, de la defección del clero bajo la bestia de la tierra en connivencia con la del mar del Apocalipsis. La terrenal, que tiene la apariencia de cordero, simbolizada con los dos cuernos, de Moisés; los dos cuernos de la mitra que representan el Antiguo y el Nuevo Testamento y el poder de Dios; luego es algo que aparenta ser de Dios e incluso su poder, pero que no le sirve, no sirve a la Iglesia.

Y la imagen fuerte de la gran ramera, la religión prostituida, corrompida pero vestida de púrpura y escarlata, todo eso ¿qué es?, ¿literatura? Es mucho más que eso. Es una profecía apocalíptica para los últimos tiempos de la Iglesia, antes del advenimiento de nuestro Señor en gloria y majestad, cuando venga a destruir toda esa usurpación de Satanás, de los infiernos, dentro de la Iglesia.

Hay que estar apercibidos si es que nos toca estar vivos, para salvar nuestras almas, para pedir en el nombre de nuestro Señor, porque yo no puedo hacerlo en el nombre de Cristo, de nuestro Señor, la salvación en el ecumenismo igualando a todas las creencias y religiones que niegan la exclusividad de la Iglesia católica apostólica y romana, que proclaman la libertad de cultos y de creencias en el corazón endiosado del hombre moderno. Todas estas son herejías, una detrás de otra; todo eso camina hacia la apostasía y eso hay que decirlo, es mi deber, para que roguemos por la salvación de nuestras almas y para que sigamos creyendo en la divinidad de nuestro Señor, en la de su santa Iglesia y no en la prostitución de la jerarquía de hoy, que la tiene sumida, sumergida, en esta espantosa y abominable crisis.

Duele decirlo, pero hay que hacerlo, que el cardenal Castrillón, se deje de hacer el payaso diciendo la Misa tridentina. Ayer dice la tridentina, y hoy ¿cuál? ¡La moderna! Como una mala mujer que va con el que mejor le pague hoy para irse mañana con el otro; ¿esa es la religión católica? Que deje esa payasada circense que no hace más que convertir la Iglesia en el Panteón donde anidaba en cada rincón un altar para el dios de cada uno y dentro de él nos quieren meter hoy. Que gente como el padre Aulagnier, que durante tantos años ha sido Superior de Francia, ahora se desvíe hablando de pluralismo litúrgico, diga estupideces, hable de la catolización de la nueva misa que es protestantizante, y eso que es uno de los más antiguos de la Fraternidad; ¿a dónde nos quiere llevar?

Y digo el padre Aulagnier porque si nadie en la Fraternidad va a alzar la voz lo haré yo, pero primero espero que lo haga la autoridad de la Fraternidad, que lo hagan los obispos, pero si no lo hacen, me tocará a mí. Porque no puede ser que uno de entre los primeros miembros y brazo derecho de monseñor Lefebvre haga también esa estupidez, esa claudicación y que haya alabado sin transigir ese desistimiento de los padres de Campos, para que entraran al panteón del pluralismo religioso, que digan la Misa de San Pío V en medio de las otras religiones, en medio de la reforma litúrgica, que es revolucionaria.

No queda más que la santa intransigencia de la verdad y donde no la haya, es una posición exclusiva, es un solo punto el que me da la verticalidad, ya lo demás no lo es; no hay otra alternativa, lo único que resta es mantenernos en esa santa inflexibilidad, y el que no lo entienda, claudicará tarde o temprano. Sometimiento que será uno tras otro, lo malo es que no se la advierta por miedo de asustar a los fieles. La verdad no asusta, salva, porque si nos atemoriza, es para nuestra salvación si respondemos a ella. Es un deber para mí el hacerlo y el decirlo, para que ustedes aprendan a defenderse, porque no se sabe hasta cuándo nos sea permitido tener la libertad de predicar, de decir la Santa Misa y de que los fieles tengan el apoyo de los sacerdotes. Y, ¿qué irá a pasar si los creyentes en esa soledad del desierto no han aprendido y no se les ha enseñado a defenderse para que así salven sus almas?

Pidamos a nuestra Señora, a la Santísima Virgen María, que guardemos estas cosas y las meditemos y las tengamos presentes. No nos olvidemos de pedir siempre en el nombre de nuestro Señor, en el de Jesús, la salvación de nuestras almas, ya que el fundamento de nuestra salvación es la divinidad de nuestro Señor y en esa aceptación tenemos la garantía del amor del Padre eterno. ¿Qué más queremos? Ya tenemos la seguridad de nuestra salvación, pero está basada en nuestro Señor y por eso es importante tenerlo presente y por eso la exclusión de todo lo que no sea Cristo Redentor.

Pidamos, pues, a nuestro Señor, mantener viva esa llama de la fe, aunque nos toque estar solos. Pero que se conserve así en nuestro corazón para por lo menos salvarnos nosotros si es que no podemos lograr socorrer a los demás. +

PADRE BASILIO MERAMO
25 de mayo de 2003

martes, 24 de mayo de 2011

COMUNICADO RECTIFICATIVO

Después de haber recibido elementos de información suplementaria, quiero haceralgunas aclaraciones y correcciones a mi texto publicado el 8 de abril

Punto 1:Entre las numerosas intervenciones de Monseñor Lefebvre censuradas por la Fraternidad San Pío X, mencioné una en particular, en la que denunció la alianza adúltera entre la masonería y el Vaticano. Contrariamente a lo que escribí, no fue un "sermón", sino una conferencia celebrada frente a las asociaciones San Pio V en febrero de 1976 y cuyo registro había sido confiado al Padre Guépin.

Punto 2: Hecha la verificación, esta conferencia en realidad fue censurada inmediatamente después que las ediciones Saint Remi la habían dado a conocer en un comunicado emitido en respuesta a los repugnantes ataques de que han sido objeto por parte de la Fraternidad San Pío X para prohíbirles editar los sermones del arzobispo Lefebvre.


Padre. Basilio Méramo

Bogotá 28 de abril de 2011

domingo, 22 de mayo de 2011

CUARTO DOMINGO DESPUÉS DE PASCUA


Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:
En este cuarto domingo después de Pascua de Resurrección, tiempo que es de consolidación de la Iglesia, antes de la Ascensión de nuestro Señor, después de los cuarenta días de su Resurrección, los apóstoles y la Iglesia reciben la consolidación que culminará con la venida del Espíritu Santo.

En el Evangelio de hoy veremos, pues, que los apóstoles están tristes porque nuestro Señor ya los estaba instruyendo sobre su Pasión, su muerte, su agonía. Y les anuncia la conveniencia de que Él se vaya al Padre para enviar al Espíritu Santo, al Espíritu de Verdad, al Paráclito, el consolador. Pero con esta palabra no está exactamente expresado el término, ni lo que quiere decir paráclito, que más que consolador, como dice el venerable padre Castellani, quiere decir: el que sostiene, nos reafirma, nos consolida desde adentro.

O sea, que no es ese sentido sentimental de consolación, de paño de lágrimas, sino de esa fortificación interna, espiritual, de solidez, firmeza de afianzamiento interior; eso es lo que traduce el término paráclito, la verdad, la palabra de Dios y que se manifestará en el Espíritu Santo. Nuestro Señor quiere disipar esa tristeza pasajera de los apóstoles ante todo lo que Él les había anunciado. Pesar que de paso es inútil y malo, sobre todo cuando es profundo; la única aflicción buena y que viene de Dios es por el pecado, el dolor, el arrepentimiento de haberlo ofendido; toda otra viene del demonio y es mala, como la producida por cosas de este mundo, por no poseer bienes materiales, y una tristeza honda puede llegar a la misma muerte.

Debemos entender esta lección para no dejarnos llevar en este mundo por cosas inútiles, por el mismo demonio que nos vuelve tristes y nos deprime; y vaya si el diablo no aprovecha las depresiones para desequilibrar a la gente; de allí la necesidad de esa consolidación y afianzamiento interior más que consolación sentimental, que el hombre necesita y que Dios nos promete a través del Espíritu Santo, y con esa garantía darnos la alegría no solamente a los apóstoles sino también a nosotros.

Porque mucho más que decir nuestro Señor, pero no las dice, sino que las señalará a través del Espíritu Santo; por eso la urgencia de la Iglesia. No es como los protestantes, que cuentan solamente con la Biblia, pero no todo está en ella, en el Evangelio, sino también lo que se dirá a través del tiempo por medio del Magisterio infalible de la Iglesia, no para que nos hablen de lo que no es de la competencia de la Iglesia, sino de la Palabra de Dios y de allí la infalibilidad de la Iglesia cuando la transmite y para eso ha sido instituida en ese Espíritu de verdad, como dice Santiago apóstol en la epístola de hoy: “Nos ha engendrado con la palabra de la verdad”, la palabra divina.

Por eso el católico es verdadero, tiene que serlo, tiene que ir con la verdad por delante y por eso la mentira es odiosa a Dios y aun la venial porque falsifica la veracidad y nos prepara para que seamos de un espíritu falso como lo es el mundo, el demonio.

Antaño, un hombre se caracterizaba por ser una persona de honor, es decir, que se sostenía en la exactitud de su palabra, porque era palabra de hombre. Hoy eso no existe porque no hay verdaderos hombres, todo el mundo miente, disimula y eso no puede ser. Es faltar a la verdad y lo que es peor, cuando esos que mienten y disimulan son los investidos con la autoridad de Dios, como el clero, los curas, los sacerdote. Entonces, ¿qué se va a esperar de los fieles? Por eso no es admisible la mentira, ni aun la pequeña, descartando la mal llamada mentira piadosa, que no existe; distinto es que uno no pueda decir toda la verdad y entonces haga una restricción mental sin mentir. No dice todo o dice algo que es ambiguo, pero no una mentira que falsea la relación humana y la relación con Dios. Porque hemos sido engendrados en el Espíritu y en la palabra de verdad y por eso la asistencia y la necesidad del Espíritu Santo.

Pero para que viniera el Espíritu Santo nuestro Señor tenía que marchar, ascender de nuevo a los cielos, subir al Padre llevando su naturaleza humana en estado glorioso. El Evangelio nos dice que así el mundo se convencerá de la injusticia, o mejor dicho, de la justicia, porque va al Padre, porque Él es justo, es decir, es santo. Y los judíos no querían reconocer esa santidad, esa equidad de nuestro Señor. Entonces se convencerá el mundo de ello, porque va al Padre y lo que está con el Padre es justo y santo como el Padre eterno. Se convencerá de su pecado, de su iniquidad por no haber creído en nuestro Señor, por no haberlo aceptado, por no haberlo reconocido.

Ese es el pecado del mundo, el de los judíos, la perfidia judaica, el asesinato más grande, el de deicidio, matar a Dios por no haberlo reconocido. Y por ese yerro Satanás ya está juzgado. Muestra así nuestro Señor la victoria sobre el maligno, aunque a nosotros nos toque sufrir los coletazos diabólicos del infierno, pero sabemos que la victoria ya la obtuvo nuestro Señor.

Y entonces con esto no solamente anima a los apóstoles sino a nosotros durante todo el transcurso de este peregrinar, porque es un viaje. Ese el significado de las procesiones, no es dar el paseo por ahí para salir con banderas, sino para manifestar la fe en que vive el católico en este mundo, en esta tierra, porque la verdadera patria está en el cielo, donde está el Padre eterno, donde está nuestro Señor Jesucristo.

Nuestro caminar en la tierra tiene que estar entonces en consonancia con Dios, con su palabra, que hoy está siendo tergiversada, adulterada, profanada, violada y he ahí el gran drama de estos tiempos. Pero la verdadera Iglesia, el católico auténtico, conserva el espíritu de la verdad en el cual fue engendrado, como nos lo recuerda Santiago apóstol hoy en la epístola. Por eso hay que meditar, hay que leer el Evangelio, las Escrituras, o, por lo menos, reflexionar sobre esos trozos o pasajes que corresponden a la Santa Misa, para que así nuestra espiritualidad se afiance y nos afirmemos en la verdad y no en la bobería, en la tontería; que tengamos legítimo espíritu conforme al Evangelio porque allí está la Palabra de Dios y así podamos atravesar este largo peregrinar que nos parecerá corto cuando haya acabado, cuando hayamos llegado al término.

Pidamos a nuestra Señora, a la Santísima Virgen, que nos conserve hoy y siempre en este espíritu de verdad, en ese espíritu de Dios, en el Espíritu Santo que es el alma que vivifica a la auténtica Iglesia. +

PADRE BASILIO MERAMO
18 de mayo de 2003

domingo, 15 de mayo de 2011

TERCER DOMINGO DESPUES DE PASCUA


Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:
En este tercer domingo después de Pascua, ya pasó la época de la comunión Pascual que la Iglesia nos pide; sin embargo, aquellos que no la hayan hecho por cualquier circunstancia, con culpa o sin ella, la pueden hacer cuanto antes, con la confesión que pide la Iglesia sin fijar la fecha, por lo menos una vez al año, como para decir que somos católicos; entonces no nos olvidemos del precepto de la comunión pascual.

Vemos la incógnita ante las palabras de nuestro Señor Jesucristo; no olvidemos que los apóstoles estaban tristes, acongojados, nerviosos, atribulados por todos los eventos que se sucedían y que nuestro Señor también les había indicado: su Pasión, su muerte y la persecución. Los apóstoles estaban apesadumbrados y nuestro Señor les quiere dar ánimo, por eso les dice: “Dentro de poco ya no me veréis; mas poco después me volveréis a ver”. Este poco tiempo que “no me veréis” y que “me volveréis a ver”, los Padres y los Santos de la Iglesia lo han interpretado de diversos modos. Para mí no cabe sino un solo modo y es el que le dio el gran San Agustín, que muchas veces se da el lujo de interpretar en forma distinta a todos los otros Padres, y es tal su ingenio y su genio que santo Tomás lo pone en la balanza al mismo nivel, como si la sola opinión de San Agustín equivaliese a la de todos los otros por esa perspicacia y profundidad sobrenatural.

Lo que sucede es que a veces un sentido no excluye otro. Y puede ser el caso el de este poco de tiempo que los Padres de la Iglesia dicen que se refiere a los tres días que estaría en el sepulcro, que no lo verían durante ese tiempo hasta que resucitara durante los cuarenta días. Pero San Agustín dice que se refiere al lapso que va después de la Ascensión a su segunda venida cuando venga en gloria y majestad. Y en realidad, si lo miramos así, es la única interpretación, aunque no excluya la otra. Pero podremos decir que es una explicación suprema, porque si analizamos el contexto, lo dice muy claro, “porque me voy al Padre”; y ¿cuándo nuestro Señor va al Padre? Después de la Ascensión. Luego el tiempo que Él considera “poco”, es toda esta historia de la Iglesia y de la humanidad, desde la Ascensión hasta la Parusía.

Vemos entonces cómo la apreciación de este pasaje del evangelio es eminentemente apocalíptico, no lo olvidemos, no me cansaré de decirlo; porque esa fase de los novísimos, de las postrimerías no hay que ignorarla, sobre todo hoy más que nunca cuando nos encontramos en una situación verdaderamente angustiosa que evoca el fin de los tiempos, y que no hay que confundir con el fin del mundo; porque en el ínterin entre el fin de los tiempos y el del mundo está el reino de nuestro Señor Jesucristo sobre esta tierra, para juzgar no solamente a los muertos sino también a los vivos.

Todo lo que sucede es a veces de difícil explicación, como la primera resurrección y la segunda, que tan mal traída está por la exegesis contemporánea, deudora de muchos errores que se han repetido. Sabios como los padres Castellani, Eusebio de Pesquera, Rovira o Alcañiz, han tratado de corregir ese error infructuosamente, porque también, desafortunadamente, hay que decirlo, en la predicación, en la exegesis y en la teología se introducen en la Iglesia modas, corrientes que se imponen y si no se tiene y no se agudizan la inteligencia y luz sobrenatural, se repite y se copian esos mismos errores. Yerros que les valieron a los judíos no distinguir la primera venida de la segunda. Por eso crucificaron a nuestro Señor, porque no fue el rey que ellos esperaban. Y si a ellos les fue así por ese error de moda, político o lo que fuera. Quién sabe si no nos está yendo tan mal a causa de eso, por una mala concepción del reino de nuestro Señor Jesucristo sobre esta tierra, sobre vivos, y digo esto de paso pero dada su importancia, para que nos demos cuenta.

No hay que confundir el fin de los tiempos con el fin del mundo. Porque todo lo anunciado apocalípticamente está para el fin de los tiempos, la gran crisis, la gran apostasía, la gran hecatombe dentro de la Iglesia zarandeada, sacudida por Satanás, las horas de las tinieblas. ¡Ay de nosotros si nos equivocamos y no lo vemos!, ¿cómo nos defenderemos? Hay que estar alertas, vigilantes y con verdadero espíritu de fe pedir esa inteligencia de los misterios de Dios.

San Agustín dice, entonces, que todo ese tiempo desde la Ascensión de nuestro Señor hasta su segunda venida, es cuando que no le verán, pero que será poco, porque cuando ya venga todo el tiempo que antes nos habría parecido largo, parecerá entonces corto. Como siempre pasa aquí con lo de este mundo, con grandes inconvenientes esperando un evento, y cuando se da, todo lo que se sufrió, se pasó y lo que se esperó, parece que no existiera; pues algo parecido y mucho más será cuando aparezca nuestro Señor. Esa es la gran esperanza y la necesidad de que nos encuentre santos y no carnales, con los deseos de la carne, que como dice San Pedro en la epístola de este día, “combaten contra el alma”, contra el espíritu.

Y sabrá el diablo si el mundo de hoy no es carnal, cuando todo es pornografía, desnudez de la moda en las mujeres, esa desvergüenza, ya no hay pudor ninguno, más les valdría salir en cueros para que por lo menos tuvieran frío o para que se asen con el sol, a ver si aguantan. Por eso no podemos ser ingenuos, ni católicos tontos, ni bobos, no dejarnos engañar por un mundo satánicamente carnalizado; él sabe que llevamos la concupiscencia en la carne, en las venas, en la sangre y que tenemos que luchar contra las pasiones con látigo, rejo y martillo y hacha y machete, pero hay que hacerlo. No se pueden vencer las tentaciones sino con oración, sacrificio y penitencia, para tener medio domado al animal que llevamos dentro, que surge cada vez que la razón específica formal del hombre se obnubila.

De allí la definición del hombre, animal racional, y cada vez que esa razón se aminora, sale el animal, que es él quien mata, odia, fornica, se degenera. Ese es el peligro del alcohol, ¿por qué creen que emborracharse es pecado mortal? Porque quita la razón, y ¿qué emerge?, el bruto; por eso debemos tener cuidado de nosotros mismos. Si a todo esto le agregamos el mundo y el demonio, ¿dónde vamos a parar?

Por eso estamos como estamos. Queremos una religión light, fácil, donde no haya pecado, donde no haya mal sino lo que a mí me parezca, lo que a mí me plazca. No usemos la libertad como dice San Pedro, “a manera de velo”, sino que la utilicemos como hijos de Dios; y hoy ¿qué se hace de la libertad? Se convirtió en libertinaje. Contrario a lo que dice nuestro Señor. Porque el libre albedrío basado en la verdad es lo que nos hace hijos de Dios y seres realmente libres. Debe ser una libertad en la verdad y no en el pecado, no en el error como hoy se quiere y como San Pedro lo señala en su epístola; no es un escudo la libertad para hacer lo que el hombre quiere según sus apetitos animales, sino los espirituales, según los de Dios; no olvidemos que lo que tenemos los hombres en común con los animales es el procrear, el comer y el dormir.

Así que ¿dónde está la libertad del hombre? Es una libertad pecaminosa, no de animal, porque es lo que tenemos en común. Por eso entonces hay que sobrenaturalizarlo para no quedar en la pura animalidad sino que venga a lo que es superior, a lo que es del alma, a lo que es del espíritu, a lo que es de Dios y así podamos usar bien ella y no como un escudo que nos permita hacer lo que queramos, que es lo que hace hoy la juventud, el hombre y la mujer modernos, “hacer lo que se me dé la gana, no estoy sujeto a nada ni a nadie, ni a Dios, porque elijo la religión que quiero, el culto que más me convenga”. Libertad religiosa, ¡maldita, herética y apóstata! Es una verdadera apostasía.

Por eso en el Evangelio de hoy, toda esta vida aquí en la tierra hasta la segunda venida de nuestro Señor, es comparada a un parto, como nos muestra San Agustín hablando de ese poco de tiempo “en que no me veréis y otro poco me volveréis a ver”. Toda la vida histórica de la Iglesia está comparada a un parto, a un dolor, pero que después desaparece. Quiere decir que nuestra vida espiritual, la conversión de los infieles, la vida sobrenatural privada y la pública, de cada uno, es como dolores de un alumbramiento, pero que ese malestar después se convierte en alegría, en gozo, por haber dado un hombre al mundo. Así da la Iglesia hombres para el cielo, esa es su misión, la de sufrir y la de parir cristianos para Dios y que ese penar, ese sacrifico, esa tristeza, se conviertan en alegría.

Pero hacia el fin de los tiempos esos tormentos se acrecientan; cuando la hora de dar a luz se acerca es cuando más terrible y de aflicción es el momento; lo mismo lo será para la Iglesia. No debemos entonces desesperarnos. Esa es la importancia de la interpretación de San Agustín sobre las congojas de la vida en general, de la Iglesia y sobre todo al fin de los tiempos antes de la segunda venida de nuestro Señor. De ahí ese estrechamiento de la Iglesia, ese repliegue que lo vemos en la medición del templo en el Apocalipsis, reducida a un pequeño rebaño fiel, porque: “no todo el que dice ¡Señor, Señor!” es de Dios.

Desgraciadamente no todo el que hoy se dice católico lo es, puesto que yo no puedo ser católico y modernista al mismo tiempo, estar en ruptura con la Tradición de la Iglesia, perseguirla, eso es una contradicción, pero es parte de los dolores de parto de los cuales hoy nos habla el evangelio. Por ello hay que sufrir con gozo, para así poder resistir, y con verdadera fe seguir permaneciendo fieles a nuestro Señor, para que cuando Él venga, nos encuentre vigilantes y esperándolo y no dormidos.

Ese es el mensaje del Evangelio de hoy si bien miramos, si bien lo interpretamos y vemos la esperanza que encierra y eso debe entonces reconfortarnos, fortificarnos para que podamos seguir adelante en medio de un mundo carnal, de un mundo que en definitiva odia a Dios y se opone a la su obra.

Pidamos a nuestra Señora, a la Santísima Virgen María, que nos ayude para que seamos fieles y así nuestro Señor nos encuentre dignos de ser suyos. +

PADRE BASILIO MERAMO
11 de mayo de 2003

sábado, 14 de mayo de 2011

GATO POR LIEBRE


En su conferencia a los fieles en el priorato de Bogotá, el 9 de mayo de 2011, contestando una pregunta, Monseñor de Galarreta manifestó que la petición de la Fraternidad San Pio X a Roma con el fin de lograr la declaración de nulidad de las excomuniones, se hizo sabiendo que lo que se concedería seria el levantamiento de la excomunión.

Las palabras exactas de Monseñor de Galarreta son: “Nosotros pedimos la declaración de nulidad sabiendo que ellos iban a levantar la excomunión.”

Palabras reveladoras, pues confirman que pidieron una cosa (declaración de nulidad de la supuesta excomunión) sabiendo perfectamente que les iban a dar otra cosa (que les iban a levantar la excomunión), que terminaron aceptando y agradeciendo.

¿Qué necesidad tenían de ocultarlo? Deberían haberlo dicho desde el principio para que todos (tanto sacerdotes como fieles de la Fraternidad Sacerdotal San Pio X) lo supieran, y que todo fuese claro desde el principio, que se supiera como las cosas son, con claridad y trasparencia por lo menos.

En su momento se dieron muchas explicaciones, pero nunca se dijo que pidieron la declaración de nulidad sabiendo que les levantarían la excomunión. Es más, lo que realmente se pidió fue la anulación del decreto de excomunión, lo cual no es lo mismo que la nulidad.

Monseñor Fellay había dicho en su sermón de Flavigny del 2 de febrero de 2006: “Hemos pedido ciertamente el retiro del decreto de excomunión, su anulación; pero incluso decir ¡anular” quiere ya decir que se reconoce alguna cosa.”

Es necesario, hacer claridad y establecer la obligada distinción entre la NULIDAD de la excomunión (o del decreto de excomunión) y la ANULACIÓN de la excomunión, pues no corresponden a lo mismo.

Lo primero es aseverar que la excomunión fue nula, nunca existió como tal, siempre fue inválida. Lo segundo, muy diferente a la nulidad, consiste en reconocer que la excomunión fue valida, pero que ahora se anula. Es decir, se revierte el decreto de excomunión (el cual se está considerando valido), tras haberse pedido perdón y entonces la excomunión (sanción medicinal) se levanta, se quita o en términos canónicos: se remite la pena.

Dice Monseñor de Galarreta, que lo que hicieron fue bueno. Y si lo fue ¿por qué no lo dijeron antes?, ¿por qué tantas explicaciones y justificaciones sin mención de esta?

Esto es sorprendente y revelador. Dieron infinidad de explicaciones, pero esta no fue siquiera mencionada en ese momento.

Ahora tras la consumación de los hechos y habiendo creído todos en aquello que se les decía, vienen a revelarlo, poco importa ya decirlo. Lo que es evidente es la mentira y el engaño que hubo al no decirlo todo desde un principio. Esta es la verdad.

Para quedar bien se disimuló, se pidió una cosa buena, la nulidad de la excomunión (declararla nula, sin valor desde el principio), sabiendo que se recibiría una cosa mala, la remisión de la excomunión (reconociendo implícitamente que si hubo tal).

Esto es un engaño para los sacerdotes y todos los fieles, es peor que si le dan gato por liebre, es pedir liebre a sabiendas que les darán gato, piden liebre para que les den gato y se comen gustosos el gato, porque les gusta el gato, •quieren• gato y no liebre.

Claro, guardando las apariencias, pues cómo iban a pedir de frente (descaradamente) que les levantasen la excomunión, ¡no! había que hacerlo disimuladamente, con el beneplácito del acuerdo de Roma, por supuesto.

Eso fue lo que se hizo y lo que pasó. Ahora como el clavo ya entró, la píldora ya se tragó, el gato ya se comió, y les supo bien, siguen comiendo ya que piensan que es mejor tener el estomago lleno con gato que vacio de liebre.

¡Bon appetit! ¡Buen provecho!

P. BASILIO MERAMO
BOGOTA, 14 MAYO DE 2011

viernes, 13 de mayo de 2011

AVE DE FATIMA





CANTO A NUESTRA SEÑORA

El trece de Mayo la virgen María
bajo de los cielos a Cova de Iria
Ave Ave, Ave María;
Ave Ave, Ave María;

A tres pastorcitos la Madre de DIOS
descubre el misterio de su corazón
Ave Ave, Ave María;
Ave Ave, Ave María;

Haced penitencia, haced oración
por los pecadores implorad perdón
Ave Ave, Ave María;
Ave Ave, Ave María;

Las modas arrastran al fuego infernal,
vestid con decencia si os quereis salvar,
Ave Ave, Ave María;
Ave Ave, Ave María;

El Santo Rosario constantes rezad,
Y la paz del mundo el Señor os dará,
Ave Ave, Ave María;
Ave Ave, Ave María;

Que pura y que bella se muestra María
que llena de gracia la cova de Iría
Ave Ave, Ave María;
Ave Ave, Ave María;

Recomendamos especialmente la lectura del artículo, (solo de click sobre el título):
LA SALETTE Y FATIMA PROFECIAS APOCALIPTICAS DE LOS ULTIMOS TIEMPOS
del padre Basilio Méramo

domingo, 8 de mayo de 2011

SEGUNDO DOMINGO DESPUES DE PASCUA




Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:
En este segundo domingo después de Pascua llamado Domingo del Buen Pastor en alusión al Evangelio de hoy, vemos cómo nuestro Señor les dice a los fariseos, a pesar de las injurias y calumnias, que Él es el buen Pastor. Podemos observar a lo largo de todo el Evangelio esa pugna, esa lucha, esa antítesis entre los fariseos y nuestro Señor. Santo Tomás de Aquino nos dice que el buen Pastor es el que apacienta el rebaño y lo gobierna. Por eso, todo guía, a imagen de nuestro Señor Jesucristo en la Iglesia, debe apacentar el rebaño y gobernarlo para el bien de las almas y mayor gloria de Dios. Y ¿cómo apacienta nuestro Señor a su grey, es decir, a su Iglesia? Lo hace con la doctrina de su amor, con la caridad manifestada en la cruz. Él llega a la inmolación de sí mismo por su gente. Vemos así cómo se llega a ese sacrificio máximo en aras del beneficio del rebaño, del bien común, de la Iglesia, de nosotros.

Nuestro Señor enseguida les muestra la imagen del mercenario. El asalariado que no es propiamente pastor porque no está por el beneficio y la utilidad del rebaño sino por el propio, por la merced, por la prebenda que puede adquirir en su provecho y a expensas del apostolado. Éste pasa por pastor pero sin que en el fondo le importe el oficio de gobernar y apacentar las ovejas, sino que ejerce ese ministerio para propia utilidad; cuando viene el lobo, cuando viene el peligro, lejos de exponer su vida por las ovejas, huye como todo jornalero, porque le importa mucho más su vida que la de los fieles, la de las ovejas y se dispersa, se disgrega el rebaño.

Qué reproche más grave hace nuestro Señor, y éste no va solamente para los fariseos sino a todo mal sacerdote, mal religioso, a todo aquel que tenga a su cargo el apacentar las ovejas de la Iglesia, sea sacerdote, cura, obispo o cardenal. Todo prelado, todo aquel que tenga un mando, una autoridad en la Iglesia, si está por beneficio propio es un mercenario; mientras que el buen Pastor gobierna bien las ovejas y las apacienta con la doctrina de la verdad, de la caridad, con la de la Cruz que nos refleja esa caridad en grado sumo.

En cambio, al mal Pastor no le importa y huye ante el peligro dejando que el rebaño se disgregue y se pierda. Sólo Dios sabe si hoy día habrá malos pastores en la Iglesia, primero porque no se la gobierna en beneficio de la salvación de las almas, sino de acuerdo con los principios del mundo moderno; no para Dios, sino para exaltar al hombre. Se enaltece al hombre, se le endiosa, y no se le gobierna dirigiéndolo hacia su fin último sino que se trata de condescender todo lo posible con él para congraciarse según sus caprichos, sus debilidades, según todo aquello que se opone en definitiva a Dios. Y la prueba de ello es que en todas las naciones que se dicen desarrolladas, como Inglaterra, donde está aprobada públicamente la homosexualidad y al Primer Ministro de su Graciosa Majestad, su herética majestad diría yo, porque es un apóstata, ya que Inglaterra era la isla de los santos y abjuró, se le da la comunión en el Vaticano cuando él no es católico, es protestante; si fuera católico sería pésimo. Ese es un simple ejemplo de un país que se tiene por culto y avanzado.

Para que nos demos cuenta de cuán mal gobernados estamos hoy por los mercenarios que no rigen en beneficio de los intereses de Dios sino de los reyes de la tierra, del hombre: se promueven las aberraciones más grandes como la homosexualidad, no se diga ya del “matrimonio” entre ellos. Es un hecho que hoy para el mundo moderno vale lo mismo el matrimonio católico que el concubinato civil legalizado por los pequeños países que siguen el mal ejemplo de las grandes potencias, que si miramos bien son protestantes y ateas. Luego no se puede condescender con el mundo moderno en detrimento de la honra y la gloria de Dios.

No se pregunte ya entonces en dónde queda la moral pública, que está por el suelo, como lo vemos hoy; todo eso no es sino desgobierno. Porque mandar es encauzar, dirigir a los subordinados hacia el bien último tanto en el orden natural como en el sobrenatural. Y en el orden natural el bien de la sociedad es la integridad, vivir en paz y en convivencia por el ejercicio de la virtud; eso ya lo sabían los paganos, como Platón y Aristóteles.

Hoy el hombre moderno no lo sabe en su ignorancia supina, tirándoselas de sabio y científico cuando no conoce lo más elemental, al contrario de los paganos. ¿Qué se deja entonces para el orden sobrenatural? Conducirnos al cielo, no al infierno, esa es la misión de la Iglesia y por ello es su autoridad. Pero, para colmo de males, dudando o negando parcial o totalmente el infierno, hoy “todo el mundo se salva sin recordar que hay un averno”, cuando la mejor manera de hacer que las personas no vayan a él es recordándoselo y no como se hace hoy.

Hay quienes dicen que “no existe el fuego eterno del infierno”, cuando está expresado más de catorce veces en las Sagradas Escrituras; todo eso es falta de gobierno y de doctrina, de caridad. Ésta está en la verdad, en su predicación, y es Dios, esa verdad que se encarnó es nuestro Señor Jesucristo y que tiene Dios en Sí mismo, como lo dice nuestro Señor, que Él conoce a sus ovejas como Él es conocido del Padre y como el Padre lo conoce a Él; es un entendimiento en la Trinidad y por eso se revela en ella.

Nuestro Señor viene, se encarna esa verdad, se hace carne esa revelación y deposita su doctrina en su Iglesia, para que le conozcamos como Él conoce a sus ovejas y es conocido del Padre Eterno. Porque nuestra religión es una religión trinitaria, creemos en el Dios único en tres personas y sin esa comprensión sobrenatural no hay religión verdadera, no hay fe, no hay Iglesia. Es nuestro Señor mismo quien nos lo dice. De otra manera no se entendería por qué y a cuento de qué, se refiere al decir: “Conozco a mis ovejas, y las mías me conocen a Mí”, y nombra a su Padre y el saber que de Él tiene su Padre. Esto nos debe ayudar a reflexionar, a meditar, a contemplar para que profundicemos en nuestra religión y saquemos de allí alimento espiritual y se nutran así nuestras almas de las verdades de Dios, que están contenidas en las Escrituras.

En este mismo evangelio, nuestro Señor les hace alusión a esa gran promesa, porque cuando se anuncia como el buen Pastor también habla de la misión que Él tiene de reunir a todos los hombres en un solo rebaño, bajo un solo pastor. Y si bien se mira, todos los errores modernos, todo ese deseo de unión que tienen los hombres, corresponden a esa promesa, pero en Cristo. Es por esto que nuestro Señor nos dice: “Se hará un solo rebaño y un solo pastor” que es Él, es nuestro Señor Jesucristo.

Luego, nada que ver los judíos, ni los musulmanes, ni los budistas, sino que se tienen que convertir a la Iglesia católica. Y no lo que se hace hoy, que se diluye la Iglesia, se la disgrega para unir a los hombres no en Cristo sino en el hombre; y les digo más, se unirán en el anticristo como está anunciado; no hay término medio. Por eso la necesidad de la predicación de la doctrina, para que los paganos, infieles, ateos, los de todas las falsas religiones se conviertan a la verdad de Cristo, a esa verdad encarnada y no a un ideal filantrópico de la dignidad y la libertad del hombre, convirtiendo la religión en algo humano y no divino. Y esa es justamente la religión que hoy se está engendrando, la del humanismo ateo, donde tanto el comunismo como el capitalismo convergen en un sincretismo político que necesita una fusión religiosa, luego es una religión católica sin su contenido.


Allí se origina el desorden y la falta de pastores y se llena la Iglesia de mercenarios que predican lo que no es Cristo. En el fondo van a terminar proclamando al anticristo aunque no se den cuenta de eso todavía, como no sabemos el demonio nos azuza; después de la vil caída es que podemos, si levantamos la mirada al cielo, comprender que fue el demonio, y nosotros, culpablemente, no lo habíamos advertido desde el principio, por nuestra propia estupidez.

Ahora bien, nuestro Señor aclara, habla de mercenarios y de los buenos pastores que lo imitan; eso dentro de la Iglesia, si no fuera así no hablaría de jornaleros, de lobos, de peligros. La Iglesia es Santa, pero no todo lo que está en la Iglesia es santo, como los fieles, como el clero, como su jerarquía, que puede ser mala o buena, santa o impía y eso no le quita un ápice a la santidad de la Iglesia como institución divina, porque la cabeza de la Iglesia es Cristo. Pero no todo lo que está dentro de la Iglesia es divino, sino en la medida en que sea fiel a nuestro Señor, y será infiel e impío en el orden en que se separe de nuestro Señor por obra de los mercenarios.


Y digámoslo de una vez, es por los infiltrados dentro de la Iglesia católica, apostólica y romana, como los masones, judíos, ateos, modernistas, que llegan a ser sacerdotes, obispos o cardenales. De ahí la necesidad de señalar el mal como lo hacía nuestro Señor. El buen Pastor, entonces, es el que da la vida por sus ovejas, como la dio nuestro Señor y los mártires. Es difícil creerlo y me duele decirlo, pero lo haré. Juan Pablo II besa el Corán, cuando San Perfecto murió mártir en España en la época de la invasión musulmana por maldecir ese libro.

Es blanco sobre negro, y lo que dije del primer ministro de Inglaterra que recibió la comunión en el Vaticano, de manos de Juan Pablo II; esa noticia se puede obtener por Internet en la propaganda o en la página de Zenit, que es la del Vaticano; no es ningún invento. ¿Qué está pasando en la Iglesia de Dios? Ahora nadie se escandalice, mis estimados hermanos. San Malaquías, en las divisas de los Papas, coloca a Papas y antipapas. Con esto no estoy haciendo ningún juicio, simplemente estoy dando una información para que por ignorancia no se asombre nadie de lo que yo pueda decir, porque aquel que se moleste por fariseo ya sería perversión del corazón. Pues bien, San Malaquías habla en sus lemas de algunas que corresponden a antipapas como los ha habido en la Iglesia, y el que conoce un poco de su historia puede llegar a contar hasta más de cuarenta antipapas.

¿Qué quiero decir con esto? Sencillamente que no basta cerrar los ojos y decir que porque lo señaló el Papa ya está bien; puede estar mal y muy mal. El error, mis estimados hermanos, hoy se propaga por vía de autoridad y ese es el golpe maestro de Satanás, hacer prevalecer la falsedad por vía de mando, porque lo dijo el Papa, Roma o los cardenales.

Hay que estar advertidos, sobre todo para los últimos tiempos en los que la Iglesia puede ser y será infiltrada; para obedecer hay que acatar la verdad y ésta tiene que estar en armonía con la eterna que es Dios; que no prediquen otra Iglesia católica fuera de la que enseñaron los apóstoles y por la que murieron mártires, en la que vivieron todos los santos. La Iglesia católica, apostólica y romana no nace con el Vaticano II; se originó hace dos mil años en la Cruz y perdurará idéntica en su institución divina, en su doctrina, en su moral hasta el fin de los tiempos; pero cuando venga el anticristo habrá una defección dentro de la Iglesia, por culpa de los mercenarios que adorarán dentro de ella al anticristo; eso es lo que nos dicen las Escrituras, y nos lo recuerdan las verdaderas profecías de La Salette, de Fátima.

Somos católicos, apostólicos y romanos hasta la muerte. Y no basta que lo diga un sacerdote, un cardenal o un Papa, para que nos traquemos el cuento, si eso que dijo va en contra del Evangelio, pues hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. ¿No fueron acaso, Anás y Caifás los sumos sacerdotes de la sinagoga, de la jerarquía de la Iglesia del Antiguo Testamento quienes crucificaron a nuestro Señor? Y la autoridad eclesial de hoy es la que está inmolando a nuestro Señor, por andar coqueteando con los reyes de la tierra, y así se hacen a imagen de la ramera del Apocalipsis, la que bebe el cáliz de la sangre de los mártires y que está sobre la bestia para agradar a los reyes terrenales.

O no nos damos cuenta, o no queremos saberlo. Así es como se está perdiendo la fe; por eso esta humilde capilla tiene la misión de guardar la doctrina según la santa Tradición de la Iglesia católica, apostólica, romana. No somos protestantes, Testigos de Jehová, judíos o musulmanes. Somos católicos, apostólicos y romanos, pero conocemos cuándo hay que desobedecer a los hombres para someternos a Dios. Y si no, ¿por qué creen ustedes que la Iglesia católica está llena de cardenales, sacerdotes, religiosos depravados, corrompidos? Los seminarios están vacíos y cuando tienen vocaciones, la mitad de ellas son desviadas, y al que es buen alumno lo echan, por ser decente o medio decente.

¿Qué pasa dentro de la Iglesia? Pues lo que dijo nuestra Señora en La Salette, que Roma perdería la fe y sería sede del anticristo; hacia eso vamos ya lo dijo nuestra Señora, la Santísima Virgen María; vayan y reclámenle a Ella los fieles que se puedan escandalizar, o que crean que exagero. Es más, me guardo la mitad de lo que sé, para no volverme pesado, para no asustar a nadie, pero tampoco me puedo callar. Sé que viene mucha gente nueva, pero quien busca la verdad la encuentra, porque Dios nuestro Señor nos muestra dónde está la realidad y por eso la fidelidad a nuestra Señora, a la Santísima Virgen María.

¿Por qué creen que no se ha querido revelar el tercer secreto de Fátima? Porque de un modo u otro especificaba lo que estoy diciendo, lo señalaba, pero los mercenarios que están en la cúpula de la Iglesia, cardenales judíos y masones, no lo van a permitir, es un hecho, como los crímenes en el Vaticano. Hay libros que lo mencionan, entonces no se está diciendo nada que un fiel medianamente instruido no sepa. Lo que pasa es que a veces la verdad duele porque no nos gusta que nos la digan, queremos que nos hablen lo que nos siga manteniendo en el letargo y en la anemia espiritual como viven los católicos hoy día y por eso el mundo y la Iglesia están como están.

La Iglesia católica y su culto se están volviendo protestantes. ¿Por qué creen que la gente comulga en la mano, si eso es sacrílego? Reciben la comunión de pie y sin ningún signo de adoración al Rey de reyes y al Señor de los señores. ¿Por qué han sacado el altar y lo han convertido en una mesa? Pues para hacerlo una cena protestante, para que los infieles se sientan en su casa. Por todo lo anterior se inventa una nueva misa, y por eso la persecución de todo lo que es Tradición, de todo lo que es verdad, y a esos dos santos obispos, monseñor Lefebvre y monseñor De Castro Mayer, los únicos que osaron decir públicamente la verdad.

Nosotros, por tanto, no podemos continuar en ese orden alterado y creer que somos católicos. La única manera de ser católicos, apostólicos y romanos es conservando la Misa Romana, la Tridentina, que es la misma que los Papas de Roma celebraron desde cuando se formó ese rito y que ahora después de más de dos mil años se la tira a la basura, porque hay que pedir permiso, cuando tiene la Bula de un Papa Santo como San Pío V. Todos absurdos, como lo fue el proceso farisaico que los judíos le infligieron a nuestro Señor y ahora esa historia se repite; la desgracia es que el gran verdugo o anfitrión, hoy en día elegido para destruir la Tradición, sea el cardenal colombiano Castrillón Hoyos.

Pidámosle a nuestra Señora el saber distinguir quién es el buen Pastor y quién el mercenario, para que haya luz. El que viene aquí por primera vez, aunque sea distraídamente, pero que entró, ya Dios le dio una gracia, pero depende de que ella fructifique de acuerdo con el terreno en el que cae la semilla, ya sea a la vera del camino, entre espinas o en tierra fértil. He ahí el problema, el dilema del por qué mucha gente no está en la verdad, no la defiende, porque la semilla, la gracia de Dios cae en un mal terreno. Roguemos a nuestra Señora que nos ayude a ser tierra fértil. Es un signo de verdad, de salvación y aun de predestinación la verdadera devoción a la Santísima Virgen María, porque a través de Ella vino nuestro Señor, se encarnó y Ella nos lleva a Él como una buena madre que ama a sus hijos y los protege, esa es su misión. Invoquemos esa protección de nuestra Señora porque Ella es la Madre de Dios. +

PADRE BASILIO MERAMO
4 de mayo de 2003

domingo, 1 de mayo de 2011

BEATIFICACIÓN DEL ECLIPSE DEL SOL


La beatificación de Juan Pablo II, cuya divisa fue De labore solis (el eclipse del sol), señala el eclipse del sol de la luz de Cristo y su Iglesia sobre el mundo que está sumergido en la Gran Apostasía de las Naciones de los Gentiles anunciada por las Sagradas Escrituras, y el retiro del obstáculo (Katejon) que es el Imperio de la Verdad como se refleja de las palabras de San Pio X al decir que Cristo vendrá una segunda vez (Parusía) cuando la doctrina se corrompa y que el Imperio de la Verdad no sea posible en este mundo: “Vigilad, ¡oh! Sacerdotes, para que la doctrina de Jesucristo, no pierda por vuestra culpa el semblante de su integridad. Conservad siempre la pureza y la integridad de la doctrina (…). Cuando esta doctrina, no pueda ya guardarse incorruptible y que el imperio de la verdad no sea ya posible en este mundo, entonces el Hijo de Dios aparecerá una segunda vez. Pero hasta este último día nosotros debemos mantener intacto el depósito sagrado y repetir la gloriosa declaración de San Hilario: ‘Más vale morir en este siglo que corromper la castidad de la verdad’.” (Pie X, Jérome Dal-Gal O.M. Conv. 1953, p.107 – 108).

Con la beatificación de Juan Pablo II lo que impera es el error, la mentira y la confusión doctrinal y religiosa que jamás se ha visto ni se verá (la Gran Tribulación de las sagradas profecías). Dicha beatificación es la apoteosis del triunfo de la Sinagoga de Satanás dentro de la Iglesia, la cual es ultrajada en la pureza y virginidad doctrinal y religiosa, es la beatificación de la Nueva Iglesia postconciliar y de la nueva falsa Religión Mundial, Ecumenista, Gnóstico-Cabalística, es la beatificación del Modernismo y de la Revolución Universal Anticristiana, es la beatificación de la Contra Iglesia del Anticristo-Pseudoprofeta, es la beatificación del Misterio de Iniquidad, es la beatificación de la Abominación de la Desolación en el Templo (la Iglesia), es el triunfo del judaísmo dentro de la Iglesia, la Gloria del Olivo, De gloria olivae (divisa de Benedicto XVI); y en consecuencia la reducción de la verdadera Iglesia a un pequeño rebaño (pusillus grex, Lc. 12, 32) disperso por el mundo, fiel a la Sacrosanta Tradición Apostólica, Romana. Por eso nos señala Nuestra Señora de La Salette que “Roma perderá la fe y se convertirá en la sede del Anticristo”. Habiendo además revelado que “la Iglesia será eclipsada” y “el mundo quedará consternado”, puesto que “ha llegado el tiempo: el sol se oscurece; sólo la fe vivirá”, “la verdadera fe se ha extinguido y la falsa luz alumbra al mundo”, “esta será la hora de las tinieblas, la Iglesia tendrá una crisis espantosa”, “pelead, hijos de la luz, vosotros, pequeño número que ahí veis; pues he aquí el tiempo de los tiempos, el fin de los fines” . (Aparición y Mensaje de La Salette, José Luis de Urrutia S.J.).

No olvidemos la profecía de San Anselmo, Obispo de Sunium, Grecia, del siglo XIII (Vaticinia illustrium virorum, Venecia, 1605) relacionada con Juan Pablo II, cuyo nombre era Karol: “!Ay de ti, villa de las siete colinas [Roma] cuando la letra K sea aclamada dentro de tus murallas! [Karol, nombre de Juan Pablo II]. Entonces tu caída estará próxima. Has irritado al Altísimo con tus crímenes y blasfemias, perecerás en la derrota y la sangre”. (Folleto, El Tiempo que se Aproxima -según las principales profecías- , reimpreso en 1988, p. 32 ed. Publicaciones del Padre José Luis de Urrutia, S.J. ) , quien fue catedrático de la Facultad de Derecho Canónico de Madrid.

Así mismo el venerable Holzhauser llegó a decir en su comentario al Apocalipsis sobre la Iglesia y su deplorable situación al final de los últimos tiempos apocalípticos antes de la venida del Mesías en gloria y majestad:

” § 3. Del Antipapa abominable y perverso idólatra, que desgarrará la Iglesia de Occidente y hará adorar la primera bestia ( XIII, 11 – 18).

XIII, 11: ‘Vi enseguida surgir de la tierra otra bestia, ella tenía dos cuernos como un cordero, pero hablaba como un dragón.’ Esta bestia es un falso profeta que anunciará al hijo de perdición como siendo el Cristo, (…) mientras que el falso profeta se elevará, prevalecerá y dominará sobre la tierra firme, que es vecina de los mares y sobre la cual se encuentra actualmente el Imperio Romano abarcando en su seno los Estados de la Iglesia. ‘Ella tiene dos cuernos como un cordero’, porque ella será un cristiano apóstata (…). Entonces la Iglesia será dispersada en las soledades y los lugares desiertos, en los bosques y las montañas, y en las hendiduras de las rocas, porque el pastor habrá sido golpeado y las ovejas dispersadas. Puesto que será como en el tiempo de la Pasión de Nuestro Señor. Y parece que a esta circunstancia de la última desolación es a la que hace alusión cuando dice en su Pasión, Mateo XXVI, 31: ‘Porque está escrito: heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño.’ Entonces la Iglesia Latina será desgarrada y a excepción de los elegidos, habrá una defección total de la Fe.” ( Revelation du Passé et de l’avenir, Interprétation de l’Apocalypse du venerable Barthélemy Holzhauser,-hacia 1650 – p. 91).

Monseñor Lefebvre a su vez dijo muy claramente, precisamente después de hablar con el Cardenal Ratzinger en Roma, para que hoy se lo oculte y desconozca, que Roma había caído en la apostasía, que el Concilio Vaticano II es cismático, que las personas que ocupan Roma son anticristos: ” Creo que podemos hablar de descristianización y que estas personas que ocupan Roma hoy son anticristos, no he dicho antecristos, he dicho anticristos, como lo describe San Juan en su primera carta: ‘Ya el Anticristo hace estragos en nuestro tiempo’. El Anticristo, los anticristos; lo son ellos, es absolutamente cierto”. (Conferencia espiritual, Ecône, 14 de Septiembre de 1987)

Y por si fuera poco Monseñor Lefebvre señala la apostasía de Roma modernista: “Lo que les interesa a todos ustedes es conocer mis impresiones después de la entrevista con el Cardenal Ratzinger el 14 de Julio último. Lamentablemente debo decir que Roma ha perdido la Fe. Roma está en la apostasía. Estas no son palabras en el aire, es la verdad: Roma está en la apostasía.” (Conferencia Espiritual, Ecône, 14 de Septiembre de 1987).

Sobre el Concilio Vaticano II Monseñor Lefebvre recalcó que es un Concilio cismático, cosa que muy pocos tienen en cuenta hoy, por no decir ninguno, que corresponde a una Nueva Iglesia. “Este Concilio representa tanto a los ojos de las autoridades romanas como ante los nuestros una Nueva Iglesia que ellos llaman una ‘Iglesia conciliar’. Creemos poder afirmar, ateniéndonos a la crítica interna y externa del Vaticano II, es decir analizando los textos y estudiando los acontecimientos y resultados, que éste al dar la espalda a la Tradición y al romper con la Iglesia del pasado, es un Concilio cismático. Se juzga el árbol por los frutos. (Un Evéquê parle, ed. Dominique Martin Morin, 1977, tomo II, p. 97).

Del Cardenal Ratzinger que a la sazón era Prefecto de la Congregación de la Fe, Monseñor Lefebvre afirmó categóricamente poco antes de morir que era un hereje: “Os invito a leer el denso artículo de fondo de Sí, sí; No, no que ha salido hoy sobre el Cardenal Ratzinger. No sé quién es el autor del artículo, porque siempre escriben bajo un pseudónimo, pero está muy documentado, concluye que el Cardenal Ratzinger es herético. (…) Pone en duda que haya un Magisterio que sea permanente y definitivo en la Iglesia, eso no es posible, él acomete contra la raíz misma de la enseñanza de la Iglesia, de la enseñanza del Magisterio de la Iglesia. Ya no hay una verdad permanente en la Iglesia, verdades de Fe, dogmas en consecuencia, se acabaron los dogmas en la Iglesia, esto es radical. Evidentemente esto es herético, es tan claro, es tan horroroso, pero es así.” (Conferencia Espiritual, Ecône, 8 y 9 de Febrero de 1991). Nótese bien para el lector no avisado que esta fue una de las últimas conferencias de Monseñor Lefebvre quien murió al mes siguiente, el 25 de Marzo.

Todo esto nos hace evocar lo que ya dijera cuasi proféticamente o sin el cuasi si quieren, el Padre Leonardo Castellani: “Es el Misterio de la Iniquidad, ‘la Abominación de la Desolación’; la parte carnal de la Iglesia ocultando, adulterando y aun persiguiendo la verdad, Sinagoga Satanae, por eso la parte fiel de la Iglesia padecerá ‘dolores de parto’, (…).” (Los Papeles de Benjamín Benavides, ed. Dictio, Buenos Aires, 1978, p. 226 – 227).

“La herejía de hoy, (…) pareciera explícitamente no negar ningún dogma cristiano sino falsificarlos todos. Pero, mirándolo bien niega explícitamente la Segunda Venida de Cristo; y con ella, niega su Reyecía, su Mesianidad y su Divinidad, es decir niega el proceso divino de la Historia. Y al negar la Divinidad de Cristo niega a Dios. Es ateísmo radical revestido de las formas de la religiosidad. Con tener todo el aparato externo y fraseología cristiana falsifica el cristianismo, transformándolo en una adoración del hombre; o sea, sentando al hombre en el templo de Dios, como si fuese Dios. Exalta al hombre como si sus fuerzas fuesen infinitas, promete al hombre el Reino de Dios y el Paraíso en la tierra por sus propias fuerzas. La adoración de la Ciencia, la esperanza en el Progreso y la desaforada Religión de la Democracia, no son sino idolatría del hombre; o sea, el fondo satánico de todas las herejías, ahora en estado puro. (…) Esta religión no tiene todavía nombre, y, cuando lo tenga, ese nombre no será el suyo, todos los cristianos que no creen en la Segunda Venida de Cristo se plegarán a ella.” (Cristo ¿vuelve o no vuelve?, ed. Dictio, Buenos Aires, 1976, p. 18).

Y para complementar y empalmar redondeando los conceptos oigamos lo que dijo Nicolás Gómez Dávila sobre la Democracia: “La Democracia es una religión antropoteista. Su principio es una opción de carácter religioso, un acto por el cual el hombre asume al hombre como Dios.” O estas dos frases que son, también, muy dicientes al relacionar la democracia con la gnosis: “Las cosmogonías órficas y las sectas gnósticas son antropoteismos retrospectivos, la moderna religión democrática es un antropoteismo futurista.” Y “La democracia no es atea, porque haya comprobado la irrealidad de Dios sino porque necesita rigurosamente que Dios no exista, la convicción de nuestra divinidad implica la negación de su existencia.” Mostrando además su relación con el progresismo: “La idea del progreso es la teodicea del antropoteismo futurista, la teodicea del dios que despierta desde la insignificancia del abismo.” (Extraído de “Textos I” Bogotá 1959).

Para aquellos que buscan y esperan un supuesto triunfo antes de la Parusía, o su equivalente, (una reconquista) les recordamos caritativamente lo que ya advirtiera nuestro querido Padre Castellani: “En la presente edad no será la Iglesia mediante un triunfo del espíritu del Evangelio, sino Satanás mediante un triunfo del espíritu apostático, que ha de llegar a la pacificación total (aunque perversa, aparente y breve) y a un reino que abarcará todas las naciones; pues el Reino mesiánico de Cristo será precedido del reino apostata del Anticristo.” (Decíamos Ayer, ed. Sudestada, 1968, p. 27).

No es pues el triunfo de la Iglesia sino de la Contraiglesia, el triunfo de la religión adulterada por obra de la judaización y cabalización en la Iglesia, la cual se perfila como Pseudoiglesia. Es lo que el Padre Castellani manifiesta en el texto citado. ¡No nos confundamos de triunfo! Pues no hay término medio, si no esperamos el triunfo de Cristo Rey para la Parusía, viniendo en gloria y majestad, que es lo mismo que el triunfo del Inmaculado Corazón de María o de los Sagrados Corazones, esperamos el triunfo del espíritu apostático como se colige del último texto que citamos.

Verdaderamente con la beatificación de Juan Pablo II no se puede decir sino que es la gran apoteosis del Maligno cual castigo sobre un mundo que ha renegado de Cristo, en aras de la falsa y sacrílega paz y de la globalización mundial que procura el Paraíso en la tierra, pero sin la Verdad y sin Cristo.

Así se entienden las proféticas y aterradoras palabras de Cristo: “Pero el Hijo del hombre, cuando vuelva, ¿hallará por ventura fe sobre la tierra?” (Lc. 18,8), y “si aquellos días no fueran acortados, nadie se salvaría” (Mt. 24,22).

Callar es claudicar, el silencio es complicidad, el que calla otorga y el que otorga acepta. Pues ya decía el Papa León XIII retomando las palabras de su predecesor San Felix III del siglo V (483 – 492), haciéndolas también suyas: “El juicio de Nuestro predecesor, Felix III, acerca de ese asunto es muy grave: ‘no resistir al error es aprobarlo; no defender la verdad, es ahogarla… Quien cesa de oponerse a un crimen manifiesto, puede ser considerado como cómplice secreto del mismo’.” (Carta Encíclica, Inimica Vis, 8 de Diciembre de 1892).

No olvidemos, además, la gran exhortación apocalíptica de S. Pablo, para que estemos vigilantes y expectantes sin desfallecer ante el mal: “Te conjuro delante de Dios y de Jesucristo, que ha de juzgar vivos y muertos, por su aparición y su reino. Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo; reprende, ruega, exhorta, con paciencia siempre y afán de enseñar. Porque vendrá tiempo en que no soportarán la sana doctrina, sino que en alas de sus pasiones y con la comezón en sus oídos, se elegirán maestros a granel y desviarán sus oídos de la verdad y se volverán hacia las fabulas. Tu, anda sobre ti en todo, soporta el sufrimiento; haz obra de predicador del Evangelio; cumple con tu ministerio.” (II Tim. 4,1-5)

“Sí, sí; No, no. Todo lo que excede esto viene del Maligno”(Mt. 5,37), pues “todo lo que no procede de la fe es pecado” (Rom. 14,23), por esto “el justo vivirá de la fe” (Rom. 1,17), sin “acomodarse a este siglo” (Rom. 12,2), siempre “obedeciendo a la verdad” (I Ped. 1,22). Y en estos últimos tiempos apocalípticos, “firmes en la fe” (I Ped. 5,9), debemos perseverar hasta la Parusía, como exhorta Santiago Apóstol: “Tened, pues, paciencia hermanos hasta la Parusía del Señor” (Sant. 5,7). Parusía en la cual consiste nuestra bienaventurada esperanza, según los apóstoles San Pedro y San Pablo: “Poned toda vuestra esperanza en la gracia que os traerá cuando aparezca Jesucristo” ( I Ped. 1, 13). “Renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos vivamos sobria, justa y piadosamente en este siglo actual, aguardando la dichosa esperanza y la aparición de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo” ( Tit. 2, 13).

PADRE BASILIO MERAMO
Bogotá, 1 de Mayo de 2011.

¡¡¡¡¡¿Ahhh .. QUE.. LA...REfritura!!!


“AVE MARIA PURISSIMA”

En este día 1 de Mayo, que convergen entre otras cosas, aun la octava de la fiesta de la resurrección, de nuestro amado Redentor, Dominica In albis, también convergen los días del trabajo instituidos por la masonería, por antonomasia del movimiento obrero patronal, cuyo origen se remonta al año 1889.

http://masonesnewyork.blogspot.com/2011_05_01_archive.html

Así como los Vínculos de la Gran Romera, con su Kowalska, y su señor de su misericordia, y algunas medallitas similares, que además pretenden “sine qua Non” “Vati…ficar” a la AB-hominacion de la desoladora, que ocupó el lugar santo, durante el periodo de una falsa paz, (así anunciado), por el periodo de 25 años, mismos en los que por el imperio en las siete colinas, de la K, , entre otras muchas herejías por lo menos materiales, la Inmaculada esposa de Nuestro Señor JesuCristo, pretendió ser rebajada al nivel de las rameras, en ese Panteón de Asís.

Así pues, con este “revivir” a quien llegó a la sinagoga en su Nombre, y si fue recibido, por los deicidas, quien además llegó desde oriente a la “otrora” ciudad Santa, quien materialmente quitó en la conciencia de la gran mayoría, no solo los dogmas del infierno y purgatorio, sino aun de la necesidad del Mismo DIOS, cambiándolo por uno falso y alcahuete, quien dicho sea de paso, a la Divina Prevención de nuestro Señor JesuCristo, ante aquella terribilísima advertencia, de no creer, a quienes dijeran que ÉL, estaba en el desierto, o en el fondo de la casa, (Sedevacantismo, y acuerdismo respectivamente), también cumple la divina contenida en ese Evangelio, “DONDE ESTE EL CADAVER, AHÍ ESTARAN LAS AGUILAS”

Es en sí misma la parodia, del levantamiento de la Santa cruz de nuestro amado Redentor, el ab-homine pseudo canonizado, y su profeta, cumplimentando a la perfección, todas y cada una de las escrituras a su respecto, sobre todo en lo que hace al Santo Apocalipsis, en donde tenemos las únicas presencias, de la Santísima Virgen María, y del mismo Apocaleta , como bastiones, en las “tres horas” de agonía que le restan a la inmaculada esposa, (sueño de Don Bosco), tiempo en el cual, debemos acogernos a la Santísima corredentora, como a MADRE, y haciendo lo que Nuestro señor JesuCristo, nos ha dicho” .

Más que nunca estimando correctamente al mundo en su justa medida, a las estadísticas y suma de voluntades y opiniones como provenidas del mundo, y en consecuencia, provenidas del maligno, quien está perfectamente consciente de que le queda poco tiempo, y luchará con todo por seducir “De ser posible aún a los escogidos”

Época de gran confusión, en la que resulta un tanto difícil distinguir si es bueno o es malo lo que “me gusta” o me conviene desde la perspectiva hedonista, debemos tener más que nunca presentes, todos y cada uno de los elementos parametrales, del Santo magisterio, los conceptos claros, y aplicados de la Verdadera Humildad, y de todas las virtudes, la práctica SEGURA, del “Último recurso que el cielo nos dio” el rezo del santo rosario, y cuidado, que la Santísima Virgen María, como ese último recurso, no dijo la tercera parte de…

Cada vez está más cercana la Gloriosa Parusía, solo es menester no dar cabida a nuevas doctrinas, por más pequeñas que parezcan, analizar cada alimento que hemos de ingerir, y desechar aquel que presente contradicciones, o contradiga al mismo magisterio o el evangelio, de la Una Santa Católica y Apostólica Iglesia.


SEA PARA GLORIA DE DIOS