San Juan Apocaleta



Difundid Señor, benignamente vuestra luz sobre toda la Iglesia, para que, adoctrinada por vuestro Santo Apóstol y evangelista San Juan, podamos alcanzar los bienes Eternos, te lo pedimos por el Mismo. JesuCristo Nuestro Señor, Tu Hijo, que contigo Vive y Reina en unidad del Espíritu Santo, Siendo DIOS por los Siglos de los siglos.












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"Sancte Pio Decime" Gloriose Patrone, ora pro nobis.





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miércoles, 24 de febrero de 2010

LA NUEVA PERSPECTIVA DE LA TRADICIÓN

Después de 19 años de la muerte de Monseñor Lefebvre, el viraje de los superiores de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, es notorio para los que permanecen firmes, con los ojos bien abiertos y analizan los hechos; viraje que comienza a evidenciarse públicamente a partir del Jubileo del año 2000, el cual fue el primer paso visible de la combinación (contubernio) entre la Fraternidad y la Roma apóstata, como resultado de dos años de preparación (oculta) como incluso fue reconocido, al decir que el Jubileo había costado dos años de preparativos; y lo que hoy acontece viene a ser el fruto de esa labor, como lo deja ver Monseñor Fellay al decir: “Es también por esto que queremos continuar el camino comenzado en el año 2000 con Usted.” (Carta del 15 de diciembre de 2005 al Cardenal Castrillón).

El mismo Monseñor Fellay declara que a partir del año 2001, se tomó una línea directriz de acuerdo con los otros tres Obispos: Monseñor Williamson, Monseñor Tissier y Monseñor de Galarreta, que condujo al Motu Proprio y al levantamiento de las susodichas ex comuniones; “En enero de 2001 establecimos de acuerdo con todos los obispos y los miembros del consejo general una línea de conducta…”
(Carta de Monseñor Fellay a los Sacerdotes de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, el 31 de enero de 2009).

Es evidente que se trata de un plan debidamente trazado que se iría realizando (en la práctica) suave y lentamente pero con firme decisión y próposito. El cambio de perspectiva y de lenguaje es notorio, baste ver lo que decía Monseñor Lefebvre frente a lo que dice Monseñor Fellay hoy. Para él he aquí algunos textos para que se pueda comprobar lo afirmado:
Sobre el Concilio Vaticano II y la Nueva Iglesia post-conciliar, Monseñor Lefebvre decía:
“Este Concilio representa tanto a los ojos de las autoridades romanas, como a los nuestros, una Nueva Iglesia a la que por otra parte llaman ´Iglesia conciliar´. Creemos poder afirmar ateniéndonos a la critica interna y externa del Concilio Vaticano II, es decir, analizando los textos y estudiando los pormenores de este Concilio, que este al dar la espalda a la Tradición y al romper con la Iglesia del pasado es un Concilio cismático, se juzga el árbol por sus frutos.”
(La Nueva Iglesia, p. 124, segundo tomo de “Un Évêque Parle”, p. 97).
“Todos los que cooperan en la aplicación de este trastrocamiento aceptan y adhieren a esta nueva ´Iglesia post-conciliar´…entran en el cisma.” (La Nueva Iglesia, p. 125, segundo tomo de “Un Évêque Parle”, p. 98).

“¿Cómo podríamos nosotros por obediencia servil y ciega hacerle el juego a esos cismáticos que nos piden que colaboremos en su empresa de destrucción de la Iglesia?”(La Nueva Iglesia, p. 125, segundo tomo de “Un Évêque Parle”, p. 98).

“Esta apostasía convierte a estos miembros en adúlteros y en cismáticos opuestos a toda Tradición, en ruptura con el pasado de la Iglesia y, por lo tanto, con la Iglesia de hoy, en la medida en que permanece fiel a la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo. Todo lo que sigue siendo fiel a la verdadera Iglesia es objeto de persecuciones salvajes y continuas.” (Itinerario Espiritual, p. 78). Pasaje suprimido en la edición argentina a cargo del Padre Guillermo Deviller, cuando era profesor del Seminario de La Reja en Buenos Aires.

Sobre el Papa, Monseñor Lefebvre afirmaba:
“Para que el Papa represente a la Iglesia y sea su imagen, no solamente debe estar unido a ella en el espacio sino también en el tiempo, por ser la Iglesia esencialmente una Tradición viviente.”(La Nueva Iglesia, p. 123, segundo tomo de “Un Évêque Parle”, p. 96).
“En la medida en que el Papa se aleja de esta Tradición, se volvería cismático, rompería con la Iglesia.” (La Nueva Iglesia, p. 124, segundo tomo de “Un Évêque Parle”, p. 196).
“La verdad no nos pertenece, no le pertenece más al Papa que a mí. Él es el servidor de la Verdad, como yo debo ser el servidor de la Verdad. Y si llegara a suceder que el Papa no fuese ya el servidor de la Verdad, ya no sería Papa.”

(La Nueva Iglesia, p.150, segundo tomo de “Un Évêque Parle”, p. 119).
“En la medida en que no nos transmite la Fe de sus predecesores, Ya no es el sucesor de Pedro. Entonces se convierte en una persona que se separa de su cargo, que reniega de su cargo, que no cumple con su cargo.”

(La Nueva Iglesia, p. 177, segundo tomo de “Un Évêque Parle”, p. 143).
Monseñor Lefebvre llegó a decir incluso en su sermón de Pascua del 30 de marzo de 1986:
“Pero no es imposible que estemos obligados a creer que este Papa no sea Papa. No quiero todavía decirlo de una manera solemne y formal, pues bien parece (a primera vista) que sea imposible que un Papa sea herético pública y formalmente. Nuestro Señor le ha prometido estar con él, guardarlo en la Fe, y sin que él pueda errar en la Fe, pero ¿puede ser al mismo tiempo herético y públicamente casi apóstata? He aquí un problema que no me concierne únicamente a mí, sino que les concierne a todos ustedes.” (Fideliter nº 51, mayo-junio de 1986).

Sobre las ex comuniones Monseñor Lefebvre afirmaba, refiriéndose a él y a Monseñor de Castro Mayer:
“Los que estiman un deber minimizar estas riquezas e incluso negarlas, no pueden sino condenar a estos dos Obispos y así confirman su cisma y su separación de Nuestro Señor y su reino, a causa de su laicismo y ecumenismo apóstata.” (Itinerario Espiritual, p. 14).
Mientras que hoy Monseñor Fellay expresa:
“Vemos con mucha esperanza, una renovación.” (Carta a los Amigos y Bienhechores, 23 de octubre de 2008). O también esto: “Estamos muy interesados en obtener una situación habitable en la Iglesia.” (Ibíd.), como si se hubiese estado alguna vez fuera, y además, como si tratase de lograr una coexistencia pacífica con el Modernismo. Incluso parece que tuviera una especie de complejo de inferioridad, al manifestar que se mira a los Tradicionalistas como especímenes de zoológico, al decir: “Basta decir ´Ecône´ o´ Monseñor Lefebvre´ para ser inmediatamente descalificados o satanizados.” (Nouvelles de Chrétienté, nº 11, mayo-junio de 2008). “Por consiguiente no queremos en absoluto ser considerados como un zoológico.” (Nouvelles de Chrétienté, nº 75, junio de 2002).

Monseñor Fellay y los otros tres Obispos consideran hoy la excomunión de Monseñor Lefebvre y de Monseñor de Castro Mayer y la de ellos mismos, como un estigma, como una mancha, como una infamia:
“Es así como juntos los cuatro Obispos consagrados hace veinte años, hemos saludado el acto a la vez paternal y valeroso de Benedicto XVI…”
(Carta de Monseñor Fellay a los Sacerdotes de la Fraternidad San Pío X, del 31 de enero de 2009).
“Gracias a este gesto, los católicos del mundo entero apegados a la Tradición, ya no serán mas injustamente estigmatizados y condenados por haber sostenido la Fe de sus padres. La Tradición Católica ya no está mas excomulgada.” (Carta a los Fieles de Monseñor Fellay, del 24 de enero de 2009).

Obsérvese que habla además de apego a la Tradición como si fuera algo sentimental o de pura sensibilidad, (como el Cardenal Castrillón en más de una ocasión lo expresa) y no como algo que concierne a la Fe y a la Doctrina.

“La etiqueta infamante que se había puesto sobre nuestras espaldas pedía, para ser levantada, un acto fuerte y valeroso de parte del Papa…” (Carta de Monseñor Fellay a los Sacerdotes de la Fraternidad San Pio X del 31 de enero de 2009).
“…ellas [las excomuniones] eran por lo menos un obstáculo a nuestro apostolado. Esto era el motivo por el cual no queríamos perder la ocasión de lavar esta iniquidad, verdadero insulto dado a nuestro combate tanto como a nuestro honor.” (Carta de Monseñor Fellay a los Sacerdotes de la Fraternidad San Pio X del 31 de enero de 2009).

Mientras que para Monseñor Lefebvre las excomuniones lejos de ser un estigma infamante, un deshonor y un obstáculo para el apostolado, eran un signo de ortodoxia, de garantía, de incontaminación y de no colaboración con el error de los modernistas:
“Todos estos espíritus que son modernistas están excomulgados por San Pio X. Esas personas imbuidas de los principios modernistas, son lo que nos excomulgan, mientras que son ellos los excomulgados por el Papa San Pio X. Y ¿por qué nos excomulgan? Porque nosotros queremos permanecer católicos, porque no queremos seguirlos en ese espíritu de demolición de la Iglesia. Puesto que, ustedes no quieren estar con nosotros para contribuir a la demolición de la Iglesia, nosotros los excomulgamos. Muy bien: gracias. Nosotros preferimos ser excomulgados. No queremos participar en esta obra desastrosa que se realiza después de veinte años en la Iglesia.”
(Sermón de Monseñor Lefebvre del 10 de julio de 1988, en la Misa solemne cantada por el Padre Bernard Lorber en la escuela L`Etoi Etoile du Matin, Fideliter nº 65 septiembre-octubre de 1988).

“Nosotros jamás hemos querido pertenecer a ese sistema que se califica a sí mismo de Iglesia conciliar (…) no tenemos nada que ver con el panteón de las religiones de Asís, nuestra propia excomunión por un decreto de vuestra eminencia no seria sino la prueba irrefutable. Nada mejor pedimos que ser declarados ´ex-comunione´ del espíritu adúltero que sopla en la Iglesia desde hace 25 años: de ser excluidos de la comunión impía con los infieles.” (Fideliter nº 64 p. 11-12).
Después de semejante y contundente afirmación, ¿cómo Monseñor Fellay se atreve hoy a decir lo contrario? Estamos frente a dos lenguajes distintos, dos maneras de pensar distintas y opuestas, que se comienza a percibir públicamente a partir de el Jubileo del año 2000, dándose un viraje lento y firme que culminó con las dos condiciones previas para entrar en un dialogo claudicante, cuya finalidad es diluir desapercibidamente toda resistencia firme y heroica ante la Abominación instalada con la Roma apóstata.

Hay un acuerdo (encubierto), pues Monseñor Fellay así lo reconoce al afirmar: “En cuanto a la excomunión, seria levantada en el momento del acuerdo.” (Carta de Monseñor Fellay a los Amigos y Bienhechores del 23 de octubre de 2008). Y varios años antes decía lo mismo: “El Cardenal Castrillón nos comunicó (…) en cuanto al levantamiento de la excomunión, nos esta prometida para el día del acuerdo.” (Carta de Monseñor Fellay a los Amigos y Bienhechores nº 62 del 7 de junio de 2002).

Si la excomunión fue levantada es porque hubo dicho acuerdo, y es un hecho consumado que las susodichas excomuniones fueron levantadas y remitidas con el decreto de Roma del 21 de enero de 2009. Con esto se obtuvo el segundo presupuesto o condición previa. Son hechos y contra los hechos no valen argumentos, y hoy Monseñor Fellay se congratula y alegra diciendo: “Expresamos nuestra gratitud filial al Santo Padre por este acto (…) además de nuestro reconocimiento al Santo Padre y a todos los que le ayudaron a realizar este valeroso acto, nos congratulamos…” (Comunicado del Superior de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X del 24 de enero de 2009).

Presupuestos (o condiciones previas) sugeridos por la misma Roma, como el mismo Monseñor Fellay lo deja entre ver cuando responde a la siguiente pregunta del periodista que lo entrevistaba: ¿Usted esperaba, Excelencia, este levantamiento de las ex comuniones? “Lo esperaba desde el 2005, después de la primera carta pidiendo el levantamiento de las ex comuniones que había enviado siguiendo el consejo de la misma Roma. Era claro que no se pedía esta carta para luego negarse a levantar las excomuniones.” (Entrevista concedida por Monseñor Fellay a la revista “Monde e Vie” nº 806 p. 17, del 31 de enero de 2009). Después de largas discusiones el Cardenal Castrillón dijo: “Compruebo que todo eso que usted expone no lo pone fuera de la Iglesia luego usted está en la Iglesia.” y él continuó diciendo: “Le pido escribir al Papa para pedirle que levante las excomuniones”. (Sermón de Monseñor Fellay en Flavigny del 2 de febrero de 2006). O también en este otro texto se refleja lo mismo: “No tenemos ninguna noticia después del 15 de noviembre, fecha en la cual, se nos pidió escribir una carta pidiendo el levantamiento de estas excomuniones.“ (Sermón de Monseñor Fellay en Saint Nicolás- du- Chardonnet del 14 de mayo de 2006).

Se evidencia así que se actuó bajo la aspiración de los consejos de Roma, y de la Roma apóstata; pues Monseñor Lefebvre, no hay que olvidarlo, así la calificó, justamente después de haber hablado en Roma con el entonces Cardenal Ratzinger, hoy Benedicto XVI: “Lo que les interesa a todos ustedes es conocer mis impresiones después de la entrevista con el Cardenal Ratzinger el 14 de julio último. Lamentablemente debo decir que Roma ha perdido la Fe, Roma esta en la Apostasía, estas no son palabras en el aire, es la verdad: Roma esta en
la Apostasía.” (Conferencia dada durante el retiro sacerdotal en Ecône el 4 de septiembre de 1987). Lo cual nos recuerda lo que dijo Nuestra Señora en La Salette: “Roma perderá la Fe y será la sede del Anticristo.”

También llegó a decir que eran unos bandidos o bribones: “Al llegar a Roma, no
hay ya hombres, no hay coraje. Lo que pasa es que allí nos las tenemos que ver con bandidos. Para pesar sobre ellos, hay que oponerse con determinación, entonces ellos así respetan”. (Entrevista con Monseñor Lefebvre, Revista “Le Choc du Mois” nº 10 de septiembre de 1988).
Incluso Monseñor Lefebvre los señaló como anticristos que ocupan Roma: “Estando ocupados, la cátedra de Pedro y los puestos de Roma, por anticristos, la destrucción del reino de Nuestro Señor, se prosigue rápidamente en el interior del
Cuerpo Místico…”
(Carta a los futuros Obispos del 28 de agosto de 1987, antes de las consagraciones de 1988).
Monseñor Fellay de una parte reconoce el carácter apocalíptico de la hora presente pero por otro lado lo desconoce olímpicamente con su actuar, al querer revertir la crisis, que esta en su fase última y final, y de toda la Revolución Anticristiana que ha invadido la misma Iglesia; y de hecho descalifica internamente cualquier connotación apocalíptica de la crisis actual. He aquí el texto:
“Pues vivimos en tiempos muy especiales. Si ustedes quieren podemos arriesgar esta palabra: Vivimos en tiempos apocalípticos, no por complacernos en lo fantástico, sino simplemente porque esto que estamos viviendo corresponde a eso que ha sido descrito, en ese libro de la Escritura Santa, que es el Apocalipsis.” (Sermón de Monseñor Fellay en Saint Malo, 15 de agosto de 2008).
Sin embargo no se atreve a afirmar hoy, lo que Monseñor Lefebvre decía clamando en el desierto:“Roma esta en la apostasía.” Pues Monseñor Fellay afirma: “No osamos decir hoy Roma ha perdido la Fe.“ (Ibíd.). Y por si fuera poco Monseñor Lefebvre aseveraba: “Roma está en las tinieblas. Roma no quiere más actualmente oír la voz de la verdad. (…)La apostasía anunciada por las Escrituras llega. La venida del Anticristo se acerca. Esto es de una clara evidencia.”
(Homilía en Ecône del 29 de junio de 1987, Fideliter nº 58, julio-agosto de 1987).

Monseñor Fellay con suma ingenuidad (pues es lo menos que se puede decir) exclama ante el Motu Proprio: “Y es para nosotros causa de una gran alegría, pues vemos con mucha esperanza una renovación para todo el Cuerpo Místico.” (Carta a los Amigos y Bienhechores del 23 de octubre de 2008).Pues se ha: “Levantado el oprobio que pesaba, mas allá de las personas sobre toda la Tradición.” (Carta a los Sacerdotes de La Fraternidad San Pío X, 31 de enero de 2009), afirmando además que esto ha sido logrado “sin ninguna contraparte” (Ibíd.). La contraparte va de suyo, implícitamente, se quiera o no, y consiste en reconocer con el Motu Proprio que la Nueva Misa bastarda es legítima y es por lo tanto expresión genuina del culto Romano, y por si fuera poco la norma, regla, conducta (ordinaria) mientras que la Misa de siempre queda relegada a un plano extraordinario (excepcional, esporádico, inusual, ocasional). Con esto se legitima (bautiza) toda la reforma litúrgica modernista en su punto neurálgico, pues esto va de suyo como el efecto implica la causa. Además se reconoce que se estuvo excomulgado, como el mismo Monseñor Fellay lo deja entrever al decir: “Nosotros habíamos pedido, claro esta, el retiro del Decreto de la excomunión, su anulación; pero decir ´anular´, quiere de suyo decir que se reconoce alguna cosa”. (Sermón de Monseñor Fellay en Flavigny, el 2 de febrero de 2006).

Sobre las supuestas conversaciones por etapas, que desarticulan toda posible resistencia firme y eficaz, hay que tener en cuenta lo que Benedicto XVI afirma claramente para que no quede lugar a dudas al respecto: “Con esto se aclara que los problemas que deben ser tratados ahora son de naturaleza esencialmente doctrinal y se refieren sobre todo a la aceptación del Concilio Vaticano II y del magisterio post conciliar de los Papas.” Y más adelante afirma: “No se puede congelar la autoridad magisterial de la Iglesia al año 1962, lo cual debe quedar bien claro a la Fraternidad.” (Carta de Benedicto XVI a los Obispos de la Iglesia sobre la remisión de la ex comunión de los cuatro Obispos consagrados por el Arzobispo Lefebvre, 10 de marzo de 2009). Monseñor Fellay retoma casi las misma palabras al decir en respuesta: “Tras la reciente ´avalancha de protestas´ agradecemos vivamente al Santo Padre el haber devuelto el debate a la altura donde debe estar, el de la Fe (…) lejos de querer detener la Tradición a 1962 deseamos considerar el Concilio Vaticano II a la luz de esta Tradición que San Vicente de Lerins definió…”. (Comunicado del Superior General de la Fraternidad, del 12 de marzo de 2009). Claro que para nada le sirve escudarse en San Vicente de Lerins si ya admitió, desde hace tiempo que del Vaticano II “guardamos el 95%”. (Entrevista de Monseñor Fellay publicada por la Fraternidad en “DICI” nº 8 el 18 de mayo del 2001 y que apareció a la luz pública el 11 de mayo en el periódico suizo valesano “La Liberté”). Por esto pudo decir antes sin ningún inconveniente Monseñor Fellay “Si me llama voy enseguida y aun corro“ en respuesta a la pregunta del periodista: ¿Y si el Papa lo llamase?” (Treinta Giorni nº 9 del 2000).

Nada nos debe entonces sorprender de lo que estamos viendo, pues todo está siendo cocinado a fuego lento, para reintegrar la Fraternidad San Pío X paulatinamente a la Roma anticristo y apóstata. Por esto es Cardenal Castrillón puede afirmar sin titubear: “Benedicto XVI no ha caminado ni caminara de cualquier manera o expresión, en una trayectoria que sea diferente a la indicada por el Concilio.” Para luego rematar diciendo: “Con este Motu Proprio, la puerta se abre extensamente para una vuelta de la Fraternidad San Pío X a la comunión completa. Si después de este acto, la vuelta no ocurre, no podré en verdad comprender.” (Precisiones del Cardenal Castrillón sobre el Summorum Pontificum, publicado por Radio Cristiandad el 9 de julio de 2007).

Como ya advirtió Monseñor Lefebvre refiriéndose al entonces Cardenal Ratzinger: “No tenemos la misma manera de concebir la reconciliación, el Cardenal Ratzinger la ve en el sentido de reducirnos, de llevarnos al Vaticano II. Nosotros la vemos como un retorno de Roma a la Tradición. (…) No es una cosa pequeña lo que nos opone. No es suficiente que se nos diga: Ustedes pueden decir la misa antigua pero hay que aceptar esto otro [el Concilio]. No, no es esto (la Misa) lo que nos opone, es la doctrina. Esta claro.” (Fideliter nº 66 septiembre-octubre 1988 p. 12-14).

Con qué cara se nos habla hoy de diálogos, cuando Monseñor Lefebvre dijo muy claro:
“Mientras que no hayan aceptado reformar el Concilio, considerando la doctrina de los Papas que los han precedido, no hay dialogo posible.”
(Fideliter, nº 66, p. 12-14, septiembre-octubre de 1988). La etapa del dialogo iniciado después del levantamiento de las excomuniones no es otra cosa que el dialogo de la cándida Eva con la diabólica Serpiente.

Refiriéndose a Don Gerard y a su Monasterio Benedictino del Barroux, Monseñor Lefebvre dijo: “Pero él cae en la trampa puesto que los otros no han cedido en los falsos principios.” Tal cual hoy sucede con Monseñor Fellay arrastrando a la Fraternidad tras de él, al igual que Dom Gerard que arrastró a toda la comunidad. Monseñor Fellay no es capaz de decir hoy lo que Monseñor Lefebvre exclamó refiriéndose a la excomunión: “Que nosotros seamos excomulgados, ¡Magnifico!” (“La Messe de Toujours” p. 62-63), sino que piensa todo lo contrario, pues para él es una infamia, un oprobio, un insulto, una satanización, un impedimento, un estigma, un deshonor, etc. Y según él ahora la “Tradición Católica no está más excomulgada.” (Carta de Monseñor Fellay a los Sacerdotes de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X del 31 de agosto de 2009), ¡como si realmente lo hubiese estado alguna vez!, o si pudiese ser en verdad excomulgada.

Que todo esto sirva a los fieles para ver más claro en medio de la hecatombe religiosa, cual no se ha visto nunca ni jamás se vera, y permanezcan como un pequeño rebaño (disperso por el mundo) fiel a la Tradición Católica de la Iglesia, frente a la impostura de la Nueva Religión, tal como lo señaló Monseñor Lefebvre en su última conferencia a los Seminaristas, el 11 de febrero de 1991, poco antes de morir:

“… la situación de la Iglesia es más grave que sí se tratara de la pérdida de la fe. Es la instalación de otra Religión, de otros principios que no son católicos.”

Basilio Méramo Pbro.
Bogotá, 25 de febrero de 2010

lunes, 1 de febrero de 2010

LA INCONGRUENCIA TEOLÓGICA AL CONSIDERAR UN MAGISTERIO AUTÉNTICO Y A LA VEZ ERRÓNEO

Es una incongruencia teológica hablar (o reconocer) a la vez que un Concilio Ecuménico sea auténtico y erróneo, como acontece con el Concilio Vaticano II. Tal incongruencia está contenida en el libro del Padre Calderón “La Lámpara bajo el Celemín”, quien se expresa así: “Queda entonces valorar el Concilio como magisterio simplemente auténtico…” (pág. 209), y para colmo después de reconocer que no tiene ninguna autoridad, pero admitiendo su autenticidad, lo pone al mismo nivel de los doctores o teólogos privados, al decir: “En la medida en que el magisterio simplemente auténtico no está asistido por el Espíritu Santo, en esa misma medida debe ser juzgado según los criterios con que se juzgan los doctores privados…” (pág. 210). No cabe en sana lógica ni en sana teología, equivalencia entre lo auténtico y lo erróneo, y menos en lo referente al Magisterio Universal de la Iglesia indefectible, como luz del mundo y cathedra universal, única, exclusiva e infalible de la verdad revelada.

No cabe autenticidad cuando hay error, falsificación, impostura y sobre todo ruptura con la Tradición Católica y la Iglesia del pasado. Auténtico es algo legítimo, legal, verdadero, original, genuino, nada tiene que ver con lo falso, lo erróneo ni aun con lo equívoco y ambiguo. La autenticidad implica y conlleva veracidad, sin la veracidad no puede haber autenticidad. Un Magisterio erróneo no es auténtico. Hay un error de fondo al considerar un Concilio Ecuménico como únicamente auténtico si no es infalible. Aunque hay Concilios no infalibles y solamente auténticos como el caso de los Concilios regionales, provinciales o nacionales, sin embargo un Concilio Ecuménico órgano y expresión del Magisterio universal extraordinario y solemne de la Iglesia, no puede ser única y simplemente auténtico (en su categoría) sin ser infalible. Un Concilio Ecuménico verdadero y legítimo es por propia definición institución divina, Magisterio extraordinario y solemne, infalible y por lo mismo auténtico en su rango. Es un ex abrupto teológico considerar que pueda darse un Concilio Ecuménico verdadero y auténtico como no infalible, y aún más, esto en el fondo implica una herejía, pues la Iglesia quedaría en su máximo órgano magisterial universal al arbitrio del error, pudiéndose afectar así la pureza de la Fe de toda la Iglesia tanto “indocendo” (infalibilidad activa) e “indicendo”(infalibilidad pasiva), es decir la Iglesia docente y la Iglesia discente o enseñada. Con lo cual, además se vulneraria el mismo concepto de la Iglesia divina posibilitándose el error, pues una Iglesia divina que se equivoque en materia de Fe dejaría por lo mismo de serlo. La Iglesia Católica única y verdadera es indefectible e infalible porque es divina. La gran anomalía ha sido tener un Concilio Ecuménico como el de Vaticano II no infalible, y esto por sí mismo impugna la legitimidad, autenticidad y veracidad de dicho Concilio quedando relegado en el mejor de los casos a una gran reunión social eclesiástica o en el peor de los casos a un Concilio ilegítimo por defecto constitucional al no querer ejercer infaliblemente el Magisterio universal, extraordinario y solemne de la Iglesia, posibilitándose cabida al error en materia de Fe, con la vulneración de la misma. En vano es considerar o admitir autenticidad magisterial o autoridad magisterial a un Concilio Ecuménico no infalible como el Concilio Vaticano II. No hay más alternativa, un Concilio es ecuménico y legítimo Concilio y por lo tanto infalible, o no es infalible y por lo tanto no es Concilio ecuménico legítimo y verdadero. Un Concilio Ecuménico órgano magisterial extraordinario y solemne de la Iglesia universal divina no puede ser falible (no infalible), pues esto conllevaría una contradicción interna, contradiciéndose su misma esencia y naturaleza, al contradecirse su definición misma; pues esto sería tan absurdo e ilógico conceptualmente como concebir un circulo cuadrado, un triangulo bilátero o un hombre irracional. Una Iglesia que falla en la verdad divinamente revelada no es divina, luego la Nueva Iglesia postconciliar que viene pontificando en el error y teniendo como fundamento el Concilio Vaticano II en ruptura con la Tradición, no es la Iglesia verdadera, ni la legítima esposa de Cristo, que es pura y santa en materia de Fe.

Es absurdo hablar de un magisterio auténtico cuando este está plagado de errores, ni se diga ya de herejías. Un magisterio auténtico aunque no sea infalible (magisterio no universal), exige la veracidad pues no hay autenticidad magisterial sin verdad, la autenticidad magisterial reclama y exige la veracidad. Un Magisterio erróneo lleno de falsedad no puede ser auténtico. Hablar de autenticidad en el error y la falsedad es incongruente, pues auténtico es lo veraz, lo legítimo, no hay legitimidad para lo falso, para lo erróneo, ni aun para lo equívoco expresamente buscado y querido, en términos de Fe y de verdad sobrenatural.

Una Iglesia que no es indefectible, no es divina y la Iglesia Católica Apostólica y Romana es indefectible en su constitución divina y en su Magisterio doctrinal universal, sino lo fuera, sería defectible y no sería por lo tanto divina. Aquí está en juego la misma divinidad de la Iglesia Católica, y no hay término medio o es divina y por lo tanto indefectible en su ser y existencia, como en su enseñanza magisterial (infalibilidad); o no es divina, luego sería humana, defectible en su ser y en su Magisterio sería falible, pareciera que estuviéramos ante un nuevo arrianismo dentro de las filas del tradicionalismo además del de los modernistas, un neo arrianismo eclesiológico que niega la divinidad de Cristo en su cuerpo místico, la divinidad de la Iglesia Católica. Con el ecumenismo modernista, se niega la divinidad exclusiva de la Iglesia Católica como esposa única y exclusiva de Cristo. Así el ecumenismo modernista rebaja la Iglesia al nivel de las otras falsas religiones (y la Iglesia ya no sería divina), o asciende al nivel de la Iglesia a las otras religiones divinizándolas. Por esto se ha redefinido la esencia de la Iglesia diciendo que la Iglesia de Dios subsiste en la Iglesia Católica y no como antes que se decía que la Iglesia de Dios es la Iglesia Católica.

Hay además algunos puntos que se deben dilucidar, pues forman el substrato teológico erróneo del libro en cuestión. No se debe confundir Magisterio Universal del Papa cuando habla (él solo) ex cathedra, con Magisterio Universal de los Concilios Ecuménicos aunque ambos sean Magisterios extraordinarios universales. Pues es el Papa (según lo definido por la Iglesia) el que goza de la prerrogativa de la infalibilidad de la Iglesia, cuando habla ex cathedra y no la Iglesia la que goza de la infalibilidad del Papa cuando está reunida en Concilio, pues de lo contrario se están invirtiendo las cosas y peor aún la misma definición dada por la Iglesia. Tampoco se debe confundir Magisterio Extraordinario con Magisterio Ordinario Universal aunque ambos sean Magisterio Universal de la Iglesia y por lo mismo infalibles. No se debe tampoco confundir Magisterio Extraordinario, sea del Papa solo cuando habla ex cathedra, sea de todos los Obispos, incluido el Obispo de Roma (como su cabeza), reunidos en Concilio, con el Magisterio Universal Ordinario de la Iglesia, aunque todos sean igualmente universales e infalibles. Es un grave error no detectado hacer depender la infalibilidad de un Concilio Ecuménico de la voluntad tanto del Papa como de la de todos los demás obispos, pues esta depende de la constitución misma del Concilio Ecuménico legítimamente realizado. Otra cosa muy distinta es cuando el Papa sólo (aisladamente por prerrogativa personal de su suprema investidura como sumo pontífice romano) sea infalible cuando habla ex cathedra, y el ejercerlo sí depende de su soberana voluntad.

La Iglesia divina y verdadera no puede ser falible en su Magisterio Universal Extraordinario y solemne. La Iglesia divina no puede darse el lujo de permitir la posibilidad del error, no se diga ya de la herejía, en cosas de la Fe y la salvación de las almas, pues si esto fuera posible dejaría de ser la Iglesia verdadera y divina que todo católico para ser tal, debe reconocer y profesar. Conviene aclarar además que no es la repetición del Papa ni de los demás obispos lo que hace o constituye la infalibilidad del Magisterio Ordinario Universal de la Iglesia; es la unanimidad (concordes) magisterial de los obispos dispersos por el mundo incluido el obispo de Roma (el Papa) quien es su cabeza.

Como conclusión un Concilio Ecuménico (legítimo) es por su esencia y propia constitución divina infalible. Por esto Marín Sola O. P. puede afirmar: “Está revelado que ´todo Concilio ecuménico es infalible´, o lo que es lo mismo, está revelado ´todo Concilio es infalible si es Ecuménico´”. (La Evolución Homogénea del Dogma Católico, BAC Madrid 1963, p. 435).

Negar esto equivaldría a negar la indefectibilidad y la infalibilidad de la Iglesia Católica. Es negar un dogma fundamental de Fe, cual es el creer en la Iglesia que nos da la Fe, como consta en el rito del bautismo. ¿Qué pides a la Iglesia? La Fe. ¿Qué te da la Fe? La vida eterna. Nuestra Fe pasa por la Iglesia que es la condición sin la cual (sine qua non) no habría Fe. Esta es toda la gran y crucial diferencia con el protestantismo para quienes la Fe no viene a través de la Iglesia sino directamente de Dios, negándose así la Fe como dogma, es decir, el dogma de la Fe. Esto explicaría porque en Fátima se habla de la Fe como dogma:” En Portugal se conservara el dogma de la Fe”.

Tras de toda esta cuestión, hay que decirlo se oculta una especie de neo-herejía neo-arriana que consiste en negar la divinidad de Cristo (no ya en su cuerpo físico como antaño) sino en su cuerpo místico: la Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Desgraciadamente, por paradójico que parezca, esta es la idea o concepción que inconscientemente tienen no pocos católicos, que se dicen tradicionalistas, frente al modernismo reinante e imperante de la Nueva Iglesia postconciliar. Esta es la nueva y solapada neo herejía que circula en el ámbito tradicionalista sin percatarse que al igual que los modernistas, niegan la divinidad de la Iglesia, al admitir un Concilio Ecuménico como legítimo y auténtico, y que no sea infalible, posibilitando el error en la Fe, que es pura, virginal e inmaculada.

Que la Santísima Inmaculada Madre de Dios, la bienaventurada Virgen María, aplaste esta nueva herejía que hoy se insinúa por doquier. Amén.


Basilio Méramo, Pbro.
Bogotá, 2 de febrero de 2010
Fiesta de la Purificación