San Juan Apocaleta



Difundid Señor, benignamente vuestra luz sobre toda la Iglesia, para que, adoctrinada por vuestro Santo Apóstol y evangelista San Juan, podamos alcanzar los bienes Eternos, te lo pedimos por el Mismo. JesuCristo Nuestro Señor, Tu Hijo, que contigo Vive y Reina en unidad del Espíritu Santo, Siendo DIOS por los Siglos de los siglos.












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"Sancte Pio Decime" Gloriose Patrone, ora pro nobis.





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lunes, 30 de marzo de 2009

Carta Abierta a Monseñor de Galarreta que sofísticamente nos quiere hacer claudicar

Estimado Monseñor de Galarreta:

Su sermón en el Seminario de La Reja del 15 de marzo de 2009, me obliga a tener que darle una respuesta, máxime por el tema que usted aborda con el objetivo de dar una explicación y justificación a los fieles apelando a la inteligencia y a la capacidad de saber distinguir y reflexionar, con el fin de proporcionar una explicación congruente y veraz llevando el agua a su molino.

En nombre de la verdad y de la inteligencia que usted mismo invoca, aquí va mi reflexión para desenmascarar su sutil sofisma que no es más que una claudicación.

Si en España se dice que cuando se señale la luna el tonto se queda mirando el dedo, ejemplo al cual usted alude, ¿quién es pues el tonto? Porque Roma modernista nos está señalando la luna; está diciendo claramente que la Misa Nueva es tan legítima, buena y valedera (o más) pues para ellos, es el rito ordinario (principal), mientras que la Misa Tridentina que es el rito extraordinario (el ocasional) y hay que aceptarlos (a ambos) como expresiones genuinas, validas y legítimas del culto de la Iglesia.

Pero los Superiores y los Obispos de la Fraternidad se quedan mirando el dedo, pues dicen: Roma reconoció (al fin) que la Misa Tridentina nunca fue abrogada, que ahora la Misa Tridentina puede libremente ser dicha por cualquier sacerdote, que los fieles pueden ahora venir a la Fraternidad sin obstáculos, que se nos abren las puertas para un mejor apostolado, etc.

Roma Modernista señala la luna diciendo claramente en el decreto del 21 de enero de 2009 por boca del Cardenal Re, que se remitió la censura de excomunión a los cuatro obispos que volvían a solicitar el levantamiento de la excomunión al «magnánimo, paternal, valiente» (y casi tradicionalista) Benedicto XVI, (ante el cual, la sonrisa de Monseñor Fellay lo dice todo cuando está frente a él, como se puede ver en algunas fotografías que delatan el acuerdo) quien
directamente señala la luna diciendo: «La remisión de la excomunión tiende al mismo fin al que sirve la sanción: invitar una vez más a los cuatro obispos al retorno.» Que fue «un gesto discreto de misericordia hacia los cuatro obispos ordenados válidamente pero no legítimamente» y por lo tanto queda claro que «hasta que la Fraternidad no tenga una posición canónica en la Iglesia, tampoco sus ministros ejercen ministerios legítimos en la Iglesia.» El dedo de Roma apóstata y de Benedicto XVI hereje y modernista consumado en la gnosis-cabalística que domina el pensamiento germánico Kant-Fichte-Hegel, señala la luna y usted se queda paladina y estultamente mirando el dedo; pretendiendo con su sofística apología hacernos también mirar el dedo. Para colmo y remate todo esto lo dice como el nuevo director o responsable del seminario que por obra y gracia de su intervención lúcida e inteligente con visos de firmeza viril convertirá en semiasnario, si nos atenemos al lenguaje del venerable y genial Padre Castellani, que por cierto, mucho no se lo aprecia y quiere en dicho seminario.

Los Superiores y Obispos de la Fraternidad se quedan mirando el dedo: no hemos pedido el levantamiento (remisión) de las excomuniones sino el levantamiento del decreto que declaraba las excomuniones (distinción que es antijurídica e ilógica pues hay reciprocidad causal), para reafirmar que están agradecidos por ello, pues ya no estamos estigmatizados infamemente con las excomuniones, la Tradición que representamos no está excomulgada, etc.

Roma señala la luna: no tienen posición canónica, ni tienen ministerio legítimo alguno en la Iglesia, mientras que los Superiores miran el dedo: no estamos excomulgados, la gente puede venir a los prioratos y capillas, podemos hacer más apostolado sin estar estigmatizados, ser mal visto, se nos abrirán las puertas, etc.

Roma señala la luna: No hay plena comunión (admisión en la Iglesia) hasta que acepten el Concilio y el magisterio postconciliar de los Papas y es lo que vamos a discutir doctrinalmente. Los Superiores miran el dedo: vamos a Roma, allí donde debe y puede resolverse la crisis, estamos dispuestos a una confrontación doctrinal con Roma.

Y peor que quedarse mirando el dedo, es chupárselo y que le sepa a luna de miel, y que todos hagan lo mismo como mansos corderos, sumisos, dóciles, y obedientes, ante la impostura, la mentira y el error que clama al cielo.

¡Qué ironía parece todo esto! pues usted invoca y convoca la inteligencia (el intus legere o leer dentro, captar la esencia o substancia de las cosas) y se queda mirando el dedo, y pretende hacer que nos quedemos como tontos mirando el dedo con su explicación, cuando Roma nos señala la luna.

Discúlpeme estimado Monseñor pero todo conduce a pensar que además de mirar el dedo y de hacernos mirar el dedo cuando Roma modernista, neoprotestante y apóstata nos señala la luna, usted pretende como dicen por aquí en México darnos atole con el dedo, o si gusta más a la española que nos chupemos el dedo con sabor a caramelo, cuando Roma anticristo (expresión de Monseñor Lefebvre) nos señala la luna, y el tonto se queda mirando el dedo.

Creo que no es hora de tanto chupete, que miremos la luna, sin perder el equilibrio mental y que de otra parte no haga tanto alarde de virilidad y firmeza de las que manifiestamente carece en esta lucha titánica y batalla final entre la Revolución Anticristiana y la Tradición Católica, la última batalla de la que Sor Lucía habló.

Ahora entiendo porqué me dijo el año pasado aquí, en el Priorato de Orizaba y en presencia de mi vicario, con ocasión de su visita a México para las confirmaciones que «no entendía por qué no me iba de la Fraternidad, pensando como pienso, pues al no estar de acuerdo lo mejor es irse en silencio.» A lo cual le respondí: ¿por qué no se van los otros? (pensando en los traidores y en usted mismo). Además, si me echan, mi partida jamás sería en silencio, pues lo que se quiere es precisamente silenciar a cualquiera que ose oponerse a toda esta claudicación de una nueva Fraternidad, reciclada, reintegrada con la Nueva Iglesia Postconciliar, con la Antiiglesia.

Por esto Monseñor Lefebvre hablaba de Roma Anticristo, de Nueva Iglesia, y advertía de no confundir la Iglesia Oficial con la Iglesia Visible: «¿Dónde está la Iglesia visible? La Iglesia visible por las señales que siempre ha dado para su visibilidad: es una, santa, católica y apostólica. Les pregunto: ¿dónde están las verdaderas notas de la Iglesia? ¿Están más en la Iglesia oficial (no se trata de la Iglesia visible, se trata de la Iglesia oficial) o en nosotros, lo que representamos, en lo que somos? Queda claro que somos nosotros que conservamos la unidad de la fe que desapareció de la Iglesia oficial. (…) ¿La apostolicidad? Rompieron con el pasado. Si hicieron algo, es bien éso. No quieren saber más del pasado antes del Concilio Vaticano II. (…) Todo eso pone de manifiesto que somos nosotros quienes tenemos las notas de la Iglesia visible. Si hay una visibilidad en la Iglesia hoy es gracias a ustedes. Estas señales no se encuentran ya en los otros. (…) No somos nosotros, sino los modernistas los que salen de la Iglesia. En cuanto a decir “salir de la Iglesia Visible”, es equivocarse asimilando Iglesia oficial a la Iglesia visible, (…) ¿Salir, por lo tanto, de la Iglesia oficial? En cierta medida, ¡sí!, obviamente.» (Conferencia de Monseñor Lefebvre en Ecône
el 9 de septiembre de 1988, Fideliter n°. 66, noviembre-diciembre 1988). «Son cosas que son fáciles de decir. Ponerse dentro de la Iglesia ¿qué es lo que eso quiere decir? Y en primer lugar, ¿de qué Iglesia se habla? Sí es de la Iglesia conciliar, sería necesario que nosotros, quienes luchamos contra ellos durante veinte años, porque queremos la Iglesia Católica, volviésemos a entrar en esa Iglesia conciliar para supuestamente volverla católica. ¡Es una ilusión total!
(…) Es increíble que se pueda hablar de Iglesia visible en relación a la Iglesia conciliar y en oposición con Iglesia Católica, que nosotros intentamos representar y seguir. (…) Somos nosotros los que tenemos las notas de la Iglesia visible, la unidad, la catolicidad, la apostolicidad, la santidad. Eso es lo que constituye la Iglesia visible. (…) Obviamente estamos en contra de la Iglesia conciliar, que es prácticamente cismática, incluso si no lo aceptan. En la práctica, es una Iglesia virtualmente excomulgada, porque es una Iglesia modernista.»
(Entrevista con Monseñor Lefebvre un año después de las consagraciones episcopales, Fideliter n°. 70, julio-agosto 1989).

Discúlpeme la franqueza pero es la hora de la verdad y únicamente de la verdad, en medio de las tinieblas y confusión que todo hoy invaden y que cual golpe maestro del maligno, se gesta con todo esto el reciclar (amalgamar) la Fraternidad Sacerdotal San Pío X con la Roma conciliar y la Antiiglesia.

Que Dios lo ilumine y fortalezca en la verdad que es lo único que nos hace verdaderamente libres.

Basilio Méramo Pbro.
Orizaba, 29 de marzo de 2009
Primer Domingo de Pasión

Roma Católica y Roma Pagana

La Roma pagana imperial y señora del universo logró su apogeo y hegemonía universal gracias a su política ecuménica al tener lazos religiosos con todas las divinidades y cultos más importantes del mundo antiguo, que eran el único vínculo entre los antiguos pueblos. No había otros lazos que los religiosos y Roma se aprovecha de esto para su expansión y gloria, es la primera en hacer de la religión, del vínculo religioso un factor (el principal) para el dominio político, por curioso y extraño que nos parezca hoy, pero que era normal según la mentalidad del hombre antiguo.
Baste sólo recordar que en las guerras eran invocados los dioses, los oráculos, etc. El mundo pagano era religioso por asombroso que nos parezca. El pagano no es un ateo, de aquí el culto tan prolífico en divinidades, que intervenían en toda la vida de la sociedad pagana de la antigüedad.

Por esto decía el gran historiador Fustel de Coulanges: «Uno de los rasgos notables de la política de Roma consistía en atraer hacia sí todos los cultos de las ciudades vecinas, se preocupaba tanto de conquistar a los dioses como a las ciudades» (La Ciudad Antigua, Ed. Porrúa, México 1989, p. 270). La táctica de Roma es muy importante tenerla en cuenta pues esto le permitió fundar el imperio más poderoso en toda la historia de la humanidad.

Roma como dice Fustel: «era la única que se servía de la religión para su engrandecimiento. Mientras que la religión aislaba a las otras ciudades, Roma tuvo la habilidad o la buena fortuna de emplearla para absorberlo todo y todo dominarlo» (p. 271). El ecumenismo de Roma pagana la llevó a forjar el imperio más grande del mundo: «Pues era costumbre de Roma –dice un antiguo- el introducir en ella las religión de las ciudades vencidas.» (Ibidem, p. 270). «Quería poseer más cultos y más dioses titulares que cualquier otra ciudad». (Ibidem, p. 270). «Por otra parte, como
la mayoría de esos cultos y dioses se tomaba a los vencidos, Roma estaba en comunión religiosa, por medio de ellos, con todos los pueblos». (Ibidem, p. 270). Aquí se ve con claridad la política y el genio romano que le permitió ser el mayor imperio del universo gracias a la modalidad religiosa ecuménica, y de su espíritu ecuménico.

Esto es importantísimo considerarlo y retenerlo pues la Roma católica al perder la fe que la llevó al apogeo espiritual universal, como lo expresó San León Magno: « Roma maestra del error se hizo discípula de la verdad» (Maitines, Lectura IV, 29 de junio Fiesta de San Pedro y San Pablo), y por un misterio de profunda iniquidad hoy cae en su ancestral barbarie pero sin perder su característica de la cual se valió para forjar su imperio universal, que será la gloria del Anticristo-Pseudoprofeta para propagar su falsa paz ecuménica religiosa, como está anunciado en las
Escrituras.

Para poder entender y ver esto es necesario recordar lo que ya decía el Papa San León: «Esta ciudad ignorando al autor de su elevación, mientras dominaba por sobre casi todas las naciones, servía los errores de todas ellas, y por eso creía tener una gran religión puesto que no había rechazado ningún error. » (Ibidem, Maitines, Lectura VI). Roma pagana así, reputábase grande cual Babilonia asumiendo toda religión, pues no rechazaba ninguna.

El Panteón representaba bien este espíritu ecuménico de Roma pagana, reuniendo en un magnífico e inmenso templo todas las religiones más importantes, cada una con su altar. Y retornará a esto cuando deje de imperar la verdad como luz del mundo y de su Iglesia.

Roma modernista y Apóstata sede del Anticristo como dijo Nuestra Señora en La Salette, se caracterizará por aglutinar, cual Panteón, todas las falsas religiones en su seno, y su poder será el absorber todos los cultos no rechazando ninguno, como la Antigua Roma Pagana, poniendo en ello su grandeza y señorío; ésta será la gran obra del Pseudoprofeta (el Anticristo religioso) y la Gloria del Olivo, el triunfo de la Sinagoga de Satanás en la Iglesia, triunfo que nadie sospechaba que llegaría incluso a destruir, reabsorbiendo maquiavélicamente, la resistencia tradicionalista aglutinada alrededor de Monseñor Lefebvre, al punto de desactivar magistralmente a la Fraternidad por él fundada, con un «abrazo paternal y magnánimo».

Luego ante tal situación fina y sutilmente orquestada, no queda otra cosa que seguir el consejo de San Jerónimo: «huir de la perversión judaica y refugiarnos en las montañas eternas, de lo alto de las cuales Dios hace brillar su admirable luz» al hablar de la «abominación de la desolación que se puede entender también de toda doctrina perversa. Pues si vemos el error establecerse en lugar santo, es decir en la Iglesia, y hacerse pasar por Dios, debemos huir de Judea hacia las montañas, es decir abandonar la letra que mata y la perversidad judaica y refugiarnos sobre las montañas eternales. » (Maitines, Lectura IX, Domingo XXIV y último después de Pentecostés), esto es de la Verdad Eterna, o con palabras del Apocalipsis de San Juan invitando a salir de Roma convertida en una Babilonia: «Babilonia la grande, la madre de los fornicarios y de las abominaciones de la tierra.» (Ap. 17,5); pues «Ha caído, ha caído Babilonia la grande, y ha venido a ser albergue de demonios y refugio de todo espíritu inmundo y refugio de toda ave impura y aborrecible… Salid de ella, pueblo mío, para no ser solidario de sus pecados y no participar en sus plagas.» (Ap. 18, 2 y 4).

Y nadie puede dudar cual sea esta Babilonia apocalíptica, pues San Pedro mismo lo dice cuando desde Roma envía sus saludos junto con San Marcos su discípulo: «Os saluda la (Iglesia) que está en Babilonia, partícipe de vuestra elección, y Marcos, mi hijo.» (1 Pedr. 5, 13), al igual que así lo entienden también los exégetas: «Por Babilonia se entiende Roma que constituía el centro del paganismo. La Roma pagana significaba para los cristianos el mismo peligro antes Babilonia para los judíos.» (Monseñor Straubinger, nota 13).

Esta es hoy, la astuta maniobra de la dialéctica vaticana, cual Roma pagana, que con el pretexto de los dos presupuestos falsos: el motu proprio sobre la Misa, y la remisión (levantamiento) de las excomuniones, se reabsorbe en magnífica y magistral coagulación sintética o amalgama, insertando la Tradición con su altar en el gran Panteón Universal (ecuménico) cual la Roma anticristo, tal como la designa Monseñor Lefebvre en su famosa carta del 29 de junio de 1988 a los cuatro candidatos al episcopado. Pues con el motu proprio se enmascara la escisión (ruptura)
reconociendo que la Misa Tridentina nunca fue abrogada, y la Nueva Misa es el desarrollo homogéneo (evolución homogénea y no heterogénea como pretende el modernismo) de la liturgia antigua, y ambos ritos, tanto el tradicional como el modernista, son dos expresiones válidas, legítimas y genuinas del culto romano de la Iglesia, siendo la Misa Tradicional el rito extraordinario (el ocasional) y la Misa Nueva el rito ordinario (el principal); lo cual es el culmen
genial, sutil y perverso (diabólico) de la síntesis dialéctica gnóstico cabalística que nutre el ser y el pensar del mundo moderno, y con la remisión de la censura (pena) de las excomuniones a los cuatro obispos, que así lo pidieron con muestra filial y reconocimiento de la magnánima y benigna paternidad de Benedicto XVI, desistiendo por lo mismo de su pertinacia, y como lógica y natural consecuencia, se levantan las excomuniones (exclusiva y solamente a ellos que así lo solicitaron), aunque sin embargo no están total e íntegramente aceptados pues siguen suspensos (al igual que
todos los sacerdotes de la Fraternidad), sin «posición canónica», y sin «ejercer legítimamente ministerio alguno en la Iglesia» (Carta de Benedicto XVI a los Obispos de la Iglesia del 10 de marzo de 2009), hasta tanto se limen (superen) las asperezas y reticencias aceptando el Concilio Vaticano II, aunque esto será gradual y paulatinamente mediante el diálogo doctrinal que al fin y al cabo dará el deseado resultado que espera pacientemente Roma modernista y apóstata, tal como lo afirma Benedicto XVI en la carta ya citada: «Con esto se aclara que los problemas que deben ser tratados ahora son de naturaleza esencialmente doctrinal, y se refieren sobre todo a la aceptación del Concilio Vaticano II y del magisterio postconciliar de los Papas».

Así se llega incluso a hablar reconociendo, como lo hace Monseñor Fellay, que la situación de la Fraternidad si se mira según el derecho de la Iglesia es imperfecta, o también cuando se refiere a las necesarias conversaciones (diálogo) referentes al Concilio Vaticano II y sus novedades (Carta del 24 de marzo de 2009), del cual acepta el 95% (Entrevista a Monseñor Fellay publicada en Dici n°. 8). Ante todo lo cual se olvida la espantosa advertencia de Nuestra Señora de La Salette cuando afirma que: «Roma perderá la fe y será la sede del Anticristo», quedando con esto la
Iglesia totalmente eclipsada, como luz del mundo, ya que ha acontecido el eclipse del sol cual fue el significado de la divisa, de San Malaquías, del anterior pontificado «De Labore Solis» bajo Juan Pablo II, y ahora tenemos el triunfo de la Sinagoga de Satanás en la Iglesia, con la divisa del actual pontificado de Benedicto XVI «De Gloria Olivae».

Este es el famoso misterio de Roma que «de maestra del error se convirtió en discípula de la verdad» como señala el papa San León Magno (Ibidem, Maitines, Lectura VI), pero que por su apostasía como señala Nuestra Señora en La Salette retornará, evidentemente, al error del que fuera antaño liberada. Este es el misterio de la Gran Ramera escarlata, cabalgando sobre la bestia, el Anticristo, que estremeció al puro y virginal San Juan Evangelista, el discípulo más amado, y por esto el apóstol San Judas en su epístola (17, 21) advertía: «Vosotros empero, carísimos, acordaos de lo que ha sido preanunciado por los apóstoles de Nuestro Señor Jesucristo que os decían: en los últimos tiempos vendrán impostores que se conducirán según sus impías pasiones, éstos son los que disocian, hombres naturales, que no tienen el Espíritu. Vosotros, empero, carísimos, edificandoos sobre el fundamento de la santísima fe vuestra, orando en el Espíritu Santo, permaneced en el amor de Dios, esperando la misericordia de Nuestro Señor
Jesucristo, para la vida eterna.»

Basilio Méramo Pbro.
Orizaba, 25 de marzo de 2009
Fiesta de la Anunciación