San Juan Apocaleta



Difundid Señor, benignamente vuestra luz sobre toda la Iglesia, para que, adoctrinada por vuestro Santo Apóstol y evangelista San Juan, podamos alcanzar los bienes Eternos, te lo pedimos por el Mismo. JesuCristo Nuestro Señor, Tu Hijo, que contigo Vive y Reina en unidad del Espíritu Santo, Siendo DIOS por los Siglos de los siglos.












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"Sancte Pio Decime" Gloriose Patrone, ora pro nobis.





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martes, 8 de septiembre de 2009

TERCER DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS 2 de julio de 2000

Amados hermanos en Nuestro Señor Jesucristo:

El Evangelio de hoy nos muestra el amor misericordioso de Nuestro Señor por la oveja perdida; ella es la humanidad, somos cada uno de nosotros, perdidos, alejados de Dios. El mismo viene, con su encarnación, a buscarnos para rescatarnos. Motivo por el cual cuando un pecador hace penitencia aquí en la tierra se alegran los ángeles del cielo. Tengamos siempre presente que nuestra condición como hombres es de miserables y viles pecadores, porque por buenos que nos
creamos o que nos parezca que lo somos, en realidad no lo somos tanto, somos miserables y pobres pecadores; luego, como pecadores, ¿qué nos queda? Penitencia. La penitencia del pecador arrepentido produce mucha más alegría en el cielo que la de 99 justos, que la de 99 santos. La prueba de ello la tenemos con María Magdalena, la gran pecadora; todos somos en cierta forma como María Magdalena, traicionamos de uno o de otro modo el amor de Dios por nosotros.
Ofrezcámosle a Dios un corazón arrepentido y humillado, que es justamente lo que el Evangelio de hoy quiere decirnos con el pecador que hace penitencia.

Desgraciadamente, en apariencia se ha publicado el tercer secreto de Fátima y ante él, no viendo el mundo cumplidas las expectativas, se ha decepcionado; la gente se da cuenta de que no corresponde lo que se ha revelado con lo que en realidad sería o debería ser aquel tercer secreto. Es lamentable, por tanto, que desde Roma se nos engañe, porque hay en ello un engaño. Es manifiesto, basta con analizar las excusas que ellos mismos dan y queda manifiesta la mentira, el doblez, porque se quiere negar el carácter apocalíptico y profético del tercer secreto.

Como profecía de los últimos tiempos quedaría anulada; lo que era una profecía apocalíptica ha sido reducida a una simple visión, anulando de hecho que fuera un mensaje del cielo para nuestros tiempos, que la misma sor Lucía ya había señalado alrededor de los años sesenta, justo en la época preconciliar, cuando se estaba incubando el concilio que ha producido los desastres que hoy lamentamos. Sor Lucía hablaba del castigo inminente al padre Fuentes, un sacerdote mejicano que tenía por misión la causa de la beatificación de los dos niños de Fátima. Después,
este sacerdote fue desbancado, porque dijo algunas cosas referentes al tercer secreto que sor Lucía le había comunicado, incluso que estábamos en los últimos tiempos.

Ahora, el cardenal Ratzinger niega el contenido apocalíptico -como buen alemán que es-, dice tranquilamente que a causa de los católicos tradicionalistas se ha difundido eso de ser algo apocalíptico. Falso, porque de ello ya hablaron el mismo monseñor Venancio, Obispo de Fátima, cuando se refirió expresamente a la apostasía, al misterio de iniquidad. Posteriormente Monseñor Do Amaral también se pronunció al referir que la pérdida de la fe en un continente era peor que la aniquilación de toda una nación y que incumbía a la fe. Es más, se cuenta del terrible presagio que tuvo el papa Luciani, Juan Pablo I, quien siendo aún cardenal, fue en una peregrinación a Coimbra y luego de una conversación de dos horas con sor Lucía, salió pálido. Eso ocurrió en los años setenta (1977); poco después, ya de regreso en Italia, su hermano y su cuñada lo ven angustiado y pálido durante la comida y preocupados le preguntan acerca de su salud (pues hace ya dos días que lo ven así), o si la comida le había caído mal, a lo que él respondió que estaba pensando en lo que sor Lucía le había dicho del tercer secreto. "Es terrible", concluyó.

Entonces, ¿cómo van a decir ahora que no tiene nada que ver? Que no son cosas referidas a los últimos tiempos, si sor Lucía también le dijo al Padre Fuentes: "Padre, qué falta para 1960, la Virgen no lo ha dicho, pero me lo ha hecho entender, que estamos en los últimos tiempos. Ella misma habló del castigo inminente, de la desorientación diabólica, de la ceguera de quienes tienen los puestos de alta responsabilidad dentro de la Iglesia, que parecían ciegos guiando a otros ciegos". En sus cartas ella misma le hizo la confidencia de que estaban en las Escrituras y
señaló los capítulos VIII al XIII del Apocalipsis. Entonces, ¿cómo va a decir el cardenal Ratzinger que somos los católicos tradicionalistas? ¡Que no sea mentiroso! Y agrega que no se había revelado antes por no obstaculizar las relaciones con el comunismo. ¡Qué vergüenza!, pero así es. ¿Acaso obstaculiza en algo lo que ellos ahora han publicado? Ni fu ni fa le afecta a Rusia lo que han revelado, eso no obstaculizaría la política de connivencia con el comunismo. Pero tales estupideces y mentiras no son más que el diablo pisándose la cola. También comentó Juan Pablo
II, que no quería que las cosas allí dichas fuesen aprovechadas sensacionalmente para confundir, para que el mundo no se aterre, y ¿qué sensacionalismo puede haber en lo que han dicho? Ninguno; la gente no lo creyó y se decepcionó.

¿Dónde está pues el sentido de toda esta mentira, de todo el engaño? El mismo cardenal Ratzinger en Entretien sur la foi le dice a Vittorio Messori, quien le pregunta si había algo de apocalíptico, de terrible, y él dice: "Bueno, si llegase a haber tal cosa...", y no quiso decir más, y para terminar explicaba que eso ya estaba en la Escritura. Pues en la Escritura no está nada de lo que ellos han dicho y eso consta en el libro, editado en francés, en las páginas 128 y 129; hoy ya no se acuerda... El diablo pisándose la cola. Juan XXIII, al respecto, dijo que aquello no
sería en su pontificado. Con lo que han revelado se oculta el contenido apocalíptico y que tiene mucho que ver con el Sumo Pontificado, por eso no han querido revelar el tercer secreto, ni antes ni ahora.

A este respecto, también el papa Pío XII envió a un padre de Rusia, de algún instituto en Roma, comisionado para que fuera a ver a sor Lucía y este padre, después de volver, le afirmó a uno de sus confidentes que si bien él no podía decir nada, el secreto constaba de una parte referida al Papa, y la otra, la consecuencia lógica de las palabras: "En Portugal se conservará siempre el dogma de la fe"; lo que han revelado no encaja ni con esas palabras ni con el final del texto que dice: "Al fin mi Inmaculado Corazón triunfara".

Es grave, pero eso nos debe hacer abrir los ojos. Monseñor Venancio, Obispo de Fátima, llegó a hablar de apostasía, de misterio, de iniquidad, y no se puede decir que fue tradicionalista. Monseñor Do Amaral, también Obispo de Fátima, decía que la pérdida de la fe en un continente era peor que la aniquilación, refiriéndose al tercer secreto. Entonces, ¿cómo nos van a salir con este cuento que no convence a nadie, pero sí se quiere eclipsar el carácter profético de Fátima, que no es simplemente una visión? Es un mensaje y un mensaje apocalíptico y ¿qué hay de
todo ello? Nada. Realmente da qué pensar si el Anticristo no anda ya campeando en Roma. "Roma perderá la fe y será la sede del Anticristo", terrible, pero así es. Al Anticristo no le conviene que se hable de parusía, porque sabe que en aquel día se le acabará su chiste, el juego, la mentira, el engaño, la profanación; es lamentable, pero debo decirlo; es imposible callar.

Además, si fuera cierto lo que publicaron, aunque no íntegramente, porque bastaría quitarle dos o tres palabras, como por ejemplo, esto: después de relatar que el Papa, los obispos que estaban ahí, las monjas y los curas fueron muertos, se dijera que eso ocurrió por la pérdida de la fe. Ya se entiende, en vez de poner soldados, que fueran ángeles (porque ahí se vería que fueron muertos por haber perdido la fe), eso sería otra cosa y qué simple y sencillo es quitar dos o tres palabras; ya se entendería.

Además, decir que eso se refería al atentado de Juan Pablo II es mentira, porque no es sólo él quien muere; lo que dicen allí, es que mueren él, los cardenales, obispos, monjas y curas; entonces el atentado tendría que haber sido no solamente contra él. Hay otra mentira más; está bien que el mundo esté imbecilizado, pero aquel que tiene la fe y permanece firme en la fe no puede ser un estúpido, y por eso hay que protestar y decirlo públicamente, para que ellos dejen de hacer la obra de Satanás; más les hubiera valido que no dijeran nada y si eso que revelaron era tal cual lo escribió sor Lucía, entonces ¿por qué no lo publicaron antes? ¿a quién le hubiera molestado, estorbado o aterrado? A nadie, pero sin embargo Pío XII no lo quiso leer por la información que le diese el padre comisionado; lo leyó Juan XXIII y no lo quiso publicar; Pablo VI igualmente, y ahora, por último, Juan Pablo II tampoco, pues terminar por inventarse esta patraña que es un insulto a Nuestra Señora, a Dios. ¿Cómo osan manipular así las cosas de Dios? A tal punto han perdido la fe y con ella el respeto a Dios. ¿Es que acaso no tienen miedo éstos que
parecen haber perdido toda gracia del cielo para atreverse a hacer una cosa así? ¡Qué profanación aberrante! Quien no lo vea así es porque no tiene fe o porque en resumidas cuentas le importa muy poco lo que diga Nuestra Señora y entonces, ¿dónde queda aquel totus tuum, el "todo tuyo"?, ¿en dónde está la verdadera devoción hacia la Santísima Virgen María?, ¿o es que ahora da todo lo mismo? ¡Eso parece ser!

Hay que reaccionar, hay que pedirle a Dios el poder permanecer fieles, no caer en este tremendo engaño en el cual toda la prensa mundial manejada por el judaísmo ha caído, al dejar las cosas así, porque tal parece que son los mismos y que entre ellos se entienden; no son los hijos de Dios, son los hijos de las tinieblas y eso ya lo decía sor Lucía -que los hijos de las tinieblas eran más astutos que los buenos; siempre iban adelante; y los buenos, rezagados, miedosos-. Eso no puede ser, si el mal avanza es porque los buenos somos tontos, por falta de valentía, por pura cobardía y eso es un pecado. "Hombres de poca fe", dijo Nuestro Señor a los apóstoles en ese momento, cuando los vio con miedo, por cobardes, al no tener fe firme.

Pidámosle a Nuestra Señora que nos ayude, que nos asista para mantenernos fieles; debemos hacer penitencia y sacrificio hoy más que nunca, hoy, cuando estamos en los últimos tiempos, como dijo sor Lucía, y perseverar en la fe, porque el tercer secreto de Fátima viene a precisar el dato trágico de la pérdida de fe y todo por culpa de la misma jerarquía.

Lo que en resumidas cuentas constituye el verdadero motivo por el cual no han querido publicar la verdad al inventar un remedo, que si no es invento, por lo menos está mutilado al dejarlo en una simple visión que carece de relación alguna con lo que está pasando, sin ningún interés apocalíptico como contrariamente profetiza Fátima.

Invoquemos a Nuestra Señora para que nos ayude a perseverar en la Santa Madre Iglesia Católica aunque se vea reducida a su mínima expresión, la cual comparara Nuestro Señor con un pequeño rebaño. +

BASILIO MERAMO PBRO.