San Juan Apocaleta



Difundid Señor, benignamente vuestra luz sobre toda la Iglesia, para que, adoctrinada por vuestro Santo Apóstol y evangelista San Juan, podamos alcanzar los bienes Eternos, te lo pedimos por el Mismo. JesuCristo Nuestro Señor, Tu Hijo, que contigo Vive y Reina en unidad del Espíritu Santo, Siendo DIOS por los Siglos de los siglos.












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domingo, 28 de marzo de 2010

SOBRE EL ANTICRISTO

San Ireneo en su obra “Contra las Herejías”, (Adversus Haereses) dice remitiéndose a San Pablo, que el Anticristo es: “El adversario que se alzará sobre todo lo que se llama Dios o es objeto de culto.” (Libro III, ed. Apostolado Mariano, p. 31). “Por eso, en la Bestia que ha de venir, tendrá lugar la recapitulación de toda la iniquidad y de todo engaño, a fin de que todo el poder de la apostasía, concluyendo en ella y encerrado en ella, sea arrojado al estanque de fuego. Es conveniente por ello que el número de la bestia sea 666, para recapitular en sí toda la maldad que se desencadenó antes del diluvio, a consecuencia de la apostasía de los ángeles… y para recapitular también todo error idolátrico posterior al diluvio…” (Ibíd., Libro V, p. 110).

El Anticristo es más una cuestión religiosa espiritual que una cuestión sociopolítica, económica. Esto ya señala la perspectiva eminentemente religiosa de la idolatría, resumida (cristalizada), sintetizada en el Anticristo. El acento está puesto sobre lo religioso más que sobre lo político, ya que la preeminencia siempre es de orden religioso, aunque con grandes implicaciones en lo social y en lo político. “… este número es el 666, es decir seis centenas, seis decenas y seis unidades, para recapitular toda la apostasía realizada durante seis mil años. Porque cuantos días duró la creación del mundo, tantos milenios durará su existencia…´si un día del Señor es como mil años´, y si la creación ha sido acabada en seis días, es evidente que la consumación de las cosas tendrá lugar el año seis mil.” (Ibíd., Libro V, p. 108-109).

Tenemos así que: 6 unidades = 6 unidades (1 día = 1.000 años) = 6.000 años. 6 decenas = 6 decenas (10 x 6 = 60 siglos) = 6.000 años. 6 centenas = 6 centenas (100 x 6 = 600 décadas) = 6.000 años. Esto concuerda con lo que dice Primacio (el primer comentador del Apocalipsis), sobre la significación del número 666 en griego: “Esta combinación da puntualmente la palabra griega aprounas, arnoume o arnauma, que corresponde a la palabra latina abrenuntio y la española reniego.” (Lacunza, La Venida del Mesías en Gloria y Majestad, 1816, tomo II, p. 14). “… la profecía, no puede significar otra cosa obvia, naturalmente que una profesión pública y descarada de aquel abrenuntio, o “hago profesión de renegado”, que parece el carácter o el espíritu distintivo propio de toda bestia.

Así, el tomar este carácter, no será otra cosa que un tomar partido por la libertad; un solvere Jesum público y manifiesto: una formal apostasía de la religión cristiana que antes se profesaba. Se dice que este carácter lo llevarán en la frente o en las manos, para denotar la publicidad y el descaro con que ya se profesará entonces el Anticristianismo: pues la frente y las manos son las partes más públicas del hombre, y al mismo tiempo, son dos símbolos propísimos; el primero del modo de pensar, el segundo del modo de obrar. Desatados de Jesús, desatados de la verdad y sabiduría eterna, no hay duda, que quedarán la frente y las manos; esto es, los pensamientos y las operaciones, en una suma libertad; pero libertad no de racionales, sino de brutos… ” (Ibíd, p. 18).


Para completar la idea sin caer en elucubraciones que desvirtúan (desfiguran) la comprensión de la realidad, continuamos la cita: “Se dice que no podrán comprar, ni vender, los que no llevaren este carácter, para denotar el estado lamentable de desprecio, de burla, de odio, de abandono, en que quedarán los que quisieren conservar intacta su fe, y también para denotar la tentación terrible, y el sumo peligro que será para ellos este desprecio, burla, odio y abandono, viéndose descomulgados de todo el linaje humano.” (Ibíd., p. 18). Y como bien explica y advierte el P. Lacunza: “… el tomar y llevar públicamente este carácter, debe ser un acto libre y voluntario, no forzado. La razón es: porque la potencia de esta bestia no puede consistir en otra cosa que en sus armas; y estas armas, que son cuernos de cordero, locuela de dragón, milagros, etc., no son a propósito para obligar con fuerza y violencia, sino para mover y persuadir con suavidad. En suma: lo que se nos dice por todas estas semejanzas no parece otra cosa sino que la segunda bestia tendrá la mayor parte, y la máxima culpa en la perdición de los cristianos. Ella será la causa inmediata con sus obras inicuas y sus palabras seductivas de que los cristianos entren en la moda y se acomoden al gusto del siglo, rompiendo aquella cuerda de la fe, que los tenía atados a Jesús y declarándose por el Anticristo.” (Ibíd., p. 19-20).

El aspecto religioso del Anticristo, cuando se habla en general, se puede observar en lo que el P. Emmanuel dice: “El Anticristo será, verdaderamente, de tal manera a saber, la antípoda de Nuestro Señor.” (La Sainte Église, ed. Clovis, 1997, p. 274). “Esta claro, según lo que precede, que el Anticristo se presentará al mundo como el tipo más completo de esos falsos profetas que fanaticen las masas, y que las arrastran a todos los excesos bajo el pretexto de una reforma religiosa.” (Ibíd. p. 275). Reforma religiosa que podemos verificar con la producida por el Vaticano II, que ha cambiado con la reforma litúrgica y la nueva doctrina, la ley (lex orandi lex credendi) y los tiempos (de aggiornamento ecumenisista) cual obra del Anticristo, pues como el P. Emmanuel (citando a Daniel 7,25 donde se hace alusión al Anticristo) expresa: “Él pensará cambiar los tiempos y las leyes, y todo será dado durante un tiempo, dos tiempos y la mitad de un tiempo.” (Ibíd. p. 278). “Todo él tendrá pronto las miradas vueltas hacia el impostor, de quien las trompetas de una prensa complaciente celebraran los grandes hechos” (Ibíd. p 280). “Es muy creíble también que el Anticristo arreglará, para realzarse, todos los partisanos de las falsas religiones. Anunciándose como lleno de respeto por la libertad de cultos, una de las máximas y una de las mentiras de la bestia revolucionaria.” (Ibíd. p. 281).

“El [el Anticristo] hace cesar el culto público, quitará (dice Daniel), el sacrificio perpetuo. No se podrá ya celebrar la santa Misa sino en las cavernas y los lugares escondidos. Las iglesias no presentarán a las miradas sino la abominación de la desolación, a saber, la imagen del monstruo elevado sobre los altares del Dios verdadero.” (Ibíd. p. 284-285). Este monstruo vemos que es la nueva religión del hombre, el antropoteismo de la Nueva Iglesia post conciliar con su nueva misa bastarda, y ahora engalanada, cual monstruo benigno (legitimado) con el Motu Proprio.


“… el Anticristo tendrá su colegio de predicadores y de apóstoles a placer. (…) Tendrán la apariencia del Cordero, remedarán las máximas evangélicas de paz, de concordias, de libertad, de fraternidad; y bajo estas apariencias, propagarán el ateísmo más vergonzoso.” (Ibíd. p. 292). Y si como hace ver el P. Emmanuel: “El Anticristo será sobre todo un impostor…” (Ibíd. p. 302), ¿qué mayor impostura que la del orden divino y sobrenatural, la impostura religiosa ejercida en el nombre de Dios, de Cristo y de su Divina Iglesia, para adulterar el culto, la religión y la Iglesia? ¿Qué mayor seducción que adulterar, corromper, utilizando la investidura de la legalidad y del poder en el nombre de Dios?, puesto que: “… la persecución última revestirá el aspecto de una seducción.” (Ibíd. p. 303).

“La crisis será tal que invadirá la Iglesia profanándolo todo; y la verdadera Iglesia deberá refugiarse, cual pequeño rebaño fiel esparcido por el mundo, en la soledad del desierto, pues como bien dice el P. Emmanuel: “La vía de salvación permanecerá abierta y la salvación será posible para todos. La Iglesia tendrá medios de preservación proporcionados al tamaño del peligro.” (Ibíd. p. 298). “La Iglesia recordará la advertencia dada por Nuestro Señor para los tiempos de la toma de Jerusalén, y aplicable con el consentimiento de los interpretes, a la última persecución.” (Ibíd. p. 298). “Conformemente a estas instrucciones del Salvador, por la huida la Iglesia pondrá a salvo al pequeño rebaño.” (Ibíd. p. 299).

No hay que olvidar que sin fe no hay Iglesia, como bien dice el P. Emmanuel: “Está claro que si la fe podría apagarse en la Iglesia, no habría más Iglesia., todo vínculo sería roto entre la tierra y el cielo; la humanidad flotaría a la deriva fuera de Dios y de su Cristo.” (Ibíd. p. 102). “San Pablo enseña que Jesucristo habita en nuestros corazones por la fe (Ef. 3,17). Él hubiera podido decir: por la caridad. Él dijo por la fe, porque la fe es la raíz primera de la caridad y de toda vida cristiana.” (Ibíd. p. 102). Aún más, pues sin fe los sacramentos se vacían: “La fe es el alma de los sacramentos: ¿Qué serían sin la fe de la Iglesia que obra en ellos, o más bien, gracias a lo cual Jesucristo mismo, que los ha instituido, obra en ellos? Los sacramentos operan sus efectos maravillosos independientemente de la fe del ministro que los aplica; pero no independientemente de la fe de la Iglesia.” (Ibíd. p. 103). Por esto: “La fe es así todo junto al lazo de unidad de la Iglesia aquí abajo, y la virtud que la vuelve fecunda.” (Ibíd. p. 103). El drama de la hora actual es exclusivamente religioso: “…un drama exclusivamente religioso se desarrollará y envolverá el universo entero.” (Ibíd. p. 257).

Es necesario ver el doble componente cuando se habla en general del Anticristo: el civil y el religioso, pues el acento lo ponen más en el orden político que en el eclesiástico (sacerdotal) y no se mira sino una de las dos bestias apocalípticas, siendo ambas el Anticristo total (completo); y la peor es la bestia con nombre específico: el pseudoprofeta, el Anticristo eclesiástico. El P. Castellani nos da un primer indicio al respecto al decir:” El Anticristo será, pues, un Imperio universal laico, unido a una Nueva Religión Herética; encarnados ambos en un hombre o quizá en dos hombres, el tirano y el pseudoprofeta.” (Cristo ¿vuelve o no vuelve?, ed. Dictio, 1976, Bs.As. p. 47-48). “…y la visión de la derrota definitiva de los Anticristos…” (El Apokalipsis, ed. Paulinas, 1963,p. 279). “No agarrará a los dos Anticristos para hundirlos en el Orco: ‘serán agarrados’ por un ángel, dice el texto; por el Ángel San Miguel…”(Ibíd. P. 289).

El P. Alcañiz dice clara y explícitamente: “El Anticristo estará compuesto de dos entidades: primero, La Bestia de 10 cuernos; que será un imperio mundial, dividido en muchas nacionalidades, que son los dedos de los pies en la estatua de Daniel y de los reyes de la tierra, tantas veces repetidos en la Biblia; pero todos capitaneados por un hombre de cualidades extraordinarias. Pero además de esta entidad política formidable, el Anticristo será otra entidad de tipo religioso, que el Apocalipsis llama Bestia en forma de cordero, regentada por un hombre, llamado el pseudoprofeta. Esta entidad religiosa será mucho peor que la política, porque esta saldrá del mar, que es el mundo, y la religiosa saldrá del Abismo, que es el infierno.” (Los Últimos Tiempos, Lima 1977, p. 1-2). “Este Anticristo compuesto aparece también en el capítulo 17 del Apocalipsis como una gran prostituta vestida de rojo y cabalgando sobre la Bestia de 10 cuernos, que aparece de color rojo también.” (Ibíd. p. 2).

“Una figura que incluye los dos elementos: político y religioso, que integran al Anticristo, es la del capítulo 17 del Apocalipsis: una bestia de 10 cuernos, que es el imperio mundial, tan repetido; político, integrado por mucha nacionalidades subordinadas. (…) Cabalgando sobre la bestia roja va una prostituta, también roja. El elemento religioso del Anticristo será una entidad religiosa, que adoptará las tendencias del imperio político, prostituyéndose, es decir, abandonando sus fines espirituales y esclavizándose al poder terreno, porque la apoyará.” (Ibíd. p. 2). “El elemento eclesiástico del Anticristo abandonará las enseñanzas espirituales de la religión y de la moral, para ofrecer cosas de tipo terrenal, con el fin de atraerse al mundo materializado. ¡Necia y lamentable equivocación!” (Ibíd. p. 4). “Se ve pues que el Anticristo eclesiástico procurará enloquecer a los pueblos con una borrachera de amor, pero amor de inmundicia y de fornicación: un amor impuro robado a Dios. De este tipo es el amor del progresismo, culturismo, humanismo actuales y el amor al prójimo por sí mismo y sin Dios, propio del marxismo soviético.” (Ibíd. p. 4). “Los integrantes del Anticristo eclesiástico, aparecen en la Biblia como imitadores de Balaam. Este y ellos escogidos por Dios para inducir a las gentes hacia Él mediante la enseñanza de la religión y de la moral; pero tentados por el Anticristo político con promesas de empleos lucrativos y honoríficos, inducirán al pueblo a la apostasía.” (Ibíd. p. 4). “Esto confirma la idea de que entre las dos cabezas, que integran el Anticristo completo: la política y la eclesiástica, esta será la peor…” (Ibíd. p. 7).

San Juan Evangelista y por antonomasia el apóstol apocalíptico, definió así al Anticristo: “qui solvit Iesum” (I Jn. 4, 3), el que disuelve (o diluye a Jesús), y esto por quitar el antagonismo entre Iglesia y Mundo, Cristo y Satanás, bien y mal, verdad y error, verdadero y falso, y en definitiva entre Cristo y Anticristo, entre Iglesia de Cristo y Contra-Iglesia del Anticristo.”


Citaremos a título ilustrativo algunos pasajes del P. Emmanuel que sirven de referencia y luz ante lo que hoy vemos y es un hecho; esto es, la relación entre el Anticristo y su nueva religión y la libertad religiosa del actual ecumenismo. “Es muy creíble, también que el Anticristo llevará para elevarse a todos los partisanos de las falsas religiones. Se anunciará como lleno de respeto por la libertad de cultos, una de las máximas y una de las mentiras de la bestia revolucionaria.” (La Sainte Église, ed. Clovis, 1997, p. 281).

“Queda claro, después de lo precedente, que el Anticristo se presentará al mundo como el tipo, el más acabado de estos falsos profetas que fanatizan las masas, y que las arrastran a todos los excesos bajo el pretexto de una reforma religiosa.” (Ibíd. p. 275). Bien podemos decir: tal como ha ocurrido con la reforma religiosa desde el Concilio Vaticano II (hace más de 40 años), hasta hoy. “Esto será el comienzo de una crisis terrible para la Iglesia de Dios.”(Ibíd. p. 280). Pues: “Él hará cesar el culto público; él quitara, dice Daniel, el sacrificio perpetuo. No se podrá más celebrar la santa Misa, sino en las cavernas y los lugares escondidos. Las Iglesias profanadas no presentaran ante las miradas sino la abominación de la desolación, a saber, la imagen del monstruo elevado sobre los altares del verdadero Dios. (…) Es aquí cuando la mano de Dios se hará sentir.” (Ibíd. p. 284-285).

Claro está que como advierte el P. Emmanuel: “La Iglesia tendrá medios de preservación proporcionados al tamaño del peligro.” (Ibíd. p. 298), pues: “La Iglesia recordara la advertencia dada por Nuestro Señor para los tiempos de la toma de Jerusalén, y aplicables según el consentimiento de los interpretes, a la última persecución”. (Ibíd. p. 298). Y: Conformemente a estas instrucciones del Salvador, la Iglesia se pondrá en resguardo por la huida del pequeño rebaño; (…) Puesto que durante ese tiempo, la Iglesia en la persona de los débiles, se escapara en la soledad; y Dios mismo tomara el cuidado de mantenerla oculta y de alimentarla.” (Ibíd. p. 298-300).

El drama de los últimos tiempos apocalípticos es eminentemente religioso y no político o económico aunque tenga derivaciones en el orden político y económico. Déjase ver claro lo que dice el P. Emmanuel: “Seguramente es un triste espectáculo al ver la humanidad, seducida y enloquecida por el espíritu del mal, intentar sofocar y aniquilar la Iglesia, su madre, su maestra divina. (…) Por encima, la fe nos hace seguir el gran antagonismo entre Satanás y Nuestro Señor; nos hace asistir a las astucias y a las violencias del espíritu inmundo para entrar en la casa de la cual lo expulsó Nuestro Señor Jesucristo. Al final entrará y querrá eliminar a Nuestro Señor. Entonces los velos serán rasgados, lo sobrenatural resplandecerá por todas partes; no habrá ya política propiamente dicha; un drama exclusivamente religioso se desarrollará y envolverá al universo entero.”(La Sainte Église, ed. Clovis, 1997, p. 256-257).

Queda claro que la gran crisis final y última (apocalíptica), sin solución humana, ni retroceso, sino todo lo contrario de acuerdo a la ley metafísico-histórica de la aceleración del mal en la medida que se aproxima a su fin, es un drama teológico religioso y sobrenatural, por eso en las Sagradas Escrituras se dice: el justo vivirá de la fe (Rom. 1, 17) sin configurarse al mundo: nolite conformari huic saeculo (Rom. 12,2), y todo lo que no procede de la fe es pecado (Rom. 14,23 ).

Hoy estamos ante esa perspectiva apocalíptica, los signos son evidentes, con dos siglos de advertencias marianas, y de los papas como Pío IX, San Pío X y Pío XII. Otra cosa es la resistencia diabólica a todo lo que tenga o contenga o aun conlleve una visión apocalíptica que se impone por el contexto histórico y metafísico de la historia, y aún más a la luz de la teología de la historia que se resuelve, en última instancia, en el orden exegético-apocalíptico de los Últimos Tiempos. En este sentido es muy cierto lo que dice Josef Pieper: “El enemigo del mundo será la Iglesia.” (El Fin del Tiempo, ed. Herder, 1984, p. 140). Claro está, se trata de la verdadera Iglesia reducida a un pequeño rebaño disperso por el mundo, y no de la falsa Iglesia “aggiornada” (puesta al día con el mundo), la Nueva Iglesia postconciliar ecuménica que abraza a todas las religiones, sin dogmas que dividan y perturben la falsa paz universal donde se convive en la sacrosanta democracia o como la definiera Nicolás Dávila: la religión antropoteista.

Y Pipier continúa diciendo: “La última forma intrahistórica que adoptaran las relaciones de Iglesia-Estado no será la de un arreglo, ni siquiera de lucha, sino una forma de persecución; es decir, la de acoso de los impotentes por el poder. Mientras que la manera de lograr la victoria sobre el Anticristo será el testimonio de la sangre:” (Ibíd. p. 141). El poder narcisista, el poder por el poder desvirtuado de su fundamento que es la verdad, la verdad a la cual todo poder en el cielo y en la tierra debe servir y garantizar so pena de ilegitimidad metafísica y teológica.

Por eso el gran pecado sin remedio es el pecado contra el Espíritu Santo, contra el Espíritu de Verdad; el pecado que impugna y conculca la verdad manifiesta o conocida, el gran pecado contra la verdad eterna de la cual deriva y participa toda otra verdad natural o sobrenatural. Por eso la característica del Anticristo (el Anti-Verbo) es impugnar la verdad revelada, es crucificar la Iglesia verdadera, perseguirla diluyéndola, configurándola, acomodándola al mundo moderno proclamado en la llamada Revolución Francesa, donde se proscriben los derechos de Dios y de su Santa Iglesia y se proclaman los falsos derechos del hombre soberano cual si fuera Dios.

BASILIO MÉRAMO PBRO.
Bogotá, 28 de Marzo de 2010