San Juan Apocaleta



Difundid Señor, benignamente vuestra luz sobre toda la Iglesia, para que, adoctrinada por vuestro Santo Apóstol y evangelista San Juan, podamos alcanzar los bienes Eternos, te lo pedimos por el Mismo. JesuCristo Nuestro Señor, Tu Hijo, que contigo Vive y Reina en unidad del Espíritu Santo, Siendo DIOS por los Siglos de los siglos.












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"Sancte Pio Decime" Gloriose Patrone, ora pro nobis.





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martes, 17 de febrero de 2009

Últimos Tiempos Apocalípticos,Testimonios de los Papas que así lo manifiestan:

San Pío X
E supremi apostolatus del 4 de octubre 1903: “Es indudable que quién considere todo esto tendrá que admitir de plano que esta perversión de las almas es como una muestra, como prólogo de los males que debemos esperar en el fin de los tiempos; o incluso pensará que ya habita en este mundo el hijo de la perdición de quien habló el Apóstol”; y que: “Se sentará en el templo de Dios mostrándose como si fuera Dios”.


Pío XI
Miserentissimus Redemptor del 8 de mayo de 1928: “Es necesario que Cristo reine. Venga su reino.”
Y refiriéndose más adelante a la Encíclica Quas Primas: “Cuando eso hicimos (…) más también presentíamos el júbilo de aquél faustísimo día en que el mundo entero espontáneamente y de buen grado aceptará la dominación suavísima de Cristo Rey.”
Lo cual señala apuntando a los tiempos apocalípticos: “Todo lo cual es tan triste que por estos acontecimientos parecen manifestarse los primeros de aquellos dolores que habían de preceder al hombre de pecado que se levanta contra todo lo que se llama Dios que se adora”.
Así tenemos toda la revolución litúrgica y doctrinal dentro de la Iglesia, promovida oficialmente con Vaticano II
“Y así aún involuntariamente se ofrece la idea de que se acercan los tiempos vaticinados por Nuestro Señor: porque abundó la iniquidad, se enfrió la caridad de muchos.”
“No sea que obsecados e impenitentes en sus culpas, cuando vieren a Aquél a quien hicieron venir en las nubes del cielo, tarde y en vano lloren sobre Él.”
El Padre Florentino Alcañiz hace ver que: “El reino de Cristo, y el reino del Sagrado Corazón de Jesús son una misma cosa”. (La Devoción al Sagrado Corazón de Jesús, Granada 1958, p. 141). Además recalca el P. Alcañiz: “el reinado del Corazón de Jesús es el reinado de la persona de Cristo” (Ibid., p. 138), y más adelante manifiesta comentando: “Donde se ve que para el Vicario de Cristo, el reino del Corazón de Jesús es idéntico al reino de Cristo que habla San Pablo, al reino que pedimos en la oración dominical…” (Ibid. p. 139)
Pío XII:
En su primera encíclica Summi Pontificatus del 20 de octubre de 1939: “La hora en que os llega esta nuestra primera Encíclica es, en muchos aspectos, la verdadera hora de tinieblas. (…) Los pueblos, envueltos en el trágico vórtice de la guerra quizá están aun al comienzo de sus dolores…”.
En su radiomensaje de 24 de diciembre de 1947 dice refiriéndose a Satanás: “En las asambleas humanas se insinúa solamente el espíritu del mal, el ángel del abismo (Apoc. 9, 11) enemigo de la verdad, atizador de odios, negador y destructor de todo sentimiento fraterno. Creyendo próxima su hora, hace todo lo que puede por acelerarla.”

En su mensaje pascual del 21 de abril de 1957: “Es necesario quitar la piedra sepulcral con la cual han querido encerrar en el sepulcro a la verdad y al bien; es preciso conseguir que Jesús resucite; con una verdadera resurrección que no admita ya ningún dominio de la muerte: ‘Surrexit Dominus vere’ (Luc. 24, 24). ‘mors illi ultra non dominabitur’ (Rom. 6, 9). ‘…la noche debe iluminarse como el día, ‘nox sicut dies illuminabitur’; y cesará la lucha, brillará la paz. ¡Ven Señor Jesús! La humanidad no tiene fuerza para quitar la piedra que ella misma ha fabricado, intentando impedir tu vuelta. Envía tu ángel, oh Señor, y haz que nuestra noche se ilumine como el día. ¡Cuántos corazones, oh Señor, te esperan! ¡Cuántas almas se consumen por apresurar el día que sólo Tú vivirás y reinarás en los corazones! ¡Ven, oh Señor, Jesús! ¡Hay tantos indicios de que tu vuelta no está lejana! ¡Oh María, que lo viste resucitar; María a quien el primer aparecer de Jesús quitó la angustia inenarrable causada por la noche de la pasión; María, te ofrecemos las primicias de este día. Para ti, Esposa del Divino Espíritu, nuestro corazón y nuestra esperanza! ¡Así sea!”

Esto que acabamos de leer es proféticamente apocalíptico, nadie puede dudarlo. Que más profético y apocalíptico que la Parusía clara e irrefutablemente aquí manifestada y esperada cual bienaventurada esperanza, como enseña San Pablo. (Tit. 2, 13).
Ya había anteriormente manifestado Pío XII ante el Sacro Colegio el 2 de junio de 1942: “Nuestro deber, el deber del Episcopado, el del clero y el de los fieles, es prepararse espiritualmente por la plegaria y el ejemplo al futuro encuentro de Cristo con el mundo.”
Sin embargo se hace hoy todo lo contrario, se desacredita o se relega cualquier insinuación apocalíptica y parusíaca.
Tenemos además el hecho histórico irrefutable del fin de la diáspora (después de la destrucción del Templo y ruina de Jerusalén por Tito en el año 70), con el retorno a Tierra Santa de los judíos el 15 de mayo de 1948. El fin de la diáspora siempre se relacionó con el fin de los últimos tiempos apocalípticos, pues los judíos volverían al final de los tiempos a Tierra Santa, como afirma San Lucas: “Jerusalén será pisoteada por los gentiles hasta que el tiempo de los gentiles sea cumplido”. (Lc. 21, 24).
En Isaías 11,12 se lee: “Alzará una bandera entre los gentiles, y reunirá a los desterrados de Israel y congregará a los dispersos de Judá, de los cuatro puntos de la tierra.”

En Isaías 27, 12: “y vosotros oh hijos de Israel serés regodios uno por uno” y comenta al respecto Mons. Straubinger: “por lo cual a de verse aquí la predicción de la reunión de Israel en los últimos tiempos.”

En Jeremías 3, 18 se lee: “En aquellos días se juntará la casa de Judá con la casa de Israel, y juntas vendrán de la tierra del norte a la tierra que di en herencia a vuestros padres”.

En Jeremías 23,3: “Yo mismo reuniré el resto de mis ovjeas de todos los países, de donde las he dispersado.”

En Jeremías 30, 3: “Porque he aquí que vendrán días, dice Yahvé, en que trocaré el cautiverio de mi pueblo, Israel y Judá, dice Yahvé, y los haré regresar al país que di a sus padres y lo poseerán.”

En Ezequiel 37,21: “He aquí que yo sacaré a los hijos de Israel de entre las naciones a donde fueron; los recogeré de todas partes y los llevaré a su tierra.”

Siempre se vio asociada la vuelta a Tierra Santa con la posterior conversión de los judíos, todo lo cual se relaciona con los últimos tiempos apocalípticos o el fin de los tiempos como dice el P. Martín Sánchez. (Israel y las Profecías, p. 38).
Tenemos las advertencias de nuestra divina Madre del Cielo que comenzaron con:
v Medalla Milagrosa (París 1830): “Hija mía, los tiempos son muy malos…” y comenta el ¨P. Cadavid: “Casi completa fue la descristianización de la sociedad incubada en la Revolución Francesa de 1789”. (Iván Cadavid, El Llanto de María en Siracusa y la incógnita de nuestros azarosos días, ed. San Juan Eudes, Bogotá 1958, p. 52). “Es de notar que desde su primer mensaje se nos ofrece María como la Inmaculada Medianera”. (Ibid., p. 55).
v La Salette (1846): “Si mi pueblo no quiere someterse, me veré obligada a dejar caer la mano de mi Hijo. Ella es tan ruda y tan pesada que ya no puedo detenerla más”. “Combatid hijos de la luz, porque he aquí el tiempo de los tiempos, el fin de los fines”.
v Lourdes, 11 de febrero 1858: “Parece que fuera la última llamada a Francia apóstata.” (Ibid., p. 61).
v Fátima, 15 de mayo 1917: “El tercer secreto se relaciona con el Triunfo del Inmaculado Corazón de María. (…) y que versa sobre algo terrible que antecederá al completo reinado del Corazón de María.” (Ibid., p. 65).
v Siracusa, 29 de Agosto al 1 de Septiembre 1953: “Parece que sea el remate de todos los llamamientos celestiales.” (Ibid., p. 32). “Llorando desolada, la ruina de sus ingratos hijos.” (Ibid., p. 51).
Las Profecías de San Malaquías:
Estamos en la última divisa De Gloria Olivae o la penúltima con Pedro Romano, pero esta divisa puede ser el conjunto y fin de los Papas de Roma del Pontificado. Según Cristino Morrondo Pedro Romano será el papa que reinará en Jerusalén restaurada y esto únicamente tendría lugar después de la Parusía como sabemos. “…del traspaso de la Sede Apostólica de Roma, que será incendiada, a Jerusalén que en el principio fue destruida y dentro de poco será restaurada para servir de centro a la unidad de Sede al Pontificado que ocupará Pedro II.” (Catástrofe y Renovación, Jaén 1924, p. 6).

San Luis María Grignion de Monftfor, el misionero apostólico apocalíptico mariano por excelencia ya decía en la Oración Abrasada (1673-1716): “Vuestra divina ley es quebrantada, vuestro Evangelio abandonado, torrentes de iniquidad inundan toda la tierra y arrastran vuestros siervos, toda la tierra está desolada; la impiedad está sobre el trono; vuestro santuario es profanado y la abominación se halla en lugar santo… Las criaturas todas… piden vuestra venida para restaurar todas las cosas.”

San Vicente Ferrer su predecesor señala: “dice San Agustín (Epístola ad Hesichium) ‘No vendrá el Señor a juzgar si no sobreviene antes la separación de las iglesias en la obediencia espiritual a la Iglesia Romana’.” San Vicente Ferrer, BAC, Madrid 1956, p. 459) ¿Esto no es hoy un hecho? Al hablar de obediencia espiritual es significativo, porque hoy hay una falsa obediencia material, pero no hay la verdadera obediencia espiritual, a Cristo y a su Iglesia. Lo que hay es una obediencia viciosa al antropoteísmo declarado por Pablo VI el 7 de diciembre de 1965 (clausura del Concilio Vaticano II): “El humanismo laico y profano ha aparecido finalmente, en toda su terrible estatura y, en un cierto sentido, ha desafiado al Concilio. La religión de Dios que se ha hecho hombre se ha encontrado con la religión del Dios –porque tal es- del hombre que se hace Dios. ¿Qué ha sucedido? ¿Un choque, una lucha, una condenación? Podía haberse dado, pero no se produjo (…) Una simpatía inmensa lo ha penetrado todo. (…) Vosotros, humanistas modernos, que renunciáis a la trascendencia de las cosas supremas, conferidle siquiera este mérito y reconoced nuestro nuevo humanismo: también nosotros –y más que nadie- somos promotores del hombre.” Y para remate del colmo de la apostasía: “nuestro humanismo se hace cristiano, nuestro cristianismo se hace teocéntrico; tanto que podemos afirmar también: para conocer a Dios es necesario conocer al hombre”.
Testimonios de Melania vidente de la Salette: “Cuando, hace algunos años, hablé del Anticristo y de los francmasones que le preparan su reino, fui mirada como una alucinada. Sin embargo, se tenía los Profetas, se tenía el Apocalipsis. ¿Por qué no se lee la historia verídica de nuestra época? … Podríamos sorprendernos aún más por otros acontecimientos. (…) Esperemos un poco más y veremos las iglesias cedidas, dadas a las logias luciferinas. Esperemos a que los judíos francmasones sean enteramente los que manden en casa para que veamos.” (Lettres de Mélanie, Bergère de la Salette, au Chanoine de Brand, lettre 450, p. 320).
“Pero todo esto es natural… los luciferinos hacen su deber como tales; ¿pero el Episcopado, el Clero, los Cristianos se molestan lo más mínimo del mundo por defender su fe, el honor de Dios, su culto, etc.? Hacen menos que nada. ¿Instruyen al pueblo al menos sobre las verdades de fe? Nada de esto. Es terrible, la apostasía, si no es todavía oficial para todos, es un hecho casi operado por las obras. Los francmasones luciferinos no tendrán gran combate a librarnos, la plaza la han adquirido.” (Ibid., lettre 450).
“…los luciferinos no tendrán necesidad de luchar con católicos sin fe y sin inteligencia para discernir sus verdaderos intereses materiales y espirituales, la verdad del error. Y de esta enfermedad universal de la ceguera nadie se queja, y es aún peor para el enfermo no sentir el mal, mal que le carcome y devora.” (Ibid. lettre 475).
Testimonios de Sor Lucía vidente de Fátima:
Sor Lucía le manifestó al Padre Fuentes (mexicano de Jalapa) postulador de la causa de beatificación de Jacinta y Francisco, en conversación del 26 de diciembre de 1957: “La Santísima Virgen está muy triste, pues nadie hace caso de su mensaje, ni los buenos, ni los malos. (…) Pero Dios va a castigar el mundo y será de una manera terrible. El castigo celeste es inminente.” (Touté la Verité sur Fatima, T. III, p. 336).
Sobre el fin de los últimos tiempos apocalípticos precisa en la misma conversación con el P. fuentes: “Padre, la Santísima Virgen no me ha dicho que estamos en los últimos tiempos del mundo, pero ella me la ha hecho ver por tres motivos:”
I. La batalla final. “El primero porque Ella me dijo que el demonio está a punto de librar una batalla decisiva con la Virgen, y una batalla decisiva es una batalla final donde se sabrá de cual lugar es la victoria, y de cual es la derrota.”
II. Los últimos remedios: “El segundo porque Ella ha dicho tanto a mis primos como a mí, que Dios daba los últimos remedios al mundo: el Santo Rosario y la devoción al Inmaculado Corazón de María, y siendo éstos los dos últimos remedios, esto significa que no habrá otros.”
III. El pecado contra el Espíritu Santo: “Y, terceramente, porque siempre en los planes de la Divina Providencia, cuando Dios va a castigar al mundo, agota antes todos los otros recursos. Así, cuando Él ha visto que el mundo no ha hecho ningún caso, entonces, como diríamos en nuestra manera de hablar imperfecta, Él nos ofrece con cierto miedo el último medio de salvación, su Santísima Madre. Pues si despreciamos y rechazamos este último medio, no tendremos más perdón del Cielo, porque habríamos cometido un pecado que el Evangelio llama el pecado contra el Espíritu Santo, que consiste en rechazar abiertamente, con todo conocimiento y voluntad, la salvación que nos ofrece.” (Ibid. p. 338).
Después de esto que dudas puede haber sobre el fin de los últimos tiempos apocalípticos, sino la voluntaria y obstinada ceguera, de no querer ver. Máxime si recordamos lo que el Cardenal Ratzinger (el hoy Benedicto XVI, quien leyó el 3er secreto) dijo en su momento a Vittorio Messori en agosto de 1984 explicando por qué no había sido publicado: “Porque según el juicio de los papas, no agrega nada a todo lo que un cristiano debe saber de la Revelación: un llamado radical a la conversión, la gravedad absoluta de la historia, los peligros que pesan sobre la fe y la vida del cristiano, y en consecuencia del mundo. Y después la importancia de los ‘últimos tiempos’ (…) Pero las cosas contenidas en este tercer secreto corresponden a lo que anuncia la Escritura…” (Ibid., p. 520).
Lo que anuncia la Escritura es lo que el único libro profético del Nuevo Testamento, el Apocalipsis dice y que en otros pasajes del Nuevo Testamento también se manifiestan.
Conviene advertir que no se debe confundir fin de los últimos tiempos apocalípticos con fin del mundo.
Melania: “Es un gran error si se quiere poner, fijar el fin del mundo con el fin del Anticristo.” (Lettre 450). Pues sabemos por las Escrituras y los Padres de la Iglesia que Cristo destruirá con su venida al Anticristo. “Y entonces se hará manifiesto a quien el Señor Jesús matará con el aliento de su boca y destruirá con la manifestación de su Parusía”. (II Tes. 2, 8).
San Agustín: “La última persecución que ha de hacer el Anticristo, sin duda la extinguirá con su presencia el mismo Jesucristo, porque así lo dice la Escritura: ‘Que le quitará la vida con el espíritu de su boca y le destruirá con sólo el resplandor de su presencia’.” (La Ciudad de Dios, libro XVIII, cap. 53).
San Hilario: “el Señor Jesús hará desaparecer con el soplo de su boca y aniquilará con el resplandor de su venida.” (contra las Herejías, libro III, 7.2).
Sor Lucía también hacía la distinción entre fin de los últimos tiempos y fin del mundo: “Cuando sor Lucía declara al P. Fuentes que la Virgen María le hizo ver que ‘estamos en el fin de los tiempos no se trata del fin del mundo…’.” (Fátima, Joie Intime, p. 397).
El Katejon, el famoso obstáculo, ha sido quitado de en medio; según San Pío X es el imperio de la verdad: “Cuando esta doctrina no pueda ya ser guardada incorruptible y que el imperio de la verdad no fuera ya posible en este mundo, entonces el Hijo del hombre aparecerá una segunda vez. Pero hasta ese último día debemos mantener intacto el depósito sagrado y repetir la gloriosa declaración de San Hilario: ‘Más vale morir en este siglo que corromper la castidad de la verdad’.” Y nosotros podríamos añadir precisando que corromper o violar la virginidad inmaculada de la verdad. (San Pie X, Jérome Dal-Gal OM, Conv. 1953, p. 107-108).
El obstáculo es, ateniéndonos a lo dicho por S. Pío X, el imperio de la verdad mantenido por la Iglesia, Luego es más que evidente que desde el Concilio Vaticano II ya no es mantenida la verdad y mucho menos su imperio de luz. El obstáculo ha sido quitado, aunque no todos lo hayan percibido.
Por eso Sor Lucía habla de “desorientación diabólica”, de “falsas doctrinas” de “ceguera” y esto de parte de la Alta Jerarquía. Pablo VI en su discurso de clausura del Concilio Vaticano II el 7 de diciembre de 1965 proclamó la nueva religión antropoteísta, como ya vimos, con lo cual se llega al culmen.
En carta a su sobrino salesiano José Valinho del 13 de abril de 1971, habla de “desorientación de nuestro tiempo” de “ola diabólica” de “ceguera para ver el error”. (Touté la Verité, p. 508).
En carta a Teresa Cunha del 12 de abril de 1970: “Estos tiempos de desorientación diabólica – falsas doctrinas. – la gran responsabilidad del que tiene el cargo de conducir.” (Touté la Verité, p. 509).
En carta a la madre Martins del 16 de septiembre de 1970: “Es doloroso ver tan gran desorientación y en tantas personas que ocupan puestos de responsabilidad.” (Ibid., p. 511).
Todo esto no es posible si impera la Verdad en la Iglesia (en los hombres de Iglesia).
Así Monseñor Lefebvre pudo decir: “Todos los que cooperan a la aplicación de este trastorno, aceptando y defendiendo a esta nueva ‘Iglesia Conciliar’ entran en el cisma.” (Un Evéque parle, p. 98).
“Este Concilio representa una nueva Iglesia… al dar la espalda a la Tradición y romper con la Iglesia del pasado, es un Concilio cismático.” (La Nueva Iglesia, p. 124).
Llega a hablar de “ecumenismo apóstata”. (Itineraire spirituel, p. 9), y enfatizando: “Esta apostasía hace a estos miembros unos adúlteros, unos cismáticos opuestos a toda tradición, en ruptura con el pasado de la Iglesia…” (Ibid. P. 70).
En una carta prólogo del libro del P. Emmanuel que reconoce Mons. Lefebvre que tiene “páginas proféticas” sobre todo en la tercera parte que trata del drama del fin de los tiempos, precisando que corresponden “exactamente a la herejía ecuménica de nuestros días.”
Es la apostasía general de la cual la Salette hace referencia y el P. Combe menciona: “Y la apostasía general que se prepara, predicha por el apóstol San Pablo debiendo preceder inmediatamente al hijo de perdición, prueba igualmente que no ha venido, pero que está cerca…” (Le Sécret de Melanie et la Crise Actuelle, 1906, p. 130-131).
Así se entienden mejor las palabras de Melania: “estamos librados a nosotros mismos sin pastor”. (Lettre de Melanie au Chanoine du Brand. Lettre 275). Y aconseja: “si se reflexiona sobre las palabras del Apocalipsis y sobre todo del capítulo 9.” (Ibid. Lettre 275).
Joseph de Maistre ya decía que se podía concluir: “que el tiempo está cerca que el segundo acontecimiento de Jesús no se hará esperar largo tiempo.” (La Prophétie des Papas, p. 831). Aún más, precisa que “las últimas tribulaciones que espera el mundo en su ocaso parecen corresponder a las divisas: De medietate lunae, De Labore solis, De gloria olivae, así como la conclusión última de la Profecía”. (Ibid., p. 829).
Monseñor Cristino Morrondo, canónigo electoral de Jaén, habla del “próximo y tráfico desenlace la historia con la ruina de los pueblos, reinos y naciones” en el prólogo de su libro Catástrofe y Renovación (Jaén 1924 p. 4). Pues ya advertía con claridad meridiana: “se ha formado una nueva Iglesia, bajo la bandera del humanismo…” (Ibid. p. 5).
Y por si fuera poco con profundo sentido histórico señala: “¿Que dice la historia? Con sólo contemplar el espectáculo que ofrece su marcha, se nota que nos encontramos en el período de apostasía anunciado por las Escrituras.” (Ibid. p. 40).
Y hoy 84 años después con todo lo acontecido pretendemos estultamente afirmar otra cosa, que desgracia para la humanidad y sus falsos sabios seglares como eclesiásticos ciegos a porfía.
El Dr. Cadavid, presbítero y después Monseñor, en su libro “El llanto de María en Siracusa y la incógnita de nuestros azarosos días”, Bogotá 1958, titula el capítulo IV con este significativo rótulo: “La Virgen de Siracusa y el comienzo de los últimos tiempos”; y al capítulo II “Siracusa, epílogo de Fátima y clara conclusión de la Historia Divino-Humana contemporánea”, para decirnos que: “Siracusa parece que sea el remate de todos los llamamientos celestiales”. (Ibid. p. 32). Pues: “En su póstrer mensaje de Siracusa la vemos, como otrora en la Cruz, llorando desolada, la ruina de sus ingratos hijos.” (Ibid. p. 51).
“En los tiempos que vivimos parecen cumplirse todos los vaticinios del Antiguo Testamento y las señales que dio Cristo a sus apóstoles sobre el final castigo del mundo. Asímismo, las características que nos pintan San Pedro y San Pablo sobre el criterio que habría de tener la humanidad en los tiempos apocalípticos.” (Ibid. p. 98).
Era todo lo que ya había visto San Pío X cuando decía: “Establecer sobre la tierra, por encima de la Iglesia Católica, ‘el reino de la justicia y del amor’, con los obreros venidos de todas partes, de toda las religiones o sin religión, con o sin creencias, con tal que olviden todo lo que les divide… y con una confusión seductora las palabras de libertad, de justicia, de fraternidad y de amor, de igualdad y de exaltación humana, basado todo sobre una dignidad humana mal entendida…El resultado de esta promiscuidad en boga, el beneficiario de esta acción social cosmopolita no puede ser que una democracia que no será ni católica, ni protestante, ni judía; una religión (pues el sillonismo, los jefes lo han dicho, es una religión) más universal que la Iglesia Católica reuniendo a todos los hombres vueltos al fin hermanos y camaradas en ‘reino de Dios’. ‘No se trabaja para la Iglesia, se trabaja para la humanidad’. Encontrándonos ante un gran movimiento de apostasía organizada en todos los países, para el establecimiento de la Iglesia universal que no tendrá dogmas, ni jerarquía, ni regla para el espíritu, ni frenos para las pasiones.” (Notre Charge Apostolique).
San Pío X ya decía en su Encíclica Ad diem illum laetissimum: “Sin embargo, nos n queremos disimular que una cosa aviva grandemente en nosotros este deseo: lo que nos parece, si creemos a un secreto presentimiento de nuestra alma, pudiéndonos prometer para un futuro no lejano el cumplimiento de las altas esperanzas y seguramente no temerarias, que hicieron concebir a nuestro predecesor Pío IX y a todo el Episcopado católico la definición solemne del dogma de la Inmaculada Concepción de María”.
“Tantos e insignes beneficios acordados por Dios bajo la piadosa solicitación de María, durante estos cincuenta años que van a terminar, ¿no deben hacernos esperar la salvación para un tiempo más cercano del que habíamos creído? Lo mismo que una ley de la Providencia Divina, la experiencia nos enseña, que en los últimos extremos del mal a la liberación no hay mucha distancia. Su tiempo está pronto a venir, y sus días no están lejos (…) Es así que con una completa confianza podemos esperar que dentro de poco podamos escribir: El Señor ha quebrado la vara de los impíos”.
Con tantos documentos es descabellado no reconocer que estamos viviendo en los últimos tiempos apocalípticos, aunque el día y la hora de la Parusía nadie lo sabe, pero así como al ver brotar la higuera se sabe que el verano está cerca, de igual modo podemos como lo señaló Nuestro Señor Jesucristo al respecto, conocer la proximidad de su Segunda Venida, y ver que estamos en los últimos tiempos apocalípticos (lo cual no hay que confundir con el fin del mundo) y que estamos en consecuencia ante una crisis sin precedentes cual nunca se ha visto ni se verá jamás, la crisis irreversible, humanamente irremediable, es la crisis, que ya el P. Castellani señaló haciendo la siguiente comparación: “Cuando vino Cristo eran tiempos confusos y tristes. La religión estaba pervertida en sus jefes y consecuentemente en el pueblo.. (…) Cuando Cristo vuelva la situación será parecida. Solamente el fariseísmo, el pecado contra el Espíritu Santo, es capaz de producir esa magna apostasía que Él predijo: ‘la mayor tribulación desde el diluvio acá’ será producida por la peor corrupción, la corrupción de lo óptimo. El dolor sólo remediable por Dios en persona es el producido por la corrupción irremediable ‘la sal que pierde la salinez’. Por eso San Juan vio en la frente de la Ramera la palabra misterio, y dice que se asombró sobremanera, y el Ángel le dice? ‘Ven y te explicaré el arcano de la Bestia’. Es el Misterio de Iniquidad, la ‘abominación de la desolación’; la parte carnal de la Iglesia ocultando, adulterando y aún persiguiendo la verdad, Sinagoga Satanae. Por eso la parte fiel de la Iglesia padecerá entonces ‘dolores como de parto’, y el Dragón estará a punto de tragar a su hijo, que sólo se salvará por milagro, y ella se salvará solamente huyendo a la soledad…” (Los Papeles de Benjamín Benavides, p. 226).
No reconocer que estos son los últimos tiempos apocalípticos es negar los hechos históricos y desconocer la lucha metafísica de la historia entre el bien y el mal con todo el proceso de la Revolución (cómo todos los anticomplotistas) y además carecer del fundamental sentido teológico de la Historia con su carácter religioso y teológico como trasfondo que da sentido a todo bajo la visión divina y sobrenatural que se entreteje invisiblemente en la historia humana. Y, no hay que olvidarlo, la teología de la historia culmina con el desenlace exegético apocalíptico de la Parusía, contenido en el Apocalipsis.

Basilio Méramo Pbro.
Orizaba, 6 de Enero de 2009

Sodomización y Virginidad de la Iglesia, Diabólica Sodomización de la Iglesia

Por asombroso que parezca relacionar estos dos conceptos (ideas) que se excluyen, contradicen y repelen mutuamente al extremo, son justamente los dos polos extremos del estado (situación) religioso, de la religión, en la Iglesia como veremos brevemente.

La diabólica, satánica, sodomización de la Iglesia se identifica con el misterio de iniquidad, con la obra de Satanás dentro de la Iglesia, pues la misma Iglesia (los hombres de Iglesia) le ha abierto las puertas de par en par, con el atípico Concilio Vaticano II (Concilio gnóstico-cabalista y antropoteísta cual se puede verificar con el discurso de clausura de Pablo VI el 7 de Diciembre de 1965), poniéndose al día (aggiornamento) con los ideales y principios del mundo y del hombre moderno salidos de la llamada Revolución Francesa en realidad Revolución Anticristiana de la judeo-masonería internacional del poder oculto financiero de la Sinarquía.

Sodomizar es invertir el conducto (la vía, el canal) natural de los establecido por la naturaleza, creada por Dios, para engendrar la vida, para ir contra la natura, y el principio de fecundación y vida. Sodomizar no es el uso abusivo de algo en sí mismo bueno y legítimo, sino la inversión contra la naturaleza, ir contra el orden natural, es invertir la naturaleza de las cosas, y sus fines.
Sodomizar no es una corrupción natural, ni una perversión más (corrupción espiritual), es una inversión contra natura, es más que corromper, es una perversión antinatural, perversión contra natura. Un ejemplo algo chocante bastaría para darnos cuenta, una mala mujer, es una corrompida o prostituida, y hasta pervertida, que usa y abusa de su cuerpo pero dentro de su naturaleza, pero un sodomita, invierte perversamente su naturaleza, va contra la naturaleza, se corrompe y pervierte invirtiéndose, no por abuso, sino por inversión de uso, de la naturaleza y del fin.

Pues bien en el orden espiritual existe algo peor que la inversión carnal, física, y es la sodomización espiritual, la inversión espiritual de la jerarquía, de la autoridad, del poder y aun de la misma religión y culto.

La inversión de las cosas espirituales contra el orden natural es mucho peor que la inversión carnal, pues contra esta se puede y se debe luchar toda la vida con la ayuda de Dios, pero contra la inversión de las cosas espirituales cómo se las puede revertir, parece imposible.

Por eso el Padre Castellani decía sobre la sodomía espiritual: “Hablemos de lo que San Juan en el Apokalypsis llamó ‘sodomía espiritual’ (‘Quæ vocatur spiritualiter Sodoma’). (…) Sodomía espiritual es invertir el orden de las facultades,...”(Seis Ensayos y Tres Cartas, ed. Dictio, Buenos Aires 1978, p. 182).

La jerarquía fue instituida en la Iglesia por Cristo para que por ella los fieles se salvaran, enseñando a los fieles y gobernando la Iglesia. La jerarquía debe ser instrumento de la salvación de las almas, y no de perversión de ellas. De custodios de las cosas sagradas(pues de aquí viene el origen de la palabra jerarquía del griego), la jerarquía oficial de la Iglesia, se convierte (invierte) en rapaz destructora, cual abominable Misterio de la iniquidad, en lugar santo (en la Iglesia).

La autoridad que Dios otorga a la Iglesia, y que debe ser para gobernar, enseñar y santificar; ni gobierna, ni enseña ni santifica, hace todo lo contrario.

No gobierna, pues no conduce a los súbditos al fin, que es lo propio del gobernar, el fin sobrenatural.La autoridad que viene de Dios, autor de todas las cosas creadas, como así lo expresa el origen de la palabra, toda autoridad viene de Dios; esta autoridad es hoy utilizada y ejercida en contra de su finalidad, pues se la esgrime para imponer el error en nombre de Dios, desechar la Tradición e imponer la Revolución, y el que no obedece y se somete al imperio de ésta, es excomulgado, proscrito, anulado, desechado. Se ejerce la autoridad no para el bien y la verdad, sino para el mal y el error, pero como si fuesen Dios,y así en el nombre de Dios, se pontifica en el error y en la herejía, se conduce a los fieles y a la Iglesia militante a la Apostasía (silenciosa, práctica o como se la quiera llamar), en nombre de la santa obediencia a Dios y a sus representantes aquí en la tierra (Jerarquía-prelados).

Se enseña el error y peor aún hasta la herejía, pues el modernismo es la cloaca, el sumidero de todas las herejías, cómo lo calificó San Pío X. El ecumenismo niega que la Iglesia Católica sea la única y exclusiva arca de salvación, pretende la unión, (ut unum sint, para que sean uno), de todos los hombres sin dogmas que dividan, y se declara en aras de la dignidad de la persona humana, por los derechos del hombre en oposición a los derechos de Dios, y se proclama la libertad del hombre para elegir cuál es el verdadero Dios según el dictamen de la conciencia endiosada (semidiosa) de cada cual. Se erige al hombre (según esa misma conciencia), con el poder de determinar que es lo malo y que es lo bueno, dictaminar el bien y el mal (cual árbol del bien y del mal en el paraíso) cada uno según su parecer (conciencia), de decidir y juzgar lo que es malo o bueno como si fuera Dios;y por si esto fuera poco se enarbola la dignidad de la persona humana (exaltada al paroxismo) exigiendo la misma divinidad de Dios, (reclamando la divinidad como atributo que le corresponde por naturaleza) tal como pretende la nueva religión antropoteísta, netamente gnóstico-cabalística y personalista del hombre moderno, que democráticamente se posesiona en lugar de Dios, y dictamina como si fuera Dios.

La santificación ni se diga, desacralizado todo, culto, rito y hasta los sacramentos.Según la teología sacramental los sacramentos producen la gracia que significan. Lo cual exige una significación determinada específica, que excluye el equívoco, la ambigüedad. La significación sacramental esencial no puede ser ni indeterminada, ni equívoca, ni ambigua (ambivalente), de lo contrario no significa la gracia que debe producir (causar) y esto de modo ex opere operato, sin que haya lugar a dudas que quedan excluidas. Es dogma de fe que los sacramentos producen ex opere operato la gracia que significan, ponerlo en duda es ya una herejía.

La nueva liturgia sacramental no garantiza esto, el simple hecho de posibilitar la duda ya es una herejía, pues por definición queda excluida. Ahora bien el equívoco es algo que nadie puede negar que existe, como por ejemplo la Misa Nueva, pues esto ya contraviene (contradice) la definición sacramental y si a esto resaltamos que el rito esencial no puede ser equívoco, por la simple razón que no cumple con la definición, que todo sacramento produce ex opere operato la gracia que significa, se tiene que es además inválido, aunque se diga lo que se quiera decir, (la teología es en esto estricta), no admite un desliz, pues se caería en herejía al negar, o poner en duda siquiera, que un sacramento produce la gracia que significa; y al admitir que la significación es equívoca, no hay escapatoria posible, no puede producir lo que no significa o lo que significa equívocamente. Esto debería ser claro, la Iglesia no tolera sacramentos dudosos o equívocos en su significación sacramental pues no cumplen la definición sacramental que es un dogma de fe, así de sencillo, de conciso y de claro sin hacer grandes y alambicadas teorías. Le guste a quien le guste o le disguste a quien le disguste, al pan pan y al vino vino, sí sí no no, todo lo demás viene del maligno. Por el contrario, el que esto no quiera hoy admitir, al menos debe aceptar la duda que hay sobre la validez de la Nueva Misa, pues de lo contrario tendría que afirmar (considerar), que la Misa Nueva (bastarda), es materia de fe, y aún más dogma de fe, y yo quisiera saber quién en su sano juicio, pueda afirmarlo y probarlo, después de todo lo dicho por obispos eminentes y católicos, apostólicos y romanos, como Monseñor Lefebvre, Monseñor de Castro Mayer de benemérita memoria.

Claro que esto se da de punta con la mentalidad liberal, light, que hoy impera aun entre los teólogos o los que se dan de teólogos, y no se quieren sacar las serias y graves, pero importantes consecuencias. Lo mismo se puede decir del nuevo rito del Orden (tanto sacerdotal como episcopal).

La inversión, la sodomización de la Iglesia no puede ser mayor, esto es un verdadero castigo, es el gran castigo espiritual, de obscuridad, de ceguera, de tinieblas, que si se prolonga sin que se abrevien los días de esta gran tribulación religiosa, espiritual, doctrinal, nadie se salvaría, y que para acabar con estos días malos, Dios permita un castigo físico en correspondencia al castigo espiritual, para que vean los que no quieren ver y así golpeando a la humanidad ciega permita una 3ª Guerra Mundial (atómica) que con 2 ó 3 días de obscuridad y tinieblas se puedan arrepentir, y sino de todos modos acabar con esta impiedad, que está conduciendo las almas a perder la fe y condenarse eternamente en el infierno.

Si bien se mira esta 3ª Guerra Mundial sería un castigo material y una medicina ante el castigo espiritual de continuar perdiéndose la fe al punto que nadie se salvaría.

De otra parte el pequeño rebaño fiel se acrisola en la fe cada vez más pura y virginal con esta crisis, si no claudica, si se mantiene doctrinal y espiritualmente firme, intransigente ante la santidad de la fe, de la Iglesia fiel, a su cabeza que es pura y virgen, protegidos bajo la mirada maternal de la Santísima Virgen María, amando como Ella a su divino hijo al pie de la Cruz, amando como el Apóstol virgen San Juan Evangelista, el discípulo amado.

Estamos pues, ante la Abominación en lugar santo, la sodomía espiritual en la Iglesia, verdadero e innegable Misterio de Iniquidad.Ante esta perversión, inversión, sodomización de la jerarquía oficial, de la autoridad, que invierte el medio, el conducto de salvación en instrumento de perversión, condenación, de pérdida de la Fe, que mayor misterio de iniquidad, de abominación, de corrupción en la Iglesia puede imaginarse. Lo que Cristo instituyó para salvar, está pervertido, corrompido, e invertido para que las almas pierdan la fe, se corrompan en la fe, y se condenen sin fe. Es el aborto espiritual más atroz que se pueda concebir. La jerarquía, la autoridad de la Iglesia invertida en su sacrosanta misión de luz del mundo, se convierte en cátedra del error para los fieles, y de tinieblas para el mundo. La Iglesia de Dios convertida en su Alta Jerarquía oficial, en Sinagoga de Satanás, en la contraiglesia o pseudoiglesia del Anticristo.
Pues tenemos que en vez de confirmar a los fieles en la verdad, los corrompe con la apostasía, en vez de defender y proteger la fe, se la corrompe y viola. ¿Qué mayor abominación en lugar santo, en la Iglesia se puede concebir y esperar?Es la defección de la Fe en vez de ser la confirmación de la fe.

Por haber corrompido el culto de Dios incorruptible, inalterable, Dios abandona al hombre en la corrupción más abominable como lo es la sodomización espiritual, cual muestra San Pablo en su Carta a los Romanos (capítulo 1, 18-32): “Pues la ira de Dios se manifiesta desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que injustamente cohiben la verdad; puesto que lo que es dable conocer de Dios está manifiesto en ellos, ya que Dios se lo manifestó. Porque lo invisible de Él, su eterno poder y su divinidad se hacen notorios desde la creación del mundo, siendo percibidos por sus obras, de manera que no tienen excusa; por cuanto conocieron a Dios y no lo glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su insensato corazón fue oscurecido. Diciendo ser sabios, se tornaron necios, y trocaron la gloria del Dios incorruptible en imágenes que representan al hombre corruptible, aves, cuadrúpedos y reptiles. Por lo cual los entregó Dios a la inmundicia en las concupiscencias de su corazón, de modo que entre ellos afrentasen sus propios cuerpos. Ellos trocaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y dieron culto a la creatura antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén. Por esto los entregó Dios a pasiones vergonzosas, pues hasta sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza. E igualmente los varones, dejando el uso natural de la mujer, se abrazaron en mutua concupiscencia, cometiendo cosas ignominiosas varones con varones, y recibiendo en sí mismos la paga merecida de sus extravíos. Y como no estimaron el conocimiento de Dios, los entregó Dios a una mente depravada para hacer lo indebido, henchidos de toda injusticia, malicia, codicia, maldad, llenos de envida, homicidio, riña, dolos, malignidad, murmuradores, calumniadores, aborrecedores de Dios, insolentes, soberbios, fanfarrones, inventores de maldades, desobedientes a sus padres, insensatos, desleales, hombres sin amor y sin misericordia. Y si bien, conocen que según lo establecido por Dios los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino también se complacen en los que las practican.”

Y esto, por haber cambiado la verdad, que es la mayor de las injusticias cómo el mismo Apóstol lo señala, la sodomización carnal es un pálido reflejo de la sodomización espiritual. Cobran así actualidad las palabras de Cristo: “Pero el Hijo del hombre cuando vuelva, ¿hallará por ventura la fe sobre la tierra?” (Lc. 18, 8).

Pero sabemos que la Iglesia verdadera e indefectible en la fe y la verdad sobrenatural revelada es pura y virgen en la fe, San Agustín ya clamaba:“Lo que sigue nos pertenece ya a nosotros. En la santa Iglesia. Nosotros somos la santa Iglesia; pero no dije ‘nosotros’, como si me refiriese sólo a los que estamos aquí, a quienes ahora me oís, sino a cuantos por la gracia de Dios somos fieles cristianos en esta Iglesia, es decir, en esta ciudad; cuantos hay en esta región, en esta provincia, cuantos hay del otro lado del mar y en todo el orbe de la tierra, pues el nombre del Señor es alabado desde la salida del sol hasta el ocaso. Esta es la Iglesia Católica, nuestra verdadera madre y la verdadera esposa de aquel esposo. ¡Honrémosla porque es Señora de tan gran Señor! ¡Grande y particular la misericordia del esposo para con ella! ¡La encontró meretriz, y la hizo virgen! No debe negar que fue meretriz, para no olvidar la misericordia de su libertador. ¿Cómo no era meretriz, si fornicaba tras los ídolos y demonios? Nadie se vio libre de la fornicación del corazón; la de la carne se dio en pocos; la del corazón en todos. Vino él y la convirtió en virgen; hizo virgen a la Iglesia. Es virgen en la fe; tiene pocas vírgenes según la carne, las santimoniales; pero según la fe, todos deben ser vírgenes, tanto las mujeres como los varones. Ha de existir la castidad, la pureza y la santidad referidas a la fe. ¿Queréis saber que es virgen? Escuchad al apóstol Pablo, oíd al amigo del esposo, celoso de él, no de sí mismo: Os he desposado, dice a un único varón. Lo decía a la Iglesia; ¿a qué Iglesia? A la de cualquier lugar a donde esa carta pudiera llegar: Os he desposado a un único varón para mostraros a Cristo como virgen casta. Temo, no obstante, dijo, que como la serpiente engañó a Eva con su astucia, así vuestras mentes se aparten, corrompidas, de la castidad que reside en Cristo. El temor a la corrupción es señal de virginidad. Temo, dijo, que como la serpiente engañó a Eva con su astucia, ¿Acaso aquella serpiente tuvo comercio carnal con Eva? Sin embargo, extinguió la castidad de su corazón. Temo, dijo, que vuestras mentes se aparten, corrompidas, de la castidad que reside en Cristo. Así, pues, la Iglesia es virgen. Es virgen, siga siéndolo; guárdese del seductor, no sea que encuentre en él un corruptor. La Iglesia es virgen. Tal vez me dirás: ‘Si es virgen, ¿cómo da a luz hijos? O, si no alumbra hijos, ¿cómo es que hemos dado nuestros nombres para nacer de sus entrañas?’ Respondo: ‘Es virgen y da a luz; imita a María, que dio a luz al Señor.’ ¿Acaso Santa María no dio a luz siendo virgen y permaneció siéndolo? Así la Iglesia: da a luz y es virgen; y, si lo piensas atentamente, da a luz a Cristo, puesto que los bautizados son miembros suyos. Dice el Apóstol? Vosotros sois el cuerpo de Cristo y sus miembros. Si pues alumbra los miembros de Cristo, la semejanza con María es grandísima.” (Obras Completas de San Agustín, Tomo XXIV, Sermones -4º-, BAC, Madrid 1983, Sermón 213, p. 158).

Y en otro de sus sermones: “¿Dónde está, repito, esa virginidad casta sino en la integridad de la fe, la esperanza y la caridad?” (Ibid. Sermón 188, p. 23).
Como nota a este tema de la Iglesia virgen dice el comentador muy acertadamente: “Esta virginidad es definida como virginidad en la fe. Pero no ha de pensarse sólo en el depósito de la fe; pues, en contexto nupcial como el presente, la fe significaría fidelidad a un solo hombre, confianza en su promesa y amor a él solo; es decir, a Cristo en el caso de la Iglesia, ‘¿Cuál es la virginidad de la mente? Una fe íntegra, una esperanza sólida y una caridad sincera’ (Tratados… 13, 12). Queda claro pues, que la virginidad de la Iglesia, consiste en esa triple integridad de la fe, la esperanza y la caridad; sin ésta, de nada serviría la corporal (ibid.). Si la virginidad de la Iglesia no es separable de la de los fieles, se sigue, que, cuando un cristiano pierde su virginidad espiritual, sufre también la virginidad de la Iglesia. La advertencia a no dejarse corromper la dirige Agustín tanto al alma individual (serm. 241, 5) como a la Iglesia misma (serm. 213, 8). El seductor o corruptor es el diablo (2 Cor. 11, 2-3). Él, que es la serpiente del paraíso, trata de violar la virginidad del corazón, no la de la carne (contra quienes pensaban que había yacido con Eva; véase la n. 4 al serm. 213: ‘Como el hombre adúltero se regocija en su maldad cuando viola la carne, así el diablo se regocija cuando viola la mente’ (Comentarios… 39, 1).” (Ibid. Notas Complementarias 4, p. 783).

Así, no hay obediencia que valga si no es en la verdad: “Puesto que con la obediencia a la verdad habéis purificado vuestras almas.” (I Ped. 1, 22). La obediencia supone la amistad (cor unum), obedecer al enemigo es como obedecer a un loco; como es una locura obedecer al error, a la mentira, al fraude o al engaño.

La santidad está en la verdad y no en el error, por piadoso que parezca, muchas veces barnizado de sumisión y docilidad aparentes; por lo cual San Pablo identifica la santidad con la verdad: “y os vistáis del hombre nuevo, creado según Dios en justicia y santidad de la verdad” (Ef. 4, 24).
Para permanecer en la verdad, la santidad, se requiere así frente al Demonio, padre de la mentira, del engaño y del error, seguir el consejo de San Pedro: “Resistidle, firmes en la fe” (I Ped. 5, 9).Pues “el justo vivirá por la Fe” (Rom. 1, 17), “Sin fe es imposible ser grato” (Heb. 11, 6).“Y todo lo que no proceda de la fe, es pecado.” (Rom. 14, 23).

No queda otra cosa que seguir el consejo de las Escrituras Sagradas ante esta hecatombe eclesiológica de apocalíptica sodomización: “Tened, pues, paciencia, hermanos, hasta la Parusía del Señor” (Sant. 5, 7).

Basilio Méramo Pbro.
19 de Marzo de 2008.

Sobre el Motu Proprio ¿Que pensar?


Es increíble el estado de expectativa y de optimismo que gira alrededor de este documento, lo cual es como un signo o una señal del estado de distensión combativa general dentro del ámbito de los fieles tradicionalistas que pareciera no tienen la misma consistencia espiritual y doctrinal de antes que dan los principios solidamente arraigados. Es como una especie de anemia espiritual o de un deterioro neuronal que pareciera no dejar ver claro. Roma modernista siempre ha querido y quiere neutralizar el dedo acusador a su traición y a su apostasía e intenta diluir, si es que no puede destruir, toda resistencia tradicional que impugne su error.

La Fraternidad Sacerdotal San Pío X es la única congregación eclesiástica de envergadura universal (a nivel mundial) junto con todos los otros grupos que se le suman que se opone al modernismo, aunque hay otros que lo hacen pero son más limitados a nivel internacional. Es evidente luego que el objetivo principal sea de destruir, aniquilar o absorber, o por lo menos neutralizar dicha resistencia de algún modo y parece que el mejor y más eficaz seria el de la lenta pero firme disgregación, dilución de esa fuerza, por procedimientos de una amplia acción dialéctica, que permita el “solve et coagula” (disolver y coagular) típico de la Revolución Anticristiana que esta hoy imperando dentro de la misma Iglesia.

Uno de los procedimientos para lograr vencer la resistencia tradicionalista es, entonces, corromper diluyendo los conceptos, o las nociones claras y precisas que originaron dicha resistencia.

El medio será, producir un cambio en la mentalidad de los fieles firmes en la tradición, que permita el objetivo deseado por los enemigos infiltrados en la Iglesia, y que la gobiernan destruyendo la fé de siempre y creando una Nueva Iglesia postconciliar acorde con los planes de la sinarquia o globalización universal, dirigidos por el poder oculto de la alta finanza en manos del judaísmo internacional.

El Motu Proprio de Benedicto XVI tiene por finalidad (en un acto de pausada audacia) envolver, diluir y absorber el bastión más firme de resistencia al modernismo que aun se mantiene defendiendo la fe, que cada vez está más carcomida gracias al Concilio Vaticano II.

Se pretende silenciar el rechazo frontal de la nueva misa reconociendo que la Misa Tridentina (de siempre o de San Pío V) nunca fue suprimida, pero que la misa nueva sigue siendo la forma ordinaria (común o general) y la Misa Tridentina la forma o expresión extraordinaria (especial o particular) de un mismo rito todo lo cual es inadmisible, por ser un error de contenido doctrinal manifiesto, pues ya había dicho Monseñor Lefebvre que la nueva misa era un rito bastardo, que era mala y que no era católica que era próxima a la herejía, que era protestantizante, que era contraria a la tradición sacrosanta de la Iglesia, entonces cómo se podrá decir hoy que es el mismo rito, absurdo, como absurdo es además pensar, creer o decir que con el Motu Proprio la Misa Tridentina recobra su derecho al punto de exultar un Te Deum o de considerarlo como un triunfo póstumo de Monseñor Lefebvre, cuando el derecho de la Misa de siempre no puede consistir, en el mejor de los casos, en una igualdad jurídica ante la nueva misa, es decir ambas como forma ordinaria, lo cual ya es un agravio a la exclusividad de la Misa Tridentina y católica, ante la nueva misa protestantizante o protestante según se la mire y califique, porque si nos atenemos a la definición tal cual como aparece en el artículo 7 de la Institutio Generalis del nuevo misal, tenemos la cena protestante sin bemoles. Ahora bien ni siquiera hay igualdad de derecho (lo cual es ya claudicar) sino peor aún derechos desiguales, la nueva misa es lo común u ordinario y la Misa Tridentina lo especial o extraordinario, vale decir que la concubina es la mujer ordinaria (de todos los días) y la esposa legitima (es la mujer extraordinaria, la de días especiales) con lo cual ni siquiera la mujer legítima es igualmente dueña y señora junto con la concubina.

Esto muestra además que se trata de un indulto universal camuflado enmascarado, como un derecho especial extraordinario. Con todo lo cual se pretende que por el privilegio obtenido se pague el precio de reconocer la concubina y aceptar ser ambas las servidoras de un mismo señor, aunque la una sea la ordinaria y la otra la extraordinaria. ¿Que mejor jugada del demonio vestido de ángel de luz?

Además bajo apariencia de bien se nos brinda la ilusión del espejismo, como por ejemplo, sembrar la división en el campo de los modernistas o que los sacerdotes modernistas puedan decir la Misa Tridentina. La primera cosa, el mismo Benedicto XVI se encargara de despejarla pues como él advierte, para decir la Misa Tridentina se requiera una cultura litúrgica y un conocimiento mínimo de latín que la mayoría de los sacerdotes no tienen, permaneciendo así, la nueva misa, tanto de hecho (situación real) como por derecho (norma jurídica), es la norma ordinaria.

La ventaja aparente de que los sacerdotes modernistas tengan la posibilidad (libertad) de decir la Misa Tridentina es una ilusión más, producida por el espejismo después de vivir prácticamente durante cuarenta años en el desierto de la desolación abominable a causa de la revolución litúrgica; pues de qué nos sirve o beneficia que los sacerdotes modernistas digan la Misa verdadera si su doctrina permanece y sigue siendo modernista, pues su formación filosófica y teológica es modernista y eso es muy difícil de suprimir, de cambiar, lo que simplemente acontecería es favorecer la confusión como sepulcros blanqueados, blancos por fuera y podridos por dentro, blanqueados o enmascarados al decir la Misa Tridentina pero podridos por dentro por la mentalidad y formación modernista, con el agravante de no tenerse la garantía teológica de la certeza infalible de sus ordenaciones sacerdotales conferidas con el nuevo rito. No hay ningún teólogo que pueda probar la certeza infalible de las ordenaciones con el nuevo rito, hay como mínimo una duda positiva sobre la validez, si es que no tenemos una prueba de su invalidez por razones teológicas sacramentales de peso que no se pueden dejar de considerar. De todos modos sin entrar de lleno en la cuestión bástenos que las ordenaciones sacerdotales conferidas con el nuevo rito están desprovistas del sello de garantía infalible que excluye toda duda de invalidez.

Espero que estas reflexiones sirvan para que nos consolidemos en la verdad y en sus derechos exclusivos sin amalgamas dialécticas entre el bien y el mal, entre la verdad y el error, entre Dios y el Diablo, entre Cristo y el Anticristo, entre la Iglesia de Cristo y la Nueva Iglesia Sinagoga de Satanás o del Anticristo.

Estamos todavía a tiempo para llorar recitando un Miserere y que Dios se apiade de nuestras miserias, sin que sigamos la ilusión y el espejismo de un infundado optimismo que no corresponde a la realidad de la crisis irreversible y última que vivimos.

Que la Santísima Virgen nos proteja y con su firmeza ante la Cruz permanezcamos firmes en la fe y en el amor a su Divino Hijo.





Basilio Méramo Pbro.
4 de Agosto de 2007

LAS HEREJÍAS DE BENEDICTO XVI.


Benedicto XVI pseudo restaurador conservador o mejor según las sagradas escrituras pseudo profeta.

La prensa internacional manipulada por el judaísmo quiere vendernos la idea de que Benedicto XVI (Cardenal Ratzinger) es un conservador.

En primer lugar hay que decir que se puede ser conservador siendo un liberal, como se puede ser liberal sin ser conservador, pues el liberalismo puede ser radical o conservador según sea el caso. Además se puede dar un paso atrás para conservar con un paso firme lo que se ha avanzado dando dos pasos hacia delante. Se puede conservar la esencia ideológica de la revolución dejando los eufóricos excesos de la juventud precipitada, en fin se puede ser conservador sin ser para nada tradicionalista, es decir un revolucionario liberal, modernista y dialéctico sin ser un católico de pura cepa, se puede conservar la fuente del error, corrigiendo los excesos indebidos que impiden la consolidación del mal.

El hoy Benedicto XVI fue en su juventud uno de los expertos como teólogo liberal y progresista siendo el brazo derecho del Cardenal Frings de Colonia (modernista consumado alemán) durante el Concilio Vaticano II, lo cual era públicamente sabido y notorio. Por lo tanto quiere decir que Benedicto XVI fue uno de los teólogos que forjó el Concilio Vaticano II.

Después fue el brazo derecho de Juan Pablo II como teólogo y pensador, y el segundo hombre después del Papa en materia doctrinal teniendo a su cargo la congregación de la doctrina y la fe (antiguo tribunal de la inquisición) como Prefecto de la misma.

Hoy es Benedicto XVI pero sin abjurar de sus errores que sigue manteniendo aunque quizás más pausada y pulidamente, con el reposo de los años y la envergadura del cargo, pero de ningún modo hay una conversión, una retractación. Él mismo se reafirma diciendo que sus ideas como profesor, obispo, cardenal y Papa; ‘permanecen idénticas en todo lo que es esencial’. (O.R. 19-8-2006).

Además la mentalidad dialéctica del modernista añejado es envolvente, fusiona los contrarios, amalgama y sintetiza todo, en un abrazo corruptor apacible.

Si de alguien Monseñor Lefebvre dijo señalando con el dedo ser hereje fue del Cardenal Ratzinger, cuando expresó en una de sus últimas conferencias espirituales en el Seminario de Ecône del 8 y 9 de febrero de 1991: “Os invito a leer el denso artículo de fondo de Sí sí, No no que ha salido hoy sobre el Cardenal Ratzinger, es espantoso. El autor del artículo no sé quién es, por que siempre ponen un seudónimo, pero el artículo está muy documentado y concluye que el Cardenal Ratzinger es herético”. Y la razón de esta herejía no es discutir si tal o cual encíclica es infalible o no, si no que como bien señala Mons. Lefebvre: “No es esto lo que es grave en el Cardenal Ratzinger, lo grave es que él pone en duda la realidad misma del magisterio de la Iglesia, de la enseñanza del magisterio de la Iglesia. Pone en duda que haya un magisterio que sea permanente y definitivo en la Iglesia. Esto no es posible. Él acomete contra la raíz misma de la enseñanza de la Iglesia, de la enseñanza del magisterio de la Iglesia. Ya no hay una verdad permanente en la Iglesia, verdades de Fe, dogmas en consecuencia, se acabaron los dogmas en la Iglesia, esto es radical. Evidentemente esto es herético, es tan claro, es horroroso, pero es así”.

Estas palabras están grabadas, nadie las puede negar y no hay quien, aún en medio de la tradición y los fieles tradicionalistas, es decir no modernistas, se acuerde de ellas, ni nadie que se las recuerde, para que no se les olviden, prácticamente nadie hay o que las tenga presentes o que se atreva a repetirlas.

Si esto era el Cardenal Ratzinger (un hereje) siendo prefecto de la congregación de la fe, es decir el encargado del Papa para vigilar sobre de la pureza de la doctrina y de la fe, qué se puede esperar, peor aún cuando hoy es Benedicto XVI pues no ha habido corrección ni retractación al respecto. Además, en el discurso tenido ante los cardenales el día de su elección declaró: “También yo por tanto al disponerme al servicio que es propio del sucesor de Pedro, quiero afirmar con fuerza la decidida voluntad de proseguir en el empeño de la ejecución del Concilio Vaticano II”.

Monseñor Lefebvre ya decía denunciando el modernismo liberal que el Cardenal Ratzinger (encargado de las relaciones entre Roma y la Fraternidad Sacerdotal San Pío X) había expresado: “el problema del concilio fue asimilar los valores de dos siglos de cultura liberal” y además que había dicho el mismo Cardenal Ratzinger que: “el concilio, ha sido un Contra Syllabus al efectuar esta conciliación con el liberalismo”. (Le Destronaron p.10).

Este es Benedicto XVI quien además en su libro “Entretien sur la Foi” (Conversación sobre la Fe) criticando a los teólogos que exageran las otra religiones no católicas como vías ordinarias de salvación en vez de presentarlas como vías extraordinarias (p.247), fórmula moderada y reservadamente otra herejía más, pues la Religión Católica no es ya la única y exclusiva, lo cual no aceptan los masones, y que hoy proclama el Ecumenismo destruyendo la unicidad, la exclusividad de la Religión Católica y de la Iglesia Católica Apostólica Romana.

La trayectoria eclesiástica de Benedicto XVI como teólogo modernista y liberal es rotunda. Fue teólogo privado del Cardenal Frings de Colonia uno de los más activos como veremos en la organización del modernismo dentro de la corriente progresista del Rin.

Además de haber sido perito durante el Concilio Vaticano II, también fue discípulo de Karl Rahner uno de los teólogos modernistas más famosos. Con lo cual la formación intelectual y teológica es de la más encumbrada teología modernista, luego de las peores. Esto no se puede ocultar ni negar, es evidente.

Para que recordemos quién fue el Cardenal Frings uno de los líderes de la alianza europea saboteadora de todo el trabajo preparatorio de dos años, con el fin de facilitar la entrada de los ideales modernistas dentro de la Iglesia, nos remitimos al libro famoso por su objetividad y documentación de primera mano de Ralph Wiltgen S.V.D. “El Rin desemboca en el Tíber”. (Edición Criterio Libros, Madrid 1999) quien relata datos muy interesantes y que citaremos algunos a continuación: “El Cardenal Frings, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, supo después que el Cardenal Achille Liénart, Obispo de Lille, de setenta y ocho años de edad y presidente de la Conferencia Episcopal Francesa, tenía la misma idea. Los dos Cardenales acordaron pues un plan de acción”. (p. 20).

“El Cardenal Frings, en el transcurso de una conversación privada, denominó al Padre Karl Rahner el teólogo más grande del siglo”. (p. 94).

“Parecía como si el liderazgo del concilio tuviese que recaer a la fuerza en el Cardenal Frings, cuya archidiócesis se situaba a orillas del Rin”. (p. 295).

“Casi nadie en la vasta asamblea, dejando aparte al Papa, había influido más en la legislación conciliar que el Cardenal Frings. Si no hubiera sido por la organización que él mismo inspiró y dirigió, el concilio nunca habría podido trabajar con eficacia. Se había apoyado mucho sobre el teólogo P. Rahner; pero al final del concilio se había hecho más cauto en la aceptación de sus propuestas”. (pp. 326-327).

Queda clara la intervención y dirección del Cardenal Frings en el Concilio Vaticano II y de quien el teólogo Ratzinger fue su brazo derecho como podemos ver con las siguientes citas del mismo libro, todo lo cual hoy muestra la estofa del hoy Benedicto XVI.

“El teólogo alemán Joseph Ratzinger afirmó que la ausencia de los textos conciliares ya aprobados al final de la primera sesión: El hecho de que ningún texto hubiese obtenido la aprobación evidenciaba, según él, ‘una fuerte reacción contraria al espíritu que animó el trabajo preparatorio’. En ello reconocía el carácter verdaderamente histórico de la primera sesión del concilio”. (p. 70).

Y concluye el Padre Wiltgen: “El rechazo de los esquemas y veloces cambios de perspectiva caracterizaron la primera sesión del Vaticano II”. (p. 71).

El trabajo preparatorio de dos años, que fue a parar en la papelera como lo dijera en más de una ocasión Mons. Marcel Lefebvre, comentando el primer gran triunfo del ala modernista liberal que se imponía en el Concilio, en oposición a la Tradición Católica.

Refiriéndose el P. Wiltgen a los análisis enviados, a todos los Padres conciliares invitados a Fulda, por el Obispo Schröffer, de Eichstätt, dice que: “Explicó que estos análisis habían sido preparados por el P. Rahner y posteriormente examinados y comentados por otros tres teólogos alemanes: el P. Ratzinger, teólogo consultor del Cardenal Frings, el P. Aloys Grillmeir, S.I., y el P. Otto Semmelroth, S.I. Había sido imposible escribía el Obispo encontrar otros teólogos que examinasen el texto en el corto espacio de tiempo disponible, pero esos tres teólogos habían respaldado totalmente el análisis del P. Rahner, manifestando solamente ‘algunos deseos’ que habían sido incorporados al texto”. (p.94).

Refiriéndose nuestro autor a la comisión sobre las misiones expone: “La subcomisión seleccionó a sus propios peritos (el P. Ratzinger, teólogo personal del Cardenal Frings, de Colonia, y el P. Yves Congar), que prepararon los fundamentos teológicos del esquema”. (p.294).

“El P. Ratzinger, parecía haber dado durante el Concilio un apoyo casi incuestionable a las opiniones de su antiguo profesor (P. Rahner). Pero a medida que se acercaba la clausura, admitía que estaba en desacuerdo con él en varios puntos, y dijo que comenzaría a afirmarse más a sí mismo una vez finalizase el Concilio”. (p.327).

Este es el futuro Cardenal que evidentemente hacía las reservas que le permitirían escalar más alto sin dañar su imagen siendo un modernista consumado y que ha logrado hoy hacernos casi olvidar su pasado ultra progresista (pero con ponderación), como podemos ver en el siguiente texto que nos revela su personalidad sagaz ante la adversidad pero no por eso menos liberal y modernista en los principios, atenuando las reacciones que provocan reacción y que hoy sentado en el trono de Pedro pontifica en el error, con la fachada de conservador pero adherido plenamente a los principios del Concilio Vaticano II: “Un día, era una cena de grupo, el P. Ratzinger mencionó que los liberales habían pensado que tenían manos libres en el Concilio tras obtener la mayoría en las comisiones conciliares. Pero en las intervenciones y en las votaciones en el aula conciliar, dijo, comenzaron a notar alguna resistencia a sus propuestas y consecuentemente las comisiones tenían que tener esto en consideración al revisar los esquemas. Sin saberlo el P. Ratzinger, a cierta distancia se sentaba el Arzobispo Sigaud, quién rió para sus adentros ante este reconocimiento público por parte de un representante de la alianza europea”. (pp. 172-173).

Como es sabido, Monseñor Sigaud, era amigo de Monseñor de Castro Mayer y de Monseñor Lefebvre; fue el fundador y guía del Coetus Internationalis Patrum: “Además de estos seis grupos de oposición organizada, ignorados o desconocidos por la prensa, estaba el Grupo Internacional de Padres (en latín Coetus Internationalis Patrum), que junto con la Curia Romana era considerado el summum del conservadurismo, y un freno para los elementos progresistas en el Concilio. Este grupo fue desfavorablemente tratado en periódicos, revistas y libros. Su fundador y guía era el Arzobispo Geraldo de Proenca Sigaud, de Diamantina (Brasil), y el grupo estaba fundado precisamente para que las opiniones de la minoría conservadora ganasen audiencia”. (p.171).

“Pronto el Grupo Internacional de Padres resultó tan activo e influyente que levantó la indignación de la alianza europea y uno de los cardenales de dicha alianza afirmó que el Arzobispo Sigaud debería ser lanzado a la luna”. (p.172).

La alianza europea la formaban como se sabe los países del Rin: Alemania, Francia, Austria, Suiza, Holanda y Bélgica, por lo cual titula el P. Wiltgen su libro “El Rin desemboca en el Tiber” y que el autor explica así: “Cien años antes del nacimiento de Cristo, Juvenal, en una de sus sátiras, afirmó que el principal río de Siria – el Orontes- había desembocado en el romano Tiber. El poeta quería significar con esto que la cultura Siria, a la cual él despreciaba, había conseguido, penetrar en la cultura de su amada Roma. Lo que sucedió desde un punto de vista cultural en tiempos de Juvenal, sucedió en nuestros días desde un punto de vista teológico. Pero esta vez la influencia llegó de los países bañados por el Rin (Alemania, Austria, Suiza, Francia y Holanda) y de la vecina Bélgica. Como los cardenales, obispos y teólogos de estos seis países consiguieron ejercer un influjo predominante sobre el Concilio Vaticano II, titulé mi libro El Rin desemboca en el Tiber”.(p.13)

Por si fuera todo esto poco (que ya es bastante) para perfilar la conducta del teólogo modernista Ratzinger y su participación activa en el Concilio como hombre de confianza de uno de los cardenales más influyentes en el mismo del ala modernista liberal, el Cardenal Frings (como hemos visto), recordemos lo que Mons. Lefebvre relata en una de sus conferencias, en el Seminario de Ecône del 14 de Septiembre de 1987, sobre “Nuestras relaciones con Roma después de la entrevista con el Cardenal Ratzinger” y que hoy podría sorprender a más de uno, ya sea por la falsa atmósfera reinante ó a las expectativas en torno a Benedicto XVI de quién se espera algo favorable en alguna medida, desconociendo u olvidando la condición del personaje en cuestión, dice así Monseñor Lefebvre: “Lo que les interesa a todos ustedes es conocer mis impresiones después de la entrevista con el Cardenal Ratzinger al 14 de Septiembre último, lamentablemente debo decir que Roma ha perdido la fe, Roma está en la apostasía. Estas no son palabras en el aire, es la verdad; Roma está en la apostasía. No se puede tener más confianza con esa gente, puesto que ellos abandonan la Iglesia. Esto es seguro”.

Estas palabras de Monseñor Lefebvre no pueden quedar en el olvido, verifican una realidad trágica, solo comparable a la situación anunciada por las Sagradas Escrituras que profetizan la Gran Apostasía Universal, pues esto lo dijo Mons. Lefebvre después de haber hablado con quien hoy es Benedicto XVI. No hay derecho a silenciar todo esto, deslizarnos en un suave optimismo, cuando las cosas van de mal en peor, la situación no ha cambiado ni ha mejorado, pues si los personajes se relevan, la revolución continúa irreversiblemente, hasta el fin, hasta la consumación de la apostasía, por esto dijo Nuestro Señor “Pero el hijo del Hombre, cuando vuelva ¿hallará por ventura la fe sobre la tierra?” (S. Luc. 18,8)

Nuestra Señora en la Salette igualmente dijo en consonancia con las Escrituras: “Roma perderá la fe y será la sede del Anticristo” y “La Iglesia será eclipsada” luego si se tiene en cuenta estas cosas lo anunciado y lo que pasa, es de estultos, como las cinco vírgenes bobas, pensar ó imaginarse otra cosa. No reconocerlo es no tener una cosmovisión histórico-exegética congruente y real, si no una embriaguez idealista y liberal de falso y criminal optimismo sin referencia a la metafísica y teología de la historia. Hay una alergia liberal y farisaica a la connotación de todo lo que sea apocalíptico. Falta una visión exegética apocalíptica que nos permita encuadrar los acontecimientos históricos que tienen su explicación ultima en teología de la historia.

Por eso Monseñor Lefebvre no titubeó al decir en su conferencia después de hablar con el Cardenal Ratzinger: “Creo que podemos hablar de descristianización y que estas personas que ocupan Roma hoy son Anticristos. No he dicho antecristos, he dicho anticristos, como lo describe San Juan en su primera carta: ‘Ya el Anticristo hace estragos en nuestro tiempo’. El anticristo ó los anticristos, lo son ellos, es absolutamente cierto. Entonces bajo esta situación tal como la conocemos, no debemos preocuparnos por sus reacciones. Ellos están necesariamente contra nosotros. Le dije al Cardenal Ratzinger: ‘Nosotros estamos en todo por Cristo y ellos están contra Cristo ¿Cómo quiere que podamos entendernos? Ellos nos condenan por que nosotros no queremos seguirlos.’ Resumiendo, entonces, la situación. ‘Si usted hace Obispos será excomulgado’. Sí seré excomulgado. ¿Excomulgado por quién o por qué? Excomulgado por aquellos que son Anticristos, que no tiene más el espíritu Católico. Y somos condenados ¿Por qué? Por que queremos permanecer Católicos. Esa es la verdadera razón por la cual somos perseguidos, es por que queremos permanecer Católicos, por que queremos la Misa Católica y el Sacerdocio Católico. Es por causa de esto que somos perseguidos”.

Ante la objeción de estar contra el Papa, Mons. Lefebvre asevera: ”¿Contra el Papa? Pero contra un Papa que destruye la Iglesia, que es prácticamente apóstata y que quiere hacernos apostatas, me pregunto ¿Qué hacer? ¿Hay que renunciar ala continuidad de esta Iglesia para complacer a aquél que no quiere ya la tradición, que no quiere más que Nuestro Señor Jesucristo reine públicamente y que nos conduce a la apostasía?, esto le dije al Cardenal Ratzinger. ‘El Papa es infalible, usted no puede levantarse así contra el Papa. Usted va a ser excomulgado’. Le respondí: infalible, infalible, entendámonos, la infabilidad es algo muy restringido creo que no está contra la promesa de Nuestro Señor Jesucristo, que el Papa eventualmente pueda (por una pastoral desordenada, una pastoral falsa), llevar a los católicos a la apostasía, jamás se ha dicho que el Papa no podría hacer cosas contrarias al bien de la Iglesia como está pasando ahora. El Papa practica una pastoral que lleva a los pueblos hacia la apostasía, eso es claro y absolutamente cierto”.

Y continúa Monseñor Marcel Lefebvre, hacia el final de la conferencia: “En otros tiempos, cuando iba a Roma en mi calidad de Delegado Apostólico, teníamos discusiones de personas honestas que querían el reino de Nuestro Señor, personas que trabajaban para la salvación de las almas, ahora no trabajan para la salvación de las almas, si no para la gloria humana de la Iglesia en el mundo. La gloria es puramente humana esta reunión de todas las religiones, de todas las ideologías: comunismo, francmasones, los judíos… (en estos días irá el Papa a encontrarse con los judíos de Nueva York) esto es una gloria puramente humana, aún abominable, por que mezclar la verdad con el error, la virtud con el vicio, los enemigos de Nuestro Señor junto con los amigos de Nuestro Señor, esto es una abominación. He ahí, quienes están ahora en Roma, no piensan más que en esto, no viven más que de esto. Y para acrecentarlo: historias financieras vidriosas. (…) Estoy íntimamente persuadido de que nosotros no sabemos la mitad de lo que sucede en Roma, y si ya estamos escandalizados con la mitad que conocemos, es necesario pensar en la otra mitad. Si conociéramos todo estaríamos espantados. Verdaderamente nosotros tenemos tratos con una increíble mafia, ligada ciertamente a la masonería”.

Hoy por arte de magia se nos están olvidando todas estas cosas que Monseñor Lefebvre denunciaba, y nos ilusionamos con una nueva atmósfera en Roma cuando en realidad el mal al no ser erradicado continúa galopante su destrucción.

No hay peor ciego, ni sordera que la del que no quiere ver ni oír, pecado, contra el Espíritu Santo que consiste en su culmen en impugnar ó rechazar la verdad manifiesta, manifestada o conocida.

El hoy Benedicto XVI es una especie de San Pío V a la inversa o invertido, pues quiere expurgar y consolidar la revolución dentro de la Iglesia de todo lo que pueda enturbiarla, dificultarla ó impedirla, esto es lo típico del modernista dialéctico y eficaz como suelen hacerlo tan organizada y vastamente los germánicos; y para que veamos o vislumbremos esto, bastenos recordar cual ha sido y es la actitud de Benedicto XVI, para lo cual nos contentamos con el siguiente texto del libro de Monseñor Lefebvre, Le Destronaron (Bs.As. 1987): “Ahora bien, el Vaticano ha afirmado que el trabajo de purificación y asimilación de los principios de 1789
* era su fin primario: el Concilio se propone ante todo juzgar bajo esta luz (de la fe) los valores que hoy disfrutan de máxima consideración y enlazarlos de nuevo con su fuente divina. Estos valores por proceder de la inteligencia que Dios le ha dado al hombre, poseen una bondad extraordinaria; pero a causa de la corrupción del corazón humano sufren con frecuencia desviaciones contrarias a su debida ordenación. Por ello necesitan purificación” (Gaudium et Spes n° 11 § 2). Y eso es lo que ha hecho el concilio nos afirma el Cardenal Ratzinger: “El problema de los años sesenta era el de adquirir los mejores valores resultantes de dos siglos de cultura liberal. De hecho son valores que aunque nacidos fuera de la Iglesia, pueden encontrar su lugar -purificados y corregidos- en su visión del mundo. Es lo que se ha hecho”. (p. 82).

Esta es la conciliación o el maridaje de la Iglesia y el mundo, de la Tradición y la Revolución, típico del liberalismo y de la dialéctica intrínseca del hombre moderno, que es la penetración en el mundo de la Cábala gnóstica-judaica que es esencialmente dialéctica.

Esto es lo que caracteriza la filosofía moderna, y a los teólogos modernistas de los que tenemos un bello ejemplar de colección en el teólogo Ratzinger, hoy encaramado en la cúspide de la Iglesia y que pontifica con el nombre de Benedicto XVI, sobre el cual Monseñor Bernard Tissier de Mallerais en una serie de conferencias dadas durante los últimos días de octubre de 2006, sobre la Teología de Ratzinger como teólogo, afirmó que negaba el valor satisfactorio de la Misa, con lo cual se niega simple y radicalmente que la Misa tiene un valor satisfactorio en nuestra Redención, lo que viene a dar en resumidas cuentas que la misa no es Misa pues no satisface, lo cual es una mas de las herejías de Benedicto XVI.

En el libro “La Foi chrétienne hier et aujourd'hui - Editions du Cerf” (París 2005), traducción del alemán escrito en 1968, el teólogo Ratzinger niega la satisfacción de la cruz (pp. 197-198), afirma Mons. Tissier de Mallerais, pues la satisfacción de la cruz sería una ficción, ya que se situaría según Ratzinger dentro de un mecanismo de derecho lesionado y restablecido con lo cual la justicia de Dios habiendo sido ofendido infinitamente se habría reconciliado por una satisfacción infinita, de tal modo la cruz vendría a manifestar una actitud de Dios exigiendo una equivalencia rigurosa entre el debe y el haber, dando la impresión de que todo esto reposaría sobre una ficción, es decir, se daría en secreto con la mano izquierda lo que se retomaría solemnemente con la mano derecha. Con esto se rechaza la satisfacción en cuanto tal, es el amor sin satisfacción, lo que nos redime para el sabio teólogo evidentemente modernista hasta los tuétanos.

Luego, la Redención operada por la Pasión y Muerte de Cristo en la Cruz queda vaciada de su contenido tal y cual es lo característico de la mentalidad judaica, que vacía los misterios de su contenido dejando la apariencia externa, como es su característica a través de los siglos con el contacto de los Misterios Divinos, como señala magisterialmente el P. Julio Meinvielle en su último libro “De la Cábala al Progresismo”.

La Cruz para el teólogo Ratzinger es la expresión del amor que se entrega, es la entrega de amor, pero sin pasión, sin satisfacción sin muerte cruenta, típico del modernista judaizante. Esto nos recuerda a los judíos gritándole y reprochándole a Cristo en la cruz, baja de la cruz sálvate a ti mismo, y creeremos, Cristo sin Cruz, Religión sin Cruz, Iglesia sin Cruz, ¡Puede haber algo más diabólico que esto? Imposible.

Ahora bien la satisfacción de la cruz, según Santo Tomas y la doctrina católica se opera por un acto de solidaridad amorosa y misericordiosa de Cristo como cabeza del cuerpo místico que es la Iglesia que tiene tres elementos, el amor (elemento formal y más importante), la justicia (la razón directiva) y el dolor (elemento material). La Redención operada por la Pasión y Muerte de Cristo en la Cruz comporta una reparación, expiación ó satisfacción objetivamente y un rescate ó liberación subjetivamente. (Ver Diccionario de Teología de Parente, art. Redención).

Dios pudo como dice Santo Tomás haber perdonado sin que haya satisfacción, pues la justicia que exige la satisfacción depende de la voluntad divina y así sin ninguna satisfacción librar al hombre del pecado sin ir contra la justicia Divina (Summa Theol. III-46-2-3). Pero convenía máximamente que Cristo muriera en la cruz (aunque hubiera sido posible ser redimidos de otro modo), para que conozcamos cuánto ama Dios al hombre y así movernos a que le amemos, y en esto consiste la perfección aunque hay otras razones más pero esta es la principal.

La Pasión y Muerte de Cristo en la Cruz es la máxima prueba del amor divino hacia los hombres, además de ser el acto más sublime que Cristo como hombre podía tributar a la Santísima Trinidad.

El luteranismo protestante es el que reduce la Redención a una pura situación penal exterior o derecho lesionado en términos del teólogo Ratzinger. El luteranismo al reducir la Redención a una sustitución puramente penal, reduce la satisfacción en consecuencia, al derecho lesionado del que habla el teólogo Ratzinger, para colmo ridiculizando en la imagen dar con la izquierda ocultamente lo que se recibe solamente con la derecha, lo que es una ficción cómo él mismo afirma.

En el fondo es la mentalidad judaica, que el modernismo absorbe, la que no deja aceptar el misterio, y por eso se lo manosea para acabar de algún modo negándolo. Ya el judaísmo quiso despojar a Cristo de la Cruz en el mismo Calvario, después de crucificarlo, le increpan diciendo: baja de la cruz y creeremos en ti, y hoy el modernismo profundamente judaico quita la cruz, quiere una religión sin cruz, una Iglesia sin cruz, un amor sin cruz y es así tenemos a Ratzinger (modernista pero sin euforias, ni exageraciones disonantes), concibiendo la Redención como un puro amor sin Cruz, luego una Misa sin Cruz y esto repercute evidentemente en la satisfacción. Y por esto dice que: ”ciertos textos de devoción parecen sugerir que la fe cristiana en la cruz se representa un Dios cuya justicia inexorable ha reclamado un sacrificio humano, el sacrificio de su propio Hijo. Y así se desvían con horror de una justicia cuya obscura cólera quita toda credibilidad al mensaje del amor. Cuanto más difundida es esta imagen es tanto más falsa, la Biblia no representa la cruz como parte de un mecanismo de derecho lesionado, la cruz aparece totalmente al contrario como la expresión de un amor radical que se da eternamente, es un acontecimiento en el cual alguien es lo que hace, y lo que es, es la expresión una vida toda entera para los otros”. (p. 197).

Vemos aquí el lenguaje suave, light, pero finamente modernista, la cruz esfumada en un puro amor, sin expiación, sin satisfacción, sin sacrificio. Típico de la mentalidad judaica que no acepta la Cruz, la inmolación completa y acabada del ser, de la vida, en reconocimiento del dominio divino sobre todo lo creado, aunque esto se hace en un acto de amor, pero de amor inmolado, sacrificado, hecho a Dios, ofrecido a Dios.

Ratzinger desconoce o no acepta la teología de la Cruz, para él, como para todo modernista, es el amor y el amor sin Cruz, en cambio para la doctrina católica la Cruz y el amor son inseparables, al punto que la Cruz es la expresión más sublime de amor de Cristo, como dice Santo Tomás.

Cristo pudo no morir en la cruz como enseña Santo Tomás, pues no fue necesario con necesidad de naturaleza que hace imposible sea de otro modo, ni con necesidad de coacción, ya que Cristo murió libremente, si no con necesidad de fin ad melius esse (y no ad esse = medio sin el cual no se logra el fin) (Summa Theol. III-46-1).

Así Cristo pudo redimirnos de otra manera, pero quiso hacerlo por la Cruz, y esto como explica Santo Tomas por varias razones, pero la principal es para que el hombre conozca cuánto Dios ama al hombre y así movernos a amarlo pues en esto consiste la perfección de la salud humana (Summa Theol. III 46-3).

Hay algo, además que el teólogo Ratzinger no entiende ni quiere entender que la satisfacción (expiación en justicia) tiene su fundamento en el amor que une, el amor que es unitivo, pues como dice Santo Tomas: “La satisfacción de Cristo pertenece a todos sus fieles como a sus miembros ya que la cabeza es a los miembros como una persona mística en cuanto a que dos hombres son uno en la caridad y así uno puede satisfacer por otro” (Summa Theol. III 48-2-1). La satisfacción presupone necesariamente así la caridad que es unitiva, y esto parece ininteligible para Ratzinger, pues separa la satisfacción del amor y además lo opone. Ratzinger caricaturiza así la justicia divina diciendo: la conciencia cristiana ha sido sobre este punto ampliamente marcada, como ya lo hemos verificado, en una presentación extremadamente rudimentaria de la teología de Anselmo de Cantorbery, de quién hemos expuesto las grandes líneas en otro contexto. Para un gran número de cristianos, sobre todo los que no conocen la fe si no de muy lejos, la cruz se situaria dentro de un mecanismo de derecho lesionado y restablecido. Esto sería la manera por la cual la justicia de Dios infinitamente ofendida habría sido de nuevo reconciliada por una satisfacción infinita. También la cruz parecería expresar una actitud de Dios exigiendo una equivalencia rigurosa entre el “Debe” y el “Haber”. Al mismo tiempo se tiene el pensamiento que esta equivalencia y esta compensación reposan a pesar de todo sobre una ficción. Se da secretamente primero con la mano izquierda, lo que se retoma solamente con la mano derecha. La satisfacción infinita que Dios parece exigir toma así un aspecto doblemente inquietante” (p.197).

Esto es vaciar el contenido satisfactorio de la Redención por la Cruz y en consecuencia de la Santa Misa, linda y diplomática manera de desnaturalizar la obra redentora de Cristo y de la Misa como sacrificio propiciatorio, ni Lutero llega con tanta facilidad a vaciar el culto divino, Ratzinger lo hace fina y refinadamente sin movérsele un pelo . Habráse visto mayor anulación del sacrificio de la Santa Misa de un solo y magistral plumazo, parece imposible superar tal sagacidad y maestría, es genial, diabólicamente, genial. Por esto Monseñor Tissier afirma que el teólogo Ratzinger niega el valor satisfactorio de la Misa.

No es un simple derecho lesionado positivista, nominalista y subjetivista como el derecho moderno kantiano protestante, sino el derecho cuyo objetivo es la justicia , y la justicia como justa reguladora en orden al bien común. La justicia tiene por objetivo el bien común , y la justicia divina tiene a Dios uno y trino como el supremo bien común de todo el universo. Esto no lo entiende, ni lo puede entender el modernista Ratzinger, y así tenemos que sin la efusión de la sangre de Cristo no hubiera habido tal Redención (Summa Theol. III 69-1-2).

Con una mentalidad protestante-judaica, más que católica el teólogo Ratzinger reduce a un derecho lesionado y reestablecido ficticiamente , la justicia divina ultrajada por el pecado, sin ver ó sin querer reconocer la gravedad del pecado que ofende a Dios y en consecuencia la necesidad de satisfacción, exigida por la misma condición de los hechos, bien que Dios podía no requerir, como ya vimos, pues siendo el sumo bien común universal no tiene superior y así no lesionaría la justicia sino satisface. «Alioquin, si voluisset absque omni satisfactione hominem a peccato liberare, contra ivstitiam non fecisset…Sed Deus non habet aliquem superiores, sed ipse est supremum et commune bonum totius universi ».(Summa Theol. III-46-2-3).

La sutil ridicularización de la justicia de la satisfacción que satisface o reestablece dicha justicia divina ( y no un puro derecho lesionado positivista) y la gravedad del pecado que ofende o conculca el honor, la dignidad infinita de Dios , todo queda irónicamente esfumado con la interpretación del teólogo Ratzinger. Que más se podía esperar de un teólogo modernista hasta los tuétanos. Lo absurdo es no darse cuenta y esperar algo bueno de un árbol que da frutos malos.

De otra parte el carácter gnóstico-dialéctico del Cardenal Ratzinger es manifiesto. La mentalidad de toda filosofía moderna es dialéctica, busca en la síntesis (amalgama o conciliación) de los contrarios la verdad de las cosas. Esto es debido a la penetración del pensamiento de la Cábala (gnosis judaica) en el mundo cristiano, como el P. Meinvielle magistralmente lo muestra y demuestra en su último libro: “De la Cábala al Progresismo”.

La mentalidad modernista es esencialmente dialéctica y por eso es a veces difícil detectar con claridad su actuar, que unas veces afirma y otra niega en una danza macabra que busca la fusión de lo contradictorio en una síntesis relativa que siempre cambia.

Citaremos algunos textos que revelan la mentalidad gnóstica del Card. Ratzinger. En el folleto “Qui est le Pape Benoit XVI?” de mayo de 2005 editado por el Convento Dominico de Avrille se lee en la pág. 14: “Que se puede decir, en consecuencia, cuando somos constreñidos a verificar que el prefecto actual de la congregación para la fe, profesa lo contrario en sus libros de teología, que Jesús no es Dios que se hace hombre, si no que un hombre se volvió Dios?, quien es en efecto Jesucristo para Ratzinger? ‘Es el hombre en quien se manifiesta la realidad definitiva del ser del hombre, y quien, por esto mismo, es simultáneamente Dios’. Qué significa esto, si no que el hombre en su ‘realidad definitiva’ es Dios, y que Cristo es un hombre, el cual es, o mejor aún, se ha vuelto Dios por el solo hecho que en El vino a la luz la ‘realidad definitiva del ser del hombre’? (La Foi chrétienne, hier et aujourd’hui. p.126).”

Y en la siguiente página (la 15) leemos a continuación: “El ser de Jesús es pura actualidad de las relaciones ‘a partir de’ y ‘para’. Y el hecho que este ser no es ya separable de su actualidad, coincide con Dios, se vuelve al mismo tiempo el hombre ejemplar, el hombre del porvenir, a través del cual se puede percibir cuan poco el hombre ha comenzado a ser él mismo. [Es decir Dios].”

Y en la página siguiente (la 16) se afirma: “Por el contrario, el hombre Jesús que para su servicio perfecto ha venido a ‘coincidir con Dios’, revela al hombre, que el hombre es un Dios en devenir y que en efecto entre el hombre y Dios hay una identidad esencial”.

Más gnóstico con todo esto no podía ser, sigue la línea de Juan Pablo II, aunque poniendo un sello personal.

La cristología del teólogo Ratzinger es gnóstica, al igual que la de Teilhard de Chardin, y de Rahner, para quienes no es Dios quien se hace hombre, sino el hombre quien se hace Dios, y esto es lo que Cristo manifiesta: el hombre se manifiesta Dios en Jesucristo, la identidad de la esencia de Dios y del hombre es el postulado de la cristología de Ratzinger, al igual que Juan Pablo II. El fondo que inspira toda nueva teología, es el mismo, es la gnosis judeo cabalística.

En otro folleto “Que penser du pape Benoit XVI?” (Junio de 2005), también editado por el Convento Dominico de Avrillé, en las páginas 55 y 56 refiriéndose a un libro del Cardenal Ratzinger “L’Esprit de la liturgie” leemos: “Surgen aún expresiones extrañas, por ejemplo en la página 47 el Cardenal nos dice que el Logos (es decir, el Verbo el Hijo de Dios) es un elemento de la condición humana, con el cuerpo, el alma y el espíritu. Un poco más adelante dice que este Verbo es el sentido que crea y lleva la vida (p.121). En otra parte Jesús ha dicho tener un Yo humano (p.48)”.

Y en la nota 96 a pie de página de dicho texto se lee: “El Verbo no es evidentemente una parte de la naturaleza humana. Notemos de paso que el Card. Ratzinger parece favorable a la ‘tripartición’, es decir a la división de la naturaleza humana en tres partes: el cuerpo, el alma y el espíritu. Este es un tema puesto en honor por el Padre de Lubac (Théologie dans l’histoire, t.1, Paris, 1990, pp.113-222), pero es también un tema gnóstico (Jean Vaquie, Occultisme et foi catholique, n°- special d’AFS, pp. 20-21)”.

Y en la nota 97 sobre el mismo pasaje citado dice: “Recordemos que, según la fe Católica, no hay en Nuestro Señor Jesucristo si no una sola persona, la persona del Verbo, segunda persona de la Santísima Trinidad, mientras que hay dos naturalezas, la naturaleza humana y la naturaleza Divina. El Verbo (Logos en griego) hace sustituir la naturaleza humana pero no es ‘elemento’. De otra parte , la persona del verbo es una persona divina y Nuestro Señor no tiene un ‘Yo’ humano. Las expresiones del Cardenal Ratzinger son heréticas, lo cual es un estrago para un prefecto de la congregación de la doctrina y de la fe”.

Para terminar esta somera relación que debe ponernos en guardia y estar más atentos que nunca, sin hacernos ideas falsas, ni ilusiones optimistas que vienen a contra pelo, tengamos presente lo que ya decía San Pio X y que está extraído del folleto anterior, “Quie est le Pape Benoit XVI? p. 22”:y todo esto no corresponde? perfectamente al concepto modernista de la autoridad expuesto por San Pío X en Pascendi y que hemos recogido de manos de Monseñor Montini en su conversación con Jean Guitton (ver cap.6, p.81). Para los modernistas –explica San Pío X- la evolución doctrinal de la Iglesia ‘es como el resultado de dos fuerzas que se combaten, de las cuales una es progresista y la otra conservadora’ y el ejercicio de la fuerza conservadora ‘es lo propio de la autoridad religiosa’, mientras que compete a la fuerza progresista de estimular la evolución. Luego es lógico, según la lógica modernista, que los ‘ultraprogresistas’ de Concilium
[1] y de los ‘moderados’ de Communio[2] se hayan repartido la labor: a los colaboradores de Concilium, ‘la fuerza progresista’, las universidades, el dominio de la ‘investigación’ teológica, la hegemonía cultural; y a los colaboradores de Communio, ‘la fuerza conservadora’, la autoridad religiosa, la ‘hegemonía eclesiástica’.”

Con esta visión queda claro como procede la Revolución con su juego dialéctico de contradicción y síntesis, logra desplazar la barca de Pedro a su terreno, lo cual es un verdadero misterio de iniquidad, como justo castigo por impugnar la verdad conocida, el misterio de sabiduría divina.

Estamos en plena crisis apocalíptica, pues para el que quiera reconocer los signos de los tiempos y ver con una visión teológica de la historia la hora presente, que vivimos en los últimos tiempos apocalípticos, en pleno triunfo de la sinagoga de Satanás o contra la Iglesia del Anticristo, lo cual concuerda con la divisa del actual pontificado de Benedicto XVI “De gloria olivae” (triunfo del judaísmo en la Iglesia). Vivimos en pleno imperio no de la verdad y de la justicia, si no del error y la iniquidad, pero claro en pacífica y unísona democracia, que es en términos del pensador colombiano Nicolás Gómez Dávila:” una religión antropoteísta, su principio es una opción de carácter religioso, un acto por el cual el hombre asume al hombre como Dios”.

Ante todo esto, no queda mas que recordar las palabras de San Pablo: “En posteriores tiempos habrá quienes apostatarán de la fe, prestando oídos a espíritus de engaño y a doctrinas de demonios. (1 Tim. 4,1).”

Basilio Méramo Pbro.
9 de agosto de 2007

* Revolución Francesa.
[1] Concilium: ala avanzada del modernismo.
[2] Communio: ala moderada del mismo modernismo.