San Juan Apocaleta



Difundid Señor, benignamente vuestra luz sobre toda la Iglesia, para que, adoctrinada por vuestro Santo Apóstol y evangelista San Juan, podamos alcanzar los bienes Eternos, te lo pedimos por el Mismo. JesuCristo Nuestro Señor, Tu Hijo, que contigo Vive y Reina en unidad del Espíritu Santo, Siendo DIOS por los Siglos de los siglos.












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miércoles, 8 de julio de 2009

JUAN PABLO II, UN PAPA DESEADO POR LA SINARQUIA

Indice
Introducción
Sinarquía y Contra- Iglesia
Un Papa de corte Masónico
Sinarquía y Nueva Iglesia
Aggiornamento y Nuevo Orden Mundial
Gnosis y Ecumenismo
Ecumenismo Masónico
Cábala y Masonería
Conclusión

Introducción

La Sinarquía o Gobierno Oculto Mundial dirigido por la Judeo-Masonería, desde hace mucho tiempo emprendió la audaz y ardua tarea de obtener un Papa conforme a sus fines.

Un verdadero complot contra la Iglesia Católica se urdió en las Altas Logías masónicas, para obtener el fin deseado. Esto es, destruir la Iglesia desde adentro (sin hacer mártires) y utilizarla en la construcción de la Sinagoga de Satanás o Contra-Iglesia.

Desde hace más de un siglo se reveló el deseo expreso de crear una Nueva Iglesia, con un Nuevo Sacerdocio, lo cual requería la convocatoria de un futuro concilio según los designios de los grandes iniciados en las logias judeo-masónicas, es decir, los grandes ocultistas gnóstico-cabalistas.

Una nueva Iglesia Sinárquica requería un Nuevo Papado es decir, Papa conforme a los ideales judeo-masónicos de la Sinarquía, en vista a un Nuevo Orden Mundial, donde el Judaísmo vea realizado su falso (tergiversado) y anhelado Mesianismo.

De aquí la necesidad de conjugar eficazmente la finanza Internacional que digita la Política y Economía Mundial y la sabiduría oculta del judaísmo contenida en la Cábala o Gnósis judaica.

La masonería sería un instrumento de iniciación y poder para obtener los fines deseados, (judaización del mundo), y además captar a los católicos para utilizarlos junto con la Iglesia en sus planes de destrucción de la Cristiandad y de la misma Iglesia Católica Apostólica y Romana.
Revolución Judeo - Masónica

Monseñor Henri Delassus (verdadero Patriarca de la historia moderna) sostiene respecto a la ambición de Poder y Dominación Mundial: «Esta voluntad de llegar a la dominación del mundo es propia a los Judíos; los francmasones no son en esto mas que sus instrumentos; ello explica casi todos los acontecimientos de los dos últimos siglos, y sobre todo de la hora presente» (La Conjuration Antichretienne, Ed. Descleé de Brouwer, Lille 1910, tomo I p. 145).

El P. Julio Meinvielle, en su prólogo al libro «Imperialismo y Masonería» del P. Virgilio Filippo (Ed. Organización San José, Buenos Aires 1967, p. 13), afirma: «No hace falta, advertir que la Masonería, instrumento del judaísmo por una parte, y agente del comunismo por otra, bajo sus múltiples ritos y pantomimas, acompañadas las más de las veces de altisonantes vocablos, no es sino una vulgar secta subversiva que, bajo el disfraz de humanitarismo, trabaja a la vanguardia misma de la revolución mundial.»

Y más adelante prosigue el P. Meinvielle, refiriéndose a la Argentina, pero que muy bien se aplica a cualquier país: «La Masonería representa en la Argentina un verdadero imperialismo, el cual a su vez se robustece por las conexiones que le ligan al imperialismo judeo-.masónico, es decir, al poder oculto mundial que maneja luego todos los hilos de la conspiración que contra la Iglesia y contra el bienestar de los pueblos, se trama en todas partes» (Ibid. p. 14).

Mons. León Meurin, Arzobispo —Obispo de Port-Louis (Francia)— en su libro Filosofía de la Masonería[1] editorial Nuevo Orden, Buenos Aires, 1981, p. 35, dice refiriéndose a la Masonería y al Judaísmo: «El judaísmo, que ha acaparado el poder civil de este mundo, hace una guerra sin tregua ni merced a la Iglesia de Jesucristo, y a todos los que se niegan a doblar la rodilla ante el becerro de oro. La verdadera, la auténtica meta de la Masonería, es ceñir las sienes del judaísmo con la diadema real y poner a sus pies el reino del mundo.»

Con estas citas queda suficientemente demostrado, los fines de la Masonería y su conexión con el Judaísmo.

Sinarquía y Contra- Iglesia

La Sinarquía auspicia el Nuevo Orden Mundial que tendrá su plena realización con el advenimiento y el Reino del Anticristo. La oposición dialéctica entre Capitalismo Liberal y Comunismo (Capitalismo de Estado) confluirá en la gran síntesis del Nuevo Orden Mundial con la Primacía Judaica sobre las naciones a través de la Técnica y la Finanza.

La gran simbiosis (coagula) esta casi a punto de realizarse, será la obra del Anticristo, pero su aparición tendrá lugar cuando esté satánicamente preparado, para que emerja como la Bestia del Mar siendo universalmente aclamado y reconocido como el Redentor de la Humanidad, prometiendo Paz y Seguridad social con todo el poder del dinero y la técnica repartiendo bienes materiales, convirtiendo la tierra en una especie de Edén o Paraíso terrenal, ideal del Meseanismo Judaico en esta Tierra. Lo único que sobra es Cristo y su Iglesia, pues es el Paraíso Terrenal, pero sin Dios ni Fe.

Así el P. Castellani advierte que: «El Capitalismo y el Comunismo, tan diversos como parecen, coinciden en su fondo; digamos, en su núcleo ‘místico’: ambos buscan el Paraíso Terrenal por medio de la Técnica; y su ‘mística’ es un meseanismo tecnólatra y antropólatra - cuya difusión vemos hoy día por todos lados, y cuya dirección es la deificación del Hombre; la cual un día se encarnará en Un Hombre.» (El Apokalypsis, Ed. Paulinas Buenos Aires, 1963 p. 347). Y este hombre será precisamente el Anticristo pues como dice el P. Castellani en otro pasaje refiriéndose a los movimientos de unificación mundial: «Propician la amalgama del Capitalismo y el Comunismo, que será justamente la hazaña del Anticristo.» (Ibid p. 189).

De tal modo que bajo el bienestar terrenal más prodigioso se encontrará la impiedad diabólicamente institucionalizada, no siendo otra cosa que una verdadera Satanocracia, la Ciudad del Hombre bajo la que se esconde la Ciudad de Satanás, en contra de la Ciudad de Dios.

Sobre la Sinarquía el P. Meinvielle nos dice: «que es el movimiento de proyección universal, manejado por los judíos, que ejerce una especie de liderazgo sobre los negocios económicos y políticos de los pueblos. Sinarquía de la palabra griega ‘sym’, con, y, ‘arque’, principio, iniciación, significa cogobierno o gobierno equilibrado, porque en él se realiza un cierto equilibrio, poderes y tendencias del mundo. Es el programa para el gobierno mundial ideado por el famoso ocultista Saint Ives d’Alveydre, a fin del siglo pasado... El programa de la Sinarquía envuelve todos los problemas de la humanidad, tanto del plano biológico como económico, político, cultural y religioso.» (Los Tres Pueblos Bíblicos en su Lucha por la Dominación del Mundo, Ed. Dictio Buenos Aires, 1974, p. 294)

Para tener una idea cabal y sintética de lo que es la Sinarquía dentro del proceso de la Revolución, transcribimos las profundas palabras que al respecto emite el P. Meinvielle con singular maestría y penetración: «La Revolución Mundial es el proceso de destrucción de la civilización cristiana que se inicia hace siglos con el Renacimiento. Proceso de destrucción del orden social erigido en torno de Dios y de Jesucristo y de construcción de la Ciudad del hombre, del Humanismo. Se inicia en el Renacimiento, porque sólo entonces y no antes los hombres de la Iglesia toman contacto, en cierto modo oficial, con el libro secreto inspirador del judaísmo -la Cábala-, lo cual implica la construcción de una Humanidad Cabalística en sustitución de la Humanidad Cristiana. Esto significa que el proceso del mundo moderno, o de la Revolución Mundial, es al mismo tiempo el de la Judaización de los pueblos. Y la erección de la Ciudad del hombre es, por lo mismo, la erección de un mundo en glorificación del judío, ya que sólo a éste le corresponde en la tradición talmúdico-cabalista los atributos humanos, y al resto de los pueblos sólo los de bestias, de cosas que han de servir a aquel hombre».

«Las etapas de la Revolución Mundial se caracterizan por los mismos pasos por donde se va cumpliendo el proceso de destrucción del hombre cristiano. Una etapa de destrucción de los sobrenatural y de construcción del hombre naturalista, que llena los siglos XVIII; una segunda etapa de destrucción del hombre natural y de construcción con el liberalismo del hombre animal, que llena el siglo XIX; y una tercera etapa de destrucción del hombre animal y de construcción con el comunismo del hombre máquina, operación en la cual nos sorprende el siglo XX. En esta tarea de construcción del hombre máquina se halla empeñado lo que se llama la Sinarquía o sea el grupo de fuerza financiero-políticas que constituyen en este momento el Poder Oculto Mundial».

«La Sinarquía no es propiamente el comunismo ni el capitalismo -aunque pueda considerarse como variante de uno y otro-; es más bien en términos hegelianos, una síntesis o superación de uno y otro. Síntesis dialéctica del capitalismo tesis y del comunismo, antítesis, en un socialismo tecnocrático, que conserva del comunismo el igualitarismo y la nivelación social y del capitalismo el manejo y la organización de la sociedad a través de los grupos financieros empresariales. Nivelación universal y total en lo cultural-religioso, o sea la santocracia. Adviértase bien que no digo cultural y religioso, sino cultural-religioso porque en el plano sinárquico las expresiones culturales y filosóficas se confunden con las religiones, de suerte que se camina hacia una confluencia igualitaria de científicos-filosóficos-pensadores-religiosos, y en esto se incluye no sólo a católicos, judíos, protestantes, budistas, musulmanes, sino también a los ateos. En la concepción sinárquica, las religiones no son sino expresiones del hombre, y así como el hombre se expresa en la economía y en la política, también se expresa en su dimensión espiritual por la cultura y la religión. La Sinarquía es expresión total de todo lo humano -un humanismo integral- y una adoración del Hombre, culto del Hombre que, en realidad, es el culto cabalístico del ‘ojo que todo lo ve’ de la Cámara de meditación de las Naciones Unidas o el culto de Satán».

«La Sinarquía camina entonces a la confluencia y a la nivelación universal y total de todas las corrientes económicas, políticas, culturales y religiosas, y por lo mismo, al gobierno universal y totalitario de los pueblos. Un mundo unificado de corrientes socialistas bajo un gobierno totalitario universal».

«Este plan sinárquico encuentra un gran obstáculo en la estructura tradicional de la Iglesia, en los dogmas que la Iglesia profesa, en el gobierno de la Iglesia fundada sobre Pedro como sobre Roca, en los Sacramentos y en el culto cristiano. La Iglesia se presenta como un organismo con una osamenta, con unos huesos que le dan resistencia a todo intento de mezclarla con otras religiones y cultos. Habría que romper previamente esa osatura y convertir a la Iglesia en un molusco para hacerla luego confluir con las otras religiones, o falta de religión, y con las filosofías. Este cambio, esta transformación de las Iglesias en un molusco va a ser intentado por el Poder Oculto Mundial, y no por una acción desde fuera de la Iglesia, sino por una acción interna de disgregación.» (El Progresismo Cristiano, ed. Cruz y Fierro Buenos Aires 1983, pp 107 - 108 - 109).

Al respecto Pierre Virión, sobre la Sinarquía también dice: «Orgánicamente, es ante todo un conjunto de potencias ocultas de todos los órdenes y de todas las escuelas, unidas para contribuir a la formación de un gobierno mundial invisible. Políticamente, es la integración deseada de todas la potencias sociales y especialmente financieras, formando ese gobierno mundial en un régimen socialista generalizado, tecnificado, extendiéndose por el mundo, divididó en zonas geopolíticas. Ese régimen no planificaría al modo del comunismo: las diversidades étnicas, religiosas, culturales y nacionales; de acuerdo con el progreso sinárquico, no deberían ser suprimidas sino integradas en unas órdenes sometidas a una colegialidad supervisada secretamente. En consecuencia, el Catolicismo, al igual que todas las demás religiones, sería absorbido en un sincretismo universal. La iglesia quedaría enfeudada al Sistema. Se afirma, además, que ese sería el único medio de resolver la antinomanía del Poder civil y de la Iglesia.» (La Masonería dentro de la Iglesia, Ed. Cruz y Fierro, Buenos Aires, 1968, p. 17).[2]

De tal modo que: «La Sinarquía completamente realizada sería, ante todo, la Contra-Iglesia organizada.» (Ibid. p. 17-18).

En otro de sus libros el P. Meinvielle, afirma algo de sumo interés que conviene tener muy presente: «Para la Sinarquía ya ha pasado la era del capitalismo y del comunismo. Viene la era de la civilización socialista tecnocrática.» (La Iglesia y el Mundo Moderno, Ed. Theoría. Buenos Aires, 1966, p. 211).

Sobre la infraestructura del Poder Oculto de la Sinarquía, el P. Meinvielle dice: «Este poder Oculto tiene a nivel económico, el alto poder de la Banca Judía mundial, pero sería un error creer que es ésta el Poder Supremo. El Supremo es necesariamente teológico, teocrático. En las sectas de la Alta Masonería, donde se ha de rendir culto a Satanás, se toman las grandes decisiones que hacen a la vida de los pueblos. Pero el alto poder de los Banqueros va determinando la ejecución de estas decisiones.» (Ibid. p. 226).
Por esto, tal como dice Pierre Virión: «A fines del pasado siglo se urdió una formidable conjura contra la Iglesia, conjura que actualmente se desarrolla ante nuestros ojos. Un sacerdote de aquella época, después de apostar y de pasarse a las Altas Sociedades secretas, demuestra que sabía muchas cosas, había ya dicho y anunciado todo esto. Intérprete fiel y sumamente calificado de los grandes ‘iniciados’, vamos a seguirle en sus revelaciones, en su esperanza de ver caer al ‘Vaticano Real’ y reinar un Papa que será el Pontífice de la ‘Divina Sinarquía’, a la cabeza de un ‘nuevo catolicismo’ y que consagrara el espíritu de la sociedad moderna.» (La Masonería.... p. 16-17).

Este plan que lleva más de un siglo de preparación y existencia involucra a la misma Iglesia, y para ello es necesario primero infiltrarla e irla cambiando desde adentro, es decir corromperla en su propia salsa, guardando la imagen católica (su fachada) pero vaciada por dentro, en su culto, moral y dogma.

Tenemos así que la Masonería cambió de táctica para lograr absorber a la Iglesia en sus planes siniestros.

La Masonería ya no ataca de frente a la Iglesia, sino que busca el diálogo y el compromiso, para atraer hacia sí a la Iglesia y hacerla colaborar con sus fines.

Tan es así que refiriéndose a las fuerzas del mal, el P. Meinvielle observa lo siguiente: «Pero estas fuerzas que hasta ahora habían estado combatiendo abiertamente contra la Iglesia, en este preciso momento, cambian de táctica y pasan de una posición de ofensiva a otra, de diálogo, compromiso y aún de colaboración. Hasta ahora no se ha señalado, que sepamos, la significación y la importancia de esta táctica del enemigo. Pero ella está evidentemente vinculada al propósito, manifestado hoy de diversas maneras, sobre todo por el comunismo, de contar con la colaboración activa de los católicos y aún de la Iglesia misma en la construcción de la ciudad terrestre que están edificando apresuradamente las fuerzas del mal. Como la Masonería, en sus altas y secretas logías, constituye el enemigo primero y frontal donde se elabora la alta estrategia de la Construcción de un Mundo contra la Iglesia, es allí —en ese plano, el más profundo—, donde se ha de rastrear la penetración de la Contra -Iglesia dentro de la Iglesia misma.» (La Iglesia... p. 247).

Queda claro que el Nuevo Orden Mundial de la Sinarquía pretende absorber en su sincretismo a la Iglesia de Cristo, una vez corrompida y adulterada la Religión Católica.

El Sincretismo Sinárquico está cerrando el círculo. (Serpiente que se muerde la cola) englobando lo político y lo religioso bajo su Poder. Pero para lograrlo necesita que un Papa realice sus propósitos.


Un Papa de corte Masónico

Si, las fuerzas del mal (del maligno) necesitan un Papa que favorezca y realice los planes de la judeo-masonería y del Poder Oculto de la Sinarquía.

Mons. Delassus publicó un documento en el apéndice de su libro anteriormente mencionado, sobre las instrucciones secretas dadas a los miembros de la Alta Venta: «No pretendemos ganar a los Papas para nuestra causa, haciendo de ellos neófitos de nuestros principios, propagadores de nuestras ideas. Esto sería un sueño ridículo; y si por las vueltas de las cosas, por ejemplo, que cardenales o prelados, hayan entrado, en parte, de pleno acuerdo, o por sorpresa en nuestros secretos, no es de ningún modo motivo para desear su elevación a la sede de Pedro. Esta elevación nos perdería. La ambición solo los conduciría a la apostasía; las necesidades del poder los forzarían a inmolarnos. Lo que debemos pedir, lo que debemos buscar y esperar, como los judíos esperan el Mesías, es un Papa según nuestras necesidades.» (La Conjuration... p. 1040-1041).

Si la Masonería busca un Papa según sus necesidades, no le interesa que sea un masón, les basta que sin ser un iniciado, lleve a cabo en la Iglesia, los planes y fines por ellos deseados. Un Papa que sin ser masón, actúe y piense como un masón y así destruya la Iglesia de Cristo, convirtiéndola en Sinagoga de Satanás.

¿Cómo se logrará todo esto? Oigamos lo que al respecto dice Pierre Virión: «Saint-Yves no ha hecho más que bosquejar las grandes líneas de la Iglesia Universal, mescolanza de todas las religiones y de todas las sectas bajo el imperio de la ‘tecnocracia’ oculta. Roca, por su parte, ha comprendido que, para realizarla, hay que conducir al clero, o al menos a un cierto número de sacerdotes, a otro concepto de los dogmas, hay que insuflarles, sin que se den cuenta, el espíritu del universalismo masónico, hay que adoctrinarles acerca de la trascendencia de la Gnosis sobre la fe, de la unión íntima, de lo oculto y del Cristianismo, de la traición al Evangelio por parte del Vaticano. Hay que convencerles de que el Papado romano es culpable de haber sustituido el Magisterio inicial de Pedro por los honores y las riquezas de un imperialismo latino que debe caer bajo los golpes de un nuevo clero convencido de antemano de la inevitable victoria de una nueva Iglesia. Y esa última será instaurada por un futuro Pontífice que reunirá en su persona y en su cargo los del Papa y los del Mago de la Sinarquía.» (La Masonería... p. 41-42).

Y tal como advierte Virión para los que piensen que haya o pueda haber exageración, curándose en salud, afirma: «Por asombroso que eso pueda parecer no afirmamos nada que no se encuentre en los escritos de aquel clérigo tan trístemente célebre en su época, a la vez en las altas instancias iniciáticas y en los medios católicos de los cuales hablamos, y cuya obra no está hoy tan caída en el olvido como rodeada de un silencio cómplice, ocultando a demasiados de sus inconscientes discípulos el origen secreto del neo-cristianismo y de sus bases gnósticas. (Ibid. p. 42).

Así se manifiestan las bases gnósticas del sincretismo religioso universal de la Nueva Iglesia que se programó en las sectas masónicas. De ello hablaremos más adelante.

Veamos lo que el excanónico Roca decía hace más de un siglo sobre el Papado y la Iglesia, y que hoy es una triste realidad que se está cumpliendo paso a paso: «En su forma actual, el Papado desaparecerá, El Pontífice de la divina sinarquía se parecerá al Papa de nuestros días como este último se parece al Papa del Lago Salado... El viejo Papado, el viejo sacerdocio, abdicarán de buena gana ante el pontificado y ante los sacerdotes del futuro, que serán los del pasado convertido y transfigurados con vista a la organización científica del Planeta a la luz del Evangelio. Y esa nueva Iglesia, aunque tal vez no deba conservar nada de la disciplina escolástica y de la forma rudimentaria de la Iglesia antigua, recibirá sin embargo de Roma la Consagración y la Jurisdicción Canónica» (Ibid. p. 47).

Sinarquía y Nueva Iglesia

Esto fue siniestramente profético, porque hoy es un hecho. Tenemos una Nueva Iglesia a partir del Vaticano II, un nuevo sacerdocio, un nuevo Papado en ruptura con la Iglesia antigua (tradicional), recibiendo de Roma (modernista) la Jurisdicción.

Los únicos que permanecen fieles a la Fe de siempre, son rechazados, ultrajados y hasta excomulgados por la Nueva Iglesia, es un hecho y los hechos son irrefutables.

Si, la Nueva Iglesia de la revolución, de la Sinarquía que debía surgir a raíz de un futuro Concilio según los parámetros ya delineados por la Judeo-masonería, por los grandes iniciados de la gnosis, es hoy un hecho.

Oigamos al apóstata Roca quien decía en el siglo pasado: «Yo creo que el culto divino, tal como lo regulan la liturgia, el ceremonial, los ritos y los preceptos de la Iglesia Romana, sufrirá próximamente en un concilio ecuménico una transformación que, al mismo tiempo que le devolverá la venerable sencillez de la edad de oro apostólica, la pondrá en armonía con el Estado Nuevo de la Conciencia y de la civilización Moderna. « (Ibid. p.56).

Esto es ni más ni menos lo que aconteció con la Reforma Litúrgica y con la Nueva Misa. Esto es lo que a partir del Concilio Vaticano II se ha operado dentro de la Iglesia, tal como se lo previo desde hace por lo menos más de un siglo.

Esto es lo que Juan Pablo II realiza y pregona por todas partes, ni más ni menos, pero prosigamos con lo que desde entonces el desgraciado (sin gracia) ex Abate Roca presagiaba: «Sucederá algo que dejará estupefacto al mundo y que le hará caer de rodillas ante su Redentor. Y ese algo será la demostración del acuerdo perfecto entre los ideales de la Civilización Moderna y los ideales de Crito y de su Evangelio. Ello significará la consagración del nuevo orden social y el solemne bautismo de la Civilización Moderna.» (Ibid. p. 56 - 57).

Así se entiende plenamente porque dijo el Cardenal Suenens: «El Concilio es 1789 en la Iglesia,» o las palabras del Cardenal Ratzinger: «El problema del Concilio fue asimilar los valores de dos siglos de cultura liberal» (cfr. Mons. Lefebvre, Le Destronaron, Ed. San Pío X, Buenos Aires 1987, p. 10).

Así se comprende el pensar y el actuar de Juan Pablo II en todo el itinerario de su apostasía.

No exageramos, todo lo que está pasando hoy, fue sutil y eficazmente elaborado por los grandes iniciados de la judeo-masonería, por los grandes iniciados en los misterios de lo oculto y de la gnosis.

Continuemos con el ex-canónico Roca y saltará a la vista lo afirmado: «el reino divino de la Humanidad de Comte, el falansterio de Ch. Fovrier, el siglo de oro del futuro de Saint Simon, la sinarquía universal de Saint-Yves d’Alveydre, el socialismo y el comunismo de los anarquistas... los sacerdotes se convertirán en directores de las uniones sindicales, de las mutualidades y de las agencias cooperativas de producción y de consumo, de retiro obrero y de asistencia oficial.» (La Masonería... p. 54).

La realidad de hoy está calcada casi al pie de la letra con estas palabras que parecen de un profeta. Pero hay más, el Paraíso en esta tierra expresado por la divisa de la Revolución Francesa, corresponde al objetivo de la Sinarquía: «el reino de los cielos, es decir, el reinado impersonal y divino de la Verdad en la Libertad, de la Justicia en la Igualdad, de la Economía Social en la Fraternidad, lo cual constituye el trinomio sagrado de la sinarquía evangélica.» (Ibid p. 54).

La Iglesia post-conciliar ha hecho suyos estos principios judeo-masónicos de la revolución sinárquica, y de la Contra-Iglesia. Juan Pablo II es su porta Voz. Claro que ante esta acusación, dirán al igual que el apóstata Roca: «¡No! ¡No! Monsieur Veuillot[3] la humanidad no se descristianiza , sino que se desclericaliza, a fin de que el sacerdote se humanice, y ambos se cristianicen en el verdadero sentido del Evangelio.» (Ibid. p. 55).

¿Cuántos hoy en día, no piensan y dicen lo mismo? Casi todos. Lo cual es una prueba más de la penetración de las ideas masónicas dentro de la Iglesia, y por consiguiente de su judaización.
Aggiornamento y Nuevo Orden Mundial

El famoso aggiornamento (puesta al día) de la Iglesia no es más que la judaización de la Iglesia Católica, en vista del Nuevo Orden Mundial. Veámoslo preconizado admirablemente por el ex-canónigo Roca quien repetía el programa de sus amigos y altos maestros (Saint-Yves d’Alveydre,[4] Stanislas de Guaita[5]): « Y nosotros, sacerdotes, oremos, bendigamos, glorifiquemos esos maravillosos trabajos de los cuales surgirá la transfiguración científica, económica y social de nuestros misterios religiosos, de nuestros símbolos, de nuestros dogmas y de nuestros sacramentos. ¿Acaso no os dais cuenta de que nuestras formas han envejecido, de que están gastadas, abandonadas por el Espíritu, de que estamos solos, con las manos llenas de cáscaras vacías y de letras muertas?» (Ibid. p. 49).

Aquí está el verdadero motivo del aggiornamento operado en la Iglesia. Esta es la razón por la cual se abandona la liturgia tradicional y todo lo que hasta el concilio Vaticano II se hacía.

Por esto se está en contra de la Tradición de la Iglesia y se le excomulga, en aras del Ecumenismo que no es otro que el Ecumenismo Masónico, de un culto universal y sincretista. Así, el ex-canónigo Roca expreso: «Lo que la Cristiandad quiere edificar no es una pagoda, sino un culto universal que englobará a todos los cultos.» (Ibid. p. 43).

Y esto no puede realizarse sin que la Gnosis penetre la religión, dándole una interpretación cabalística. De aquí la necesidad de sacerdotes esotéricos y hasta de un Papa gnóstico, tal como se puede ver en la respuesta de Roca a Oswald Wirth (fundador de El Simbolismo, quien preconizaba un seudo-cristianismo esotérico) al felicitarle por la fundación del periódico El Socialista Cristiano: «Mi querido hermano en Cristo: No necesito deciros que ‘El socialista Cristiano’ no tiene otro objetivo que el de favorecer la iniciación de los sacerdotes y de los católicos al conocimiento de ese esoterismo que es la ciencia oculta y trascendente no ya de la letra, cuyo reinado ha concluido, sino del Espíritu, cuyo reinado empieza.» (Ibid. p. 41).

De aquí la necesidad de un Papa gnóstico tal como lo pinta Roca y con el toda la Sinarquía judeo-Masónica de la Contra-Iglesia: «No un Pontífice de la Fe o del pistilo, sino un Pontífice de la Gnosis o de la Ciencia Esotérica.» (Ibid. p. 207).

Este es el Papa que quiere la Sinarquía gnóstico-masónica. Sobre este Papa, Pierre Virión comenta, citando: «El que desean ver a la cabeza de un ‘Concilio ecuménico’ de la Humanidad Sinarquizada formado por sabios, jefes de Estado, cardenales y obispos, constituyendo la ‘primera cámara de la Sinarquía Trinitaria, cuyos marcos encontró el marqués de Saint-Yves d’Alveydre en la Antigua enseñanza de los templos’». (Ibid. p. 206).

De tal modo que del Papado católico quedará solo la apariencia, cumpliéndose lo que ya decían los grandes sinarquistas: «Se prepara una inmolación que expiará solemnemente... El Papado sucumbirá, morirá bajo el cuchillo sagrado que formarán los Padres del último Concilio. El César Papal es una Hostia coronada para el sacrificio» (Ibid. p. 58).

Esto es lo que obtendrá la Sinarquía cuando tenga un Papa gnóstico, tal como pensaba Stanislas de Guaita, fundador de la Orden Cabalística de la Rosa-Cruz, quien le asignaba como finalidad: «La lucha por revelar a la teología Cristiana las magnificencias esotéricas de las cuales está llena, a pesar suyo.» (Ibid. p. 35).

Gnosis y Ecumenismo

El afán de los ocultistas es mostrarle a la Religión Católica su contenido gnóstico.

De aquí que la relación entre el ocultismo y el modernismo es el cristianismo sincretista conforme a los secretos de la gnosis.

En este sentido dice Virión: «El lazo que une al ocultismo, al modernismo y, ahora a la Religión Universal de las Sectas, es el cristianismo sincretista que aparece aquí claramente.» (Ibid. p. 63).

Los mismos maestros del ocultismo cabalista así lo reconocen. En el prólogo a un opúsculo del mason Chevillon, Camille Savoire escribió: «Este libro constituye para el adepto un verdadero catecismo y una guía sobre el camino de la Iniciación que conduce a la Gnosis, ese conocimiento supremo que no conoce las limitaciones de conocimiento. En efecto, la adquisición de la Gnosis constituye el principal objetivo de la institución. Ya que es indispensable para la búsqueda de la Verdad, sin la cual no podría trabajarse en el perfeccionamiento individual y colectivo de los seres.» (Ibid. p. 108).

Como se puede observar la Gnosis es la doctrina que envuelve a la masonería, es la doctrina de los misterios más secretos. A través de la gnosis la masonería pretende destruir la Religión Católica convirtiéndola en un cristianismo esotérico, en un cristianismo gnóstico. Esta sería la Religión Universal de la Humanidad, la Religión Ecuménica de la Humanidad.

Por esto Virión bien dice: «Hay que convenir en que a fines del siglo pasado la obra de ex-canónigo Roca se presentó como el prototipo del cristianismo esotérico moderno y en que, según el abate Jeannin en su obra ‘Iglesia y fin del siglo,’ ese cristianismo es la ‘reedición’ de los misterios antiguos y, por consiguiente de los grandes misterios de las sociedades secretas. Es incluso el tronco principal de su religión universal, de la cual se habrá captado, a través de las citas presentadas en el curso de esta obra, el modo de universalizar el naturalismo sublimado hasta la divinización.» (Ibid. p. 244).

Esta apreciación es muy justa pues en definitiva la gnósis no es más que el naturalismo sublimado hasta la divinización del hombre.

A través de la gnósis-cabalística, se hace el sincretismo más acabado, logrando así el más perfecto y absoluto Universalismo o Ecumenismo - masónico de la Contra-Iglesia, del Anticristo.

Pierre Virión hace ver muy bien que del acercamiento entre la Iglesia y la Masonería, surgirá necesariamente un ecumenismo cristiano, pero que es un sincretismo gnóstico o un ecumenismo masónico, tanto lo uno como lo otro si bien se mira son las misma cosa: un ecumenismo gnóstico-masónico que corresponde al sincretismo universal al cual tiende la Sinarquía.

He aquí el texto de Virión que es bastante esclarecedor: «El resultado de esclarecimiento salta a la vista. O la Masonería se integra en un ecumenismo llamado cristiano, como pretenden algunos, entonces, de acuerdo con Saint-Yves d’Alveydre, el ‘catolicismo’ será un sincretismo que el patriarca de la Iglesia gnóstica explicara así: ‘el elemento común a todas las religiones (catolicismo) es racional y tradicional y, por consiguiente, eterno... El catolicismo propiamente dicho no está en juicio, sino únicamente la ortodoxia Romana, siempre destinada a caer un día’. O lo que viene a ser lo mismo, la Iglesia Católica será integrada, como dicen otros, en el ‘ecumenismo’ masónico, lo cual significará su sometimiento a la Sinarquía - Universal, de acuerdo también con Saint-Yves d’Alveydre.» (Ibid. p. 144).

Salta a la vista que para la Masonería y la Sinarquía el catolicismo es el elemento común a todas las religiones, es decir, que el catolicismo es la gnósis, o sea la Tradición Primordial y eterna, común a todas las religiones, de donde estas derivan.

Ecumenismo Masónico

El ecumenismo actual que invade la Iglesia es el Ecumenismo Masónico del que nos habla Pierre Virión, es el Ecumenismo del sincretismo gnóstico de la Cábala judía, es el Ecumenismo de la Sinarquía y de la Contra-Iglesia.

De este ecumenismo nos precisa Virión: «... hay un ecumenismo de procedencia masónica, neo-católico, para comunista, propagado en masa por los periódicos y revistas, confesionales o no, políticos, literarios; un ecumenismo total, resultante de una simple adición de cultos, en nombre del cual la Iglesia es elogiada por sus más audaces teólogos; pero vituperada por su pasado, su tradición, ‘su inmovilismo’actual, su integridad doctrinal futura, si no ingresa en el movimiento del futurismo sinárquico.» (Ibid. p. 173).

El sincretismo religioso actual «es la expresión de un ‘Ecumenismo’ detrás del cual se oculta la alta autoridad masónica». (Ibid. p. 173).

Por esto los masones piensan igual que el masón Yves Marsaudon quien en su libro ‘El Ecumenismo visto por un masón de tradición’ dice: «Estamos íntimamente, profundamente convencidos de que será engendrado un nuevo humanismo, el cual, basado en aquella tradición común a toda tendencia espiritual, integrará las aspiraciones superiores de todos los pueblos, el conocimiento adquirido, los sistemas de vida resultantes de las técnicas, y que conducirá finalmente a nuestro mundo a la unidad a la cual está destinada» (Ibid. p. 154).

Se refleja aquí muy claramente el ideal de unidad Judeo-masónica, que es la unidad del Nuevo orden Mundial, de la unidad en definitiva de la Contra-Iglesia encabezada tarde o temprano por el Anticristo que la Sinarquía intenta entronizar.

El famoso ex-canónico Roca ya decía como portavoz de las Altas Logías iniciaticas: «Creo que todas las Iglesias que se han formado en la cristiandad a partir del siglo IX por el desmembramiento sucesivo del tronco apostólico (y que por tal motivo son llamadas sectas o sectores) participan de la Gran Iglesia Católica de la cual forman el Cuerpo con los miembros dispersos (Multa quidem membra, unum autem corpus; San Pablo). Creo que entre esas iglesias, incluída la que se conoce por el nombre de ultramontana, existe un lazo de afinidad que las une, o, mejor dicho, un fondo común de cristianismo que facilita el encuentro y en el cual se basará la Asociación General, para realizar la profecía del Maestro: ‘Et erit unum ovile et unus Pastor’». (Ibid. p. 175).

Aquí está el ecumenismo de la Sinarquía que la Nueva Iglesia post-conciliar y que Juan Pablo II difunden por el Mundo. La Encíclica Ut Unum Sint, es una prueba más de ello.

El Concilio Vaticano II fué el Concilio deseado por las logías masónicas y por el Gobierno Oculto de la Sinarquía. Del plan sinárquico Virión dice refiriéndose al masón Renan: «Pero ya el H... Renan, que sin estar como Roca en el secreto de los dioses presentía su naturaleza, había sin duda oído hablar de él, ya que en ‘La abadesa de Jovarre’ escribe que las reformas religiosas (ecumenismo con el cual designa la revolución religiosa y moral) se realiza por personalidades de la misma Iglesia, completamente en regla con las observancias. Es decir, que el Clero regular —y no separado—, influído por el neo-cristianismo abierto a las corrientes de pensamiento modernas, acabará en un Concilio del futuro, imponiendo a la Iglesia la degradación dogmática y disciplinaria favorable a su integración en el ‘ecumenismo’ de las logías.» (Ibid p.p. 55-56). Este Concilio ha sido Vaticano II, es un hecho. Los frutos (efectos) así lo prueban. Entre el Ecumenismo de la Nueva Iglesia post-conciliar y el sincretismo de la Iglesia Universal Sinárquica no hay diferencia. Pues tenemos que: ‘La Iglesia Universal Sinárquica, tal como Saint-Yves la describe en sus obras, es el conjunto sincretista de todas las religiones, consideradas como iguales, con cierta primacia de animación atribuida a la cábala y especialmente hacia el final de su vida, con una importancia particular atribuída al Hinduísmo.» (Ibid. p. 23).

El plan de la Sinarquía apunta hacia una Religión Universal, no Católica sino Ecuménica, y su fundamento y común denominador es la gnósis. Por esto la Nueva Religión y la Nueva Iglesia son gnósticas. Hoy bajo el nombre de catolicismo la Jerarquía de la Iglesia predica y enseña un catolicismo gnóstico.

Así el famoso Weishaupt fundador de los Iluminados de Baviera afirmaba en el siglo XVIII, según trae y comenta Mons. Delassus: « ‘Todas las religiones, sin exceptuar la religión católica tienen una enseñanza esotérica’. Y es ésta la doctrina secreta de Jesucristo, hoy en día desconocida por la Iglesia oficial, que se trata de comunicar para iniciar en la verdadera sabiduría, en la Gnosis, y preparar el advenimiento del verdadero catolicismo, de la religión verdaderamente universal» (La Conjuration... p. 732-733).

Tenemos así, la Nueva Religión Ecuménica, la Religión Universal, trascendental y sin dogmas, de una parte, y por otra, la Gnósis que viene a ser el verdadero cristianismo tal como hoy se impone después del concilio Vaticano II: «Esta religión universal, en la cual los sectarios querían desde entonces confundir todas las religiones, la llamaban cristianismo trascendental, y la concebían como una pura religiosidad o una religión sin dogmas.» (Ibid. p. 218).

Por qué sin dogmas? La explicación nos la va a dar Mons. Delassus: «Los dogmas forman, por así decirlo, el esqueleto de las religiones, y es también por ellos que las religiones se distinguen y se mantienen separadas las unas de las otras. El gran esfuerzo de los apóstoles de la religión humanitaria debe ser luego, el hacer desaparecer los dogmas.» (Ibid. p. 647).

Y esto es lo que el Ecumenismo está actualmente haciendo. Juan Pablo II es uno de estos apóstoles de la religión humanitaria, un Papa conforme a la Sinarquía y a la Revolución Judeo- Masónica, de ello no cabe la menor duda. Los hechos (frutos) así lo demuestran. Y contra los hechos no hay argumentos.

Lo que Mons. Delassus anunciaba entonces como un plan futuro, es hoy un hecho, veámoslo por las palabras que siguen: «la conclusión de lo que precede es que existe en proyecto y en vía de formación una religión nueva del porvenir, dicen los unos, religión del siglo XX, dicen los más impacientes, religión calificada de americana, puesto que encuentra en América (del Norte) sus orígenes, su desarrollo y los defensores que quieren introducirla en Europa, religión humanitaria, por el fin que persigue, que es substituir a Dios por el hombre. Numerosas sociedades activas se han formado con este fin y las hemos encontrado por todas partes. Sus miembros están imbuídos de estas dos ideas: 1º que una religión absolutamente universal debe establecerse sobre las ruinas de todas las religiones y esto por la caída de todas las barreras, por la desaparición de los dogmas; 2º que esta religión universal debe ser una religión social, una religión humanitaria, llegando hasta procurar al hombre el paraíso en la tierra. Los miembros de estas diversas sociedades difunden estas ideas en medio de un público cada vez más numeroso, preparando así la opinión a favor del nuevo orden de cosas querido por el poder oculto de los Judíos para asegurar su dominación sobre todo el género humano.» (Ibid. p. 673).

Este texto de Mons. Delassus, no puede ser más claro y revelador. A nosotros hoy solo nos toca verificarlo, en los hechos.

Mons. Delassus nos previene que la Masonería fue denunciada una vez más por León XIII en la Encíclica Humanun Genus donde «denuncia, nuevamente ante el mundo, a la Masonería como el agente secreto de la guerra contra la Iglesia y contra todo el orden social» (Ibid p. 92).

Cábala y Masonería

Masonería, Cábala y Gnósis se identifican y compenetran tal como hace ver Mons. Meurin , pues como él afirma: «Nuestra exposición prueba que toda la Masonería está basada sobre las doctrinas kabalísticas y herméticas que, en el fondo, son idénticas.» (Filosofía... p. 123) Y como advierte más adelante: «Los principios de Oriente son los principios de la Kábala judía. Y el fin supremo de la Masonería consiste en propagarlos combatiendo a sus adversarios. Los judíos enseñan los principios y los templarios luchan por imponerlos. Así se nos presenta clara la constitución de la Masonería.» (Ibid. p. 203).
Por esto, como advierte Pierre Virión: «Es una aberración olvidar que la doctrina sinárquica, bosquejada hace tres siglos , elaborada en la época de Saint-Yves d’Alveydre y revisada en 1935, no separa nunca la política de los asuntos religiosos sino que, por el contrario, los confunde en las perspectivas de un Gobierno mundial que no sería otro que el de la Contra-Iglesia. En consecuencia no puede concebirse el papel de una Masonería cualquiera sin incluirla en el plan de conjunto, sus actitudes particulares en lo que respecta a la Iglesia responden a circunstancias de tiempo y de lugar, al oportunismo, a la táctica a seguir para combatirla.» (La Masonería... p. 144-145).

No resulta ser menos acertada la reflexión del P. Meinvielle que puede ser como un resumen de todo lo expuesto: «La trayectoria judía en relación con el pueblo cristiano es fácil de seguir. La historia está dinamizada por dos polos. El polo de Dios y el del diablo. El de la Iglesia y el de la Contra Iglesia. El del espíritu y el de la carne. El de la Iglesia y el de los judíos. Desde la partida de Cristo, la Iglesia sube y el poder judío baja. Los judíos son confinados a los ghettos. La Iglesia alcanza su esplendor en el mundo cristiano, en la civilización cristiana. Todavía están los monumentos que acreditan el esplendor que alcanzó la Iglesia hasta el siglo XVI. Los judíos penetran, poco a poco, en la sociedad cristiana. Siempre tramaron y acecharon contra ella. Pero inútilmente mientras la Iglesia permaneció fiel a Cristo. Pero al final de la Edad Media, la Iglesia cede en su amor a Cristo y trata de entrar en contacto con los judíos. Es la época de la cábala cristiana. Raimundo Lulio, sin duda de buena fe, había preparado el camino. Pico de la Mirándola y los renacentistas acogen la Cábala judía. Los judíos penetran en la sociedad cristiana. Penetran y van destruyéndola. Y el mundo comienza a judaizarse, a cabalizarse. Los judíos inventan la masonería para reclutar cristianos que destruyan la Iglesia.» (De la Cábala al Progresismo, Ed. Calchaquí, Salta, 1970, p. 110).

Es más, refiriéndose el P. Meinvielle a los instrumentos de la destrucción señala: «Sería un error pensar hoy que la Biblia es el libro de los judíos. Su libro es el Talmud, y el alma del Talmud es la Cábala. La cábala es el gran instrumento secreto de los judíos contra la Iglesia y contra el mundo cristiano. La cábala pudo haber sido la tradición auténtica de los judíos, pero hoy está desvirtuada y es instrumento de perdición. La cábala informa a la masonería, que es una institución cabalística.» (Ibid. p. 110).

Conclusión

Es evidente que hay un plan contra la Iglesia. Plan que consiste en un nuevo orden de cosas, por oposición a la Iglesia y a la Civilización Católica, a la Cristiandad. Es un plan que opera, una Revolución Total, pues abarca todos los órdenes, religioso, político, económico-financiero, social, cultural y biológico, etc.

Plan que por oposición a la Iglesia y a Cristo, tiene por finalidad implantar la Contra Iglesia y hacer reinar al Anticristo, exaltando al hombre, a la persona humana (su libertad y dignidad) divinizando al hombre e intronizando a Satanás.

Un Nuevo Orden Mundial dirigido por el judaísmo a través del Poder Oculto de la Sinarquía. Nuevo Orden Mundial bajo la égida judía sobre un mundo judaizado y una religión pervertida.

Nuevo Orden Mundial que procura el Paraíso en la tierra realizando la unión de todos los hombres sin dogmas, ni credos que dividan. Será la paz, la falsa y despótica paz del Anticristo, cubriéndose con el ropaje del Humanismo y del Progreso Social y Económico, teniendo la ayuda de la técnica moderna.

La Iglesia Católica reducida a su mínima expresión y ocupando su lugar una Nueva Iglesia Ecuménica con un Papa que en realidad es un Antipapa y verdadero pseudoprofeta, (bestia de la tierra con cuernos de cordero pero que habla como el dragón) al servicio del Poder Sinárquico del Anticristo (bestia del mar).

Juan Pablo II encaja a la perfección con la labor del pseudoprofeta del que habla el Apocalípsis en el Capítulo 13, ya porque sea el mismo pseudoprofeta o uno de sus precursores.

Un Papa al servicio de los fines de la Sinarquía es lo que tenemos con Juan Pablo II, sus actos y palabras son una muestra irrefutable de ello.

Nuestra esperanza está en Cristo quien vendrá a rescatar su Iglesia ultrajada y profanada, reducida a un pequeño rebaño fiel a la tradición, el pusillus grex (Luc. 12,32) y que nos hace pensar en aquellas palabras «Pero el hijo del Hombre cuando vuelva, ¿hallará por ventura la fe sobre la tierra? (Lc. 18,8) citando nuestra esperanza en la promesa: «No tengas temor pequeño rebaño mío, porque plugo a vuestro Padre daros el Reino» (Luc. 12,32).

BASILIO MERAMO PBRO.
SANTA FE DE BOGOTA, ENERO 6 DE 1996
FIESTA DE LA EPIFANIA



[1] Título del original Francés: La Franc-Maçonnerie Synagogue de Satan del año 1893.
[2] Título del original francés Mistère d’Iniquité.
[3] Famoso escritor francés tradicionalista del siglo pasado y amigo de Donoso Cortés.
[4] Saint-Yves era cabalista, amigo de Stanislas de Guaita, Martinista con Papus; se había formado en el ocultismo estudiando a Fabre d’Olivet (Virión, La Masonería... p. 33).
[5] Fue el fundador de la Orden Cabalística de la Rosa-Cruz en 1888.

LAS HEREJIAS DE LA GNOSIS DEL PROFESOR JEAN BORELLA

ÍNDICE.
PRÓLOGO
INTRODUCCION
CAPITULO I
CAPITULO II
CAPITULO III
CAPITULO IV
CAPITULO V
CONCLUSION


PRÓLOGO DE S. E. MONS. BERNARD TISSIER DE MALLERAIS

El Reverendo Padre Basilio Méramo, prior del priorato San Ezequiel Moreno Díaz de Bogotá, Colombia, nos propone una crítica sencilla pero radical de la gnosis del profesor Juan Borella, profesor en la Universidad de Nancy, tal como la expone en su obra «La Caridad Profanada»», aparecida en 1979 en París, Editions du Cédre.

El Padre Méramo no intenta hacer un resumen o una síntesis del pensamiento difícil y recóndito del profesor, sino que analiza ciertos temas y los esclarece a la luz del magisterio de la Iglesia: esclarecimiento revelador de su heterodoxia, puesto que varios pensamientos centrales de la gnosis del Señor Borella caen bajo el golpe de condenas pasadas de errores análogos a ellos.

El lector tendrá una primera idea de esta gnosis repasando la tabla de materias de esta obra. Para presentar con más precisión esta gnosis, basta leer lo que escribió el profesor en 1994 en su artículo comprimido y condensado publicado por Eric Vatré, en su obra colectiva intitulada «La Derecha del Padre, encuesta sobre la Tradición Católica Hoy» (Guy Trédaniel Editor). Después de haber expuesto que él fue el lector asiduo, mejor dicho el discípulo de tres gnósticos: René Guénon, Frithjof Schuon y el sacerdote Stéphane, el Sr. Borella expone sus principales ideas sobre la revelación divina, el pecado original, la fe y el orden sobrenatural.

Véanlo aquí:

El pecado original es «la voluntad del ser condicionado de conocerse como tal» (p. 27); y para resurgir del pecado de Adán se trata para el hombre de «volver a dar al conocimiento su virtud operadora y su eficacia salvadora» (p. 27): ¿no es acaso la más bella profesión del intelectualismo gnóstico para el cual el pecado es un error intelectual y la salvación asunto de conocimientos y no de virtud?

El autor no es ya católico con respecto a la religión revelada, puesto que admite «el origen divino de las revelaciones (fíjense en ese plural) a partir de la insuperable condición (de) la revelación de Cristo» (p. 51), así como «la presencia de un elemento central propiamente divino en las religiones no cristianas» (p. 24), a causa de la bondad salvítica divina, de la existencia de los Sabios y de la estética humanamente inevitable de las religiones (p. 24-25).

Seguidamente el Sr. Borella profesa que «la inteligencia, en su esencia pura, sobrepasa el orden de la naturaleza... (y) está en sí misma ordenada a lo trascendente» (p. 58); con ello niega la esencia propiamente sobrenatural y totalmente gratuita de la vida divina infusa sobrenaturalmente en el alma por el bautismo. Igualmente pretende que «el conocimiento en la fe, en lo cual consiste la gnosis verdadera, no debe ser concebido como infusión de una gracia particular, como un acontecimiento místico extraordinario» sino que «está en condición de actualizar (es decir de poner en actividad) (la) capacidad sobrenatural (de la inteligencia) o por lo menos de hacerle producir a la inteligencia un acto cognitivo que comience a revelar a la misma inteligencia su propia naturaleza deiforme» (p. 58). Eso equivale también a negar la distinción entre el orden natural y el orden sobrenatural, a eclipsar la gratuidad de la gracia y a ocultar la sobrenaturalidad esencial de la gracia santificante y de la virtud de la fe... !que existen en el recién nacido desde su bautismo¡

El Padre Basilio Méramo administra el antídoto a esos errores: el magisterio de la Iglesia y la doctrina del Doctor Común Santo Tomás de Aquino; haciendo esto consigue desenmascarar los elementos, fundamentalmente inadmisibles, de la gnosis en cuestión, poniéndolos como es justo en la picota.

El profesor Borella tuvo malísimas lecturas en su juventud; no le imitaremos, leamos al Padre Méramo.

Menzingen, 31 de enero de 1996
+ Bernard Tissier de Mallerais.


INTRODUCCION

El que se tome la molestia de hacer una lectura profundizada del libro del profesor Borella: La Caridad Profanada (Editions du Cédre, París 1979), sin dejar de admirar su erudición y su agudeza intelectual, debe, al menos, reprobar los errores de su gnosis que son verdaderas herejías, aunque muy sutiles, por estar envueltas en el bello cuadro de los Padres de la Iglesia y de otros santos Doctores.

La gnosis empuja al profesor Borella a formular herejías relativas al pecado original, a la divinidad del espíritu del hombre, a las exigencias de lo sobrenatural, a la visión beatífica, al orden sobrenatural y a la gracia.

Para Borella como para todos los gnósticos, todo lo que en el hombre está por encima de la naturaleza psíquica, es decir el espíritu, pertenece a lo divino y a lo sobrenatural; es el error fundamental de la gnosis y el origen de todas las herejías.

Borella afirma: «El hombre es entonces, por naturaleza, alma viviente y es esta naturaleza actual que transmite a sus descendientes, todo lo que excede esta naturaleza psíquica perteneces a los sobrenatural» (p. 118). Según la antropología de Aristóteles asimilada por la Iglesia Católica gracias a Santo Tomás de Aquino, el hombre está compuesto de dos principios sustanciales; el alma y el cuerpo. El alma ejerce una función animal de animar al cuerpo y una función espiritual por la cual pertenece al mundo de los espíritus como lo son los ángeles.

La antropología tripartita del platonismo de San Pablo, de los Padres griegos, etc., considera que hay tres elementos en el hombre: el cuerpo, el alma (psique) y el espíritu (pneuma). La cual es conciliable con la doctrina tomista si se reúnen conjuntamente uniéndose la psique y el pneuma para no ser más que una sola realidad, el alma.

La Iglesia como veremos, ha condenado en 1312 el tripartismo cuando rompe la unidad del alma humana en dos principios distintos, la psique y el pneuma. La Iglesia estima que es el alma toda entera, y no la sola «psique», la «forma» del cuerpo; esta verdad filosófica debe ser afirmada si se quiere justificar la unidad del ser humano y la conveniencia de la resurrección de los cuerpos, reunidos nuevamente a su espíritu, y si se quiere evitar los errores gnósticos.

Pero el profesor Borella profesa el tripartismo: «el hombre está compuesto de tres sustancias: el cuerpo, el alma y el espíritu» (p. 167). de tal suerte que el cuerpo corresponde al sima, el alma a la psique y el espíritu al pneuma. Este espíritu (o pneuma), que se encuentra en la punta del alma, es divino, ahí está el error gnóstico.

CAPITULO I

Herejía concerniente a la divinidad del espíritu del hombre.

La gnosis y el profesor Borella pretenden justificar, por medio de esta antropología tripartita, la divinidad del espíritu del hombre. La realidad divina del espíritu es sutilmente afirmada en este texto: «si el espíritu es lo que hay de divino en el hombre, ¿no se puede admitir que en Jesucristo es el mismo Dios?» (p. 186), aquí claramente formulada: «Dicho de otra manera y para hablar claramente, hay en el fondo del ser creado, en lo más íntimo de su corazón, algo increado y divino» (La Pensée Catholique, nº 180, p. 55). Por otra parte, para colmo de desgracia, según la gnosis, la persona humana es divina, puesto que: «la esencia de la persona humana es espiritual y no psíquica» (p. 149), y como el profesor Borella considera sobrenatural todo lo que está por encima de la psique, la persona humana, que es espiritual, es también sobrenatural y divina, lo que le permite concluir diciendo que el hombre tiene: «un Yo divino, polo del peregrinaje espiritual, que nos da un nuevo Yo humano sobrenatural» (p. 138).

Para la gnosis, la persona (el yo personal) es el ser espiritual, la cara de Dios, como el señor Borella lo manifiesta en su lenguaje embrollado: «este rostro de Dios que soy el único en verlo, desconocido para todas las demás criaturas, visible únicamente por mi ser espiritual, o mejor dicho que es ese mismo ser en sí mismo, que es la persona verdadera, ese secreto que constituye el ser personal en cuanto tal, que instituye la persona en el ser» (p. 138).

El fundamento de la persona, el constitutivo esencial, es el Yo divino: «el Yo divino, fundamento único de nuestra persona» (p. 142).

Para la gnosis, el intelecto es una facultad naturalmente sobrenatural, como lo afirma el profesor Borella: «El intelecto designa una facultad de conocimiento «naturalmente sobrenatural» (p. 161), también cuando explica el sentido que pueden tener las realidades sobrenaturales para el hombre: «Es por el intelecto naturalmente sobrenatural que las realidades sobrenaturales tiene una significación para un ser natural, de lo contrario quedarían como si no fuesen» (p. 161). Lo cual significa que si no hubiese alguna cosa de sobrenatural o de divino en el hombre (espíritu - intelecto), lo sobrenatural no tendría ya ninguna significación, así entendido, es pues del intelecto naturalmente sobrenatural que las realidades sobrenaturales sacan su significación. Tales son las conclusiones de la antropología (gnóstica) del señor Borella: «Fiel a las conclusiones de nuestra antropología, proponemos considerar las cosas de la manera siguiente - una vez admitidas las variaciones marginales de vocabulario. El espíritu designa la vida divina en la criatura, según su dimensión más interior...» (p. 161).

De esta manera el profesor Borella reafirma la concepción herética de la gnosis que hace del hombre un Dios: «El hombre es pues no solamente Dios para el mundo, sino aún en sí mismo» (p. 144). Además, el intelecto, según la gnosis, tiene por esencia el conocimiento divino: «En este célebre texto (Rom. 7, 22-25), el intelecto aparece bien en su verdadera naturaleza: es por esencia, conocimiento divino» (p. 162). El profesor Borella, con su antropología gnóstica tripartita, cae en el gran error del apolinarismo aunque pretende evitarlo, puesto que niega que el alma intelectual es humana, considerando que la naturaleza humana de Cristo está constituida por el cuerpo y el alma animal (o sensitiva), mientras que el alma intelectual (el espíritu), es divina, es la que constituye la persona. El error de Borella consiste en el hecho de que confunde la noción metafísica del esse (el ser) con la del alma intelectual o espíritual (el espíritu) lo que, aplicado a Jesucristo, lo lleva a renovar la herejía de Apolinar.

El señor Borella explica su delirio por la reflexión siguiente: «Ahora bien, el principio inteligente y libre, es el nous o pneuma, identificado a la persona. Se desprende que Cristo no posee nous humano, no posee, como hombre, más que un cuerpo y un alma animal. En cuanto al nous en Cristo - es así como el tricotomismo[1] de Apolinar resuelve esta dificultad cristológica - es el mismo Verbo: “La humanidad de Jesucristo se compone de un cuerpo (soma) y de un alma animal (psyque), siendo el Verbo mismo su nous y su pneuma”... Se ve toda la dificultad de la cuestión, y si se ha seguido nuestra exposición de antropología, se comprenderá que hay quizás una manera de enfocar la doctrina apolinariana que no es francamente herética: si el espíritu es lo que hay de divino en el hombre, ¿no se puede admitir que en Jesucristo, es el mismo Dios?» (p. 186).

Para el profesor Borella, la manera de evitar la herejía de Apolinar consiste en seguir la antropología gnóstica tripartita que distingue en el hombre, el cuerpo (soma), el alma (psyque - alma animal o sensitiva) y espíritu (pneuma, nous, alma intelectiva o espiritual). De tal suerte que el espíritu es siempre divino e increado, reducido a una chispa a causa del pecado original. Y así la humanidad de Jesucristo está constituido por el cuerpo y el alma animal, mientras que la divinidad está constituida por el espíritu (alma intelectual) que, a su vez, se identifica con la persona divina del Verbo. El error metafísico del profesor Borella no podía ser más grave. Teológicamente es un herejía comparable solamente a la de Apolinar, obispo de Laodicea.

Para recordar cúal fue el error de la herejía del apolinarismo, nos vamos a referir a una cita del artículo del Diccionario de Teología Dogmática de P. Parente: «Apolinar comenzó luchando contra el arrianismo sosteniendo que Cristo era verdaderamente Dios encarnado, es decir, el Verbo, Hijo de Dios unido a la naturaleza humana. Y para defender mejor la unión entre el elemento divino y el elemento humano, sugiere el concepto de una naturaleza humana compuesta solamente de carne y de alma sensitiva; en dicha naturaleza, el Verbo asume la función del alma intelectiva (= nous)» (Ed. Litúrgica Española, Barcelona, 1955, p. 29). Es exactamente lo que propone el señor Borella, ni más, ni menos. En el Diccionario de Teología Católica, encontramos exactamente la misma cosa: «Apolinar el joven había comenzado por ser uno de los campeones del concilio de Nicea, uno de los hermanos de armas de San Atanasio. Pero su ardor en combatir el arrianismo lo arrastró al error opuesto... y apoyándose, como heleno refinado que era, sobre la tricotomía platónica, negó en el Redentor, si no un cuerpo humano con el alma sensible que lo anima, al menos un alma razonable, nous o pneuna, puesto que así también podía perfectamente tener lugar la misma divinidad, según Apolinar» (T. I, col. 1506).

La condenación de la doctrina de Apolinar fue formulada por la Iglesia en estos términos: «Apolinarem quoque, qui intelligens, si anima corpus informans negetur in Christo, humanitatem veram ibidem non fuissem, solam posuit animam sensitivam, sed deitatem Verbi vicem rationalis animae tenuisse» (También Apolinar quien, entendiendo que, si se niega en Cristo el alma que informe al cuerpo, no hay en El verdadera humanidad, puso sólo el alma sensitiva, pero la divinidad del verbo hizo las veces del alma racional. Denzinger. 1343). La tripartición antropológica de la gnosis del profesor Borella es no solamente un error filosófico, sino es además una herejía: «quod anima rationalis seu intellectiva non sit forma corporis humani per et essentialiter tamquam haereticus sit censendus» (... que quien quiera en adelante pretendiere afirmar, defender o mantener pertinazmente que el alma racional o intelectiva no es por sí misma y esencialmente la forma del cuerpo humano, ha de ser considerado como hereje. Denzinger. 902), declaró en 1312, el XVº Concilio Ecuménico. Y que no se diga que no habla del espíritu, que es precisamente lo que está en causa, puesto que el XIIº Concilio Ecuménico de 1215 considera en el hombre el espíritu igual al alma intelectual cuando sostiene: «creator omnium visibilium et invisibilium; spiritualium et corporalium: qui sua omnipotenti virtue simul ab initio temporis utramque de nihilo condidit creaturam, spiritualem et corporalem, comunem ex spiritu et corpore constitutatam» (... Creador de todas las cosas visibles e invisibles, espirituales y corporales; que por su omnipotente virtud desde el principio del tiempo creó de la nada a una y otra criatura a la vez, la espiritual y la corporal, es decir, la angélica y la mundana, y después la humana, como común, compuesta de espíritu y de cuerpo. Denzinger. 800).

Además, si el alma intelectual no era espíritu o espiritual, su inmortalidad sería negada, proposición igualmente condenadas: «damnamus et reprobamus omnes asserentes animam intellectivam mortalem esse» (... condenamos y reprobamos a todos los que afirman que el alma intelectiva es mortal Denzinger. 1440). El alma intelectual o racional es inmortal por su ser espiritual (o espíritu).

Y si se separa el alma intelectual del alma psiquica, como lo hace la gnosis, se afirma que el alma intelectual (espíritu) no es la forma del cuerpo, y entonces se cae en la condena precedente que reprueba como herejía la afirmación según la cual el alma intelectiva no anima el cuerpo humano esencialmente por sí misma.

La condena golpea como una rayo fulminante la tripartición gnóstica del profesor Borella, que separa en el hombre el alma intelectual (espíritu) del alma psíquica del cuerpo humano (alma sensible o animal) y niega que el alma intelectual (espíritu) es la forma del cuerpo, y cae así bajo la condena de herética (Denzinger. 902). No hay escapatoria para la gnosis de Borella.

La gnosis no admite que el alma intelectual (espíritu) sea el principio de vida del cuerpo humano, lo que no puede ser negado sin que haya error contra la fe (cf. Denzinger. 2833), y por esta razón la condena del XVº Concilio ecuménico de Viena es definitiva (Denzinger. 902).

CAPITULO II

Herejía concerniente al orden sobrenatural y al pecado original

El orden sobrenatural es desnaturalizado por el profesor Borella. he aquí lo que afirma: «Y por lo tanto, este espíritu que nos es dado en la gracia forma también parte de nuestra naturaleza, pero de una naturaleza en cierta manera sobrenatural» (p. 160).

Decir que el espíritu dado por la gracia forma parte de la naturaleza del hombre y que esta naturaleza es, en cierta manera, sobrenatural, es negar la distinción fundamental y absoluta entre la naturaleza y la gracia. Es divinizar al hombre, como lo pretende la gnosis, cuando considera el espíritu como algo divino, y que confirmamos con la afirmación siguiente que Borella saca de Filón de Alejandría: «... cada uno de nosotros participa directamente a la vida divina por la comunicación que en su nacimiento ha recibido del pneuma divino» (p. 160).

Cuando el profesor Borella habla de la gracia, la considera en función del engranaje gnóstico. La gracia no sería un don gratuito sobrenatural que nos comunica la naturaleza de Dios, sino que vendría a actualizar lo que hay de divino en el hombre, es decir su espíritu: «El espíritu designa la vida divina en la criatura, según su dimensión más interior, cuya actualización depende rigurosamente de la gracia de Cristo» (p. 161).[2]
He aquí una de las herejía de la gnosis del profesor Borella.

No solamente no distingue el orden natural del orden sobrenatural, error de la gnosis que pone en evidencia su monismo radical, sino aún, coloca la gracia en función de la divinidad del espíritu del hombre.

La fe es, por lo tanto, falsificada por la gnosis: cuando Borella habla de la fe, no se trata de la fe católica, sino de la fe considerada como conciencia religiosa - como diría algún modernista ecuménico - ni más ni menos: «Resulta que la sola conciencia religiosa (es decir la fe) puede contener la entropía natural del alma humana» (p. 58).

La fe considerada como conciencia religiosa - según el mismo Borella - es la fe que se identifica con la conciencia espiritual: «La conciencia espiritual o religiosa» (p. 58), eso es no solamente un error, sino además una herejía (ver Denzinger. 2075 - 2082).

La oración será también desnaturalizada por la gnosis.

Según el señor Borella, la oración es un medio para el hombre de recuperar la amplitud de su divinidad que está reducida a su más simple expresión: «La oración es el acto por el cual el intelecto realiza su naturaleza deiforme...» (p. 397). «Toda plegaria es pues una gnosis, toda gnosis es una plegaria» (p. 398).

La gracia y los sacramentos según la gnosis, sirven para alimentar, para sostener y para reactivar - según el caso -lo que hay de divino en el hombre. De acuerdo a la gnosis de Borella, la gracia supone necesariamente un mínimo de divinidad en el hombre: el espíritu. Para el profesor Borella, una naturaleza humana puramente es inconcebible, la naturaleza humana debe tener alguna cosa de divina que le permita captar y alcanzar a Dios; de lo contrario, toda la realidad del mundo divino y sobrenatural no tendría ninguna significación para el hombre. El núcleo del razonamiento del señor Borella está reflejado por la frase siguiente en la cual pretende evitar dos errores: el sobrenaturalismo y el naturalismo. «Por lo demás, habría sobrenaturalismo al querer añadir al hombre una dimensión espiritual sin raíz en su mismo ser. O bien, al revés, se caerá en la naturalización de lo sobrenatural, que vendrá solamente a responder a los deseos o a las necesidades del ser humano» (p. 102). Aquí, tenemos el núcleo y la razón por la cual el profesor y la gnosis se ven obligados a introducir «alguna cosa de divino» en el hombre, porque no se puede atribuir ninguna dimensión espiritual (sobrenatural o divina) al hombre sin que tenga su raíz en su mismo ser. Por eso el señor Borella afirma: «Hay que captar la sobrenaturaleza dentro de la misma naturaleza, como el destino que conlleva en sí, y que ella debe realizar» (p. 102). La consideración tripartita del hombre es pues esencial a la gnosis, para la cual el espíritu es divino; de lo contrario, el hombre no puede ser ni imagen de Dios (imago Dei) ni capaz de Dios (capax Dei) para poder alcanzar la visión beatífica.

Según la doctrina católica, la gracia divina confiere lo divino sin suponer nada de divino en el hombre, porque la gracia es por sí misma el principio y el germen de la vida divina en nosotros; la gracia, don gratuito y sobrenatural, nos comunica una participación de la naturaleza divina sobreelevando directamente la naturaleza humana, y más precisamente la esencia del alma y sus facultades espirituales a un estado sobrenatural. La acción de la gracia no tiene en el hombre otra raíz que la naturaleza humana y su «potencia obediencial», es decir su capacidad de obedecer a Dios para ser así sobreelevada como Dios lo quiere. En revancha, para el profesor Borella, la gracia actualiza lo que hay de divino en el hombre. La herejía de esta concepción gnóstica de la gracia es evidente. Los sacramentos son simples instrumentos para activar la divinidad del espíritu que ha sido reducido a una realidad puntual, en germen: «Sin duda nuestra persona inmortal está virtualmente en nosotros, pero nosotros no podremos actualizarla más que partiendo de una realidad sobrenatural en acto. Pero, para un cristiano, no hay otra realidad sobrenatural en acto que la de los sacramentos que nos comunica la Iglesia.» (p. 148). Para la gnosis del señor Borella, la gracia es un reactivante de la divinidad del hombre (reducida a una dimensión infinita y puntual) que es la del espíritu).
La caída del pecado original está enteramente falsificada por la concepción gnóstica del hombre que quiere poseer lo que era, es decir que quiere poseer la divinidad, sabiendo que era ya divino. Para explicar el pecado original, el profesor Borella dice: «La serpiente afirma que comiendo la fruta, Adán y Eva serán «como dioces». Ahora bien, ellos son ya “como Dios”. Pero, bajo la figura de la fruta, el teomorfismo interior del sujeto abierto a Dios es presentado como un objeto exterior y cerrado que hay que abrir y comer para poseer el secreto. Desear lo que ya se es, es perder esta naturaleza ipso facto, es introducir la dualidad y la división» (p. 144). El pecado original no es la pérdida de la gracia y del estado de justicia original: «La caída original que es esencialmente pérdida del ser en el tener: “lo que se era, se quiso poseerlo” ha dicho un viejo maestro» (p. 92). “La caída original, es el origen de toda caída: es la caída del yo en la psique en la cual consiste el yo. Es el pasaje de una conciencia unitiva de ser, a una conciencia distintiva de tener» (p. 147).

Una herejía más del profesor Borella. Es una reinterpretación intelectualista de la falta original que fue una falta moral, no un error intelectual. Querer ser o tener lo que ya se es, es un error pero no una falta. Al contrario desobedecer al precepto divino y desear «ser como Dios, conociendo el bien y el mal» (cf. Gen. 3,5), es una falta moral de desobediencia y de orgullo, como lo enseña el catecismo de San Pío X. Se toca aquí la nota característica de toda gnosis, que consiste en eliminar el pecado reemplazándolo por un error del hombre acerca de su propia estructura metafísica. !Rechacemos esta herejía!

CAPITULO III

Herejía concerniente a la visión beatífica

Otra de las herejías del profesor Borella la encontramos cuando asemeja la visión beatífica a la contemplación de sí mismo; una vez que nuestro intelecto es deificado por la gnosis: «Para el intelecto deificado, contemplar la Santísima Trinidad es contemplarse a sí mismo. La audacia de esta formulación parecerá sin duda excesiva» (p. 404). No solo es audaz sino herético afirmar tal cosa. Es el colmo del narcisismo, diabólicamente alambicado. Así pues, para el bienaventurado, contemplar la Santísima Trinidad, ¡es contemplarse a sí mismo! Para decir semejante barbaridad, hay que estar iluminado por Lucifer.

En la gnosis, la visión beatífica está sutilmente deformada; la visión beatífica consiste en ver la esencia de Dios y no en contemplarnos a nosotros mismos en Dios, como lo pretende el profesor Borella. Podemos preguntarnos cómo es posible semejante error. Obtendremos la respuesta en la explicación del mismo Borella: «La gnosis, en efecto, es el conocimiento perfecto en el que el sujeto conocedor está totalmente unido al objeto conocido, porque, conociendo como es conocido, el conocimiento que tiene de Dios y el conocimiento que Dios tiene de él, son un solo y mismo conocimiento» (p. 394). Verdaderamente, hay que estar obstinado en la fantasía del error, incapaz de recibir la luz, para no darse cuenta de semejante barbaridad, comparable solamente al orgullo satánico queriendo ser el igual de Dios.

El autor llega a alcanzar el colmo de la herejía y de la aberración identificando la visión de la Santísima Trinidad con la visión de la esencia del hombre. Esto no puede tener otro origen que la inspiración diabólica que, disfrazándose de ángel de luz, propaga el reino del error y de las tinieblas diciendo: «Lo hemos visto, y San Evagrio lo repite incansablemente, solo el intelecto, y el intelecto perfectamente despojado, es capaz de ver la Trinidad. Pero aún es preferible decir que tal intelecto es «vidente de la Santísima Trinidad», es decir que esta visión es su esencia misma» (pág. 405). ¡Pobre San Evagrio! citado para acreditar, por su santidad, la gnosis demoniáca; porque según la gnosis del profesor Borella, eso es la visión beatífica. En su obra, se permite recapitular esta teoría de la manera siguiente: «Retomando los términos de nuestro estudio, diremos que la obra propia de la caridad es la de pneumatizar el intelecto, y que la pneumatización del intelecto le hace capaz de recibir el don de sabiduría o de gnosis. Ahora bien, el don de sabiduría, en tanto que es perfectamente actualizado por la criatura, corresponde en ella al estado de deificación» (p. 410).

San Pablo tampoco se escapa de la reinterpretación. ¡Pobre de él! El profesor Borella le pone la mano encima para reafirmar su herejía sobre la deificación del hombre según la gnosis: «La palabra de San Pablo significa solamente esto: nuestra deificación es una consecuencia del conocimiento que Dios tiene de nuestro ser; o también: ser deificado, llegar a ser conforme a la imagen del Hijo - conformes fieri imaginis Filii - es identificarse con el conocimiento que Dios tiene de nosotros desde toda la eternidad: la gnosis eterna que Dios tiene de nosotros, es nuestra deificación» (p. 411). En su lenguaje gnóstico, Borella identifica deificación con visión de la esencia del hombre.

Y para rematar, el profesor Borella no escatima en el despliegue de su erudición gnóstica que se nutre entre otras cosas, además de la cábala, del hinduismo al cual se refiere para afirmar: «el intelecto desnudo, es el que esta consumado en la visión de sí mismo y que ha merecido comulgar en la contemplación de la Santísima Trinidad» (p. 405).

La explicación aberrante de semejante error y herejía se encuentra en el rechazo, por la gnosis, de la analogía entre el intelecto creado (humano) y el intelecto increado (de Dios). La gnosis reemplaza lo que no es más que una analogía por una univocidad, una identidad de naturaleza; el intelecto humano se identifica con su prototipo divino: «El intelecto, decimos nosotros, se identifica con su naturaleza sobrenatural, su prototipo “in divinis”» (p. 405).

La consecuencia de esta univocidad es una concepción errónea de la división beatífica de Dios en los bienaventurados del Cielo, que es uno de los misterios más elevados de la ciencia espiritual y es pervertido por la gnosis. El salmo 35, versículo 10, dice: «In lumine tuo videbimus Lumen», (en tu luz veremos la Luz). Lo cual interpretan los Padres de una luz creada por Dios que sobreeleva la inteligencia de los bienaventurados y les permite aplicar su inteligencia a la esencia divina que es Luz increada, sin ser enceguecidos.

El profesor Borella mismo, así pues, afirma falsamente que «Dios no puede ser visto más que por El mismo, así pues, si el intelecto ve a Dios, no puede ser sino Dios mismo, que se ve en su propia Luz» (p. 406). Con esto, está claro que según la gnosis, el intelecto del hombre que ve a Dios cara a cara, es el intelecto divino; el intelecto del mismo Dios, porque si no fuese así, no podría ver a Dios.

La explicación de esta concepción toma raíz sobretodo en la siguiente alegación : «Todo conocimiento es conocimiento de lo que es. Es, pues, al mismo tiempo discernimiento del ser y de la nada, de lo real y de lo ilusorio. Pero, en última instancia, el ser es Dios» (p. 406).

Aquí se revela plenamente el monismo metafísico de Borella. Decir que el ser, en última instancia, es Dios, es borrar de un plumazo la distinción metafísica entre el Ser de Dios y el ser de las criaturas que constituyen el universo. Una cosa es el Ser Pleno o Plenitud de Ser (el ipsum subsistens, el ser subsistente por sí mismo) que es Dios, el «Ens per essentiam», y otra cosa los seres creados que son seres por participación, «ens per partitipationem».[3] Pues el conocimiento no se reduce a Dios, porque en primer lugar, naturalmente conocemos las cosas. Más exactamente, conocemos los seres sensibles, todas las cosas que vemos, y a partir de ellas, llegamos a un cierto conocimiento natural de Dios. Están así las «cinco vías» de Santo Tomás para probar la existencia de Dios y descubrir sus principales perfecciones a partir de la realidad creada: «ad invisibilia per visibilia». Dios no es evidente; es por esta razón que es objeto de demostración, como lo enseña la Iglesia (Denzinger. 2812, 3538, 3892). El conocimiento de Dios no es intuitivo, ni a priori (como lo pretende la gnosis y el ontologismo), pero si demostrativo y a posteriori (Denzinger. 3622).

CAPITULO IV

Origen Filosófico de estas herejías

Hay dos fuentes filosóficas envenenadas que nutren las ideas del profesor Borella: su monismo metafísico y su ontologismo.

El monismo metafísico del Sr. Borella es entitativo; se sitúa en el orden del esse (ser) como el monismo del Maestro Eckhart; no es un monismo craso a nivel de la naturaleza o de la esencia, sino a nivel del acto del ser. EL maestro Maitre Eckhart ha caído en este error, puesto que para él hay un solo esse, el de Dios (el esse divino). Cada cosa recibe su naturaleza propia y su esencia, pero el ser le viene de Dios como por emanación. A este propósito, se puede consultar «Participation et Causalité» (París, 1961), del P. Fabro, que explica el error de Eckhart y de su panteismo. Nos limitaremos simplemente a algunas citas.

«El esse en la criatura es otro en relación a la esencia, pero no en relación al esse divino» (op. cit. p. 486), afirma Eckhart. «En la concepción de Eckhart (Avicena), el esse es la formalidad suprema, poseída totalmente por Dios, y que abraza las cosas como un flujo, una luz, el éter» (Ibid., p. 587).« Para ser exacto, hay que decir que el esse y la essentia según Eckhart no son del todo el esse y la essentia tomistas, porque Eckhart no reconoce más que un solo verdadero acto, Dios, mientras que para Santo Tomás cada criatura posee su propio acto formal (la essentia) y su propio acto real (el esse - actus essendi)» (Ibid., p. 587). «Así, el esse, que es Dios, es todo igualmente en todas las cosas» (Ibid., p. 587), dice Eckhart.« En la exacta medida en que el ser humano toma conciencia antológica del don del ser, deja al Ser divino derramarse en El» (p. 419).

Borella se complace en Eckhart: considera que ha realizado la síntesis entre el tomista y el agustinismo (cf. p. 131), lo que es falso. Pues como anota el P. Meinvielle: «Santo Tomás ha producido una síntesis inédita donde culmina todo el pensamiento anterior y la realización más grandiosa del pensamiento cristiano.» (De la Cábala al progresismo, Ed. Calchaquí, Salta, 1970, p. 201). Santo Tomás sintetiza así toda la filosofía de su tiempo, como también el pensamiento griego (Platón y Aristóteles) como el de los Padres de la Iglesia, y por esta razón es llamado Doctor Común de la Iglesia Católica (Doctor communis).

El Maestro Eckhart, que Borella admira y cuya enseñanza sigue, ha sido condenado por sus errores; su enseñanza comporta 17 proposiciones heréticas y 11 proposiciones sospechosas de herejía (Denzinger. 979), que son la consecuencia directa de la gnosis.

El entendimiento o intelecto del cual habla tanto el profesor Borella no es otra cosa que el de su maestro Eckhart y que fue condenado como una herejía: «Aliquid est in anima, quod est increatum et increabile; si tota anima esset talis, esset increata et increabilis, et hoc est intellectus» (Error del Maestro Ekhart: «Hay algo en el alma que es increado e increable; si toda el alma fuera tal, sería increada e increable, y esto es el entendimiento » Denzinger.977).

Es por eso que Borella dice: «El intelecto es, según la expresión de F. Schuon, naturalmente sobrenatural. Atestigua, en el hombre mismo, de alguna cosa que sobrepasa todo lo que hemos encontrado hasta aquí, y particularmente los límites de nuestra naturaleza individual» (p. 130).

Según la gnosis, nuestro ser espiritual (espíritu o pneuma) es de origen divino, es como un rayo de la divinidad recibido individualmente en cada naturaleza (cuerpo y alma) de aquí la tripartición antropológica de la gnosis: espíritu, alma y cuerpo. El espíritu, afirma Borella, no puede ser conocido de manera natural: «En realidad, no tenemos, en el orden de la naturaleza, una verdadera conciencia de nuestro ser espiritual» (p. 130).

Allí interviene curiosamente el pecado original, intelectualizado, como lo hemos visto, por el profesor Borella. El espíritu no puede ser entrevisto más que por la actividad intelectual, pero no puede ser verdaderamente conocido más que a través de la gnosis, a causa de la caída original que ha hundido el espíritu en la materialidad individual: «La esfera pneumática no envuelve más las esferas anímica y corporal... el pecado original es la causa de una segunda caída cósmica, al nivel de lo corporal» (p.117); «La manducación pecadora de la fruta prohibida opera la inversión de la estructura antropológica» (p. 145), «Desde entonces, la vida, es decir la comunicación con el espíritu, está perdida. No queda más que el conocimiento teórico» (p. 146).

Según la gnosis, antes del pecado original, el hombre (el Adán primitivo) es tal que podemos «imaginarlo bajo la forma de una esfera, la del espíritu, comprendiendo en ella otra esfera más pequeña, la del psiquismo, cerrada ella misma sobre un punto, centro de dos esferas precedentes, y correspondiendo al cuerpo» (p. 117).

Después del pecado original, la condición del hombre se invirtió: «... el orden de las esferas antropológicas está pues invertido; la esfera corporal envuelve la esfera anímica, la cual a su vez envuelve la esfera pneumática» (p. 118).

El espíritu minimizado es así reducido a su más simple expresión, pero no por lo tanto destruido, de tal suerte que el hombre no pierde su forma divina: el espíritu. «La dimensión espiritual del hombre que lo envolvía como un nimbo de gloria, es decir que irradiaba la deiformidad de su naturaleza, esta dimensión no ha desaparecido; está reducida a un trazo puntual, a un germen o a un estado virtual: el hombre no posee ya la actualidad (se precisará la venida de Cristo para abrir la puerta de nuestro cielo interior)» (p. 118).

Las herejías del profesor Borella alcanzan aquí su cima, en la deformación de la obra redentora de Nuestro Señor Jesucristo. Este no hace otra cosa más que revelar la divinidad interior del hombre, tal como diría Juan-Pablo II: «Cristo... manifiesta plenamente el hombre al hombre» (Veritatis splendor, nº 2). He ahí la trayectoria de Vaticano II, seguida por Juan-Pablo II: «El Concilio Vaticano II, en su análisis penetrante “del mundo contemporáneo”, alcanza el punto más importante del mundo visible: el hombre, bajando, como Cristo, a las profundidades de las conciencias humanas, llegando hasta el misterio interior del hombre» (Redemptor hominis, nº 8).

El ontologismo es la segunda fuente filosófica envenenada en la que bebe el profesor Borella. El ontologismo de su gnosis es patente, su error consiste en la idea innata del ser infinito o absoluto (Dios), es decir que el hombre tiene la intuición radical y primera de la idea de Dios. El ontologismo es un error metafísico grave, así como un error teológico que destruye el carácter sobrenatural de la visión beatífica o institución de Dios.

El ontologismo es un error que ha sido explícitamente condenado por la Iglesia: «Inmediatamente Dei cognitio, habitualis saltem, intellectui humano essentialis est, ita ut sine ea nihil cognoscere possit: siquidem est ipsum lumen intellectuale» (Errores de los Ontologistas: «1. El conocimiento inmediato de Dios, por lo menos habitual, es esencial al entendimiento humano, de suerte que sin él nada puede conocer: como que es la misma luz intelectual.»Denzinger. 2841).

«Esse illus, quod in omnibus et sine quo nihil intelligimus, est esse divinum» (2. Aquel ser que en todo y sin el cual nada entendemos es el Ser divino. Denzinger. 2842).

«Universalia a parte rei considerata a Deo realiter non distinguuntur» (3. Los universales, considerados objetivamente, no se distinguen realmente de Dios. Denzinger. 2843).

«Res creatae sunt in Deo tamquam pars in toto, non quidem in toto formali, sed in toto infinito, simplicissimo, quod suas quasi partes absque ulla sui divisione et disminutione extra se ponit», (4. Las cosas creadas están en Dios como la parte en el todo, no ciertamente en el todo formal, sino en el todo infinito, simplicísimo, que pone fuera de sí sus casipartes, sin división ni disminución alguna de sí» Denzinger. 2846).

No se nos diga que el señor Borella no profesa estos errores; para convencernos de ello, basta recordar algunas de sus afirmaciones: «Hemos dicho que el conocimiento, acto del intelecto, era percepción directa y unitiva del ser» (p. 124). «Pero, en última instancia, el ser es Dios. Bajo esta relación todo conocimiento es conocimiento de Dios» (p. 406). El ontologismo de Borella es manifiesto, no hay escapatoria posible. Conviene pues recordar que Rosmini fue condenado en 1887 por el mismo error: «In ordine rerum creatarum immediate manifestatur humano intellectui aliquid divini in se ipso, huiusmodi nempe, quod ad divinam naturam pertineat», (Errores de Rosmini: 1. En el orden de las cosas creadas, se manifiesta inmediatamente a la inteligencia humana algo de lo divino en sí mismo, a saber, aquello que pertenece a la naturaleza divina. Denzinger. 3201).

«Esse, quod homo intuetur, necesse est, ut sit aliquid entis necessarii et aeterni, causae creantis, determinantis ac finientis omnium entium contingentium: ataque hopc est Deus», (5. El ser que el hombre intuye es preciso que sea algo del ser necesario y eterno, causa creadora, determinante y finalizadora de todos los seres contingentes: y este es Dios. Denzinger. 3205).

Hay otros errores por los cuales Rosmini ha sido condenado; tienen una semejanza con los errores del profesor Borella y del Maestro Eckhart que hace pensar en una misma causa, la gnosis: «In natura igitur universi, id est in intelligentiis, quae in ipso sunt, aliquid est, cui convenit denominatio divini non sensu figurato, sed propio. Est actualistas non distincta o reliquo actualitatis divinae», (Así pues, en la naturaleza del universo, es decir de los seres inteligentes que hay en él, hay algo a lo que conviene la denominación de divino, no en sentido figurado, sino propio. Hay una actualidad no distinta del resto de la actividad divina. Denzinger. 3203).

«Entia finita, quibus componitur mundus, resultant ex duobus elementis id est ex termino reali finito et ex esse initiali, quod eidem termino tribuit forman entis», (Los entes finitos de que se compone el mundo, resultan de dos elementos, a saber, del término real y finito, y del ser inicial, que da a dicho término la forma de ente» Denzinger. 3208).

«Discrimen inter esse absolutum et esse relatuvum non illud est, quod intercedi substantiam inter et substantiam, sed aluid multo maius; unum enim est absolute ens, alterum est absolute non ens. At hoc alterum est relative ens. Cum autem ponifur ens relativum, non multiplicatur absolute ens; hinc absolutum et relativum absolute non sunt unica substantia, sed unicum esse; atque hoc sensu nulla est diversitas esse, immo habetur unitas esse», (La diferencia entre el ser absoluto y el ser relativo no es la que va de substancia a substancia, sino otra mucho mayor; porque uno es absolutamente ser, otro es absolutamente no ser. Pero este otro es relativamente ser. Ahora bien, cuando se pone ser relativo, no se multiplica absolutamente el ser; de ahí que lo absoluto y lo relativo no son absolutamente una substancia única, sino un ser único, y en este sentido no hay diversidad alguna de ser; más bien se tiene unidad de ser. Denzinger. 3213).

«Id. unum efficit Deus creando, quod totum actum esse creaturarum integre ponit: hic igitur actus proprie non est factus, sed positus», (Lo único que Dios hace al crear es que pone integramente todo el acto de ser de las criaturas; este acto, pues, no es propiamente hecho, sino puesto. Denzinger. 3217).

El fondo de la doctrina de estos errores condenados, que es el mismo de Borella y del Maestro Eckhart: es la gnosis.

CAPITULO V

Herejía concerniente a la gracia

La última herejía de la gnosis, que podría muy bien ser la primera, la encontramos en la definición de la exigencia de la visión beatífica que, según la gnosis, es una exigencia de la persona humana, de su trascendencia, es decir de la dignidad que el espíritu divino le confiere. Aquí es donde más se evidencia el carácter gnóstico del personalismo, error tan actual «Por una parte, la Escritura enseña que conoceremos a Dios “tal como es”. Por otra parte, es la misma naturaleza humana que exige tal conocimiento» (p. 412).

Borella renueva aquí la herejía de Bayo Miguel de Bay (en 1567), que hace de la beatificación una exigencia de la naturaleza de la persona humana. Exigencia que está latente en todo el personalismo. Es la exigencia de la trascendencia de la persona humana.

La realización de la persona humana, tanto para la gnosis como para el personalismo, se da solamente en Dios, como lo prueban los textos siguientes del profesor Borella, los cuales demuestran, una vez más, la confusión entre el orden natural y el orden sobrenatural, así como la exigencia de este último para la persona humana: «No podemos llegar a ser nosotros mismos más que en Dios» (p. 82), lo que se admite con las ideas siguientes: «el hombre es un ser en realización» (p. 101); «la naturaleza actual del hombre no es su verdadera naturaleza» (p. 102); «hasta el momento en que ella (la persona) se realice en la Persona divina, que es la personalidad por excelencia, la esencia misma de toda persona le confiere finalmente su identidad verdadera» (p. 135); «La última paradoja y la más fundamental de todas, en esta búsqueda del yo, no es a él a quien se debe mirar, sino hacia el mismo Dios, no hacia la persona humana, sino hacia la Persona divina, puesto que sólo Ella conoce nuestro verdadero yo, porque nuestro yo no es otra cosa que este conocimiento mismo... Es por la gracia de la Identidad suprema que cada uno realiza su propia identidad» (p. 148).

La gnosis no hace distinción entre el ser creado a la imagen y semejanza de Dios y el ser que es la imagen y semejanza de Dios, pues Borella afirma: «El hombre es la imagen de Dios» (p. 144). Esto pertenece exclusivamente al Verbo, al Logos divino, al Hijo de Dios y no al hombre. Pues como bien observa Santo Tomás: «Ad designadam in homine imperfectionem imaginis, homo non solum dicitur imago, sed ad imaginen, per quod motus quidam tendentis in perfectionem designatur. Sed Filio Dei non potest dici quod sit ad imaginem, quia est perfecta Patris imago», (Para expresar en el hombre la imperfección de la imagen, el hombre no es llamado simplemente imagen, sino «a imagen de», se designa así el movimiento del que tiende hacia la perfección. Pero del Hijo de Dios, no se puede decir que es «a imagen de», porque El es la imagen perfecta del Padre. S. Th. I., q. 35, a. 2, ad 3).

Existen dos clases de imágenes: la imagen perfecta que es la que procede del modelo según la misma naturaleza, y la imagen imperfecta (o impropia) que, sin proceder según la misma naturaleza, es de una naturaleza distinta del modelo. Por esta razón, Santo Tomás enseña: «imago alicuius dupliciter in aliquo invenitur. Uno modo, in re eiusdem naturae secundun speciem: ut imago regis invenitur in filio suo. Alio modo, in re alterius naturae: sicut imago regis invenitur in denario. Primo autem modo, Filius est imago Patris: secondo autem modo dicitur homo imago Dei», (la imagen de una cosa se encuentra de dos maneras en otro. Primeramente, en una cosa de la misma naturaleza según la especie: como la imagen del rey se encuentra en su hijo. En segundo lugar, en una cosa de otra naturaleza: como la imagen del rey se encuentra en el denario (pieza de moneda). De la primera manera, el Hijo es la imagen del Padre; de la segunda manera se dice que el hombre es imagen de Dios. S. Th., Ibid.).

Además, el profesor Borella sostiene que: «La semejanza indica entonces la persona espiritual» (p.144) puesto que la semejanza es la consecuencia de la imagen; está implicada en ella: «Ella (la semejanza) es nombrada en segundo lugar porque es como una consecuencia de la imagen, ella está implicada por la imagen. Este es el motivo por el cual además es acaso la única mencionada» (p. 144). Así, el profesor Borella puede hablar de imágenes semejantes, puesto que la imagen es conforme a su modelo divino, lo que significa: «que, en su naturaleza, el hombre es semejante a Dios» (p. 144). Como acabamos de ver, es la misma herejía en la cual incurre Juan Pablo II y Vaticano II. Es el error fundamental de la «nueva teología» y de la salvación universal, denunciada por el profesor Dörmann en su libro: «La Extraña Teología de Juan Paulo II y el espíritu de Asís» (Ed. Fideliter, 1992, p. 104).

El profesor Borella afirma no solamente que el hombre - imagen de Dios - en su naturaleza se asemeja a Dios, sino que incluso es Dios en sí mismo, como lo hemos visto en un texto ya citado, pero que nos parece bueno recordarlo aquí: «El hombre es pues no solamente Dios para el mundo, sino incluso en sí mismo» (p. 144). Por esto, la visión beatífica no es otra cosa que el conocimiento que Dios tiene de nuestro yo: «la Persona divina única que conoce nuestro verdadero yo, porque nuestro yo no es otra cosa que este conocimiento mismo» (p. 144).

El bayanismo es, pues, el error en el cual cae la gnosis del profesor Borella. El bayanismo extrae las raíces de su error en la confusión entre el orden natural y el orden sobrenatural. Bayo, en uno de sus errores, consideraba que «la Justicia Original era propia del hombre como parte integrante de su naturaleza, y por lo tanto era un débito y no un don gratuito» (Dic. de Theol., P. Parente, p. 46). El profesor Borella, hablando del «estado primitivo», del «hombre primitivo»... cae en el mismo error considerado el estado de justicia original como parte integrante de su naturaleza.

La herejía de Bayo ha sido condenada por la Iglesia: «Humanae naturae sublimatio et exaltio in consortium divinae naturae debita fuit integritati primae conditionis, et proinde naturalis dicenda est, et non supernaturalis», (Errores de Bayo: 21.La sublimación y exaltación de la naturaleza humana al consorcio de la naturaleza divina, fue debida a la integridad de la primera condición y por ende, debe llamarse natural y no sobrenatural, Denzinger. 1921).

«Absurda est sententia eorum, qui dicunt, hominem ab intio, dono quodam supernaturali et gratuito, supra donditionem naturae suae fuisse exaltatum, ut fide, spe et caritate Deum supernaturaliter coleret», (23. Absurda es la sentencia de aquellos que dicen que el hombre, desde el principio, fue exaltado por cierto don sobrenatural y gratuito, sobre la condición de su propia naturaleza, a fin de que por la fe, esperanza y caridad diera culto a Dios sobrenaturalmente. Denzinger. 1923).

«Integritas primas creationis non fuit indebita humanae naturae exaltatio, sed naturalis eius conditio», (26. La integridad de la primera creación no fué exaltación indebida de la naturaleza humana, sino condición natural suya. Denzinger. 1926).

Todas las expresiones, tales como: «La sustancia humana es capaz, por si misma, de un comportamiento casi divino» (p. 43),« el espíritu designa la vida divina en la criatura», «el intelecto naturalmente sobrenatural» ...(p. 161) confirman la confusión de lo natural con lo sobrenatural.

¿Cómo se puede uno defender contra la acusación de bayanismo? cuando leemos semejantes afirmaciones como ya vimos: «Y por lo tanto, este espíritu que se nos ha dado en la gracia forma también parte de nuestra naturaleza, pero de una naturaleza en cierta manera sobrenatural» (p. 160).[4] Una de dos: o bien nuestro espíritu natural es ya sobrenatural, y la gracia no hace otra cosa más que ponerlo en acto, y el error de Bayo, que profesa el Sr. Borella, o bien nuestro espíritu no es sobrenatural, no tiene ninguna capacidad positiva en orden a lo sobrenatural, y la gracia lo eleva por encima de su naturaleza, esta es la doctrina católica.

Hay que distinguir absolutamente tres diferentes espíritus o pneumas: el Pneuma divino que es el Espírutu Santo y su acción; el pneuma humano que se encuentra en San Pablo, que es el espíritu humano sobreelevado por la gracia; y por último el pneuma el humano de los filósofos, que es simplemente el espíritu, la parte espiritual del alma humana, constitutiva de la naturaleza del hombre.

El profesor Borella difumina los límites que separan estos tres espíritus: estos son sus dos errores fundamentales o herejías monumentales.

Estos errores de Borella han sido igualmente condenados por la Iglesia en la persona de Quesnel, que hace de la gracia una exigencia de la naturaleza, y en la reprobación del concilio de Pistoya donde es mencionada la condena de Bayo y de Quesnel.

«Gratia Adami est sequela creationis et erat debita naturae sanae et integrae», (La gracia de Adán es una consecuencia de la creación y era debida a la naturaleza sana e íntegra. Denzinger. 2435), decía Quesnel, y la Iglesia lo condenó.

«Doctrina Synodi de stato felicis innocentiae, qualem eum repraesentat in Adamo ante peccatum, complectentem non modo integritatem, sed et iustitiam interiorem cum impulsu in Deum per amorem caritatis, ataque primaevam sanctitatem aliqua ratione post lapsum restituam; quatenus complexive accepta innuit, statum illum sequelam fuisse creationis, debitum ex naturali et conditione humanae naturae, non gratuitum Dei beneficium: falsa, alias damnata in Baio (1901 ss), et Quesnellio (2434 ss), erronea, favens haeresie Pelagianae», (La doctrina del Sínodo (de Pistoya) sobre el estado de feliz inocencia, cual la representa en Adán antes del pecado y que comprendía no sólo la integridad, sino también la justicia interior junto con el impulso hacia Dios por el amor de caridad, y la primitiva santidad en algún modo restituida después de la caída; en cuanto complexivamente tomada da a entender que aquel estado fue secuela de la creación, debido por exigencia natural y por la condición de la humana naturaleza, no gratuito beneficio de Dios, es falsa, otra vez condenada en Bayo (1901 ss) y en Quesnel (2434 ss) y favorecedora de la herejía pelagiana. Denzinger. 2616).

CONCLUSION

Podemos decir que los errores de la gnosis del profesor Borella se resumen en cuatro grandes herejías, además de renovar y caer en los errores del ontologismo y del monismo metafísico. Estas son:

1. La herejía concerniente a la divinidad del espíritu del hombre.
2. La herejía con respecto al orden sobrenatural y del pecado original.
3. La herejía relativa a la gracia.
4. La herejía concerniente a la visión beatífica.

Para el profesor Borella, la gnosis es el conocimiento que Dios tiene de nosotros en su esencia divina. Llegar a este conocimiento que Dios tiene de nosotros, es llegar a la visión beatífica: pues conocer como Dios nos conoce en su esencia divina, es una sola y misma cosa. En conclusión, Borella afirma: «en fin la gnosis pura es, en su esencia, la obra del amor por el cual nos abrimos a la gnosis que dios tiene de nosotros mismos» (p. 390).

La gnosis suprema (epignosis -sobreconocimiento), es decir el colmo del conocimiento esotérico (oculto o secreto, llamado por eufemismo, interior o espiritual), culmina en la identificación cognitiva de Dios y del hombre en la esencia divina, hasta el punto de invertir la noción de la visión beatífica, diciendo que no es el hombre el que conoce a Dios, sino que es Dios el que se conoce en el hombre. «...en el conocimiento, en la gnosis suprema, no soy yo mismo quien conoce a Dios, sino que es Dios el que Se conoce en mí mismo» (p. 392).

Tal es la famosa gnosis de Borella, pretendidamente católica. En realidad, la síntesis especulativa del profesor Borella, es prácticamente insuperable; sintetiza e integra hábilmente, con una sutileza diabólicamente genial, la gnosis ancestral (tradición perversa gnóstica-cabalista) con los misterios más sublimes de la Santísima Trinidad y de la Encarnación, con el objetivo de hacerla pasar por católica y hacer más difícil la detección del error sutilmente destilado.

Resumiendo la gnosis del profesor Borella, podemos afirmar que es incompatible con la doctrina y el dogma de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana.

No lo olvidemos, es por este medio de la gnosis que Satanás, padre del error, del engaño y de la mentira se manifiesta bajo las apariencias del ángel de luz para corromper la noción metafísica de Dios y falsificar la verdad y los misterios más sublimes de la Religión Católica.

BASILIO MERAMO PBRO.
SANTA FE DE BOGOTA, 22 DE AGOSTO DE 1996
FIESTA DE LA INMACULADA CONCEPCION

La gnosis del profesor es falsa y herética; de esto no hay la menor duda.
[1] Significa que el hombre está compuesto de tres substancias: el cuerpo, el alma y el espíritu, según el mismo Borella (ver p. 167).
[2] Texto parcialmente citado en la página 7.
[3] Participación según Santo Tomás y no como lo entiende falsamente la gnosis.
[4] Texto anteriormente citado en la página 11.